La palabra Aullidos ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
La llamada de la selva de Jack London
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece aullidos.
Estadisticas de la palabra aullidos
La palabra aullidos no es muy usada pues no es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE
Errores Ortográficos típicos con la palabra Aullidos
Cómo se escribe aullidos o haullidos?
Cómo se escribe aullidos o aullidoz?
Cómo se escribe aullidos o auyidos?

la Ortografía es divertida

El Español es una gran familia
Algunas Frases de libros en las que aparece aullidos
La palabra aullidos puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1562
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La madre lanzaba gemidos desesperados, aullidos de fiera enfurecida. ...
En la línea 2257
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... De él debía proceder un vago roce que creyó percibir en los inmediatos campos semejante al de una gran culebra arrastrándose por los surcos; por él ladraban todos los perros de la huerta con desesperados aullidos. ...
En la línea 4975
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Entonces los aullidos del hostelero y de la hostelera taladraron la bóveda de la bodega; hasta el mismo D'Artagnan quedó conmovido. ...
En la línea 1635
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Mientras tanto, Ra-Ra lanzaba continuos lamentos, iguales a los aullidos de una bestezuela herida muy lejos … muy lejos… . ...
En la línea 2936
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Maxi no dijo nada ni se cuidó del sombrero. De repente rompió en aullidos, pues no parecían otra cosa los esfuerzos de su voz para hablar a gritos. Los circunstantes podían oírle difícilmente estos conceptos: «Partirle el corazón es poco; es menester… machacárselo». ...
En la línea 6082
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... A la semana siguiente, Ballester salió de la botica de Samaniego, porque doña Casta se enteró de sus relaciones (que a ella se le antojaron inmorales) con la infame que tan groseramente había atropellado a Aurora, y no quiso más cuentas con él. Doña Lupe le rogó varias veces que fuese a ver a Maximiliano, que continuaba encerrado en su cuarto, y le daban la comida por un tragaluz, no atreviéndose a entrar ni la señora ni Papitos, porque los aullidos que daba el infeliz eran señal de agitación insana y peligrosa. Segismundo fue el primero que penetró en la estancia, sin miedo alguno, y vio a Maxi en un rincón, hecho un ovillo, con más apariencias de imbecilidad que de furia, demudado el rostro y las ropas en desorden. ...
En la línea 932
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... La oscuridad era ya completa cuando le despertó un grito espantoso. ¡Qué grito, Señor… ! Y después… Jamás había oído Raskolnikof gemidos, aullidos, sollozos, rechinar de dientes, golpes, como los que entonces oyó. Nunca habría podido imaginarse un furor tan bestial. ...
En la línea 110
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Con la aurora boreal vibrando fríamente en el cielo o con las estrellas brincando su gélida danza y la tierra aterida bajo el manto nevado, aquel canto de los huskies parecía ser un desafío a la vida, pero en ese tono menor, entre larguísimos aullidos quejumbrosos, era más bien una súplica, una queja manifiesta por el duro trabajo de existir. Era una canción antigua, tan antigua como la raza misma, una de las primeras canciones de un mundo más joven, de un tiempo en que todas las canciones eran tristes. El sufrimiento de innumerables generaciones impregnaba aquel lamento que tan extrañamente conmovía a Buck. Cuando aullaba y gruñía, lo hacía con el dolor de vivir de sus remotos antepasados salvajes, y con el mismo miedo y misterio del frío y la oscuridad que fueron antaño su miedo y su misterio. Y esa conmoción de su ser marcaba el final del proceso que lo había hecho retroceder a través de épocas enteras de calor y cobijo hasta los crudos orígenes de la vida en la era del aullido. ...
En la línea 113
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... La alteración de la disciplina afectó también las relaciones entre los demás perros. Se peleaban más que nunca, hasta el punto de que a veces el campamento era un inmenso alboroto de aullidos. Sólo Dave y Sol-leks permanecían al margen, aunque con aquellas riñas permanentes se volvieron irritables. François blasfemaba y lanzaba extraños y brutales juramentos al tiempo que se tiraba de los pelos y daba furiosas e inútiles patadas a la nieve que cubría el suelo. Su látigo resollaba continuamente entre los perros, pero no servía de mucho. En cuanto volvía la espalda, se agarraban otra vez. Con el látigo respaldaba a Spitz, mientras que Buck estaba de parte del resto del equipo. François sabía que era el que estaba detrás de todo aquello, y Buck sabía que lo sabía, pero era demasiado listo para dejarse sorprender. Trabajaba con ahínco, pues el trabajo se le había convertido en un placer; pero un placer aún mayor era provocar arteramente una pelea entre sus compañeros que acababa enmarañando las riendas. ...
En la línea 340
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Se hizo la noche y una luna llena se elevó por encima de los árboles hasta lo alto del cielo, iluminando la tierra, que quedó bañada de una claridad fantasmal. Y, con la llegada de la noche, Buck, pensativo y afligido junto a la laguna, sintió el despertar de una vida nueva en la selva, una vida distinta de la que habían vivido los yeehat. Se puso de pie, escuchando y husmeando. Desde muy lejos le llegó débilmente, empujado por el viento, un penetrante aullido, al que respondió un coro de aullidos semejantes. Poco a poco los aullidos se fueron haciendo más claros y cercanos. De nuevo, Buck supo que los había oído en aquel otro mundo que vivía en su memoria. Se dirigió al centro del claro del bosque y escuchó. Era la llamada, la llamada tantas veces oída, que sonaba más atractiva e imperiosa que nunca. Y más que nunca estuvo dispuesto a obedecer. John Thornton había muerto. El último vínculo se había roto. Ni el hombre ni sus lazos lo retenían ya. ...
En la línea 340
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Se hizo la noche y una luna llena se elevó por encima de los árboles hasta lo alto del cielo, iluminando la tierra, que quedó bañada de una claridad fantasmal. Y, con la llegada de la noche, Buck, pensativo y afligido junto a la laguna, sintió el despertar de una vida nueva en la selva, una vida distinta de la que habían vivido los yeehat. Se puso de pie, escuchando y husmeando. Desde muy lejos le llegó débilmente, empujado por el viento, un penetrante aullido, al que respondió un coro de aullidos semejantes. Poco a poco los aullidos se fueron haciendo más claros y cercanos. De nuevo, Buck supo que los había oído en aquel otro mundo que vivía en su memoria. Se dirigió al centro del claro del bosque y escuchó. Era la llamada, la llamada tantas veces oída, que sonaba más atractiva e imperiosa que nunca. Y más que nunca estuvo dispuesto a obedecer. John Thornton había muerto. El último vínculo se había roto. Ni el hombre ni sus lazos lo retenían ya. ...
Más información sobre la palabra Aullidos en internet
Aullidos en la RAE.
Aullidos en Word Reference.
Aullidos en la wikipedia.
Sinonimos de Aullidos.
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