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La palabra hermanos
Cómo se escribe

la palabra hermanos

La palabra Hermanos ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
Memoria De Las Islas Filipinas. de Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Niebla de Miguel De Unamuno
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece hermanos.

Estadisticas de la palabra hermanos

Hermanos es una de las palabras más utilizadas del castellano ya que se encuentra en el Top 5000, en el puesto 1460 según la RAE.

Hermanos tienen una frecuencia media de 63.97 veces en cada libro en castellano

Esta clasificación se basa en la frecuencia de aparición de la hermanos en 150 obras del castellano contandose 9723 apariciones en total.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Hermanos

Cómo se escribe hermanos o herrmanos?
Cómo se escribe hermanos o hermanoz?
Cómo se escribe hermanos o ermanos?

Más información sobre la palabra Hermanos en internet

Hermanos en la RAE.
Hermanos en Word Reference.
Hermanos en la wikipedia.
Sinonimos de Hermanos.


la Ortografía es divertida


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece hermanos

La palabra hermanos puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1335
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pero el más pequeño, Pascualet, un chiquillo regordete y panzudo, que sólo tenía cinco años, y a quien adoraba la madre por su dulzura y su mansedumbre, prometiéndose hacerlo capellán, lloraba apenas veía a sus hermanos enzarzados en terrible pelea con los otros condiscípulos. ...

En la línea 1342
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Los enemigos, hijos o sobrinos de los que en la taberna juraban acabar con Batiste, iban acortando el paso para hacer menor la distancia entre ellos y los tres hermanos. ...

En la línea 1347
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Comenzaban por caracolear en torno a los tres hermanos, a perseguirse riendo -pretexto malicioso inspirado por la instintiva hipocresía de la infancia-, para empujarlos al pasar, con el santo deseo de arrojarlos en la acequia que bordea el camino. ...

En la línea 1357
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Mientras tanto, los tres hermanos seguían su camino, rascándose las descalabraduras de la lucha. ...

En la línea 116
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y con repentino entusiasmo, olvidando su enojo, comenzó a explicar con una delectación de artista la ceremonia del día anterior en la iglesia de los que él, por antonomasia, llamaba los Padres. Primer domingo del mes: fiesta extraordinaria. El templo lleno: los oficinistas y trabajadores de la casa Dupont hermanos estaban con sus familias; casi todos (¿eh, Fermín?), casi todos: muy pocos faltaban. Había pronunciado el sermón el padre Urizábal, un gran orador, un sabio que hizo llorar a todos; (¿eh, Montenegro?) ¡a todos!... menos a los que no estaban. Y después, había llegado el acto más conmovedor. Él, como un caudillo, acercándose a la sagrada mesa rodeado de su madre, su esposa, sus dos hermanos, que habían venido de Londres; el Estado Mayor de la casa: y después todos los que comían el pan de los Dupont, con sus familias, mientras arriba, en el coro, sonaba el armónium con melodías dulcísimas. ...

En la línea 231
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Había días en que el carruaje de don Pablo llegaba entre una nube de polvo, a todo correr de sus cuatro briosos caballos, para depositar en Marchamalo un cargamento de chiquillos, casi una escuela. Con los hijos de Dupont llegaba Luisito, huérfano de un hermano de don Pablo, cuya cuantiosa fortuna cuidaba éste; y las hijas del marqués de San Dionisio, dos niñas revoltosas de ojos cándidos y boca insolente, que se peleaban con los muchachos y los hacían correr a pedradas, revelando en sus audacias el carácter de su famoso padre. Y Ferminillo y María de la Luz jugaban con estos niños que habían de poseer cuantiosas fortunas, de igual a igual, con la simplicidad de la infancia que parece un recuerdo de los tiempos en que los hombres vivían como hermanos, antes de inventar las jerarquías sociales. El capataz los seguía en sus juegos con miradas de ternura, sintiendo orgullo de que sus hijos se tutearan con los hijos y parientes del amo. Era la Igualdad soñada, aquella Igualdad por la que había expuesto su vida, y que al fin llegaba para él, sólo para él. ...

En la línea 265
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pero el señor Fermín se aburría en su retiro, sin poder hablar más que con los viñadores, que le trataban con cierta reserva, o con su hija, que prometía ser una buena moza, y sólo pensaba en el arreglo y admiración de su persona. La muchacha se dormía por las noches apenas deletreaba él a la luz del candil alguno de los folletos de la buena época, los renglones cortos de Barcia, que le entusiasmaban como una resurrección de su juventud. De tarde en tarde se presentaba don Pablo el joven, que dirigía la gran casa Dupont, dejando que sus hermanos menores se divirtiesen en la sucursal de Londres, o doña Elvira con sus sobrinas, cuyos noviazgos llevaban revuelta a toda la juventud de Jerez. ...

En la línea 397
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pero el aperador, al pensar en los cortijos del llano no se mostraba tan optimista como el viejo. Los gañanes vivían también en la miseria y sufrían hambre, pero no eran gente tan noble y resignada como la del monte, que se conservaba pura en su aislamiento. Tenían los vicios de la aglomeración, eran desconfiados, veían enemigos en todas partes. A él mismo, que los trataba como hermanos de pobreza y muchas veces se exponía a que el amo le regañase por favorecerles, le miraban con odio, como si fuese un enemigo. Y sobre todo, eran holgazanes y había que azuzarlos como si fuesen esclavos. ...

En la línea 5264
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¿Qué haríamos con un caballo para nosotros dos? Yo no pienso montar en la grupa, tendríamos la pinta de los dos hijos de Aymón, que han perdido a sus hermanos; no podéis humillarme cabalgando a milado, cabalgando sobre ese magnífi co destrero. ...

En la línea 5402
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¡Qué diablo! D'Artagnan es demasiado buen camarada para dejar a sus hermanos en el apuro cuando lleva en su dedo corazon el rescate de un rey. ...

En la línea 8953
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Una expresión de alegría indecible iluminó el rostro de Milady, mas esta expresión fue fugitiva como el reflejo de un rayo, y sin dar la im presión de haber oído el diálogo del que no se había perdido niuna palabra, siguió dando a su voz todo el encanto, toda la amplitud y toda la seducción que el demonio había puesto en ella:Para tantos lloros y miseria, para mi exilio y para mis cadenas, tengo mi juuentud, mi plegaria, y Dios, que tendrá en cuenta los males que he sufridoAquella voz, de una amplitud nunca oída y de una pasión sublime, daba a la poesía ruda a inculta de estos salmos una magia y una expresión que los puritanos más exaltados raramente encontraban en los can tos de sus hermanos, que ellos se veían obligados a adornar con todos los recursos de su imaginación: Felton creyó oír cantar al ángel que consolaba a los tres hebreos en el horno:Milady continuó:Mas para nosotros llegará el día de la liberación, Dios justo yfuerte; y si nuestra esperanza es engañado siempre nos queda el martirio y la muerte. ...

En la línea 346
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... He concluido mi tarea, y solo me resta suplicar á los lectores, y especialmente á mis amigos de Filipinas, reciban con la benignidad que de su ilustracion espero, esta muestra de mis desvelos por la mejor felicidad de nuestros hermanos de Ultramar, como me lo prometo de su acreditada induljencia. ...

En la línea 1112
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... A mi mente acudieron con mucha fuerza las palabras de un poeta oriental: «Día tras día, y noche tras noche, me fatigaré en socorro de mis hermanos sin fortuna, como las lavanderas curten su faz al sol por limpiar unas ropas que no son suyas.» Cruzado el puente, llegamos a la puerta Norte de Badajoz, y de una especie de garita salió a nosotros un individuo tocado con un sombrero andaluz de copa puntiaguda, y embozado en una de esas inmensas capas, muy conocidas de cuantos han viajado por España, que sólo un español sabe llevar en forma que sienten bien. ...

En la línea 1342
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Y, volviéndose al preguntante, continuó en voz alta: Es uno de los nuestros que viene con matute de Portugal y a ver a sus hermanos de aquí. ...

En la línea 1602
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Dicen que a esa cuadrilla iban a juntársele muchos de sus hermanos de raza, y lo creo, porque todos los gitanos son ladrones; pero, gracias a Dios, han acabado con ellos antes de que llegaran a ser demasiado temibles. ...

En la línea 1712
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Pasaremos el día juntos, como hermanos, y luego nos iremos cada uno por nuestro lado.» Así lo hicimos. ...

En la línea 1435
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y, volviéndose a todos los de la cadena, dijo: -De todo cuanto me habéis dicho, hermanos carísimos, he sacado en limpio que, aunque os han castigado por vuestras culpas, las penas que vais a padecer no os dan mucho gusto, y que vais a ellas muy de mala gana y muy contra vuestra voluntad; y que podría ser que el poco ánimo que aquél tuvo en el tormento, la falta de dineros déste, el poco favor del otro y, finalmente, el torcido juicio del juez, hubiese sido causa de vuestra perdición y de no haber salido con la justicia que de vuestra parte teníades. ...

En la línea 1464
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y no me repliques más, que en sólo pensar que me aparto y retiro de algún peligro, especialmente déste, que parece que lleva algún es no es de sombra de miedo, estoy ya para quedarme, y para aguardar aquí solo, no solamente a la Santa Hermandad que dices y temes, sino a los hermanos de los doce tribus de Israel, y a los siete Macabeos, y a Cástor y a Pólux, y aun a todos los hermanos y hermandades que hay en el mundo. ...

En la línea 1464
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y no me repliques más, que en sólo pensar que me aparto y retiro de algún peligro, especialmente déste, que parece que lleva algún es no es de sombra de miedo, estoy ya para quedarme, y para aguardar aquí solo, no solamente a la Santa Hermandad que dices y temes, sino a los hermanos de los doce tribus de Israel, y a los siete Macabeos, y a Cástor y a Pólux, y aun a todos los hermanos y hermandades que hay en el mundo. ...

En la línea 2362
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... »Los primeros días, como todos los de boda suelen ser alegres, continuó Lotario, como solía, la casa de su amigo Anselmo, procurando honralle, festejalle y regocijalle con todo aquello que a él le fue posible; pero, acabadas las bodas y sosegada ya la frecuencia de las visitas y parabienes, comenzó Lotario a descuidarse con cuidado de las idas en casa de Anselmo, por parecerle a él -como es razón que parezca a todos los que fueren discretos- que no se han de visitar ni continuar las casas de los amigos casados de la misma manera que cuando eran solteros; porque, aunque la buena y verdadera amistad no puede ni debe de ser sospechosa en nada, con todo esto, es tan delicada la honra del casado, que parece que se puede ofender aun de los mesmos hermanos, cuanto más de los amigos. ...

En la línea 504
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... En el caso antedicho, el perro de pastor considera a los carneros como hermanos suyos y adquiere de ese modo confianza en sí mismo; los perros salvajes, aun sabiendo que cada carnero individualmente no es un perro, sino un animal bueno de comer, adoptan, sin duda, también en parte ese mismo criterio cuando se hallan en presencia de un perro de pastor a la cabeza de un rebaño. ...

En la línea 555
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... 6 Estos insectos se encuentran con frecuencia bajo las piedras. Un día he encontrado un escorpión caníbal ocupado tranquilamente en devorar a uno de sus hermanos. ...

En la línea 712
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Jemmy se hallaba entonces en unos sitios que conocía bien, por lo cual guiaba él las lanchas hacia una preciosa ansita muy tranquila rodeada de islotes que todos los indígenas designaban con diferentes nombres. Allí encontramos una familia perteneciente a la tribu de Jemmy, pero no a sus parientes; pronto hicimos relaciones amistosas con ellos, y por la tarde se envió una canoa para notificar a los hermanos y a la madre de Jemmy la llegada de éste. Varios acres de buena tierra en ligera pendiente, no cubierta, como el resto, de turba ni de bosque rodeaban este ansa. El capitán Fitz- Roy tuvo desde un principio la idea, como ya he dicho, de reintegrar a York Minster y a Fuegía en su tribu, en la costa occidental; pero habiendo manifestado el deseo de quedarse aquí, y siendo el lugar sumamente favorable, decidió establecer allí a todos los fueguenses de nuestra compañía, incluyendo en ellos a Matthews el misionero. Cinco días se emplearon en construir tres grandes (wigwams) barracas o chozas, en desembarcar su bagaje y en formar dos jardines y sembrarlos. ...

En la línea 713
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... La mañana siguiente a la de nuestra llegada, el 24, se presentan los fueguenses en tropel, viniendo entre ellos la madre y los hermanos de Jemmy, quien a una distancia prodigiosa reconoció la voz estentórea de uno de sus hermanos. Su primera entrevista resulta menos interesante que la de un caballo con uno de sus antiguos compañeros en un prado. Ninguna demostración de afecto; se contentan con mirarse cara a cara durante algún tiempo, y la madre se vuelve enseguida para ver si no falta nada en su canoa. ...

En la línea 3598
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Hablaban ella y don Álvaro como hermanos cariñosos. ...

En la línea 5533
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Cuando Fortunato bajaba de la cátedra deseando a todos la gloria por los siglos de los siglos, la unción del prelado corría por el templo como una influencia magnética; parecía que si se tocaban los cuerpos iban a saltar chispas de caridad eléctrica; el entusiasmo, la conversión, se leían en miradas y sonrisas; en aquellos momentos los vetustenses tomaban en serio lo de ser todos hermanos. ...

En la línea 10110
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Angelina tenía padre, madre, abuela, hermanos; ella era pura como un armiño. ...

En la línea 10450
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Seguía el Magistral ocultándose a sí mismo las ramificaciones carnales que pudiera tener aquella pasión ideal que ya se confesaban los dos hermanos; no quería pensar en esto, no quería sustos de conciencia ni peligros de otro género, no quería más que gozar aquella dicha que se le entraba por el alma. ...

En la línea 361
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El mismo Calixto III, a pesar de que la guerra contra los turcos no le dejaba fijarse en otras cosas, se alarmó del crecimiento de su familia ficticia y de las ambiciones de la verdadera, quejándose de sus hermanos, y especialmente de Isabel, madre de Rodrigo y de Pedro Luis, porque procuraba engrandecer a sus hijas a costa del dinero de San Pedro, casándolas en España con nobles personajes. ...

En la línea 1191
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Finalmente, huyó de Roma, afirmando que hacia esto para salvar su vida, y no le faltaba razón. Con su facundia venenosa, había empezado a lanzar acusaciones dignas de una mentalidad anormal y que equivalían al mismo tiempo a una demostración de que jamás había amado a su mujer. El fue quien inventó la inconcebible calumnia de que Lucrecia era amante de su padre y sus hermanos. Es seguro que de haber permanecido unos días más en Roma, el mismo César lo habría matado a puñaladas. ...

En la línea 1209
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Cuando llegaron ante el palacio Cesarini —habitado ahora por el cardenal Antonio Sforza y construido por Rodrigo de Borja cuando aún no era Papa—los dos hermanos se despidieron. Juan pretextó el capricho de un paseo nocturno que deseaba hacer solo, y esto, unido a la presencia del enmascarado, hizo suponer a César que su hermano se encaminaba a una cita galante. Lo mismo creyeron el Papa y todos los de su intimidad al ver que al otro día, 16 de junio, el duque no regresaba a sus habitaciones del Vaticano, suponiéndolo oculto en la casa de alguna dama, no pudiendo salir hasta la noche, por miedo a la vigilancia del padre y del marido. ...

En la línea 1210
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Empezaron a mostrarse inquietos en el curso del día los allegados al Pontífice. El palafrenero del duque había sido encontrado al amanecer en la llamada plazoleta de los Hebreos, cerca del sitio donde se despidieron los dos hermanos, herido tan gravemente que apenas podía hablar. El caballo del duque, con silla y riendas, erraba por las calles inmediatas. Interrogado el moribundo, respondió dificultosamente que había seguido a su señor hasta la expresada plazoleta, y allí le había ordenado que esperase una hora y se volviera solo al Vaticano si no le veía aparecer en dicho tiempo. Y no pudo explicar cómo lo habían sorprendido y herido de muerte durante la mencionada espera. ...

En la línea 85
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Dios, al fin, apreciando los méritos de aquella heroína, que ni un punto se apartaba de su puesto en el combate social, echó una mirada de benevolencia sobre el muestrario y después lo bendijo. La primera chica que se casó fue la segunda, llamada Candelaria, y en honor de la verdad, no fue muy lucido aquel matrimonio. Era el novio un buen muchacho, dependiente en la camisería de la viuda de Aparisi. Llamábase Pepe Samaniego y no tenía más fortuna que sus deseos de trabajar y su honradez probada. Su apellido se veía mucho en los rótulos del comercio menudo. Un tío suyo era boticario en la calle del Ave María. Tenía un primo pescadero, otro tendero de capas en la calle de la Cruz, otro prestamista, y los demás, lo mismo que sus hermanos, eran todos horteras. Pensaron primero los de Arnaiz oponerse a aquella unión; mas pronto se hicieron esta cuenta: «No están los tiempos para hilar muy delgado en esto de los maridos. Hay que tomar todo lo que se presente, porque son siete a colocar. Basta con que el chico sea formal y trabajador». ...

En la línea 99
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Era muy fino con las señoras de alto copete. Su afabilidad tenía tonos como este: «¿La cúbica? Sí que la hay. ¿Ve usted la pieza allá arriba? Me parece, señora, que no es lo que usted busca… digo, me parece; no es que yo me quiera meter… Ahora se estilan rayaditas: de eso no tengo. Espero una remesa para el mes que entra. Ayer vi a las niñas con el Sr. D. Cándido. Vaya, que están creciditas. ¿Y cómo sigue el señor mayor? ¡No le he visto desde que íbamos juntos a la bóveda de San Ginés!»… Con este sistema de vender, a los cuatro años de comercio se podían contar las personas que al cabo de la semana traspasaban el dintel de la tienda. A los seis años no entraban allí ni las moscas. Estupiñá abría todas las mañanas, barría y regaba la acera, se ponía los manguitos verdes y se sentaba detrás del mostrador a leer el Diario de Avisos. Poco a poco iban llegando los amigos, aquellos hermanos de su alma, que en la soledad en que Plácido estaba le parecían algo como la paloma del arca, pues le traían en el pico algo más que un ramo de oliva, le traían la palabra, el sabrosísimo fruto y la flor de la vida, el alcohol del alma, con que apacentaba su vicio… Pasábanse el día entero contando anécdotas, comentando sucesos políticos, tratando de tú a Mendizábal, a Calatrava, a María Cristina y al mismo Dios, trazando con el dedo planes de campaña sobre el mostrador en extravagantes líneas tácticas; demostrando que Espartero debía ir necesariamente por aquí y Villarreal por allá; refiriendo también sucedidos del comercio, llegadas de tal o cual género; lances de Iglesia y de milicia y de mujeres y de la corte, con todo lo demás que cae bajo el dominio de la bachillería humana. A todas estas el cajón del dinero no se abría ni una sola vez, y a la vara de medir, sumida en plácida quietud, le faltaba poco para reverdecer y echar flores como la vara de San José. Y como pasaban meses y meses sin que se renovase el género, y allí no había más que maulas y vejeces, el trueno fue gordo y repentino. Un día le embargaron todo, y Estupiñá salió de la tienda con tanta pena como dignidad. ...

En la línea 262
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Dices bien, quiéreme mucho, y lo pasado pasado. Pero aguárdate un poco: para dejar redondo el cuento, necesito añadir una cosa que te sorprenderá. A las dos semanas de aquellos dimes y diretes, de tanta bronca y de tanto escándalo entre los hermanos Izquierdo, y entre Izquierdo y el picador, y tía y sobrina, se reconciliaron todos, y se acabaron las riñas y no hubo más que finezas y apretones de manos. ...

En la línea 840
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Y si no me engaño, estos dos gandulones son tus hermanos, niña». ...

En la línea 456
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –No es muy larga, señor, pero acaso a falta de cosa mejor pueda divertir a Vuestra Majestad. Mi padre, sir Ricardo, es muy rico y de natural en extremo generoso. Murió mi madre siendo yo niño; tengo dos hermanos: Arturo, el mayor, cuya alma es como la de su padre, y Hugo, menor que yo, que es un espíritu mezquino, codicioso, traidor, vicioso, artero… , un reptil. Así fue desde su cuna; así era diez años ha, cuando lo vi por última vez: un bribón de diecinueve años. Entonces yo tenía veinte y Arturo veintidós. No queda nadie más de mi familia, salvo lady Edith, mi prima, que entonces tenía diecisés años. Era hermosa, gentil y buena. Es hija de un conde, la última de su familia, y heredera de una gran fortuna y de un título caducado. Mi padre era su tutor. Yo la amaba y ella me amaba a mí, pera contrajo nupcias con Arturo desde la cuna, y sir Ricardo no quiso consentir que se rompiera el contrato. Arturo quería a otra doncella y nos dijo que tuviéramos ánimo y no perdiéramos la esperanza de que el tiempo y la suerte, de consumo, traerían algún día un feliz suceso a nuestra causa. Hugo codiciaba la hacienda de lady Edith, aunque fingía amarla; pero siempre fue su hábito decir una cosa y pensar otra. Mas todas sus artes se perdieron con la doncella. Hugo pudo engañar a mi padre, pero a nadie más. Mi padre le quería más que a los otros y confiaba en él y en él creía, porque era el hijo menor y los demás lo odiaban, cualidad esta que siempre ha sido parte a granjear el amor de un padre. Hugo tenía un hablar suave y persuasivo y un admirable don para la mentira, y éstas son prendas que ayudan mucho a despertar un afecto ciego. Yo estaba furioso.,., podría ir más allá, y decir que furiosísnno, aunque era una furia demasiada inocente, puesto que a nadie dañaba sino a mí, ni trajo vergüenza a nadie ni pérdida alguna, ni llevaba en sí ningún germen de crimen ni de bajeza, ni de nada que no correspondiera a mi noble condición. ...

En la línea 1070
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Pero si don Eloíno rechazó indignado tal proposición, figúrate lo que diría la patrona: «¿Yo? ¿Casarme yo, a mis años, y por tercera vez, con ese carcamal? ¡Qué asco!» Pero se informó del médico, le aseguraron que no le quedaban a don Eloíno sino muy pocos días de vida, y diciendo: «La verdad es que trece duros al mes me arreglan», acabó aceptándolo. Y entonces se le llamó al párroco, al bueno de don Matías, varón apostólico, como sabes, para que acabase de convencer al desahuciado. «Sí, sí, sí –dijo don Matías–; sí, ¡pobrecito!, ¡pobrecito!» Y le convenció. Llamó luego don Eloíno a Correíta y dicen que le dijo que quería reconciliarse con él –estaban reñidos–, y que fuese testigo de su boda. «Pero ¿se casa usted, don Eloíno?» «Sí, Correíta, sí, ¡me caso con la patrona!, ¡con doña Sinfo!; ¡yo, un Rodríguez de Alburquerque y Álvarez de Castro, figúrate! Yo porque me cuide los pocos días de vida que me queden… no sé si llegarán mis hermanos a tiempo de verme vivo… y ella por los trece duros de viudedad que le dejo.» ...

En la línea 1078
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –No, es histórico. Y llegaron unos hermanos de don Eloíno, hermano y hermana, y él decía abrumado por la desgracia: «¡Casarse mi hermano, mi hermano, un Rodríguez de Alburquerque y Álvarez de Castro, con la patrona de la calle de Pellejeros!, ¡mi hermano, hijo de un presidente que fue de la Audiencia de Zaragoza, de Za-ra-go-za, con una… doña Sinfo!» Estaba aterrado. Y la viuda del suicida y recién casada con el desahuciado se decía: «Y ahora verá usted, como si lo viera, ¡con esto de que somos cuñados se irán sin pagarme el pupilaje, cuando yo vivo de esto!» Y parece que le pagaron, sí, el pupilaje, y se lo pagó el marido, pero se llevaron un bastón de puño de oro que él tenía. ...

En la línea 1251
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Cuando llegó aquel día a la tranquila plaza y se sentó en el banco, no sin antes haber despejado su asiento de las hojas secas que lo cubrían –pues era otoño–, jugaban allí cerca, como de ordinario, unos chiquillos. Y uno de ellos, poniéndole a otro junto al tronco de uno de los castaños de Indias, bien arrimadito a él, le decía: «Tú estabas ahí preso, te tenían unos ladrones … » «Es que yo … », empezó malhumorado el otro, y el primero le replicó: «No, tú no eras tú… » Augusto no quiso oír más; levantóse y se fue a otro banco. Y se dijo: «Así jugamos también los mayores; ¡tú no eres tú!, ¡yo no soy yo! Y estos pobres árboles, ¿son ellos? Se les cae la hoja antes, mucho antes que a sus hermanos del monte, y se quedan en esqueleto, y estos esqueletos proyectan su recortada sombra sobre los empedrados al resplandor de los reverberos de luz eléctrica. ¡Un árbol iluminado por la luz eléctrica!, ¡qué extraña, qué fantástica apariencia la de su copa en primavera cuando el arco voltaico ese le da aquella apariencia metálica!, ¡y aquí que las brisas no los mecen … ! ¡Pobres árboles que no pueden gozar de una de esas negras noches del campo, de esas noches sin luna, con su manto de estrellas palpitantes! Parece que al plantar a cada uno de estos árboles en este sitio les ha dicho el hombre: “¡tú no eres tú!” y para que no lo olviden le han dado esa iluminación nocturna por luz eléctrica… para que no se duerman… ¡pobres árboles trasnochadores! ¡No, no, conmigo no se juega como con vosotros! » ...

En la línea 1698
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Tiene usted razón, sí, lo fue siempre. Mi casa… ¿mía? Esta casa que habito fue siempre de usted, fue siempre de todos mis hermanos. Pero desde hoy… usted me entiende. ...

En la línea 510
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Mariana —exclamó el pirata cayendo a sus pies con los brazos extendidos hacia ella—, no me rechaces, no te asustes! Fue la fatalidad la que me convirtió en pirata. Los hombres de tu raza no tuvieron piedad conmigo, que no les había hecho mal alguno. Me arrojaron al fango desde las gradas de un trono, me quitaron mi reino, asesinaron a mi madre, a mis hermanos, a mis hermanas. Me empujaron a los mares. No soy pirata por robar, sino que lo soy como justiciero, soy el vengador de mi familia y de mis súbditos, nada más. Si quieres, recházame, y me alejaré para siempre de estos lugares para no causarte miedo nunca más. ...

En la línea 849
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... De sus bocas no salió ni un lamento, ni una sola queja por sus compañeros, sus hermanos, sus hijos, sus padres, muertos en la desastrosa expedición. Pero brotaban de cuando en cuando gritos tremendos. ...

En la línea 1893
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Escúcheme —dijo el portugués, llevándola hacia un sendero más apartado—. Muchos creen que Sandokán es un vulgar pirata salido de las selvas de Borneo, ávido de sangre y de víctimas. Pero se equivocan: es de estirpe real y no un pirata sino un vengador. Tenía veinte años cuando subió al trono de Muluder. Fuerte como un león, audaz como un tigre, valiente hasta la locura, al cabo de poco tiempo venció a todos los pueblos vecinos y extendió las fronteras de su reino hasta el de Varauni. Aquellas campañas le fueron fatales, pues ingleses y holandeses, celosos de una nueva potencia que iba a sojuzgar la isla entera, se aliaron con el sultán de Borneo para atacarlo. Concluyeron por hacer pedazos el nuevo reino. Sicarios pagados asesinaron a la madre y a los hermanos y hermanas de Sandokán; bandas poderosas invadieron el reino, saqueando, asesinando, cometiendo atrocidades inauditas. En vano Sandokán luchó con el furor de la desesperación. Todos sus parientes cayeron bajo el hierro de los asesinos, pagados por los blancos, y él mismo apenas pudo salvarse, seguido de una pequeña tropa de leales. Anduvo errante varios años por las costas de Borneo, sin víveres, sufriendo horribles miserias, en espera de reconquistar el trono perdido y de vengar a su familia asesinada. Hasta que una noche, perdida toda esperanza, se embarcó en un parao y juró guerra a muerte a la raza blanca y al sultán de Varauni. Arribó a Mompracem, contrató hombres y empezó a piratear en el mar. Devastó las costas del sultanato, asaltó barcos holandeses e ingleses y terminó siendo el terror de los mares, convertido en el terrible Tigre de la Malasia. Usted ya sabe lo demás. ...

En la línea 356
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Dejadme subir también a mí, hermanos! ‑grita un joven, seducido por el alegre espectáculo. ...

En la línea 4126
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «Es un conspirador político: estoy seguro, completamente seguro ‑se dijo con absoluta convicción Rasumikhine mientras bajaba la escalera‑. Y ha complicado a su hermana en el asunto. Esta hipótesis es más que plausible, dado el carácter de Avdotia Romanovna. Los dos hermanos tienen entrevistas. Algunas de sus palabras, ciertas alusiones, me lo demuestran. Por otra parte, ésta es la única explicación que puede tener este embrollo. Y yo que creía… ¡Señor, lo que llegué a pensar… ! Una verdadera aberración; me siento culpable ante él. Pero fue él mismo el que el otro día, en el pasillo, junto a la lámpara, me inspiró semejante insensatez… ¡Qué idea tan villana, tan burda, me asaltó! Mikolka ha hecho muy bien en confesar… Ahora todo lo ocurrido queda perfectamente explicado: la enfermedad de Rodia, su extraña conducta… Incluso en sus tiempos de estudiante se mostraba sombrío y huraño… Pero ¿qué significa esa carta? ¿Quién la envía? Hay todavía algo por aclarar… Ya lo averiguaré todo.» ...

En la línea 4755
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Es un peregrino que parte para Tierra Santa, hermanos ‑dijo otro, que había bebido más de la cuenta‑, y que se despide de sus amados hijos y de su patria. Saluda a todos y besa el suelo patrio en su capital, San Petersburgo. ...

En la línea 726
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Con esto, los dos hermanos salieron en triunfo del Sardinero para Francia y detuviéronse en Bayona, en el hotel de San Esteban, donde tuvimos la honra de conocerles. Vio el cielo abierto Perico cuando supo que Miranda y su mujer seguían a Vichy, y comprendió que Lucía era la persona más a propósito para relevarle en acompañar a Pilar, y aún para hacer de enfermera en caso de necesidad. Desde luego fomentó el trato de las dos, y concertaron salir reunidos para Vichy. ...

En la línea 1182
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... En las calles, todo era movimiento y agitación incesante; bonzos que pasaban en procesión, tocando sus monótonos tamboriles; yakuninos, oficiales de la aduana o de la policía; con sombreros puntiagudos incrustados de laca y dos sables en el cinto; soldados vestidos de percalina azul con rayas blancas y armados con fusiles de percusión, hombres de armas del mikado, metidos en su justillo de seda, con loriga y cota de malla, y otros muchos militares de diversas condiciones, porque en el Japón la profesión de soldado es tan distinguida como despreciada en China. Y después, hermanos postulares, peregrinos de larga vestidura, simples paisanos de cabellera suelta, negra como el ébano, cabeza abultada, busto largo, piernas delgadas, estatura baja, tez teñida, desde los sombríos matices cobrizos hasta el blanco mate, pero nunca amarillo como los chinos, de quienes se diferenciaban los japoneses esencialmente. Y, por último, entre carruajes, palanquines, mozos de cuerda, carretillas de velamen, 'norimones' con caja maqueada, 'cangos' (suaves y verdaderas literas de bambú), se veía circular a cortos pasos y con pie hiquito, calzado con zapatos de lienzo, sandalias de paja o zuecos de madera labrada, algunas mujeres poco bonitas, de ojos encogidos, pecho deprimido, dientes ennegrecidos a usanza del día, pero que llevaban con elegancia el traje nacional, llamado 'kimono', especie de bata cruzada con una banda de seda, cuya ancha cintura formaba atrás un extravagante lazo, que las modernas parisienges han copiado, al parecer, de las japonesas. ...

En la línea 1394
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... En aquel momento, algunos oyentes, poco interesados por la relación retrospectiva del misionero, abandonaron el vagón; pero William Hitch, prosiguiendo, refirió 'cómo Smith junior, reuniendo a su padre, a sus dos hermanos y algunos discípulos, fundó la religión de los Santos de los últimos días, religión que, adoptada no tan sólo en América, sino en Inglateffa, Escandinavia y Alemania, cuenta entre sus fieles, no sólo artesanos, sino muchas personas que ejercen profesiones liberales; cómo una colonia fue fundada en el Ohio; cómo se edificó un templo, gastando doscientos mil dólares, y cómo se construyó una ciudad en Kirkand; cómo Smith llegó a ser un audaz banquero y recibió de un simple exhibidor de momias un papyrus, que contenía la narración escrita de mano de Abrdhán y otros célebres egipcios. ...

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