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La palabra embrriaguez
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Comó se escribe embrriaguez o embriaguez?

Cual es errónea Embriaguez o Embrriaguez?

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Más información sobre la palabra Embriaguez en internet

Embriaguez en la RAE.
Embriaguez en Word Reference.
Embriaguez en la wikipedia.
Sinonimos de Embriaguez.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Embriaguez

Cómo se escribe embriaguez o hembriaguez?
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Cómo se escribe embriaguez o embriajuez?

Algunas Frases de libros en las que aparece embriaguez

La palabra embriaguez puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 608
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y apoyado por los gestos de aprobación del _Maestrico_, que había guardado sus avíos de escribir para unirse al grupo, Juanón anatematizó la embriaguez. Aquella gente miserable lo olvidaba todo cuando bebía. Si llegaban a sentirse hombres alguna vez, no tendrían los ricos más que abrir las puertas de sus bodegas para vencerlos. ...

En la línea 655
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Rafael, agarrado a los hierros, temblaba emocionado al hablar a María de la Luz, como si sus palabras no fuesen suyas y le turbasen con dulce embriaguez. Los arrullos de las canciones populares, todos los requiebros arrogantes que había oído, acompañados del puntear de la guitarra, mezclábalos en la letanía amorosa con que envolvía a la novia su voz susurrante. ...

En la línea 754
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --El vino, Fermín, es la bebida universal por excelencia, la más sana de todas la que el hombre usa para su nutrición o su recreo. Es la bebida que mereció los honores de la embriaguez de todo un dios del paganismo. ...

En la línea 898
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El rebaño de la pobreza no podía gozar de este placer de los ricos; pero lo envidiaba, soñando con la embriaguez como la mayor de las felicidades. En sus momentos de cólera, de protesta, bastaba poner el vino al alcance de sus manos para que todos sonriesen viendo dorada y luminosa su miseria al través del vaso lleno de oro líquido. ...

En la línea 4838
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Aquel tinte misteriosoesparcido por toda su persona volvía aún más interesante al hombre cuyos ojos y cuya boca, en la embriaguez más completa, jamás habían revelado nada, sea cual fuere la astucia de las preguntas dirigidas a él. ...

En la línea 5060
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Athos se recogió y, a medida que se recogía, D'Artagnan lo veía palidecer; estaba en ese período de la embriaguez en que los bebedo res vulgares caen y duermen. ...

En la línea 8929
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Diantre, es mi vino español el que se os sube a la cabeza, ¿no es así? Estad tranquila, esa embriaguez no es peligrosa y no tendrá consecuencias. ...

En la línea 4079
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Un hombre, en manifiesto estado de embriaguez, apareció en la puerta, detrás de mi guía. ...

En la línea 2337
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... ce unos dos años, y a pesar de estar prohibida el ava, produjo tan espantosos estragos la embriaguez a consecuencia de la introducción de los alcoholes, que los misioneros tuvieron que convencer a los hombres más inteligentes, capaces de comprender el peligro de la rápida despoblación del país, para que constituyeran una sociedad de templanza ...

En la línea 10079
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Las demás figuras de la cena eran vulgares, su embriaguez no tenía dignidad, ni gracia la libertad de sus posturas. ...

En la línea 11814
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¡Sí, le remordía la conciencia, en medio de su embriaguez!, pero el hecho era que estaba allí. ...

En la línea 11852
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Estaba borracho, pero en la embriaguez no era nunca escandaloso. ...

En la línea 991
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Necesitaba el conquistador partir cuanto antes. Roma estaba amenazada por el hambre. Las tropas francesas habían devorado cuantas reservas se guardaban en la ciudad y sus cercanías. El pueblo no podía sufrir la arrogancia de los invasores. Diariamente surgían peleas. Los muchos españoles residentes en la ciudad se batían en todas las encrucijadas con estos soldados insolentes enemigos de los Borgias. Los alabarderos suizos excitaban especialmente la cólera popular. En su embriaguez perseguían y violaban a las mujeres hasta en mitad de las calles, mostrándose las plebeyas romanas menos fáciles que las altas señoras. ...

En la línea 419
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Cada guerra significaba un largo alto en el desenvolvimiento humano, y luego un retroceso. En la capital de cada país había un arco de triunfo para que desfilasen bajo su bóveda unas veces el ejército que volvía victorioso y otras los invasores triunfantes. Después de toda guerra, el suelo abandonado parecía vengarse del olvido y de la bestialidad de los hombres restringiendo su producción. Las grandes empresas militares iban seguidas por el hambre y las epidemias. Los hombres se mostraban peores al volver a sus casas durante una paz momentánea. Habían olvidado el valor de la vida humana. Reñían con el menor pretexto; se encolerizaban fácilmente, matándose entre ellos; pegaban a sus mujeres. Además, todos eran alcohólicos. Durante sus campanas, los gobernantes les facilitaban en abundancia el vino y los licores fuertes, sabiendo que un hombre en la inconsciencia de la embriaguez teme menos a la muerte. ...

En la línea 635
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Queremos la libertad; queremos una vida interesante; la embriaguez del peligro; en una palabra, la gloria. ...

En la línea 1804
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Fortunata no tenía criada. Decía que ella se bastaba y se sobraba para todos los quehaceres de casa tan reducida. Muchas tardes, mientras estaba en la cocina, Maximiliano estudiaba sus lecciones, tendido en el sofá de la sala. Si no fuera porque el espectro de la hucha se le solía aparecer de vez en cuando anunciándole el acabamiento del dinero extraído de ella, ¡cuán feliz habría sido el pobre chico! A pesar de esto, la dicha le embargaba. Entrábale una embriaguez de amor que le hacía ver todas las cosas teñidas de optimismo. No había dificultades, no había peligros ni tropiezos. El dinero ya vendría de alguna parte. Fortunata era buena, y bien claros estaban ya sus propósitos de decencia. Todo iba a pedir de boca, y lo que faltaba era concluir la carrera y… Al llegar aquí, un pensamiento que desde el principio de aquellos amores tenía muy guardadito, porque no quería manifestarlo sino en sazón oportuna, se le vino a los labios. No pudo retener más tiempo aquel secreto que se le salía con empuje, y si no lo decía reventaba, sí, reventaba; porque aquel pensamiento era todo su amor, todo su espíritu, la expresión de todo lo nuevo y sublime que en él había, y no se puede encerrar cosa tan grande en la estrechez de la discreción. Entró la pecadora en la sala, que hacía también las veces de comedor, a poner la mesa, operación en extremo sencilla y que quedaba hecha en cinco minutos. Maximiliano se abalanzó a su querida con aquella especie de vértigo de respeto que le entraba en ocasiones, y besándole castamente un brazo que medio desnudo traía, cogiéndole después la mano basta y estrechándola contra su corazón, le dijo: ...

En la línea 3907
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Esta relación era demasiado larga para los pulmones de Maximiliano, por lo cual llegó al término de ella fatigadísimo. Todos se pasmaron del cuento, y doña Lupe compadeció a la Dura, deplorando que con vicio tan inmundo malograse las cualidades de inteligencia corredora que poseía. En cuanto a Fortunata, se sentía profundamente lastimada, y deseaba que su marido acabase de contar aquellos tristísimos lances, para que la conversación recayese en otro asunto. Pero no fue posible, porque hasta el término de la comida no se habló más que de Mauricia, de los protestantes y del insano vicio de la embriaguez; y por fin, Nicolás sacó a relucir sucesos ocurridos en las Micaelas, evocando el testimonio de Fortunata. Esta, muy contra su voluntad, no tuvo más remedio que referir los novelescos pasajes del ratón, las visiones y de la botella de coñac; pero lo hizo a grandes rasgos, para acabar más pronto. ...

En la línea 4433
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Pero no se levantaba. Empezó a sospechar la viuda que aquel espíritu estaba perturbado, y tembló. Vinieron a su pensamiento pasadas vergüenzas y desdichas, y se prometió vigilar mucho. Estuvo la señora de morros toda la noche, y Fortunata de más morros todavía, sintiendo que se apoderaba de su alma la aversión a toda aquella familia. No les podía ver. Eran sus carceleros, sus enemigos, sus espías. A cualquier parte de la casa que fuese, seguíala doña Lupe. Se sentía vigilada, y el rechinar de las zapatillas de su tía le causaba violentísima ira. Al día siguiente, después de almorzar, y cuando Maxi se había marchado a la botica, tuvo tanto miedo Fortunata a que la ira estallase, que para evitarlo se ató una venda a la cabeza, fingiendo jaqueca, y encerrándose en su alcoba, acostose en su cama. A la media hora le entró, como el día anterior, la embriaguez aquella, el desvanecimiento de las ideas, que se emborrachaban con tragos de dolor y se dormían. ...

En la línea 793
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Amor y embriaguez ...

En la línea 835
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Manchas de sangre! —exclamó—. ¿Quién vertió sangre en mi copa? ¡Bebe, Tigre, que la embriaguez es la felicidad! ...

En la línea 3015
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Quienes, por desgracia, han estado demasiado tiempo privados de alimento no pueden lanzarse sin riesgo sobre la primera comida que se les presente. Nada nos obligaba a nosotros, por el contrario, a moderarnos; podíamos aspirar a pleno pulmón los átomos de la atmósfera, y era la brisa, aquella brisa, la que nos infundía una voluptuosa embriaguez. ...

En la línea 87
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Señor ‑siguió diciendo en tono solemne‑, la pobreza no es un vicio: esto es una verdad incuestionable. Pero también es cierto que la embriaguez no es una virtud, cosa que lamento. Ahora bien, señor; la miseria sí que es un vicio. En la pobreza, uno conserva la nobleza de sus sentimientos innatos; en la indigencia, nadie puede conservar nada noble. Con el indigente no se emplea el bastón, sino la escoba, pues así se le humilla más, para arrojarlo de la sociedad humana. Y esto es justo, porque el indigente se ultraja a sí mismo. He aquí el origen de la embriaguez, señor. El mes pasado, el señor Lebeziatnikof golpeó a mi mujer, y mi mujer, señor, no es como yo en modo alguno. ¿Comprende? Permítame hacerle una pregunta. Simple curiosidad. ¿Ha pasado usted alguna noche en el Neva, en una barca de heno? ...

En la línea 119
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Marmeladof hizo una nueva pausa, profundamente conmovido. En ese momento invadió la taberna un grupo de bebedores en los que ya había hecho efecto la bebida. En la puerta del establecimiento resonaron las notas de un organillo, y una voz de niño, frágil y trémula, entonó la Petite Ferme. La sala se llenó de ruidos. El tabernero y los dos muchachos acudieron presurosos a servir a los recién llegados. Marmeladof continuó su relato sin prestarles atención. Parecía muy débil, pero, a medida que crecía su embriaguez, se iba mostrando más expansivo. El recuerdo de su último éxito, el nuevo empleo que había conseguido, le había reanimado y daba a su semblante una especie de resplandor. Raskolnikof le escuchaba atentamente. ...

En la línea 280
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Venga… Mire… Está completamente embriagada. Hace un momento se paseaba por el bulevar. Sabe Dios lo que será, pero desde luego, no tiene aspecto de mujer alegre profesional. Yo creo que la han hecho beber y se han aprovechado de su embriaguez para abusar de ella. ¿Comprende usted? Después la han dejado libre en este estado. Observe que sus ropas están desgarradas y mal puestas. No se ha vestido ella misma, sino que la han vestido. Esto es obra de unas manos inexpertas, de unas manos de hombre; se ve claramente. Y ahora mire para ese lado. Ese señor con el que he estado a punto de llegar a las manos hace un momento es un desconocido para mí: es la primera vez que le veo. Él la ha visto como yo, hace unos instantes, en su camino, se ha dado cuenta de que estaba bebida, inconsciente, y ha sentido un vivo deseo de acercarse a ella y, aprovechándose de su estado, llevársela Dios sabe adónde. Estoy seguro de no equivocarme. No me equivoco, créame. He visto cómo la acechaba. Yo he desbaratado sus planes, y ahora sólo espera que me vaya. Mire: se ha retirado un poco y, para disimular, está haciendo un cigarrillo. ¿Cómo podríamos librar de él a esta pobre chica y llevarla a su casa? Piense a ver si se le ocurre algo. ...

En la línea 1412
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «¿Y si entrase? ‑pensó‑. Se ríen. Es la embriaguez. ¿Y si yo me embriagase también?» ...

En la línea 601
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Mister Fogg y sus compañeros aguardaron la noche, y tan luego como llegó la oscuridad, hacia las seis de la tarde, resolvieron verificar un reconocimiento alrededor de la pagoda. Los últimos gritos de los fakires se extinguían. Según su costumbe, aquellos indios debían hallarse entregados a la pesada embriaguez del 'hag', opio líquido, mezclado con infusión de cáñamo, y tal vez sería posible deslizarse entre ellos hasta el templo. ...

En la línea 606
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Muy luego el guía se detuvo en la extremidad de un claro alumbrado por algunas antorchas. El suelo estaba cubierto de grupos de durmientes entorpecidos por la embriaguez. Parecía un campo de batalla sembrado de muertos. Hombres, mujeres, niños, todo allí estaba confundido. Algunos había aquí y acullá que dejaban oír el ronquido de la embriaguez. ...

En la línea 606
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Muy luego el guía se detuvo en la extremidad de un claro alumbrado por algunas antorchas. El suelo estaba cubierto de grupos de durmientes entorpecidos por la embriaguez. Parecía un campo de batalla sembrado de muertos. Hombres, mujeres, niños, todo allí estaba confundido. Algunos había aquí y acullá que dejaban oír el ronquido de la embriaguez. ...

En la línea 615
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Esperaron hasta medianoche. La situación no cambió. Había fuera la misma vigilancia, y era evidente que no podía contarse con el sueño de los guardias. La embriaguez del 'hag' les había sido probablemente ahorrada. Era menester, pues, obrar de otro modo y penetrar por una abertura practicada en las murallas de la pagoda. Restaba la cuestión de saber si los sacerdotes vigilaban cerca de su víctima con tanto cuidado como los soldados en la puerta del templo. ...


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Reglas relacionadas con los errores de r

Las Reglas Ortográficas de la R y la RR

Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.

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