Cual es errónea Duros o Durros?
La palabra correcta es Duros. Sin Embargo Durros se trata de un error ortográfico.
La falta ortográfica detectada en la palabra durros es que se ha eliminado o se ha añadido la letra r a la palabra duros
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Duros en la wikipedia.
Sinonimos de Duros.
Errores Ortográficos típicos con la palabra Duros
Cómo se escribe duros o durros?
Cómo se escribe duros o duroz?

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Reglas relacionadas con los errores de r
Las Reglas Ortográficas de la R y la RR
Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.
En castellano no es posible usar más de dos r
Algunas Frases de libros en las que aparece duros
La palabra duros puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 922
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Temiendo a las compañeras que seguían su mismo camino, entreteníase en la fábrica algún tiempo, dejándolas salir delante como una tromba, de la que partían escandalosas risotadas, aleteos de faldas, atrevidos dicharachos y olor de salud, de miembros ásperos y duros. ...
En la línea 1373
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... En resumen: una enfermedad que iba a costarle doce o quince duros: ¡como quien dice nada! El mayor, Batistet, apenas si podía ir más allá de sus campos. ...
En la línea 1474
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... lo dejaremos en cuarenta duros, y trato hecho. ...
En la línea 1478
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... -¡Mare de Dios! ¡Veinticinco duros!. ...
En la línea 220
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¡Ay! De los azares que el señor Fermín había corrido en su vida, de las miserias en presidio, entre gentes de todos los países, que se mataban con las cucharas afiladas para entretener el ocio del encierro; del miedo que tuvo a ser fusilado cuando lo prendieron después de derrotada la partida, nada recordaba con tanta tristeza como las tres veces que lo sorprendieron los carabineros, casi a las puertas de la ciudad, cuando ya se creía en salvo, quitándole lo que llevaba varias noches sobre sus espaldas. ¡Y luego, cuando vendía su tabaco a las gentes desocupadas, a los señores de los casinos y los cafés, aún le regateaban algunos céntimos! ¡Ay; si supieran lo que costaban aquellos paquetes, duros como ladrillos, en los que parecían haberse solidificado los sudores de una fatiga de bestia y los escalofríos del miedo!... ...
En la línea 392
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Rafael admiraba su probidad. Un hombre y dos zagales viviendo en esta miseria, custodiaban rebaños que valían muchos miles de duros. En la dehesa del cortijo de Matanzuela, los pastores no ganaban entre todos más de dos pesetas, y tenían confiados a su cuidado ochocientas vacas y cien bueyes, un verdadero tesoro de carne que podía extinguirse, morir, al menor descuido. Esta carne, cuya crianza vigilaban, era para gentes desconocidas: ellos sólo la comían cuando caía alguna res, víctima de enfermedades hediondas que no permitían su conducción fraudulenta a las ciudades. ...
En la línea 553
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Las mujeres aun ofrecían un aspecto más doloroso. Unas eran gitanas, viejas y horribles como brujas, con la piel tostada y cobriza que parecía haber pasado por el fuego de todos los aquelarres. Las jóvenes tenían la hermosura dolorosa y desmayada de la anemia; flores de vida que se mustiaban antes de abrirse; adolescentes de piel blanca, de una palidez de papel mascado, que el sol no lograba calentar, tiñéndola a trechos con menudas manchas de color de salvado. Vírgenes de ojos desmesuradamente abiertos, como asombradas de haber nacido, con los labios azules y las encías de ese rosa pálido que revela la miseria de la sangre. El pelo triste y sin brillo asomaba alborotado bajo el pañuelo, guardando en sus marañas briznas de paja y granos de tierra. El pecho de las más tenía la monótona uniformidad del desierto, sin que al respirar se marcase bajo la tela el más leve rastro de los montículos seductores que avanzan orgullosos como un blasón del sexo. Tenían las manos grandes y los brazos enjutos y huesosos como los hombres. Al andar, movíanse sus faldas con desmayada soltura, como si dentro de ellas sólo existiese aire, y al sentarse, la tela marcaba ángulos duros sin la más tenue redondez. El trabajo, la fatiga bestial, habían paralizado el desarrollo de la gracia femenina. Sólo algunas delataban bajo su envoltura los encantos del sexo; pero eran muy pocas. ...
En la línea 1168
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --No; el amo, no. Al fin, es joven, es rico y los señoritos no tienen otro obligación que divertirse. Mardito seas tú, tú solo, que estrujas a los pobres y los arreas como si juesen negros y arreglas las mositas a los amos, pa ocultar mejó tus latrocinios. Na quiero tuyo: toma los sinco duros que me diste; tómalos, ladrón: ahí van, arcagüete. ...
En la línea 200
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Tres millones y medio de habitantes, todos sin escepcion de sexo ni edad consumidores de tabaco, y cada uno de los cuales, compensadas las clases y por un cálculo bajísimo, se puede regular de consumo cuatro pesos fuertes al año por persona, producirian una contribucion de catorce millones de duros, que sacarian de la tierra y de las artes para dar al mismo tiempo un gran fomento al comercio. ...
En la línea 276
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... No es de menor utilidad la estincion de las falúas llamadas del ministerio, y que anualmente gastan de tres á cuatro mil duros, sin que dejen provecho alguno, ni reporte el erario utilidad de ninguna especie de su servicio: mas creo que este punto ya se resolvió en 1839; pero no teniendo noticia cierta de que asi sea, por si no se hubiese aplicado el oportuno remedio, se hace mencion de este gasto inútil, supérfluo, y cuanto de el se quiera decir. ...
En la línea 406
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... 9 cuartos en vez de 4 las ventajas que ha logrado bajo el réjimen antiguo, pues si hay fe en las noticias se habrian dirijido á la direccion del ramo hasta remesas de 12,000 duros por el actual administrador. ...
En la línea 986
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... «Con esos cien duros—le dije—apenas podrá usted vivir tres meses en este país, si no le roban a usted antes; y creer que va usted a ganar dinero honradamente es tan razonable como si pensara usted ir a buscarlo en la cima de las montañas.» El muchacho no tenía aún bastante experiencia para seguir mis consejos. ...
En la línea 1196
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... «Señor gitano—le digo a uno de ellos—, ¿cuánto quiere usted por ese burro?» «Diez duros, _Caballero nacional_, me responde. ...
En la línea 1210
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Al cabo, los gitanos me ofrecen treinta _reals_ por él; y después de regatear mucho, me doy por contento vendiéndoselo en dos duros. ...
En la línea 1575
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... ¡Qué miedo siente un caballo al pasar cerca de la madriguera del lobo! Mi amo iba el otro día al _despoblado_ por lo alto del puerto, en el trotón andaluz, que le ha costado quinientos duros; de pronto, el caballo se paró y se puso a sudar y a temblar como una mujer a pique de desmayarse. ...
En la línea 3544
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Fuera desto, son en el estilo duros; en las hazañas, increíbles; en los amores, lascivos; en las cortesías, mal mirados; largos en las batallas, necios en las razones, disparatados en los viajes, y, finalmente, ajenos de todo discreto artificio, y por esto dignos de ser desterrados de la república cristiana, como a gente inútil. ...
En la línea 3816
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Llegábase donde estaba el perro, y, mirándole muy bien de hito en hito, y sin querer ni atreverse a descargar la piedra, decía: ''Este es podenco: ¡guarda!'' En efeto, todos cuantos perros topaba, aunque fuesen alanos, o gozques, decía que eran podencos; y así, no soltó más el canto.» Quizá de esta suerte le podrá acontecer a este historiador: que no se atreverá a soltar más la presa de su ingenio en libros que, en siendo malos, son más duros que las peñas. ...
En la línea 4426
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Con un ¡ay!, arrancado, al parecer, de lo íntimo de su corazón, dio fin a su canto el Caballero del Bosque, y, de allí a un poco, con voz doliente y lastimada, dijo: -¡Oh la más hermosa y la más ingrata mujer del orbe! ¿Cómo que será posible, serenísima Casildea de Vandalia, que has de consentir que se consuma y acabe en continuas peregrinaciones y en ásperos y duros trabajos este tu cautivo caballero? ¿No basta ya que he hecho que te confiesen por la más hermosa del mundo todos los caballeros de Navarra, todos los leoneses, todos los tartesios, todos los castellanos, y, finalmente, todos los caballeros de la Mancha? -Eso no -dijo a esta sazón don Quijote-, que yo soy de la Mancha y nunca tal he confesado, ni podía ni debía confesar una cosa tan perjudicial a la belleza de mi señora; y este tal caballero ya vees tú, Sancho, que desvaría. ...
En la línea 416
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... El viscache tiene una costumbre muy singular: lleva a la entrada de su guarida todos los objetos duros que encuentra. Alrededor de cada grupo de agujeros se ven reunidos en un montón irregular, casi tan grande como el contenido de una carretilla, huesos, piedras, tallos de cardo, terrones de barro endurecido, estiércol seco de buey, etc. Me han dicho (y la persona que me ha dado la noticia es digna de crédito) que, si un jinete pierde el reloj durante la noche, está casi seguro de encontrarlo a la mañana 1 El viscache (Lagostomus Trichoductylus) se parece un poco a un conejo grande, pero tiene más gruesos dientes y más larga la cola. Sin embargo, como el agutí sólo tiene tres dedos en las patas de atrás. Desde algunos años se exporta su piel a Inglaterra, a causa de beneficiarse en la peletería. ...
En la línea 666
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... El viejo llevaba en la cabeza una venda adornada con plumas blancas, que en parte sujetaban sus cabellos negros, duros y formando una masa impenetrable. Dos bandas transversales ornaban su rostro: una, pintada de rojo vivo, se extendía de una a otra oreja, pasando por el labio superior; la otra, blanca como la creta, paralela a la primera, le pasaba a la altura de los ojos y cubría los párpados. Sus compañeros llevaban también como ornamentos bandas negras al carbón. En suma, esta familia se parecía a esos diablos que se representan en escena en Freychütz o en obras semejantes. ...
En la línea 667
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Su abyección se pintaba en su actitud, y sin dificultad podía leerse en sus facciones la sorpresa, la extrañeza e inquietud que experimentaban. No obstante, cuando les hubimos dado pedazos de tela encarnada, que en el acto se, arrollaron al cuello, nos hicieron mil demostraciones de amistad. El viejo, para probarnos esa amistad nos acariciaba el pecho, haciendo oír una especie de cloqueo como el que suele hacerse para llamar a las gallinas. Di algunos pasos al lado del viejo y repitió conmigo estas demostraciones amistosas, que terminó dándome al mismo tiempo en el pecho y en la espalda tres palmadas bastante fuertes. Después se descubrió el pecho para que yo le devolviera el cumplimiento, lo que verifiqué, y pareció agradarle en extremo. En nuestro concepto, el lenguaje de este pueblo apenas merece el nombre de lenguaje articulado. El capitán Cook lo ha comparado al ruido que haría un hombre limpiándose la garganta; pero con seguridad no ha producido nunca ningún europeo ruidos tan duros, notas tan guturales lavándose las fauces. ...
En la línea 2275
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... s taitianos comprenden hoy muy bien el valor del dinero y lo prefieren a los antiguos trajes y a otros objetos; sin embargo las diferentes clases de monedas inglesas o españolas les estorban y preocupan: no están tranquilos hasta que se les cambian las pequeñas en duros o en dollars ...
En la línea 3859
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Y le había puesto una comparación: Si usted, hija mía, se baña en un río, y revolviendo el agua al nadar, por juego, como solemos hacer, encuentra entre la arena una pepita de oro, pequeñísima que no vale una peseta, ¿se creerá usted ya millonaria? ¿pensará que aquel descubrimiento la va a hacer rica? ¿que todo el río va a venir arrastrando monedas de cinco duros con la carita del rey y que todo va a ser para usted? Eso sería absurdo. ...
En la línea 5634
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... No era su afán pintar a los enemigos como criminales encenagados en el error, que es delito, sino como duros de mollera. ...
En la línea 7450
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Paula veía pasar por sus manos los duros y las pesetas, pero aquello era como agua del mar para el sediento; no sacaba nada en limpio de revolver trigo y plata de la milagrosa Imagen. ...
En la línea 8043
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Unos se hacen vecinos y se dedican a coristas endémicos para todas las óperas y zarzuelas que haya que cantar, y otros consiguen un beneficio en que ellos pasan a primeros papeles y, ayudados por varios jóvenes aficionados de la población representan alguna obra de empeño, ganan diez o doce duros y se van a otra provincia a tronar otra vez. ...
En la línea 67
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... En este interesante periodo de la crianza del heredero, desde el 45 para acá, sufrió la casa de Santa Cruz la transformación impuesta por los tiempos, y que fue puramente externa, continuando inalterada en lo esencial. En el escritorio y en el almacén aparecieron los primeros mecheros de gas hacia el año 49, y el famoso velón de cuatro luces recibió tan tremenda bofetada de la dura mano del progreso, que no se le volvió a ver más por ninguna parte. En la caja habían entrado ya los primeros billetes del Banco de San Fernando, que sólo se usaban para el pago de letras, pues el público los miraba aún con malos ojos. Se hablaba aún de talegas, y la operación de contar cualquier cantidad era obra para que la desempeñara Pitágoras u otro gran aritmético, pues con los doblones y ochentines, las pesetas catalanas, los duros españoles, los de veintiuno y cuartillo, las onzas, las pesetas columnarias y las monedas macuquinas, se armaba un belén espantoso. ...
En la línea 149
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Sí, señora; una de estas platerías de puntapié, que todo lo que tienen no vale seis duros. ...
En la línea 426
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Todos los primeros de mes recibía Barbarita de su esposo mil duretes. D. Baldomero disfrutaba una renta de veinticinco mil pesos, parte de alquileres de sus casas, parte de acciones del Banco de España y lo demás de la participación que conservaba en su antiguo almacén. Daba además a su hijo dos mil duros cada semestre para sus gastos particulares, y en diferentes ocasiones le ofreció un pequeño capital para que emprendiera negocios por sí; pero al chico le iba bien con su dorada indolencia y no quería quebraderos de cabeza. El resto de su renta lo capitalizaba D. Baldomero, bien adquiriendo más acciones cada año, bien amasando para hacerse con una casa más. De aquellos mil duros que la señora cogía cada mes, daba al Delfín dos o tres mil reales, que con esto y lo que del papá recibía estaba como en la gloria; y los diez y siete mil reales restantes eran para el gasto diario de la casa y para los de ambas damas, que allá se las arreglaban muy bien en la distribución, sin que jamás hubiese entre ellas el más ligero pique por un duro de más o de menos. Del gobierno doméstico cuidaban las dos, pero más particularmente la suegra, que mostraba ciertas tendencias al despotismo ilustrado. La nuera tenía el delicado talento de respetar esto, y cuando veía que alguna disposición suya era derogada por la autócrata, mostrábase conforme. Barbarita era administradora general de puertas adentro, y su marido mismo, después que religiosamente le entregaba el dinero, no tenía que pensar en nada de la casa, como no fuese en los viajes de verano. La señora lo pagaba todo, desde el alquiler del coche a la peseta de El Imparcial, sin que necesitara llevar cuentas para tan complicada distribución, ni apuntar cifra alguna. Era tan admirable su tino aritmético, que ni una sola vez pasó más allá de la indecisa raya que tan fácilmente traspasan los ricos; llegaba el fin de mes y siempre había un superávit con el cual ayudaba a ciertas empresas caritativas de que se hablará más adelante. Jacinta gastaba siempre mucho menos de lo que su suegra le daba para menudencias; no era aficionada a estrenar a menudo, ni a enriquecer a las modistas. Los hábitos de economía adquiridos en su niñez estaban tan arraigados que, aunque nunca le faltó dinero, traía a casa una costurera para hacer trabajillos de ropa y arreglos de trajes que otras señoras menos ricas suelen encargar fuera. Y por dicha suya, no tenía que calentarse la cabeza para discurrir el empleo de sus sobrantes, pues allí estaba su hermana Candelaria, que era pobre y se iba cargando de familia. Sus hermanitas solteras también recibían de ella frecuentes dádivas; ya los sombreritos de moda, ya el fichú o la manteleta, y hasta vestidos completos acabados de venir de París. ...
En la línea 426
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Todos los primeros de mes recibía Barbarita de su esposo mil duretes. D. Baldomero disfrutaba una renta de veinticinco mil pesos, parte de alquileres de sus casas, parte de acciones del Banco de España y lo demás de la participación que conservaba en su antiguo almacén. Daba además a su hijo dos mil duros cada semestre para sus gastos particulares, y en diferentes ocasiones le ofreció un pequeño capital para que emprendiera negocios por sí; pero al chico le iba bien con su dorada indolencia y no quería quebraderos de cabeza. El resto de su renta lo capitalizaba D. Baldomero, bien adquiriendo más acciones cada año, bien amasando para hacerse con una casa más. De aquellos mil duros que la señora cogía cada mes, daba al Delfín dos o tres mil reales, que con esto y lo que del papá recibía estaba como en la gloria; y los diez y siete mil reales restantes eran para el gasto diario de la casa y para los de ambas damas, que allá se las arreglaban muy bien en la distribución, sin que jamás hubiese entre ellas el más ligero pique por un duro de más o de menos. Del gobierno doméstico cuidaban las dos, pero más particularmente la suegra, que mostraba ciertas tendencias al despotismo ilustrado. La nuera tenía el delicado talento de respetar esto, y cuando veía que alguna disposición suya era derogada por la autócrata, mostrábase conforme. Barbarita era administradora general de puertas adentro, y su marido mismo, después que religiosamente le entregaba el dinero, no tenía que pensar en nada de la casa, como no fuese en los viajes de verano. La señora lo pagaba todo, desde el alquiler del coche a la peseta de El Imparcial, sin que necesitara llevar cuentas para tan complicada distribución, ni apuntar cifra alguna. Era tan admirable su tino aritmético, que ni una sola vez pasó más allá de la indecisa raya que tan fácilmente traspasan los ricos; llegaba el fin de mes y siempre había un superávit con el cual ayudaba a ciertas empresas caritativas de que se hablará más adelante. Jacinta gastaba siempre mucho menos de lo que su suegra le daba para menudencias; no era aficionada a estrenar a menudo, ni a enriquecer a las modistas. Los hábitos de economía adquiridos en su niñez estaban tan arraigados que, aunque nunca le faltó dinero, traía a casa una costurera para hacer trabajillos de ropa y arreglos de trajes que otras señoras menos ricas suelen encargar fuera. Y por dicha suya, no tenía que calentarse la cabeza para discurrir el empleo de sus sobrantes, pues allí estaba su hermana Candelaria, que era pobre y se iba cargando de familia. Sus hermanitas solteras también recibían de ella frecuentes dádivas; ya los sombreritos de moda, ya el fichú o la manteleta, y hasta vestidos completos acabados de venir de París. ...
En la línea 1508
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... El reinado de Eduardo VI fue singularmente misericordioso para aquellos duros tiempos. Ahora que nos despedimos de él, tratemos de conservar esto en la memoria, en su honor. [16] ...
En la línea 1070
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Pero si don Eloíno rechazó indignado tal proposición, figúrate lo que diría la patrona: «¿Yo? ¿Casarme yo, a mis años, y por tercera vez, con ese carcamal? ¡Qué asco!» Pero se informó del médico, le aseguraron que no le quedaban a don Eloíno sino muy pocos días de vida, y diciendo: «La verdad es que trece duros al mes me arreglan», acabó aceptándolo. Y entonces se le llamó al párroco, al bueno de don Matías, varón apostólico, como sabes, para que acabase de convencer al desahuciado. «Sí, sí, sí –dijo don Matías–; sí, ¡pobrecito!, ¡pobrecito!» Y le convenció. Llamó luego don Eloíno a Correíta y dicen que le dijo que quería reconciliarse con él –estaban reñidos–, y que fuese testigo de su boda. «Pero ¿se casa usted, don Eloíno?» «Sí, Correíta, sí, ¡me caso con la patrona!, ¡con doña Sinfo!; ¡yo, un Rodríguez de Alburquerque y Álvarez de Castro, figúrate! Yo porque me cuide los pocos días de vida que me queden… no sé si llegarán mis hermanos a tiempo de verme vivo… y ella por los trece duros de viudedad que le dejo.» ...
En la línea 1070
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Pero si don Eloíno rechazó indignado tal proposición, figúrate lo que diría la patrona: «¿Yo? ¿Casarme yo, a mis años, y por tercera vez, con ese carcamal? ¡Qué asco!» Pero se informó del médico, le aseguraron que no le quedaban a don Eloíno sino muy pocos días de vida, y diciendo: «La verdad es que trece duros al mes me arreglan», acabó aceptándolo. Y entonces se le llamó al párroco, al bueno de don Matías, varón apostólico, como sabes, para que acabase de convencer al desahuciado. «Sí, sí, sí –dijo don Matías–; sí, ¡pobrecito!, ¡pobrecito!» Y le convenció. Llamó luego don Eloíno a Correíta y dicen que le dijo que quería reconciliarse con él –estaban reñidos–, y que fuese testigo de su boda. «Pero ¿se casa usted, don Eloíno?» «Sí, Correíta, sí, ¡me caso con la patrona!, ¡con doña Sinfo!; ¡yo, un Rodríguez de Alburquerque y Álvarez de Castro, figúrate! Yo porque me cuide los pocos días de vida que me queden… no sé si llegarán mis hermanos a tiempo de verme vivo… y ella por los trece duros de viudedad que le dejo.» ...
En la línea 1071
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Y cuentan que cuando Correíta se fue a su casa y se lo contó todo, como es natural, a su mujer, a Emilia, esta exclamó: «Pero ¡tú eres un majadero, Pepe! ¿Por qué no le dijiste que se casase con Encarna –Encarnación es una criada, ni joven ni guapa, que llevó Emilia como de dote a su matrimonio–, que le habría cuidado por los trece duros de viudedad tan bien como esa tía?» Y es fama que la Encarna añadió: «Tiene usted razón, señorita; también yo me hubiera casado con él y le habría cuidado lo que viviese, que no será mucho, por trece duros.» ...
En la línea 1071
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Y cuentan que cuando Correíta se fue a su casa y se lo contó todo, como es natural, a su mujer, a Emilia, esta exclamó: «Pero ¡tú eres un majadero, Pepe! ¿Por qué no le dijiste que se casase con Encarna –Encarnación es una criada, ni joven ni guapa, que llevó Emilia como de dote a su matrimonio–, que le habría cuidado por los trece duros de viudedad tan bien como esa tía?» Y es fama que la Encarna añadió: «Tiene usted razón, señorita; también yo me hubiera casado con él y le habría cuidado lo que viviese, que no será mucho, por trece duros.» ...
En la línea 2836
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El termómetro marcaba doce grados bajo cero y el viento mordía agudamente la piel. Se multiplicaban los témpanos en el agua libre. El mar tendía a congelarse por todas partes. Las numerosas placas negruzcas esparcidas por su superficie anunciaban la próxima formación del hielo. Evidentemente, el mar austral, helado durante los seis meses del invierno, era absolutamente inaccesible. ¿Qué hacían las ballenas durante este período? Sin duda debían ir por debajo del banco de hielo en busca de aguas más practicables. Las focas y las morsas, acostumbradas a vivir en los más duros climas, permanecían en aquellos helados parajes. Estos animales tienen el instinto de cavar agujeros en los ice fields, que mantienen siempre abiertos y que les sirven para respirar. Cuando los pájaros, expulsados por el frío, emigran hacia el Norte, estos mamíferos marinos quedan como los único dueños del continente polar. ...
En la línea 3433
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Allí es donde el Nautilus -involuntaria o voluntariamente, tal vez -había sido llevado por su capitán. Describía una espiral cuyo radio disminuía cada vez más. Con él, el bote, aún aferrado a su flanco, giraba a una velocidad vertiginosa. Sentía yo los vértigos que suceden a un movimiento giratorio demasiado prolongado. Estábamos espantados, viviendo en el horror llevado a sus últimos límites, con la circulación sanguínea en suspenso y los nervios aniquilados, empapados en un sudor frío como el de la agonía. ¡Y qué fragor en torno de nuestro frágil bote! ¡Qué mugidos que el eco repetía a una distancia de varias millas! ¡Qué estrépito el de las olas al destrozarse en las agudas rocas del fondo, allí donde los cuerpos más duros se rompen, allí donde hasta los troncos de los árboles se convierten en «una piel», según la expresión noruega! ...
En la línea 4859
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... En sus cartas, Sonia hablaba también de sí misma. Decía que había logrado crearse relaciones y obtener cierta protección en su nueva vida. Se dedicaba a trabajos de aguja, y como en la ciudad escaseaban las costureras, había conseguido bastantes clientes. Lo que no decía era que había logrado que las autoridades se interesaran por la suerte de Raskolnikof y lo excluyeran de los trabajos más duros. ...
En la línea 4880
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Querida Sonia Simonovna, tú eres nuestra tierna y protectora madrecita ‑decían aquellos presidiarios, aquellos hombres groseros y duros a la frágil mujercita. ...
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