La palabra Tristemente ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Fantina Los miserables Libro 1 de Victor Hugo
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece tristemente.
Estadisticas de la palabra tristemente
Tristemente es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 17353 según la RAE.
Tristemente aparece de media 3.71 veces en cada libro en castellano.
Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la tristemente en las obras de referencia de la RAE contandose 564 apariciones .
Errores Ortográficos típicos con la palabra Tristemente
Cómo se escribe tristemente o trristemente?
Cómo se escribe tristemente o triztemente?
Más información sobre la palabra Tristemente en internet
Tristemente en la RAE.
Tristemente en Word Reference.
Tristemente en la wikipedia.
Sinonimos de Tristemente.

la Ortografía es divertida

El Español es una gran familia
Algunas Frases de libros en las que aparece tristemente
La palabra tristemente puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 835
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... En el fondo, sobre las oscuras montañas, coloreábanse las nubes con resplandor de lejano incendio; por la parte del mar temblaban en el infinito las primeras estrellas; ladraban los perros tristemente; con el canto monótono de ranas y grillos confundíase el chirrido de carros invisibles alejándose por todos los caminos de la inmensa llanura. ...
En la línea 267
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Hasta la casa de Marchamalo había envejecido tristemente; se agrietaba su vetustez de ruda construcción, que contaba más de un siglo. El impetuoso don Pablo, en su fiebre de innovaciones, hablaba de echarla abajo y levantar algo grandioso y señorial, que fuese como el castillo de los Dupont, príncipes de la industria. ...
En la línea 1412
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Fermín Montenegro contemplaba tristemente el curso de esta lucha sorda, que había de terminar forzosamente con algo ruidoso; pero de lejos, rehuyendo el trato con los rebeldes, ya que no estaba en Jerez su maestro Salvatierra. Callaba también en el escritorio, cuando en su presencia manifestaban los amigos de don Pablo los crueles deseos de una represión que atemorizase a los trabajadores. ...
En la línea 5503
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¡Así que no me amáis ya! - dijo lenta y tristemente la procu radora. ...
En la línea 5559
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Athos estaba en su casa vaciando tristemente una de las botellas de aquel famoso vino español que había traído de su viaje a Picardía. ...
En la línea 10799
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Los criados siguieron a sus amos y la habitación quedó solitaria con su ventana rota, su puerta abierta y su lámpara humeante que ardía tristemente sobre la mesa. ...
En la línea 1028
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... El camino corría al principio por terreno cerrado, pero no tardamos en salir a unas llanuras yermas y desabrigadas, en las que el viento, que no dejaba de perseguirnos, gemía tristemente. ...
En la línea 1367
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... «¿Adónde vamos hoy?—pregunté—.» «A Trujillo.» Cuando el sol salió, tristemente, entre nubes que amenazaban lluvia, nos hallábamos en las inmediaciones de una cadena de montañas que corría a nuestra izquierda, llamada, según me dijo Antonio, _Sierra de San Selvan_. ...
En la línea 3162
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Continuamos luego cuesta arriba, porque el camino iba por una de las últimas estribaciones de aquellas montañas divisorias, ya frecuentemente mencionadas; pero el cielo se había obscurecido; las nubes rodaban veloces sobre las montañas, viniendo del mar, y un viento frío se quejaba tristemente. ...
En la línea 6454
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Las olas resonaban tristemente; todo parecía cambiado desde por la mañana. ...
En la línea 1285
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - ¿Quién puede tener interés en matarme? -repuso Gillespie tristemente-. Los que deseaban vengarse de mi deben sentirse ya más que satisfechos por el castigo que me han impuesto. Equivale a una muerte lenta. ...
En la línea 4438
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Lo que había soñado se le quedó a la señora de Rubín tan impreso en la mente cual si hubiera sido realidad. Le había visto, le había hablado. Completó su pensamiento, amenazando con el puño cerrado a un ser invisible: «Tiene que volver… ¿Pues tú qué creías? Y si él no me busca, le buscaré yo… Yo tengo mi idea, y no hay quien me la quite». Incorporose después, quedándose apoyada en un codo y mirando a los ladrillos. Sus ojos se fijaron en un punto del suelo. Con rápido impulso saltó hacia aquel punto y recogió un objeto. Era un botón… Mirolo tristemente, y después lo arrojó con fuerza lejos de sí, diciendo: «es negro y de tres aujeritos. Mala sombra». Vuelta otra vez a la cavilación: «Porque si le encuentro y no quiere venir, me mato, juro que me mato. No vivo más así, Señor; te digo que no me da la gana de vivir más así. Yo veré el modo de buscar en la botica un veneno cualquiera que acabe pronto… Me lo trago, y me voy con Mauricia». Esta idea parecía darle cierto aplomo, y salió del cuarto. En pocas palabras la puso doña Lupe al tanto de la gran burrada que había hecho Papitos. «Nada, hija, que si es de noche y se vierte el mineral con la luz encendida, aquí perecemos todos achicharrados… Es muy perra esta chica, y me va a consumir la vida». ...
En la línea 4970
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Pero Jacinta era muy incrédula en este particular, y miraba tristemente a la pareja cuando pasaba. Al retirase, Moreno pudo hablarle un instante sin testigos. ...
En la línea 5097
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Comió con regular apetito en compañía de su hermana y de Guillermina. Cuando concluyeron, dijo a esta que había dado orden en el escritorio de que le entregaran el sobrante de su cuenta personal, con cuya noticia su puso la fundadora como unas castañuelas, y no pudiendo contener su alegría, se fue derecha a él, y le dijo: «¡Cuánto tengo que agradecer a mi querido ateo de mi alma! Sigue, sigue dándome esas pruebas de tu ateísmo, y los pobres te bendecirán… ¿Ateo tú? ¡Ni aunque me lo jures lo he de creer!». Moreno se sonreía tristemente. Tal entusiasmo le entró a la santa, que le dio un beso… «Toma, perdido, masón, luterano y anabaptista; ahí tienes el pago de tu limosna». ...
En la línea 1133
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Movió Hugo tristemente la cabeza y dijo: ...
En la línea 666
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Como era sábado por la tarde, encontré al dueño, que tristemente contemplaba aquellos apuntes, pero como me llevaba allí Joe y no el deseo de hablar con él, me limité a darle las buenas noches y pasé a la sala general, situada al extremo del corredor, en donde ardía un buen fuego en la cocina. Encontré a Joe fumando una pipa en compañía del señor Wopsle y de un desconocido. El primero me saludó alegremente, y en el momento en que lo hacía, pronunciando mi nombre, el desconocido volvió la cabeza y me miró. ...
En la línea 941
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... En cuanto llegué aquella noche a mi casa y di cuenta de este mensaje para Joe, mi hermana se encolerizó en un grado alarmante, pues jamás habíamos visto cosa igual. Nos preguntó a Joe y a mí si nos figurábamos que era algún limpiabarros para nuestros pies y cómo nos atrevíamos a tratarla de aquel modo, así como también de quién nos figurábamos que podría ser digna compañera. Cuando hubo derramado un torrente de preguntas semejantes, tiró una palmatoria a la cabeza de Joe, se echó a llorar ruidosamente, sacó el recogedor del polvo (lo cual siempre era un indicio temible), se puso su delantal de faena y empezó a limpiar la casa con extraordinaria rabia. Y, no satisfecha con limitarse a sacudir el polvo, sacó un cubo de agua y un estropajo y nos echó de la casa, de modo que ambos tuvimos que quedarnos en el patio temblando de frío. Dieron las diez de la noche antes de que nos atreviésemos a entrar sin hacer ruido, y entonces ella preguntó a Joe por qué no se había casado, desde luego, con una negra esclava. El pobre Joe no le contestó, sino que se limitó a acariciarse las patillas y a mirarme tristemente, como si creyese que habría hecho mucho mejor siguiendo la indicación de su esposa. ...
En la línea 1152
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Es una lástima — dijo Biddy moviendo tristemente la cabeza. ...
En la línea 1537
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Cuando nos hubimos dado la mano y él se marchó, abrí la ventana de la escalera y a punto estuve de quedar decapitado, porque, como no ajustaba bien, bajó la vidriera como la cuchilla de la guillotina. Felizmente, no acabé de sacar la cabeza. Después de esta salvación milagrosa, me contenté con gozar de una vista brumosa de la posada a través del polvo y la suciedad que cubrían el vidrio, y me quedé mirando tristemente al exterior, diciéndome a mí mismo que, sin duda alguna, Londres no estaba a la altura de su fama. ...
En la línea 3751
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Sin poder contenerse, se echó a llorar. Él la miró tristemente, con una expresión de angustia. Hubo un largo silencio. ...
En la línea 3856
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Raskolnikof se volvió hacia ella, la miró tristemente y la cogió de la mano. ...
En la línea 4206
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Raskolnikof bajó la cabeza tristemente y quedó pensativo. Al fin sonrió de nuevo; pero esta vez su sonrisa fue dulce y melancólica. ...
En la línea 4724
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «¿Es posible que se resigne a vivir sólo por cobardía, por temor a la muerte?», se preguntó de pie junto a la ventana y mirando tristemente al exterior. ...
En la línea 903
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Pero su estado se agravaba día a día. Una mañana el médico la examinó y movió tristemente la cabeza. ...
En la línea 1260
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... La noche de ese mismo día, dicha portera estaba sentada en su cuarto, asustada aún, reflexionando tristemente. La fábrica había permanecido cerrada el día entero; la puerta cochera estaba con el cerrojo echado. No había en la casa más que las dos religiosas, sor Simplicia y sor Perpetua, que velaban a Fantina. ...
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