La palabra Tomar ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
Memoria De Las Islas Filipinas. de Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Niebla de Miguel De Unamuno
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
La llamada de la selva de Jack London
Amnesia de Amado Nervo
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece tomar.
Estadisticas de la palabra tomar
La palabra tomar es una de las palabras más comunes del idioma Español, estando en la posición 654 según la RAE.
Tomar es una palabra muy común y se encuentra en el Top 500 con una frecuencia media de 134.82 veces en cada obra en castellano
El puesto de esta palabra se basa en la frecuencia de aparición de la tomar en 150 obras del castellano contandose 20492 apariciones en total.
Errores Ortográficos típicos con la palabra Tomar
Cómo se escribe tomar o tomarr?
Más información sobre la palabra Tomar en internet
Tomar en la RAE.
Tomar en Word Reference.
Tomar en la wikipedia.
Sinonimos de Tomar.

El Español es una gran familia
Algunas Frases de libros en las que aparece tomar
La palabra tomar puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 390
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Unos carreteros de la vecindad le hablaron para compadecer su desgracia, invitándole a tomar algo, y él se apresuró a aceptar. ...
En la línea 870
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Todos querían tomar parte en este trabajo, que parecía una fiesta. ...
En la línea 1534
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La acarició, metióle sus manos entre los morros, y con el ansia de tomar posesión de ella, puso un pie sobre el corvejón, se agarró a la cola y montó por la grupa como un moro. ...
En la línea 1624
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Allí lloró y lloró, sintiendo con esto un gran alivio, acariciado por las sombras de la noche que parecían tomar parte en su pena, pues cada vez se hacían más densas ocultando su incontenible llanto infantil. ...
En la línea 66
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Yo creía antes que todos los ingleses eran ricos, y resulta que estos que viajan en cuadrilla son cualquier cosa; zapateros o tenderos de Londres que salen a tomar el aire con los ahorros del año... Así marchan los negocios. ...
En la línea 758
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Calló un instante don Ramón para tomar aliento y recrearse en el eco de su elocuencia, pero al instante prosiguió, mirando a Fermín fijamente, como si éste fuese un enemigo difícil de convencer: --Por desgracia, muchas gentes creen paladear el vino de Jerez cuando beben inmundas sofisticaciones. En Londres, bajo el nombre de Jerez, se venden líquidos heterogéneos. No podemos transigir con esta mentira, señores. El vino de Jerez es como el oro. Podemos admitir que el oro sea puro, de mediana o de baja ley, pero no podemos admitir que se llame oro al _doublé_. Sólo es Jerez el vino que dan los viñedos jerezanos, que recrían y añejan sus almacenistas y que exportan, bajo su honrada firma, casas de intachable crédito, como por ejemplo la de Dupont Hermanos. ...
En la línea 1429
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --El señorito--dijo el camarero--se ha enterado de que están aquí, y les envía esto. Además, pueden ustedes tomar lo que gusten; todo está pagado. ...
En la línea 1449
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Montenegro sonrió. ¿Y eso era todo? ¡Riñas de novios; caprichitos de muchacha, que se enfada para animar la monotonía de un largo noviazgo! Ya pasaría el mal viento. Él conocía aquello de oídas. Se expresaba con su escepticismo de joven práctico, a la _inglesa_, como él decía, enemigo de los amoríos ideales que duraban años y eran una de las tradiciones de la tierra. A él no se le había conocido noviazgo alguno en Jerez. Se contentaba con tomar lo que podía, buenamente, de vez en cuando, para satisfacción de sus deseos. ...
En la línea 242
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Gracias a este doble don y alnombre sin tacha que lo acompañaba, el señor de Tréville fue admitido en la casa del joven príncipe, donde se sirvió también de su espada y fue tan fiel a su divisa que Luis XIII, uno de los buenos aceros del reino, solía decir que si tuviera un amigo en ocasión de batirse, le daría por consejo tomar por segundo primero a él, y a Tréville después, y quizá incluso antes que a él. ...
En la línea 245
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Muchos podían tomar por divisa el epiteto de fuerte, que formaba la segunda parte de su exergo; pero pocos gentileshombres podían reclamar el epíteto de fiel, que for maba la primera. ...
En la línea 625
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Aramis lanzó a D'Artagnan una de esas miradas que hacen com prender a un hombre que acaba de ganarse un enemigo mortal; lue go, volviendo a tomar su tono dulzarrón, dijo:-Os equivocáis, señores, este pañuelo no es mío, y no sé por qué el señor ha tenido la fantasía de devolvérmelo a mí en vez de a uno de vosotros, y prueba de lo que digo es que aquí está el mío, en mi bolsillo. ...
En la línea 792
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Este solo momento bastó a D'Artagnan para tomar una decisión: era uno de esos momentos que deciden la vida de un hombre, había que elegir entre el rey y el cardenal; hecha la elección, había que per severar en ella. ...
En la línea 175
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... A vista de tal manifestacion, el Gobierno supremo de la Metrópoli se dignará tomar en consideracion los fundamentos que se esponen, para proceder cuanto antes á la reforma, que asi los principios de justicia como las circunstancias exijen para tan interesante ramo. ...
En la línea 191
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Una cuenta compensativa de las oficinas de hacienda de Manila sobre este jénero de operaciones, hubiera manifestado al Gobierno resultados seguros para tomar una determinacion en este punto; pero de todos modos es preciso proceder del principio de que cuando los empleados del gobierno hacen esa clase de tráficos en jéneros de comercio libre, pierde aquel siempre, porque sus ajentes son malos administradores, á quienes falta el cálculo y conocimientos de los precios del mercado y demas circunstancias que asisten y concurren siempre en los comerciantes particulares en negocios propios. ...
En la línea 323
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Tales son los fundamentos que puedo suministrar sobre la administracion y distribucion de la hacienda pública en Filipinas, y me persuado que (aun cuando mal coordinados y no muy completos, porque la cortedad de mis luces no da de sí otra cosa, la estrechez con que me he propuesto redactarlos no admite mayores digresiones, y el habérseme estraviado algunos papeles interesantes, me impiden suministrar mas datos) presentan noticias de alguna importancia para que se pueda formar alguna idea del mérito de aquellas Islas, y el Gobierno tomar algunas medidas sobre la reforma que el estado de las Islas Filipinas demanda para felicidad de ellas, estension y fomento de sus rentas, y establecer justas economías, conteniendo se aumenten los empleados, y procurando reducirlos á los puramente precisos é indispensables, si se han de hacer los ahorros posibles, que si en todos tiempos deben procurarse, en los actuales de escasez y penuria por lo atrasado del estado, es mas recomendable, preciso y necesario todo jénero de economía justa y racional. ...
En la línea 326
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Esas obras pias son unos pequeños bancos donde acuden á tomar fondos bajo las garantías que se convienen los que para sus negocios necesitan ausilios pecuniarios, se administran por vecinos que deben ser cofrades de las respectivas corporaciones á cuyo cargo se hallan, bajo ciertas reglas, reglamentos ó estatutos que marcan las respectivas obligaciones, y todos no son mas que unos ejecutores de las últimas voluntades de los testadores que les legaron sus fondos para los usos que tuvieron por conveniente señalar. ...
En la línea 324
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Mi primera impresión al tomar tierra en la Península estaba muy lejos de ser favorable; apenas hacía una hora que hollaba su suelo, y ya deseaba de corazón volverme a Rusia, país de donde había salido un mes antes, dejando en él amigos muy queridos y muy vivos afectos. ...
En la línea 659
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Me levanté a las cuatro, y después de tomar un refrigerio, bajé a la cocina, donde vi al hombre que me había llamado la atención la víspera y a su mujer, durmiendo al amor de la lumbre aún encendida. ...
En la línea 680
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... El cochero dijo: «Voy a tomar el carril, y en un minuto alcanzaremos a esa familia»; y en él entramos, efectivamente. ...
En la línea 765
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Vaciló un instante y nos mandó entrar, llevándonos a un lóbrego vestíbulo de piedra, donde nos dejó después de invitarnos a tomar asiento. ...
En la línea 123
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Pero, acordándose que el valeroso Amadís no sólo se había contentado con llamarse Amadís a secas, sino que añadió el nombre de su reino y patria, por Hepila famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de la suya y llamarse don Quijote de la Mancha, con que, a su parecer, declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre della. ...
En la línea 129
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Mas, apenas se vio en el campo, cuando le asaltó un pensamiento terrible, y tal, que por poco le hiciera dejar la comenzada empresa; y fue que le vino a la memoria que no era armado caballero, y que, conforme a ley de caballería, ni podía ni debía tomar armas con ningún caballero; y, puesto que lo fuera, había de llevar armas blancas, como novel caballero, sin empresa en el escudo, hasta que por su esfuerzo la ganase. ...
En la línea 336
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Por tomar muchos juntos, se le cayó uno a los pies del barbero, que le tomó gana de ver de quién era, y vio que decía: Historia del famoso caballero Tirante el Blanco. ...
En la línea 404
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Acertó don Quijote a tomar la misma derrota y camino que el que él había tomado en su primer viaje, que fue por el campo de Montiel, por el cual caminaba con menos pesadumbre que la vez pasada, porque, por ser la hora de la mañana y herirles a soslayo los rayos del sol, no les fatigaban. ...
En la línea 182
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... No citaré más que otras dos aves muy comunes y muy nobles por sus costumbres. Puede considerarse al Saurophagus sulphuratus como el tipo de la gran tribu americana de los papamoscas. Por su conformación se asemeja mucho al verdadero alcotán, pero por sus costumbres puede comparársele a muchas aves. Le he observado con frecuencia estando yo de caza en el campo, cerniéndose ya encima de un sitio, ya sobre otro sitio. Cuando está suspenso así en el aire, a cierta distancia se le puede tomar fácilmente por uno de los miembros de la familia de las aves de rapiña; pero se deja caer con mucha menos fuerza y rapidez que el halcón. Otras veces, el saurófago frecuenta las cercanías del agua; Permanece allí quieto como un martínpescador, y pesca los pececillos que cometen la imprudencia de acercarse demasiado a la orilla. A menudo se guardan estas aves enjauladas o en los corrales de las granjas; en este caso, se les cortan las alas. Se domestican muy pronto, y es muy divertido observar sus maneras cómicas, las cuales se parecen mucho a las de la urraca común, según me han dicho. Cuando vuelan, avanzan por medio de una serie de ondulaciones, porque el peso de su cabeza y de su pico es demasiado grande, si con el de su cuerpo se compara. Por la noche, el saurófago se encarama sobre un matorral, casi siempre al borde del camino; y repite continuamente, sin modificarlo nunca, un grito agudo y bastante agradable, que se parece un poco a palabras articuladas. Los españoles creen reconocer éstas: «bien te veo», y por eso le han dado este nombre. ...
En la línea 300
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Vimos muy pocos al remontar el río; pero durante nuestra rápida bajada vimos muchos que iban en bandadas de cuatro o cinco. Este ave no extiende las alas en el momento de tomar carrera, como lo hace la otra especie. Para terminar: puedo añadir que el Struthio Rhea habita en la región del Plata y se extiende hasta el 410 de latitud, un poco al sur del río Negro, y que el Struthio Darwinü habita en la Patagonia meridional; el valle del río Negro es un territorio neutral, donde se encuentran las dos especies. ...
En la línea 451
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... 12 de octubre.- Tenía el propósito de ir más lejos en mi excursión; pero, no hallándome muy bien de salud me veo obligado a tomar pasaje a bordo de una balandra o barco de un solo mástil, de unas cien toneladas, que zarpa para Buenos Aires. No haciendo buen tiempo, anclamos pronto el mismo día, atándonos a una rama de árbol al borde de una isla. El Paraná está lleno de islas destruidas y renovadas constantemente. El capitán del barco recuerda haber visto desaparecer algunas, de las mayores, formarse otras luego y cubrirse de rica vegetación. Esas islas se componen de arena barrosa, sin el más pequeño guijarro: en la época de mi viaje, su superficie estaba a unos cuatro pies sobre el nivel del agua; pero se inundaban durante los desbordamientos periódicos del río. Todas presentan el mismo carácter: están cubiertas por numerosos sauces y algunos otros árboles unidos por una gran variedad de plantas trepadoras, lo cual forma una espesura impenetrable. Estas espesuras sirven de refugio a los capibaras y jaguares. El temor de encontrar a este último animal destruye todo el 9 Viajes, tomo 1, pág. 374. ...
En la línea 605
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Cuando de improviso descienden rápidamente los cóndores y vuelven a elevarse con la misma prisa todos juntos, saben los chilenos que es porque el puma que vigilaba el cadáver del animal que acaba de sacrificar ha salido de su escondrijo para coger a los ladrones. Además de la carne podrida de que se nutren, atacan con frecuencia los cóndores a los chivos y a los corderos; los perros de ganado están enseñados a salir de sus guaridas cuando se aproxima uno de estos pájaros y ladrar ruidosamente. Los chilenos destruyen y cazan muchos cóndores. Para ello se emplean dos métodos: se coloca el cadáver de un animal en un terreno llano cerrado por una estacada o seto, en el cual se deja una abertura practicable; cuando los cóndores están comiendo se llega a galope a cerrar la entrada; y entonces se le coge como se quiere, porque cuando este animal no tiene espacio suficiente para tomar vuelo, no puede elevarse. El segundo método consiste en observar los árboles donde suelen posar en número de cinco o seis, y durante la noche se trepa al árbol y se les apresa; lo cual es fácil, porque, como he podido apreciarlo por mí mismo, tienen el sueño muy pesado. En Valparaíso he visto vender un cóndor vivo por 60 céntimos; pero es una excepción, y de ordinario cuestan de 10 a 12 pesetas. He visto comprar uno que acababan de coger; le habían sujetado concuerdas y estaba gravemente herido, a pesar de lo cual, tan pronto como le desataron el pico se lanzó con voracidad sobre un pedazo de carne que se le echó. En la misma población hay un jardín, en el que se conservan veinte o treinta vivos. No se les da de comer más que una vez a la semana, y sin embargo, parece que se encuentran muy saludables1. Los campesinos chilenos aseguran que el cóndor vive y conserva todo su vigor aunque se le deje cinco o seis semanas sin comer; yo no puedo responder de la veracidad de este aserto; es una experiencia cruel, por más que esto no impida el que se ha hecho. ...
En la línea 1240
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... En lo de tomar justa y sabrosa venganza los maridos ultrajados, el divino don Pedro había discurrido como nadie y sin quitar a El castigo sin venganza y otros portentos de Lope el mérito que tenían, don Víctor nada encontraba como El médico de su honra. ...
En la línea 1470
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Somos pobres, muy pobres, unos miserables que sólo entendemos de tomar el sol. ...
En la línea 1473
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Todos los días se ponía a discusión delante de Ana, al tomar café, la divinidad de Cristo. ...
En la línea 2254
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La Ozores contestó: Que ella no podía disponer de la mano de su sobrina, aunque la joven consintiera, sin consultar, sin tomar la venia de la nobleza, de la clase. ...
En la línea 302
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Carpinteros y marineros acudían de toda Italia contratados por los agentes del Pontífice. Este gustaba de dirigir los preparativos personalmente, y cuando no escribía cartas a los reyes invitándolos a tomar la cruz, intervenía en las compras de hierro, brea y maderaje para las construcciones navales, vigilando igualmente los acopios de pelotas de piedra y plomo para las bombardas, de ballestas, cascos, escudos, lanzas, espadas, cadenas, áncoras y cables. Lo mismo se preocupaba del bizcocho o galleta para las tripulaciones que de las banderas y gallardetes que debían ondear en las arboladuras de las naves. Hasta se cuidó de dar cinco resmas de papel a los jefes de su flota para que pudiesen escribirle acerca de las operaciones. ...
En la línea 357
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... — Aquellos años—continuó el canónigo—fueron de gran miseria en el reino de Valencia, a causa de una larga sequía. Los campos estaban abrasados. Hasta la Albufera perdió parte de sus aguas, muriendo toda la pesca que se refugia en dicha laguna… Cuantos podían tomar pasaje en una galera y otros muchos a pie, se marchaban a Italia, buscando el amparo de dos compatriotas: uno, rey en Nápoles; otro, Papa en Roma. ...
En la línea 388
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Ni un solo caballerizo se quedó con él, por miedo a sufrir su misma suerte. Obligado a marchar solo, Pedro Luis llegó a Ostia sin ningún accidente; pero la galera que había fletado con anticipación no le aguardaba. Había huido con su equipaje y su dinero. Tuvo que tomar una simple barca para ganar Civitavecchia, refugiándose en la fortaleza de dicho puerto, donde murió seis meses después a causa, sin duda, de tantas emociones. ...
En la línea 593
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Todas las soluciones Importantes de los soberanos y hasta los asuntos de su vida corriente, como, por ejemplo, la recepción de un embajador, un pequeño viaje, o el tomar una medicina, se determinaban consultando antes a las estrellas. Tal era la superstición sideral, que entre las gentes ricas nadie se atrevía a comer, a ponerse un vestido nuevo o a intentar cosa alguna sin estudiar los astros. ...
En la línea 67
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Por fortuna, este bote, en el que podían tomar asiento hasta ocho personas, solo estaba ocupado por tres: Gillespie, el oficial y un marinero. ...
En la línea 206
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Es todo lo que hemos podido reunir -dijo la profesora-. El 'Comité de recibimiento del Hombre-Montaña', nombrado anoche por el gobierno, no ha tenido tiempo para preparar mejor las cosas. Sin embargo, en pocas horas nuestras máquinas terrestres y aéreas han llegado a requisar todas las vacas existentes en un radio de diez millas, como diría usted. Y ahora, gentleman, vuelva a tenderse; adopte su primera postura para tomar un poco de leche. ...
En la línea 218
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - ¡Cuantas palabras -dijo al extinguirse su risa-, cuantas palabras para describirme un revolver! ¡Pero si yo conozco eso tan bien como usted!… Las gentes que hoy han visto el suyo (los cargadores y los marineros) seguramente que no saben lo que es; pero para nosotros, las personas estudiosas, esa máquina del tubo grande y de los seis tubos con sus cápsulas explosivas resulta una verdadera antigualla. Además, la consideramos repugnante e indigna de todo recuerdo. No intente, gentleman, deslumbrarnos con sus descubrimientos. Aquí sabemos más que usted. Prescinda de nuevas observaciones y acuéstese prontito a tomar su leche. ...
En la línea 490
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - ¡Oh, gentleman! -dijo el profesor con acento de reproche-. En la vida no puede ser todo perfecto y lógico. También entre ustedes, según he leído, hubo pueblos que encargaron su policía a gentes de otros países, y el extranjero podía perseguir y pegar al nacional en nombre del orden. Igualmente, en la tierra de los gigantes, cuando ocurran choques sociales, el rico no guarda con sus brazos la propia riqueza, puesta en peligro por la envidia revolucionaria de los pobres, sino que paga a otros pobres vestidos con un uniforme para que repelan y maten a sus compañeros de miseria. Gillespie, desconcertado por esta lógica, quedo silencioso por algunos momentos. Luego añadió, con un deseo de tomar el desquite: ...
En la línea 85
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Dios, al fin, apreciando los méritos de aquella heroína, que ni un punto se apartaba de su puesto en el combate social, echó una mirada de benevolencia sobre el muestrario y después lo bendijo. La primera chica que se casó fue la segunda, llamada Candelaria, y en honor de la verdad, no fue muy lucido aquel matrimonio. Era el novio un buen muchacho, dependiente en la camisería de la viuda de Aparisi. Llamábase Pepe Samaniego y no tenía más fortuna que sus deseos de trabajar y su honradez probada. Su apellido se veía mucho en los rótulos del comercio menudo. Un tío suyo era boticario en la calle del Ave María. Tenía un primo pescadero, otro tendero de capas en la calle de la Cruz, otro prestamista, y los demás, lo mismo que sus hermanos, eran todos horteras. Pensaron primero los de Arnaiz oponerse a aquella unión; mas pronto se hicieron esta cuenta: «No están los tiempos para hilar muy delgado en esto de los maridos. Hay que tomar todo lo que se presente, porque son siete a colocar. Basta con que el chico sea formal y trabajador». ...
En la línea 132
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Cuando Estupiñá le vio entrar sintió tanta alegría, que a punto estuvo de ponerse bueno instantáneamente por la sola virtud del contento. No estaba el hablador en la cama sino en un sillón, porque el lecho le hastiaba, y la mitad inferior de su cuerpo no se veía porque estaba liado como las momias, y envuelto en mantas y trapos diferentes. Cubría su cabeza, orejas inclusive, el gorro negro de punto que usaba dentro de la iglesia. Más que los dolores reumáticos molestaba al enfermo el no tener con quién hablar, pues la mujer que le servía, una tal doña Brígida, patrona o ama de llaves, era muy displicente y de pocas palabras. No poseía Estupiñá ningún libro, pues no necesitaba de ellos para instruirse. Su biblioteca era la sociedad y sus textos las palabras calentitas de los vivos. Su ciencia era su fe religiosa, y ni para rezar necesitaba breviarios ni florilogios, pues todas las oraciones las sabía de memoria. Lo impreso era para él música, garabatos que no sirven de nada. Uno de los hombres que menos admiraba Plácido era Guttenberg. Pero el aburrimiento de su enfermedad le hizo desear la compañía de alguno de estos habladores mudos que llamamos libros. Busca por aquí, busca por allá, y no se encontraba cosa impresa. Por fin, en polvoriento arcón halló doña Brígida un mamotreto perteneciente a un exclaustrado que moró en la misma casa allá por el año 40. Abriolo Estupiñá con respeto, ¿y qué era? El tomo undécimo del Boletín Eclesiástico de la Diócesis de Lugo. Apechugó, pues, con aquello, pues no había otra cosa. Y se lo atizó todo, de cabo a rabo, sin omitir letra, articulando correctamente las sílabas en voz baja a estilo de rezo. Ningún tropiezo le detenía en su lectura, pues cuando le salía al encuentro un latín largo y oscuro, le metía el diente sin vacilar. Las pastorales, sinodales, bulas y demás entretenidas cosas que el libro traía, fueron el único remedio de su soledad triste, y lo mejor del caso es que llegó a tomar el gusto a manjar tan desabrido, y algunos párrafos se los echaba al coleto dos veces, masticando las palabras con una sonrisa, que a cualquier observador mal enterado le habría hecho creer que el tomazo era de Paul de Kock. ...
En la línea 266
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... El tiempo se les puso muy malo, y en todo el trayecto hasta Barcelona no cesó de llover. Arrimados marido y mujer a la ventanilla, miraban la lluvia, aquella cortina de menudas líneas oblicuas que descendían del Cielo sin acabar de descender. Cuando el tren paraba, se sentía el gotear del agua que los techos de los coches arrojaban sobre los estribos. Hacía frío, y aunque no lo hiciera, los viajeros lo tendrían sólo de ver las estaciones encharcadas, los empleados calados y los campesinos que venían a tomar el tren con un saco por la cabeza. Las locomotoras chorreaban agua y fuego juntamente, y en los hules de las plataformas del tren de mercancías se formaban bolsas llenas de agua, pequeños lagos donde habrían podido beber los pájaros, si los pájaros tuvieran sed aquel día. ...
En la línea 339
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Una tarde fueron a comer a un bodegón de Triana, porque decía Juanito que era preciso conocer todo de cerca y codearse con aquel originalísimo pueblo, artista nato, poeta que parece pintar lo que habla, y que recibió del Cielo el don de una filosofía muy socorrida, que consiste en tomar todas las cosas por el lado humorístico, y así la vida, una vez convertida en broma, se hace más llevadera. Bebió el Delfín muchas cañas, porque opinaba con gran sentido práctico que para asimilarse a Andalucía y sentirla bien en sí, es preciso introducir en el cuerpo toda la manzanilla que este pueda contener. Jacinta no hacía más que probarla y la encontraba áspera y acídula, sin conseguir apreciar el olorcillo a pero de Ronda que dicen que tiene aquella bebida. ...
En la línea 621
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Al cabo de un rato, mientras Tom se había acercado a una ventana, pudo ver con interés la vida y el movimiento de la gran vía que pasaba junto a las puertas del palacio (y no con interés ocioso, sino con vehementísimo deseo de su corazón de tomar parte en su bullicio y libertad), de hombres, mujeres y niños de la más baja y pobre condición que se acercaban desordenadamente por esa ancha vía. ...
En la línea 818
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Estos y otros mil gritos estallaron a un tiempo, y, casi antes de que la pobre victima pudiera tomar aliento, viose coronada con una jofaina de peltre, envuelta en una manta en jirones, entronizada sobre un tonel y provista, a guisa de cetro, del soldador del calderero. Luego todos se hincaron en tomo de él y prorrumpieron en un coro de sarcásticos gemidos y de burlonas súplicas, mientras se enjugaban los ojos con las mangas o con los delantales mugrientos y andrajosos. ...
En la línea 866
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Aunque el rey estaba hambriento y helado, estaba al propio tiempo tan cansado y soñoliento que esto último empezó a conseguir ventaja sobre lo primero; y no tardó el niño en caer en un estado de semiinconsciencia. Entonces, cuando estaba a punto de perder por completo de vista este mundo, sintió que algo lo tocaba. Despertóse del todo al instante, jadeando para tomar aliento. El gélido horror de aquel misterioso contacto a oscuras casi suspendió los latidos de su corazón. Quedóse inmóvil, ¿escuchó sin respirar apenas, pero nada se movió y no sintió el menor ruido., Siguió el rey escuchando y esperó unos instantes, que le parecieron eternos; pero todo siguió quieto y en silencio. Así volvió al fin el niño a caer en la somnolencia, pero de pronto sintió el mismo misterioso contacto. Era siniestro; aquel leve toque de una presencia silenciosa e invisible, y llenó al niño de fatídicos temores. ...
En la línea 1121
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¿Por quién te tomo? ¿Por quién te voy a tomar sino por quien eres? Te tomo por Hugo Hendon –dijo enojado Miles. ...
En la línea 264
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Luego entró al Instituto y por las noches era su madre quien le tomaba las lecciones. Y estudió para tomárselas. Estudió todos aquellos nombres raros de la historia universal, y solía decirle sonriendo: « Pero ¡cuántas barbaridades han podido hacer los hombres, Dios mío!» Estudió matemáticas, y en esto fue en lo que más sobresalió aqueIla dulce madre. «Si mi madre llega a dedicarse a las matemáticas… » , se decía Augusto. Y recordaba el interés con que seguía el desarrollo de una ecuación de segundo grado. Estudió psicología, y esto era lo que más se le resistía. «Pero ¡qué ganas de complicar las cosas!», solía decir a esto. Estudió física y química a historia natural. De la historia natural lo que no le gustaba era aquellos motajos raros que se les da en ella a los animales y las plantas. La fisiología le causaba horror, y renunció a tomar sus lecciones a su hijo. Sólo con ver aquellas láminas que representaban el corazón o los pulmones al desnudo presentábasele la sanguinosa muerte de su marido. «Todo esto es muy feo, hijo mío –le decía–; no estudies médico. Lo mejor es no saber cómo se tienen las cosas de dentro.» ...
En la línea 277
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... El animalito buscaba el pecho de la madre. Augusto se levantó y volvióse a casa pensando: «Cuando lo sepa Eugenia, ¡mal golpe para mi rival! ¡Qué cariño le va a tomar al pobre animalito! Y es lindo, muy lindo. ¡Pobrecito, cómo me lame la mano… !» ...
En la línea 288
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... «Tengo que tomar alguna determinación –se decía Augusto paseándose frente a la casa número 58 de la avenida de la Alameda–; esto no puede segúir así.» ...
En la línea 488
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Al día siguiente de esto hablaba Eugenia en el reducido cuchitril de una portería con un joven, mientras la portera había salido discretamente a tomar el fresco a la puerta de la casa. ...
En la línea 1283
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Iba a detenerse a tomar un poco de aliento, cuando en medio de la oscuridad vio unos reflejos rojizos. ...
En la línea 1467
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Cuando, repuestos de la sorpresa, quisieron tomar la ofensiva, era demasiado tarde. ...
En la línea 2063
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Es preciso tomar medidas para poner a salvo nuestras riquezas y, en caso de una derrota, prepararnos la retirada. ...
En la línea 2075
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Sí, y te juro que no volveré a tomar las armas sino en defensa de mi tierra. ...
En la línea 71
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Pero, mientras tanto, debía buscar al narval por el norte del Pacífico, lo que para regresar a Francia significaba tomar el camino de los antípodas. ...
En la línea 121
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... La fragata, siguiendo por el lado de New Jersey, la admirable orilla derecha del río bordeada de hotelitos, pasó entre los fuertes, que saludaron su paso con varias salvas de sus cañones de mayor calibre. El Abraham Líncoln respondió al saludo arriando e izando por tres veces el pabellón norteamericano, cuyas treinta y nueve estrellas resplandecían en su pico de mesana. Luego modificó su marcha para tomar el canal balizado que sigue una curva por la bahía interior formada por la punta de Sandy Hook, y costeó esa lengua arenosa desde la que algunos millares de espectadores lo aclamaron una vez más. ...
En la línea 365
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Sí, señor profesor, pero más afortunado que usted, pude tomar pie casi inmediatamente sobre un islote flotante. ...
En la línea 430
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Tras haber agotado en vano nuestros recursos filológicos, me hallaba yo muy turbado y sin saber qué partido tomar, cuando me dijo Conseil: ...
En la línea 118
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... En la cocina había una puerta que comunicaba con la fragua. Quité la tranca y abrí el cerrojo de ella, y así pude tomar una lima de entre las herramientas de Joe. Luego cerré otra vez la puerta como estaba, abrí la que me dio paso la noche anterior al llegar a casa y, después de cerrarla de nuevo, eché a correr hacia los marjales cubiertos de niebla. ...
En la línea 129
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Él, mientras tanto, tragaba de un modo curioso la carne picada; más como quien quisiera guardar algo con mucha prisa y no como quien come, pero dejó la carne para tomar un trago de licor. Mientras tanto se estremecía con tal violencia que a duras penas podía conservar el cuello de la botella entre los dientes, de modo que se vio obligado a sujetarla con ellos. ...
En la línea 265
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... El interés de la persecución encomendada a los soldados no solamente absorbía la atención general, sino que hizo que mi hermana se sintiera liberal. Sacó del barril un cántaro de cerveza para los soldados e invitó al sargento a tomar una copa de aguardiente. Pero el señor Pumblechook se apresuró a decir: ...
En la línea 275
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... El sargento se bebió el segundo vaso y pareció dispuesto a tomar otro. Yo observé que el señor Pumblechook, impulsado por sus sentimientos hospitalarios, parecía olvidar que ya había regalado el vino, pero tomó la botella de manos de la señora y con su generosidad se captó las simpatías de todos. Incluso a mí me lo dejaron probar. Y estaba tan contento con su vino, que pidió otra botella y la repartió con la misma largueza en cuanto se hubo terminado la primera. ...
En la línea 258
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... La carta de su madre había caído sobre él como un rayo. Era evidente que ya no había tiempo para lamentaciones ni penas estériles. No era ocasión de ponerse a razonar sobre su impotencia, sino que debía obrar inmediatamente y con la mayor rapidez posible. Había que tomar una determinación, una cualquiera, costara lo que costase. Había que hacer esto o… ...
En la línea 331
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Entró en el figón, se bebió una copa de vodka y dio algunos bocados a un pastel que se llevó para darle fin mientras continuaba su paseo. Hacía mucho tiempo que no había probado el vodka, y la copita que se acababa de tomar le produjo un efecto fulminante. Las piernas le pesaban y el sueño le rendía. Se propuso volver a casa, pero, al llegar a la isla Petrovski, hubo de detenerse: estaba completamente agotado. ...
En la línea 436
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Una mesa casi vecina a la suya estaba ocupada por un estudiante al que no recordaba haber visto nunca y por un joven oficial. Habían estado jugando al billar y se disponían a tomar el té. De improviso, Raskolnikof oyó que el estudiante daba al oficial la dirección de Alena Ivanovna y empezaba a hablarle de ella. Esto le llamó la atención: hacía sólo un momento que la había dejado, y ya estaba oyendo hablar de la vieja. Sin duda, esto no era sino una simple coincidencia, pero su ánimo estaba dispuesto a entregarse a una impresión obsesionante y no le faltó ayuda para ello. El estudiante empezó a dar a su amigo detalles acerca de Alena Ivanovna. ...
En la línea 477
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Debes salir ‑dijo Nastasia tras un silencio‑. Te conviene tomar un poco el aire. Comerás, ¿verdad? ...
En la línea 401
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Pero yo no iré personalmente a buscarle —contesté con gran flema—. Usted se equivoca, señor Des Grieux. Todo eso pasará con el mayor decoro de lo que usted imagina. Iré ahora mismo a ver a Mr. Astley para rogarle que me sirva de mediador, de segundo, si usted lo prefiere. Es muy amigo mío y seguramente no se negará. Irá a casa del barón y el barón tendrá que recibirle; aunque yo sea un outchitel, y tenga aspecto de “Subalterno”, de individuo sin apoyo. Mr. Astley, nadie lo ignora, es sobrino de un lord auténtico, lord Pabroke, el cual se encuentra aquí. Esté seguro de que el barón se mostrará muy cortés con Mr. Astley y que le escuchará. Y si no le escuchara, Mr. Astley se considerará ofendido (ya sabe usted lo suspicaces que son los ingleses), y enviará al barón uno de sus amigos, pues él tiene muy buenos amigos. Las cosas, como usted ve, pueden tomar un aspecto distinto del que usted creía. ...
En la línea 757
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Alexei Ivanovitch, después de comer, a las cuatro, prepárate; volveremos allá. Entre tanto, adiós, que tengo que llamar algún pícaro médico, y además, tomar las aguas. Pero, sobre todo, avisa que me despierten. ...
En la línea 783
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —“Eh, ce n’es pas ça” —interrumpió Des Grieux irritado y desdeñoso a un tiempo (decididamente él lo dirigía todo). “Mon cher monsieur, notre cher général se trompe.” Al tomar ese tono, él quería decirle… es decir, advertirle, o más bien conjurarle para que no le pierda, si, ¡que no le pierda! Empleo esta palabra con toda intención… ...
En la línea 924
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —¿Pero y las aguas, abuela? ¿No ha venido usted para tomar las aguas? ...
En la línea 194
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Por tercera vez se intentó la partida, pero esta vez, siguiendo el consejo, Hal liberó los patines que habían quedado congelados en la nieve. El sobrecargado y rígido trineo se puso en marcha, con Buck y sus compañeros esforzándose frenéticamente bajo la lluvia de golpes. Un centenar de metros más adelante, la senda describía una curva y descendía en empinada pendiente hacia la calle principal. Para mantener en pie el inestable trineo habría hecho falta un hombre con experiencia, y Hal no lo era. Al tomar la curva con velocidad, el trineo volcó, desparramando la mitad de la carga mal sujeta. Los perros ni siquiera se detuvieron. El trineo aligerado botaba de un lado a otro tras ellos, irritados por el maltrato recibido y por la carga excesiva. Buck estaba furioso. Apretó la carrera, y el equipo lo siguió. Hal gritaba «¡soo! ¡soo!», pero ellos no le hacían caso. El tropezó y cayó. El trineo volcado pasó con estruendo por encima de él, y los perros prosiguieron a toda marcha, contribuyendo al jolgorio general en Skaguay al desparramar el resto de los trastos por la calle principal. ...
En la línea 253
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... En vano me afanaba yo por reconstruirle la vida romana. Bostezaba, se impacientaba, y acabó por insistir en que volviésemos a Nápoles, temprano «para tomar el té» con una amiga que la aguardaba en el hall del hotel. ...
En la línea 112
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Con tan alto patrocinio se presentó Miranda en la pacífica morada del feudatario colmenarista, siendo en efecto recibido cual lo exigía el venir de tal persona recomendado. Naturalmente se propuso no aparecer al pronto como candidato a la mano de Lucía. Sobre ser indelicadeza, fuera carencia de tacto; y además pretendía Miranda ante todo estudiar el terreno que pisaba. Halló ser verdad cuanto le había anunciado el prohombre y aun algo más en lo tocante a bienes de fortuna: vio una casa chapada a la antigua, tosca y popular en sus usos, pero honrada en todo, y un caudal sólido y seguro, diariamente acrecido por la celosa administración del señor Joaquín y su sencillez y parsimonia. Es cierto que el bueno del Leonés pareció a Miranda hombre de tediosa compañía, en todo vulgar e infeliz, corto de alcances, con sus ribetes de mentecato, pero hubo de sufrirlo, y aun de acomodarse a las ideas del viejo, tanto que éste llegó a no poder tomar café ni leer El Progreso Nacional, órgano de Colmenar, sin la salsa de los sabrosos comentarios que Miranda hacía a cada fondo, a cada suelto y gacetilla. Sabía Miranda de memoria el reverso, la cara interna de la política, y explicaba desenfadadamente las solapadas alusiones, las reticencias hábiles, las sátiras finas que en todo periódico importante abundan y son eterno logogrifo para el cándido suscritor provinciano. De suerte que desde su intimidad con Miranda, gozaba el señor Joaquín el hondo placer de la iniciación y miraba por cima del hombro a sus correligionarios leoneses, no admitidos en el santuario de la política reservada. Además de estos gustos que a la relación con Miranda debía, esponjábase el buen viejo -que ya sabemos cuán poco tenía de filósofo- cuando le encontraban las gentes mano a mano con tan bien portado caballero, íntimo del gobernador y familiar comensal de las gentes más encopetadas de la ciudad. ...
En la línea 225
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Lanzose desatinado al andén: el tren, con pérfida lentitud de reptil, comenzaba a resbalar suavemente por los rieles. Miranda le enseñó los puños, y un sentimiento de impotente y fría rabia apoderose de su espíritu. Así perdió un segundo, un segundo precioso. El andar del convoy se aceleraba, como el columpio que, empezando a oscilar, describe a cada paso curvas más abiertas, y vuela con brío mayor por los aires. Precipitadamente y sin mirar al terreno, saltó Miranda a la vía, para alcanzar los vagones de primera, que en aquel punto desfilaban ante sus ojos, como mofándose de él. Quiso lanzarse al estribo, pero al tocarle fue despedido a la vía con gran violencia, y cayó, sintiendo agudo y repentino dolor en el pie derecho. Quedose en el suelo, medio incorporado, profiriendo una imprecación de esas que en España los hombres más preciados de distinguidos y elegantes no recelan tomar del lenguaje patibulario de los facinerosos. El tren, rugiente, majestuoso y veloz, cruzó ante él, despidiendo la negra máquina centellas de fuego, semejantes a espíritus fantásticos danzando entre las tinieblas nocturnas. ...
En la línea 328
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Sí, en León… Si él supiese lo que pasa, tendría un terrible disgusto. ¡Él, que me hizo tantos cientos de encargos y advertencias! Que tuviésemos cuidado con los ladrones… con las enfermedades… con no tomar sol… con no mojarnos… Vamos, cuando lo pienso… ...
En la línea 346
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Agobiaba el calor, cada vez más sofocante. Al llegar a Alsasua, quejose nuevamente Lucía de sed, y Artegui, ofreciéndole el brazo, la condujo al comedor de la fonda, recordándole que era razón tomar algo, puesto que tantas horas habían transcurrido desde la cena. ...
En la línea 169
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Míster Fogg y él entraron en la gran sala de la estación. Allí, Phileas Fogg dio a Picaporte la orden de tomar dos billetes de primera para París, y después, al volverse, se encontró con sus cinco amigos del Reform Club. ...
En la línea 485
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -No. Falta un trozo de cincuenta millas entre este punto y Hallahabad, donde se vuelve a tomar la vía. ...
En la línea 521
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... A fin de abreviar la distancia, el guía dejó a la derecha el trazado de la vía cuyos trabajos se estaban ejecutando. El ferrocarril, a causa de los obstáculos que ofrecían las caprichosas ramificaciones de los montes Vindhias, no seguía el camino más corto, que era el que importaba tomar. El parsi, muy familiarizado con los senderos de su país, pretendía ganar unas veinte millas atajando por la selva, y descansaron en esto. ...
En la línea 663
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Phileas Fogg debía pues llegar a tiempo para tomar el vapor que partía al día siguiente, 25 de octubre a mediodía, en dirección a Hong Kong. ...

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