La palabra Suelta ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece suelta.
Estadisticas de la palabra suelta
Suelta es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 6130 según la RAE.
Suelta aparece de media 1.43 veces en cada libro en castellano.
Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la suelta en las obras de referencia de la RAE contandose 218 apariciones .
Errores Ortográficos típicos con la palabra Suelta
Cómo se escribe suelta o zuelta?
Más información sobre la palabra Suelta en internet
Suelta en la RAE.
Suelta en Word Reference.
Suelta en la wikipedia.
Sinonimos de Suelta.
Algunas Frases de libros en las que aparece suelta
La palabra suelta puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1260
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El conflicto de Jerez lo arreglaba en venticuatro horas. Que le diesen la autoridad y se vería lo que ero bueno. Los ejecuciones a raíz de lo de _La Mano Negra_, habían dado algún resultado. La gentuza se acobardó ante los cadalsos erigidos en la plaza de la Cárcel. Pero esto no era bastante. Convenía una sangría suelta para quitar fuerzas a la bestia rebelde. De mandar él, ya estarían en presidio los mangoneadores de todas las sociedades obreras del campo que traían revuelta a la ciudad. ...
En la línea 1329
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Güeno; pues que el hermano se meta las manos donde le quepan. Ande suelta la lengua too lo que quieras; pero si sacas las garras, niño, encárgate otra cara, porque esa te la eshago de un revés. ...
En la línea 5008
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Pero monseñor sabe bien que el escribano no suelta lo que co ge. ...
En la línea 7082
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Es muy peligroso pasar por aquella colina de noche, una vez cerradas las puertas de la ciudad, pues a esa hora se da suelta a muchos perros, fieros y grandes, que con toda seguridad derribarían y quizá destrozarían a cualquier desconocido que se acercase por allí. ...
En la línea 743
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Antes haced, dando la vida a estos papeles, que la tenga siempre la crueldad de Marcela, para que sirva de ejemplo, en los tiempos que están por venir, a los vivientes, para que se aparten y huyan de caer en semejantes despeñaderos; que ya sé yo, y los que aquí venimos, la historia deste vuestro enamorado y desesperado amigo, y sabemos la amistad vuestra, y la ocasión de su muerte, y lo que dejó mandado al acabar de la vida; de la cual lamentable historia se puede sacar cuánto haya sido la crueldad de Marcela, el amor de Grisóstomo, la fe de la amistad vuestra, con el paradero que tienen los que a rienda suelta corren por la senda que el desvariado amor delante de los ojos les pone. ...
En la línea 1434
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Alzó la vara en alto el comisario para dar a Pasamonte en respuesta de sus amenazas, mas don Quijote se puso en medio y le rogó que no le maltratase, pues no era mucho que quien llevaba tan atadas las manos tuviese algún tanto suelta la lengua. ...
En la línea 1982
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Todo esto dijo sin parar la que tan hermosa mujer parecía, con tan suelta lengua, con voz tan suave, que no menos les admiró su discreción que su hermosura. ...
En la línea 2663
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... »En esto, el que tenía Leonela de verse cualificada, no de con sus amores, llegó a tanto que, sin mirar a otra cosa, se iba tras él a suelta rienda, fiada en que su señora la encubría, y aun la advertía del modo que con poco recelo pudiese ponerle en ejecución. ...
En la línea 1231
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¡Cosa extraña! Otras veces no le sucedía esto, dormía a pierna suelta y despertaba en el momento oportuno. ...
En la línea 1244
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... yo le doy una sangría suelta. ...
En la línea 2234
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Pero doña Anuncia no necesitó más para dar rienda suelta al basilisco que llevaba dentro de sus entrañas. ...
En la línea 3927
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Y ya no le parecía impropio dar rienda suelta a su alegría, aquella alegría causada por fuerzas morales puramente y que tal vez era la alborada del día esplendoroso de la virtud. ...
En la línea 884
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —En algunas ocasiones, madona Lucrecia, que el Papa llamaba siempre a la española, dona Lucrecia mi hija, tenía oculta su esplendorosa mata de pelo dentro de amplia redecilla de oro con una piedra preciosa en cada cruce de sus mallas. Otras veces, orgulloso de tal opulencia capilar, daba suelta a sus chorros esplendorosos, que descendían casi a sus pies. Todavía se conserva en la Biblioteca de Milán un lindo rizo, color oro de fuego, de esta beldad hispanoitaliana, bucle cuyo tono brillante desafía al tiempo, y que hizo ensoñar tres siglos después a lord Byron, sumido en su contemplación. ...
En la línea 1832
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Aquel ni puedes incomodaba tanto al joven y le parecía tan humillante, que a punto estuvo de dar a su tía un mentís como una casa. Pero no pasó de aquí, pues doña Lupe tuvo que ocuparse de cosas más graves que averiguar si su sobrino podía o no podía. Papitos fue quien le salvó aquel día, atrayendo a sí toda la atención del ama de la casa. Porque la mona aquella tenía días. Algunos lo hacía todo tan bien y con tanta diligencia y aseo, que doña Lupe decía que era una perla. Pero otros no se la podía aguantar. Aquel día empezó de los buenos y concluyó siendo de los peores. Por la mañana había cumplido admirablemente; estuvo muy suelta de lengua y de manos, haciendo garatusas y dando brincos en cuanto la señora le quitaba la vista de encima. Semejante fiebre era señal de próximos trastornos. En efecto, por la tarde dividió en dos la tapa de una sopera, y desde entonces todo fue un puro desastre. Cuando se enfurruñaba creeríase que hacía las cosas mal adrede. Le mandaban esto y se salía con lo otro. No se pueden contar las faltas que cometió en una hora. Bien decía doña Lupe que tenía los demonios metidos en el cuerpo y que era mala, pero mala de veras, una sinvergüenza, una mal criada y una calamidad… en toda la extensión de la palabra. Y mientras más repelones le daban, peor que peor. Pasó tanta agua del puchero del agua caliente al puchero de la verdura, que esta quedó encharcada. Los garbanzos se quemaron, y cuando fueron a comerlos amargaban como demonios. La sopa no había cristiano que la pasara de tanta sal como le echó aquella condenada. Luego era una insolente, porque en vez de reconocer sus torpezas decía que la señora tenía la culpa, y que ella, la muy piojosa, no estaría allí ni un día más porque misté… en cualsiquiera parte la tratarían mejor. ...
En la línea 1871
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Más adelante tomarían alguna criada, porque no convenía tampoco que ella se matase a trabajar. Estarían seguramente en buena posición, y puede que algunos días tuvieran convidados a su mesa. La servidumbre es necesaria, y llegaría un día seguramente en que no se podrían pasar sin una niñera. Al oír esto, por poco suelta la risa Fortunata; pero se contuvo, concretándose a decir en su interior: «¡Para qué querrá niñeras este desventurado… !». ...
En la línea 1942
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Dios sabe lo que iba a contestar el acusado. Quedó suelta en el aire la primera palabra, porque llegó una visita. Era el Sr. de Torquemada, persona de confianza en la casa, que al entrar iba derecho al gabinete, a la cocina, al comedor o a donde quiera que la señora estuviese. La fisonomía de aquel hombre era difícil de entender. Sólo doña Lupe, en virtud de una larga práctica, sabía encontrar algunos jeroglíficos en aquella cara ordinaria y enjuta, que tenía ciertos rasgos de tipo militar con visos clericales. Torquemada había sido alabardero en su mocedad, y conservando el bigote y perilla, que eran ya entrecanos, tenía un no sé qué de eclesiástico, debido sin duda a la mansedumbre afectada y dulzona, y a un cierto subir y bajar de párpados con que adulteraba su grosería innata. La cabeza se le inclinaba siempre al lado derecho. Su estatura era alta, mas no arrogante; su cabeza calva, crasa y escamosa, con un enrejado de pelos mal extendidos para cubrirla. Por ser aquel día domingo, llevaba casi limpio el cuello de la camisa, pero la capa era el número dos, con las vueltas aceitosas y los ribetes deshilachados. Los pantalones, mermados por el crecimiento de las rodilleras, se le subían tanto que parecía haber montado a caballo sin trabillas. Sus botas, por ser domingo, estaban aquel día embetunadas y eran tan chillonas que se oían desde una legua. ...
En la línea 2028
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Aquella mujer que dormía a pierna suelta después de haber estrangulado, en connivencia con Torquemada, a un infeliz deudor, estaba intranquila ante los problemas de conciencia que le había planteado su sobrino tan candorosamente. Si quería tanto a esa mujer, ¿con qué derecho oponerse a que se casara con ella? Y si tenía la tal inclinaciones honradas, y buen síntoma de honradez era el ser tan económica, ¿quién cargaba con la responsabilidad de atajarla en el camino de la reforma? Doña Lupe empezó a llenarse de escrúpulos. Su corazón no era depravado sino en lo tocante a préstamos; era como los que tienen un vicio, que fuera de él, y cuando no están atacados de fiebre, son razonables, prudentes y discretos. ...
En la línea 1745
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Pero el molusco por excelencia que destila la perla es la madreperla, la Meleagrina margaritifera, la preciosa pintadina. La perla no es más que una concreción nacarada de forma globulosa, que se adhiere a la concha de la ostra o se incrusta en los pliegues del animal. Cuando se aloja en las valvas, la perla es adherente; cuando lo hace en la carne, está suelta. Siempre tiene por núcleo un pequeño cuerpo duro, ya sea un óvulo estéril, ya un grano de arena, en torno al cual va depositándose la materia nacarada a lo largo de varios años, sucesivamente y en capas finas y concéntricas. ...
En la línea 3060
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Entre los peces de esos parajes que no había tenido aún la ocasión de estudiar, anoté diversas especies. Entre los cartilaginosos, los petromizones, especie de anguilas de quince pulgadas de longitud, con la cabeza verdosa, las aletas violetas, el dorso gris azulado, el vientre marrón y plateado con motas de vivos colores y el iris de los ojos en un círculo de oro, curiosos animales a los que la corriente del Amazonas había debido arrastrar hasta alta mar, pues habitan las aguas dulces. También unas rayas tuberculadas de puntiagudo hocico, de cola larga y suelta, armadas de un largo aguijón dentado; pequeños escualos de un metro, de piel gris y blancuzca, cuyos dientes, dispuestos en varias filas, se curvan hacia atrás, yque se conocen vulgarmente con el nombre de «pantuflas»; lofios vespertilios, como triángulos isósceles, rojizos, de medio metro aproximadamente, cuyos pectorales tienen unas prolongaciones carnosas que les dan el aspecto de murciélagos pero a los que su apéndice córneo, situado cerca de las fosas nasales, les ha dado el nombre de unicornios marinos; en fin, algunas especies de balistes, el curasaviano, cuyos flancos punteados brillan como el oro, y el caprisco, violeta claro de sedosos matices como el cuello de una paloma. ...
En la línea 3061
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Terminaré esta nomenclatura un tanto seca pero muy exacta con la serie de los peces óseos que observé: apterónotos, con el hocico muy obtuso y blanco como la nieve, en contraste con el negro brillante del cuerpo, y que están provistos de una tira carnosa muy larga y suelta; odontognatos, con sus aguijones; sardinas de tres decímetros de largo, resplandecientes con sus tonos plateados; escómbridos guaros, provistos de dos aletas anales; centronotos negros de tintes muy oscuros, que se pescan con hachones, peces de dos metros de longitud, de carne grasa, blanca y firme, que cuando están frescos tienen el gusto de la anguila, y secos el del salmón ahumado; labros semirrojos, revestidos de escamas únicamente en la base de las aletas dorsales y anales; crisópteros, en los que el oro y la plata mezclan sus brillos con los del rubí y el topacio; esparos de cola dorada, cuya carne es extremadamente delicada y a los que sus propiedades fosforescentes traicionan en medio del agua; esparos pobs, de lengua fina, con colores anaranjados; esciénidos coro con las aletas caudales doradas, acanturos negros, anableps de Surinam, etc. ...
En la línea 3200
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... La corriente arrastraba con ella a todo un mundo de seres vivos. Los argonautas, tan comunes en el Mediterráneo, viajaban por ella en gran número. Entre los cartilaginosos, los más notables eran las rayas, cuya cola, muy suelta, constituía casi la tercera parte de un cuerpo que tomaba la forma de un gran rombo de veinticinco pies de largo. Había también pequeños escualos, de un metro, con la cabeza grande, el hocico corto y redondeado, puntiagudos dientes dispuestos en varias hileras, y cuyos cuerpos parecían cubiertos de escamas. ...
En la línea 1312
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Ha dado suelta a la lengua sólo para lucirse ‑gruñó inesperadamente Raskolnikof. ...
En la línea 1500
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Bah! Son criaturas, chiquillos inconscientes, no verdaderos bandidos. Se reúnen cincuenta para un negocio. Esto es un disparate. Aunque no fueran más que tres, cada uno de ellos habría de tener más confianza en los otros que en si mismo, pues bastaría que cualquiera de ellos diera suelta a la lengua en un momento de embriaguez, para que todo se fuera abajo. ¡Chiquillos inconscientes, no lo dude! Envían a cualquiera a cambiar los billetes en los bancos. ¡Confiar una operación de esta importancia al primero que llega! Además, admitamos que esos muchachos hayan tenido suerte y que hayan logrado ganar un millón cada uno. ¿Y después? ¡Toda la vida dependiendo unos de otros! ¡Es preferible ahorcarse! Esa banda ni siquiera supo poner en circulación los billetes. Uno va a cambiar billetes grandes en un banco. Le entregan cinco mil rublos y él los recibe con manos temblorosas. Cuenta cuatro mil, y el quinto millar se lo echa al bolsillo tal como se lo han dado, a toda prisa, pensando solamente en huir cuanto antes. Así da lugar a que sospechen de él. Y todo el negocio se va abajo por culpa de ese imbécil. ¡Es increíble! ...
En la línea 1908
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑No entro, pues el tiempo apremia ‑dijo apresuradamente cuando le abrieron‑. Duerme a pierna suelta y con perfecta tranquilidad. Quiera Dios que su sueño dure diez horas. Nastasia está a su lado y le he ordenado que no lo deje hasta que yo vuelva. Ahora voy por Zosimof para que le eche un vistazo. Luego vendrá a informarlas y ustedes podrán acostarse, cosa que buena falta les hace, pues bien se ve que están agotadas. ...
En la línea 1951
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... En esto apareció Zosimof. Había pasado la noche en el salón de Praskovia Pavlovna y se disponía a volver a su casa. Rasumikhine le dijo que Raskolnikof dormía a pierna suelta. Zosimof dispuso que no se le despertara y prometió volver a las once. ...
En la línea 235
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Agitábase ya Lucía en su asiento, y echando abajo el chal escocés e incorporándose, se frotaba asombrada los ojos con los nudillos, a la manera de las criaturas soñolientas. Tenía revuelto y aplastado el pelo, y muy encendido el lado del rostro sobre que reposara; una trenza suelta le descendía por el hombro, y, destrenzándose por la punta, ondeaba en tres mechones. Arrugada la blanca enagua, se insubordinaba bajo el vestido de paño; un lazo de un zapato se había desatado, flotando y cubriendo el empeine del pie. Lucía miraba en derredor con ojos vagos e inciertos; estaba seria y atónita. ...

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