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La palabra hacerles
Cómo se escribe

la palabra hacerles

La palabra Hacerles ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece hacerles.

Estadisticas de la palabra hacerles

Hacerles es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 12174 según la RAE.

Hacerles aparece de media 6.02 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la hacerles en las obras de referencia de la RAE contandose 915 apariciones .

Errores Ortográficos típicos con la palabra Hacerles

Cómo se escribe hacerles o hacerrles?
Cómo se escribe hacerles o hacerlez?
Cómo se escribe hacerles o acerles?

Más información sobre la palabra Hacerles en internet

Hacerles en la RAE.
Hacerles en Word Reference.
Hacerles en la wikipedia.
Sinonimos de Hacerles.


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece hacerles

La palabra hacerles puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1257
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Él conocía la historia; había leído más que los que le escuchaban y se dignaba hacerles partícipes de sus conocimientos, con protectora bondad. ...

En la línea 944
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Y como, según su ima ginación gascona, de aquella audiencia dependía todo su porvenir, saludó cortésmente a Porthos y Aramis, declarando que no proseguirla la partida sino cuando estuviera en situación de hacerles frente, y se volvió para situarse junto a la soga y en la galería. ...

En la línea 5388
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... El señor de Tréville acababa de hacerles avisar que la intención muy meditada de Su Majestad era iniciar la campaña el primero de mayo, y tenían que preparar de inmediato los equipos. ...

En la línea 7563
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Athos aprovechó ese momento para decir a sus dos compañeros que cerraran la puerta por dentro y para hacerles seña de que vinieran a escuchar con él. ...

En la línea 7923
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¿Merecía la pena molestarnos por una veintena de bribones armados de piquetas, de azadones y de palas? Gr imaud no hubiera debido hacer otra cosa que hacerles señas de que se fueran y estoy convencido de que nos habrían dejado tranquilos. ...

En la línea 5721
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Con seguridad que a una partida de _carlinos_ o de bandoleros no le costaría gran trabajo atravesar el puente y hacerles prisioneros a todos ustedes. ...

En la línea 5881
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... A la mañana siguiente, los dos _curas_ facciosos se me metieron en casa; pero en cuanto me levanté para hacerles cara se retiraron y no supe más de ellos, excepto que me anatematizaron más de una vez públicamente en la iglesia; como no me resultó daño alguno, el suceso me preocupó muy poco. ...

En la línea 5633
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Que cuenta de la noticia que se tuvo de cómo se había de desencantar la sin par Dulcinea del Toboso, que es una de las aventuras más famosas deste libro Grande era el gusto que recebían el duque y la duquesa de la conversación de don Quijote y de la de Sancho Panza; y, confirmándose en la intención que tenían de hacerles algunas burlas que llevasen vislumbres y apariencias de aventuras, tomaron motivo de la que don Quijote ya les había contado de la cueva de Montesinos, para hacerle una que fuese famosa (pero de lo que más la duquesa se admiraba era que la simplicidad de Sancho fuese tanta que hubiese venido a creer ser verdad infalible que Dulcinea del Toboso estuviese encantada, habiendo sido él mesmo el encantador y el embustero de aquel negocio); y así, habiendo dado orden a sus criados de todo lo que habían de hacer, de allí a seis días le llevaron a caza de montería, con tanto aparato de monteros y cazadores como pudiera llevar un rey coronado. ...

En la línea 6445
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... El mancebo agradeció al gobernador la merced que quería hacerles de volverlos a su casa, y así, se encaminaron hacia ella, que no estaba muy lejos de allí. ...

En la línea 5953
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... No era el bueno de don Francisco el más rico americano de la Colonia; algunos millones más tenía don Frutos, pero al Vespucio de las Águilas ni don Frutos ni San Frutos ni nadie le ponía el pie delante tocante al rumbo y él era el único vetustense que hacía visitas en coche y tenía lacayos de librea con galones a diario, si bien a estos lacayos jamás conseguía hacerles vestirse con la pulcritud, corrección y severidad que él había observado en los congéneres de la Corte. ...

En la línea 7868
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Inventó muchos medios para hacerles verse y hablarse sin que ellos lo buscasen, al menos sin que lo buscase Ana. ...

En la línea 563
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Abajo, en torno de las piernas del Hombre-Montaña, el desorden iba en aumento. Los jinetes eran escasos para contener la creciente muchedumbre de curiosos. Además hacían mayor la confusión muchas familias de la alta sociedad, que, al enterarse por los periódicos de un espectáculo tan inesperado, llegaban ansiosamente sobre sus rápidos vehículos. Estas gentes privilegiadas se iban colocando junto al coloso, sin que los oficiales de la policía se atreviesen a hacerles retroceder. ...

En la línea 5401
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Izquierdo y el cobrador municipal le convidaron a unas copas; pero él no quiso aceptar, porque le repugnaba el aguardiente. Oyoles la conversación sin aparentar oírla, aunque nada interesante tenía para él, pues versó sobre si la Villa iba a suprimir tantas y tantas mulas del ramo de jardines y paseos para repartirse la cebada entre los concejales. Después el recaudador sacó a relucir no sé qué asunto de familia, quejándose de las continuas enfermedades de su esposa, de lo que Izquierdo tomó pie para decir unas cuantas barbaridades sobre las ventajas de no tener familia que mantener. «Musotros los viudos estamos como queremos» dijo volviéndose a Maxi y dándole un palmetazo en el hombro. El pobre muchacho hizo como que aprobaba la idea, sonriendo, y para sí dio unas cuantas vueltas al manubrio de la lógica: «Se te ha encargado que no descubras nada; se te ha dicho que tengas cuidado con lo que hablas delante de mí, dromedario, y tú, como todos, te empeñas en meterme en la cabeza la idea de que estoy viudo. No cuentas con que mi cabeza es un prodigio de claridad y raciocinio. A buena parte vienes. Verás cómo destruyo tus sofismas y mentiras. Verás lo que puede el cálculo de un cerebro lleno de luz… ¡Con que yo viudo! Lo mismo que mi tía, que me dijo ayer: «desde que enviudaste, pareces otro… ». Me conviene hacerles creer que me lo trago. Con mi lógica me las arreglo admirablemente y me río del mundo. ¡Qué bonita es la lógica; pero qué bonita! ¡Y qué hermosura tener la cabeza como la tengo ahora, libre de toda apreciación fantasmagórica, atenta a los hechos, nada más que a los hechos, para fundar en ellos un raciocinio sólido!… Pero vámonos a mi casa, que mi tía me espera». ...

En la línea 557
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Sí, señor, y es la siguiente: es posible que algunos acontecimientos imprevistos me obliguen a encerrarles en sus camarotes por algunas horas o algunos días, según los casos. Por ser mi deseo no utilizar nunca la violencia, espero de ustedes en esos casos, más aún que en cualquier otro, una obediencia pasiva. Al actuar así, cubro su responsabilidad, les eximo totalmente, pues debo hacerles imposible ver lo que no debe ser visto. ¿Aceptan ustedes esta condición? ...

En la línea 2442
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Con la mezcla de esta miel y de la pasta del artocarpo podré hacerles un pastel suculento -dijo Ned. ...

En la línea 1865
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Hablaban en el rellano, ante la misma puerta de la patrona. Nastasia permanecía en el último escalón, con una luz en la mano. Rasumikhine daba muestras de gran agitación. Media hora antes, cuando acompañaba a Raskolnikof, estaba muy hablador (se daba perfecta cuenta de ello), pero fresco y despejado, a pesar de lo mucho que había bebido. Ahora sentía una especie de exaltación: el vino ingerido parecía actuar de nuevo en él, y con redoblado efecto. Había cogido a las dos mujeres de la mano y les hablaba con una vehemencia y una desenvoltura extraordinarias. Casi a cada palabra, sin duda para mostrarse más convincente, les apretaba la mano hasta hacerles daño, y devoraba a Avdotia Romanovna con los ojos del modo más impúdico. A veces, sin poder soportar el dolor, las dos mujeres libraban sus dedos de la presión de las enormes y huesudas manos; pero él no se daba cuenta y seguía martirizándolas con sus apretones. Si en aquel momento ellas le hubieran pedido que se arrojara de cabeza por la escalera, él lo habría hecho sin discutir ni vacilar. Pulqueria Alejandrovna no dejaba de advertir que Rasumikhine era un hombre algo extravagante y que le apretaba demasiado enérgicamente la mano, pero la actitud y el estado de su hijo la tenían tan trastornada, que no quería prestar atención a los extraños modales de aquel joven que había sido para ella la Providencia en persona. ...

En la línea 2738
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑No estoy de acuerdo. Según ese criterio, en este mundo un hombre sólo puede perjudicar a sus semejantes y no tiene derecho a hacerles el menor bien, a causa de las estúpidas conveniencias sociales. Esto es absurdo. Si yo muriese y legara esta suma a su hermana, ¿se negaría ella a aceptarla? ...

En la línea 2792
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Hubo un momento de silencio. Lujine sacó con toda lentitud un pañuelo de batista perfumado y se sonó con aire de hombre amable pero herido en su dignidad y decidido a pedir explicaciones. Apenas había entrado en el vestíbulo, le había acometido la idea de no quitarse el gabán y retirarse, para castigar severamente a las dos damas y hacerles comprender la gravedad del acto que habían cometido. Pero no se había atrevido a tanto. Por otra parte, le gustaban las situaciones claras y deseaba despejar la siguiente incógnita: Pulqueria Alejandrovna y su hija debían de tener algún motivo para haber desatendido tan abiertamente su prohibición, y este motivo era lo primero que él necesitaba conocer. Después tendría tiempo de aplicar el castigo adecuado. ...

En la línea 3554
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Todo esto irritó profundamente a Catalina Ivanovna, que juzgó que no valía la pena haber hecho tantos preparativos. Por temor a que faltara espacio, había dispuesto los cubiertos de los niños no en la mesa común, que ocupaba casi toda la habitación, sino en un rincón sobre un baúl. Los dos más pequeños estaban sentados en una banqueta, y Poletchka, como niña mayor, había de cuidar de ellos, hacerles comer, sonarlos, etc. ...

En la línea 581
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Probablemente, en los balnearios y en los hoteles de toda Europa, cuando el gerente destina una habitación a los huéspedes, se guía más que por los gustos de ellos por su opinión personal acerca de la cuenta que podrá hacerles pagar. Pero Dios sabe por qué se destinó a la abuela un alojamiento cuya suntuosidad no dejaba nada que desear: cuatro habitaciones magníficamente amuebladas, con sala de baño, dormitorios para los criados, para la camarera, etc. En efecto, estas habitaciones habían sido ocupadas, una semana antes, por una gran duquesa, lo que se apresuraron en poner de relieve a la nueva huésped, con lo cual les daban más valor a esos departamentos, para justificar, así, su elevado precio. ...


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