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La palabra conocimientos
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la palabra conocimientos

La palabra Conocimientos ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
Memoria De Las Islas Filipinas. de Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Amnesia de Amado Nervo
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece conocimientos.

Estadisticas de la palabra conocimientos

Conocimientos es una de las palabras más utilizadas del castellano ya que se encuentra en el Top 5000, en el puesto 2155 según la RAE.

Conocimientos tienen una frecuencia media de 44.91 veces en cada libro en castellano

Esta clasificación se basa en la frecuencia de aparición de la conocimientos en 150 obras del castellano contandose 6827 apariciones en total.

Más información sobre la palabra Conocimientos en internet

Conocimientos en la RAE.
Conocimientos en Word Reference.
Conocimientos en la wikipedia.
Sinonimos de Conocimientos.


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece conocimientos

La palabra conocimientos puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1257
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Él conocía la historia; había leído más que los que le escuchaban y se dignaba hacerles partícipes de sus conocimientos, con protectora bondad. ...

En la línea 1199
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... En cuanto a D'Artagnan, ya sabemos cómo se había alojado y ya hemos trabado conocimientos con su lacayo, maese Planchet. ...

En la línea 6832
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Se le expuso el asunto y se le dijo cuán urgente era encontrar un lugar para Ketty entre todos sus altos conocimientos. ...

En la línea 9925
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Por eso, como hemos dicho, Aramis había escrito inmediatamente a Marie Michon, aquella costurera de Tours q ue tan buenos conocimientos tenía, para que obtuviese que la reina diese autorización a la señora Bona cieux de salir del convento y retirarse bien a Lorraine, bien a Bélgica. ...

En la línea 10100
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¡Oh! Cuando he dicho que estaba sola -dijo Milady, esperando hacer hablar a la novicia hablando de ella misma-, no es por falta de tener algunos conocimientos situados arriba; pero estos conocimientos tiemblan ante el cardenal: la reina misma no se atreve a sostener a al guien contra el cardenal; tengo pruebas de que su majestad, pese a su excelente corazón, ha sido obligada más de una vez a abandonar a la cólera de Su Eminencia a personas que la habían servido. ...

En la línea 191
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Una cuenta compensativa de las oficinas de hacienda de Manila sobre este jénero de operaciones, hubiera manifestado al Gobierno resultados seguros para tomar una determinacion en este punto; pero de todos modos es preciso proceder del principio de que cuando los empleados del gobierno hacen esa clase de tráficos en jéneros de comercio libre, pierde aquel siempre, porque sus ajentes son malos administradores, á quienes falta el cálculo y conocimientos de los precios del mercado y demas circunstancias que asisten y concurren siempre en los comerciantes particulares en negocios propios. ...

En la línea 426
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... , y el 5 del presente recayó la soberana aprobacion, no de un reglamento pomposo, pues que este ha de formarse con presencia de otros datos que se están reuniendo; no de una grande oficina, pues que ha de constar de administrador, interventor y mozo de oficio celador, personal el mas reducido para cualquiera administracion subalterna del reino; y no el nombramiento de administrador é interventor se hizo en dos favoritos, sino que la del primero recayó en un sugeto, que ademas de haber ya estado en Manila, ha sido con jeneral aceptacion jefe de una de las administraciones principales del reino y oficial de la direccion, apreciado por esta por su celo, probidad y conocimientos; y la de interventor en otro que ha sido vice-director del observatorio astronómico, de notoria ilustracion, hijo del director jeneral de loterías, cuyos servicios y padecimientos son tan sabidos; y ambos por fin patriotas sin tacha alguna. ...

En la línea 4183
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Todos sus conocimientos en esta lengua se reducían a dos palabras: _knife_ y _fork_, las cuales traduje a sus equivalentes en español; el viejo me declaró inglés al instante, y blandiendo su escopeta exclamó: —Este hombre no es Calros; es inglés, como tiene dicho, y el que trate de molestarle se las entenderá con Antonio de la Trava, _el valiente de Finisterre_. ...

En la línea 5363
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Me reconoció y me hizo recordar la victoria que obtuve sobre él en la disputa acerca de nuestros respectivos conocimientos en _gitano_ cerrado, en el que Sevilla, el torero, no tenía par. ...

En la línea 6064
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Como tenía muchos conocimientos en el pueblo bajo, escogí ocho personas inteligentes para que cooperasen en mi tarea; cinco de ellas eran mujeres. ...

En la línea 1641
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... No se necesitan grandes conocimientos de geología para comprender los hechos maravillosos que indica esta escena, y, sin embargo, lo confieso, sentí al principio tal sorpresa que no quería creer en las pruebas más evidentes. encontraba en un lugar en que en otro tiempo un grupo de árboles hermosos había extendido sus ramas sobre las costas del Atlántico, cuando este océano, rechazado hoy a 700 millas de distancia (1.126 kilómetros) venía a bañar el pie de los Andes ...

En la línea 3116
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Las llanuras de Patagonia son ilimitadas; apenas puede atravesárselas; por eso son tan desconocidas; parece que desde hace siglos deben hallarse en el estado en que hoy se ven y que para siempre han de seguir sin cambio alguno en su superficie. , como suponían los antiguos, fuese la tierra plana y rodeada por una faja de agua o por desiertos, verdaderas hornazas, imposibles de atravesar, ¿quién dejaría de experimentar profunda, aunque indefinida sensación, al borde de esos límites impuestos a los conocimientos humanos? Quédame que señalar bajo el punto de vista pintoresco, el panorama que se desarrolla a los pies del viajero situado en la cima de una montaña elevada. cuadro bajo ciertos puntos de vista, no es, en realidad hermoso, pero el recuerdo que deja impreso perdura largo tiempo ...

En la línea 3136
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... r otra parte, como el viajero, fuerza es decirlo, permanece poco tiempo en cada lugar, no pueden sus descripciones cargarse de detalles de observación, de lo que resulta, y esto me ha costado muy caro, que siempre se está dispuesto a reemplazar los conocimientos que faltan con hipótesis poco fundadas. ...

En la línea 1298
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Se portó como un valiente; en muchas batallas demostró grandes conocimientos en el arte de Vauban, construyó duraderos y bien dispuestos fuertes en varias costas, y llegó pronto a coronel de ejército, comandante del cuerpo. ...

En la línea 2453
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Mucho más de la mitad del caudal fugitivo de sus conocimientos consiste en los recortes de la Correspondencia que los periódicos pobres se van echando, como pelotas, de tijeras en tijeras. ...

En la línea 8886
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Visitaba pocas casas y muchas huertas; sus grandes conocimientos y práctica hábil en arboricultura y floricultura, le hacían árbitro de todos los parques y jardines del pueblo; conocía hoja por hoja la huerta del marqués de Corujedo, había plantado árboles en la de Vegallana, visitaba de tarde en tarde el jardín inglés de doña Petronila; pero ni conocía de vista al Gran Constantino, al obispo madre, ni había entrado jamás en el gabinete de doña Rufina, ni tenía con el marqués de Corujedo más trato que el del Casino. ...

En la línea 9914
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¡claro! Tenía cierto miedo a los conocimientos médicos de don Álvaro. ...

En la línea 767
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Los contemporáneos de Rodrigo tuvieron a éste por «hombre de ingenio, hábil para todo, de altos pensamientos, sagaz por naturaleza y de admirable actividad en el manejo de los negocios». No era gran orador, pero mostraba una palabra elocuente en conversaciones y pequeñas asambleas, que parecía agrandar sus conocimientos literarios deslumbrando al auditorio. ...

En la línea 818
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —Hay que reconocer su obra de preceptora—siguió diciendo don Manuel—. Los cuatro hijos de la populachera Vannoza, bajo la educación de esta Orsini valenciana, adquirieron todos los conocimientos escogidos que podían obtener en aquella época los primogénitos de los príncipes. Debió de ser hembra enérgica y algo dura en sus lecciones. Lo prueba el hecho de que los hijos del Papa, cuando fueron personajes célebres, aunque no dejaron de tratar a su prima y maestra, mostraban siempre hacia ella cierta frialdad rencorosa. ...

En la línea 1801
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Si en el orden literario no mostraba ninguna aplicación, en lo tocante al arte social no sólo era aplicadísima, sino que revelaba aptitudes notables. Las lecciones que Maximiliano le daba referentes a cosas de urbanidad y a conocimientos rudimentarios de los que exige la buena educación eran tan provechosas, que le bastaban a veces indicaciones leves para asimilarse una idea o un conjunto de ideas. «Aunque te estorbe lo negro—le decía él—, me parece que tú tienes talento». En poco tiempo le enseñó todas las fórmulas que se usan en una visita de cumplido, cómo se saluda al entrar y al despedirse, cómo se ofrece la casa y otras muchas particularidades del trato fino. Y también aprendió cosas tan importantes como la sucesión de los meses del año, que no sabía, y cuál tiene treinta y cuál treinta y un días. Aunque parezca mentira, este es uno de los rasgos característicos de la ignorancia española, más en las ciudades que en las aldeas, y más en las mujeres que en los hombres. Gustaba mucho de los trabajos domésticos, y no se cansaba nunca. Sus músculos eran de acero, y su sangre fogosa se avenía mal con la quietud. Como pudiera, más se cuidaba de prolongar los trabajos que de abreviarlos. Planchar y lavar le agradaba en extremo, y entregábase a estas faenas con delicia y ardor, desarrollando sin cansarse la fuerza de sus puños. Tenía las carnes duras y apretadas, y la robustez se combinaba en ella con la agilidad, la gracia con la rudeza para componer la más hermosa figura de salvaje que se pudiera imaginar. Su cuerpo no necesitaba corsé para ser esbeltísimo. Vestido enorgullecía a las modistas; desnudo o a medio vestir, cuando andaba por aquella casa tendiendo ropa en el balcón, limpiando los muebles o cargando los colchones cual si fueran cojines, para sacarlos al aire, parecía una figura de otros tiempos; al menos, así lo pensaba Rubín, que sólo había visto belleza semejante en pinturas de amazonas o cosa tal. Otras veces le parecía mujer de la Biblia, la Betsabée aquella del baño, la Rebeca o la Samaritana, señoras que había visto en una obra ilustrada, y que, con ser tan barbianas, todavía se quedaban dos dedos más abajo de la sana hermosura y de la gallardía de su amiga. ...

En la línea 2140
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... El sacerdote se sonrió. «Quiero decir tratar con intimidad; hombres con quienes ha vivido usted en relaciones de un mes, de dos… esta es la cosa. No me refiero a los conocimientos de un instante, que eso vendrá después». ...

En la línea 3076
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... ¿De qué hablaban aquellos hombres durante tantas y tantas horas? El español es el ser más charlatán que existe sobre la tierra, y cuando no tiene asunto de conversación, habla de sí mismo; dicho se está que ha de hablar mal. En nuestros cafés se habla de cuanto cae bajo la ley de la palabra humana desde el gran día de Babel, en que Dios hizo las opiniones. Óyense en tales sitios vulgaridades groseras, y también conceptos ingeniosos, discretos y oportunos. Porque no sólo van al café los perdidos y maldicientes; también van personas ilustradas y de buena conducta. Hay tertulias de militares, de ingenieros; las de empleados y estudiantes son las que más abundan, y los provincianos forasteros llenan los huecos que aquellos dejan. En un café se oyen las cosas más necias y también las más sublimes. Hay quien ha aprendido todo lo que sabe de filosofía en la mesa de un café, de lo que se deduce que hay quien en la misma mesa pone cátedra amena de los sistemas filosóficos. Hay notabilidades de la tribuna o de la prensa, que han aprendido en los cafés todo lo que saben. Hombres de poderosa asimilación ostentan cierto caudal de conocimientos, sin haber abierto un libro, y es que se han apropiado ideas vertidas en esos círculos nocturnos por los estudiosos que se permiten una hora de esparcimiento en tertulias tan amenas y fraternales. También van sabios a los cafés; también se oyen allí observaciones elocuentes y llenas de sustancia, exposiciones sintéticas de profundas doctrinas. No es todo frivolidad, anécdotas callejeras y mentiras. El café es como una gran feria en la cual se cambian infinitos productos del pensamiento humano. Claro que dominan las baratijas; pero entre ellas corren, a veces sin que se las vea, joyas de inestimable precio. ...

En la línea 3381
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —¿Y quién es Juan Pablo? ¡Vaya unos conocimientos que me quieres colgar… ! ...

En la línea 2215
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El Mediterráneo, el mar azul por excelencia, el «gran mar» de los hebreos, el «mar» de los griegos, el mare nostrum de los romanos; bordeado de naranjos, de áloes, de cactos, de pinos marítimos; embalsamado por el perfume de los mirtos; rodeado de montañas; saturado de un aire puro y transparente, pero incesantemente agitado por los fuegos telúricos, es un verdadero campo de batalla en el que Neptuno y Plutón se disputan todavía el imperio del mundo. En él, en sus aguas y en sus orillas, dijo Michelet, el hombre se revigoriza en uno de los más poderosos climas de la Tierra. Pero apenas me fue dada la oportunidad de observar la belleza de esta cuenca de dos millones de kilómetros cuadrados de superficie. Tampoco pude contar con los conocimientos personales del capitán Nemo, pues el enigmático personaje no apareció ni una sola vez en el salón durante una travesía efectuada a gran velocidad. Estimo en unas seiscientas leguas el camino recorrido por el Nautilus bajo la superficie del Mediterráneo y en un tiempo de cuarenta y ocho horas. Habíamos abandonado los parajes de Grecia en la mañana del 16 de febrero y al salir el sol el 18 ya habíamos atravesado el estrecho de Gibraltar. ...

En la línea 1019
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Como era demasiado talludo para concurrir a la sala de la tía abuela del señor Wopsle, terminó mi educación a las órdenes de aquella absurda señora. Ello no ocurrió, sin embargo, hasta que Biddy no me hubo transmitido todos sus conocimientos, desde el catálogo de precios hasta una canción cómica que un día compró por medio penique. Apenas tenía significado para mí, pero, sin embargo, en mi deseo de adquirir conocimientos, me la aprendí de memoria con la mayor gravedad. ...

En la línea 1019
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Como era demasiado talludo para concurrir a la sala de la tía abuela del señor Wopsle, terminó mi educación a las órdenes de aquella absurda señora. Ello no ocurrió, sin embargo, hasta que Biddy no me hubo transmitido todos sus conocimientos, desde el catálogo de precios hasta una canción cómica que un día compró por medio penique. Apenas tenía significado para mí, pero, sin embargo, en mi deseo de adquirir conocimientos, me la aprendí de memoria con la mayor gravedad. ...

En la línea 1115
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Joe, examinando aquel hierro con sus conocimientos de herrero, declaró que había sido limado hacía bastante tiempo. Los empleados de los pontones que, enterados del caso, vinieron a examinar el grillete corroboraron la opinión de Joe. No precisaron la fecha en que aquel grillete, que indudablemente perteneció a los Pontones, había podido salir de ellos, pero aseguraban que no pertenecía a ninguno de los dos penados que se escaparon en la noche anterior. Además, uno de los dos fugitivos fue apresado de nuevo, y observaron que todavía llevaba su propio grillete. ...

En la línea 1132
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Yo empezaba a envanecerme de mis conocimientos, porque en ellos me gastaba las guineas que recibía el día de mi cumpleaños, y al mismo objeto dedicaba también la mayor parte de mi dinero, aunque no tengo ahora ninguna duda de que lo poco que aprendía me costaba muy caro. ...

En la línea 908
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Pero escucha un momento, botarate! ¿Es que te has vuelto loco? Puedes hacer lo que quieras, pero yo tampoco tengo lecciones y me río de eso. Estoy en tratos con el librero Kheruvimof, que es una magnífica lección en su género. Yo no lo cambiaría por cinco lecciones en familias de comerciantes. Ese hombre publica libritos sobre ciencias naturales, pues esto se vende como el pan. Basta buscar buenos títulos. Me has llamado imbécil más de una vez, pero estoy seguro de que hay otros más tontos que yo. Mi editor, que es poco menos que analfabeto, quiere seguir la corriente de la moda, y yo, naturalmente, le animo… Mira, aquí hay dos pliegos y medio de texto alemán. Puro charlatanismo, a mi juicio. Dicho en dos palabras, la cuestión que estudia el autor es la de si la mujer es un ser humano. Naturalmente, él opina que sí y su labor consiste en demostrarlo elocuentemente. Kheruvimof considera que este folleto es de actualidad en estos momentos en que el feminismo está de moda, y yo me encargo de traducirlo. Podrá convertir en seis los dos pliegos y medio de texto alemán. Le pondremos un título ampuloso que llene media página y se venderá a cincuenta kopeks el ejemplar. Será un buen negocio. Se me paga la traducción a seis rublos el pliego, o sea quince rublos por todo el trabajo. Ya he cobrado seis por adelantado. Cuando terminemos este folleto traduciremos un libro sobre las ballenas, y para después ya hemos elegido unos cuantos chismes de Les Confessions. También los traduciremos. Alguien ha dicho a Kheruvimof que Rousseau es una especie de Radiscev. Naturalmente, yo no he protestado. ¡Que se vayan al diablo… ! Bueno, ¿quieres traducir el segundo pliego del folleto Es la mujer un ser humano? Si quieres, coge inmediatamente el pliego, plumas, papel (todos estos gastos van a cargo del editor), y aquí tienes tres rublos: como yo he recibido seis adelantados por toda la traducción, a ti te corresponden tres. Cuando hayas traducido el pliego, recibirás otros tres. Pero que te conste que no tienes nada que agradecerme. Por el contrario, apenas te he visto entrar, he pensado en tu ayuda. En primer lugar, yo no estoy muy fuerte en ortografía, y en segundo, mis conocimientos del alemán son más que deficientes. Por eso me veo obligado con frecuencia a inventar, aunque me consuelo pensando que la obra ha de ganar con ello. Es posible que me equivoque… Bueno, ¿aceptas? ...

En la línea 3227
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Comprendo que lo haya tomado usted a broma. Dios me ha dado una figura que sólo despierta en los demás pensamientos cómicos. Tengo el aspecto de un bufón. Sin embargo, quiero decirle y repetirle una cosa, mi querido Rodion Romanovitch… Pero, ante todo, le ruego que me perdone este lenguaje de viejo. Usted es un hombre que está en la flor de la vida, e incluso en la primera juventud, y, como todos los jóvenes, siente un especial aprecio por la inteligencia humana. La agudeza de ingenio y las deducciones abstractas le seducen. Esto me recuerda los antiguos problemas militares de Austria, en la medida, claro es, de mis conocimientos sobre la materia. En teoría, los austriacos habían derrotado a Napoleón, e incluso le consideraban prisionero. Es decir, que en la sala de reuniones lo veían todo de color de rosa. Pero ¿qué ocurrió en la realidad? Que el general Mack se rindió con todo su ejército. ¡Je, je, je… ! Ya veo, mi querido Rodion Romanovitch, que en su interior se está riendo de mí, porque el hombre apacible que soy en la vida privada echa mano, para todos sus ejemplos, de la historia militar. Pero ¿qué le vamos a hacer? Es mi debilidad. Soy un enamorado de las cosas militares, y mis lecturas predilectas son aquellas que se relacionan con la guerra… Verdaderamente, he equivocado mi carrera. Debí ingresar en el ejército. No habría llegado a ser un Napoleón, pero sí a conseguir el grado de comandante. ¡Je, je, je… ! Bien; ahora voy a decirle sinceramente todo lo que pienso, mi querido amigo, acerca del «caso que nos interesa». La realidad y la naturaleza, señor mío, son cosas importantísimas y que reducen a veces a la nada el cálculo más ingenioso. Crea usted a este viejo, Rodion Romanovitch… ...

En la línea 70
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... Pero puede también acontecer esto: que se revele un estado sonambúlico, durante el cual, así como el actor representa un papel, el sujeto encarne el tipo del personaje que se le propone, y lo haga a pedir de boca. Sólo que esta representación no resiste al examen, porque el sujeto continúa en las generalidades y sigue siendo incapaz de dar muestras de conocimientos especiales. Pero surge un nuevo personaje y éste no conoce ya a ninguna de las gentes que le rodean. Se presenta con un nuevo estado civil y muestra que posee ciertos conocimientos que ninguna hipótesis permite atribuir al sujeto sonambúlico, que aparece entonces como poseído por una influencia extraña. Es el fenómeno que ha ofrecido frecuentemente la señora Piper en estado de trance y al cual la Sociedad de Investigaciones Psíquicas ha consagrado muchos gruesos volúmenes de sus anales. ...

En la línea 70
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... Pero puede también acontecer esto: que se revele un estado sonambúlico, durante el cual, así como el actor representa un papel, el sujeto encarne el tipo del personaje que se le propone, y lo haga a pedir de boca. Sólo que esta representación no resiste al examen, porque el sujeto continúa en las generalidades y sigue siendo incapaz de dar muestras de conocimientos especiales. Pero surge un nuevo personaje y éste no conoce ya a ninguna de las gentes que le rodean. Se presenta con un nuevo estado civil y muestra que posee ciertos conocimientos que ninguna hipótesis permite atribuir al sujeto sonambúlico, que aparece entonces como poseído por una influencia extraña. Es el fenómeno que ha ofrecido frecuentemente la señora Piper en estado de trance y al cual la Sociedad de Investigaciones Psíquicas ha consagrado muchos gruesos volúmenes de sus anales. ...

En la línea 90
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... Complacíase en la sociedad de las mocitas de doce y catorce años, y cada día, merced a ellas, ampliaba sus conocimientos, su vocabulario. ...

En la línea 59
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Quiso el señor Joaquín, a su modo, educar bien a Lucía; y en efecto, hizo cuanto es posible para estropear la superior naturaleza de su hija, sin conseguirlo, tal era ella de buena. Impulsado, por una parte, por el deseo de dar a Lucía conocimientos que la realzasen, recelando, de otra, que se dijese por el pueblo en son de burla que el tío Joaquín aspiraba a una hija señorita, educola híbridamente, teniéndola como externa en un colegio, bajo la férula de una directora muy remilgada, que afirmaba saberlo todo. Allí enseñaron a Lucía a chapurrear algo el francés y a teclear un poco en el piano; ideas serias, perdone usted por Dios; conocimientos de la sociedad, cero; y como ciencia femenina -ciencia harto más complicada y vasta de lo que piensan los profanos-, alguna laborcica tediosa e inútil, amén de fea; cortes de zapatillas de pésimo gusto, pecheras de camisa bordadas, faltriqueras de abalorio… Felizmente el padre Urtazu sembró entre tanta tierra vana unos cuantos granitos de trigo, y la enseñanza religiosa y moral de Lucía fue, aunque sumaria, recta y sólida, cuanto eran fútiles sus estudios de colegio. Tenía el padre Urtazu más de moralista práctico que de ascético, y la niña tomó de él más documentos provechosos para la conducta, que doctrina para la devoción. De suerte que sin dejar de ser buena cristiana, no pasó a fervorosa. La completa placidez de su temperamento vedaba todo extremo de entusiasmo a su alma: algo había en aquella niña del reposo olímpico de las griegas deidades; ni lo terrenal ni lo divino agitaban la serena superficie del ánimo. Solía decir el padre Urtazu, adelantando el labio con su acostumbrado visaje: ...

En la línea 65
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Llamábase el visitante D. Aurelio Miranda, y desempeñaba en León uno de esos destinos que en España abundan, no por honoríficos peor retribuídos, y que sin imponer grandes molestias ni vigilias, abren las puertas de la buena sociedad, prestando cierta importancia oficial: género de prebendas laicas, donde se dan unidas las dos cosas que asegura el refrán no caber en un saco. Era Miranda de origen y familia burocrática, en la cual se transmitían y como vinculaban los elevados puestos administrativos, merced a especial maña y don de gentes perpetuado de padres a hijos, a no sé qué felina destreza en caer siempre de pie y a cierta delicada sobriedad en esto de pensar y opinar. Logró la estirpe de los Mirandas teñirse de matices apagados y distinguidos, sobre cuyo fondo, así podía colocarse insignia blanca, como roja divisa; de suerte, que ni hubo situación que no les respetase, ni radicalismo que con ellos no transigiera, ni mar revuelto o bonancible en que con igual fortuna no pescaran. El mozo Aurelio casi nació a la sombra protectora de los muros de la oficina: antes que bigote y barba tuvo colocación, conseguida por la influencia paterna, reforzada por la de los demás Mirandas. Al principio fue una plaza de menor cuantía, que cubriese los gastos de tocador y otras menudencias del chico, derrochador de suyo; en seguida vinieron más pingües brevas, y Aurelio siguió la ruta trillada ya por sus antecesores. Con todo esto, veíase que algo degeneraba en él la raza: amigo de goces, de ostentación y vanidades, faltabale a Aurelio el tino exquisito de no salir de mediano por ningún respecto, y carecía de la formalidad exterior, del compasado porte que a los Mirandas pasados acreditaba de hombres de seso y experiencia y madurez política. Comprendiendo sus defectos, trató Aurelio de beneficiarlos diestramente, y más de una blanca y pulcra mano emborronó por él perfumadas esquelas con eficaces recomendaciones para personajes de muy variada ralea y clase. Asimismo se declaró gran amigote y compinche de algunos prohombres políticos, entre ellos el don Fulano que ya conocemos. No habló jamás con ellos diez palabras seguidas que a política se refiriesen: contábales las noticias del día, el escándalo fresco, el último dicharacho y la más reciente caricatura; y de tal suerte, sin comprometerse con ninguno se vio favorecido y servido de todos. Agarrose, como nadador inexperto, a los hombros de tan prácticos buzos, y acá me sumerjo, y acullá me pongo a flote, fue sorteando los furiosos vendavales que azotaron a España, y continuando la tradición venerable de los Mirandas. Pero también la influencia se gasta y agota, y llegó un período en que, mermada la de Aurelio, no alcanzó a mantenerle en el único punto para él grato, en Madrid, y hubo de irse a vegetar a León, entre el Gobierno civil y la Catedral, edificios que ni uno ni otro le divertían. Lo que singularmente amargaba a Aurelio, era comprender que su decadencia administrativa nacía de otro decaimiento irreparable, a saber, el de su persona. Cumplida la cuarentena de años, faltábanle ya los billetitos de recomendación o por lo menos no eran tan calurosos: en los despachos de las notabilidades iba siendo su persona como un mueble más, y hasta él mismo sentía apagarse su facundia. La madurez se revelaba en él por un salto atrás; íbasele metiendo en el cuerpo la seriedad de los Mirandas; y de amable calavera, pasaba a hombre de peso. No del todo extrañas a tal metamorfosis debían ser algunas dolencias pertinaces, protesta del hígado contra el malsano régimen, mitad sedentario y mitad febril, tanto tiempo observado por Aurelio. Así es que, aprovechando la estancia en León, y los conocimientos y acierto singular de Vélez de Rada, dedicose a reparar las brechas de su desmantelado organismo; y la vida metódica y la formalidad creciente de sus maneras y aspecto, que en la corte la perjudicaban revelando que empezaba a ser trasto arrumbado y sin uso, sirviéronle en el timorato pueblo leonés de pasaporte, ganándole simpatías y fama de persona respetable y de responsabilidad y crédito. ...

En la línea 476
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Hablaba español la dueña de la tienda, semejante en esto a la mayoría de los comerciantes de Bayona; y al pedirle Lucía dos juegos de ropa blanca, aprovechó sus conocimientos en la lengua de Cervantes para tratar de embarcarla en más compras. Tomando a Lucía y a Artegui por recién casados, se puso lisonjera, insinuante, pesadísima, y se empeñó en enseñarles un equipo completo, barato, de lo más distinguido; echó sobre el mostrador brazadas de prendas, una marea de randas, de bordados, de cintas y de batista. No contenta con lo cual, y viendo que Lucía, semianegada en olas de lino, hacía signos negativos con cabeza y manos, tocó otro resorte y trajo enormes cajas de cartón, que, destapadas, mostraron encerrar gorritas microscópicas, pañales de franela festoneados menudamente, capas de merino y de piqué, faldones inverosímilmente largos, y otras menudencias que arrebataron a Lucía la sangre al rostro. ...


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