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La palabra salido
Cómo se escribe

la palabra salido

La palabra Salido ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Niebla de Miguel De Unamuno
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
La llamada de la selva de Jack London
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece salido.

Estadisticas de la palabra salido

Salido es una de las palabras más utilizadas del castellano ya que se encuentra en el Top 5000, en el puesto 2475 según la RAE.

Salido tienen una frecuencia media de 38.47 veces en cada libro en castellano

Esta clasificación se basa en la frecuencia de aparición de la salido en 150 obras del castellano contandose 5847 apariciones en total.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Salido

Cómo se escribe salido o zalido?

Más información sobre la palabra Salido en internet

Salido en la RAE.
Salido en Word Reference.
Salido en la wikipedia.
Sinonimos de Salido.


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece salido

La palabra salido puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1547
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Comió toda la familia, y era tal la fiebre de la novedad, el entusiasmo por la adquisición, que varias veces Batistet y los pequeños escaparon de la mesa para ir a echar una mirada al establo, como si temiesen que al caballo le hubieran salido alas y ya no estuviese allí. ...

En la línea 1679
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... De la crisis de la víspera había salido anonadado, y miraba todo esto con indiferencia, como si la barraca no le perteneciese ni el pobrecito que estaba en la cama fuese su hijo. ...

En la línea 493
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Después estaba el gran libro, el más precioso de la casa, lo que podía titularse la carta de nobleza de Matanzuela. Y el aperador sacaba del armario un amplio cuaderno, en el que se contenía la genealogía y la historia de todo caballo o mula salido del cortijo, con el apodo de nacimiento, padres y abuelos, descripción de la figura, talla, pelo, color de los ojos y defectos que se confesaban generosamente sobre el papel para quedar secretos, dejando a la penetración del comprador el adivinarlos. ...

En la línea 717
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Todos los troncos de caballos y mulas, así como los corceles de silla del millonario, habían salido de las grandes cuadras que tenía adosadas a la bodega; y con ellos, los brillantes arreos y los vehículos de todas clases que compraba en España o encargaba a Inglaterra, con su prodigalidad de rico, imposibilitado de poder demostrar de otro modo su opulencia. ...

En la línea 1126
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y Salvatierra no se daba cuenta de cómo había salido del ventorro remolcado por la mano febril de _Alcaparrón_ y cómo había llegado a Matanzuela con una rapidez de ensueño, corriendo tras el gitano, que tiraba de él, al mismo tiempo que le llamaba su Dios, convencido de que haría el milagro. ...

En la línea 1185
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... _Alcaparrón_ sentía cierto orgullo al marchar con aquel personaje del que tanto hablaba la gente. Habían salido a la carretera. Sobre su faja blanca destacábase la silueta del carro, que iba esparciendo en el silencio de la noche el cascabeleo lento de la caballería y los gemidos de los que marchaban a la zaga. ...

En la línea 656
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¿Por qué habéis tenido la torpeza de devolverme el pañuelo?-¿Por qué habéis tenido vos la de dejarlo caer?-He dicho y repito, señor, que ese pañuelo no ha salido de mi bolsillo. ...

En la línea 967
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Pero D'Artagnan había hecho la víspera su aprendizaje, y recién salido de su victoria, todo henchido de su futuro favor, había resuelto no retroceder un paso; por eso los dos aceros seencontraron metidos hasta las guardas, y como D'Artagnan se mantenía firme en su puesto fue su adversario el que dio un paso en retirada. ...

En la línea 1637
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Luego, un mo mento después, aquellos que sorprendidos por aquel ruido habían salido a las ventanas para conocer la causa, pudieron ver cómo la puerta se abría y no salir a cuatro hombres vestidos de negro, sino volar como cuervos espantados, dejando por tierra y en las esquinas de las mesas plumas de sus alas, es decir, jirones de sus vestidos y trozos de sus capas. ...

En la línea 2098
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¡Oh! Sí, sí, eso es cierto, y cualquier otro amor distinto al mío habría sucumbido a esa prueba; pero mi amor, en mi caso, ha salido de ella ardiente y más eterno. ...

En la línea 739
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Como había salido el sol, sus miedos se desvanecieron; era capaz de habérselas con todos los ladrones del Alemtejo. ...

En la línea 1079
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... «Muy bien; un rústico inglés que no haya salido nunca de su país, no hubiese podido darme esa respuesta, a pesar de hallarse tan familiarizado con las granadas y las _bolotas_ como vuestra señoría con la línea de conducta que le incumbe tomar a Inglaterra en su política interior y exterior.» Esta réplica mía era impropia de un cristiano, lo confieso, y me demostró cuántas reliquias de mi antiguo carácter quedaban en el fondo de mi alma; con todo, séame permitido decir que, probablemente, ninguna otra provocación me hubiera inducido a responder con tanta cólera; pero no pude dominarme al oír tratar con injusticia a mi gloriosa tierra. ...

En la línea 1179
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... El sol no había salido aún; el frío era cortante; pero la luz grisácea del alba me permitía ya distinguir los objetos con suficiente claridad. ...

En la línea 1535
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... A la media hora volví; los gitanos se habían salido del camino, y estaban sentados en el suelo, detrás de las mismas retamas que ocultaban a las caballerías. ...

En la línea 1004
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Así como bebió Sancho, dio de los carcaños a su asno, y, abriéndole la puerta de la venta de par en par, se salió della, muy contento de no haber pagado nada y de haber salido con su intención, aunque había sido a costa de sus acostumbrados fiadores, que eran sus espaldas. ...

En la línea 1391
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -Eso es -dijo Sancho Panza-, a lo que a mí me parece, haber salido a la vergüenza. ...

En la línea 1435
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y, volviéndose a todos los de la cadena, dijo: -De todo cuanto me habéis dicho, hermanos carísimos, he sacado en limpio que, aunque os han castigado por vuestras culpas, las penas que vais a padecer no os dan mucho gusto, y que vais a ellas muy de mala gana y muy contra vuestra voluntad; y que podría ser que el poco ánimo que aquél tuvo en el tormento, la falta de dineros déste, el poco favor del otro y, finalmente, el torcido juicio del juez, hubiese sido causa de vuestra perdición y de no haber salido con la justicia que de vuestra parte teníades. ...

En la línea 1441
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -¡Donosa majadería! -respondió el comisario- ¡Bueno está el donaire con que ha salido a cabo de rato! ¡Los forzados del rey quiere que le dejemos, como si tuviéramos autoridad para soltarlos o él la tuviera para mandárnoslo! Váyase vuestra merced, señor, norabuena, su camino adelante, y enderécese ese bacín que trae en la cabeza, y no ande buscando tres pies al gato. ...

En la línea 605
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Cuando de improviso descienden rápidamente los cóndores y vuelven a elevarse con la misma prisa todos juntos, saben los chilenos que es porque el puma que vigilaba el cadáver del animal que acaba de sacrificar ha salido de su escondrijo para coger a los ladrones. Además de la carne podrida de que se nutren, atacan con frecuencia los cóndores a los chivos y a los corderos; los perros de ganado están enseñados a salir de sus guaridas cuando se aproxima uno de estos pájaros y ladrar ruidosamente. Los chilenos destruyen y cazan muchos cóndores. Para ello se emplean dos métodos: se coloca el cadáver de un animal en un terreno llano cerrado por una estacada o seto, en el cual se deja una abertura practicable; cuando los cóndores están comiendo se llega a galope a cerrar la entrada; y entonces se le coge como se quiere, porque cuando este animal no tiene espacio suficiente para tomar vuelo, no puede elevarse. El segundo método consiste en observar los árboles donde suelen posar en número de cinco o seis, y durante la noche se trepa al árbol y se les apresa; lo cual es fácil, porque, como he podido apreciarlo por mí mismo, tienen el sueño muy pesado. En Valparaíso he visto vender un cóndor vivo por 60 céntimos; pero es una excepción, y de ordinario cuestan de 10 a 12 pesetas. He visto comprar uno que acababan de coger; le habían sujetado concuerdas y estaba gravemente herido, a pesar de lo cual, tan pronto como le desataron el pico se lanzó con voracidad sobre un pedazo de carne que se le echó. En la misma población hay un jardín, en el que se conservan veinte o treinta vivos. No se les da de comer más que una vez a la semana, y sin embargo, parece que se encuentran muy saludables1. Los campesinos chilenos aseguran que el cóndor vive y conserva todo su vigor aunque se le deje cinco o seis semanas sin comer; yo no puedo responder de la veracidad de este aserto; es una experiencia cruel, por más que esto no impida el que se ha hecho. ...

En la línea 736
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Jemmy se fue a acostar a tierra, pero volvió a la mañana siguiente y permaneció a bordo hasta el momento en que se dio a la vela el buque, lo que horrorizó a su mujer que no cesó de gritar hasta que volvió a su canoa. Salió cargado con una porción de objetos de gran valor para él. Todos sentimos alguna pena al pensar que estrechábamos su mano por última vez. No dudo que hoy será tan feliz, o más quizá que no hubiese salido nunca de su país. Todos debemos desear sinceramente que la noble esperanza del capitán Fitz-Roy se realice y que en gratitud a los numerosos sacrificios que por estos fueguenses ha hecho, algún marinero náufrago reciba auxilio y protección de los descendientes de Jemmy Button y de su tribu. Tan pronto Jemmy puso el pie en tierra encendió una hoguera en señal de última despedida, mientras que nuestro barco proseguía su ruta hacia alta mar. ...

En la línea 1505
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... biendo salido el 21 muy temprano caminamos siempre remontando el río que va perdiendo importancia poco a poco, hasta que llegamos al fin, al pie de la cadena que separa la depresión del océano Pacífico de la del océano Atlántico. camino, bastante bueno hasta entonces, aunque en verdad subiendo siempre, pero gradualmente, cambia entonces, convirtiéndose en un sendero en zig-zags, que trepa por las faldas de la gran cadena que separa a Chile de la República de Mendoza. ...

En la línea 1761
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... s pedazos de mineral salido de la mina se rompen y se echan a un lado las partes petrosas. ...

En la línea 3271
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Allí se improvisaban los noviazgos, y del salón amarillo habían salido muchos matrimonios in extremis, como decía Paquito creyendo que in extremis significaba una cosa muy divertida. ...

En la línea 7486
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Ya había salido la luna, que parecía ir rodando sobre el tejado de enfrente. ...

En la línea 7980
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Don Álvaro no recordaba siquiera que la Iglesia celebraba aquel día la fiesta de Todos los Santos; había salido a paseo porque le gustaba el campo de Vetusta en Otoño y porque sentía opresiones, ansiedades que se le quitaban a caballo, corriendo mucho, bañándose en el aire que le iba cortando el aliento en la carrera. ...

En la línea 8123
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... No había salido de Vetusta ningún dramaturgo ilustre, y por lo mismo se miraba con ojeriza a los de fuera. ...

En la línea 867
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Las necesidades de la política no permitieron el transcurso del año que se había marcado como plazo para que se juntasen los esposos, y Juan Sforza entró en Roma a la cabeza de un séquito brillante, entre sus cuñados Juan y César, que habían salido a recibirlo. ...

En la línea 908
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —En la vida extraordinaria de este Papa Borgia, de carácter tan complejo—dijo don Manuel—, alternaron las anécdotas intimas, agrandadas por la crónica escandalosa las Intrigan políticas en incesante juego de balanza y los más grandes sucesos históricos. Un día recibió Alejandro la noticia de que cierto Cristóbal Colón, que había salido con un centenar de españoles y tres naves en busca de las tierras del Gran Kan de la Tartaria, en el extremo oriental de Asia, atravesando para ello el Océano siempre al Occidente, acababa de encontrar por tan nuevo camino las islas más avanzadas del mundo asiático, trayendo de allá muestras de oro y especiería. Algunos empezaban a sospechar sí estas tierras descubiertas, sin más que hombres desnudos y una civilización rudimentaria, no serían de Asia, sino de un mundo completamente nuevo, ignorado hasta entonces. ...

En la línea 1018
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Tal noticia hizo desistir al rey francés de su entrevista con el Santo Padre, y precipitó su retirada hacia los Alpes, al mismo tiempo que Alejandro retrocedía tranquilamente a Roma guiado por César, quien meses antes había salido de su escondrijo en la casa del clérigo Flores, y seguía a su padre en estas hábiles marchas y contramarchas. ...

En la línea 1212
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Dos hombres habían salido con precaución, cerca del amanecer, de una calleja inmediata al hospital llamado de los Esclavones para explorar si la ribera estaba desierta. No viendo a nadie, retrocedían, regresando luego con otros dos individuos, que permanecieron junto al Tíber vigilando los alrededores, mientras los primeros tornaban por segunda vez a la calleja. Cuando se mostraron por tercera vez luego que los vigías les hicieron señales para que avanzasen sin miedo, escoltaban a un jinete, llevando éste sobre la grupa) de su caballo blanco, tendido a través, un cadáver cuyos brazos y piernas pendían a ambos lados de la bestia. ...

En la línea 409
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Vamos ahora a otra cosa. Los de Santa Cruz, como familia respetabilísima y rica, estaban muy bien relacionados y tenían amigos en todas las esferas, desde la más alta a la más baja. Es curioso observar cómo nuestra edad, por otros conceptos infeliz, nos presenta una dichosa confusión de todas las clases, mejor dicho, la concordia y reconciliación de todas ellas. En esto aventaja nuestro país a otros, donde están pendientes de sentencia los graves pleitos históricos de la igualdad. Aquí se ha resuelto el problema sencilla y pacíficamente, gracias al temple democrático de los españoles y a la escasa vehemencia de las preocupaciones nobiliarias. Un gran defecto nacional, la empleomanía, tiene también su parte en esta gran conquista. Las oficinas han sido el tronco en que se han injertado las ramas históricas, y de ellas han salido amigos el noble tronado y el plebeyo ensoberbecido por un título universitario; y de amigos, pronto han pasado a parientes. Esta confusión es un bien, y gracias a ella no nos aterra el contagio de la guerra social, porque tenemos ya en la masa de la sangre un socialismo atenuado e inofensivo. Insensiblemente, con la ayuda de la burocracia, de la pobreza y de la educación académica que todos los españoles reciben, se han ido compenetrando las clases todas, y sus miembros se introducen de una en otra, tejiendo una red espesa que amarra y solidifica la masa nacional. El nacimiento no significa nada entre nosotros, y todo cuanto se dice de los pergaminos es conversación. No hay más diferencias que las esenciales, las que se fundan en la buena o mala educación, en ser tonto o discreto, en las desigualdades del espíritu, eternas como los atributos del espíritu mismo. La otra determinación positiva de clases, el dinero, está fundada en principios económicos tan inmutables como las leyes físicas, y querer impedirla viene a ser lo mismo que intentar beberse la mar. ...

En la línea 410
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Las amistades y parentescos de las familias de Santa Cruz y Arnaiz pueden ser ejemplo de aquel feliz revoltijo de las clases sociales; mas, ¿quién es el guapo que se atreve a formar estadística de las ramas de tan dilatado y laberíntico árbol, que más bien parece enredadera, cuyos vástagos se cruzan, suben, bajan y se pierden en los huecos de un follaje densísimo? Sólo se puede intentar tal empresa con la ayuda de Estupiñá, que sabe al dedillo la historia de todas las familias comerciales de Madrid, y todos los enlaces que se han hecho en medio siglo. Arnaiz el gordo también se pirra por hablar de linajes y por buscar parentescos, averiguando orígenes humildes de fortunas orgullosas, y haciendo hincapié en la desigualdad de ciertos matrimonios, a los cuales, en rigor de verdad, se debe la formación del terreno democrático sobre que se asienta la sociedad española. De una conversación entre Arnaiz y Estupiñá han salido las siguientes noticias: ...

En la línea 583
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Pensando en esto, pasó Jacinta parte de aquella noche, atando cabos, como ella decía, para ver si de los hechos aislados lograba sacar alguna afirmación. Estos hechos, valga la verdad, no arrojaban mucha luz que digamos sobre lo que se quería demostrar. Tal día y a tal hora Juan había salido bruscamente, después de estar un rato muy pensativo, pero muy pensativo. Tal día y a tal hora Juan había recibido una carta, que le había puesto de mal humor. Por más que ella hizo, no la había podido encontrar. Tal día y a tal hora, yendo ella y Barbarita por la calle de Preciados, se encontraron a Juan que venía deprisa y muy abstraído. Al verlas, quedose algo cortado; pero sabía dominarse pronto. Ninguno de estos datos probaba nada; pero no cabía duda: su marido se la estaba pegando. ...

En la línea 645
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... A eso de las tres, marido y mujer estaban solos en el despacho, él en el sillón leyendo periódicos, ella arreglando la habitación que estaba algo desordenada. Barbarita había salido a comprar. El criado anunció a un hombre que quería hablar con el señor joven. ...

En la línea 512
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Cuando llegó no venía nadie con él;. pero ahora recuerdo que al salir los dos y meterse entre la muchedumbre del puente, un hombre mal encarado ha salido de un sitio cercano, y cuando se unían a ellos… ...

En la línea 1289
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... El rey no pudo abrirse paso entre la chusma que bullía detrás, y así fue obligado a seguir a la zaga, lejos de su buen amigo y servidor. Por poco se veía el rey condenado él mismo al cepo por estar en tan mala compañía, pero había salido libre con un sermón y una advertencia, debido a su corta edad. Cuando al fin la multitud hizo alto, voló febrilmente de un lado a otro alrededor de sus orillas, cazando un lugar para atraversarla, y al fin, después de muchas dificultades y tardanza, lo logró. Allí estaba su pobre criado, en el degradante cepo, hazmerreír y diversión de una sucia muchedumbre, él, ¡el servidor personal del rey de Inglaterra! Eduardo había oído dictar la sentencia, pero no se había dado cuenta ni por asomo de lo que significaba. Su ira comenzó a crecer a medida que el sentido de esta nueva indignidad que le infligían lo hirió en lo vivo; llegó a su paroxismo un momento después, cuando vio un huevo cruzar el aire y estrellarse en la mejilla de Hendon, y que la multitud rugía de júbilo por el episodio. Cruzó de un salto el círculo abierto, e hizo frente al alguacil de guardia gritando: ...

En la línea 488
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Al día siguiente de esto hablaba Eugenia en el reducido cuchitril de una portería con un joven, mientras la portera había salido discretamente a tomar el fresco a la puerta de la casa. ...

En la línea 543
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Al llegar a esta conclusión de que él era otro, la moza a que seguía entró en una casa. Augusto se quedó parado, mirando a la casa. Y entonces se dio cuenta de que la había venido siguiendo. Recapacitó que había salido para ir al Casino y emprendió el camino de este. Y proseguía: ...

En la línea 564
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –¡Y eso que la moza estuvo brava! Pero no sé lo que desde entonces me pasa: casi todas las mujeres que veo me parecen hermosuras, y desde que he salido de casa, no hace aún media hora seguramente, me he enamorado ya de tres, digo, no, de cuatro: de una, primero, que era todo ojos, de otra después con una gloria de pelo, y hace poco de una pareja, una rubia y otra morena, que reían como los ángeles. Y las he seguido a las cuatro. ¿Qué es esto? ...

En la línea 659
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Y ¿qué, cómo va eso? –le preguntó a Augusto la tía así que Eugenia hubo salido. ...

En la línea 348
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Cuando el pirata quedó solo estuvo largo rato inmóvil, con los ojos fijos en la puerta por donde había salido Mariana. Parecía sumido en profundos pensamientos e invadido de una emoción vivísima. ...

En la línea 493
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Le preguntó a un criado dónde estaba el lord, pero le contestó que había salido a caballo antes del amanecer, en dirección a Victoria. Tal noticia lo dejó estupefacto. ...

En la línea 522
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Huye, Sandokán, mientras sea tiempo. Temo que te suceda una desgracia. Mi tío no ha salido por capricho; debe haberlo llamado el baronet William Rosenthal, que probablemente te ha reconocido. ¡Por favor, parte, vuelve a tu isla ahora! ¡Ponte a salvo antes de que una tempestad caiga sobre tu cabeza! ...

En la línea 1160
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Yo creo que no han salido todavía de sus refugios —respondió Yáñez—. Habrán visto que amenazaba otro huracán y no se han movido. Ya sabes que no es fácil atracar cuando se enfurecen los vientos y las olas. ...

En la línea 1003
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Estas algas son verdaderamente un prodigio de la creación, una de las maravillas de la flora universal. Esta familia forma a la vez los vegetales más pequeños y más grandes de la naturaleza. Así, si se han podido contar en un espacio de cinco milímetros cuadrados cuarenta mil de estas plantas, se han recogido también fucos de una longitud superior a quinientos metros. Hacía ya aproximadamente hora y media que habíamos salido del Nautilus. Era ya casi mediodía, a juzgar por la perpendicularidad de los rayos solares, que ya no se refractaban. La magia de los colores fue desapareciendo poco a poco, y los matices de la esmeralda y del zafiro se borraron de nuestro firmamento. Caminábamos a un paso regular que resonaba sobre el suelo con una gran intensidad. Los menores ruidos se transmitían con una rapidez a la que no está acostumbrado el oído en tierra. En efecto, el agua es para el sonido mejor vehículo que el aire y se propaga en ella con una rapidez cuatro veces mayor. ...

En la línea 1304
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Aquella colección carecía, sin embargo, de un pájaro propio de estas tierras hasta el punto de que nunca ha salido de los límites de las islas de Arrú y de las islas de los Papúas. Pero la suerte me tenía reservada la posibilidad de admirarlo al poco tiempo. En efecto, después de atravesar un soto de escasa frondosidad nos encontramos en una llanura llena de matorrales. Fue allí donde vi levantar el vuelo a unos magníficos pájaros a los que la disposición de sus largas plumas obligaba a dirigirse contra el viento. Su vuelo ondulado, la gracia de sus aéreos giros y los reflejos tornasolados de sus colores atraían y encantaban la mirada. Pude reconocerlos sin dificultad. ...

En la línea 2883
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Si es que ya hemos salido de ésta -murmuró Ned Land. ...

En la línea 3410
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -No nos veremos ya hasta el momento de partir. A las diez, todavía no habrá salido la luna. Aprovecharemos la oscuridad. Venga usted al bote, donde le esperaremos Conseil y yo. ...

En la línea 54
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Sí, Pip - replicó Joe -. Y lo peor es que ha salido llevándose a «Thickler». ...

En la línea 336
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... El estado de mi mente con respecto a la ratería de que tan bien había salido gracias a un suceso inesperado no me impelió a confesarme con franqueza; mas espero que en el fondo había algunas huellas de un sentimiento noble. ...

En la línea 415
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... La señora Joe hacía, de vez en cuando, cortos viajes con el tío Pumblechook los días de mercado, a fin de ayudarle en la compra de los artículos de uso doméstico y en todos aquellos objetos caseros que requerían la opinión de una mujer. El tío Pumblechook era soltero y no tenía ninguna confianza en su criada. El día en que con Joe tuvimos la conversación reseñada, era de mercado y la señora Joe había salido en una de estas expediciones. ...

En la línea 1096
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — ¡Ah! — exclamó él irguiéndose —. He salido a dar una vuelta para ver si encontraba a alguien que me acompañase. ...

En la línea 121
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »‑Simón Zaharevitch ‑dijo Catalina Ivanovna‑ tiene ahora un empleo y recibe un sueldo. Se ha presentado a su excelencia, y su excelencia ha salido de su despacho, ha tendido la mano a Simón Zaharevitch, ha dicho a todos los demás que esperasen y lo ha hecho pasar delante de todos. ¿Comprende, comprende usted? 'Naturalmente ‑le ha dicho su excelencia‑, me acuerdo de sus servicios, Simón Zaharevitch, y, aunque usted no se portó como es debido, su promesa de no reincidir y, por otra parte, el hecho de que aquí ha ido todo mal durante su ausencia (¿se da usted cuenta de lo que esto significa?), me induce a creer en su palabra.' ...

En la línea 312
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Pero, a todo esto, ¿adónde voy? ‑pensó de súbito‑. ¡Qué raro! Yo he salido de casa para ir a alguna parte; apenas he terminado de leer, he salido para… ¡Ahora me acuerdo: iba a Vasilievski Ostrof, a casa de Rasumikhine! Pero ¿para qué? ¿A santo de qué se me ha ocurrido ir a ver a Rasumikhine? ¡Qué cosa tan extraordinaria!» ...

En la línea 312
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Pero, a todo esto, ¿adónde voy? ‑pensó de súbito‑. ¡Qué raro! Yo he salido de casa para ir a alguna parte; apenas he terminado de leer, he salido para… ¡Ahora me acuerdo: iba a Vasilievski Ostrof, a casa de Rasumikhine! Pero ¿para qué? ¿A santo de qué se me ha ocurrido ir a ver a Rasumikhine? ¡Qué cosa tan extraordinaria!» ...

En la línea 427
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Raskolnikof había dejado ya tan atrás al matrimonio y su amiga, que no pudo oír ni una palabra más. Había acortado el paso insensiblemente y había procurado no perder una sola sílaba de la conversación. A la sorpresa del primer momento había sucedido gradualmente un horror que le produjo escalofríos. Se había enterado, de súbito y del modo más inesperado, de que al día siguiente, exactamente a las siete, Lisbeth, la hermana de la vieja, la única persona que la acompañaba, habría salido y, por lo tanto, que a las siete del día siguiente la vieja ¡estaría sola en la casa! ...

En la línea 309
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Y yo soy la única causa de este desorden, de todo ese revuelo ridículo. Sin embargo, a veces resulta divertido… Para mí al menos. No puedo darme cuenta de lo que ocurre: si es que atravieso realmente por una crisis de agitación o si, simplemente, estoy descarrilado y desorientado en espera de que me aten. Algunas veces me parece que pierdo la razón, a veces también que apenas he salido de la infancia y de la escuela y que hago travesuras, como los niños. ...

En la línea 365
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... (Una noticia sorprendente: En este momento acabo de saber por la niñera, a quien he encontrado en la escalera, que María Philippovna ha salido hoy para Carlsbad, en el tren de la tarde, a casa de suprima. ¿Qué significa esto? Si hay que creer a la niñera, hace mucho tiempo que estaba preparando este viaje. ...

En la línea 472
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... En aquel momento nos acercábamos al hotel. Habíamos salido del café hacía ya un rato. ...

En la línea 665
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —No, abuela. Si usted hubiese puesto previamente al “cero” y hubiese salido, cobraría treinta y cinco veces la puesta. ...

En la línea 89
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Entre tanto, los asombrados perros del equipo, que habían salido a toda prisa de sus refugios, eran atacados por los feroces invasores. Jamás había vis to Buck unos perros como aquéllos. Daba la impresión de que los huesos iban a horadarles la piel. No eran más que simples esqueletos cubiertos de un pellejo embarrado, con los ojos en llamas y los colmillos chorreando baba. Pero la locura del hambre los convertía en seres aterradores, irresistibles. Al primer ataque, los perros del equipo fueron acorralados contra la pared de roca. Buck fue rodeado por tres atacantes, y en un instante tuvo la cabeza y los hombros contusionados y desgarrados. El estruendo era espantoso. Billie, como siempre, gemía. Dave y Sol-leks chorreaban sangre por mil heridas, pero luchaban valerosamente codo a codo. Joe soltaba dentelladas como un demonio. De pronto aferró entre los dientes la pata delantera de un invasor e hizo crujir el hueso al triturarlo. Pike, el ventajista, se abalanzó sobre el animal mutilado y de una dentellada le quebró el pescuezo. Buck aferró por la garganta a un enemigo que echaba espuma por la boca, y la sangre que brotó al hundirle los dientes en la yugular se le esparció por el hocico. El tibio sabor de la sangre en la boca aumentó su ferocidad. Se lanzó sobre otro y, al mismo tiempo, sintió que unos dientes se hundían en su propia garganta. Era Spitz, que lo atacaba a traición. ...

En la línea 163
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Allí la caravana se detuvo. El mestizo escocés volvió lentamente sobre sus pasos hacia el campamento de donde habían salido. Los hombres deja ron de hablar. Sonó un disparo de revólver. El hombre regresó apresuradamente. Restallaron los látigos, sonaron alegremente las campanillas, los trineos se deslizaron velozmente; pero Buck sabía, y lo sabía cada uno de los perros, lo que había ocurrido detrás de aquella hilera de árboles. ...

En la línea 166
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... A los treinta días de haber salido de Dawson, el correo de Salt Water, con Buck y sus compañeros al frente, llegó a Skaguay. Estaban en un estado lamentable, agotados y exhaustos. El peso de Buck se había reducido de sesenta y cinco a cincuenta kilos. El resto de los perros, aun pesando menos, habían perdido relativamente más peso que él. Pike, el tramposo, que se había pasado la vida fingiendo y que tantas veces había logrado hacer creer que tenía una pata herida, cojeaba ahora de verdad. Sol-leks andaba paticojo, y Dub tenía una paletilla dislocada. ...

En la línea 246
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... En cambio, el amor de Buck por Thornton aumentaba cada día. En los viajes de verano, era el único hombre al que le dejaba cargar un fardo sobre su lomo. Nada era demasiado para Buck si Thornton se lo ordenaba. Un día (se habían abastecido con la recaudación de la balsa y habían salido de Dawson en dirección al nacimiento del Tanana), hombres y perros se encontraban en lo alto de un despeñadero que caía en vertical sobre un lecho de rocas desnudas situado a casi cien metros más abajo. John Thornton se había sentado cerca del borde con Buck junto a él. Un capricho insensato se apoderó del hombre, que reclamó la atención de Hans y de Pete para que vieran lo que se le había ocurrido. ...

En la línea 231
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Después de esta reflexión, que dio mucho que pensar al agente, el cónsul regresó a su despacho, situado allí cerca. El inspector de policía se quedó solo, entregado a una impaciencia nerviosa y con el extraiío presentimiento de que el ladrón debía estar a bordo del 'Mongolia'; y en verdad, si el tunante había salido de Inglaterra con intención de irse al Nuevo Mundo, debía haber obtenido la preferencia del camino de la India, menos vigilado o más difícil de vigilar que el Atlántico. ...

En la línea 324
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -¿Conqué habéis salido de Londres con precipitación? ...

En la línea 438
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... El francés, vigoroso y ágil, se levantó con viveza. De un puñetazo y un puntapié derribó a dos adversarios muy entorpecidos por su traje talar y lanzándose fuera de la pagoda con toda la velocidad de sus piernas, dejó muy presto atrás al tercer indio, que había salido en su seguimiento amotinando a la multitud. ...

En la línea 447
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... El tren había salido a la hora reglamentaria. Llevaba cierto número de viajeros, algunos oficiales, funcionarios civiles y comerciantes de opio y de añil a quienes llamaba su trafico a la parte oriental de la península. ...


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