La palabra Robar ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Fantina Los miserables Libro 1 de Victor Hugo
La llamada de la selva de Jack London
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece robar.
Estadisticas de la palabra robar
Robar es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 9633 según la RAE.
Robar aparece de media 8.16 veces en cada libro en castellano.
Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la robar en las obras de referencia de la RAE contandose 1241 apariciones .
Errores Ortográficos típicos con la palabra Robar
Cómo se escribe robar o rrobarr?
Cómo se escribe robar o rovar?

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece robar
La palabra robar puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1328
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Cuidado con robar fruta, hacer pedreas o saltar acequias. ...
En la línea 1387
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Todos decían lo mismo: se extrañaban de que un hombre como él, religioso, honrado y sin otro defecto que robar algo en el peso, permitiera que su criado acompañase a la hija del enemigo de la huerta, de un hombre malo, del cual se afirmaba que había estado en presidio. ...
En la línea 1224
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¿Podían compararse el trigo, la cebada y la ganadería con aquellas viñas famosas en el mundo, que arrojaban el oro a borbotones por sus sarmientos, y en ciertos años daban a sus amos una ganancia más fácil que si saliesen a robar a las carreteras?... Cuando se gozaba de tal fortuna había que ser generosos, dar una pequeña parle de bienestar a los que les sostenían con sus esfuerzos. Los trabajadores se quejaban con razón. ...
En la línea 1679
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Pero robar sí que robarás--le decían otros.--Cuando toque el momento del reparto ¡cómo te vas a poner el cuerpo, gachó! Y _Alcaparrón_ reía como un mono, frotándose las manos al hablar del saqueo, halagado en sus atávicos instintos de raza. ...
En la línea 1428
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Un gentilhombre, según él -y, por la descripción que D'Artagnan había hecho del desconocido, no podía ser más que un gentilhombre-, un gentilhombre debía ser incapaz de aquella baje za, de robar una carta. ...
En la línea 469
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Durante mucho tiempo, el ventero Sabocha ejerció su atroz oficio sin infundir sospechas, y muchos infelices viajeros fueron asesinados en el silencio de la noche dentro de la venta solitaria regentada por él en aquel bosque; nunca he visto, en verdad, situación más a propósito para robar y matar. ...
En la línea 1320
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Sabe _hokkawar_, decir _bají_, y pocos la igualan en robar _a pastesas_. ...
En la línea 1971
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... —Supongo que no se propondrá usted robar la iglesia—dije yo—, pero si lo hace, creo que sufrirá usted un desengaño. ...
En la línea 4458
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Por último, un hombre de presencia respetable le dijo: —¿No se avergüenza usted de haber querido robar a dos extranjeros inocentes? —¡Extranjeros!—rugió el guía, que echaba espuma de rabia—¡inocentes extranjeros, _carracho_! Más saben de España y de Galicia que todos nosotros juntos. ...
En la línea 1934
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... ¡Ah, loco de mí, ahora que estoy ausente y lejos del peligro, digo que había de hacer lo que no hice! ¡Ahora que dejé robar mi cara prenda, maldigo al robador, de quien pudiera vengarme si tuviera corazón para ello como le tengo para quejarme! En fin, pues fui entonces cobarde y necio, no es mucho que muera ahora corrido, arrepentido y loco. ...
En la línea 2989
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Algunos hay que procuran estas fees con buena intención, otros se sirven dellas acaso y de industria: que, viniendo a robar a tierra de cristianos, si a dicha se pierden o los cautivan, sacan sus firmas y dicen que por aquellos papeles se verá el propósito con que venían, el cual era de quedarse en tierra de cristianos, y que por eso venían en corso con los demás turcos. ...
En la línea 7076
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Admirado quedó don Quijote de oír hablar a Roque tan buenas y concertadas razones, porque él se pensaba que, entre los de oficios semejantes de robar, matar y saltear no podía haber alguno que tuviese buen discurso, y respondióle: -Señor Roque, el principio de la salud está en conocer la enfermedad y en querer tomar el enfermo las medicinas que el médico le ordena: vuestra merced está enfermo, conoce su dolencia, y el cielo, o Dios, por mejor decir, que es nuestro médico, le aplicará medicinas que le sanen, las cuales suelen sanar poco a poco y no de repente y por milagro; y más, que los pecadores discretos están más cerca de enmendarse que los simples; y, pues vuestra merced ha mostrado en sus razones su prudencia, no hay sino tener buen ánimo y esperar mejoría de la enfermedad de su conciencia; y si vuestra merced quiere ahorrar camino y ponerse con facilidad en el de su salvación, véngase conmigo, que yo le enseñaré a ser caballero andante, donde se pasan tantos trabajos y desventuras que, tomándolas por penitencia, en dos paletas le pondrán en el cielo. ...
En la línea 413
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Las estancias distan mucho unas de otras; en efecto, hay muy pocos pastos buenos, estando el suelo cubierto en casi todas partes por una especie de trébol acre o por cardo gigante. Esta última planta, tan bien conocida desde la admirable descripción que de ella hizo Sir F. Head, en esa estación del año no había llegado sino a los dos tercios de su altura; en algunas partes los cardos se elevan hasta la grupa de mi caballo; en otras no han brotado aún de la tierra, y entonces el suelo está tan desnudo y polvoriento como pueda estarlo en nuestras grandes carreteras. Los tallos, de un color verde brillante, dan al paisaje el aspecto de un bosque en miniatura. En cuanto los cardos crecen todo lo que han de crecer, los llanos que recubren se vuelven impenetrables en absoluto, excepto en algunos senderos, verdadero laberinto sólo conocido por los ladrones que se guarecen allí en esa estación y salen para robar y asesinar a los viajeros. Un día preguntaba yo en una casa «si había por allá muchos ladrones» y me respondieron, sin comprender yo al pronto el alcance de la contestación: «todavía no han brotado los cardos». Casi nada de interés hay que observar en los parajes invadidos por los cardos, pues pocos mamíferos o aves habitan en ellos, a no ser el viscache y su amigo el búho pequeño. ...
En la línea 477
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Al cabo de quince días de verdadera detención en Buenos Aires, consigo por fin embarcarme a bordo de un navío que se dirige a Montevideo. Una ciudad sitiada es una residencia desagradable siempre para un naturalista, pero en el caso actual eran de temer además las violencias de los bandoleros que en ella habitaban. Había que temer sobre todo a los centinelas, pues las funciones oficiales que desempeñaban, las armas que llevaban de continuo, dábanles para robar un grado de autoridad que ningún otro podía limitar. ...
En la línea 523
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Las clases más elevadas e instruidas que viven en las ciudades tienen las cualidades del gaucho, aunque en menor grado; pero también muchos vicios que éste no tiene y los cuales temo que anulen esas buenas cualidades. En las clases elevadas se advierten la sensualidad, la irreligiosidad, la Corrupción más cínica, llevadas al grado más alto. A casi todos los funcionarios puede comprárseles: el director general de Correos vende sellos falsos; el gobernador y el primer ministro se entienden para robar al Estado. No debe contarse con la justicia mediando el oro. He conocido a un inglés que fue a ver al ministro de Justicia en las condiciones siguientes (y añadía que estando muy poco al corriente de las costumbres del país, temblaba todo su cuerpo al entrar en casa del alto personaje): «Señor, le dijo, vengo a ofrecer a usted 200 pesos en papel (unas 125 pesetas en metálico), si hace usted que dentro de cierto término detengan a un hombre que me ha robado. Sé que el paso que doy en este momento es contrario a la ley, pero mi abogado (y citó el nombre de éste último) me aconsejó que lo diese». ...
En la línea 986
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... reciome bastante severo uno de los preceptos que se siguen en la mina, pero el propietario lo elogiaba mucho. único medio de robar oro es ocultar un pedazo de mineral y llevárselo cuando se presente ocasión; ahora bien, cuando el vigilante encuentra un pedazo de mineral oculto, se calculaba su valor y se reparte íntegro entre todos los obreros de la mina ...
En la línea 14352
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Cuando media hora después entraba solo por el postigo del bosque en la huerta, lo primero que vio fue a la Regenta metida en el pozo seco, cargado de yerba, y a su lado a don Álvaro que se defendía y la defendía de los ataques de Obdulia, Visita, Edelmira, Paco, Joaquín y don Víctor que arrojaban sobre ellos todo el heno que podían robar a puñados de una vara de yerba, que se erguía en la próxima pomarada de Pepe el casero. ...
En la línea 630
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Primeramente corrió la voz de que Scarampo era el elegido, y el populacho se dirigió contra su palacio, viéndose rechazado. Luego, al saber que era Barbo el triunfador, intentó asaltar su lujosa vivienda, llena de riquezas y tesoros de arte, siendo igualmente recibido a tiros de bombarda y espingardazos. Al fin, como todos deseaban robar algo, corrieron al monasterio de Santa María la Nuova, por imaginarse que se guardaban allí las riquezas del Papa electo, pero lo encontraron previamente guarnecido de tropas. Cuando, engrosadas las turbas, se empeñaron por segunda vez en tomar el palacio Barbo, hizo un convenio el nuevo Papa con los jefes del motín, dándoles mil trescientos ducados de oro a cambio de que respetasen su vivienda. Esto no impidió que, al mismo tiempo, los servidores del Vaticano saqueasen la habitación ocupada por el cardenal Barbo durante el conclave. ...
En la línea 1737
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... En realidad, hacía esfuerzos sobrehumanos para guardar su aspecto impasible y no desmayarse. Al amparo de él salió del Vaticano toda la familia Borja. Su madre, la Vannoza, había ido a pedirle protección, pues al conocerse la muerte del Pontífice el populacho intentaba asaltar y robar su casa. ...
En la línea 4099
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Yo tampoco. Pero me gustan tanto los niños, que tengo verdadera manía por ellos, y los ajenos me parece que deberían ser míos… y, créalo usted, no tendría escrúpulo de conciencia en robar uno, si pudiera… ...
En la línea 4122
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Mientras la chupaba, haciéndole un agujerito y apretándola como aprietan los chicos la teta, a la señora de Rubín le pasó por el cerebro otra ráfaga de aquel furor que determinó el acto de la mañana: «Tu marido es mío y te lo tengo que quitar… Pinturera… santurrona… ya te diré yo si eres ángel o lo que eres… Tu marido es mío; me lo has robado… como se puede robar un pañuelo. Dios es testigo, y si no, pregúntale… Ahora mismo lo sueltas o verás, verás quién soy… ». ...
En la línea 836
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –No veo nada que robar. Éste es un lugar despreciable. Pero mendigaremos. ...
En la línea 1278
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Aquel mismo día entraron varios presos para pasar la noche; eran conducidos, con su custodia, a diversos lugares del reino para cumplir el castigo de crímenes cometídos. El rey habló con ellos, pues desde el principio se había propuesto enterarse y aprender para su regio oficio, interrogando a los presos cada vez que se le presentaba una oportunidad. La relación de sus desgracias desgarró el corazón del niño. Había allí una pobre mujer, medio demente, que, en castigo por haber robado una o dos varas de paño a un tejedor, iba a ser ahorcada. Un hombre, acusado de robar un caballo, dijo a Eduardo que la prueba había sido negativa y ya se imaginaba estar libre del verdugo; pero no. Apenas estuvo en la calle, cuando fue preso otra vez por haber matado un ciervo en el parque del rey. Se le probó el hecho, y estaba condenado a galeras. Había también un aprendiz de comerciante cuyo caso afectó en lo vivo a Eduardo. Díjole aquel mozo que cierta, noche había encontrado un halcón, escapado de las manos de su dueño, y se lo llevó a su casa, imaginándose con derecho a él; pero el tribunal le declaró convicto de haberlo robado y lo sentenció a muerte. ...
En la línea 828
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Irme lo más pronto posible a Labuán y robar a Mariana. ...
En la línea 90
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... La conciencia es una cosa espantosa cuando acusa a un hombre; pero cuando se trata de un muchacho y, además de la pesadumbre secreta de la culpa, hay otro peso secreto a lo largo de la pernera del pantalón, es, según puedo atestiguar, un gran castigo. El conocimiento pecaminoso de que iba a robar a la señora Joe - desde luego, jamás pensé en que iba a robar a Joe, porque nunca creía que le perteneciese nada de lo que había en la casa -, unido a la necesidad de sostener con una mano el pan con manteca mientras estaba sentado o cuando me mandaban que fuera a uno a otro lado de la cocina a ejecutar una pequeña orden, me quitaba la tranquilidad. Luego, cuando los vientos del marjal hicieron resplandecer el fuego, creí oír fuera de la casa la voz del hombre con el hierro en la pierna que me hiciera jurar el secreto, declarando que no podía ni quería morirse de hambre hasta la mañana, sino que deseaba comer en seguida. También pensaba, a veces, que aquel joven a quien con tanta dificultad contuvo su compañero para que no se arrojara contra mí, tal vez cedería a una impaciencia de su propia constitución o se equivocaría de hora, creyéndose ya con derecho a mi corazón y a mi hígado aquella misma noche, en vez de esperar a la mañana siguiente. Y si alguna vez el terror ha hecho erizar a alguien el cabello, esta persona debía de ser yo aquella noche. Pero tal vez nunca se erizó el cabello de nadie. ...
En la línea 114
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Nunca me dejaban llevar una vela para acostarme, y cuando subía las escaleras a oscuras, con la cabeza vacilante porque el dedal de la señora Joe repiqueteó en ella para acompañar sus últimas palabras, estaba convencido de que acabaría en los Pontones. Con seguridad seguía el camino apropiado para terminar en ellos. Empecé haciendo preguntas y ya me disponía a robar a la señora Joe. ...
En la línea 1002
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Los jueces estaban sentados en la sala del tribunal, que se hallaba a poca distancia, y en el acto fuimos todos allí con objeto de formalizar mi contrato de aprendizaje a las órdenes de Joe. Digo que fuimos allí, pero, en realidad, fui empujado por Pumblechook del mismo modo como si acabase de robar una bolsa o incendiado algunas gavillas. La impresión general del tribunal fue la de que acababan de cogerme in fraganti, porque cuando el señor Pumblechook me dejó ante los jueces oí que alguien preguntaba: «¿Qué ha hecho?, y otros replicaban: «Es un muchacho muy joven, pero tiene cara de malo, ¿no es verdad?» Una persona de aspecto suave y benévolo me dio, incluso, un folleto adornado con un grabado al boj que representaba a un joven de mala conducta, rodeado de grilletes, y cuyo título daba a entender que era «PARA LEER EN MI CALABOZO». ...
En la línea 1522
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... - En Londres le pueden timar, robar y asesinar a uno. Pero hay en todas partes mucha gente dispuesta a ser víctimas de eso. ...
En la línea 489
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Corrió a la puerta, escuchó, cogió su sombrero y empezó a bajar la escalera cautelosamente, con paso silencioso, felino… Le faltaba la operación más importante: robar el hacha de la cocina. Hacía ya tiempo que había elegido el hacha como instrumento. Él tenía una especie de podadera, pero esta herramienta no le inspiraba confianza, y todavía desconfiaba más de sus fuerzas. Por eso había escogido definitivamente el hacha. ...
En la línea 1334
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Pues no ‑replicó Rasumikhine‑. En eso, tú y todo el mundo estáis equivocados. Yo estoy seguro de que es un inexperto, de que éste es su primer crimen. Si nos imaginamos un plan bien urdido y un criminal experimentado, nada tiene explicación. Para que la tenga, hay que suponer que es un principiante y admitir que sólo la suerte le ha permitido escapar. ¿Qué no podrá hacer el azar? Es muy posible que no previera ningún obstáculo. ¿Y cómo lleva a cabo el robo? Busca en la caja donde la vieja guardaba sus trapos, coge unos cuantos objetos que no valen más de treinta rublos y se llena con ellos los bolsillos. Sin embargo, en el cajón superior de la cómoda se ha encontrado una caja que contenía más de mil quinientos rublos en metálico y cierta cantidad de billetes. Ni siquiera supo robar. Lo único que supo hacer fue matar. ¡Lo dicho: un principiante! Perdió la cabeza, y si no lo han descubierto no lo debe a su destreza, sino al azar. ...
En la línea 2505
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑En ese caso, ¿sería usted capaz de decidirse, para salir de una situación económica apurada o para hacer un servicio a la humanidad, a dar el paso… , en fin, a matar para robar? ...
En la línea 3816
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Para robar, Sonia ‑respondió Raskolnikof con cierto malestar. ...
En la línea 1114
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... El abogado defensor persistía en llamar Champmathieu al acusado y decía que nadie lo había visto escalar la pared ni robar la fruta. Pedía para él la corrección estipulada y no el castigo terrible de un reincidente. ...
En la línea 202
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Era inevitable, pues, que acabara escaseando. Pero ellos precipitaron la escasez sobrealimentando a los perros, con lo que aceleraron también el momento en que habrían de darles menos. Los perros nuevos, cuyos jugos gástricos no se habían formado en hambre crónica y por tanto no sabían extraer de lo escaso el máximo partido, tenían un apetito voraz. Y además, cuando los agotados huskies empezaron a tirar poco, Hal decidió que las raciones programadas al principio eran demasiado pequeñas y las duplicó. Y para rematar, Mercedes, viendo que aun con las lágrimas en sus bonitos ojos y la voz temblorosa no lograba convencer a Hal para que les diera un poco más, decidió robar pescado de los sacos para dárselo a los perros a escondidas. Pero lo que Buck y sus compañeros necesitaban no era comida, sino descanso. Y aunque avanzaran con lentitud, la pesada carga que arrastraban socavaba gravemente sus fuerzas. ...
En la línea 345
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Y aquí podría acabar la historia de Buck. No transcurrieron muchos años antes de que los yeehat notasen un cambio en la raza de los lobos grises, porque comenzaron a verse algunos con manchas pardas en la cabeza y el hocico, o con una franja blanca dividiéndoles el pecho. Pero más extraordinario aún es que recuerden un Perro Fantasma corriendo al frente de la manada. Los yeehat le temen porque es más astuto que ellos, se mete en sus campamentos a robar cuando el invierno es crudo, les desbarata las trampas, les mata los perros y desafia a sus cazadores más valientes. ...

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Más información sobre la palabra Robar en internet
Robar en la RAE.
Robar en Word Reference.
Robar en la wikipedia.
Sinonimos de Robar.
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