La palabra Traen ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
Memoria De Las Islas Filipinas. de Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece traen.
Estadisticas de la palabra traen
Traen es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 8386 según la RAE.
Traen aparece de media 9.69 veces en cada libro en castellano.
Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la traen en las obras de referencia de la RAE contandose 1473 apariciones .
Errores Ortográficos típicos con la palabra Traen
Cómo se escribe traen o trraen?

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece traen
La palabra traen puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1323
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Yo lo pongo todo: mi sabiduría, mis libros -y miraba las tres cartillas, que iba recogiendo su mujer cuidadosamente para guardarlas en la vieja cómoda-, y ustedes no traen nada. ...
En la línea 246
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Las oficinas tituladas tesorería y contaduría jeneral de ejército y hacienda pública, las primeras de las Islas, el tribunal y audiencia de cuentas ó contaduría mayor, la intendencia jeneral de ejército y superintendencia jeneral subdelegada de la hacienda pública, rentas del tabaco y vino, aduana, correos y secretaría del superior gobierno, aunque merecian ser tratadas cada una en párrafo separado, se traen todas en globo á este lugar, porque en todas ellas solo hay un vicio que combatir, á saber: el escesivo número de empleados propietarios, escedentes, supernumerarios, &c. ...
En la línea 270
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Estos almacenes no tienen ya en el dia motivo alguno que acredite ni autorice su estabilidad por la utilidad que prestan; al contrario, cuanto pueda decirse todo es poco para cerciorar la necesidad de suprimirlos enteramente, pues es indudable que en las actuales circunstancias (que no hay temor retrocedan, y si esperanzas de que mejoren) ninguna ventaja traen al tesoro público, y suprimidos ofrecen economías y ahorros considerables, y establecido el sistema de contratas particulares para cualquier cosa que se ofrezca, verificadas en subastas públicas anualmente para aquellos efectos de necesidad; y cuando fuesen necesarias las de otros artículos cuyo uso es menos frecuente, se lograria el fin de tener provision de cuanto fuese necesario, sin irrogar gastos de almacenaje, ni sufrir pérdidas por lo que se deteriora ó echa á perder. ...
En la línea 371
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Pasando ahora á evidenciar que no es menos perjudicial al comercio y vecindario de Filipinas, se traen por reflexiones los siguientes razonamientos. ...
En la línea 1504
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... YO.—Quizás los mismos que te traen a este despoblado; asuntos de Egipto. ...
En la línea 2027
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... —Estos hombres no traen buenas intenciones—dije a mi amigo D..., del _Morning Chronicle_, que acababa de reunirse conmigo—. ...
En la línea 2373
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Prendieron a su reverencia, trajéronle a Córdoba, y seguramente le habrían metido en la cárcel común por carlista si yo no hubiera salido fiador suyo, poniendo que no se marcharía de aquí y se presentaría cuando le llamaran a responder de los cargos aportados contra él; y en mi casa está, aunque no pueda llamarle mi huésped, pues no gano nada con él: toda su comida, que se reduce a unos pocos huevos, un poco de leche y pan, se la traen a diario del pueblo. ...
En la línea 3280
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... YO.—¿No es costumbre aquí herrar a los caballos? EL MOZO DE CUADRA.—_Senhor_, en Galicia no hay caballos; no hay más que jacas; los que traen caballos a Galicia—sólo un loco puede hacer tal—tienen que traer también un repuesto de herraduras, porque aquí no las hay de ese tamaño. ...
En la línea 567
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y aun, si va a decir verdad, mucho mejor me sabe lo que como en mi rincón, sin melindres ni respetos, aunque sea pan y cebolla, que los gallipavos de otras mesas donde me sea forzoso mascar despacio, beber poco, limpiarme a menudo, no estornudar ni toser si me viene gana, ni hacer otras cosas que la soledad y la libertad traen consigo. ...
En la línea 729
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Lo cual visto por uno de los cabreros, dijo: -Aquellos que allí vienen son los que traen el cuerpo de Grisóstomo, y el pie de aquella montaña es el lugar donde él mandó que le enterrasen. ...
En la línea 1328
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Porque te hago saber, Sancho, que hay dos maneras de linajes en el mundo: unos que traen y derriban su decendencia de príncipes y monarcas, a quien poco a poco el tiempo ha deshecho, y han acabado en punta, como pirámide puesta al revés; otros tuvieron principio de gente baja, y van subiendo de grado en grado, hasta llegar a ser grandes señores. ...
En la línea 1880
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... ¡Oh Mario ambicioso, oh Catilina cruel, oh Sila facinoroso, oh Galalón embustero, oh Vellido traidor, oh Julián vengativo, oh Judas codicioso! Traidor, cruel, vengativo y embustero, ¿qué deservicios te había hecho este triste, que con tanta llaneza te descubrió los secretos y contentos de su corazón? ¿Qué ofensa te hice? ¿Qué palabras te dije, o qué consejos te di, que no fuesen todos encaminados a acrecentar tu honra y tu provecho? Mas, ¿de qué me quejo?, ¡desventurado de mí!, pues es cosa cierta que cuando traen las desgracias la corriente de las estrellas, como vienen de alto a bajo, despeñándose con furor y con violencia, no hay fuerza en la tierra que las detenga, ni industria humana que prevenirlas pueda. ...
En la línea 690
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Cuando las diferentes tribus se hacen la guerra se vuelven caníbales. Si hemos de dar crédito al testimonio independiente de un joven interrogado por Mr. Dow y al de Jemmy Button, es realmente cierto que cuando se ven muy estrechados por el hambre en invierno se comen a las mujeres viejas antes de comerse a sus perros; y al preguntar Mister Dow el por qué de esta preferencia, le respondió: «Los perros pillan las nutrias y las viejas no las pillan». También explicó este muchacho cómo hacen para matarlas: las colocan sufre un fuerte humo hasta que se asfixian; y al describir este suplicio, imitaba riéndose, los gritos de las víctimas e indicaba las partes del cuerpo que se consideraban como mejores. Por horrible que sea semejante muerte, infligida por mano de los parientes y de los amigos, es más horrible aún pensar en los terrores que deben asaltar a las ancianas cuando el hambre comience a dejarse sentir. Se nos ha contado que entonces se escapan para salvarse a las montañas, pero que los hombres las persiguen y se las traen al matadero, ¡su propio hogar! El capitán Fitz Roy no ha podido nunca llegar a saber si los fueguenses creen en otra vida. A veces entierran a sus muertos en cavernas y otras en los bosques de las montañas; pero no hemos podido averiguar qué clase de ceremonias acompañan a la sepultura. Jemmy Button no quería comer pájaros, porque no quería comer hombres muertos; no hablan de los muertos sino con repugnancia. No tenemos motivo para creer que realicen ceremonia religiosa alguna; sin embargo, quizás las palabras murmuradas por el viejo antes de distribuir la ballena podrida a su hambrienta familia constituyesen una plegaria. Cada familia o tribu tiene su mágico, cuyas funciones no hemos podido nunca definir con claridad. Jemmy creía en los sueños; pero como ya hemos dicho, no creía en el diablo. En suma, no creo que los fueguenses sean más supersticiosos que algunos de nuestros marinos, porque un viejo contramaestre creía firmemente que las terribles tempestades que nos asaltaron junto al cabo de Hornos procedían de tener fueguenses a bordo. Lo que yo oí en la Tierra del Fuego que se aproximase más a un sentimiento religioso, fue una palabra que pronunció York Minster en el momento de matar Mr. Bynoe algunos patos pequeñitos que él quería conservar como muestra. York Minster gritó entonces con tono solemne: «¡Oh, Mr. ...
En la línea 1556
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... rante el verano traen a este sitio a pastar algunos ganados, pero está ya tan avanzada la estación, que no queda un solo animal; los mismo guanacos se han ido ya, comprendiendo que si se dejan sorprender por una nevada ya no podían salir ...
En la línea 1907
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Viven los habitantes como si se hallasen a bordo de un buque; todo tienen que llevarlo desde muy lejos el agua la traen en barcos de Pisagua, situada 40 millas (64 kilómetros) al norte; y se vende a 9 reales2 (cerca de 6 pesetas) el tonel de 18 galones: una botella de agua que he comprado yo me ha costado 30 céntimos ...
En la línea 5897
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —De modo, ¿que yo no puedo ser vicario general? —Por lo visto no; porque entre los casos de excepción citan los prebendados de oficio y traen a cuento no sé qué disposiciones de los Papas. ...
En la línea 12166
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La mayor parte de las señoritas comm'il faut están entregadas en cuerpo y alma a los jesuitas, creo que muchas traen cilicios debajo de la camisa. ...
En la línea 2834
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Un día hablaban de Maximiliano. «¡Infeliz chico!—decía Fortunata—, el odio que le he tomado, no es odio verdadero sino lástima. Siempre me fue muy antipático. Me dejé meter en las Micaelas y me dejé casar… ¿Sabes tú cómo fue todo eso?, pues como lo que cuentan de que manetizan a una persona y hacen de ella lo que quieren; lo mismito. Yo, cuando no se trata de querer, no tengo voluntad. Me traen y me llevan como una muñeca… Y ahora, créete que me entran remordimientos de engañar a ese pobre chico. Es un angelón sin pena ni gloria. Danme ganas a veces de desengañarle, y la verdad… Porque lo que es acariciarle, no puedo, se me resiste, no está en mi natural. Le pido a la Virgen que me dé fuerzas para cantar claro». ...
En la línea 3145
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Decidieron por fin establecerse en el Siglo de la calle Mayor, donde se encontraron bastantes personas conocidas. Rubín necesitaba algunos días para la aclimatación en nuevo local. Al principio cambiaba frecuentemente de mesa, bien porque el sitio era expuesto a las corrientes de aire, bien por ciertas vecindades un poco molestas. Una de las primeras noches, cuando aún no habían llegado los amigos, Rubín estaba solo en la mesa, y ponía su atención en dos grupos inmediatos a él. En ambos era vivo y animado el diálogo. En el de la derecha decían: «Hoy he hecho yo unas cincuenta arrobas a veinticinco reales. Pero está la plaza perdida. Los paletos van aprendiendo mucho. Hoy han dicho que no traen más escarola si no se la ponemos a diez». En el grupo de la izquierda, compuesto de tres individuos, oyó Rubín lo siguiente: «Te aseguro que yo admito la metempsícosis, según la entendían los egipcios y los caldeos». Comprendió Rubín que los de la derecha eran asentadores de víveres y los de la izquierda filósofos de café. En el del Siglo había una gran reunión de espiritistas, a la que concurría por aquella fecha Federico Ruiz. Viole Rubín, y se acercó a la tertulia, teniendo el gusto de discutir con los individuos más entusiastas de aquella secta. Entendía Juan Pablo que esto de ir corriéndola de mundo en mundo después que uno se muere es muy aceptable; pero lo del periespíritu no lo tragaba, ni la guasa de que vengan Sócrates y Cervantes a ponerse de cháchara con nosotros cuando nos place. Vamos; esto es para bobos. Uno de los más chiflados de la escuela se esforzaba en convencer a Rubín, tomando ese tonillo de unción y ese amaneramiento de cuello torcido y ojos bajos en que cae todo propagandista de doctrina religiosa, cualquiera que sea. Feijoo aparentaba creer, por darles cuerda y oírles desatinar. A aquel círculo iba Federico Ruiz siempre con prisa y con el tiempo tasado, porque a tal hora tenía que asistir a una junta para tratar de la erección del monumento a Jovellanos; después a otra para ocuparse del banquete que se había de dar a los pescadores de provincias que vendrían al Congreso de piscicultura. Hombre más atareado no se vio jamás en nuestro país, y como tenía tantas cosas en el caletre, para no olvidar muchas de ellas se veía obligado a apuntárselas con lápiz en los puños de la camisa. Cuando no tenía que ir a la Sociedad Económica a defender su voto particular como individuo de la comisión informadora de reformas sociales, iba al Fomento de las Ciencias a dar su conferencia sobre la utilidad de elevar a estudio serio el arte de la panificación. Entre col y col, Ruiz pasaba un rato con sus amigos los espiritistas, y les alentaba a organizarse, a establecerse, a alquilar un local, y sobre todo a fundar un órgano en la prensa. Nada adelantarían sin órgano. ...
En la línea 3150
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Dicen que traen al Príncipe… —indicó Ramsés II con timidez. ...
En la línea 3897
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Sí, se la llevan a la Casa de Socorro o al hospital… Pero ¡quia!, no… Suben. ¿Apostamos a que la traen a la botica? ...
En la línea 916
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Era el Casino para Perico y Miranda, como para todos los ociosos de la colonia, casa y hogar durante la temporada termal. En conjunto el gran edificio se asemejaba a un concierto de voces que convidasen a la existencia rápida y fácil de nuestro siglo. El espacioso peristilo, la fachada principal con su vasta azotea, su jardinete reservado, donde vegetan en graciosas canastillas exóticas plantas, y sus ricos y caprichosos adornos renacientes de blanquísima sillería; las altas columnas de bruñido pórfido que el interior sustentan; las muelles butacas y los anchos divanes; los cupidillos traviesos (símbolo artístico de efímeros amores que suelen vivir el espacio de una quincena de aguas) que corren por la cornisa del gran salón de baile, o revolotean en el azul de los anchos recuadros del teatro; el oro prodigado en toques hábiles, como puntos de luz, o en luengos listones, como rayos de sol; las grandes ventanas de límpidos cristales, todo, en suma, ayudaba a la fantasía a representarse un templo ateniense, corregido y aumentado con los beneficios y goces de la civilización actual. Quien mirase el Casino por su fachada sur, podía ver desde luego el numen que allí recibía culto y sacrificios: la Ninfa de las aguas, inclinando la urna con graciosa actitud, mientras salen a sus pies de entre un cañaveral dos amorcillos, y uno de ellos, alzando una valva, recoge la sacra linfa que de la urna copiosamente fluye. Sacerdotes y flamines del templo de la Ninfa son los mozos del Casino, que a la menor señal, a un movimiento de labios, acuden tácitos y prontos con lo que se desea: cigarros, periódicos, papel, refrescos, hasta las aguas, que traen a escape, en un tanque vuelto boca abajo sobre un plato, a fin de que no pierdan su preciosa temperatura ni sus gases. ...

El Español es una gran familia
Más información sobre la palabra Traen en internet
Traen en la RAE.
Traen en Word Reference.
Traen en la wikipedia.
Sinonimos de Traen.
Busca otras palabras en esta web
Palabras parecidas a traen
La palabra barbarie
La palabra desahogo
La palabra ciencia
La palabra puede
La palabra docena
La palabra digo
La palabra discurso
Webs Amigas:
Ciclos Fp de Administración y Finanzas en Girona . Becas de Andalucia . VPO en Valladolid . - Apartamentos Ibersol Villajardin