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La palabra repartiendo
Cómo se escribe

la palabra repartiendo

La palabra Repartiendo ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece repartiendo.

Estadisticas de la palabra repartiendo

Repartiendo es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 23783 según la RAE.

Repartiendo aparece de media 2.37 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la repartiendo en las obras de referencia de la RAE contandose 360 apariciones .

Errores Ortográficos típicos con la palabra Repartiendo

Cómo se escribe repartiendo o rreparrtiendo?


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece repartiendo

La palabra repartiendo puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1263
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --A todos los que andan por el campo, de gañanía en gañanía, repartiendo papeluchos malos y libros venenosos, cuatro tiros. A los que echan soflamas y ahullan barbaridades en esas reuniones a cencerros tapados que tienen de noche en un rancho o en los alrededores de un ventorro, cuatro tiros. Y lo mismo a los que en las viñas, desobedeciendo a los amos y con el orgullo de saber leer, enteran a sus compañeros de las majaderías que traen los periódicos... A Fernando Salvatierra, cuatro tiros... ...

En la línea 4880
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Al día siguiente de abrir el establecimiento, estaba yo en la otra acera de la calle, apoyado de espaldas en la pared, cruzado de brazos, contemplando la tienda, en cuyos huecos se leía en grandes letras amarillas: _Despacho de la Sociedad Bíblica y Extranjera_, y, sumido en mi contemplación, pensaba: «¡Qué inesperadas mudanzas trae el tiempo! ¡Ocho meses he pasado de aquí para allá en esta vieja España, tan papista, repartiendo Testamentos como agente de una Sociedad que los papistas tienen por herética, y no me han lapidado ni quemado! Ahora, en la capital hago lo que a cualquiera le hubiera parecido causa bastante para que todos los difuntos inquisidores y familiares enterrados dentro de sus muros se alzaran de sus tumbas gritando: “¡Abominación!”, y nadie se mete conmigo. ...

En la línea 14
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Presentose en aquellos días al simpático joven la coyuntura de hacer su primer viaje a París, adonde iban Villalonga y Federico Ruiz comisionados por el Gobierno, el uno a comprar máquinas de agricultura, el otro a adquirir aparatos de astronomía. A D. Baldomero le pareció muy bien el viaje del chico, para que viese mundo; y Barbarita no se opuso, aunque le mortificaba mucho la idea de que su hijo correría en la capital de Francia temporales más recios que los de Madrid. A la pena de no verle uníase el temor de que le sorbieran aquellos gabachos y gabachas, tan diestros en desplumar al forastero y en maleficiar a los jóvenes más juiciosos. Bien se sabía ella que allá hilaban muy fino en esto de explotar las debilidades humanas, y que Madrid era, comparado en esta materia con París de Francia, un lugar de abstinencia y mortificación. Tan triste se puso un día pensando en estas cosas y tan al vivo se le representaban la próxima perdición de su querido hijo y las redes en que inexperto caía, que salió de su casa resuelta a implorar la misericordia divina del modo más solemne, conforme a sus grandes medios de fortuna. Primero se le ocurrió encargar muchas misas al cura de San Ginés, y no pareciéndole esto bastante, discurrió mandar poner de Manifiesto la Divina Majestad todo el tiempo que el niño estuviese en París. Ya dentro de la Iglesia, pensó que lo del Manifiesto era un lujo desmedido y por lo mismo quizá irreverente. No, guardaría el recurso gordo para los casos graves de enfermedad o peligro de muerte. Pero en lo de las misas sí que no se volvió atrás, y encargó la mar de ellas, repartiendo además aquella semana más limosnas que de costumbre. ...

En la línea 4007
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Se acercaba la hora, y en el patio sonaba el rumor de emoción teatral que acompaña a las grandes solemnidades. El pueblo ocupaba el sitio infalible que la curiosidad dispone. En el portal no se cabía, y todos los chicos del barrio se habían dado cita allí, cual si creyeran que sin ellos no podía tener lucimiento alguno la ceremonia. Guillermina recorría toda la carrera, desde la puerta del cuarto de Severiana hasta la de la calle, dando órdenes, inspeccionando el público y mandando que se pusieran en última fila las individualidades de uno y otro sexo que no tenían buen ver. Había venido de la parroquia un hombre asacristanado, y estaba repartiendo la carga de velas que trajo. ...


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Más información sobre la palabra Repartiendo en internet

Repartiendo en la RAE.
Repartiendo en Word Reference.
Repartiendo en la wikipedia.
Sinonimos de Repartiendo.

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