La palabra Pensaban ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece pensaban.
Estadisticas de la palabra pensaban
Pensaban es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 10187 según la RAE.
Pensaban aparece de media 7.61 veces en cada libro en castellano.
Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la pensaban en las obras de referencia de la RAE contandose 1156 apariciones .
Errores Ortográficos típicos con la palabra Pensaban
Cómo se escribe pensaban o penzaban?
Cómo se escribe pensaban o pensavan?
Más información sobre la palabra Pensaban en internet
Pensaban en la RAE.
Pensaban en Word Reference.
Pensaban en la wikipedia.
Sinonimos de Pensaban.

la Ortografía es divertida

El Español es una gran familia
Algunas Frases de libros en las que aparece pensaban
La palabra pensaban puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1356
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Los agresores huían, se desbandaban, y, arrepentidos de su hazaña al verse solos, pensaban aterrados, con el fácil cambio de impresiones de la infancia, en aquel pájaro que lo sabía todo y en lo que les guardaba don Joaquín para el día siguiente. ...
En la línea 576
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Salvatierra admiraba la fe de este joven que se creía poseedor del remedio para todos los males sufridos por la inmensa horda de la miseria. ¡Instruirse! ¡Ser hombres!... Los explotadores eran unos cuantos miles y los esclavos centenares de millones. Pero apenas peligraban sus privilegios, la humanidad ignorante encadenada al trabajo, era tan imbécil, que ella misma se dejaba extraer de su seno los verdugos, los que vistiendo un traje de colorines y echándose el fusil a la cara, volvían a restablecer a tiros el régimen de dolor y de hambre, cuyas consecuencias sufrían después, al volver abajo. ¡Ay! ¿si los hombres no viviesen ciegos y en la ignorancia, cómo podría mantenerse este absurdo? Las afirmaciones candorosas del muchacho, hambriento de saber, hacían reflexionar a Salvatierra. Tal vez este inocente veía más claro que ellos, los hombres endurecidos en la lucha, que pensaban en la propaganda por la acción y en las rebeldías inmediatas. Era un espíritu simple, como los creyentes del cristianismo primitivo, que sentían las doctrinas de su religión con más intensidad que los Padres de la Iglesia. Su procedimiento era de una lentitud que necesitaba siglos; pero su éxito parecía seguro. Y el revolucionario, escuchando al gañán, se imaginaba una época en la que no existiese la ignorancia y la actual bestia de trabajo, mal nutrida, con el pensamiento petrificado y sin otra esperanza que la insuficiente y envilecedora caridad, se metamorfosease en hombre. ...
En la línea 1068
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Anduvieron toda una tarde las dos por las colinas vecinas buscando hierbas, y solicitaron de la mujer de _Zarandilla_ los más disparatados ingredientes para una famosa cataplasma que pensaban preparar. Por la noche, los hombres de la gañanía contemplaron en silencio las manipulaciones de las dos brujas en torno de un puchero puesto a la lumbre, con ese respeto crédulo de las gentes del campo por todo lo maravilloso. ...
En la línea 1250
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Dupont, enardecido por el general asentimiento, seguía hablando, pero ahora en tono grave. La gente baja, lo que necesitaba antes del jornal, era el consuelo de la religión. Sin religión se vive rabiando, víctima de toda clase de infelicidades, y este era el caso de los trabajadores de Jerez. No creían en nada, no iban a misa, se burlaban de los curas, sólo pensaban en la revolución social con degollinas y fusilamientos de burgueses y jesuitas; no tenían la esperanza de la vida eterna, consuelo y compensación de las miserias de aquí abajo, que son insignificantes, pues sólo duran unas cuantas docenas de años, y como resultado lógico de tanta impiedad, encontraban su pobreza más dura, con nuevos tonos sombríos. ...
En la línea 3612
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... —Los frailes pensaban de otro modo—replicó el anciano—, y consideraron siempre el homicidio como una _friolera_; pero no así el delito de casarse sin dispensa dos primos hermanos, para el que, a creerlos, difícilmente hay remisión en este mundo ni el otro. ...
En la línea 6837
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Los nigerianos están para ser azotados; a veces intentan escaparse: suelto los sabuesos en su rastro, y los cogen en un abrir y cerrar de ojos; antes tenían la costumbre de ahorcarse, porque los nigerianos pensaban que era el camino más seguro para volver a su país y librarse de mí; no tardé en poner término a eso: les dije que si se ahorcaba alguno más, yo me ahorcaría también, para no separarme de ellos, y azotarlos en su país natal diez veces más que en el mío. ...
En la línea 1846
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Otro día llegaron al lugar donde Sancho había dejado puestas las señales de las ramas para acertar el lugar donde había dejado a su señor; y, en reconociéndole, les dijo como aquélla era la entrada, y que bien se podían vestir, si era que aquello hacía al caso para la libertad de su señor; porque ellos le habían dicho antes que el ir de aquella suerte y vestirse de aquel modo era toda la importancia para sacar a su amo de aquella mala vida que había escogido, y que le encargaban mucho que no dijese a su amo quien ellos eran, ni que los conocía; y que si le preguntase, como se lo había de preguntar, si dio la carta a Dulcinea, dijese que sí, y que, por no saber leer, le había respondido de palabra, diciéndole que le mandaba, so pena de la su desgracia, que luego al momento se viniese a ver con ella, que era cosa que le importaba mucho; porque con esto y con lo que ellos pensaban decirle tenían por cosa cierta reducirle a mejor vida, y hacer con él que luego se pusiese en camino para ir a ser emperador o monarca; que en lo de ser arzobispo no había de qué temer. ...
En la línea 2062
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Sólo os ruego (lo que con facilidad podréis y debéis hacer) que me aconsejéis dónde podré pasar la vida sin que me acabe el temor y sobresalto que tengo de ser hallada de los que me buscan; que, aunque sé que el mucho amor que mis padres me tienen me asegura que seré dellos bien recebida, es tanta la vergüenza que me ocupa sólo el pensar que, no como ellos pensaban, tengo de parecer a su presencia, que tengo por mejor desterrarme para siempre de ser vista que no verles el rostro, con pensamiento que ellos miran el mío ajeno de la honestidad que de mí se debían de tener prometida. ...
En la línea 3095
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Todos estaban suspensos y alborozados, aguardándome, deseosos ya de embestir con el bajel que a los ojos tenían; porque ellos no sabían el concierto del renegado, sino que pensaban que a fuerza de brazos habían de haber y ganar la libertad, quitando la vida a los moros que dentro de la barca estaban. ...
En la línea 3204
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y con parte de la estrecha cama del ventero, y con la mitad de la que el oidor traía, se acomodaron aquella noche mejor de lo que pensaban. ...
En la línea 2843
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Los primeros viajeros pensaban que los animales construían el coral edificando instintivamente grandes círculos, de modo que pudiesen habitar tranquilos la parte interior; pero esta explicación está tan lejos de la verdad, que los pólipos ordinarios, cuyo trabajo en el lado exterior asegura la existencia misma del arrecife, no pueden vivir dentro, donde florecen otras especies que fabrican ramas delicadas ...
En la línea 1303
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —¡Menos mal! —pensaban las hermanas de don Carlos allá en su caserón de Vetusta. ...
En la línea 1924
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Si Anita se descuidaba, pensaban las herederas, podía verse comprometida sin ninguna utilidad. ...
En la línea 4337
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La luna la miraba a ella con un ojo solo, metido el otro en el abismo; los eucaliptus de Frígilis inclinando leve y majestuosamente su copa, se acercaban unos a otros, cuchicheando, como diciéndose discretamente lo que pensaban de aquella loca, de aquella mujer sin madre, sin hijos, sin amor, que había jurado fidelidad eterna a un hombre que prefería un buen macho de perdiz a todas las caricias conyugales. ...
En la línea 4816
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... No pensaban hacer comentarios. ...
En la línea 952
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Mientras tanto, Carlos VIII justificaba sus preparativos guerreros con un fin falsamente religioso. Luego que se apoderase del reino de Nápoles, iría a conquistar a Constantinopla y Jerusalén (¡el eterno pretexto de la cruzada!); pero ni él ni sus capitanes pensaban en cumplir tales promesas. ...
En la línea 1333
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Al principio, estos dos personajes proyectaron matarle a usted por medio de una inyección venenosa. Ignoro como pensaban realizarlo, pero de su intención no me cabe ninguna duda. Deseaban que usted apareciese muerto un amanecer, aquí en la playa, y que la gente creyese en un fallecimiento ordinario. Pero como no han podido realizar este plan hipócrita de venganza, apelan ahora al asesinato. Ya lo sabe, gentleman; esta noche y la siguiente no duerma usted. Yo creo que el golpe lo intentarán mañana, pero le aconsejo que, de todos modos, se guarde esta noche, pues bien podrían haber adelantado la fecha de su crimen. ...
En la línea 1501
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Y todos, al oír esto, pensaban lo mismo. El coloso era hombre, y por solidaridad de sexo iba indudablemente a unirse con los revolucionarios. Los pesimistas levantaban las manos hacia el cielo, exclamando: ...
En la línea 390
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Volvían los esposos de Cádiz en el tren correo. No pensaban detenerse ya en ninguna parte, y llegarían a Madrid de un tirón. Iban muy gozosos, deseando ver a la familia, y darle a cada uno su regalo. Jacinta, aunque picada del gusanillo aquel, había resuelto no volver a hablar de tal asunto, dejándolo sepultado en la memoria, hasta que el tiempo lo borrara para siempre. Pero al llegar a la estación de Jerez, ocurrió algo que hizo revivir inesperadamente lo que ambos querían olvidar. Pues señor… de la cantina de la estación vieron salir al condenado inglés de la noche de marras, el cual les conoció al punto y fue a saludarles muy fino y galante, y a ofrecerles unas cañas. Cuando se vieron libres de él, Santa Cruz le echó mil pestes, y dijo que algún día había de tener ocasión de darle el par de galletas que se tenía ganadas. «Este danzante tuvo la culpa de que yo me pusiera aquella noche como me puse y de que te contara aquellos horrores… ». ...
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