La palabra Negativa ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece negativa.
Estadisticas de la palabra negativa
Negativa es una de las palabras más utilizadas del castellano ya que se encuentra en el Top 5000, en el puesto 2873 según la RAE.
Negativa tienen una frecuencia media de 32.81 veces en cada libro en castellano
Esta clasificación se basa en la frecuencia de aparición de la negativa en 150 obras del castellano contandose 4987 apariciones en total.
Errores Ortográficos típicos con la palabra Negativa
Cómo se escribe negativa o negatiba?
Cómo se escribe negativa o nejativa?
Más información sobre la palabra Negativa en internet
Negativa en la RAE.
Negativa en Word Reference.
Negativa en la wikipedia.
Sinonimos de Negativa.
Algunas Frases de libros en las que aparece negativa
La palabra negativa puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 2093
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Todos reconocían que sus amos habían cambiado al recordar los detalles de su última entrevista con ellos: las amenazas de desahucio, la negativa a aceptar la paga incompleta, la expresión irónica con que les habían hablado de las tierras del tío Barret, otra vez cultivadas, a pesar del odio de toda la huerta. ...
En la línea 1853
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Habló de su primo, augurando resueltamente su negativa. Él no podía casarse. ¿Y su carrera? ¿Y su porvenir? Justamente, la familia, de acuerdo con los Padres de la Compañía, andaba en tratos para su matrimonio con una muchacha rica de Sevilla; antigua hija espiritual del Padre Urizábal. Y bien lo necesitaba él, pues su fortuna estaba muy resentida después de tantos despilfarros, y para su carrera política le convenía ser rico. ...
En la línea 1862
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y para salir del paso, pretendía dejar la conversación para el día siguiente. Examinarían con más claridad el asunto... El temor de verse obligado a aceptar las proposiciones de Montenegro le hacía insistir en su negativa. Todo menos casarse... No le era posible; le repudiaría su familia, se reiría de él la gente; perdería su porvenir político. ...
En la línea 5513
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Doble ofensa la que me hacéis entonces -dijo Porthos soltando el brazo de la procuradora de debajo del suyo-; porque si vos sois rica, señora Coquenard, entonces no hay excusa que valga en vuestra negativa. ...
En la línea 373
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... 14 de septiembre:- Los soldados pertenecientes a la posta siguiente quieren volverse a ella; y como juntándonos con ellos seremos cinco hombres, todos armados, decido no aguardar a las tropas anunciadas. Mi hospedero, el teniente, hace todos los esfuerzos posibles para retenerme. Ha sido en extremo atento conmigo; no sólo me ha dado de comer, sino que me ha prestado los caballos de su propiedad particular. Por eso, deseo remunerarle de cualquier modo que sea. Pregunto a mi guía si la costumbre me permite hacerlo, y me contesta que no, añadiendo que, además de una negativa, me diría algo por este estilo: «En nuestro país damos carne a nuestros perros; de modo que no vamos a vendérsela a los cristianos». No debe suponerse que el empleo de teniente en un ejército de esa calaña sea la causa de esa negativa a cobrar, no; eso proviene de que en toda la extensión de esas provincias (todos los viajeros pueden afirmarlo) cada uno considera un deber la hospitalidad. Luego de haber galopado unas cuantas leguas seguidas, entramos en una región baja y cenagosa que se extiende hacia el Norte, durante cerca de 80 millas (123 kilómetros), hasta la sierra Tapalguen. En algunas partes, esa comarca consiste en hermosas llanuras húmedas, cubiertas de césped; en otras, en un suelo blando, negro y turboso. Encuéntranse allí muchos lagos muy grandes, pero poco profundos, e inmensos cañaverales. En resumen: ese país se asemeja a las partes más bellas de las ciénagas del Cambridgeshire. Por la noche nos es algo difícil encontrar enmedio de los pantanos un sitio seco donde establecer nuestros campamento. ...
En la línea 10
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Para convencernos de que son ilusorios, no sería malo suspender la crítica negativa, dedicándonos todos, aunque ello parezca extraño, a infundir ánimos al enfermo, diciéndole: Tu debilidad no es más que pereza, y tu anemia proviene del sedentarismo. ...
En la línea 2218
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Pues bien, todo esto lo pagarías tú con la más negra ingratitud, con la ingratitud más criminal, si a la proposición que vamos a hacerte contestaras con una negativa. ...
En la línea 2233
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Calló; no se atrevía a dar una negativa categórica. ...
En la línea 10014
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Pero insistió, aunque más débilmente cada vez, en su negativa. ...
En la línea 4320
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Poco a poco, señoras mías—observó el rico avariento, echándose sobre el respaldo del sillón—. La cosa varía de aspecto. ¡Jacinta metida a santa fundadora! ¡Qué compromiso! Ahora sí que no sé cómo salir del paso, porque ahora sí que me condeno de veras, si me obstino en la negativa. Porque no hay duda de que esta mano que pide, mano del Cielo es… ...
En la línea 5456
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... ¿Y qué menos podía hacer el desgraciado Rubín que descargar contra el orden social y los poderes históricos la horrible angustia que llenaba su alma? Porque estaba perdido, y la cruel negativa de su tía le puso en el caso de escoger entre la deshonra y el suicidio. Antes de ir al café había tenido un vivo altercado con Refugio, por pretender ésta que fuese con ella a Gallo, y el disgusto con su querida, a quien tenía cariño, le revolvió más la bilis. Sus amigos no podían con él; estaba furioso; poco faltaba para que insultase a los que le contradecían, y su numen paradójico se excitaba hasta un grado de inspiración que le hacía parecer un propagandista de la secta de los tembladores. El que mejor replicaba ¡parece increíble!, era Maxi, que se quedó en el café más tiempo del acostumbrado, retenido por el interés de la polémica. Defendía el joven Rubín los principios fundamentales de toda sociedad con un ardor y una serena convicción que eran el asombro de cuantos le oían. No se alteraba como el otro; argumentaba con frialdad, y sus nervios, absolutamente pacíficos, dejaban a la razón desenvolverse con libertad y holgura. La suerte de Rubín mayor fue que Rubín menor se marchó a las diez, pues doña Lupe le tenía prescrito que no entrase en casa tarde, y por nada del mundo desobedecería él esta pragmática. Había vuelto a la docilidad de los tiempos que se podrían llamar antediluvianos o que precedieron a la catástrofe de su casamiento. Dejando que su hermano se arreglara como pudiese con los demás tratadistas de derecho público, abandonó el café con ánimo de irse derechito a su casa. Atravesó la Plaza Mayor, desde la calle de Felipe III a la de la Sal, y en aquel ángulo no pudo menos que pararse un rato, mirando hacia las fachadas del lado occidental del cuadrilátero. Pero esta suspensión de su movimiento fue pronto vencida del prurito de lógica que le dominaba, y se dijo: «No; voy a casa, y han dado ya las diez… Luego, no debo detenerme». Siguió por la calle de Postas y Vicario Viejo, y antes de desembocar en la subida a Santa Cruz, vio pasar a Aurora, que salía de la tienda de Samaniego para ir a su casa. «¡Qué tarde va hoy!» pensó, siguiendo tras ella por la calle arriba, hacia la plazuela de Santa Cruz, no por seguirla, sino porque ella iba delante de él, sin verle. Andaba la viuda de Fenelón a buen paso, sin mirar para ninguna parte, y llevaba en la mano un paquete, alguna obra tal vez para trabajar en su casa el día siguiente, que era domingo, y domingo de Ramos por más señas. ...
En la línea 1141
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El 10 de febrero de 1828, Dumont d'Urville se presentó en Tikopia, donde tomó por guía e intérprete a un desertor establecido en esa isla, y de allí se dirigió a Vanikoro, cuyas costas avistó el 12 de febrero. Estuvo bordeando sus arrecifes hasta el 14, y tan sólo el 20 pudo fondear al otro lado de la barrera, en la rada de Vanu. El día 23, varios de sus oficiales dieron la vuelta a la isla y volvieron con algunos restos de escasa importancia. Los indígenas, ateniéndose a una actitud negativa y evasiva, rehusaban conducirles al lugar del naufragio. Esa sospechosa conducta les indujo a creer que los indígenas habían maltratado a los náufragos y que temían que Dumont d'Urville hubiese llegado para vengar a La Pérousse y a sus infortunados compañeros. Sin embargo, unos días más tarde, el 26, estimulados por algunos regalos y comprendiendo que no tenían que temer ninguna represalia, condujeron al lugarteniente de Dumont, Jasquinot, al lugar del naufragio. ...
En la línea 4234
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Raskolnikof suponía que no había ido: lo habría jurado. Siguió pensando en ello, recordó todos los detalles de la visita de Porfirio y llegó a la misma conclusión negativa. Svidrigailof no había visitado al juez, pero ¿tendría intención de hacerlo? ...
En la línea 4235
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... También respecto a este punto se inclinaba por la negativa. ¿Por qué? No lograba explicárselo. Pero, aunque se hubiera sentido capaz de hallar esta explicación, no habría intentado romperse la cabeza buscándola. Todo esto le atormentaba y le enojaba a la vez. Lo más sorprendente era que aquella situación tan crítica en que se hallaba le inquietaba muy poco. Le preocupaba otra cuestión mucho más importante, extraordinaria, también personal, pero distinta. Por otra parte, sentía un profundo desfallecimiento moral, aunque su capacidad de razonamiento era superior a la de los días anteriores. Además, después de lo sucedido, ¿valía la pena tratar de vencer nuevas dificultades, intentar, por ejemplo, impedir a Svidrigailof ir a casa de Porfirio, procurar informarse, perder el tiempo con semejante hombre? ...
En la línea 4556
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Después de haber contemplado atentamente este cuadro, Svidrigailof dejó su puesto de observación y volvió a sentarse en la cama. Al traerle el té y la carne, el harapiento mozo no pudo menos de volverle a preguntar si quería alguna otra cosa, pero de nuevo recibió una respuesta negativa y se retiró definitivamente. Svidrigailof se apresuró a tomarse un vaso de té para entrar en calor. Pero no pudo comer nada. Empezaba a tener fiebre y esto le quitaba el apetito. Se despojó del abrigo y de la americana y se introdujo entre las ropas del lecho. Se sentía molesto. ...

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