Cómo se escribe.org.es

La palabra entrando
Cómo se escribe

la palabra entrando

La palabra Entrando ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece entrando.

Estadisticas de la palabra entrando

Entrando es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 6619 según la RAE.

Entrando aparece de media 13.06 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la entrando en las obras de referencia de la RAE contandose 1985 apariciones .

Errores Ortográficos típicos con la palabra Entrando

Cómo se escribe entrando o hentrando?
Cómo se escribe entrando o entrrando?

Más información sobre la palabra Entrando en internet

Entrando en la RAE.
Entrando en Word Reference.
Entrando en la wikipedia.
Sinonimos de Entrando.


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece entrando

La palabra entrando puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1672
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Querían ver al niño, al pobre albaet; y entrando en el estudi, lo contemplaron todavía en la cama, el embozo de la sábana hasta el cuello, marcado apenas el bulto de su cuerpo bajo la cubierta, con la cabeza rubia inerte sobre el almohadón. ...

En la línea 1051
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Gran parte del día lo pasaba la muchacha sola en el rincón más oscuro del dormitorio de los gañanes. Algún perro del cortijo, entrando de tarde en tarde, daba vueltas en torno de ella con un gruñido sordo, que expresaba su extrañeza, y después de intentar lamer su cara pálida, alejábase repelido por las manos exangües, transparentes, infantiles. ...

En la línea 1072
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Conforme avanzaba la noche, fueron entrando varias personas para calentarse a la lumbre y gozar de la conversación; la casa era una especie de mentidero, donde llevaba la voz cantante el huésped, hombre de cierta sagacidad y experiencia, antiguo soldado del ejército británico. ...

En la línea 1381
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Aquel tremendo trote duraba ya una milla, cuando el caballo, entrando cada vez más en calor, salió de pronto al galope. ...

En la línea 1605
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... La jornada siguiente me llevó a una ciudad de cierta importancia, la primera entrando en Castilla la Nueva por aquella parte, cuyo nombre he olvidado. ...

En la línea 1948
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Luego me encaminé a ella, con intención de acabar aquí la vida, y, en entrando por estas asperezas, del cansancio y de la hambre se cayó mi mula muerta, o, lo que yo más creo, por desechar de sí tan inútil carga como en mí llevaba. ...

En la línea 2043
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... »Llegué en dos días y medio donde quería, y, en entrando por la ciudad, pregunté por la casa de los padres de Luscinda, y al primero a quien hice la pregunta me respondió más de lo que yo quisiera oír. ...

En la línea 2323
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y, entrando en su aposento, sacó dél una maletilla vieja, cerrada con una cadenilla, y, abriéndola, halló en ella tres libros grandes y unos papeles de muy buena letra, escritos de mano. ...

En la línea 2816
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Pidió, en entrando, un aposento, y, como le dijeron que en la venta no le había, mostró recebir pesadumbre; y, llegándose a la que en el traje parecía mora, la apeó en sus brazos. ...

En la línea 573
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Uno tras otro iban entrando en la sacristía con el aire aburrido de todo funcionario que desempeña cargos oficiales mecánicamente, siempre del mismo modo, sin creer en la utilidad del esfuerzo con que gana el pan de cada día. ...

En la línea 1453
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Al principio la calumnia habíale hecho poco daño, era una de tantas injusticias de doña Camila; pero poco a poco fue entrando en su espíritu una sospecha, aplicó sus potencias con intensidad increíble al enigma que tanta influencia tenía en su vida, que a tantas precauciones obligaba al aya; quiso saber lo que era aquel pecado de que la acusaban, y en la maldad de doña Camila y en la torpe vida, mal disimulada, de esta mujer, se afiló la malicia de la niña que fue comprendiendo en qué consistía tener honor y en qué perderlo; y como todos daban a entender que su aventura de la barca de Trébol había sido una vergüenza, su ignorancia dio por cierto su pecado. ...

En la línea 3227
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... En el gabinete contiguo, donde pasaba el día la Marquesa, la anarquía de los muebles era completa, pero todos eran cómodos; casi todos servían para acostarse; sillas largas, mecedoras, marquesitas, confidentes, taburetes, todo era una conjuración de la pereza; en entrando allí daban tentaciones de echarse a la larga. ...

En la línea 4253
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —¿Irá usted al teatro? —No, de fijo no —contestó la Regenta, cerrando detrás de sí la puerta y entrando en el patio. ...

En la línea 932
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Presintiendo Alfonso II las justas vacilaciones del Pontífice, por convenirle a éste en realidad ser enemigo de la dinastía napolitana ratificó las proposiciones que había formulado su padre referente a los Borgias, haciéndolas aún más tentadoras. Su hija natural, doña Sancha, se casaría con el pequeño Jofre Borgia, llevándole además del principado de Esquilache cuarenta mil ducados de renta y una compañía pagada de cien hombres de armas para su guardia personal, El dote de Sancha sería de doscientos mil ducados (más de un millón y medio de francos oro). El hijo mayor de Alejandro VI, Juan, duque de Gandía, recibiría del rey de Nápoles el principado de Tricarico, en la Basilicata, y a tal presente irían unidos ricos beneficios eclesiásticos en las diócesis napolitanas para el joven cardenal de Valencia César Borgia, que acababa de recibir las órdenes del subdiaconato, entrando en la vida clerical contra su voluntad. ...

En la línea 995
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Acompañó el cardenal de Valencia al rey hasta su casa, retirándose luego a la que le habían destinado Una guardia de honor velaba en torno a 'su persona como representante del Pontífice, aunque en realidad su misión era la de vigilarle. Al cerrar la noche, César huyó de su alojamiento por una puerta trasera, vestido de caballerizo. Atravesó las calles a pie, sin darse prisa, para no llamar la atención; salió al campo, y en la Vía Apia, lejos de las últimas casas de la ciudad, un hombre surgió de un grupo de árboles para ir a su encuentro, llevando de la rienda un caballo magnífico. Era un hidalgo de Velletri que César Borgia había conocido durante su permanencia en Marino el año anterior, cumpliendo una misión del Papa. Admirable jinete, saltó el cardenal sobre el fogoso corcel y a todo galope volvió a la ciudad Eterna, entrando en ella antes que apuntase el día, ...

En la línea 1012
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Fernando el Católico creaba desde España una Liga contra Carlos VIII, entrando en ella el Papa, el emperador de Austria, Venecia y hasta el mismo Ludovico el Moro, que había abierto a los franceses las puertas de Italia de y estaba arrepentido en vista de sus excesos. Dicha Liga fue proclamada el 12 de abril de 1495 y Carlos tuvo que replegarse inmediatamente hacia la frontera francesa para que no le cercasen los aliados dentro del reino de Nápoles. ...

En la línea 1014
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Dejando una parte de su ejército en Nápoles, mandado por el duque de Montpensier, tomaba el camino de Roma, anunciando su regreso al Papa con las palabras más amables. Pero Alejandro, zorro viejo, no iba a caer en las trampas puestas por este mancebo alegre. Tal vez quería apoderarse de César Borgia, llevándolo a su lado como escudo protector para atravesar la Italia sublevada, entrando en Francia. Además, le placería mucho vengarse de un cardenal, más joven que él, que lo habla puesto en ridículo con su fuga de Velletri. ...

En la línea 1359
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Todo el resto del día estuvo la insigne dama muy atareada, y Estupiñá saliendo y entrando, pues cuando se creía que no faltaba nada, salíamos con que se había olvidado lo más importante. Llegada la noche, inquietó a Barbarita la tardanza de Jacinta, y cuando la vio entrar fatigadísima, el vestido mojado y toda hecha una lástima, se encerró un instante con ella, mientras se mudaba, y le dijo con severidad: ...

En la línea 1501
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Mujer, llévate, llévate de una vez de mi casa este cachorro de tigre—dijo Benigna, entrando muy soliviantada—. ¡Virgen del Carmen, mi bandeja de arroz con leche! ...

En la línea 1585
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Hacia la calle de la Greda. —No… los amigos se habían trasladado a una casa de la calle de Alcalá, la de Casa-Irujo, que tiene ventanas al parque del ministerio de la Guerra… Subo y me les encuentro muy desanimados. Me asomé con ellos a las ventanas que dan a Buenavista, y no vi nada… «¿Pero a cuándo esperan? ¿En qué están pensando?… ». Francamente, yo creí que el golpe se había chafado y que Pavía no se atrevía a echar las tropas a la calle. Serrano, impaciente, limpiaba los cristales empañados, para mirar, y abajo no se veía nada. «Mi general —le dije—, yo veo una faja negra, que así de pronto, en la oscuridad de la noche, parece un zócalo… Mire usted bien, ¿no será una fila de hombres?».—«¿Y qué hacen ahí pegados a la pared?».—«Vea usted, vea usted, el zócalo se mueve. Parece una culebra que rodea todo el edificio y que ahora se desenrosca… ¿Ve usted?… la punta se extiende hacia las rampas».—«Soldados son—dijo en voz baja el general, y en el mismo instante entró Zalamero con medio palmo de lengua fuera, diciendo: «La votación sigue: la ventaja que llevaba al principio Salmerón, la lleva ahora Castelar… nueve votos… Pero aún falta por votar la mitad del Congreso… ». Ansiedad en todas las caras… A mí me tocaba entonces ir allá, para traer el resultado final de la votación… Tras, tras… cojo mi calle del Turco, y entrando en el Congreso, me encontré a un periodista que salía: «La proposición lleva diez votos de ventaja. Tendremos ministerio Palanca». ¡Pobre Emilio!… Entré. En el salón estaban votando ya las filas de arriba. Eché un vistazo y salí. Di la vuelta por la curva, pensando lo que acababa de ver en Buenavista, la cinta negra enroscada en el edificio… Figueras salió por la escalerilla del reloj, y me dijo: «Usted qué cree, ¿habrá trifulca esta noche?». Y le respondí: «Váyase usted tranquilo, maestro, que no habrá nada… ». «Me parece—dijo con socarronería—que esto se lo lleva Pateta». Yo me reí. Y a poco pasa un portero, y me dice con la mayor tranquilidad del mundo, que por la calle del Florín había tropa. «¿De veras? Visiones de usted. ¡Qué tropa ni qué niño muerto!». Yo me hacía de nuevas. Asomé la jeta por la puerta del reloj. «No me muevo de aquí—pensé, mirando la mesa—. Ahora veréis lo que es canela… ». Estaban leyendo el resultado de la votación. Leían los nombres de todos los votantes sin omitir uno. De repente aparecen por la puerta del rincón de Fernando el Católico varios quintos mandados por un oficial, y se plantan junto a la escalera de la mesa. Parecían comparsas de teatro. Por la otra puerta entró un coronel viejo de la Guardia Civil. ...

En la línea 1937
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «No es eso, tía, no es eso—sostuvo, entrando en posesión de sí mismo—. No es mujer de mala vida. La han engañado a usted». ...

En la línea 4275
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Ya que usted lo quiere, seguiremos hablando ‑dijo Raskolnikof, entrando en liza repentinamente y con impaciencia febril‑. Por peligroso que sea usted y por poco que desee perjudicarme, no quiero andarme con rodeos ni con astucias. Le voy a demostrar ahora mismo que mi suerte me inspira menos temor del que cree usted. He venido a advertirle francamente que si usted abriga todavía contra mi hermana las intenciones que abrigó, y piensa utilizar para sus fines lo que ha sabido últimamente, le mataré sin darle tiempo a denunciarme para que me detengan. Puede usted creerme: mantendré mi palabra. Y ahora, si tiene algo que decirme (pues en estos últimos días me ha parecido que deseaba hablarme), dígalo pronto, pues no puedo perder más tiempo. ...

En la línea 696
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Interrumpió la escena muda el camarero, entrando y presentando a Artegui en una bandejilla un sobre azul, que encerraba un telegrama. No era dable en Artegui palidecer, y, sin embargo, visiblemente se tornaron aún más descoloridos sus pómulos al leer, roto el sobre, lo que el parte decía. Nubláronse sus ojos, y por instinto buscó el apoyo de la chimenea, en cuya tableta de mármol se recostó. A este punto, Lucía, vuelta ya de su asombro primero, se lanzaba a él, y poniéndole las dos manos en los brazos, le suplicaba ansiosamente: ...

En la línea 865
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -¿Y se sabe por fin si la sueca es hija o mujer de ese barón de… de… nunca puedo acordarme de su nombre… vamos, de ese viejo que anda con ella? -interrogó la condesa, entrando por fin en la corriente de curiosidad que la arrastraba, a pesar de su digna actitud. ...

En la línea 967
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Adiós, chicos -dijo entrando en el cuarto de Miranda vestido de viaje, con polainas de paño, un casquete de fieltro y terciada al hombro una escopeta de caza de dos cañones. ...

En la línea 1238
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Y entrando de nuevo en la estancia, arrodillose al lado del lecho mortuorio, sacó su breviario, y a la luz parpadeante de los blandones, fue leyendo en voz alta, compuesta y grave, las cláusulas melancólicas del oficio de difuntos. ...


la Ortografía es divertida

Busca otras palabras en esta web

Palabras parecidas a entrando

La palabra conciencia
La palabra examen
La palabra forma
La palabra rumiando
La palabra luminoso
La palabra enemiga
La palabra responsabilidad

Webs Amigas:

Ciclos Fp de Automoción en Álava . Becas de Ciclos Formativos en Región de Murcia . VPO en Palencia . - Hotel Ipanema Park