Cual es errónea Sabe o Zabe?
La palabra correcta es Sabe. Sin Embargo Zabe se trata de un error ortográfico.
El Error ortográfico detectado en el termino zabe es que hay un Intercambio de las letras s;z con respecto la palabra correcta la palabra sabe

la Ortografía es divertida

El Español es una gran familia
Reglas relacionadas con los errores de s;z
Las Reglas Ortográficas de la S
Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz
Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad
Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa
Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso
Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima
Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.
Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.
Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.
Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.
Las Reglas Ortográficas de la Z
Se escribe z y no c delante de a, o y u.
Se escriben con z las terminaciones -azo, -aza.
Ejemplos: pedazo, terraza
Se escriben con z los sustantivos derivados que terminan en las voces: -anza, -eza, -ez.
Ejemplos: esperanza, grandeza, honradez
La X y la S
Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras s;z
Algunas Frases de libros en las que aparece sabe
La palabra sabe puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1237
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Por esta vez pase, porque es usted aplicado y sabe la tabla de multiplicar; pero la sabiduría es poca cosa cuando no va acompañada por la buena crianza. ...
En la línea 1514
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Treinta, y bien sabe Dios que nada gano. ...
En la línea 1716
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y con un instinto de ser superior nacido para el mando y que sabe imponer la obediencia, comenzó a dar órdenes a todas las mujeres, que rivalizaban por servir a la familia antes odiada. ...
En la línea 1781
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Ayer hablaban pestes de usted y su familia, y bien sabe Dios que en muchas ocasiones les he censurado esa maldad. ...
En la línea 260
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... No por esto olvidaba a su protector. ¡Ay, aquel don Pablo, cuánto bien le había hecho! Por él, su hijo Fermín era un caballero. El viejo Dupont, al ver la actividad que mostraba el muchacho en su escritorio, donde había entrado como _zagal_ para los recados, quiso ayudarle con su protección. Fermín se había instruido aprovechando la presencia en Jerez de Salvatierra. El revolucionario, al volver de su emigración en Londres, ansioso de sol y de tranquilidad campestre, había ido a vivir en Marchamalo, al lado de su amigo el capataz. Algunas veces, al entrar el millonario en la viña, se encontraba con el rebelde hospedado en su propiedad sin permiso alguno. El señor Fermín creía que, tratándose de un hombre de tantos méritos, era innecesario solicitar la autorización del amo. Dupont, por su parte, respetaba el carácter probo y bondadoso del agitador, y su egoísmo de hombre de negocios le aconsejaba la benevolencia. ¡Quién sabe si aquellas gentes volverían a mandar el día menos pensado!... ...
En la línea 504
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --¡Uy!, zeñó Rafaé y qué malo que es uzté... ¡Jozú! ¡y qué cosas dice este hombre! El aperador continuó con el ceño fruncido y la voz grave: --Trabaja en Matanzuela con su familia hace muchos años, pero es un ladrón como toos los gitanos y debía estar en presidio. ¿Sabe usté por qué se trae dos sombreros? Pa llenarlos de garbanzos o habichuelas así que me descuido: y él no sabe que el mejor día le meto un escopetazo. ...
En la línea 575
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --El mundo es del que más sabe, ¿verdad, don Fernando? Si los ricos son fuertes y nos pisan y hacen lo que quieren, no es porque tengan el dinero, sino porque saben más que nosotros... Estos infelices se burlan de mí cuando les digo que se instruyan, y me hablan de los ricos de Jerez, que son más bárbaros que los gañanes. ¡Pero eso no es cuenta! Estos ricos que vemos de cerca son unos peleles, y sobre ellos están los otros, los verdaderos ricos, los que saben, los que hacen las leyes del mundo, y sostienen ese intríngulis de que unos cuantos lo tengan todo y la gran mayoría no tenga nada. Si el trabajador supiera lo que ellos, no se dejaría engañar, les haría frente a todas horas, y cuando menos, los obligaría a que se partiesen el poder con él. ...
En la línea 863
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Tú mismo, muchacho--continuó don Fernando,--te expones a un sermón, si Dupont sabe que paseas conmigo. ...
En la línea 57
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... La caja se había perdido; pero el boliche, no se sabe cómo, había ido a dar a la huerta, y allí hacía de las suyas; pasó pronto a la heredad del vecino, y de una en otra saltó a las afueras, se extendió por los campos, y toda la comarca supo a los pocos meses lo que era el boliche y en qué consistían sus estragos. ...
En la línea 68
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... Era alto y fornido, no se sabe de qué edad, probablemente de cincuenta años, aunque no se puede jurar que pasaran de cuarenta o que no fuesen cincuenta y cinco. ...
En la línea 73
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... con tijeras? No se sabe. ...
En la línea 148
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... Aquel rumor, que él fue alimentando, se convirtió en una intriga de partido más adelante; y combinadas las fuerzas de los cuervistas o antihigienistas con las del bando político contrario al en que militaba don Torcuato, se fue condensando la nube que, al fin, estalló sobre la cabeza del pobre médico, que tuvo que escapar del pueblo, acusado, no se sabe si con razón, de falsario. ...
En la línea 191
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Ya se sabe que once escudos constituían precisamente la suma que quedaba en la bolsa deD'Artagnan. ...
En la línea 426
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Estaba diciéndoles a estos señores -añadió-, que prohíbo a mis mosqueteros exponer su vida sin necesidad, porque las personas va lientes son muy caras al rey, y el rey sabe que sus mosqueteros son las personas más valientes de la tierra. ...
En la línea 515
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Tréville se decía aparte para sí:«Si el cardenal me ha despachado a este joven zorro, a buen se guro, él, que sabe hasta qué punto lo execro, no habrá dejado de decir a su espía que el mejor medio de hacerme la corte es echar pestes de él; así, pese a mis protestas, el astuto compadre va a responderme con toda seguridad que siente horror por Su Eminencia. ...
En la línea 995
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Pero el señor de La Trémouille, ya prevenido por su escude ro, del que, como se sabe, Bernajoux era pariente, le hizo responder que no correspondía ni al señor de Tréville ni a sus mosqueteros que jarse, sino más bien al contrario, a él, contra cuyas gentes habían car gado los mosqueteros y cuyo palacio habían querido q uemar. ...
En la línea 470
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Aserto en estremo aventurado y desventajoso; y si á ello se añade el modo con que se hace, vendremos forzosamente á concluir en una de dos cosas, ó que el tal autor del folleto ignora hasta la posicion de aquellas Islas, y que ni sabe dónde existen, ó que hay segunda y solapada intencion en las ideas emitidas. ...
En la línea 480
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Es seguro no hubiera escrito el tal folleto, si hubiera tenido á la mano, si es que sabe existe, el estado de Filipinas brevemente descrito por Tomas de Comin en 1810, y con permiso del supremo consejo de Indias impreso en Madrid en 1820 en la imprenta de Repullés, y en él hubiera visto el documento siguiente: Número 10. ...
En la línea 825
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... EL RECTOR.—Me regocija mucho oírle a usted hablar así, carísimo señor; veo que conoce usted bien al venerable gremio de mis correligionarios ingleses; cierto: nunca faltaron a la lealtad, y aunque les achacaron conjuraciones y complots, de sobra se sabe ya que todo eso eran calumnias inventadas por enemigos de su religión. ...
En la línea 975
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Allí permanece la piedra; quien desee estudiar la literatura, la ciencia y la historia de los antiguos celtas y cimbrios, puede colegir, contemplando esa piedra y meditando ante ella, todo lo que de tales hombres se sabe. ...
En la línea 1112
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... A mi mente acudieron con mucha fuerza las palabras de un poeta oriental: «Día tras día, y noche tras noche, me fatigaré en socorro de mis hermanos sin fortuna, como las lavanderas curten su faz al sol por limpiar unas ropas que no son suyas.» Cruzado el puente, llegamos a la puerta Norte de Badajoz, y de una especie de garita salió a nosotros un individuo tocado con un sombrero andaluz de copa puntiaguda, y embozado en una de esas inmensas capas, muy conocidas de cuantos han viajado por España, que sólo un español sabe llevar en forma que sienten bien. ...
En la línea 1309
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... ¿Pues acaso no lo es? Más cosas ocultas y más palabras misteriosas sabe que todo el _Errate_ de aquí y de Cataluña. ...
En la línea 388
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -Así es -dijo don Quijote-; que ése es un sabio encantador, grande enemigo mío, que me tiene ojeriza, porque sabe por sus artes y letras que tengo de venir, andando los tiempos, a pelear en singular batalla con un caballero a quien él favorece, y le tengo de vencer, sin que él lo pueda estorbar, y por esto procura hacerme todos los sinsabores que puede; y mándole yo que mal podrá él contradecir ni evitar lo que por el cielo está ordenado. ...
En la línea 431
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -Si eso es así, no tengo yo qué replicar -respondió Sancho-, pero sabe Dios si yo me holgara que vuestra merced se quejara cuando alguna cosa le doliera. ...
En la línea 567
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y aun, si va a decir verdad, mucho mejor me sabe lo que como en mi rincón, sin melindres ni respetos, aunque sea pan y cebolla, que los gallipavos de otras mesas donde me sea forzoso mascar despacio, beber poco, limpiarme a menudo, no estornudar ni toser si me viene gana, ni hacer otras cosas que la soledad y la libertad traen consigo. ...
En la línea 591
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Más tardó en hablar don Quijote que en acabarse la cena; al fin de la cual, uno de los cabreros dijo: -Para que con más veras pueda vuestra merced decir, señor caballero andante, que le agasajamos con prompta y buena voluntad, queremos darle solaz y contento con hacer que cante un compañero nuestro que no tardará mucho en estar aquí; el cual es un zagal muy entendido y muy enamorado, y que, sobre todo, sabe leer y escrebir y es músico de un rabel, que no hay más que desear. ...
En la línea 254
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... su pistola», y examinó su sable. «¿Son indios?», le pregunté. - «¿Quién sabe? Pero, en fin, si no son más que tres, poco importa». Entonces pensé que el hombre que desapareció detrás de la colina habría ido en busca del resto de la tribu. Comuniqué este pensamiento a mi guía, el cual me contestaba siempre con su eterno «¿Quién sabe?». ...
En la línea 254
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... su pistola», y examinó su sable. «¿Son indios?», le pregunté. - «¿Quién sabe? Pero, en fin, si no son más que tres, poco importa». Entonces pensé que el hombre que desapareció detrás de la colina habría ido en busca del resto de la tribu. Comuniqué este pensamiento a mi guía, el cual me contestaba siempre con su eterno «¿Quién sabe?». ...
En la línea 277
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Aparte de estos grandes animales, todo el que conoce un poco la historia natural del cabo de Buena Esperanza sabe que a cada instante se encuentran rebaños de antílopes tan numerosos que sólo pueden compararse con las bandadas de aves emigrantes. El número de leones, panteras, hienas y aves de rapiña indica lo suficiente cuál debe ser la abundancia de cuadrúpedos pequeños; el doctor Smith contó un día 3 Empleo estas palabras, no queriendo indicar la cantidad total que sucesivamente ha podido producirse y consumirse durante un período cualquiera. ...
En la línea 313
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Entre los batracios, me chocó mucho un sapito (Phrynircus nigricans) muy extraño por su color. Puede formarse cabal idea de su aspecto imaginando que primero se le metiese en tinta de la más negra y luego se le permitiese arrastrarse por una tabla recién pintada con bermellón brillante, de modo que este color se le pegara a las plantas de los pies y a algunas partes del vientre. Si esta especie no hubiera recibido nombre aún, merecería ciertamente el de diabolicus, pues es un sapo digno de hablar con Eva. En vez de tener costumbres nocturnas y de vivir en agujeros oscuros y húmedos, como casi todos los demás sapos, se arrastra durante los calores más intensos del día sobre los montoncillos de arena y los llanos áridos, donde no hay ni una gota de agua. Necesariamente debe de contar con el rocío para proveerse de la humedad que le hace falta y que probablemente absorbe por la piel, pues ya se sabe que estos reptiles tienen una gran facultad de absorción cutánea. Uno encontré en Maldonado, en un sitio casi tan seco como los alrededores de Bahía Blanca, creyendo hacerle un gran favor, le cogí y le arrojé en un charco; pero el animalejo no sólo no sabe nadar, sino que de no darle yo auxilio creo que se hubiera ahogado muy pronto. ...
En la línea 74
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Álvaro de Mesía, acabado tipo de la corrupción que llamamos de buen tono, aristócrata de raza, que sabe serlo en la capital de una región histórica, como lo sería en Madrid o en cualquier metrópoli europea; hombre que posee el arte de hacer amable su conducta viciosa y aun su tiranía caciquil. ...
En la línea 107
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Bismarck, un pillo ilustre de Vetusta, llamado con tal apodo entre los de su clase, no se sabe por qué, empuñaba el sobado cordel atado al badajo formidable de la Wamba, la gran campana que llamaba a coro a los muy venerables canónigos, cabildo catedral de preeminentes calidades y privilegios. ...
En la línea 398
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... No se sabe por qué entonces era cuando mejor se conocía que Bermúdez no se quejaba de vicio al quejarse del pícaro estómago, de digestiones difíciles y sobre todo de perpetuos restriñimientos. ...
En la línea 462
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Y añadió: —¡Bien sabe Dios que siento la profanación a que se me invita! Se vistió lo más correctamente que supo, y después de verse en el espejo como un Lovelace que estudia arqueología en sus ratos de ocio, se fue a casa de doña Obdulia. ...
En la línea 322
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... — Nuestro Papa español llegaba demasiado tarde para la defensa de la Cristiandad. Era el último Pontífice de la Edad Media entusiasta y lleno de fe. Sus asombrosos y rápidos triunfos no los apreció nunca como resultado de su actividad personal. Los consideraba modestamente un efecto de las plegarias que dirigía a Dios y de las rogativas ordenadas n los pueblos cristianos, ya que sus príncipes no querían ayudarle. De no traicionarlo y robado descaradamente estos gobernantes, ¿quién sabe si el primero de los Borjas habría acabado por plantar otra vez la cruz sobre las murallas de Constantinopla? ...
En la línea 377
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El Pontífice de ochenta años llamaba al nuevo monarca don Ferrante «pequeño bastardo, cuyo padre nadie sabe con certeza quién es; muchacho que no es nadie y usurpa el nombre de rey sin el permiso de Nos, pues Nápoles pertenece a la Iglesia». ...
En la línea 429
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... ¡Haberse embarcado en esta pasión ardorosa e incierta cuando la vida le ofrecía tantos amores fáciles y gratamente desiguales, pudiendo verse adorada lo mismo que el' ídolo cruel e injusto que nunca ve disminuir los fanáticos prosternados a sus pies!… Conocía los peligros que hace arrostrar una primera juventud a las mujeres que se fían de ella, una juventud siempre agitada por el deseo del más allá. Venus recién surgida de la espuma de las ondas sólo representaba para un amante de veinte años el día actual, el triunfo del momento. En esa edad crédula se espera siempre, y la esperanza va acompañada de ingratitud. «Mañana aún se presentará algo mejor», piensa la petulancia juvenil. Sólo el amante en plena madurez sabe el valor del hoy , y lo aprovecha, agradeciendo su fortuna presente. «Guardemos lo que me da mi buena suerte y procuremos no perderlo.» Este era el amor sumiso y agradecido que necesitaba ella. ...
En la línea 482
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —Márchate para ser libre, como tú dices. Si en eso consiste tu felicidad… , así sea. Créeme… , haces mal. Cuando vuelvas, si es que vuelves, no sé si podré recibirte. Nada de plazo. En nuestra situación el tiempo no cuenta. ¡Quién sabe si nos habremos olvidado a los pocos días!… ¡Quién podrá decir si un recuerdo tenaz no nos impulsará finalmente a buscarnos con toda clase de abdicaciones y bajezas!… Te repito que haces mal. En amor no son prudentes las experiencias ni los alejamientos. La juventud no puede sustentarse sólo de recuerdos… Y los amantes que se acostumbran a vivir sin verse, corren el mayor de los peligros. ...
En la línea 386
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Usted sabe, gentleman, quien fue el primer Hombre-Montaña que visitó este país. Hasta creo que el tal gigante dejó escrito un relato de su viaje, y usted debe haberlo leído, indudablemente. Como ya le dije, otros gigantes vinieron detrás de él en diversas épocas; pero esto solo tiene una relación indirecta con los sucesos que quiero relatarle. Ya sabe usted también, aunque sea de un modo vago, como era la vida de mi país en aquella época remota. Nuestro pueblo estaba gobernado por los emperadores, que se creían el centro del mundo y de una materia divina distinta a la de los otros seres. La vida de la nación se concentraba en la persona del soberano. Los más altos personajes saltaban sobre la maroma y hacían otros ejercicios acrobáticos para divertir al monarca del Imperio, que entonces se llamaba Liliput. La gran ambición de todo liliputiense era conseguir algún hilo de color de los que regalaba el déspota para cruzárselo sobre el pecho a guisa de condecoración. En resumen: mi país vivía sometido a una autoridad paternal pero arbitraria, y los hombres llevaban una existencia monótona y somnolienta, al margen de todo progreso. De las mujeres de entonces no hablemos. Eran esclavas, con una servidumbre hipócrita disimulada por el cariño egoísta del esposo y la falsa dulzura del hogar. ...
En la línea 386
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Usted sabe, gentleman, quien fue el primer Hombre-Montaña que visitó este país. Hasta creo que el tal gigante dejó escrito un relato de su viaje, y usted debe haberlo leído, indudablemente. Como ya le dije, otros gigantes vinieron detrás de él en diversas épocas; pero esto solo tiene una relación indirecta con los sucesos que quiero relatarle. Ya sabe usted también, aunque sea de un modo vago, como era la vida de mi país en aquella época remota. Nuestro pueblo estaba gobernado por los emperadores, que se creían el centro del mundo y de una materia divina distinta a la de los otros seres. La vida de la nación se concentraba en la persona del soberano. Los más altos personajes saltaban sobre la maroma y hacían otros ejercicios acrobáticos para divertir al monarca del Imperio, que entonces se llamaba Liliput. La gran ambición de todo liliputiense era conseguir algún hilo de color de los que regalaba el déspota para cruzárselo sobre el pecho a guisa de condecoración. En resumen: mi país vivía sometido a una autoridad paternal pero arbitraria, y los hombres llevaban una existencia monótona y somnolienta, al margen de todo progreso. De las mujeres de entonces no hablemos. Eran esclavas, con una servidumbre hipócrita disimulada por el cariño egoísta del esposo y la falsa dulzura del hogar. ...
En la línea 391
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Tampoco en esta cuestión me decido ni por unos ni por otros. En realidad, no se sabe nada sobre el primer periodo de la vida de Eulame, que fue tan misterioso como la juventud de muchos fundadores de religiones. Todo lo que dicen mis compañeros de Universidad y lo que dijeron igualmente muchos sabios anteriores esta fundado en hipótesis. ...
En la línea 461
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Los hombres, que durante su larga tiranía se dejaron dominar siempre por oradores, creyendo que un varón de buena palabra sirve para todo y lo sabe todo, han tenido el cinismo de burlarse de las mujeres en muchas ocasiones, asegurando que somos habladoras. ...
En la línea 141
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Como supiera un día la dama que su hijo frecuentaba los barrios de Puerta Cerrada, calle de Cuchilleros y Cava de San Miguel, encargó a Estupiñá que vigilase, y este lo hizo con muy buena voluntad llevándole cuentos, dichos en voz baja y melodramática: «Anoche cenó en la pastelería del sobrino de Botín, en la calle de Cuchilleros… ¿sabe la señora? También estaba el Sr. de Villalonga y otro que no conozco, un tipo así… ¿cómo diré?, de estos de sombrero redondo y capa con esclavina ribeteada. Lo mismo puede pasar por un randa que por un señorito disfrazado». ...
En la línea 249
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «¿Sabes de qué me río? De pensar en la cara que habría puesto tu mamá si le entras por la puerta una nuera de mantón, sortijillas y pañuelo a la cabeza, una nuera que dice diquiá luego y no sabe leer». ...
En la línea 410
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Las amistades y parentescos de las familias de Santa Cruz y Arnaiz pueden ser ejemplo de aquel feliz revoltijo de las clases sociales; mas, ¿quién es el guapo que se atreve a formar estadística de las ramas de tan dilatado y laberíntico árbol, que más bien parece enredadera, cuyos vástagos se cruzan, suben, bajan y se pierden en los huecos de un follaje densísimo? Sólo se puede intentar tal empresa con la ayuda de Estupiñá, que sabe al dedillo la historia de todas las familias comerciales de Madrid, y todos los enlaces que se han hecho en medio siglo. Arnaiz el gordo también se pirra por hablar de linajes y por buscar parentescos, averiguando orígenes humildes de fortunas orgullosas, y haciendo hincapié en la desigualdad de ciertos matrimonios, a los cuales, en rigor de verdad, se debe la formación del terreno democrático sobre que se asienta la sociedad española. De una conversación entre Arnaiz y Estupiñá han salido las siguientes noticias: ...
En la línea 414
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Pasemos ahora a los Morenos, procedentes del valle de Mena, una de las familias más dilatadas y que ofrecen más desigualdades y contrastes en sus infinitos y desparramados miembros. Arnaiz y Estupiñá disputan, sin llegar a entenderse, sobre si el tronco de los Morenos estuvo en una droguería o en una peletería. En esto reina cierta oscuridad, que no se disipará mientras no venga uno de estos averiguadores fanáticos que son capaces de contarle a Noé los pelos que tenía en la cabeza y el número de eses que hizo cuando cogió la primera pítima de que la historia tiene noticia. Lo que sí se sabe es que un Moreno casó con una Isla-Bonilla a principios del siglo, viniendo de aquí la Casa de giro que del 19 al 35 estuvo en la subida de Santa Cruz junto a la iglesia, y después en la plazuela de Pontejos. Por la misma época hallamos un Moreno en la Magistratura, otro en la Armada, otro en el Ejército y otro en la Iglesia. La Casa de banca no era ya Moreno en 1870, sino Ruiz-Ochoa y Compañía, aunque uno de sus principales socios era don Manuel Moreno-Isla. Tenemos diferentes estirpes del tronco remotísimo de los Morenos. Hay los Moreno-Isla, los Moreno-Vallejo y los Moreno-Rubio, o sea los Morenos ricos y los Morenos pobres, ya tan distantes unos de otros que muchos ni se tratan ni se consideran afines. Castita Moreno, aquella presumida amiga de Barbarita en la escuela de la calle Imperial, había nacido en los Morenos ricos y fue a parar, con los vaivenes de la vida, a los Morenos pobres. Se casó con un farmacéutico de la interminable familia de los Samaniegos, que también tienen su puesto aquí. Una joven perteneciente a los Morenos ricos casó con un Pacheco, aristócrata segundón, hermano del duque de Gravelinas, y de esta unión vino Guillermina Pacheco a quien conoceremos luego. Ved ahora cómo una rama de los Morenos se mete entre el follaje de los Gravelinas, donde ya se engancha también el ramojo de los Trujillos, el cual venía ya trabado con los Arnaiz de Madrid y con los Bonillas de Cádiz, formando una maraña cuyos hilos no es posible seguir con la vista. ...
En la línea 183
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –El rey su Majestad sabe que el gran mariscal hereditario de Inglaterra se encuentra prisionero en la Torre. No sería bueno que un prisionero… ...
En la línea 256
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Poco después de la una de la tarde, Tom se sometió resignado a la prueba de que le vistieran para comer. Hallóse cubierto de ropas tan finas como antes, pero todo distinto, todo cambiado, desde la golilla hasta las medias. Fue conducido con mucha pompa a un aposento espacioso y adornado, donde estaba ya la mesa puesta para una persona. El servicio era todo de oro macizo, embellecido con dibujos que lo hacían casi de valor incalculable, puesto que eran obra de Benvenuto. La estancia se hallaba medio llena de nobles servidores. Un capellán bendijo la mesa, y Tom se disponía a empezar, porque el hambre en él era orgánica, cuando fue interrumpido por milord el conde de Berkeley, el cual le prendió una servilleta al cuello, porque el elevado cargo de mastelero del Príncipe de Gales era hereditario en la familia de aquel noble. Presente estaba el copero de Tom, y se anticipó a todas sus tentativas de servirse vino. También se hallaba presente el catador de Su Alteza el Príncipe de Gales, listo para probar, en cuanto se le pidiera, cualquier platillo sospechoso, corriendo el riesgo de envenenarse. En aquella época no era ya sino un apéndice decorativo, y rara vez se veía llamado a ejercitar su función; pero tiempos hubo, no muchas generaciones atrás, en que el oficio de catador tenía sus peligros y no era un honor muy deseable. Parece raro que no utilizasen un perro o un villano, pero todas las cosas de la realeza son extrañas. Allí estaba milord D'Arcy, primer paje de cámara, para hacer sabe Dios qué; pero allí estaba y eso basta. El lord primer despensero se hallaba también presente y se mantenía detrás de la silla de Tom, vigilando la ceremonia, a las órdenes del lord gran mayordomo y el lord cocinero jefe, que estaban cerca. Además de éstos contaba Tom con trescientos ochenta y cuatro criadas; pero, por supuesto, no estaban todos ellos en el aposento, ni la cuarta parte, ni Tom tenía noticias de que existieran. ...
En la línea 323
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Dios sabe que me duele afligir tu corazón,, pera verdaderamente nunca he visto tu cara antes. ...
En la línea 425
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Por Dios que este arrapiezo se le mete a uno en casa y le usurpa la cama con gracia y soltura tan naturales como si fuera el dueño, sin pedir permiso ni ofrecer excusas ni nada que se le parezca. En sus arrebatos de locura se ha llamado Príncipe de Gales, y lo cierto es que sostiene bravamente su carácter. ¡Pobre ratoncillo sin amigos! Sin duda su mente se ha desequilibrado por los malos tratos. Bien; pues yo seré su amigo. Yo lo he salvado, y algo en él me atrae con harta fuerza. Siento ya cariño por este rapaz que sabe hablar tan bien. ¡Con qué marcial actitud ha hecho frente a la sórdida ralea y le ha dirigido su reto! ¡Y qué cara tan linda, tan dulce y tan gentil tiene, ahora que el sueño ha conjurado sus desazones y sus pesares! Yo le enseñaré, curando su enfermedad. Sí; seré, su hermano mayor, y cuidaré de él y por él velaré. Y los que quieran mancillarle o maltratarle ya pueden encargar la mortaja, porque la habrán menester, aunque por ello me quemen vivo. ...
En la línea 266
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Y luego vino su carrera, sus amistades universitarias, y la melancolía de la pobre madre al ver que su hijo ensayaba las alas. «Yo para ti, yo para ti –solía decirle–, y tú, ¡quién sabe para qué otra!… Así es el mundo, hijo.» ...
En la línea 283
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Le trajo la leche y una pequeña esponja para facilitar la succión. Luego hizo Augusto que se le trajera un biberón para el cachorrillo, para Orfeo, que así le bautizó, no se sabe ni sabía él tampoco por qué. ...
En la línea 331
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Sí; hay que hacer entrar en razón a esta mozuela. Ella no es mala, sabe usted, pero caprichosa… Luego, ¡fue criada con tanto mimo!… Cuando sobrevino aquella terrible catástrofe de mi pobre hermano… ...
En la línea 345
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Usted no molesta nunca, caballero –le respondió la tía–, y queda comprometido a volver por esta casa. Ya lo sabe usted, es usted mi candidato. ...
En la línea 437
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¿No sabe, milady —dijo el pirata acercándose más—, que mi corazón parece estallar cuando pienso que vendrá el día en que tendré que dejarla para siempre, para no volver a verla más? Si el tigre me hiere, permanecería bajo el mismo techo que usted, volvería a gozar de las dulces emociones que sentí cuando yacía herido en el lecho. ¡Sería feliz oyendo otra vez su voz, recibiendo sus miradas y sus sonrisas! Milady, usted me ha hechizado; presiento que no podré vivir lejos de usted. ¿Qué ha hecho de mi corazón, siempre inaccesible a todo afecto? Míreme, con sólo estar a su lado siento temblar mi cuerpo y la sangre me quema las venas. ...
En la línea 540
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... En otros tiempos Sandokán, aun cuando se viera casi desarmado frente a un enemigo cincuenta veces más poderoso, no habría dudado un instante en arrojarse sobre las puntas de las bayonetas para abrirse paso. Pero ahora que amaba, que sabía que era correspondido y que quizás lo seguía ella con la vista y llena de ansiedad, no quiso cometer una locura que pudiera costarle la piel a él, y a ella, sabe Dios cuántas lágrimas. ...
En la línea 598
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... En otros tiempos Sandokán, aun cuando se viera casi desarmado frente a un enemigo cincuenta veces más poderoso, no habría dudado un instante en arrojarse sobre las puntas de las bayonetas para abrirse paso. Pero ahora que amaba, que sabía que era correspondido y que quizás lo seguía ella con la vista y llena de ansiedad, no quiso cometer una locura que pudiera costarle la piel a él, y a ella, sabe Dios cuántas lágrimas. ...
En la línea 829
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Tienes razón. Si el lord sabe que escapaste y que estás en Mompracem, puede marcharse por miedo a que regreses. Es preciso actuar rápido o perderemos la partida. Ahora vete a dormir, necesitas reposo. Déjame a mí el cuidado de prepararlo todo. Mañana estará dispuesta la expedición para zarpar enseguida. ...
En la línea 157
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -En los negocios, sí, Ned, pero no en matemáticas. Escuche. Admitamos que la presión de una atmósfera esté representada por la presión de una columna de agua de treinta y dos pies de altura. En realidad, la altura de la columna sería menor, puesto que se trata de agua de mar cuya densidad es superior a la del agua dulce. Pues bien, cuando usted se sumerge, Ned, tantas veces cuantas descienda treinta y dos pies soportará su cuerpo una presión igual a la de la atmósfera, es decir, de kilogramos por cada centímetro cuadrado de su superficie. De ello se sigue que a trescientos veinte pies esa presión será de diez atmósferas, de cien atmósferas a tres mil doscientos pies, y de mil atmósferas, a treinta y dos mil pies, es decir a unas dos leguas y media. Lo que equivale a decir que si pudiera usted alcanzar esa profundidad en el océano, cada centímetro cuadrado de la superficie de su cuerpo sufriría una presión de mil kilogramos. ¿Y sabe usted, mi buen Ned, cuántos centímetros cuadrados tiene usted en superficie? ...
En la línea 192
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -¡Bah! -respondía-, no hay nada, señor Aronnax, y aunque existiese ese animal, ¿qué posibilidades tenemos de verlo, corriendo, como lo estamos haciendo, a la aventura? Se ha dicho que se vio a esa bestia en los altos mares del Pacífico, lo que estoy dispuesto a admitir, pero han pasado ya más de dos meses desde ese hallazgo, y a juzgar por el temperamento de su narval no parece gustarle enmohecerse en los mismos parajes. Parece estar dotado de una prodigiosa facilidad de desplazamiento. Y usted sabe mejor que yo, señor profesor, que la naturaleza no hace nada sin sentido; por eso, no habría dado a un animal lento por constitución la facultad de moverse rápidamente si no tuviera la necesidad de utilizar esa facultad. Luego, si la bestia existe, debe estar ya lejos. ...
En la línea 407
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -No se irrite usted, Ned -le dije-, y no nos comprometa con violencias inútiles. ¡Quién sabe si nos estarán escuchando! Tratemos más bien de saber dónde estamos. ...
En la línea 449
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -¡Oh!, usted sabe, hay naturalezas tan poco inteligentes. ...
En la línea 202
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Es verdad - dijo el tío Pumblechook -. Ha dado usted en el clavo. Hay muchos asuntos excelentes para quien sabe emplearlos. Esto es lo que se necesita. Un hombre que tenga juicio no ha de pensar mucho para encontrar un asunto apropiado, si para ello tiene la sal necesaria. - Y después de un corto intervalo de reflexión añadió -. Fíjese usted en el cerdo. Ahí tiene usted un asunto. Si necesita usted un asunto, fíjese en el cerdo. ...
En la línea 295
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — No espero que eso me sea favorable. No quiero ya nada más que el gusto que acabo de tener - dijo mi penado profiriendo una codiciosa carcajada -. Yo lo he cogido y él lo sabe. Esto me basta. ...
En la línea 333
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Dios sabe que me alegraría mucho en caso de que fuera mío - contestó Joe, aludiendo así a su esposa -. No sabemos lo que usted ha hecho; pero aunque nos haya quitado algo, no por eso nos moriríamos de hambre, pobre hombre. ¿Verdad, Pip? ...
En la línea 422
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Ella no es capaz de permitirlo, señora - dijo el señor Pumblechook -; es mujer que sabe lo que tiene entre manos. ...
En la línea 94
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Pues, al decir «sin esperanza», quiero decir «sabiendo que va uno a un fracaso». Por ejemplo, usted está convencido por anticipado de que cierto señor, un ciudadano íntegro y útil a su país, no le prestará dinero nunca y por nada del mundo… ¿Por qué se lo ha de prestar, dígame? Él sabe perfectamente que yo no se lo devolvería jamás. ¿Por compasión? El señor Lebeziatnikof, que está siempre al corriente de las ideas nuevas, decía el otro día que la compasión está vedada a los hombres, incluso para la ciencia, y que así ocurre en Inglaterra, donde impera la economía política. ¿Cómo es posible, dígame, que este hombre me preste dinero? Pues bien, aun sabiendo que no se le puede sacar nada, uno se pone en camino y… ...
En la línea 96
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Porque uno no tiene adónde ir, ni a nadie a quien dirigirse. Todos los hombres necesitan saber adónde ir, ¿no? Pues siempre llega un momento en que uno siente la necesidad de ir a alguna parte, a cualquier parte. Por eso, cuando mi hija única fue por primera vez a la policía para inscribirse, yo la acompañé… (porque mi hija está registrada como… ) ‑añadió entre paréntesis, mirando al joven con expresión un tanto inquieta‑. Eso no me importa, señor ‑se apresuró a decir cuando los dos muchachos se echaron a reír detrás del mostrador, e incluso el tabernero no pudo menos de sonreír‑. Eso no me importa. Los gestos de desaprobación no pueden turbarme, pues esto lo sabe todo el mundo, y no hay misterio que no acabe por descubrirse. Y yo miro estas cosas no con desprecio, sino con resignación… ¡Sea, sea, pues! Ecce Homo. Óigame, joven: ¿podría usted… ? No, hay que buscar otra expresión más fuerte, más significativa. ¿Se atrevería usted a afirmar, mirándome a los ojos, que no soy un puerco? ...
En la línea 112
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Eran cerca de las cinco cuando, de pronto, vi que Sonetchka se levantaba, se ponía un pañuelo en la cabeza, cogía un chal y salía de la habitación. Eran más de las ocho cuando regresó. Entró, se fue derecha a Catalina Ivanovna y, sin desplegar los labios, depositó ante ella, en la mesa, treinta rublos. No pronunció ni una palabra, ¿sabe usted?, no miró a nadie; se limitó a coger nuestro gran chal de paño verde (tenemos un gran chal de paño verde que es propiedad común), a cubrirse con él la cabeza y el rostro y a echarse en la cama, de cara a la pared. Leves estremecimientos recorrían sus frágiles hombros y todo su cuerpo… Y yo seguía acostado, ebrio todavía. De pronto, joven, de pronto vi que Catalina Ivanovna, también en silencio, se acercaba a la cama de Sonetchka. Le besó los pies, los abrazó y así pasó toda la noche, sin querer levantarse. Al fin se durmieron, las dos, las dos se durmieron juntas, enlazadas… Ahí tiene usted… Y yo… yo estaba borracho. ...
En la línea 114
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Desde entonces, señor, a causa del desgraciado hecho que le acabo de referir, y por efecto de una denuncia procedente de personas malvadas (Daría Frantzevna ha tomado parte activa en ello, pues dice que la hemos engañado), desde entonces, mi hija Sonia Simonovna figura en el registro de la policía y se ha visto obligada a dejarnos. La dueña de la casa, Amalia Feodorovna, no hubiera tolerado su presencia, puesto que ayudaba a Daría Frantzevna en sus manejos. Y en lo que concierne al señor Lebeziatnikof… , pues… sólo le diré que su incidente con Catalina Ivanovna se produjo a causa de Sonia. Al principio no cesaba de perseguir a Sonetchka. Después, de repente, salió a relucir su amor propio herido. «Un hombre de mi condición no puede vivir en la misma casa que una mujer de esa especie.» Catalina Ivanovna salió entonces en defensa de Sonia, y la cosa acabó como usted sabe. Ahora Sonia suele venir a vernos al atardecer y trae algún dinero a Catalina Ivanovna. Tiene alquilada una habitación en casa del sastre Kapernaumof. Este hombre es cojo y tartamudo, y toda su numerosa familia tartamudea… Su mujer es tan tartamuda como él. Toda la familia vive amontonada en una habitación, y la de Sonia está separada de ésta por un tabique… ¡Gente miserable y tartamuda… ! Una mañana me levanto, me pongo mis harapos, levanto los brazos al cielo y voy a visitar a su excelencia Iván Afanassievitch. ¿Conoce usted a su excelencia Iván Afanassievitch? ¿No? Entonces no conoce usted al santo más santo. Es un cirio, un cirio que se funde ante la imagen del Señor… Sus ojos estaban llenos de lágrimas después de escuchar mi relato desde el principio hasta el fin. ...
En la línea 64
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —¡Usted sabe perfectamente que no! —exclamó Paulina con enojo—¿Dónde encontró usted a ese inglés? —añadió tras unos instantes de silencio. ...
En la línea 84
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Usted mismo sabe perfectamente quién es la señorita Blanche. Ningún hecho nuevo ha ocurrido desde que usted se fue. La señorita Blanche será seguramente generala —desde luego en el caso de que el rumor de la muerte de la “abuela” se confirme—, pues la señorita Blanche, lo mismo que su madre y su primo el marqués… conocen nuestra ruina. ...
En la línea 151
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Aquí, entre nosotros, dicen que es una francesa distinguida, a la que acompaña su madre, una dama muy rica. Se sabe también que es una prima lejana de nuestro marqués. Parece ser que antes de mi viaje a París el francés y la señorita Blanche habían tenido relaciones mucho más ceremoniosas, vivían en un plan más reservado. Ahora su amistad y su parentesco se manifiestan de una manera más atrevida, más íntima. Quizá nuestros asuntos les parecen en tan mal estado que juzgan inútil hacer cumplidos y disimular. Noté anteayer que Mr. Astley hablaba con la señorita Blanche y su madre como si las conociera. Me parece también que el francés se había entrevistado con anterioridad con Mr. Astley. ...
En la línea 210
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —La capacidad alemana de enriquecerse. Estoy aquí desde hace poco tiempo y, sin embargo, las observaciones que he tenido tiempo de hacer sublevan mi naturaleza tártara. ¡Vaya qué virtudes! Ayer recorrí unos diez kilómetros por las cercanías. Pues bien, es exactamente lo mismo que en los libros de moral, que en esos pequeños libros alemanes ilustrados; todas las casas tienen aquí su papá, su Vater, extraordinariamente virtuoso y honrado. De una honradez tal que uno no se atreve a dirigirse a ellos. Por la noche toda la familia lee obras instructivas. En torno de la casita se oye soplar el viento sobre los olmos y los castaños. El sol poniente dora el tejado donde se posa la cigüeña, espectáculo sumamente poético y conmovedor. Recuerdo que mi difunto padre nos leía por la noche, a mi madre y a mi, libros semejantes, también bajo los tilos de nuestro jardín… Puedo juzgar con conocimiento de causa. Pues bien, aquí cada familia se halla en la servidumbre, ciegamente sometida al Vater. Cuando el Vater ha reunido cierta suma, manifiesta la intención de transmitir a su hijo mayor su oficio o sus tierras. Con esa intención se le niega la dote a una hija que se condena al celibato. El hijo menor se ve obligado a buscar un empleo o a trabajar a destajo y sus ganancias van a engrosar el capital paterno. Sí, esto se practica aquí, estoy bien informado. Todo ello no tiene otro móvil que la honradez, una honradez llevada al último extremo, y el hijo menor se imagina que es por honradez por lo que se le explota. ¿No es esto un ideal, cuando la misma víctima se regocija de ser llevado al sacrificio? ¿Y después?, me preguntaréis. El hijo mayor no es más feliz. Tiene en alguna parte una Amalchen, la elegida de su corazón, pero no puede casarse con ella por hacerle falta una determinada suma de dinero. Ellos también esperan por no faltar a la virtud y van al sacrificio sonriendo. Las mejillas de Amalchen se ajan, la pobre muchacha se marchita. Finalmente, al cabo de veinte años, la fortuna se ha aumentado, los florines han sido honrada y virtuosamente adquiridos. Entonces el Vater bendice la unión de su hijo mayor de cuarenta años con Amalchen, joven muchacha de treinta y cinco años, con el pecho hundido y la nariz colorada… Con esta ocasión vierte lágrimas, predica la moral y exhala acaso el último suspiro. El hijo mayor se convierte a su vez en un virtuoso Vater y vuelta a empezar. Dentro de cincuenta o sesenta años el nieto del primer Vater realizará ya un gran capital y lo transmitirá a su hijo; éste al suyo y después de cinco o seis generaciones, aparece, en fin, el barón de Rothschild en persona, Hope y Compañía o sabe Dios quién… ¿No es ciertamente un espectáculo grandioso? He aquí el coronamiento de uno o dos siglos de trabajo, de perseverancia, de honradez, he aquí a dónde lleva la firmeza de carácter, la economía, la cigüeña sobre el tejado. ¿Qué más podéis pedir? Ya más alto que esto no hay nada, y esos ejemplos de virtud juzgan al mundo entero lanzando el anatema contra aquellos que no los siguen. Pues bien, prefiero más divertirme a la rusa o enriquecerme en la ruleta. No deseo ser Hope y Compañía… al cabo de cinco generaciones. ...
En la línea 677
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... No, teniendo amor no se pierde la luz. No hay ceguera donde hay amor. Se siente uno acariciado con el alma. Nada ve, pero se sabe adorado. Está en un paraíso de tinieblas. ...
En la línea 809
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... El que lo sabe ve toda la oscuridad. Es uno solo; se llama Dios. ...
En la línea 948
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... - Jean Valjean. Un presidiario a quien vi hace veinte años en Tolón. Al salir de presidio parece que robó a un obispo y después cometió otro robo a mano armada y en despoblado contra un niño saboyano. Hace ocho años que se oculta no se sabe cómo, y se le persigue. Yo me figuré… En fin, lo hice. La cólera me impulsó, y os denuncié a la prefectura. ...
En la línea 958
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... - Esto es lo que ha pasado, señor alcalde. Parece que vivía en las cercanías de Ailly-le-Haut-Clocher un hombrecillo a quien llaman el viejo Champmathieu. Era muy pobre, no llamaba la atención porque nadie sabe cómo viven esas gentes. Este otoño, Champmathieu fue detenido por un robo de manzanas, con escalamiento de pared. Tenía todavía las ramas en la mano cuando fue sorprendido, y lo llevaron a la cárcel. Hasta aquí no había más que un asunto correccional. Pero ya veréis algo que es providencial. Como el recinto carcelario estaba en mal estado, el juez dispuso que se le trasladara a la cárcel provincial de Arras. Había allí un reo llamado Brevet, que estaba preso no sé por qué, y que por buena conducta desempeñaba el cargo de calabocero. Apenas entró Champmathieu, Brevet gritó: '¡Caramba! Yo conozco a este hombre, es un ex forzado. Estuvimos juntos en la cárcel de Tolón hace veinte años. Se llama Jean Valjean'. Champmathieu negaba, pero se hacen indagaciones, y al final se descubre que Champmathieu hace unos treinta años fue podador en Faverolles. Ahora bien, antes de ir a presidio por robo consumado, ¿qué era Jean Valjean? Podador. ¿Dónde? En Faverolles. Otro hecho: el apellido de la madre de Valjean era Mathieu. Nada más natural que al salir de presidio tratara de tomar el apellido de su madre para ocultarse y cambiara su nombre por el de Jean Mathieu. Pasó después a Auvernia; la pronunciación de allí cambia Jean por Chan y se le llama Chan Mathieu; y así nuestro hombre se transforma en Champmathieu. Se hacen averiguaciones en Faverolles; la familia Valjean ha desaparecido. Esas gentes, cuando no son lodo, son polvo. Se piden informes a Tolón, donde quedan dos presidiarios condenados a cadena perpetua, Cochepaille y Chenildieu, que conocieron a Jean Valjean. Se les hace venir y se les pone delante del supuesto Champmathieu, y no dudan un instante. Para ellos, igual que para Brevet, ése es Jean Valjean. Y ese mismo día envié yo mi denuncia a París, y me respondieron que había perdido el juicio, que Jean Valjean estaba en Arras en poder de la justicia. ¡Ya comprenderéis mi asombro! El juez de instrucción me llamó, me presentó a Champmathieu… ...
En la línea 238
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... En suma, Él sabe bien lo que hace: para acrisolarme quiso que encontrara y amara yo a Luisa; pero como hasta en lo que parece más inexorable de sus decretos hay (¡es Padre al fin!) un fondo de piedad, habíame otorgado a raíz de un accidente que parecía mortal de necesidad, la merced, incomparable de una mujer angélica, surgida milagrosamente de la otra. ...
En la línea 278
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... Quién sabe, ¡pero a qué temer! ...
En la línea 373
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... Siento que para los dolores de los hombres hay una gran Piedad alerta, avizora y materna, que sabe restañar las más anchas heridas. ...
En la línea 47
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Bueno, bueno. Déjese de eso ya: a lo hecho, pecho. Esto de matrimonios, sólo lo ata y lo desata el de arriba. ¿Y quién sabe si saldrá muy bien, a pesar de todos mis agüeros y mis necedades? Porque ¿quién soy yo sino un cegato, un miope? ¡Bah! Esto es como lo que pasa con el microscopio. Mira usted una gota de agua a simple vista ¡y parece tan clara!, vamos, que dan ganas de bebérsela. Pero aplique usted aquellos lentecicos y… ¡zas, zis!, ya se encuentra usted con los bicharracos y las bacterias que bailan dentro un rigodón… Pues el que anda por allá, encimita de las nubes, también ve cosas que a los bobos de por acá nos parecen tan sencillas… y para él tienen su quid… ¡Bah, bah!, él se encargará de arreglarnos las cosas… nosotros, ni que nos empeñemos. ...
En la línea 132
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -¿Sabe usted, sabe usted cuál es el deber del padre que tiene una hija como Lucía? Pues buscar, como otro Diógenes, un hombre que en constitución y riqueza de organismo la iguale, y unirlos. ¿Le parece a usted que con este descuido que hay en los enlaces, con los sacrílegos consorcios que solemos presenciar entre naturalezas pobres, viciadas, enfermas, y naturalezas sanas, es posible que muy pronto, a la vuelta de tres o cuatro generaciones, sobrevenga la decadencia fatal de estos pueblos de Europa? O qué, ¿se puede impunemente transmitir a nuestros tataranietos veneno y pus, en vez de sangre? ...
En la línea 272
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -¿Y dónde se durmió usted? ¿No lo sabe usted tampoco? ...
En la línea 307
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -No, porque como él no lo sabe, y como han pasado horas y ya estará andando quizá para unirse a usted, y no podremos avisarle, y el tren se detiene brevísimos momentos en esas estaciones… no me parece acertado. Además, que tendrían ustedes acaso que quedarse los dos en una estación mezquina, esperando otro tren… Ese recurso no es aceptable. ...
En la línea 697
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Según su itinerario, debía llegar a la capital de las Indias, el 25 de octubre, veintitrés días después de haber salido de Londes, y llegaba el día fijado. No tenía pues, ni adelanto, ni atraso. Desgraciadamente, los días ganados entre Londres y Bombay, quedaban perdidos, del modo que se sabe, en la travesía de la península indostánica; pero es de suponer que Phileas Fogg no lo sentía. ...
En la línea 790
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... ¿Comprendía lajoven viuda la significación de tan horrible adverbio? No se sabe; pero sus hermosos ojos, límpidos como los sagrados lagos del Himalaya, se fijaban sobre los de Fogg, quien, tan intratable y tan abotonado como siempre, no parecía dispuesto a arrojarse en el referido lago. ...
En la línea 953
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -¿No sabe nada?- preguntó con viveza Fix. ...
En la línea 1115
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Hasta entonces, la 'Tankadera' había hecho siempre rumbo hacia el Norte; mas por la tarde, como era de temer, el viento se llamó a tres cuartos al Noroeste. La goleta, dando entoces el costado a la marejada, fue espantosamente sacudida. El mar la hería con violencia suficiente para espantar, cuando no se sabe con qué solidez están enlazadas entre sí todas las partes de un buque. ...
Errores Ortográficos típicos con la palabra Sabe
Cómo se escribe sabe o zabe?
Cómo se escribe sabe o save?
Más información sobre la palabra Sabe en internet
Sabe en la RAE.
Sabe en Word Reference.
Sabe en la wikipedia.
Sinonimos de Sabe.
Palabras parecidas a sabe
La palabra banco
La palabra sostenido
La palabra pierna
La palabra granuja
La palabra usted
La palabra urbanidad
La palabra faldones
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