La palabra Granuja ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece granuja.
Estadisticas de la palabra granuja
La palabra granuja no es muy usada pues no es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE
Errores Ortográficos típicos con la palabra Granuja
Cómo se escribe granuja o grranuja?
Cómo se escribe granuja o granuga?
Cómo se escribe granuja o jranuja?
Más información sobre la palabra Granuja en internet
Granuja en la RAE.
Granuja en Word Reference.
Granuja en la wikipedia.
Sinonimos de Granuja.

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece granuja
La palabra granuja puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1234
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y el señor de Llopis, un granuja de siete años, con el pantalón a media pierna, sostenido por un tirante, echábase del banco abajo y se cuadraba ante el maestro, mirando de reojo la temible caña. ...
En la línea 1681
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Si eres hombre, _Alcaparrón_, esta noche podrás vengarte. Toma esta hoz y se la metes en el vientre al granuja de don Luis. ...
En la línea 1247
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —¡Ave María Purísima, qué precocidad! Todavía no ha nacido y ya sabes que es varón, y que es tan granuja como yo. ...
En la línea 1795
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... En medio de estos dulcísimos ensueños de su alma arrebatada, sentía Maximiliano unos saetazos que le hacían volver sobresaltado a la realidad. Era como la feroz picada de un mosquito cuando estamos empezando a dormirnos dulcemente… Por mucho que se estirase el dinero sacado de la hucha, al fin se tenía que concluir, porque todo es finito en este mundo, y el metálico precisamente es una de las cosas más finitas que se pueden imaginar… ¡María Santísima!, cuando el temido momento llegase… ¡cuando la última peseta del último duro fuera cambiada… ! Si el mosquito le picaba a Maximiliano cuando estaba en su cama dormido o preparándose a ello, incorporábase tan desvelado cual si fueran las doce del día, o se ponía a dar vueltas en el lecho y a calentarlo con el ardor de su febril zozobra. A veces invocaba al Cielo con íntimo fervor de oración. Esperaba que la obra generosa que había emprendido pesase mucho en las recónditas intenciones de la Providencia para que Esta le sacase del atolladero en que los amantes iban a caer. Él no era un granuja; ella se estaba portando bien, y con su conducta echaba velos y más velos sobre lo pasado. Si la Providencia no tenía en cuenta estas circunstancias, ¿de qué le valía a uno portarse bien y ser un modelo de orden y buena fe? Esto es claro como el agua. Fortunata pensaba lo mismo, cuando él le confiaba sus temores. Tenía que ser así, o todo lo que se habla de la Providencia es patraña. Pronto diré cómo se salieron con la suya, con lo cual se demostró que tenían allá arriba, en los mismos cielos, alguna entidad de peso que les protegía. Bien ganada se tenían esta protección, porque él, enaltecido por su cariño, ella, aspirando a la honradez y ensayándose en practicarla, eran dos seres que valían cualquier dinero, o en otros términos, dignos de que se les facilitaran los medios de continuar su campaña virtuosa. ...
En la línea 5296
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Después de esta brillante ráfaga de memoria, la preciosa facultad se eclipsó por completo, y el ayer se borró absolutamente del espíritu del buen caballero. Miraba a su chulita con estupidez y cierta expresión de duda o sorpresa. Fortunata seguía pegando gritos; pero él no se enteraba; lo poco que oía era como si oyese el ruido del viento: no le sacaba sentido. Cansada de inútiles esfuerzos, la joven se calló, mirando a su amigo con hondísima pena. Y mirándola él también, de repente volvió a su risa pueril, motivada por las cosquillas que en el cuello le hacía el gatito… «Si es un granuja este… si no me deja vivir». Fortunata daba suspiros, sin que el anciano se enterase de esta expresiva manifestación de disgusto, y al fin, ella, comprendiendo que era inútil esperar de aquella ruina apuntalada un consuelo y un consejo, decidió retirarse. Al darle un cariñoso abrazo, el anciano pareció volver en sí, recobrando su acuerdo, y se le refrescó la memoria. «Chulita, no te vayas—le dijo, dándole un palmetazo en el muslo—. ¡Ah… qué tiempos aquellos! ¿Te acuerdas? ¡Qué días tan felices! Lástima que yo no hubiera tenido veinte años menos. Entonces sí que habríamos sido dichosos». Ella decía que sí con la cabeza. Luego D. Evaristo pareció instantáneamente asaltado por una idea que le inquietaba. Después de meditar un instante, aprovechando aquella ráfaga de inteligencia que cruzaba por su cerebro, cogió el sobre que contenía la inscripción, y devolviéndoselo, le dijo: «No dejes esto aquí. Puedo morirme de un momento a otro, y tu dinero corre peligro de extraviarse. Es mejor que lo guardes tú. No tengas cuidado. Las acciones son nominativas, y nadie más que tú puede disponer de su importe». Y como si el despejo de su inteligencia no hubiera tenido más objeto que permitirle aquella importante advertencia, en cuanto la hizo, la nube invadió otra vez toda la caja del cerebro, volvió a la risa infantil, y a preocuparse más de que la bola del bilboquet se pinchase en el palito que de todo lo que a su desgraciada amiga pudiera referirse. ...
En la línea 291
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Lo más importante ‑exclamó Raskolnikof, agitado‑, lo más importante es no permitir que caiga en manos de ese malvado. La ultrajaría por segunda vez; sus pretensiones son claras como el agua. ¡Mírelo! El muy granuja no se va. ...
En la línea 1643
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Aunque no sea nada más que un granuja, debimos llevarlo a la comisaría. ...
En la línea 1644
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Lo mejor es no mezclarse en estas cosas ‑opinó el corpulento mujik‑. Desde luego, es un granuja. Estos tipos le enredan a uno de modo que luego no sabe cómo salir. ...
En la línea 1888
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Por nada del mundo me levantaré si no me dan ustedes la mano… Así. Esto es suficiente. Ahora ya puedo levantarme. Sigamos nuestro camino… Yo soy un pobre idiota indigno de ustedes, un miserable borracho. Pero inclinarse ante ustedes constituye un deber para todo hombre que no sea un bruto rematado. Por eso me he inclinado yo… Bueno, aquí tienen su casa. Después de ver esto, uno ha de pensar que Rodion ha hecho bien en poner a Piotr Petrovitch en la calle. ¿Cómo se habrá atrevido a traerlas a un sitio semejante? ¡Es bochornoso! Ustedes no saben la gentuza que vive aquí. Sin embargo, usted es su prometida. ¿Verdad que es su prometida? Pues bien, después de haber visto esto, yo me atrevo a decirle que su prometido es un granuja. ...

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