Cual es errónea Perdidos o Perrdidos?
La palabra correcta es Perdidos. Sin Embargo Perrdidos se trata de un error ortográfico.
La falta ortográfica detectada en la palabra perrdidos es que se ha eliminado o se ha añadido la letra r a la palabra perdidos
Errores Ortográficos típicos con la palabra Perdidos
Cómo se escribe perdidos o perrdidos?
Cómo se escribe perdidos o perdidoz?
Algunas Frases de libros en las que aparece perdidos
La palabra perdidos puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1142
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y así continuó la viborilla, soltando todo lo oído en su casa y en la vega: las mentiras fraguadas por los perdidos de casa de Copa, toda una urdimbre de calumnias inventadas por Pimentó, que cada vez se sentía menos dispuesto a atacar cara a cara a Batiste, y pretendía hostilizarlo, cansarlo y herirlo por medio del insulto. ...
En la línea 1861
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... En las eras amontonábase la paja formando colinas de oro que reflejaban la luz del sol; aventábase el trigo entre remolinos de polvo, y en los campos desmochados, a lo largo de los rastrojos, saltaban los gorriones buscando los granos perdidos. ...
En la línea 4444
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¿Y decís que, en sus ratos perdidos, el buen hombre era furtivo?-Sí, señor, y fue él quien me enseñó a anudar un lazo y a colocar una caña. ...
En la línea 8399
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Estamos perdidos -dijo D'Artagnan al oído de Athos. ...
En la línea 8435
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Calculó que para atravesar aquel rincón de Francia y volver junto al cardenal necesitaba por lo menos tres días; añadid un día para desembarco, y eran cuatro; añadid esos cuatro días a los otros nueve, y eran trece días perdidos, trece días durante los que tantos aconteci mientos importantes podían pasar en Londres. ...
En la línea 8782
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¡Cuánto odio destila! Allí inmóvil, con los ojos ardientes y fijos en su cuarto desierto, ¡cómo los destellos de sus rugidos sordos, que a ve ces escapan con su respiración del fondo de su pecho, acompañan per fectamente el ruido del oleaje que asciende, gruñe, muge y viene a romperse, como una desesperación eterna a impotente, contra las rocas sobre las cuales está construido ese castillo sombrío y orgulloso! ¡Cómo concibe, a la luz de los rayos que su cólera tormentosa hace brillar en su espíritu, contra la señorita Bonacieux, contra Buckingham y, so bre todo, contra D'Artagnan, magníficos proyectos de venganza, perdidos en las lejanías del futuro!Sí, pero para vengarse hay que ser libre, y para ser libre, cuando se está prisionero, hay que horadar un muro, desempotrar los barrotes, agujerear el suelo; empresas todas estas que puede llevar a cabo un hombre paciente y fuerte, pero ante las cuales deben fracasar las irritaciones febriles de una mujer. ...
En la línea 1640
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -Señor -respondió Sancho-, y ¿es buena regla de caballería que andemos perdidos por estas montañas, sin senda ni camino, buscando a un loco, el cual, después de hallado, quizá le vendrá en voluntad de acabar lo que dejó comenzado, no de su cuento, sino de la cabeza de vuestra merced y de mis costillas, acabándonoslas de romper de todo punto? -Calla, te digo otra vez, Sancho -dijo don Quijote-; porque te hago saber que no sólo me trae por estas partes el deseo de hallar al loco, cuanto el que tengo de hacer en ellas una hazaña con que he de ganar perpetuo nombre y fama en todo lo descubierto de la tierra; y será tal, que he de echar con ella el sello a todo aquello que puede hacer perfecto y famoso a un andante caballero. ...
En la línea 2010
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... »Y así, pasándoseme aquel sobresalto primero, torné algún tanto a cobrar mis perdidos espíritus, y con más ánimo del que pensé que pudiera tener, le dije: ''Si como estoy, señor, en tus brazos, estuviera entre los de un león fiero y el librarme dellos se me asegurara con que hiciera, o dijera, cosa que fuera en perjuicio de mi honestidad, así fuera posible hacella o decilla como es posible dejar de haber sido lo que fue. ...
En la línea 6626
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Sentóse en la cama, y estuvo atento y escuchando, por ver si daba en la cuenta de lo que podía ser la causa de tan grande alboroto; pero no sólo no lo supo, pero, añadiéndose al ruido de voces y campanas el de infinitas trompetas y atambores, quedó más confuso y lleno de temor y espanto; y, levantándose en pie, se puso unas chinelas, por la humedad del suelo, y, sin ponerse sobrerropa de levantar, ni cosa que se pareciese, salió a la puerta de su aposento, a tiempo cuando vio venir por unos corredores más de veinte personas con hachas encendidas en las manos y con las espadas desenvainadas, gritando todos a grandes voces: -¡Arma, arma, señor gobernador, arma!; que han entrado infinitos enemigos en la ínsula, y somos perdidos si vuestra industria y valor no nos socorre. ...
En la línea 7259
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Pasó la galera adelante un buen trecho; los del bajel se vieron perdidos, hicieron vela en tanto que la galera volvía, y de nuevo, a vela y a remo, se pusieron en caza; pero no les aprovechó su diligencia tanto como les dañó su atrevimiento, porque, alcanzándoles la capitana a poco más de media milla, les echó la palamenta encima y los cogió vivos a todos. ...
En la línea 8926
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... El elemento devoto era todo el pueblo en llegando el mal tiempo, y hasta los socios de Viernes santo, unos perdidos que se juntaban durante la Semana de Pasión a comer de carne en la fonda, hasta esos acudían al templo, si bien a criticar a los predicadores y mirar a las muchachas. ...
En la línea 9013
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —Efectivamente, en los Estados Unidos sólo son políticos los perdidos. ...
En la línea 14479
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Se van a poner perdidos —exclamó Quintanar, acordándose de su mujer, lleno de remordimientos por no haberlo dicho antes. ...
En la línea 1952
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Los seis mil reales de usted… dos mil míos. Buen chiripón ha sido este. Yo los contaba, como quien dice, perdidos, porque el tal Joaquinito está, según oí, con el agua al cuello. ¿Quién será el desgraciado a quien ha dado el sablazo? A bien que a nosotros no nos importa». ...
En la línea 3076
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... ¿De qué hablaban aquellos hombres durante tantas y tantas horas? El español es el ser más charlatán que existe sobre la tierra, y cuando no tiene asunto de conversación, habla de sí mismo; dicho se está que ha de hablar mal. En nuestros cafés se habla de cuanto cae bajo la ley de la palabra humana desde el gran día de Babel, en que Dios hizo las opiniones. Óyense en tales sitios vulgaridades groseras, y también conceptos ingeniosos, discretos y oportunos. Porque no sólo van al café los perdidos y maldicientes; también van personas ilustradas y de buena conducta. Hay tertulias de militares, de ingenieros; las de empleados y estudiantes son las que más abundan, y los provincianos forasteros llenan los huecos que aquellos dejan. En un café se oyen las cosas más necias y también las más sublimes. Hay quien ha aprendido todo lo que sabe de filosofía en la mesa de un café, de lo que se deduce que hay quien en la misma mesa pone cátedra amena de los sistemas filosóficos. Hay notabilidades de la tribuna o de la prensa, que han aprendido en los cafés todo lo que saben. Hombres de poderosa asimilación ostentan cierto caudal de conocimientos, sin haber abierto un libro, y es que se han apropiado ideas vertidas en esos círculos nocturnos por los estudiosos que se permiten una hora de esparcimiento en tertulias tan amenas y fraternales. También van sabios a los cafés; también se oyen allí observaciones elocuentes y llenas de sustancia, exposiciones sintéticas de profundas doctrinas. No es todo frivolidad, anécdotas callejeras y mentiras. El café es como una gran feria en la cual se cambian infinitos productos del pensamiento humano. Claro que dominan las baratijas; pero entre ellas corren, a veces sin que se las vea, joyas de inestimable precio. ...
En la línea 4008
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... En la parte del corredor que había de recorrer el Viático, mandó que se pusieran las niñas que lucían pañuelo de talle, y como no tuvieran velas, ordenó que se les diesen. Abocose a ella la comandanta, como un edecán de parada, para decirle que en la calle, frente al mismo portal, se había puesto un condenado pianito, tocando jotas, polkas, y la canción de la Lola; que esto era una irreverencia y no se podía consentir. A lo que replicó la santa que no debían ocuparse de lo que pasase fuera; pero observando al punto que el profano instrumento molestaba mucho y estorbaba la edificación del vecindario, por el apetito que algunos sentían de ponerse a bailar, bajó al portal y habló con el de Orden Público que allí estaba. Todos los individuos de este cuerpo que conocían a Guillermina, la obedecían como al mismo gobernador. Total, que el piano tuvo que salir pitando, y sus arpegios y trinos se oían después perdidos y revueltos, como si alguien estuviera barriendo sus notas por la calle de Toledo abajo. ...
En la línea 4307
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Vamos, usted se me ha pasado al enemigo. Ya no hay salvación—afirmó él quitándose los lentes y frotándose los ojos, cansados de tanto escribir—. Estamos perdidos. ...
En la línea 2115
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Sandokán! —gritó Yáñez, corriendo hacia el pirata que estaba apuntando su cañón—. ¡Estamos perdidos! ...
En la línea 2498
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Al oír este grito los ingleses, que ya se veían perdidos, saltaron en revuelto montón al mar. Sandokán se volvió hacia Yáñez, derribando con ímpetu a los hombres que lo rodeaban. ...
En la línea 334
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Entonces estamos perdidos. ...
En la línea 388
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Así, pues, nuestra salvación dependía únicamente del capricho de los misteriosos tripulantes que dirigían el aparato. Si decidían sumergirse, estaríamos perdidos. Exceptuado este caso, no dudaba yo de la posibilidad de entrar en relación con ellos. Pues, en efecto, de no producir por sí mismos el aire, necesario era que ascendiesen de vez en cuando a la superficie del océano para renovar su provisión de moléculas respirables. De ahí la necesidad de que existiera una abertura que pusiera en comunicación el interior del barco con la atmósfera. ...
En la línea 1611
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Al cabo de dos horas de marcha habíamos llegado a una profundidad de unos trescientos metros, es decir, al límite extremo de la formación del coral. Allí no existía ya ni el aislado «matorral» ni el «bosquecillo» de monte bajo. Era el dominio del bosque inmenso, de las grandes vegetaciones minerales, de los enormes árboles petrificados, reunidos por guirnaldas de elegantes plumarias, esas lianas marinas, cuya belleza realzaban sus matices de color y sus destellos fosforescentes. Andábamos fácilmente bajo los altos ramajes perdidos en la oscuridad de las aguas, mientras a nuestros pies, las tubíporas, las meandrinas, las astreas, las fungias, las cariófilas, formaban un tapiz de flores sembrado de gemas resplandecientes. ...
En la línea 2650
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Y debo confesar, a fuerza de franqueza, que no me disgustaba tan aventurada excursión. La belleza de esas regiones nuevas me maravillaba hasta lo indecible. Los hielos cobraban formas soberbias. Aquí, su conjunto tomaba el aspecto de una ciudad oriental con sus alminares y sus innumerables mezquitas. Allá, una ciudad derruida como si hubiera sido abatida por una convulsión del suelo. Aspectos incesantemente variados por los oblicuos rayos del sol, o perdidos en las brumas grises en medio de los vendavales de nieve. Y por todas partes formidables detonaciones, desmoronamientos y derrumbamientos de icebergs que cambiaban el decorado como el paisaje de un diorama. ...
En la línea 697
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Según su itinerario, debía llegar a la capital de las Indias, el 25 de octubre, veintitrés días después de haber salido de Londes, y llegaba el día fijado. No tenía pues, ni adelanto, ni atraso. Desgraciadamente, los días ganados entre Londres y Bombay, quedaban perdidos, del modo que se sabe, en la travesía de la península indostánica; pero es de suponer que Phileas Fogg no lo sentía. ...
En la línea 1571
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -¡Estamos perdidos si el tren tarda cinco minutos en pararse! ...
En la línea 1636
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Llegó la noche, y el destacamento no había regresado. ¿Dónde estaría? ¿Había alcanzado a los indios? ¿Habría habido lucha, o acaso los soldados, perdidos en medio de la nieve, andarían errantes a la aventura? El capitán del fuerte Kearney estaba muy inquieto, si bien procuraba disimularlo. ...

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Las Reglas Ortográficas de la R y la RR
Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.
En castellano no es posible usar más de dos r

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