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La palabra muchachoz
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Comó se escribe muchachoz o muchachos?

Cual es errónea Muchachos o Muchachoz?

La palabra correcta es Muchachos. Sin Embargo Muchachoz se trata de un error ortográfico.

El Error ortográfico detectado en el termino muchachoz es que hay un Intercambio de las letras s;z con respecto la palabra correcta la palabra muchachos


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece muchachos

La palabra muchachos puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1231
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y los muchachos contestaban con furiosas cabezadas, chocando algunos la testa con la del vecino, y hasta su mujer, conmovida por lo del templo y la antorcha, cesaba de hacer media y echaba atrás la silleta de esparto para envolver a su esposo en una mirada de admiración. ...

En la línea 1243
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¡Qué explosión de cólera la de don Joaquín! Lo que más le irritaba era la afición de los muchachos a llamarse por los apodos de sus padres y aun a fabricarlos nuevos. ...

En la línea 1285
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Hablaba en valenciano a los muchachos, regalándoles el fruto de su experiencia. ...

En la línea 1297
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Mientras detallaba sus recuerdos, el maestro y su mujer lo oían atentamente, y algunos muchachos, abusando del inesperado asueto, iban alejándose de la barraca, atraídos por las ovejas, qÚe huían de ellos como del demonio. ...

En la línea 194
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El capataz sonreía viendo que el amo y sus acompañantes de sotana o capucha mostraban gran placer en oírle; pero su sonrisa de campesino socarrón, no llegaba a saberse si era de burla o de agrado por la confianza del señor. Contento de proporcionar un rato de descanso a los muchachos que se encorvaban entre las cepas, ladera abajo, levantando y abatiendo sus azadas pesadísimas, avanzaba con cómica rigidez hasta el parapeto de la explanada, prorrumpiendo en un grito prolongado y atronador: --¡Eeeechen tabacooo!... ...

En la línea 231
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Había días en que el carruaje de don Pablo llegaba entre una nube de polvo, a todo correr de sus cuatro briosos caballos, para depositar en Marchamalo un cargamento de chiquillos, casi una escuela. Con los hijos de Dupont llegaba Luisito, huérfano de un hermano de don Pablo, cuya cuantiosa fortuna cuidaba éste; y las hijas del marqués de San Dionisio, dos niñas revoltosas de ojos cándidos y boca insolente, que se peleaban con los muchachos y los hacían correr a pedradas, revelando en sus audacias el carácter de su famoso padre. Y Ferminillo y María de la Luz jugaban con estos niños que habían de poseer cuantiosas fortunas, de igual a igual, con la simplicidad de la infancia que parece un recuerdo de los tiempos en que los hombres vivían como hermanos, antes de inventar las jerarquías sociales. El capataz los seguía en sus juegos con miradas de ternura, sintiendo orgullo de que sus hijos se tutearan con los hijos y parientes del amo. Era la Igualdad soñada, aquella Igualdad por la que había expuesto su vida, y que al fin llegaba para él, sólo para él. ...

En la línea 277
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El padrino sonreía socarronamente viendo la turbación de los muchachos. ...

En la línea 385
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Rafael miraba asombrado a los zagales nacidos en la sierra. Eran tímidos y huraños con la gente que llegaba de aquella llanura, a la que volvían los ojos con cierto temor supersticioso, como si en ella residiese el misterio de la vida. Eran pedazos de naturaleza, de una existencia rudimentaria y monótana. Andaban y vivían como podrían hacerlo un árbol o una piedra animados de movimiento. En su cerebro, insensible a todo lo que no fuesen sensaciones animales, apenas si las exigencias de la vida habían hecho florecer un ligero musgo de pensamiento. Miraban como fetiches milagrosos las grandes verrugas de los alcornoques, con las que podían fabricarse los _tornillos_, cazuelas naturales para confeccionar el gazpacho. Buscaban las pieles viejas de culebra, abandonadas entre los guijarros al cambiar de envoltura el reptil y festoneaban los caños de las fuentes con estos pellejos oscuros, atribuyendo a su ofrenda influencias misteriosas. Los largos días de inmovilidad en el monte, vigilando el pastar de las bestias, extinguía lentamente todo lo que en estos muchachos había de humano. ...

En la línea 601
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Ya le había yo dicho a don Jerónimo mi calidad y mis propósitos; y al manifestarle ahora mi contento por los planes que abrigaba, le rogué con las más vivas instancias que usase de su valimiento para que la educación dada a los muchachos tuviera por base el conocimiento de las Escrituras, y añadí que la mitad de las Biblias y Testamentos llevados por mí a Evora la ponía gustoso a su disposición. ...

En la línea 833
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Miré desde una ventana, a gran altura, y vi que en un patio, debajo de nosotros, estaban jugando veinte o treinta apuestos muchachos. ...

En la línea 834
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... «Eso me parece muy bien», exclamé; «estos muchachos no dejarán de ser buenos sacerdotes porque dediquen un rato a los deportes. ...

En la línea 1424
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Uno de los muchachos trajo cebada para las caballerías en un talego, que colgamos sucesivamente de la cabeza del caballo y de la mula; en él metieron el hocico los pobres animales, y los dejamos regalarse hasta que nos pareció que habían saciado el hambre. ...

En la línea 1304
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Así que, de mano en mano, irán pregonando tus hechos, y luego, al alboroto de los muchachos y de la demás gente, se parará a las fenestras de su real palacio el rey de aquel reino, y así como vea al caballero, conociéndole por las armas o por la empresa del escudo, forzosamente ha de decir: ''¡Ea, sus! ¡Salgan mis caballeros, cuantos en mi corte están, a recebir a la flor de la caballería, que allí viene!'' A cuyo mandamiento saldrán todos, y él llegará hasta la mitad de la escalera, y le abrazará estrechísimamente, y le dará paz besándole en el rostro; y luego le llevará por la mano al aposento de la señora reina, adonde el caballero la hallará con la infanta, su hija, que ha de ser una de las más fermosas y acabadas doncellas que, en gran parte de lo descubierto de la tierra, a duras penas se pueda hallar. ...

En la línea 1695
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Mas ya me ha venido a la memoria dónde será bien, y aun más que bien, escribilla: que es en el librillo de memoria que fue de Cardenio; y tú tendrás cuidado de hacerla trasladar en papel, de buena letra, en el primer lugar que hallares, donde haya maestro de escuela de muchachos, o si no, cualquiera sacristán te la trasladará; y no se la des a trasladar a ningún escribano, que hacen letra procesada, que no la entenderá Satanás. ...

En la línea 3594
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -¿Es posible que no entiende vuestra merced de hacer aguas menores o mayores? Pues en la escuela destetan a los muchachos con ello. ...

En la línea 5175
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Dieron en ello los muchachos, que fue dar en manos y en bocas de todos los demonios del infierno, y fue cundiendo el rebuzno de en uno en otro pueblo, de manera que son conocidos los naturales del pueblo del rebuzno, como son conocidos y diferenciados los negros de los blancos; y ha llegado a tanto la desgracia desta burla, que muchas veces con mano armada y formado escuadrón han salido contra los burladores los burlados a darse la batalla, sin poderlo remediar rey ni roque, ni temor ni vergüenza. ...

En la línea 1402
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... a pobre vieja se embarcó en otra canoa con un niño de cuatro o cinco años, pero no teniendo quien remase se quedó junto al muelle; la ola estrelló la lancha contra un ancla partiéndola en dos pedazos y la vieja se ahogó; pero pocas horas después apareció el chiquillo sano y salvo entre los despojos de la playa. los momentos de nuestra visita se veían todavía, entre las ruinas, estanques de agua del mar, en los cuales hacían los muchachos barcos de las sillas o de las mesas y se divertían bogando tan contentos, mientras los padres consideraban su miseria ...

En la línea 1922
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... En las tertulias, en los bailes, en las excursiones campestres no le faltarían a la sobrina adoradores; los muchachos de la aristocracia eran casi todos libertinos más o menos disimulados; les atraería la hermosura de Ana, pero no se casarían con ella. ...

En la línea 2293
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... En Vetusta la juventud pobre no sabe ganarse la vida, a lo sumo se gana la miseria; muchachos y muchachas se comen a miradas, se quieren, hasta se lo dicen. ...

En la línea 2294
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... pero lo dejan; falta una posición; las muchachas pierden su hermosura y acaban en beatas; los muchachos dejan el luciente sombrero de copa, se embozan en la capa y se hacen jugadores. ...

En la línea 2331
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Los más bulliciosos muchachos al entrar en el gabinete del tresillo se revestían de una seriedad prematura; parecían sacerdotes jóvenes de un culto extraño. ...

En la línea 1039
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Quedó Claudio indeciso ante las insinuaciones de su antiguo tutor. En realidad, no había hablado jamás de casamiento con Estela. Como se tuteaban desde niños y existía entre ellos una confianza de camaradas, podían conversar de todo, cual si sus destinos tuvieran una finalidad común, pero sin concretar nunca el carácter de tales destinos. Se miraban sonrientes se estrechaban las manos, tenían en sus palabras y movimientos una confianza igual a la de los muchachos que se entregan juntos a sus juegos; mas nunca habían hablado concretamente de amor. ¡Notaba él tal distancia entre sus conversaciones con Estela y otras desarrolladas en un hermoso jardín frente al Mediterráneo!… ...

En la línea 412
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Nuestra nación, al recobrar sus primitivos límites, creyó oportuno quedarse con dos provincias de Blefuscu, fundándose en confusos derechos históricos. Durante varios años los de Blefuscu solo pensaron en recobrar estas provincias, como si les fuese imposible la vida sin ellas. Las recordaban en sus cantos patrióticos; no había ceremonia pública en que no las llorasen; los muchachos, al entrar en la escuela, lo primero que aprendían era la necesidad de morir algún día para que las provincias cautivas recobrasen su libertad; los hombres organizaban su existencia con el pensamiento fijo de que eran soldados de una guerra futura. Y al fin vino la guerra, y los de Blefuscu nos quitaron las dos provincias. ...

En la línea 510
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... No le ocultare, gentleman, que recientemente se nota cierta transformación en los hombres. Hay una juventud masculina que se burla de la mansedumbre de sus padres, de su falta de aspiraciones, de su esclavitud doméstica. Estos muchachos pretenden ir solos por las calles y miran a las mujeres audazmente, sin bajar los ojos ni cubrirse con el manto. Carecen de recato y de modestia. Los hay que hasta dan citas a los oficiales de la Guardia y pasean con ellos por las afueras de las ciudades. ...

En la línea 627
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - No soy yo el único que en este país conoce la verdad. Flimnap le contó el otro día, según creo, que los hombres ya no se muestran tan cobardes como al principio de la dominación femenina. Se sublevan contra el despotismo de las mujeres; quieren una existencia propia; desean 'vivir su vida', como dicen los muchachos más rebeldes. Hasta hace poco tiempo esto era un simple anhelo de emancipación, indeterminado y declamatorio, que únicamente producía conflictos dentro de las familias. Los periódicos lo llaman el 'varonismo', riéndose de el. ...

En la línea 849
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Hemos encontrado a un octogenario que de joven hizo la guerra con el generalísimo Ra-Ra, mi heroico abuelo. Este anciano conoce el mecanismo de todos los aparatos de combate que se conservan en las universidades. Acuérdate, Popito, que tu y yo, cuando éramos muchachos y vivíamos en la Universidad, nos hemos deslizado ocultamente en los almacenes de la Facultad de Historia para ver de cerca las bestias de acero, gloriosas y mudas, sin poder adivinar como funcionaron en otros tiempos… . ...

En la línea 178
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Porque Jacinta hiciese la primera pregunta llamando a su marido Nene (como él le había enseñado), no dejó este de sentirse un tanto molesto. Iban por las alamedas de chopos que hay en Burgos, rectas e inacabables, como senderos de pesadilla. La respuesta fue cariñosa, pero evasiva. ¡Si lo que la nena anhelaba saber era un devaneo, una tontería… !, cosas de muchachos. La educación del hombre de nuestros días no puede ser completa si este no trata con toda clase de gente, si no echa un vistazo a todas las situaciones posibles de la vida, si no toma el tiento a las pasiones todas. Puro estudio y educación pura… No se trataba de amor, porque lo que es amor, bien podía decirlo, él no lo había sentido nunca hasta que le hizo tilín la que ya era su mujer. ...

En la línea 195
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Pues bueno, allá voy… Como te iba diciendo, conocí a una mujer… Cosas de muchachos. Pero déjame que empiece por el principio. Érase una vez… un caballero anciano muy parecido a una cotorra y llamado Estupiñá, el cual cayó enfermo y… cosa natural, sus amigos fueron a verle… y uno de estos amigos, al subir la escalera de piedra, encontró una muchacha que se estaba comiendo un huevo crudo… ¿Qué tal?… ...

En la línea 407
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «No tengas prisa, hija —decía Barbarita a su sobrina—. Eres muy joven. No te apures por los chiquillos, que ya los tendrás, te cargarás de familia, y te aburrirás como se aburrió tu madre, y pedirás a Dios que no te dé más. ¿Sabes una cosa? Mejor estamos así. Los muchachos lo revuelven todo y no dan más que disgustos. El sarampión, el garrotillo… ¡Pues nada te quiero decir de las amas!… ¡qué calamidad!… Luego estás hecha una esclava… Que si comen, que si se indigestan, que si se caen y se abren la cabeza. Vienen después las inclinaciones que sacan. Si salen de mala índole… si no estudian… ¡qué sé yo!… ». ...

En la línea 495
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... »Con que ya ven ustedes cómo así, a lo tonto a lo tonto, ha venido sobre mi asilo el pan de cada día. La suscripción fija creció tanto que al año pude tomar la casa de la calle de Alburquerque, que tiene un gran patio y mucho desahogo. He puesto una zapatería para que los muchachos grandecitos trabajen, y dos escuelas para que aprendan. El año pasado eran sesenta y ya llegan a ciento diez. Se pasan apuros; pero vamos viviendo. Un día andamos mal y al otro llueven provisiones. Cuando veo la despensa vacía, me echo a la calle, como dicen los revolucionarios, y por la noche ya llevo a casa la libreta para tantas bocas. Y hay días en que no les falta su extraordinario, ¿qué creían ustedes? Hoy les he dado un arroz con leche, que no lo comen mejor los que me oyen. Veremos si al fin me salgo con la mía, que es un grano de anís, nada menos que levantarles un edificio de nueva planta, un verdadero palacio con la holgura y la distribución convenientes, todo muy propio, con departamento de esto, departamento de lo otro, de modo que me quepan allí doscientos o trescientos huérfanos, y puedan vivir bien y educarse y ser buenos cristianos». ...

En la línea 16
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Poco a poco, las lecturas y los sueños de Tom sobre la vida principesca le produjeron un efecto tan fuerte que empezó a hacer el príncipe, inconscientemente. Su discurso y sus modales se volvieron singularmente ceremoniosos y cortesanos, para gran admiración y diversión de sus íntimos. Pero la influencia de Tom entre aquellos muchachos empezó a crecer, ahora, de día en día, y con el tiempo vino a ser mirado por ellos con una especie de temor reverente, como a un ser superior. ¡Parecía saber tanto, y sabía hacer y decir tantas cosas maravillosas, y además era tan profundo y tan sabio! ...

En la línea 70
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Nosotros, los muchachos de Offal Court, luchamos unos con otros con un garrote, al modo de aprendices, señor. ...

En la línea 116
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Ese día cuando cerró la noche, el príncipe se encontró metido en la parte más edificada de la ciudad. Su cuerpo estaba golpeado, sus manos sangraban y sus andrajos estaban sucios de lodo. Vagó más y más, cada vez más aturdido, y tan cansado y débil que apenas podía levantar los pies. Había cesado de hacer cualquier pregunta, puesto que sólo le ganaban insultos en lugar de información. Continuaba diciendo entre dientes: 'Offal Court, ése es el nombre. Si tan sólo pudiera encontrarlo antes de que mi fuerza se agote por completo y me derrumbe, estaré salvado, porque su gente me llevará al palacio y probara que no soy de los suyos, sino el verdadero príncipe; y tendré de nuevo lo que es mío.' Y de cuando en cuando su mente recordaba el trato que le habían dado los groseros muchachos del Hospital de Cristo, y decía: 'Cuando sea rey, no sólo tendrán pan y albergue, sino enseñanza con libros, porque la barriga llena vale poco cuando mueren de hambre la mente y el corazón. Guardaré esto muy bien en mi memoria: que la lección de este día no se pierda y por ello sufra mi pueblo; porque el aprender suaviza el corazón y presta gentileza y caridad.'[2] ...

En la línea 790
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Yo soy Yokel, y fui en otro tiempo un labrador próspero, con una esposa amante y chiquillos; y ahora soy algo muy distinto por mi estado y profesión. Mi mujer y mis hijos murieron. Tal vez estén en el cielo, o tal vez… en el otro sitio… Pero, ¡Dios sea loado!, ya no tienen nada que ver con Inglarterra. Mi buena madre, que era de conducta intachable, trató de ganarse el pan asistiendo a los enfermos, pero uno de ellos se murió sin que el médico supiera de qué, y por lo tanto quemaron a mi madre por bruja, mientras mis niños lo contemplaron, gimiendo. ¡Ley de Inglaterra! ¡Levantad el vaso y bebamos todos juntos a la salud de las misericordiosas leyes inglesas, que la libraron del infierno de Inglaterra! ¡Gracias, camaradas, gracias a todos! Yo pedí limosna de casa en casa con mi mujer, llevando a los famélicos niños; pero como es un delito tener hambre en Inglaterra, nos desnudaron y nos llevaron por tres pueblos dándonos azotes. ¡Bebamos todos otra vez por las piadosas leyes inglesas, porque su látigo se bebió la sangre de mi María, y así llegó muy pronto su bendita libertad! Ahora duerme en la bendita tierra, a salvo de todo daño; y los niños… Los niños, mientras la ley me iba azotando de pueblo en pueblo, se murieron de hambre. ¡Bebed, muchachos, bebed, aunque no sea más que una gota, por los pobres niños que no hicieron nunca daño a nadie! Yo volví a mendigar en busca de un mendrugo, y me pusieron en la picota y perdí una oreja… Mirad, aquí está lo que de ella queda. Volví a pedir limosna, y, para que no se me olvide, aquí tenéis lo que resto de la otra. Volví otra vez, y me vendieron como esclavo. Aquí, en la mejilla, debajo de esta mancha, si me lavara, podríais ver la S roja que dejó la marca del hierro al rojo vivo. ¡Esclavo! ¿Comprendéis esta palabra? ¡Un esclavo inglés es el que tenéis delante! Me he escapado de mi amo, y cuando me encuentren –¡caiga la maldición del cielo sobre la tierra que lo ha ordenado!–, cuando me encuentren, me ahorcarán.[11] ...

En la línea 115
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Desde aquel tiempo, que ya ahora es muy lejano, he pensado muchas veces que pocas personas se han dado cuenta de la reserva de los muchachos que viven atemorizados. Poco importa que el terror no esté justificado, porque, a pesar de todo, es terror. Yo estaba lleno del miedo hacia aquel joven desconocido que deseaba devorar mi corazón y mi hígado. Tenía pánico mortal de mi interlocutor, el que llevaba un hierro en la pierna; lo tenía de mí mismo por verme obligado a cumplir una promesa que me arrancaron por temor; y no tenía esperanza de librarme de mi todopoderosa hermana, que me castigaba continuamente, aumentando mi miedo el pensamiento de lo que podría haber hecho en caso necesario y a impulsos de mi secreto terror. ...

En la línea 194
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — ¿Por qué los muchachos no serán nunca agradecidos? ...

En la línea 344
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Una tía abuela del señor Wopsle daba clases nocturnas en el pueblo; es decir, que era una ridícula anciana, de medios de vida limitados y de mala salud ilimitada, que solía ir a dormir de seis a siete, todas las tardes, en compañía de algunos muchachos que le pagaban dos peniques por semana cada uno, a cambio de tener la agradable oportunidad de verla dormir. Tenía alquilada una casita, y el señor Wopsle disponía de las habitaciones del primer piso, en donde nosotros, los alumnos, le oíamos leer en voz alta con acento solemne y terrible, así como, de vez en cuando, percibíamos los golpes que daba en el techo. Existía la ficción de que el señor Wopsle «examinaba» a los alumnos una vez por trimestre. Lo que realmente hacía en tales ocasiones era arremangarse los puños, peinarse el cabello hacia atrás con los dedos y recitarnos el discurso de Marco Antonio ante el cadáver de César. Inevitablemente seguía la oda de Collins acerca de las pasiones, y, al oírla, yo veneraba especialmente al señor Wopsle en su personificación de la Venganza, cuando arrojaba al suelo con furia su espada llena de sangre y tomaba la trompeta con la que iba a declarar la guerra, mientras nos dirigía una mirada de desesperación. Pero no fue entonces, sino a lo largo de mi vida futura, cuando me puse en contacto con las pasiones y pude compararlas con Collins y Wopsle, con gran desventaja para ambos caballeros. ...

En la línea 568
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Si el miedo de no ser comprendido está oculto en el pecho de otros muchachos en el mismo grado que en mí - cosa probable, pues no tengo razón ninguna para considerarme un fenómeno -, eso explicaría muchas extrañas reservas. Yo estaba convencido de que si describía a la señorita Havisham según la habían visto mis ojos, no sería comprendido en manera alguna; y aunque ella era, para mí, completamente incomprensible, sentía la impresión de que cometería algo así como una traición si ante los ojos de la señora Joe ponía de manifiesto cómo era en realidad (y esto sin hablar para nada de la señorita Estella). Por consiguiente, dije tan poco como me fue posible, y eso me valió un nuevo empujón contra la pared de la cocina. ...

En la línea 119
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Marmeladof hizo una nueva pausa, profundamente conmovido. En ese momento invadió la taberna un grupo de bebedores en los que ya había hecho efecto la bebida. En la puerta del establecimiento resonaron las notas de un organillo, y una voz de niño, frágil y trémula, entonó la Petite Ferme. La sala se llenó de ruidos. El tabernero y los dos muchachos acudieron presurosos a servir a los recién llegados. Marmeladof continuó su relato sin prestarles atención. Parecía muy débil, pero, a medida que crecía su embriaguez, se iba mostrando más expansivo. El recuerdo de su último éxito, el nuevo empleo que había conseguido, le había reanimado y daba a su semblante una especie de resplandor. Raskolnikof le escuchaba atentamente. ...

En la línea 1175
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »A la mañana siguiente, o sea dos después del crimen ‑continuó Duchkhine‑, apareció Nicolás en mi establecimiento. Había bebido, pero no demasiado, de modo que podía comprender lo que se le decía. Se sentó en un banco sin pronunciar palabra. En aquel momento sólo había en la taberna otro cliente, que dormía en un banco, y mis dos muchachos. ...

En la línea 1189
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Y digo por señas a uno de mis muchachos que se sitúe en la puerta. Yo, entre tanto, salgo de detrás del mostrador. Pero él adivina mis intenciones y se planta de un salto en la calle. Inmediatamente echa a correr y desaparece tras la primera esquina. Desde este momento, ya no me cupo duda de que era culpable.» ...

En la línea 1500
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Bah! Son criaturas, chiquillos inconscientes, no verdaderos bandidos. Se reúnen cincuenta para un negocio. Esto es un disparate. Aunque no fueran más que tres, cada uno de ellos habría de tener más confianza en los otros que en si mismo, pues bastaría que cualquiera de ellos diera suelta a la lengua en un momento de embriaguez, para que todo se fuera abajo. ¡Chiquillos inconscientes, no lo dude! Envían a cualquiera a cambiar los billetes en los bancos. ¡Confiar una operación de esta importancia al primero que llega! Además, admitamos que esos muchachos hayan tenido suerte y que hayan logrado ganar un millón cada uno. ¿Y después? ¡Toda la vida dependiendo unos de otros! ¡Es preferible ahorcarse! Esa banda ni siquiera supo poner en circulación los billetes. Uno va a cambiar billetes grandes en un banco. Le entregan cinco mil rublos y él los recibe con manos temblorosas. Cuenta cuatro mil, y el quinto millar se lo echa al bolsillo tal como se lo han dado, a toda prisa, pensando solamente en huir cuanto antes. Así da lugar a que sospechen de él. Y todo el negocio se va abajo por culpa de ese imbécil. ¡Es increíble! ...

En la línea 23
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Allí estuvo echado durante el resto de aquella agotadora noche rumiando su cólera y su orgullo herido. No podía entender qué significaba todo aquello. ¿Qué querían de él aquellos desconocidos? ¿Por qué lo tenían encerrado en aquella estrecha jaula? No sabía por qué, pero se sentía oprimido por una vaga sensación de inminente calamidad. Varias veces durante la noche, al oír el ruido de la puerta del cobertizo al abrirse, se puso de pie de un salto esperando ver al juez, o al menos a los muchachos. Pero una y otra vez fue el rostro mofletudo del tabernero, que se asomaba y lo miraba a la mortecina luz de una vela de sebo. Y cada vez el alegre ladrido que brotaba de la garganta de Buck se trocaba en un gruñido salvaje. ...


Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras s;z

Reglas relacionadas con los errores de s;z

Las Reglas Ortográficas de la S

Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz

Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad

Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa

Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso

Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima

Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.

Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.

Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.

Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.

Las Reglas Ortográficas de la Z

Se escribe z y no c delante de a, o y u.

Se escriben con z las terminaciones -azo, -aza.

Ejemplos: pedazo, terraza

Se escriben con z los sustantivos derivados que terminan en las voces: -anza, -eza, -ez.

Ejemplos: esperanza, grandeza, honradez

La X y la S


El Español es una gran familia

Errores Ortográficos típicos con la palabra Muchachos

Cómo se escribe muchachos o muchachoz?
Cómo se escribe muchachos o mucacos?

Más información sobre la palabra Muchachos en internet

Muchachos en la RAE.
Muchachos en Word Reference.
Muchachos en la wikipedia.
Sinonimos de Muchachos.

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