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La palabra ofender
Cómo se escribe

la palabra ofender

La palabra Ofender ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece ofender.

Estadisticas de la palabra ofender

Ofender es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 21700 según la RAE.

Ofender aparece de media 2.71 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la ofender en las obras de referencia de la RAE contandose 412 apariciones .

Más información sobre la palabra Ofender en internet

Ofender en la RAE.
Ofender en Word Reference.
Ofender en la wikipedia.
Sinonimos de Ofender.


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece ofender

La palabra ofender puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1228
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Sin mí, ¿qué serían ustedes? Unas bestias, y perdonen la palabra; lo mismo que sus señores padres a los que no quiero ofender. ...

En la línea 1449
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¡Ay, pobre Morrut! ¡Cuán difícil era encontrarle un sucesor! De no verse acosado por la necesidad, se hubiera ido sin comprar; creía ofender al difunto fijando su atención en aquellas bestias antipáticas. ...

En la línea 1790
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y no digo más porque no me gusta ofender. ...

En la línea 842
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Ven acá, pecador; si el viento de la fortuna, hasta ahora tan contrario, en nuestro favor se vuelve, llevándonos las velas del deseo para que seguramente y sin contraste alguno tomemos puerto en alguna de las ínsulas que te tengo prometida, ¿qué sería de ti si, ganándola yo, te hiciese señor della? Pues ¿lo vendrás a imposibilitar por no ser caballero, ni quererlo ser, ni tener valor ni intención de vengar tus injurias y defender tu señorío? Porque has de saber que en los reinos y provincias nuevamente conquistados nunca están tan quietos los ánimos de sus naturales, ni tan de parte del nuevo señor que no se tengan temor de que han de hacer alguna novedad para alterar de nuevo las cosas, y volver, como dicen, a probar ventura; y así, es menester que el nuevo posesor tenga entendimiento para saberse gobernar, y valor para ofender y defenderse en cualquiera acontecimiento. ...

En la línea 2362
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... »Los primeros días, como todos los de boda suelen ser alegres, continuó Lotario, como solía, la casa de su amigo Anselmo, procurando honralle, festejalle y regocijalle con todo aquello que a él le fue posible; pero, acabadas las bodas y sosegada ya la frecuencia de las visitas y parabienes, comenzó Lotario a descuidarse con cuidado de las idas en casa de Anselmo, por parecerle a él -como es razón que parezca a todos los que fueren discretos- que no se han de visitar ni continuar las casas de los amigos casados de la misma manera que cuando eran solteros; porque, aunque la buena y verdadera amistad no puede ni debe de ser sospechosa en nada, con todo esto, es tan delicada la honra del casado, que parece que se puede ofender aun de los mesmos hermanos, cuanto más de los amigos. ...

En la línea 2440
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Pero aquella noche pensó el modo que tendría para engañar a Anselmo, sin ofender a Camila; y otro día vino a comer con su amigo, y fue bien recebido de Camila, la cual le recebía y regalaba con mucha voluntad, por entender la buena que su esposo le tenía. ...

En la línea 2758
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... En tanto que esto decía Dorotea, aunque Cardenio tenía abrazada a Luscinda, no quitaba los ojos de don Fernando, con determinación de que, si le viese hacer algún movimiento en su perjuicio, procurar defenderse y ofender como mejor pudiese a todos aquellos que en su daño se mostrasen, aunque le costase la vida. ...

En la línea 4685
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¿Qué tiene que ver que al señor Barinaga, al bueno de don Santos, se le haya metido en la cabeza que su comercio de quincalla y cera va a menos por una competencia imaginaria que, según él, le hace el Provisor? ¿Qué tiene que ver eso, alma de cántaro, con que el bazar, como lo llama, de La Cruz Roja, tenga sótanos y el Magistral sea comerciante aunque lo prohíban los cánones y el Código de comercio? Sea usted liberal, que eso no es ofender a Dios, pero no sea usted un boquirroto y mire más lo que dice. ...

En la línea 5552
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —Pues bien —decía Glocester —allí no se habla por hablar, ni lo primero que viene a la boca; allí no basta abrasarse en fuego divino; es necesario algo más, so pena de ofender la ilustración de aquellos señores. ...

En la línea 8946
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Poca gracia le hacía a don Fermín esta retórica a lo Chateaubriand; siempre había creído que recomendar la religión por su hermosura exterior, era ofender la santidad del dogma, pero sabía hacer de tripas corazón y amoldarse a las circunstancias. ...

En la línea 11317
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Casi nadie se atrevía a dejar allí una limosna por no ofender la susceptibilidad del enfermo. ...

En la línea 895
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Ido y su mujer se deshacían en cumplidos y fueron escoltando a las señoras hasta la puerta de la calle. En la calle de Toledo tomaron ellas un simón para ganar tiempo, y el bendito Ido se fue a cumplir el encargo que la fundadora le había hecho. No era una misión delicada ciertamente, como él deseara; pero el principio de caridad que entrañaba aquel acto lo trocaba de vulgar en sublime. Toda la santa tarde estuvo mi hombre ocupado en el transporte de los ladrillos, y tuvo la satisfacción de que ni uno solo de los setenta se le rompiera por el camino. El contento que inundaba su alma le quitaba el cansancio, y provenía su gozo casi exclusivamente de que Jacinta, en aquel ratito en que le llevó aparte, le había dado un duro. No puso él la moneda en el bolsillo de su chaleco, donde la habría descubierto Nicanora, sino en la cintura, muy bien escondida en una faja que usaba pegada a la carne para abrigarse la boca del estómago. Porque conviene fijar bien las cosas… aquel duro, dado aparte, lejos de las miradas famélicas del resto de la familia, era exclusivamente para él. Tal había sido la intención de la señorita, y D. José habría creído ofender a su bienhechora interpretándola de otro modo. Guardaría, pues, su tesoro, y se valdría de todas las trazas de su ingenio para defenderlo de las miradas y de las uñas de Nicanora… porque si esta lo descubría, ¡Santo Cristo de los Guardias… ! ...

En la línea 1837
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Los faroles de la calle le parecían astros, los transeúntes excelentes personas, movidas de los mejores deseos y de sentimientos nobilísimos. Entró en su casa resuelto a espontanearse con su tía… «¿Me atreveré?—pensaba—. Si me atreviera… ¿Y qué hay de malo en esto? En último caso, ¿qué puede hacer mi tía? ¿Acaso me va a comer? Si me niega el derecho de casarme con quien me dé la gana, ya le diré yo cuántas son cinco. No se conoce el genio de las personas hasta que no llega la ocasión de mostrarlo». A pesar de estas disposiciones belicosas, cuando Papitos le dijo que la señora no había vuelto todavía, quitósele de encima un gran peso, porque en verdad la revelación del secreto y el cisco que había de seguirle eran para acoquinar al más pintado. No le arredraba el miedo de ser vencido, porque su amor y su misión le darían seguramente coraje; pero convenía proceder con tacto y diplomacia, pensar bien lo que iba a decir para no ofender a su tía, y, si era posible, ponerla de su parte en aquel tremendo pleito. ...

En la línea 3042
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Nicolás repetía una figura de que estaba satisfecho: «Sahumar, sahumar y sahumar». Y a propósito de espliego, a él, físicamente, tampoco le vendría mal… esto sin ofender a nadie. ...

En la línea 304
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Sea, voy, aunque se trate de un capricho salvaje. Con tal que esto no sea perjudicial para el general y para usted. Palabra, no me inquieto por mí sino por usted y por el general. ¡Qué idea la de ir, por puro capricho, a ofender a una señora! ...

En la línea 305
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Usted no es más que un charlatán, por lo que veo —dijo con desprecio—. Los ojos de usted estaban inyectados en sangre hace un momento… Esto quizá fuera, sencillamente, el resultado de sus liberaciones durante la comida… Sí, es una cosa absurda y vulgar y el general se enfadará. Lo comprendo perfectamente, créalo, pero tengo ganas de reír. Lo quiero, y esto debe bastarle. ¿Por qué habla de ofender a una señora? Antes le apalearían a usted muy pronto. ...


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Errores Ortográficos típicos con la palabra Ofender

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