Cual es errónea Mira o Mirra?
								 La palabra correcta es Mira. Sin Embargo  Mirra se trata de un error ortográfico.
								
La falta ortográfica detectada en la palabra mirra es que se ha eliminado o se ha añadido la letra r a la palabra mira 
						
						 Más información sobre la palabra Mira en internet
								 Mira en la RAE. 
								 Mira en Word Reference. 
								
								 Mira en la wikipedia.  
								
								 Sinonimos de Mira. 
  
								
								
								 
  la Ortografía es divertida  
 
								 
  El Español es una gran familia 
 
								 							  
							   
    Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra r    							  
							    Reglas relacionadas con los errores de r
  
	Las Reglas Ortográficas de la R y la RR
  Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.
  En castellano no es posible usar más de dos r 
 							  
							                                                      
				Algunas Frases de libros en las que aparece mira
				La palabra mira puede ser considerada correcta por su aparición en estas  obras maestras de la literatura. 
							  En la línea 1120
   del libro  La Barraca
 del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
  ... -Mira, mira, que no vindrá (Mira, mira, que no vendrá. ... 
 
 
							  En la línea 535
   del libro  La Bodega
 del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
  ... --_¡Cha: currela, que sinela er jambo!_  «¡Oye: trabaja, que mira el amo!» Y cada uno se entregaba a su faena, con tal ardor, con esfuerzos tan cómicos, que muchas veces Rafael no podía contener la risa. ... 
 
 
							  En la línea 656
   del libro  La Bodega
 del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
  ... --Que toos los pesares de tu vida vengan a mí, entrañas de mi arma, y que tú sólo goces alegrías. Ties la cara de Dios, gitana; tus labios son casquites de limón, y cuando me miras, creo que me mira el buen Jesú de los milagritos con sus ojos dulces... Quisiera ser don Pablo Dupont con toas sus bodegas, para soltar el vino de las botas viejas que tiene er tío, y que vale miles de pesos: y tú meterías en el charco tus pies bonitos y yo le diría a too Jerez: «Beban ustés, cabayeros, que esto es la gloria». Y toos dirían: «Tiene razón Rafaé: ni que juesen los pinreles de la mismísima mare de Dios»... ¡Ay, niña! ¡si no me quisieras, güena suerte te esperaba! Tendrías que hacerte monja, pues no habría guapo que te pidiera relaciones. Me abriría de patas en tu puerta y ni a Dios dejaba pasar. ... 
 
 
							  En la línea 671
   del libro  La Bodega
 del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
  ... --No, tonta; esto no es más que un dicir. ¡Qué he de ir yo a aquel sitio de penas! Donde iré es a la gloria, casándome con mi riuseñor moreno, llevándomelo al nidito de Matanzuela... Pero ¡ay, niña! ¡Lo que yo sufrí desde aquel día! ¡Las penitas que pasé para decirte «te quiero»! Venía a Marchamalo por las tardes cuando había hecho buen alijo, con una porción de indirectas bien preparás para que me comprendieses, y tú ¡ná! como si fueses la Dolorosa, que mira lo mismo en Semana Santa que en el resto del año. ... 
 
 
							  En la línea 1459
   del libro  La Bodega
 del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
  ... --¿Tendrá otro novio?--dijo.--¿Se habrá enamorado de alguien?  --No; eso no--se apresuró a responder Rafael, como si esta convicción le sirviese de consuelo.--Lo mismo pensé en el primer momento y me vi ya metío en la cárcel de Jerez y luego en presidio. Al que me quite a mi Mariquilla de la Lú, lo mato. Pero ¡ay! que no me la quita nadie: que es ella la que se va... He pasao los días vigilando de lejos la torre de Marchamalo. ¡Las copas que llevo bebías en el ventorro de la carretera y que se me golvían veneno al ver bajar o subir a alguien la cuesta de la viña!... He pasao las noches tendido entre las cepas, con la escopeta al lado, dispuesto a meterle un puñao de postas en el vientre al primero que se acercase a la reja... Pero no he visto más que a los mastines. La reja cerrá. Y entretanto, el cortijo de Matanzuela anda desgobernao, aunque mardita la falta que hago yo con esto de la huelga. Nunca estoy allí: el pobre _Zarandilla_ se lo carga too; si lo supiera el amo, me despedía. Sólo tengo ojos y oídos para celar a tu hermana y sé que no hay noviazgo, que no quiere a nadie. Casi estoy por decirte que aun me tiene algo de ley, ¡mira tú si soy tonto!... Pero la mardita huye de verme, y dice que no me quiere. ... 
 
 
							  En la línea 5431
   del libro  Los tres mosqueteros
 del afamado autor Alejandro Dumas
  ... La dama de las cofias negras siguió a través de sus vueltas la mira da de Porthos, y comprobó que se detenía sobre la dama del cojín de terciopelo, del negrito y de la doncella. ... 
 
 
							  En la línea 7140
   del libro  Los tres mosqueteros
 del afamado autor Alejandro Dumas
  ... A un a interrrogación us hicieron con la mira da, Milady respondió con un signo que era él. ... 
 
 
							  En la línea 10220
   del libro  Los tres mosqueteros
 del afamado autor Alejandro Dumas
  ... -Entonces, ¿os mira como a una extraña?Milady sonrió. ... 
 
 
							  En la línea 383
   del libro  Memoria De Las Islas Filipinas.
 del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
  ... Tal es la de que si se mira el establecimiento de la nueva oficina como un nuevo gravámen, impuesto ó contribucion, parece nada conforme á la ley fundamental, por haberse verificado sin conocimiento y disposicion de las Córtes; únicas que pueden acordar impuestos, suprimir los establecidos, y crear otros de nuevo, segun las necesidades del estado, pues cuando ese se hizo ya rejia la Constitucion vijente. ... 
 
 
							  En la línea 635
   del libro  La Biblia en España
 del afamado autor Tomás Borrow y  Manuel Azaña
  ... En la tarde del martes fuí a despedirme de mi amigo Azveto, pues mi intención era salir de Evora el jueves siguiente y regresar a Lisboa; con esta mira alquilé una calesa, cuyo dueño me dijo que había servido como soldado en la _grand’armée_ de Napoleón y asistido a la campaña de Rusia. ... 
 
 
							  En la línea 1012
   del libro  La Biblia en España
 del afamado autor Tomás Borrow y  Manuel Azaña
  ... Al cabo, llegamos a Estremoz; nos alojamos en la posada principal, que mira a una explanada o plaza del mercado, centro de la ciudad, y tan ancha, que a mi parecer podrían evolucionar en ella diez mil soldados con toda holgura. ... 
 
 
							  En la línea 1098
   del libro  La Biblia en España
 del afamado autor Tomás Borrow y  Manuel Azaña
  ... Fué construída, evidentemente, para rivalizar con Badajoz, al que mira desde su altura a través de la planicie arenosa por donde van las lentas aguas del Guadiana. ... 
 
 
							  En la línea 1408
   del libro  La Biblia en España
 del afamado autor Tomás Borrow y  Manuel Azaña
  ... «Hermano—me dijo—, mira hacia la izquierda y dime si ves una luz; tus ojos ven más que los míos.» Hice como me ordenaba, y, al pronto, nada vi; pero, adelantándome un poco, percibí claramente a cierta distancia entre los árboles un fuerte resplandor. ... 
 
 
							  En la línea 55
   del libro  El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
 del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
  ... En efecto, llevad la mira puesta a derribar la máquina mal fundada destos caballerescos libros, aborrecidos de tantos y alabados de muchos más; que si esto alcanzásedes, no habríades alcanzado poco. ... 
 
 
							  En la línea 177
   del libro  El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
 del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
  ... Antojósele en esto a uno de los arrieros que estaban en la venta ir a dar agua a su recua, y fue menester quitar las armas de don Quijote, que estaban sobre la pila; el cual, viéndole llegar, en voz alta le dijo:  -¡Oh tú, quienquiera que seas, atrevido caballero, que llegas a tocar las armas del más valeroso andante que jamás se ciñó espada!, mira lo que haces y no las toques, si no quieres dejar la vida en pago de tu atrevimiento. ... 
 
 
							  En la línea 473
   del libro  El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
 del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
  ... Si lanza arrojas y espada sacas, ¡el agua cuán presto verás que al gato llevas! Vizcaíno por tierra, hidalgo por mar, hidalgo por el diablo; y mientes que mira si otra dices cosa. ... 
 
 
							  En la línea 549
   del libro  El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
 del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
  ... Pero dejemos esto para su tiempo, y mira si traes algo en esas alforjas que comamos, porque vamos luego en busca de algún castillo donde alojemos esta noche y hagamos el bálsamo que te he dicho; porque yo te voto a Dios que me va doliendo mucho la oreja. ... 
 
 
							  En la línea 554
   del libro  Viaje de un naturalista alrededor del mundo
 del afamado autor Charles Darwin
  ... Stokes que con auxilio de un anteojo vio un día un rebaño de guanacos que sin duda habían tenido miedo de él y de sus compañeros y que a todo correr se alejaban, aunque la distancia era tal que no permitía distinguirlos a simple vista. El cazador no se da cuenta de su presencia sino oyendo a larga distancia su particular grito de alarma, y si entonces mira con atención a su alrededor verá probablemente el rebaño dispuesto en línea en la falda de una colina lejana. Si se aproxima a ellos lanzan todavía algunos gritos y ganan una de las colinas próximas por un sendero estrecho tomando un trote que parece lento pero que en realidad es muy rápido. Sin embargo, cuando por casualidad encuentra un cazador de improviso un guanaco solo o varios reunidos se detienen por lo común, le miran con profunda atención, se alejan algunos metros y luego se vuelven para examinarle de nuevo. ¿Cuál es la causa de esta diferencia de timidez? ¿Será que a larga distancia toman al hombre por su principal enemigo el puma; o podrá más en ellos la curiosidad que la timidez? Es un hecho indudable que los guanacos son muy curiosos; si por ejemplo se tiende uno en el suelo y da sacudidas o zapatetas, levanta las piernas y las agita en el aire o cosa parecida, se aproximan casi siempre para ver qué puede ser aquello. Nuestros cazadores recurren con frecuencia a este artificio que siempre les ha dado resultados; y que tiene además la ventaja de permitir disparar varios tiros que consideran sin duda los animales como obligado acompañamiento de la representación. Más de una vez he visto en las montañas de la Tierra del Fuego, no sólo relinchar y gritar al guanaco cuando nos aproximamos a él, 5 En este país he encontrado una especie de cactus descrita por el profesor Henslow, bajo el nombre de Opuntia Darwinii (Magazine of Zoology and Botany, tomo 1, pág. 466). La irritabilidad de sus estambres cuando se introduce un dedo o el extremo de un palo en la flor, hace muy notable este cactus. Las hojuelas del perianto se cierran también sobre el pistilo, pero con más lentitud que los estambres. Algunas plantas de esta familia, que se considera por la generalidad como tropical, se encuentran también en la América del Norte (LEWIS Y CLARKE, Travels, pág. 221) bajo la misma latitud que en el sur, es decir, a los 474. ... 
 
 
							  En la línea 679
   del libro  Viaje de un naturalista alrededor del mundo
 del afamado autor Charles Darwin
  ... Magnífico golpe de vista disfrutamos con todo el paisaje circundante; al norte se extiende un terreno pantanoso, pero al sur distinguimos un cuadro soberbio y salvaje muy digno de la Tierra del Fuego. ¡Qué misteriosa grandeza en aquellas montañas que se elevan unas tras otras, dejando entre sí profundos valles; valles y montañas cubiertos por una sombría masa de bosques impenetrables! En este clima, en que las tempestades se suceden casi sin interrupción con acompañamiento de lluvia, granizo y nieve, parece la atmósfera más oscura que en ninguna parte. Puede juzgarse muy bien de este defecto cuando en el estrecho de Magallanes se mira hacia el sur; vistos desde este punto los numerosos canales que se pierden en las tierras, y entre las montañas, revisten tintes tan tétricos que parece como si condujeran fuera de los límites de este mundo. ... 
 
 
							  En la línea 918
   del libro  Viaje de un naturalista alrededor del mundo
 del afamado autor Charles Darwin
  ... ... r la tarde llegamos a las minas de jajuel, situadas en una quebrada, en la falda de la gran cadena, y permanezco allí cinco días.  huésped, vigilante de la mina, es un minero de Cornouailles muy astuto, pero muy ignorante.  ha casado con una española y no tiene intenciones de volver a Inglaterra; mira con menosprecio todas las minas de su país natal ... 
 
 
							  En la línea 1577
   del libro  Viaje de un naturalista alrededor del mundo
 del afamado autor Charles Darwin
  ... 23 de marzo.- La vertiente oriental de la cordillera está mucho más pendiente que la que mira al Pacífico; o en otros términos, son más abruptas las montañas que se elevan sobre las llanuras que las que dominan la región ya montañosa de Chile.  ... 
 
 
							  En la línea 1210
   del libro  La Regenta
 del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
  ... Toda la noche se hubiera estado el animalejo mira que te mirarás, con aire de desafío, sin bajar la mirada; le conocía bien; era muy aragonés. ... 
 
 
							  En la línea 1776
   del libro  La Regenta
 del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
  ...  —Pues mira la inocencia; creo que en Madrid tiene así los amantes (juntando y separando los dedos. ... 
 
 
							  En la línea 4013
   del libro  La Regenta
 del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
  ...  —¡So bruto, mira que es la Regenta!  Era popular su hermosura. ... 
 
 
							  En la línea 6503
   del libro  La Regenta
 del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
  ...  —No te muevas, no te muevas, mira que si te caes te matas. ... 
 
 
							  En la línea 285
   del libro  Fortunata y Jacinta
 del afamado autor Benito Pérez Galdós
  ... —Fíjate ahora en los alambres. Son iguales al pentagrama de un papel de música. Mira cómo sube, mira cómo baja. Las cinco rayas parece que están grabadas con tinta negra sobre el cielo azul, y que el cielo es lo que se mueve como un telón de teatro no acabado de colgar. ... 
 
 
							  En la línea 288
   del libro  Fortunata y Jacinta
 del afamado autor Benito Pérez Galdós
  ... —Allá van tres, y en la primera estación, mira bien, hijo, a ver si descubrimos algo. ¿Sabes lo que yo me comería ahora? ... 
 
 
							  En la línea 308
   del libro  Fortunata y Jacinta
 del afamado autor Benito Pérez Galdós
  ... —Gracias, amado pueblo… Pues mira, si te figuras que voy a tener celos, te llevas chasco. Eso quisieras tú para darte tono. No los tengo ni hay para qué. ... 
 
 
							  En la línea 316
   del libro  Fortunata y Jacinta
 del afamado autor Benito Pérez Galdós
  ... Vuelta a contemplar el jardín agrícola en cuyo verdor se destacaban las cabañas de paja con una cruz en el pico del techo. En los bardales vio Jacinta unas plantas muy raras, de vástagos escuetos y pencas enormes, que llamaron su atención. «Mira, mira, qué esperpento de árbol. ¿Será el de los higos chumbos?». ... 
 
 
							  En la línea 142
   del libro  Niebla
 del afamado autor Miguel De Unamuno
  ... –Pues, calla, mira, acaso tengas razón… ... 
 
 
							  En la línea 161
   del libro  Niebla
 del afamado autor Miguel De Unamuno
  ... ¡Oh, el águila! ¡Qué cosas se dirían el águila de Patmos, la que mira al sol cara a cara y no ve en la negrura de la noche, cuando escapándose de junto a san Juan se encontró con la lechuza de Minerva, la que ve en lo oscuro de la noche, pero no puede mirar al sol, y se había escapado del Olimpo!» ... 
 
 
							  En la línea 199
   del libro  Niebla
 del afamado autor Miguel De Unamuno
  ... –No, algo más, Liduvina, algo más. Vamos, habla; mira que se trata del porvenir y de la dicha de tu amo… ... 
 
 
							  En la línea 378
   del libro  Niebla
 del afamado autor Miguel De Unamuno
  ... »¡Qué vida esta, Orfeo, qué vida, sobre todo desde que murió mi madre! Cada hora me llega empujada por las horas que le precedieron; no he conocido el porvenir. Y ahora que empiezo a vislumbrarlo me parece se me va a convertir en pasado. Eugenia es ya casi un recuerdo para mí. Estos días que pasan… este día, este eterno día que pasa… deslizándose en niebla de aburrimiento. Hoy como ayer, mañana como hoy. Mira, Orfeo, mira la ceniza que dejó mi padre en aquel cenicero… ... 
 
 
							  En la línea 1961
   del libro  Veinte mil leguas de viaje submarino
 del afamado autor Julio Verne
  ... -Pero de gran utilidad para el mundo entero -dijo el capitán Nemo-. Los antiguos comprendieron la utilidad para su tráfico comercial de establecer una comunicación entre el mar Rojo y el Mediterráneo, pero no pensaron en abrir un canal directo y tomaron el Nilo como intermediario. Muy probablemente, el canal que unía al Nilo con el mar Rojo fue comenzado bajo Sesostris, de creer a la tradición. Lo que es seguro es que, seiscientos quince años antes de Jesucristo, Necos emprendió las obras de un canal alimentado por las aguas del Nilo, a través de la llanura de Egipto que mira a Arabia. Se recorría el canal en cuatro días, y su anchura era suficiente para dejar paso a dos trirremes. Fue continuado por Darío, hijo de Hystaspo, y acabado probablemente por Ptolomeo II. Estrabón lo vio empleado en la navegación. Pero la escasa pendiente entre su punto de partida, cerca de Bubastis, y el mar Rojo lo hacía apto para la navegación tan sólo durante algunos meses al año. El canal sirvió al comercio hasta el siglo de los Antoninos. Abandonado, se cubrió de arena hasta que el califa Omar ordenó su restablecimiento. Fue definitivamente cegado en el año 761 ó 762 por el califa Almanzor, para impedir que le llegaran por él víveres a Mohamed ben Abdallah, que se había sublevado contra él. Durante su expedición a Egipto el general Bonaparte encontró vestigios del canal en el desierto de Suez, donde, sorprendido por la marea, estuvo a punto de perecer unas horas antes de llegar a Hadjaroth, el lugar mismo en que Moisés había acampado tres mil trescientos años antes que él. ... 
 
 
							  En la línea 630
   del libro  Grandes Esperanzas
 del afamado autor Charles Dickens
  ... — Pues mira, Joe. Nada de eso es verdad. ... 
 
 
							  En la línea 654
   del libro  Grandes Esperanzas
 del afamado autor Charles Dickens
  ... — Pues créeme que lo siento mucho, Pip. Podemos hablarnos con franqueza, sin el temor de que tu hermana se irrite. Y lo mejor será que no nos acordemos de eso, como si no hubiese sido intencionado. Y ahora mira, Pip. Yo, que soy buen amigo tuyo, voy a decirte una cosa. Si por el camino recto no puedes llegar a ser una persona extraordinaria, jamás lo conseguirás yendo por los caminos torcidos. Ahora no les cuentes más mentiras y procura vivir y morir feliz. ... 
 
 
							  En la línea 1101
   del libro  Grandes Esperanzas
 del afamado autor Charles Dickens
  ... El viejo Orlick gruñó como si no tuviera nada que replicar, y los tres echamos a andar. Entonces le pregunté en qué había empleado su medio día de fiesta y si había ido a la ciudad. — Sí — dijo —. He ido también. Fui detrás de ti. No te he visto, aunque te he seguido los pasos. Pero, mira, parece que resuenan los cañones. ... 
 
 
							  En la línea 1136
   del libro  Grandes Esperanzas
 del afamado autor Charles Dickens
  ... — Eres una de esas personas, Biddy — le dije —, que se aprovechan extraordinariamente de todas las oportunidades. Antes de venir aquí, jamás tuviste ninguna, y ahora, en cambio, mira cuánto has mejorado. Biddy me miró un instante y continuó cosiendo. ... 
 
 
							  En la línea 1094
   del libro  Crimen y castigo
 del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
  ... ‑¡Te está perfectamente! Cualquiera diría que está hecha a la medida. El cubrecabezas, amigo mío, es lo más importante de la vestimenta. Mi amigo Tolstakof se descubre cada vez que entra en un lugar público donde todo el mundo permanece cubierto. La gente atribuye este proceder a sentimientos serviles, cuando lo único cierto es que está avergonzado de su sombrero, que es un nido de polvo. ¡Es un hombre tan tímido… ! Oye, Nastenka, mira estos dos cubrecabezas y dime cuál prefieres, si este palmón ‑cogió de un rincón el deformado sombrero de su amigo, al que llamaba palmón por una causa que sólo él conocía‑ o esta joya… ¿Sabes lo que me ha costado, Rodia? A ver si lo aciertas… ¿A ti qué te parece, Nastasiuchka? ‑preguntó a la sirvienta, en vista de que su amigo no contestaba. ... 
 
 
							  En la línea 2057
   del libro  Crimen y castigo
 del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
  ... ‑¡Ah, Rodia! ‑dijo, respondiendo a las palabras de su hijo‑. No te puedes imaginar cuánto sufrimos Dunia y yo ayer. Ahora que todo ha terminado y la felicidad ha vuelto a nosotros, puedo decirlo. Figúrate que vinimos aquí a toda prisa apenas dejamos el tren, para verte y abrazarte, y esa mujer… ¡Ah, mira, aquí está! Buenos días, Nastasia… Pues bien, Nastasia nos contó que tú estabas en cama, con alta fiebre; que acababas de marcharte, inconsciente, delirando, y que habían salido en tu busca. Ya puedes imaginarte nuestra angustia. Yo me acordé de la trágica muerte del teniente Potantchikof, un amigo de tu padre al que tú no has conocido. Huyó como tú, en un acceso de fiebre, y cayó en el pozo del patio. No se le pudo sacar hasta el día siguiente. El peligro que corrías se nos antojaba mucho mayor de lo que era en realidad. Estuvimos a punto de ir en busca de Piotr Petrovitch para pedirle ayuda… , pues estábamos solas, completamente solas ‑terminó con acento quejumbroso. ... 
 
 
							  En la línea 2786
   del libro  Crimen y castigo
 del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
  ... ‑Bueno, te lo voy a contar todo ‑dijo‑. He pasado por tu casa y he visto que estabas durmiendo. Entonces hemos comido y luego yo he visitado a Porfirio Petrovitch. Zamiotof estaba con él todavía. Intenté empezar en seguida mis explicaciones, pero no lo conseguí. No había medio de entrar en materia como era debido. Ellos parecían no comprender y, por otra parte, no mostraban la menor desazón. Al fin, me llevo a Porfirio junto a la ventana y empiezo a hablarle, sin obtener mejores resultados. Él mira hacia un lado, yo hacia otro. Finalmente le acerco el puño a la cara y le digo que le voy a hacer polvo. Él se limita a mirarme en silencio. Yo escupo y me voy. Así termina la escena. Ha sido una estupidez. Con Zamiotof no he cruzado una sola palabra… Yo temía haberte causado algún perjuicio con mi conducta; pero cuando bajaba la escalera he tenido un relámpago de lucidez. ¿Por qué tenemos que preocuparnos tú ni yo? Si a ti te amenazara algún peligro, tal inquietud se comprendería; pero ¿qué tienes tú que temer? Tú no tienes nada que ver con ese dichoso asunto y, por lo tanto, puedes reírte de ellos. Más adelante podremos reírnos en sus propias narices, y si yo estuviera en tu lugar, me divertiría haciéndoles creer que están en lo cierto. Piensa en su bochorno cuando se den cuenta de su tremendo error. No lo pensemos más. Ya les diremos lo que se merecen cuando llegue el momento. Ahora limitémonos a burlarnos de ellos. ... 
 
 
							  En la línea 3136
   del libro  Crimen y castigo
 del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
  ... ‑« … Cuando María llegó al lugar donde estaba Cristo y lo vio, cayó a sus pies y le dijo: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Y cuando Jesús vio que lloraba y que los judíos que iban con ella lloraban igualmente, se entristeció, se conmovió su espíritu y dijo: ¿Dónde lo pusisteis? Le respondieron: Señor, ven y mira. Entonces Jesús lloró y dijeron los judíos: Ved cómo le amaba. Y algunos de ellos dijeron: El que abrió los ojos al ciego, ¿no podía hacer que este hombre no muriera?… » ... 
 
 
							  En la línea 1165
   del libro  El jugador
 del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
  ... —¡Sí, sí, bajo la ventana!… Abre, pues, y mira. ¡Está ahí! ... 
 
 
							  En la línea 8
   del libro  Fantina Los miserables Libro 1
 del afamado autor Victor Hugo
  ... - Majestad -dijo el señor Myriel-, vos miráis a un buen hombre y yo miro a un gran hombre. Cada uno de nosotros puede beneficiarse de lo que mira. ... 
 
 
							  En la línea 319
   del libro  Fantina Los miserables Libro 1
 del afamado autor Victor Hugo
  ... Sus gritos desesperados resuenan en las profundidades. Observa aquel espectro de una vela que se aleja. La mira, la mira desesperado. Pero la vela se aleja, decrece, desaparece. ... 
 
 
							  En la línea 319
   del libro  Fantina Los miserables Libro 1
 del afamado autor Victor Hugo
  ... Sus gritos desesperados resuenan en las profundidades. Observa aquel espectro de una vela que se aleja. La mira, la mira desesperado. Pero la vela se aleja, decrece, desaparece. ... 
 
 
							  En la línea 351
   del libro  Fantina Los miserables Libro 1
 del afamado autor Victor Hugo
  ... Se puso de pie, dudó aún un momento y escuchó: todo estaba en silencio en la casa; entonces examinó la ventana; miró hacia el jardín, con esa mirada atenta que estudia más que mira. Estaba cercado por una pared blanca bastante baja y fácil de escalar. ... 
 
 
							  En la línea 40
   del libro  Un viaje de novios
 del afamado autor Emilia Pardo Bazán
  ... -Eso se mira antes… , ¡pero teníamos tanta prisa… , tanta prisa, que no sé para qué sirven esos pelos blancos y esos añitos que llevamos acuestas! Lo mismito estábamos que los chicos de mi clase cuando les ofrezco contarles algo, que se les despierta la curiosidad… y no les cabe en el cuerpo la impaciencia. A fe de Alonso, que parecía usted la novia… digo, no; porque la novia, maldito el apuro que… ... 
 
 
							  En la línea 155
   del libro  Un viaje de novios
 del afamado autor Emilia Pardo Bazán
  ... -Pues mira, ya eres grandullona… Eres demasiado simplota tú. ... 
 
 
							  En la línea 296
   del libro  Un viaje de novios
 del afamado autor Emilia Pardo Bazán
  ... A su vez la consideraba Artegui como aquel que, volviendo de países nevados y desiertos, mira a un vallecillo alegre que por casualidad encuentra en el camino. Jamás había visto reunidas en nadie tanta juventud, robustez y frescura. A pesar de la noche pasada en ferrocarril, estaba el rostro de Lucía más lozano que unas hierbas de San Juan, y sus cabellos revueltos y a trechos aplastados, le prestaban cierto aspecto de ninfa que sale del baño, destocada y húmeda. Reíansele los ojos, las facciones todas, y el sol, indiscreto cronista de los cutis marchitos, jugaba sin temor entre el dorado imperceptible vello que tapizaba las mejillas de la niña, tiñéndolas con tonos calientes de rancio mármol. ... 
 
 
							  En la línea 335
   del libro  Un viaje de novios
 del afamado autor Emilia Pardo Bazán
  ... -¡Vaya! Sí que lo era. El Padre Urtazu me decía a veces: cuidado, chiquilla; mira que Dios te lo está pagando todo adelantado, y después, cuando te mueras, ¿sabes tú lo que va a decir? Que no te debe nada. ... 
 
 							  
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