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La palabra lellendas
Cómo se escribe

Comó se escribe lellendas o leyendas?

Cual es errónea Leyendas o Lellendas?

La palabra correcta es Leyendas. Sin Embargo Lellendas se trata de un error ortográfico.

La Palabra lellendas es una error ortográfica de la palabra leyendas en la que se ha cambiado la letra u por la ü o viceversa, esto es falta o sobra la diéresis sobre una de sus vocales u de la palabra correcta que es leyendas

Más información sobre la palabra Leyendas en internet

Leyendas en la RAE.
Leyendas en Word Reference.
Leyendas en la wikipedia.
Sinonimos de Leyendas.


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece leyendas

La palabra leyendas puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 932
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y Roseta, que ya no era inocente después de su entrada en la fábrica, dejaba correr su imaginación hasta los últimos límites de lo horrible, viéndose asesinada por uno de estos monstruos, con el vientre abierto y rebañada Por dentro lo mismo que los niños de que hablaban las leyendas de la huerta, a los cuales unos verdugos misteriosos sacaban las mantecas, confeccionando con ellas milagrosos medicamentos para los ricos. ...

En la línea 3545
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... De creer a los gallegos, los demonios de las nubes persiguieron a los ingleses en su fuga y los atacaron con torbellinos y mangas de agua cuando se esforzaban por remontar los tortuosos y empinados senderos de Fuencebadón; otras leyendas aún más groseras se cuentan acerca del modo como cayó el valeroso general. ...

En la línea 3554
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Santiago se alza en una planicie amena, rodeada de montañas; la más notable es una de forma cónica, llamada Pico Sacro, de la que se cuentan muchas leyendas maravillosas. ...

En la línea 1155
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... «Un Papa Borgia—pensó—muy distinto al de las leyendas, donde aparecen padres e hilos de tal familia realizando juntos los actos más desvergonzados. De ser ciertas dichas calumnias, ¿cómo Rodrigo de Borja iba a enviar semejantes cartas, recomendando una vida moral y cristiana a hijos que le habían acompañado en sus orgias?… Son cartas de un padre igual a todos los padres, que ha podido tener sus aventuras amorosas, pero dentro de su casa procura conservar la disciplina tradicional.» ...

En la línea 406
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... '¡Ah! pensó–. ¡Qué grande y qué extraño parece! ¡Soy rey!' Nuestros dos amigos se abrieron lentamente camino por entre la muchedumbre que llenaba el puente. Esta construcción, que tenía más de seiscientos años de vida sin haber dejado de ser un lugar bullicioso y muy poblado, era curiosísima, por que una hilera completa de tiendas y almacenes, con habitaciones para familias encima, se extendía a ambos lados y de, una a otra orilla del río. El puente era en sí mismo una especie de ciudad, que tenía sus posadas, cervecerías, panaderías, mercados, industrias manufactureras y hasta su iglesia. Miraba a los dos vecinos que ponía en comunicación –Londres y Southwark–, considerándolos buenos como suburbios, pero por lo demás sin particular importancia. Era una comunidad cerrada, por decirlo así, una ciudad estrecha con una sola calle de un quinto de milla de largo, y su población no era sino la población de una aldea. Todo el mundo en ella conocía íntimamente a sus vecinos, como había tenido antes conocimiento de sus padres y de sus madres, y conocía además todos sus pequeños asuntos familiares. Contaba con una aristocracia, por supuesto, con sus distinguidas y viejas famillas de carniceros, de panaderos y otros por el estilo, que venían ocupando las mismas tiendas desde hacía quinientos o seiscientos años, y sabían la gran historia del puente desde el principio al fin, con todas sus misteriosas leyendas. Eran familias que hablaban siempre en lenguaje del puente, tenían ideas propias del puente, mentían a boca llena y sin titubear, de una manera emanada de su vida en el puente. Era aquella una clase de población que había de ser por fuerza mezquina, ignorante y engreída. Los niños nacían en el puente, eran educados en él, en él llegaban a viejos y, finalmente, en él morían sin haber puesto los pies en otra parte del mundo que no fuera el Puente de Londres. Aquella gente tenía que pensar, por razón natural, que la copiosa e interminable procesión que circulaba por su calle noche y día, con su confusa algarabía de voces y gritos, sus relinchos, sus balidos y su ahogado patear, era la casa más extraordinaria del mundo, y ellos mismos, en cierto modo, los propietarios de todo aquello. Y tales eran, en efecto –o por lo menos como tales podían considerarse desde sus ventanas, y así lo hacían mediante su alquiler–, cada vez que un rey o un héroe que volvía daba ocasión a algunos festejos, porque no había sitio como aquél para poder contemplar sin interrupción las columnas en marcha. ...

En la línea 3122
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -De hecho, tiene razón -intervine yo-. He oído hablar de ese cuadro, pero el tema que representa está sacado de una leyenda, y ya sabéis lo que hay que pensar de las leyendas en materia de Historia Natural. Además, cuando se trata de monstruos, la imaginación no conoce límites. No solamente se ha pretendido que esos pulpos podían llevarse a los barcos, sino que incluso un tal Olaus Magnus habló de un cefalópodo, de una milla de largo, que se parecía más a una isla que a un animal. Se cuenta también que el obispo de Nidros elevó un día un altar sobre una inmensa roca. Terminada su misa, la roca se puso en marcha y regresó al mar. La roca era un pulpo. ...

En la línea 3148
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Miré a mi vez, y no pude reprimir un gesto de repulsión. Ante mis ojos se agitaba un monstruo horrible, digno de figurar en las leyendas teratológicas. ...

En la línea 691
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... A las doce y media el tren se detenía en la estación de Benarés. Las leyendas Brahamánicas afin nan que esta ciudad ocupa el sitio de la vetusta Casi, que estaba antiguamente suspendida en el espacio entre el cenit y el nadir, como la tumba de Mahoma. Pero en la época actual, más positiva, Benarés, la Atenas de la India, según los orientalistas, descansaba prosaicamente sobre el suelo, y Picaporte pudo por un momento entrever sus casas de ladrillo y sus chozas de cañizos, que le dan un aspecto absolutamente desairado sin color local alguno. ...


Vaya error ortográfico ¡¡¡¡

Reglas relacionadas con los errores de y;ll

Las Reglas Ortográficas de la Y:

Se escriben con y algunos tiempos y personas de los verbos cuyos infinitivos terminan en -uir:
Presente del Modo Indicativo
Ejemplos: construyo, influyes, huyo.
Excepciones: Nunca se escriben con y la primera y segunda personas del plural: huimos, construís, influimos.

Modo Imperativo
Ejemplo: construye, influye, influyamos, construya
Tercera persona del singular y del plural del pretérito indefinido.
Ejemplos: influyó, influyeron, construyó, construyeron
Modo subjuntivo.
Ejemplos: influya, construyera, influyere

Se escriben con y algunas formas de los verbos caer, leer, oír.
Ejemplos: cayó, leyeras, oyes

Las Reglas Ortográficas de la LL y la Y

Se escribe LL:

Se escribe ll en las palabras que terminan en -illo, -illa. Por ejemplo: librillo, ventanilla.


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Errores Ortográficos típicos con la palabra Leyendas

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