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La palabra ezpanto
Cómo se escribe

Comó se escribe ezpanto o espanto?

Cual es errónea Espanto o Ezpanto?

La palabra correcta es Espanto. Sin Embargo Ezpanto se trata de un error ortográfico.

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Errores Ortográficos típicos con la palabra Espanto

Cómo se escribe espanto o hespanto?
Cómo se escribe espanto o ezpanto?


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El Español es una gran familia

Reglas relacionadas con los errores de s;z

Las Reglas Ortográficas de la S

Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz

Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad

Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa

Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso

Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima

Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.

Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.

Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.

Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.

Las Reglas Ortográficas de la Z

Se escribe z y no c delante de a, o y u.

Se escriben con z las terminaciones -azo, -aza.

Ejemplos: pedazo, terraza

Se escriben con z los sustantivos derivados que terminan en las voces: -anza, -eza, -ez.

Ejemplos: esperanza, grandeza, honradez

La X y la S


Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras s;z

Algunas Frases de libros en las que aparece espanto

La palabra espanto puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 938
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El señorito pasó revista a su gente. Ninguno se había perdido en el viaje; todos estaban: la _Moñotieso_, famosa cantaora, y su hermana; su señor padre, un veterano del baile clásico que había hecho tronar bajo sus tacones los tablados de todos los cafés cantantes de España; tres protegidos de Luis, graves y cejijuntos, con la mano en la cadera y los ojos entornados, como si no osaran mirarse por no infundirse espanto, y un hombre carilleno, con sotobarba sacerdotal y unos tufos de pelo pegados a las orejas, guardando bajo el brazo una guitarra. ...

En la línea 1111
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La asfixia le hacía abrir, con temblores de angustia, su andrajoso corpiño, mostrando un pecho de muchacho tísico, de una blancura de papel mascado, sin más señales del sexo que dos granos morenos hundidos entre las costillas. Respiraba moviendo la cabeza a un lado y a otro, como si pretendiese absorber todo el aire. En ciertos momentos sus ojos agrandábanse con expresión de espanto, como si sintiera el contacto de algo frió e invisible en las manos crispadas que tendía ante ella. ...

En la línea 5182
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Espero -dijo seriamente D'Artagnan medio muerto de espanto que no hayáis hecho mención alguna de mi diamante. ...

En la línea 7606
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¿Vuestra Eminencia no teme que el suplicio de Ravaillac espanto a quienes tengan por un instante la idea de imitarlo?-En todo tiempo y en todos los países, sobre todo si esos países están divididos por la religión, habrá fanáticos que no pedirán otra cola que convertirse en mártires. ...

En la línea 9340
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Tiré el resto con horror, y esperé, con el sudor del espanto en la frente. ...

En la línea 10134
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Pues bien: sí, señora; yo le amo -dijo la novicia-, ¿somos rivales?El rostro de Milady se encendió de un fuego tan salvaje que en cual quier otra circunstancia la señora Bonacieux habría huido de espanto; pero estaba totalmente dominada por los celos. ...

En la línea 3121
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Creí que el olor de algún lobo, o de otra alimaña cualquiera, era la causa de su espanto; pero salí pronto de mi error viéndole hundirse hasta los corvejones en una ciénaga; lanzó un agudo relincho, y mostrando grandísimo terror, manoteó y se esforzó por zafarse; pero a cada momento se hundía más. ...

En la línea 5545
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... —Yo no le he llamado a usted—dijo el arzobispo, alzando de súbito la cabeza, y con ojos de espanto. ...

En la línea 5560
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... La _siesta_ es cosa agradable, cuando no está uno expuesto a verla interrumpida por un súbito espanto. ...

En la línea 1151
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Bien notas, escudero fiel y legal, las tinieblas desta noche, su estraño silencio, el sordo y confuso estruendo destos árboles, el temeroso ruido de aquella agua en cuya busca venimos, que parece que se despeña y derrumba desde los altos montes de la luna, y aquel incesable golpear que nos hiere y lastima los oídos; las cuales cosas, todas juntas y cada una por sí, son bastantes a infundir miedo, temor y espanto en el pecho del mesmo Marte, cuanto más en aquel que no está acostumbrado a semejantes acontecimientos y aventuras. ...

En la línea 1236
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Pero dígame vuestra merced, ahora que estamos en paz (así Dios le saque de todas las aventuras que le sucedieren tan sano y salvo como le ha sacado désta), ¿no ha sido cosa de reír, y lo es de contar, el gran miedo que hemos tenido? A lo menos, el que yo tuve; que de vuestra merced ya yo sé que no le conoce, ni sabe qué es temor ni espanto. ...

En la línea 2140
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Lo que yo sé decir, señora mía, que ora tenga valor o no, el que tuviere o no tuviere se ha de emplear en vuestro servicio hasta perder la vida; y así, dejando esto para su tiempo, ruego al señor licenciado me diga qué es la causa que le ha traído por estas partes, tan solo, y tan sin criados, y tan a la ligera, que me pone espanto. ...

En la línea 2160
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Pero decía él que no le fatigaba tanto esto cuanto le ponía en confusión saber, por cosa muy cierta, que un descomunal gigante, señor de una grande ínsula, que casi alinda con nuestro reino, llamado Pandafilando de la Fosca Vista (porque es cosa averiguada que, aunque tiene los ojos en su lugar y derechos, siempre mira al revés, como si fuese bizco, y esto lo hace él de maligno y por poner miedo y espanto a los que mira); digo que supo que este gigante, en sabiendo mi orfandad, había de pasar con gran poderío sobre mi reino y me lo había de quitar todo, sin dejarme una pequeña aldea donde me recogiese; pero que podía escusar toda esta ruina y desgracia si yo me quisiese casar con él; mas, a lo que él entendía, jamás pensaba que me vendría a mí en voluntad de hacer tan desigual casamiento; y dijo en esto la pura verdad, porque jamás me ha pasado por el pensamiento casarme con aquel gigante, pero ni con otro alguno, por grande y desaforado que fuese. ...

En la línea 1653
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Un espanto místico la dominó un momento. ...

En la línea 4598
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... , cuando vio con espanto sobre el mueble los restos de su herbario, de sus tiestos, de su colección de mariposas, de una docena de aparatos delicados que le servían en sus variadas industrias de fabricante de jaulas y grilleras, artista en marquetería, coleccionador, entomólogo y botánico, y otras no menos respetables. ...

En la línea 6572
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —¡Ay, no, no! no se baje usted —gritó la viuda con espanto. ...

En la línea 8203
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La carta de don Juan escondida en el libro devoto, leída con voz temblorosa primero, con terror supersticioso después, por doña Inés, mientras Brígida acercaba su bujía al papel; la proximidad casi sobrenatural de Tenorio, el espanto que sus hechizos supuestos producen en la novicia que ya cree sentirlos, todo, todo lo que pasaba allí y lo que ella adivinaba, producía en Ana un efecto de magia poética, y le costaba trabajo contener las lágrimas que se le agolpaban a los ojos. ...

En la línea 972
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Pero en vez de mostrarse el sol, como pedía el vate, lo que llegó inesperadamente fue la noche en plena tarde. El salón quedó completamente a oscuras; todos los concurrentes creyeron haber perdido repentinamente la vista; las mamás chillaron de espanto, extendiendo los brazos instintivamente para guardar a sus hijas; los hermosos guerreros echaron mano a sus espadas, aunque sin poder adivinar donde se ocultaba el enemigo. ...

En la línea 1594
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Aquí está sepultado mi glorioso abuelo -dijo Ra-Ra. El mar se iba rizando con largas ondulaciones que hacían cabecear al bote y hubiesen representado un oleaje de tormenta para los buques de la escuadra del Sol Naciente. Los dos amantes miraban con espanto el movimiento de la enorme nave. ...

En la línea 1074
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... No tardó en venir Izquierdo, y echose fuera la estantigua aquella gitanesca, a quien Rafaela miraba con verdadero espanto, rezando mentalmente un Padre-nuestro porque se marchara pronto. Venía el bárbaro dando resoplidos, cual si le rindiera la fatiga de tanto negocio como entre manos traía, y arrojando su pavero en el rincón y limpiándose con un pañuelo en forma de pelota el sudor de la nobilísima frente, soltó este gruñido: «Vengo de en ca Bicerra… ¿Ustés me recibieron? Pues él tampoco… ¡el muy soplao, el muy… ! La culpa tengo yo que me rebajo a endividos tan… disinificantes». ...

En la línea 1396
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Chillido unánime de espanto y desolación llenó la casa. Ramoncita pensaba seriamente en que debía llamarse a la Guardia Civil. ...

En la línea 1521
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Pero usted… ¡por la Virgen santísima! también… —atreviose a decir cuando el espanto se lo permitió—, también usted creyó… ». ...

En la línea 1658
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Al entrar el año de 1874, tenía Maximiliano veinticinco y no representaba aún más de veinte. Carecía de bigote, pero no de granos que le salían en diferentes puntos de la cara. A los veintitrés años tuvo una fiebre nerviosa que puso en peligro su vida; pero cuando salió de ella parecía un poco más fuerte; ya no era su respiración tan fatigosa ni sus corizas tan tenaces, y hasta los condenados raigones de sus muelas parecían más civilizados. No usaba ya el ioduro tan a pasto ni el canuto de brea, y sólo las jaquecas persistían, como esos amigos machacones cuya visita periódica causa espanto. Juan Pablo estaba entonces en el Cuartel Real, y doña Lupe dejaba a Maximiliano en libertad, porque le creía inaccesible a los vicios por razón de su pobreza física, de su natural apático y de la timidez que era el resultado de aquellas desventajas. Y además de libertad, dábale su tía algún dinero para sus placeres de mozo, segura de que no había de gastarlo sino con mucho pulso. Inclinábase el chico a economizar, y tenía una hucha de barro en la cual iba metiendo las monedas de plata y algún centén de oro que le daban sus hermanos cuando venían a Madrid. En la ropa era muy mirado, y gustaba de hacerse trajes baratos y de moda, que cuidaba como a las niñas de sus ojos. De esto le sobrevino alguna presunción, y gracias a ella su figura no parecía tan mala como era realmente. Tenía su buena capa de embozos colorados; por la noche se liaba en ella, metíase en el tranvía y se iba a dar una vuelta hasta las once, rara vez hasta las doce. Por aquel tiempo se mudó doña Lupe a Chamberí, buscando siempre casas baratas, y Maximiliano fue perdiendo poco a poco la ilusión de los alumnos de Estado Mayor. ...

En la línea 868
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Era muy fácil pensarlo, pero difícil hacer acopio de valor para llevarlo a cabo. Tres veces extendió tímidamente la mano en la oscuridad, pero la apartó de repente con un estremecimiento, no por haber encontrado nada, sino porque estaba seguro de que iba a encontrarlo. Pero a la cuarta vez palpó un poco más lejos y su mano resbaló sobre algo suave y caliente. Esto le dejó casi petrificado de espanto. Su ánimo se hallaba en tal estado que no podía imaginar que aquello fuera más que un cuerpo recién muerto, y no frío aún. Dijose que sería mejor morir que tocarlo otra vez; pero se le ocurrió este erróneo pensamiento porque no conocía la fuerza inmortal de la curiosidad humana. Poco rato había transcurrido cuando su mano empezó a tocar, otra vez, temblorosamente, contra todo juicio y consentimiento, pero sin embargo con persistencia. Encontró un mechón de pelo largo. Se estremeció, pero siguió tocando y encontró algo que parecía una cuerda caliente. ¡Siguió la cuerda hacia arriba y se halló con una inocente ternera! Porque la cuerda no era tal cuerda, sino la cola del animal. ...

En la línea 869
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Sintióse el rey hondamente avergonzado de sí mismo por haber experimentado tal espanto y horror ante una cosa tan insignificante como es una ternera dormida; mas no debió haber pensado así, porque lo que le había asustado no era la ternera, sino un terrible no se qué sin vida representado por la misma, y cualquier otro niño en aquellos tiempos supersticiosos habría hecho y padecido lo mismo que él. ...

En la línea 913
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... El alto seto le ocultó muy pronto a la vista de la casa; y entonces, bajo la excitación de un terrible espanto, apeló el niño a todas sus fuerzas y se encaminó corriendo a un bosque lejano. No volvió atrás la vista hasta que casi hubo ganado el refugio del bosque, y, entonces, divisó a lo lejos dos figuras. No necesitó más. No se detuvo el rey a examinarlas acuciosamente, sino que siguió corriendo, sin aminorar el paso hasta que estuvo muy adentro en la oscuridad crepuscular del bosque. Entonces se detuvo, persuadido de que estaba ya bastante seguro. Escucho atentamente, pero la calma era profunda y solemne… , y hasta pavorosa y deprimente para el ánimo. Sus oídos en tensión percibían con largos intervalos algunos ruidos, pero tan remotos, tan huecos y tan misteriosos, que no parecían ser verdaderos sonidos, sino sólo espectros gemebundos y plañideros. Así resultaban más pavorosos todavía que el silencio que quebraban. ...

En la línea 1054
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Estremecióse el rey, que abrió desmesuradamente los ojos de terror, pero supo dominarse y guardar silencio. No así la mujer, que se puso en pie de un salto, temblando de espanto, y gritó: ...

En la línea 1980
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... De un salto se lanzó a la amura de popa y se aferró del asta de la bandera. Yáñez se estremeció de espanto. ...

En la línea 2027
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Fortaleceremos el poblado para que pueda resistir el más terrible bombardeo. ¡No será domado todavía el Tigre; rugirá fuerte y llevará el espanto a las filas enemigas! ...

En la línea 2176
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Miró con espanto a su alrededor. ...

En la línea 553
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Tales eran las rápidas reflexiones que había suscitado en mí el extraño personaje, quien callaba, como absorto y replegado en sí mismo. Yo le miraba con un espanto lleno de interés, tal y como Edipo debió observar a la esfinge. ...

En la línea 1859
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Yo le observaba con una profunda atención. Realizaba sus maniobras con gran regularidad desde hacía ya media hora, sin que ningún peligro pareciera amenazarle. Iba yo familiarizándome con el espectáculo de su actividad, cuando, de repente, en un momento en que se hallaba arrodillado en el suelo, le vi hacer un gesto de espanto, levantarse y tomar impulso para subir a la superficie. La sombra gigantesca que apareció por encima del buceador me hizo comprender su espanto. Era la de un tiburón de gran envergadura que avanzaba diagonalmente, con la mirada encendida y las mandíbulas abiertas. ...

En la línea 1859
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Yo le observaba con una profunda atención. Realizaba sus maniobras con gran regularidad desde hacía ya media hora, sin que ningún peligro pareciera amenazarle. Iba yo familiarizándome con el espectáculo de su actividad, cuando, de repente, en un momento en que se hallaba arrodillado en el suelo, le vi hacer un gesto de espanto, levantarse y tomar impulso para subir a la superficie. La sombra gigantesca que apareció por encima del buceador me hizo comprender su espanto. Era la de un tiburón de gran envergadura que avanzaba diagonalmente, con la mirada encendida y las mandíbulas abiertas. ...

En la línea 1865
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Yo hubiera querido socorrer al capitán, pero el espanto me clavaba al suelo. Miraba despavorido y veía modificarse las fases de la lucha. Derribado por la fuerza inmensa de aquella masa, el capitán cayó al suelo. Las mandíbulas del tiburón se abrieron desmesuradamente como una guillotina, y en ellas hubiera acabado el capitán si, rápido como el rayo, Ned Land, arpón en mano, no hubiera golpeado con él al tiburón. ...

En la línea 1222
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¿Detrás de la puerta? ¿Has dicho detrás de la puerta? ‑preguntó de súbito Raskolnikof, fijando en Rasumikhine una mirada llena de espanto. Seguidamente, haciendo un gran esfuerzo, se incorporó y apoyó el codo en el diván. ...

En la línea 2557
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Cuando Raskolnikof llegó ante la casa en que habitaba tenía las sienes empapadas de sudor y respiraba con dificultad. Subió rápidamente la escalera, entró en su habitación, que estaba abierta, y la cerró. Inmediatamente, loco de espanto, corrió hacia el escondrijo donde había tenido guardados los objetos, introdujo la mano por debajo del papel y exploró hasta el último rincón del escondite. Nada, allí no habia nada. Se levantó, lanzando un suspiro de alivio. Hacía un momento, cuando se acercaba a la pensión Bakaleev, le habia asaltado de súbito el temor de que algún objeto, una cadena, un par de gemelos o incluso alguno de los papeles en que iban envueltos, y sobre los que habia escrito la vieja, se le hubiera escapado al sacarlos, quedando en alguna rendija, para servir más tarde de prueba irrecusable contra él. ...

En la línea 2578
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Transido de espanto, temblándole las piernas, Raskolnikof volvió como pudo a su casa y subió a su habitación. Se quitó la gorra, la dejó sobre la mesa y permaneció inmóvil durante diez minutos. Al fin, ya en el límite de sus fuerzas, se dejó caer en el diván y se extendió penosamente, con un débil suspiro. Cerró los ojos y así estuvo una media hora. ...

En la línea 2615
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Apartó la capa con cuidado y vio una silla, y en la silla, sentada en el borde y con el cuerpo doblado hacia delante, una vieja. Tenía la cabeza tan baja, que Raskolnikof no podía verle la cara. Pero no le cupo duda de que era ella… Permaneció un momento inmóvil. «Tiene miedo», pensó mientras desprendía poco a poco el hacha del nudo corredizo. Después descargó un hachazo en la nuca de la vieja, y otro en seguida. Pero, cosa extraña, ella no hizo el menor movimiento: se habría dicho que era de madera. Sintió miedo y se inclinó hacia delante para examinarla, pero ella bajó la cabeza más todavía. Entonces él se inclinó hasta tocar el suelo con su cabeza y la miró de abajo arriba. Lo que vio le llenó de espanto: la vieja reventaba de risa, de una risa silenciosa que trataba de ahogar, haciendo todos los esfuerzos imaginables. ...

En la línea 492
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Jean Valjean retrocedió con angustia y dio un grito de espanto. Al robar la moneda al niño había hecho algo que no sería ya más capaz de hacer. Esta última mala acción tuvo en él un efecto decisivo. En el momento en que exclamaba: '¡Soy un miserable!', acababa de conocerse tal como era. Vio realmente a Jean Valjean con su siniestra fisonomía delante de sí, y le tuvo horror. ...

En la línea 1009
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Pero es preciso saber qué pasaba en su alma. En el primer momento, el instinto de conservación alcanzó la victoria; recogió sus ideas, ahogó sus emociones; consideró la presencia de Javert conociendo la magnitud del peligro; aplazó toda resolución con la firmeza que da el espanto; confundió lo que debía hacer, y así recobró su calma, como un gladiador que recoge su escudo. ...

En la línea 1095
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Poco a poco lo fue dominando el espanto. Gruesas gotas de sudor corrían por sus cabellos y bajaban por sus sienes. Hizo un gesto indescriptible, que quería decir: '¿Quién me obliga a mí?' Abrió la puerta por donde llegara y salió. Se encontró en un pasillo largo y estrecho. No oyó nada por ningún lado, y huyó como si lo persiguieran. ...

En la línea 1108
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... El hombre parecía tener a lo menos sesenta años; había en su rostro un no sé qué de rudeza, de estupidez, de espanto. ...

En la línea 651
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... ¡Era Picaporte mismo quien se había deslizado hasta la hoguera en medio del denso humo! ¡Era Picaporte quien, aprovechando la oscuridad que reinaba todavía, había libertado a la joven de la muerte! ¡Era Picaporte quien, haciendo su papel con atrevida audacia, pasaba en medio del espanto general! ...

En la línea 653
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... En efecto, sobre la inflamada hoguera se destacaba entoces el cuerpo del viejo rajá. Los sacerdotes, repuestos de su espanto, habían comprendido que acababa de efectuarse un rapto. ...

En la línea 1407
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Picaporte, en su cualidad de soltero por convicción, no miraba sin cierto espanto a esas mormonas, encargadas de hacer, entre muchas, la felicidad de un solo mormón. En su buen sentido, de quien se compadecía más era del marido. Le parecía terrible tener que guiar tantas damas a la vez por entre las vicisitudes de la vida, conduciéndolas así, en tropel, hasta el paraíso mormónico, con la perspectiva de encontrarlas allí, para la eternidad, en compañía del glorioso Smith, que debía ser ornamento de aquel lugar de delicias. Decididamente, no tenía vocación para eso, y le parecía, tal vez equivocándose, que las ciudadanas de Great Lake-City dirigían a su persona miradas algo inquietantes. ...

En la línea 1637
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Por la noche, la nieve no cayó en tanta abundancia, pero creció la intensidad del frío. La mirada más intrépida no hubiera considerado sin espanto aquella oscu, a inmensidad. Reinaba un absoluto silencio en la llanura, cuya infinita calma no era turbada ni por el vuelo de las aves ni por el paso de las fieras. ...

Más información sobre la palabra Espanto en internet

Espanto en la RAE.
Espanto en Word Reference.
Espanto en la wikipedia.
Sinonimos de Espanto.

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