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La palabra srueles
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Comó se escribe srueles o crueles?

Cual es errónea Crueles o Srueles?

La palabra correcta es Crueles. Sin Embargo Srueles se trata de un error ortográfico.

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Más información sobre la palabra Crueles en internet

Crueles en la RAE.
Crueles en Word Reference.
Crueles en la wikipedia.
Sinonimos de Crueles.

Algunas Frases de libros en las que aparece crueles

La palabra crueles puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1125
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y las treinta bocas crueles empezaron a reír como si mordieran, no porque encontrasen gran chiste a la cosa, sino por abrumar a la hija del odiado Batiste. ...

En la línea 1151
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Instintivamente, movida por el dolor, sé agarró también a los rubios pelos de la hilandera, y durante algunos minutos se las vio a las dos encorvadas, lanzando gritos de dolor y rabia, con las frentes cerca del suelo, arrastrándose mutuamente con los crueles tirones que cada una daba a la cabellera de la otra. ...

En la línea 2376
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Luego hundió sus uñas crueles en el desgarrón de la carne y tiró de los bordes, haciéndole rugir: -¡Ay, ay!. ...

En la línea 578
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Salvatierra sentía halagado su sentimentalismo humanitario por este generoso ensueño de la inocencia. ¡Cambiar el mundo sin sangre, con un golpe teatral, valiéndose de la varilla mágica de la instrucción, sin esas violencias que repugnaban a su alma tierna, y que finalizan siempre con la derrota de los infelices y las crueles represalias del poderoso!... ...

En la línea 610
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Únicamente en la época de la trilla les daban un guiso de garbanzos: el resto del año pan, sólo pan, y en muchos sitios, tasado. Explotaban hasta sus necesidades más imperiosas. Antes, al arar la tierra, por cada diez arados había un hombre suplente, que ocupaba el sitio del que se retiraba un momento para librarse de los residuos del gazpacho. Ahora, para economizarse este suplente, daban cinco céntimos al arador, con la condición de no abandonar la yunta aunque el estómago le atormentase con los más crueles llamamientos, y a esto le llamaban ellos con una sorna triste, «vender el... sitio más innoble del cuerpo». ...

En la línea 1412
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Fermín Montenegro contemplaba tristemente el curso de esta lucha sorda, que había de terminar forzosamente con algo ruidoso; pero de lejos, rehuyendo el trato con los rebeldes, ya que no estaba en Jerez su maestro Salvatierra. Callaba también en el escritorio, cuando en su presencia manifestaban los amigos de don Pablo los crueles deseos de una represión que atemorizase a los trabajadores. ...

En la línea 1558
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La advertencia era inútil. Para evitar la venganza de Rafael, había mentido ella, fingiendo sus crueles desvíos. ...

En la línea 7129
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... En cuanto a la señora Coquenard, no pod ía contener sus lágrimas; pero nadie sacó ninguna mala consecuencia de su dolor; se la sabía muy apegada a sus parientes, por los que había tenido siempre crueles dis putas con su marido. ...

En la línea 9159
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Mas lord de Winter tiene crueles qu ejas contra vos. ...

En la línea 10851
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Y a mí -dijo D'Artagnan -perdonadme, señora, haber provocado vuestra cólera con un engaño indigno de un gentilhombre; y a cambio, yo os perdono el asesinato de mi pobre amiga y vuestras vene ganzas crueles contra mí, yo os perdono y lloro por vos. ...

En la línea 776
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Mas, apenas la hubo visto Ambrosio, cuando, con muestras de ánimo indignado, le dijo: -¿Vienes a ver, por ventura, ¡oh fiero basilisco destas montañas!, si con tu presencia vierten sangre las heridas deste miserable a quien tu crueldad quitó la vida? ¿O vienes a ufanarte en las crueles hazañas de tu condición, o a ver desde esa altura, como otro despiadado Nero, el incendio de su abrasada Roma, o a pisar, arrogante, este desdichado cadáver, como la ingrata hija al de su padre Tarquino? Dinos presto a lo que vienes, o qué es aquello de que más gustas; que, por saber yo que los pensamientos de Grisóstomo jamás dejaron de obedecerte en vida, haré que, aun él muerto, te obedezcan los de todos aquellos que se llamaron sus amigos. ...

En la línea 1036
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y desta manera fue nombrando muchos caballeros del uno y del otro escuadrón, que él se imaginaba, y a todos les dio sus armas, colores, empresas y motes de improviso, llevado de la imaginación de su nunca vista locura; y, sin parar, prosiguió diciendo: -A este escuadrón frontero forman y hacen gentes de diversas naciones: aquí están los que bebían las dulces aguas del famoso Janto; los montuosos que pisan los masílicos campos; los que criban el finísimo y menudo oro en la felice Arabia; los que gozan las famosas y frescas riberas del claro Termodonte; los que sangran por muchas y diversas vías al dorado Pactolo; los númidas, dudosos en sus promesas; los persas, arcos y flechas famosos; los partos, los medos, que pelean huyendo; los árabes, de mudables casas; los citas, tan crueles como blancos; los etiopes, de horadados labios, y otras infinitas naciones, cuyos rostros conozco y veo, aunque de los nombres no me acuerdo. ...

En la línea 2317
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -Luego, ¿bien las remediárades vos, señora doncella -dijo Dorotea-, si por vos lloraran? -No sé lo que me hiciera -respondió la moza-; sólo sé que hay algunas señoras de aquéllas tan crueles, que las llaman sus caballeros tigres y leones y otras mil inmundicias. ...

En la línea 1217
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Por ellos supo que una comisión de médicos había sido enviada para que curasen al gigante las heridas de las manos y los pies producidas por los cables metálicos. Ya estaba más tranquilo y parecía resignado a su nueva situación. Las máquinas voladoras continuaban teniéndolo sujeto al extremo de sus hilos, obligándole con crueles tirones a obedecer las órdenes del jefe de la escuadrilla. El interior de su antigua vivienda estaba ahora ocupado por las tropas. El coloso permanecía a la intemperie día y noche, pues así sus guardianes aéreos podían hacerle sentir mas pronto sus mandatos. ...

En la línea 1364
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Cuando todos estuvieron listos, la mujer levantó un brazo para dar la señal, y los seis elevaron al mismo tiempo el gran hierro de punta aguda. Solo esperaban la voz de su jefe para dejarlo caer; pero antes de que esto ocurriese, una catástrofe los anonadó, como si se hubiesen desatado sobre ellos todas las fuerzas crueles y ciegas de la Naturaleza, como si las montañas que cerraban el horizonte se hubieran desplomado sobre sus cabezas formando una cascada de tierra y de piedras, como si el mar hubiera abandonado su lecho levantando una ola única para barrerlos. ...

En la línea 1392
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Y los que pedían más crueles castigos para la revolución de los hombres eran los hombres. En cambio, había mujeres que permanecían en silencio, como si temiesen hacer pública su opinión sobre este suceso. Pero se notaba en su mutismo algo que hacía recordar la doctrina de Popito acerca de la armonía entre los dos sexos. ...

En la línea 1726
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «¿También vendrás tarde esta noche? Mira que las noches están muy frías. Estas heladas son crueles. Tú no estás para valentías». ...

En la línea 1833
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Doña Lupe discutía con ella violentamente, argumentando con crueles pellizcos, y añadiendo que estaba autorizada por la madre para descuartizarla si preciso era. A lo que Papitos contestaba echando lumbre por los ojos: «¡Ay, hija, no me descuartice usted tanto!». Este solía ser el periodo culminante de la disputa, que concluía dándole la señora a su sirviente una gran bofetada y rompiendo la otra a llorar… Los disparates seguían, y al servir la mesa ponía los platos sobre ella sin considerar que no eran de hierro. Doña Lupe la amenazaba con mandarla a la galera o con llamar una pareja, con escabecharla y ponerla en salmuera, y poco a poco se iba aplacando la fierecilla hasta que se quedaba como un guante. ...

En la línea 1126
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¡Cómo! ¿No bromeáis? –exclamó–. ¿Pueden los muertos volver a la vida? Loado sea Dios, si así es. ¡Nuestro pobre muchacho perdido vuelve a nuestros brazos despues de estos crueles años! ¡Ah! Parece demasiado bueno para ser verdad. Es demasiado bueno para ser verdad. Te ruego que tengas compasión y no bromees conmigo. ¡Pronto! Ven a la luz. Déjame que te mire bien. ...

En la línea 1255
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¿Qué rey, pregunta? (Dios santo, ¿qué tendrá este muchacho?) Puesto que no tenemos más que uno, no es difícil responder: Su sacratísima Majestad el rey Eduardo VI, que Dios guarde. Si, y que es un muchachillo muy hermoso y muy gracioso. Tanto si está loco como si no y dicen que va mejorando de día en día–, a todo el mundo se le oyen alabanzas de él, y todos lo bendicen, y rezan todos porque reine mucho tiempo en Inglaterra, porque ha empezado humanamente, salvando la vida del viejo duque de Norfolk, y ahora se propone abolir las leyes más crueles que ofenden y oprimen al pueblo. ...

En la línea 1262
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¿Os azotarán? No, no serán tan crueles. Decid que no. ¿No os azotarán, verdad? ...

En la línea 1265
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¡Es una confesión! Entonces os van a azotar los crueles verdugos. ¡Oh! Pero no lloren, que no puedo sufrirlo. Conserven el valor. Yo recobraré mi calidad a tiempo de salvarlas de tan amargo paso, y no duden que he de hacerlo. ...

En la línea 315
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Rasumikhine tenía otra característica notable: ninguna contrariedad le turbaba; ningún revés le abatía. Podría haber vivido sobre un tejado, soportar el hambre más atroz y los fríos más crueles. Era extremadamente pobre, tenía que vivir de sus propios recursos y nunca le faltaba un medio u otro de ganarse la vida. Conocía infinidad de lugares donde procurarse dinero… , trabajando, naturalmente. ...

En la línea 3622
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Piénselo bien, señorita. Le doy tiempo para que reflexione. Comprenda que si no estuviera completamente seguro de lo que digo, me guardaría mucho de acusarla tan formalmente como lo estoy haciendo. Tengo demasiada experiencia para exponerme a un proceso por difamación… Esta mañana he negociado varios títulos por un valor nominal de unos tres mil rublos. La suma exacta consta en mi cuaderno de notas. Al regresar a mi casa he contado el dinero: Andrés Simonovitch es testigo. Después de haber contado dos mil trescientos rublos, los he puesto en una cartera que me he guardado en el bolsillo. Sobre la mesa han quedado alrededor de quinientos rublos, entre los que había tres billetes de cien. Entonces ha llegado usted, llamada por mí, y durante todo el tiempo que ha durado su visita ha dado usted muestras de una agitación extraordinaria, hasta el extremo de que se ha levantado tres veces, en su prisa por marcharse, aunque nuestra conversación no había terminado. Andrés Simonovitch es testigo de que todo cuanto acabo de decir es exacto. Creo que no lo negará usted, señorita. La he mandado llamar por medio de Andrés Simonovitch con el exclusivo objeto de hablar con usted sobre la triste situación en que ha quedado su segunda madre, Catalina Ivanovna (cuya invitación me ha sido imposible atender), y tratar de la posibilidad de ayudarla mediante una rifa, una suscripción o algún otro procedimiento semejante… Le doy todos estos detalles, en primer lugar, para recordarle cómo han ocurrido las cosas, y en segundo, para que vea usted que lo recuerdo todo perfectamente… Luego he cogido de la mesa un billete de diez rublos y se lo he entregado, haciendo constar que era mi aportación personal y el primer socorro para su madrastra… Todo esto ha ocurrido en presencia de Andrés Simonovitch. Seguidamente la he acompañado hasta la puerta y he podido ver que estaba tan trastornada como cuando ha llegado. Cuando usted ha salido, yo he estado conversando durante unos diez minutos con Andrés Simonovitch. Finalmente, él se ha retirado y yo me he acercado a la mesa para recoger el resto de mi dinero, contarlo y guardarlo. Entonces, con profundo asombro, he visto que faltaba uno de los tres billetes. Comprenda usted, señorita. No puedo sospechar de Andrés Simonovitch. La simple idea de esta sospecha me parece un disparate. Tampoco es posible que me haya equivocado en mis cuentas, porque las he verificado momentos antes de llegar usted y he comprobado su exactitud. Comprenda que la agitación que usted ha demostrado, su prisa en marcharse, el hecho de que haya tenido usted en todo momento las manos sobre la mesa, y también, en fin, su situación social y los hábitos propios de ella, son motivos suficientes para que me vea obligado, muy a pesar mío y no sin cierto horror, a concebir contra usted sospechas, crueles sin duda pero legítimas. Quiero añadir y repetir que, por muy convencido que esté de su culpa, sé que corro cierto riesgo al acusarla. Sin embargo, no vacilo en hacerlo, y le diré por qué. Lo hago exclusivamente por su ingratitud. La llamo para hablar de una posible ayuda a su infortunada segunda madre, le entrego mi óbolo de diez rublos, y he aquí el pago que usted me da. No, esto no está nada bien. Necesita usted una lección. Reflexione. Le hablo como le hablaría su mejor amigo, y, en verdad, no puede usted tener en este momento otro amigo mejor, pues, si no lo fuese, procedería con todo rigor e inflexibilidad. Bueno, ¿qué dice usted? ...

En la línea 4890
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Querían hablar, pero no pudieron pronunciar una sola palabra. Las lágrimas brillaban en sus ojos. Los dos estaban delgados y pálidos, pero en aquellos rostros ajados brillaba el alba de una nueva vida, la aurora de una resurrección. El amor los resucitaba. El corazón de cada uno de ellos era un manantial de vida inagotable para el otro. Decidieron esperar con paciencia. Tenían que pasar siete años en Siberia. ¡Qué crueles sufrimientos, y también qué profunda felicidad, llenaría aquellos siete años! Raskolnikof estaba regenerado. Lo sabía, lo sentía en todo su ser. En cuanto a Sonia, sólo vivía para él. ...

Reglas relacionadas con los errores de c;s

Las Reglas Ortográficas de la S

Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz

Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad

Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa

Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso

Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima

Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.

Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.

Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.

Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.


Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras c;s


El Español es una gran familia


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Errores Ortográficos típicos con la palabra Crueles

Cómo se escribe crueles o crrueles?
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