La palabra Religiones ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece religiones.
Estadisticas de la palabra religiones
Religiones es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 7734 según la RAE.
Religiones aparece de media 10.76 veces en cada libro en castellano.
Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la religiones en las obras de referencia de la RAE contandose 1636 apariciones .
Errores Ortográficos típicos con la palabra Religiones
Cómo se escribe religiones o rreligiones?
Cómo se escribe religiones o religionez?
Cómo se escribe religiones o relijiones?
Más información sobre la palabra Religiones en internet
Religiones en la RAE.
Religiones en Word Reference.
Religiones en la wikipedia.
Sinonimos de Religiones.
Algunas Frases de libros en las que aparece religiones
La palabra religiones puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 625
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El cristianismo era una mentira más, desfigurada y explotada por los de arriba para justificar y santificar sus usurpaciones. ¡Justicia, y no Caridad! ¡Bienestar en la tierra para los infelices y que los ricos se reservasen, si la deseaban, la posesión del cielo, abriendo la mano para soltar sus rapiñas terrenales! Los miserables no podían esperar nada de lo alto. Sobre sus cabezas sólo existía un infinito insensible a la desesperación humana: otros mundos que ignoraban la vida de millones de míseros gusanos sobre esta esfera deshonrada por el egoísmo y la violencia. Los hambrientos, los que tenían sed de justicia, sólo debían confiar en ellos mismos. ¡Arriba, aunque fuese para morir! Otros vendrían detrás, que esparcirían la simiente germinadora en los surcos fecundados por su sangre. ¡De pie y en marcha la horda de la miseria, sin más Dios que la rebelión, iluminando su camino la estrella roja, el eterno diablo de las religiones, guía insustituible de todos los grandes movimientos de la humanidad!... ...
En la línea 1203
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y Salvatierra, como si olvidase la presencia del gitano y hablara para él mismo, recordó su arrogante salida del presidio, desafiando de nuevo las persecuciones, y su reciente viaje a Cádiz para ver un rincón de tierra, junto a una tapia, entre cruces y lápidas de mármol. ¿Y era aquello todo lo que quedaba del ser que había llenado su pensamiento? ¿Sólo restaba de mamá, de la viejecita bondadosa y dulce como las santas mujeres de las religiones, aquel cuadro de tierra fresca y removida y las margaritas silvestres que nacían en sus bordes? ¿Se había perdido para siempre la llama dulce de sus ojos, el eco de su voz acariciadora, rajada por la vejez, que llamaba con ceceos infantiles a Fernando, a su «querido Fernando»? --_Alcaparrón_, tú no puedes entenderme--continuó Salvatierra con voz temblorosa.--Tal vez es una fortuna para ti esa alma simple que te permite en los dolores y en las alegrías ser ligero y mudable como un pájaro. Pero óyeme, aunque no me entiendas. Yo no reniego de lo que he aprendido: yo no dudo de lo que sé. Mentira es la otra vida, ilusión orgullosa del egoísmo humano; mentira también los cielos de las religiones. Hablan éstas a las gentes en nombre de un espiritualismo poético, y su vida eterna, su resurrección de los cuerpos, sus placeres y castigos de ultra-tumba, son de un materialismo que da náuseas. No existe para nosotros otra vida que la presente; pero ¡ay! ante la sábana de tierra que cubre a mamá, sentí por primera vez flaquear mis convicciones. Acabamos al morir; pero algo resta de nosotros junto a los que nos suceden en la tierra; algo que no es sólo el átomo que nutre nuevas vidas; algo impalpable e indefinido, sello personal de nuestra existencia. Somos como los peces en el mar; ¿me entiendes, _Alcaparrón_? Los peces viven en la misma agua en que se disolvieron sus abuelos y en la que laten los gérmenes de sus sucesores. Nuestra agua es el ambiente en que existimos: el espacio y la tierra: vivimos rodeados de los que fueron y de los que serán. Y yo, _Alcaparrón_ amigo, cuando siento ganas de llorar recordando la nada de aquél montón de tierra, la triste insignificancia de las florecillas que lo rodean, pienso en que no está allí mamá completamente, que algo se ha escapado, que circula al través de la vida, que me tropieza atraído por una simpatía misteriosa, y me acompaña envolviéndome en una caricia tan suave como un beso... ...
En la línea 1203
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y Salvatierra, como si olvidase la presencia del gitano y hablara para él mismo, recordó su arrogante salida del presidio, desafiando de nuevo las persecuciones, y su reciente viaje a Cádiz para ver un rincón de tierra, junto a una tapia, entre cruces y lápidas de mármol. ¿Y era aquello todo lo que quedaba del ser que había llenado su pensamiento? ¿Sólo restaba de mamá, de la viejecita bondadosa y dulce como las santas mujeres de las religiones, aquel cuadro de tierra fresca y removida y las margaritas silvestres que nacían en sus bordes? ¿Se había perdido para siempre la llama dulce de sus ojos, el eco de su voz acariciadora, rajada por la vejez, que llamaba con ceceos infantiles a Fernando, a su «querido Fernando»? --_Alcaparrón_, tú no puedes entenderme--continuó Salvatierra con voz temblorosa.--Tal vez es una fortuna para ti esa alma simple que te permite en los dolores y en las alegrías ser ligero y mudable como un pájaro. Pero óyeme, aunque no me entiendas. Yo no reniego de lo que he aprendido: yo no dudo de lo que sé. Mentira es la otra vida, ilusión orgullosa del egoísmo humano; mentira también los cielos de las religiones. Hablan éstas a las gentes en nombre de un espiritualismo poético, y su vida eterna, su resurrección de los cuerpos, sus placeres y castigos de ultra-tumba, son de un materialismo que da náuseas. No existe para nosotros otra vida que la presente; pero ¡ay! ante la sábana de tierra que cubre a mamá, sentí por primera vez flaquear mis convicciones. Acabamos al morir; pero algo resta de nosotros junto a los que nos suceden en la tierra; algo que no es sólo el átomo que nutre nuevas vidas; algo impalpable e indefinido, sello personal de nuestra existencia. Somos como los peces en el mar; ¿me entiendes, _Alcaparrón_? Los peces viven en la misma agua en que se disolvieron sus abuelos y en la que laten los gérmenes de sus sucesores. Nuestra agua es el ambiente en que existimos: el espacio y la tierra: vivimos rodeados de los que fueron y de los que serán. Y yo, _Alcaparrón_ amigo, cuando siento ganas de llorar recordando la nada de aquél montón de tierra, la triste insignificancia de las florecillas que lo rodean, pienso en que no está allí mamá completamente, que algo se ha escapado, que circula al través de la vida, que me tropieza atraído por una simpatía misteriosa, y me acompaña envolviéndome en una caricia tan suave como un beso... ...
En la línea 1985
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Más allá de los campos estaban las ciudades, las grandes aglomeraciones de la civilización moderna, y en ellas otros rebaños de desesperados, de tristes, pero que repelían el falso consuelo del vino, que bañaban sus almas nacientes en la aurora de un nuevo día, que sentían sobre sus cabezas los primeros rayos del sol, mientras el resto del mundo permanecía en la sombra. Ellos serían los elegidos; y mientras el rústico permanecía en el campo, con la resignada gravedad del buey, el desheredado de la ciudad despertábase, poníase en pie, para seguir al único amigo de los miserables y los hambrientos, al que atraviesa la historia de todas las religiones, insultado con el nombre de Demonio, y ahora, despojándose de los grotescos adornos que le da la tradición, deslumbra a unos y asombra a otros con la más soberbia de las hermosuras, la hermosura de Luzbel, ángel de luz, y se llama Rebeldía... ...
En la línea 4981
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Pero ¿qué es el basco y a qué familia pertenece? Todos los dialectos hablados actualmente en Europa proceden de dos grandes lenguas asiáticas, que si ya no se hablan, existen en libros y son además las lenguas de dos de las principales religiones de Oriente. ...
En la línea 10191
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Mi salud no necesita de semejantes indecencias: y lo que ustedes hacen con tamañas blasfemias indecorosas es la causa, el caldo gordo del clero; porque tenga usted entendido, joven inexperto y procaz, que por el mundo han pasado muchas religiones positivas, y hoy se ha creído esto y mañana lo otro; pero de lo que nunca han prescindido los pueblos cultos, ni ahora, ni en la antigüedad, es de la buena crianza, y del respeto que nos debemos todos. ...
En la línea 11825
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Yo respeto todas las religiones, aunque no profeso ninguna. ...
En la línea 13024
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¡Sí, sí, era su padre, aquel padre que había llorado ella con lágrimas del corazón, el que decía que la religión es un homenaje interior del hombre a Dios, a un Dios que no podemos imaginar como es, y que no es como dicen las religiones positivas, sino mucho mejor, mucho más grande!. ...
En la línea 518
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Y como Gillespie mostrase cierta curiosidad por la enorme obra, el profesor le dio explicaciones sobre su carácter y sus tendencias. Era el Padre de los Maestros el que la había ideado, con la noble ambición de hacer olvidar hasta los más remotos vestigios de la soberbia masculina. Momaren consideraba necesario demostrar al mundo actual que los grandes benefactores de la humanidad y del progreso habían sido siempre mujeres. Los creadores de religiones, los filósofos, los santos, los inventores, todos habían pertenecido al género femenino; pero los hombres, para apropiarse su gloria, falseaban las viejas crónicas, incorporando a su sexo estas hembras gloriosas. ...
En la línea 3166
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Las lecturas de Rubín fueron como un descubrimiento. Ya sospechaba él aquello; pero no se atrevía a expresarlo. El hallazgo era negativo, es decir, había descubierto que la mejor organización de los estados es la desorganización; la mejor de las leyes la que las anula todas, y el único gobierno serio el que tiene por misión no gobernar nada, dejando que las energías sociales se manifiesten como les da la gana. La anarquía absoluta produce el orden verdadero, el orden racional y propiamente humano. Las sociedades, claro, tienen sus edades como las personas: hay sociedades que están mamando, sociedades que andan a gatas, sociedades pollas, sociedades jóvenes, y por fin, las maduras y dueñas de sí; sociedades con barbas, en una palabra, y también con algunas canas. Tocante a religiones y prácticas sociales que de ellas se derivan, Juan Pablo iba muy lejos, pero muy lejos; como que no le costaba nada el billete para tan largo viaje. Sólo en la edad pueril, cuando a la sociedad se le cae la baba y vive bajo la férula del dómine, se comprende que exista y tenga prosélitos la institución llamada matrimonio, unión perpetua de los sexos, contraviniendo la ley de Naturaleza… ¿y a santo de qué?, vamos a ver… Eso sí, por encima de todo la Naturaleza. Estudiando bien la vida total, el entendimiento se limpia de las telarañas que en él han tejido los siglos. La Naturaleza es la verdadera luz de las almas, el Verbo, el legítimo Mesías, no el que ha de venir sino el que está siempre viniendo. Ella se hizo a sí propia, y en sus devoluciones eternas, concibiendo y naciendo sin cesar, es siempre hija y madre de sí misma. ¿Qué tal? Toma canela fina. ...
En la línea 4799
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «El momento de la liberación es aquel en que uno se considera suficientemente purificado para apechugar con el paso de un mundo a otro, y dar ese paso por sí mismo. Las religiones dominantes prohíben el suicidio. ¡Qué tontas son! La mía lo ordena. Es el sacramento, es la suprema alianza con la divinidad… Bueno; pues las personas que por medio de la anulación social, y cultivando la vida interior, llegan a purificarse, comprenden por su propio sentido cuándo llega el momento de tomar el portante. La liberación no debiera llamarse suicidio. La expresión mejor es esta: matar a la bestia carcelera. Llega un momento en que el alma no puede ya aguantar la esclavitud, y es preciso soltarse. ¿Cómo? Mira». ...
En la línea 5419
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Se la ofrecieron; pero Ido no la quiso tomar. Amorraba la cabeza entre los brazos cruzados sobre el mármol, y el dueño del establecimiento, mirándole con sorna, le decía: «Aquí no se duermen monas. A dormirlas a la calle». Maxi trató de hacerle levantar la cabeza. «D. José, a usted le convendría tomar duchas y también unas pildoritas de bromuro de sodio. ¿Quiere que se las prepare? Es el tratamiento más eficaz para combatir eso… Dígamelo usted a mí, que durante una temporada he estado como usted… muchísimo peor. Yo inventaba religiones; yo quería que todo el género humano se matara; yo esperaba el Mesías… Pues aquí me tiene tan sano y tan bueno». ...
En la línea 5791
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Y he ido pasando por este y el otro grado. Primero tuve el delirio persecutorio, después el delirio de grandezas… Inventé religiones; me creí jefe de una secta que había de transformar el mundo. Padecí también furor de homicidio, y por poco mato a mi tía y a Papitos. Siguieron luego depresiones horribles, ganas de morirme, manía religiosa, ansias de anacoreta, y el delirio de la abnegación y el desprendimiento… ...

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