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La palabra desgraciado
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la palabra desgraciado

La palabra Desgraciado ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Fantina Los miserables Libro 1 de Victor Hugo
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece desgraciado.

Estadisticas de la palabra desgraciado

Desgraciado es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 12414 según la RAE.

Desgraciado aparece de media 5.87 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la desgraciado en las obras de referencia de la RAE contandose 892 apariciones .

Más información sobre la palabra Desgraciado en internet

Desgraciado en la RAE.
Desgraciado en Word Reference.
Desgraciado en la wikipedia.
Sinonimos de Desgraciado.


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece desgraciado

La palabra desgraciado puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 623
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Más de mil años se habían resignado los parias, con el pensamiento puesto en el cielo, confiando en una compensación eterna. Pero el cielo estaba vacío. ¿Qué desgraciado podía ya creer en él? Dios se había ido con los ricos; apreciaba como una virtud digna de la gloria eterna, el que de tarde en tarde repartiesen éstos un fragmento de su fortuna, conservándola íntegra y reputando como un crimen las reclamaciones de bienestar de los de abajo. ...

En la línea 1043
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¡Ay, soy un rey muy desgraciado, señor de Tréville! No tenía más que un gerifalte y se murió anteayer. ...

En la línea 1580
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¡Vaya! ¡Cuatromosqueteros dejan arrestar en medio de ellos a un desgraciado que pide ayuda! ¡Un gentilhom-bre brindar con un corchete!-Porthos -dijo Aramis-, ya Athos lo ha prevenido que eras un necio, y yo soy de su opinión. ...

En la línea 1908
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¡Callaos, callaos, desgraciado! -exclamó la joven-. ...

En la línea 4309
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Ya está, el desgraciado lo habrá perdido todo. ...

En la línea 5634
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Para qué más; no se halló tesoro alguno, y mis advertencias al desgraciado suizo resultaron demasiado proféticas. ...

En la línea 3933
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -En lo que toca -prosiguió Sancho- a la valentía, cortesía, hazañas y asumpto de vuestra merced, hay diferentes opiniones; unos dicen: 'loco, pero gracioso'; otros, 'valiente, pero desgraciado'; otros, 'cortés, pero impertinente'; y por aquí van discurriendo en tantas cosas, que ni a vuestra merced ni a mí nos dejan hueso sano. ...

En la línea 4448
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -Todo eso se puede llevar y conllevar -dijo el del Bosque-, con la esperanza que tenemos del premio; porque si demasiadamente no es desgraciado el caballero andante a quien un escudero sirve, por lo menos, a pocos lances se verá premiado con un hermoso gobierno de cualque ínsula, o con un condado de buen parecer. ...

En la línea 4585
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... En esto fueron razonando los dos, hasta que llegaron a un pueblo donde fue ventura hallar un algebrista, con quien se curó el Sansón desgraciado. ...

En la línea 5426
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... En esto, llegó don Quijote, alzada la visera; y, dando muestras de apearse, acudió Sancho a tenerle el estribo; pero fue tan desgraciado que, al apearse del rucio, se le asió un pie en una soga del albarda, de tal modo que no fue posible desenredarle, antes quedó colgado dél, con la boca y los pechos en el suelo. ...

En la línea 2521
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... los esclavos no se les permite hacer la guerra; pero, ¿es bastante enérgica la privación? Yo he oído hablar de un desgraciado que, durante una batalla, se pasó al enemigo ...

En la línea 1308
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Toda la nobleza vetustense aprobaba la conducta de aquellas señoritas, que vieron un castigo de Dios en el desgraciado puerperio de la modista italiana, su cuñada indigna. ...

En la línea 9650
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¡No que él se convirtiera! ¡eso jamás! pero ¡su Gertrudis, sus niñas! y lloraba el desgraciado; y volviéndose del lado hacia donde caía el palacio episcopal enseñaba los puños y gritaba entre suspiros y sollozos: —¡Me tienen atado, me tienen atado esos hijos de la aberración y la ceguera! ¡desgraciado de mí! ¡pero más dignos de compasión ellos que no ven la luz del medio día, ni el sol de la Justicia. ...

En la línea 9650
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¡No que él se convirtiera! ¡eso jamás! pero ¡su Gertrudis, sus niñas! y lloraba el desgraciado; y volviéndose del lado hacia donde caía el palacio episcopal enseñaba los puños y gritaba entre suspiros y sollozos: —¡Me tienen atado, me tienen atado esos hijos de la aberración y la ceguera! ¡desgraciado de mí! ¡pero más dignos de compasión ellos que no ven la luz del medio día, ni el sol de la Justicia. ...

En la línea 11450
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... y con voz dulcemente majestuosa y llena de lágrimas, exclamó: —¡Madre mía, madre de Dios, ilumina a ese desgraciado!. ...

En la línea 689
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Y para que usted, señora —añadió el desgraciado mirando a Jacinta de un modo que la hizo estremecer—, pueda apreciar la justa indignación de un hombre de honor, sepa que mi esposa es… ¡adúuultera! ...

En la línea 723
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Repartió doña Guillermina unos capuchoncitos de lana, medias y otras cosas; pero no nos tocó nada. Lo mejor fue para los hijos de la señá Joaquina y para el Pitusín, el niño ese… ¿no sabe la señora?, ese chiquillín que tiene consigo mi vecino Pepe Izquierdo… un hombre de bien, tan desgraciado como yo… No le quiero quitar al Pitusín la preferencia. Comprendo que lo mejor debe caerle a él por ser de la familia. ...

En la línea 928
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Dijo el por moderaos hasta seis veces, subiendo gradualmente de tono, y la última repetición debió de oírse en el puente de Toledo. El otro José estaba muy aturdido con la bárbara charla del grande hombre, el más desgraciado de los héroes y el más desconocido de los mártires. Su máscara de misantropía y aquella displicencia de genio perseguido eran natural consecuencia de haber llegado al medio siglo sin encontrar su asiento, pues treinta años de tentativas y de fracasos son para abatir el ánimo más entero. Izquierdo había sido chalán, tratante en trigos, revolucionario, jefe de partidas, industrial, fabricante de velas, punto figurado en una casa de juego y dueño de una chirlata; había casado dos veces con mujeres ricas, y en ninguno de estos diferentes estados y ocasiones obtuvo los favores de la voluble suerte. De una manera y otra, casado y soltero, trabajando por su cuenta y por la ajena, siempre mal, siempre mal, ¡hostia! ...

En la línea 935
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Usted es desgraciado porque no le hacen justicia; pero yo lo soy más, tocayo, porque no hay mayor desdicha que el deshonor». ...

En la línea 1132
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Vanas fueron sus búsquedas. La Esperance y la Récherche pasaron incluso ante Vanikoro sin detenerse. Fue un viaje muy desgraciado, pues costó la vida a D'Entrecasteaux, a dos de sus oficiales y a varios marineros de su tripulación. ...

En la línea 1862
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Apenas había durado unos segundos la terrible escena. El tiburón se revolvió y se disponía a cortar al indio en dos, cuando sentí al capitán Nemo erguirse a mi lado y avanzar directamente hacia el monstruo, puñal en mano, dispuesto a luchar cuerpo a cuerpo con él. En el momento en que iba a despedazar al desgraciado pescador, el escualo advirtió la presencia de su adversario y se dirigió derecho hacia él. ...

En la línea 2050
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Repescado el arpón, la canoa se lanzó a la persecución del cetáceo, que emergía de vez en cuando para respirar. Su herida no había debido debilitarle, pues se desplazaba con una extremada rapidez. El bote, impulsado por brazos vigorosos, corría tras él. Varias veces consiguió acercarse a unas cuantas brazas y entonces el canadiense intentaba golpearle, pero el dugongo se sumergía frustrando las intenciones del arponero, cuya natural impaciencia se sobreexcitaba con la ira. Ned Land obsequiaba al desgraciado animal con las más enérgicas palabrotas de la lengua inglesa. Por mi parte, únicamente sentía un cierto despecho cada vez que veía cómo el dugongo burlaba todas nuestras maniobras. ...

En la línea 2630
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El desgraciado cetáceo, tumbado sobre su flanco, con el vientre agujereado por las mordeduras, estaba muerto. Del extremo de su aleta mutilada pendía aún un pequeño ballenato al que tampoco había podido salvar. Su boca abierta dejaba correr el agua, que murmuraba como la resaca a través de sus barbas. ...

En la línea 178
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Por eso nos sirvió nuestras rebanadas de pan como si fuésemos dos mil hombres de tropa en una marcha forzada, en vez de un hombre y un chiquillo en la casa; y tomamos algunos tragos de leche y de agua, aunque con muy mala cara, de un jarrito que había en el aparador. Mientras tanto, la señora Joe puso cortinas limpias y blancas, clavó un volante de flores en la chimenea para reemplazar el viejo y quitó las fundas de todos los objetos de la sala, que jamás estaban descubiertos a excepción de aquel día, pues se pasaban el año ocultos en sus forros, los cuales no se limitaban a las sillas, sino que se extendían a los demás objetos, que solían estar cubiertos de papel de plata, incluso los cuatro perritos de lanas blancos que había sobre la chimenea, todos con la nariz negra y una cesta de flores en la boca, formando parejas. La señora Joe era un ama de casa muy limpia, pero tenía el arte exquisito de hacer su limpieza más desagradable y más incómoda que la misma suciedad. La limpieza es lo que está más cerca de la divinidad, y mucha gente hace lo mismo con respecto a su religión. Como mi hermana tenia mucho trabajo, se hacía representar para ir a la iglesia, es decir, que en su lugar íbamos Joe y yo. En su traje de trabajo, Joe tenía completo aspecto de herrero, pero en el traje del día de fiesta parecía más bien un espantajo en traje de ceremonias. Nada de lo que entonces llevaba le caía bien o parecía pertenecerle, y todo le rozaba y le molestaba en gran manera. En aquel día de fiesta salió de su habitación cuando ya repicaban alegremente las campanas, pero su aspecto era el de un desgraciado penitente en traje dominguero. En cuanto a mí, creo que mi hermana tenía la idea general de que yo era un joven criminal, a quien un policía comadrón cogió el día de mi nacimiento para entregarme a ella, a fin de que me castigasen de acuerdo con la ultrajada majestad de la ley. Siempre me trataron como si yo hubiese porfiado para nacer a pesar de los dictados de la razón, de la religión y de la moralidad y contra los argumentos que me hubieran presentado, para disuadirme, mis mejores amigos. E, incluso, cuando me llevaron al sastre para que me hiciese un traje nuevo, sin duda recibió orden de hacerlo de acuerdo con el modelo de algún reformatorio y, desde luego, de manera que no me permitiese el libre uso de mis miembros. ...

En la línea 189
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... En aquella buena compañía, aunque yo no hubiese robado la despensa, me habría encontrado en una posición falsa, y no porque me viese oprimido por un ángulo agudo de la mesa, que se me clavaba en el pecho, y el codo del tío Pumblechook en mi ojo, ni porque se me prohibiera hablar, cosa que no deseaba, así como tampoco porque se me obsequiara con las patas llenas de durezas de los pollos o con las partes menos apetitosas del cerdo, aquellas de las que el animal, cuando estaba vivo, no tenía razón alguna para envanecerse. No, no habría puesto yo el menor inconveniente en que me hubiesen dejado a solas. Pero no querían. Parecía como si creyesen perder una ocasión agradable si dejaban de hablar de mí de vez en cuando, señalándome también algunas veces. Y era tanto lo que me conmovían aquellas alusiones, que me sentía tan desgraciado como un toro en la plaza. ...

En la línea 223
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Mi hermana salió en busca de la botella de piedra, volvió con ella y sirvió una copa de aguardiente, pues nadie más quiso beber licor. El desgraciado, bromeando con la copita, la tomó, la miró al trasluz y la volvió a dejar sobre la mesa, prolongando mi ansiedad. Mientras tanto, la señora Joe y su marido desocupaban activamente la mesa para servir el pastel y el pudding. ...

En la línea 224
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Yo no podía apartar la mirada del tío Pumblechook. Siempre agarrado con las manos y los pies a la pata de la mesa, vi que el desgraciado tomaba, jugando, la copita, sonreía, echaba la cabeza hacia atrás y se bebía el aguardiente. En aquel momento, todos los invitados se quedaron consternados al observar que el tío Plumblechook se ponía en pie de un salto, daba varias vueltas tosiendo y bailando al mismo tiempo y echaba a correr hacia la puerta; entonces fue visible a través de la ventana, saltando violentamente, expectorando y haciendo horribles muecas, como si estuviera loco. ...

En la línea 2402
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Ahí tenemos otra prueba! ‑exclamó al punto Rasumikhine‑. ¿No es cierto que te condujiste como un loco en casa de ese desgraciado? Entregaste todo el dinero a la viuda para el entierro. Bien que la socorrieras, que le dieses quince, hasta veinte rublos, con lo que te habrían quedado cinco para ti; pero no todo lo que tenías… ...

En la línea 3152
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Ella le miraba sin comprenderle. Ella sólo veía en él una cosa: que era infinitamente desgraciado. ...

En la línea 3520
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Viendo la triste situación de esa mujer, que ha de atender a niños de corta edad, yo desearía, como ya le he dicho, serle útil en la medida de mis medios… Compréndame, en la medida de mis medios y nada más. Por ejemplo, se podría organizar una suscripción, o una rifa, o algo análogo, como suelen hacer en estos casos los parientes o las personas extrañas que desean acudir en ayuda de algún desgraciado. Esto es lo que quería decir. La cosa me parece posible. ...

En la línea 3805
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡No hay en el mundo ningún hombre tan desgraciado como tú! ...

En la línea 974
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... El desgraciado Potapytch me contó todo esto la misma noche, llorando sin consuelo y renegando de que aquellos canallas se hubiesen llenado los bolsillos. Les había visto maniobrar y robar descaradamente. ...

En la línea 1030
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Y ahora vete tú también, Alexei Ivanovitch. Me queda un poco más de una hora. Quiero acostarme, pues los huesos me duelen. Ahora ya no acusaré más a los jóvenes de ligereza. Hasta me causa escrúpulos acusar a ese desgraciado general. Sin embargo no le daré dinero, tanto si quiere como si no quiere, porque según mi opinión es un solemne estúpido. Pero yo, vieja y tonta, no estoy tampoco razonable. Bien es verdad que, aunque tarde, Dios castiga la presunción. ¡Que lo pases bien! ¡Marta, ayúdame! ...

En la línea 1399
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Eso es un disparate, eso es absurdo… es… Sepa —exclamó Mr. Astley, con voz temblorosa y los ojos centelleantes—, sepa usted, hombre ingrato e indigno, desgraciado y mezquino, que he venido a Homburg a petición expresa de ella, a fin de verle, hablarle seriamente, y llevarle luego, a mi vuelta, todas las ideas, las palabras, los recuerdos de usted. ...

En la línea 296
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Se constituyó en tribunal. Principió por juzgarse a sí mismo. Reconoció que no era un inocente castigado injustamente. Confesó que había cometido una acción mala, culpable; que quizá no le habrían negado el pan si lo hubiese pedido; que en todo caso hubiera sido mejor esperar para conseguirlo de la piedad o del trabajo; que no es una razón el decir: ¿se puede esperar cuando se padece hambre? Que es muy raro el caso que un hombre muera literalmente de hambre; que debió haber tenido paciencia; que eso hubiera sido mejor para sus pobres niños; que había sido un acto de locura en él, desgraciado criminal, coger violentamente a la sociedad entera por el cuello, y figurarse que se puede salir de la miseria por medio del robo; que es siempre una mala puerta para salir de la miseria la que da entrada a la infamia; y, en fin, que había obrado mal. ...

En la línea 1037
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... - ¡Pero no! -gritó-. Hasta ahora sólo he pensado en mí, si me conviene callarme o denunciarme, ocultar mi persona o salvar mi alma. Pero es puro egoísmo. Aquí hay un pueblo, fábricas, obreros, ancianos, niños desvalidos. Yo lo he creado todo, le he dado vida; donde hay una chimenea que humea yo he puesto la leña. Si desaparezco todo muere. ¿Y esa mujer que ha padecido tanto? Si yo no estoy, ¿qué pasará? Ella morirá y la niña sabe Dios qué será de ella. ¿Y si no me presento? ¿Qué sucederá si no me presento? Ese hombre irá a presidio, pero ¡qué diablos!, es un ladrón, ¿no? No puedo hacerme la ilusión de que no ha robado: ha robado. Si me quedo aquí, en diez años ganaré diez millones; los reparto en el pueblo, yo no tengo nada mío, no trabajo para mí. Esa pobre mujer educa a su hija, y hay todo un pueblo rico y honrado. ¡Estaba loco cuando pensé en denunciarme! Debo meditarlo bien y no precipitarme. ¿Qué escrúpulos son estos que salvan a un culpable y sacrifican inocentes; que salvan a un viejo vagabundo a quien sólo le quedan unos pocos años de vida y que no será más desgraciado en el presidio que en su casa, y sacrifican a toda una población? ¡Esa pobre Cosette que no tiene más que a mí en el mundo, y que estará en este momento tiritando de frío en el tugurio de los Thenardier! Ahora sí que estoy en la verdad; tengo la solución. Debía decidirme, y ya me he decidido. Esperemos. No retrocedamos, porque es mejor para el interés general. Soy Magdalena, seguiré siendo Magdalena. ...

En la línea 120
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -A gato viejo rata tierna. No se pierde el don almibarado y pulido. ¿Pero no ve, desgraciado, no ve que el merengue ese puede ser padre de Lucía? ¡Sabe Dios las liebres que en su vida habrá corrido! Santísima Virgen ¡qué de historias llevará escondiditas en los bolsillos del levitín! ...

En la línea 128
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -¡Pues eso es lo primero, desgraciado! ¡Ay, que con los años se nos va reblandeciendo la mollera! ¿A qué aguarda? ...

En la línea 372
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -¡Oiga! ¿A eso llama usted desgracia? Pues muy desgraciado está usted siendo desde esta mañana, porque me hizo usted cien favores ya. ...

En la línea 1068
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Fix no dejaba de tener su miedo, porque la casualidad hubiera podido guiar hasta aquel paraje al desgraciado muchacho a quien había tratado tan indignamente, y entonces hubiera habido una explicación desventajosa para el agente. ...

En la línea 1869
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... ¡Phileas Fogg estaba libre! Se fue hacia el 'detective', lo miró de hito en hito, y ejecutando el único movimiento rápido que en toda su vida había hecho, echó sus brazos atrás, y luego, con la precisión de un autómata, golpeó con sus dos puños al desgraciado inspector. ...

En la línea 1992
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Phileas Fogg había ganado, pues, las veinte mil libras; pero, como había gastado en el camino unas diez y nueve mil, el resultado pecuniario no era gran cosa. Sin embargo, como se ha dicho, el excéntrico gentleman no había buscado en esta apuesta más que la lucha y no la fortuna. Y aun distribuyó las mil libras que le sobraban entre Picaporte y el desgraciado Fix, contra quien era incapaz de conservar rencor. Sólo que, para formalidad, descontó a su criado el precio de las mil novecientas horas de gas gastado por su culpa. ...


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Errores Ortográficos típicos con la palabra Desgraciado

Cómo se escribe desgraciado o desgrraciado?
Cómo se escribe desgraciado o dezgraciado?
Cómo se escribe desgraciado o desgraziado?
Cómo se escribe desgraciado o desjraciado?

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