La palabra Quemaba ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece quemaba.
Estadisticas de la palabra quemaba
La palabra quemaba no es muy usada pues no es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE
Errores Ortográficos típicos con la palabra Quemaba
Cómo se escribe quemaba o quemava?

la Ortografía es divertida

El Español es una gran familia
Algunas Frases de libros en las que aparece quemaba
La palabra quemaba puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 6527
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Y la ardiente presión hizo temblar a D'Artagnan como si por el tac to aquella fiebre que quemaba a Milady lo ganase a él. ...
En la línea 9332
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Yo estaba rota de fatiga; el insomnio quemaba mis ojos; no me había atrevido a dormir ni un solo instante: el día me tranquilizó, fui a echarme sobre mi cama sin abandonar el cuchillo libe rador que oculté bajo mi almohada. ...
En la línea 9591
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Al quedar sola, se levantó; aquella cama, en la que estaba por prudencia y para que se la creyese gravemente enferma, le quemaba co mo un brasero ardiente. ...
En la línea 1556
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Ardía en la cocina una buena fogata, en la que se quemaba un tronco de olivo casi entero. ...
En la línea 7914
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Aunque la curiosidad le quemaba las entrañas, aguantaba la comezón y se contentaba con sus conjeturas: lo principal, lo primero no era querer saber a la fuerza más de lo que ella espontáneamente quería decir; lo principal, lo primero era mostrarse discreto, desapasionado, superior a los defectos vulgares de la humanidad. ...
En la línea 9553
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La voz del sacerdote vibraba, su aliento quemaba, y Ana creyó oír sollozos comprimidos. ...
En la línea 16143
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Pero aquella sotana le quemaba el cuerpo. ...
En la línea 2494
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Aunque andaba muy aprisa, tardaba mucho tiempo en llegar al altar, porque la capilla, que era tan chica, se había vuelto muy grande. Lo menos había media legua desde la puerta al altar… Y mientras más andaba, más lejos, más lejos… Llegó por fin y subió los dos, tres, cuatro escalones, y le causaba tanta extrañeza verse en aquel sitio mirando de cerca la mesa aquella cubierta con finísimo y albo lienzo, que un rato estuvo sin poder dar el último paso. Le entró una risa convulsiva cuando puso su mano sobre el ara sagrada… «¿Quién me había de decir?… ¡oh, mi re—Dios de mi alma que yo… ji ji ji!… ». Apartó el Crucifijo que está delante de la puerta del sagrario, alargó luego el brazo; pero como no alcanzaba, alargábalo más y más, hasta que llegó a dolerle mucho de tantos estirones… Por fin, gracias a Dios, pudo abrir la puerta que sólo tocan las manos ungidas del sacerdote. Levantando la cortinilla, buscó un momento en el misterioso, santo y venerado hueco… ¡Oh!, no había nada. Busca por aquí, busca por allí y nada… Acordose de que no era aquel el sitio donde está la custodia, sino otro más alto. Subió al altar, puso los pies en el ara santa… Busca por aquí, por allí… ¡Ah!, por fin tropezaron sus dedos con el metálico pie de la custodia. Pero qué frío estaba, tan frío que quemaba. El contacto del metal llevó por todo lo largo del espinazo de Mauricia una corriente glacial… Vaciló. ¿Lo cogería, sí o no? Sí, sí mil veces; aunque muriera, era preciso cumplir. Con exquisito cuidado, más con gran decisión, empuñó la custodia bajando con ella por una escalera que antes no estaba allí. Orgullo y alegría inundaron el alma de la atrevida mujer al mirar en su propia mano la representación visible de Dios… ¡Cómo brillaban los rayos de oro que circundan el viril, y qué misteriosa y plácida majestad la de la hostia purísima, guardada tras el cristal, blanca, divina y con todo el aquel de persona, sin ser más que una sustancia de delicado pan! ...
Más información sobre la palabra Quemaba en internet
Quemaba en la RAE.
Quemaba en Word Reference.
Quemaba en la wikipedia.
Sinonimos de Quemaba.
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