La palabra Puedes ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Niebla de Miguel De Unamuno
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece puedes.
Estadisticas de la palabra puedes
Puedes es una de las palabras más utilizadas del castellano ya que se encuentra en el Top 5000, en el puesto 2061 según la RAE.
Puedes tienen una frecuencia media de 47.01 veces en cada libro en castellano
Esta clasificación se basa en la frecuencia de aparición de la puedes en 150 obras del castellano contandose 7146 apariciones en total.
Errores Ortográficos típicos con la palabra Puedes
Cómo se escribe puedes o puedez?
Algunas Frases de libros en las que aparece puedes
La palabra puedes puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1203
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y Salvatierra, como si olvidase la presencia del gitano y hablara para él mismo, recordó su arrogante salida del presidio, desafiando de nuevo las persecuciones, y su reciente viaje a Cádiz para ver un rincón de tierra, junto a una tapia, entre cruces y lápidas de mármol. ¿Y era aquello todo lo que quedaba del ser que había llenado su pensamiento? ¿Sólo restaba de mamá, de la viejecita bondadosa y dulce como las santas mujeres de las religiones, aquel cuadro de tierra fresca y removida y las margaritas silvestres que nacían en sus bordes? ¿Se había perdido para siempre la llama dulce de sus ojos, el eco de su voz acariciadora, rajada por la vejez, que llamaba con ceceos infantiles a Fernando, a su «querido Fernando»? --_Alcaparrón_, tú no puedes entenderme--continuó Salvatierra con voz temblorosa.--Tal vez es una fortuna para ti esa alma simple que te permite en los dolores y en las alegrías ser ligero y mudable como un pájaro. Pero óyeme, aunque no me entiendas. Yo no reniego de lo que he aprendido: yo no dudo de lo que sé. Mentira es la otra vida, ilusión orgullosa del egoísmo humano; mentira también los cielos de las religiones. Hablan éstas a las gentes en nombre de un espiritualismo poético, y su vida eterna, su resurrección de los cuerpos, sus placeres y castigos de ultra-tumba, son de un materialismo que da náuseas. No existe para nosotros otra vida que la presente; pero ¡ay! ante la sábana de tierra que cubre a mamá, sentí por primera vez flaquear mis convicciones. Acabamos al morir; pero algo resta de nosotros junto a los que nos suceden en la tierra; algo que no es sólo el átomo que nutre nuevas vidas; algo impalpable e indefinido, sello personal de nuestra existencia. Somos como los peces en el mar; ¿me entiendes, _Alcaparrón_? Los peces viven en la misma agua en que se disolvieron sus abuelos y en la que laten los gérmenes de sus sucesores. Nuestra agua es el ambiente en que existimos: el espacio y la tierra: vivimos rodeados de los que fueron y de los que serán. Y yo, _Alcaparrón_ amigo, cuando siento ganas de llorar recordando la nada de aquél montón de tierra, la triste insignificancia de las florecillas que lo rodean, pienso en que no está allí mamá completamente, que algo se ha escapado, que circula al través de la vida, que me tropieza atraído por una simpatía misteriosa, y me acompaña envolviéndome en una caricia tan suave como un beso... ...
En la línea 1215
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Tal vez esta creencia equivale a una cobardía: tú no puedes comprenderme, _Alcaparrón_. Pero, ¡ay! ¡la Muerte! ¡la incógnita, que nos espía y nos sigue, burlándose de nuestras soberbias y nuestras satisfacciones!... Yo la desprecio, me río de ella, la espero sin miedo para descansar de una vez: y como yo, muchísimos. Pero los hombres amamos, y el amor nos hace temblar por los que nos rodean: troncha nuestras energías, nos hace caer de bruces, cobardes y trémulos ante esa bruja, inventando mil mentiras, para consolarnos de sus crímenes. ¡Ay, si no amásemos!... ¡qué animal tan valeroso y temerario sería el hombre! El carro, en su marcha traqueteante, había dejado atrás al gitano y a Salvatierra, que se detenían para hablar. Ya no le veían. Les servía de guía su lejano chirrido y el plañir de la familia, que marchaba a la zaga, acometiendo de nuevo la canturía de su dolor. ...
En la línea 1597
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Tú, que tanto admiras a Salvatierra, el amigote de tu padre, puedes felicitarte de que no se encuentre en Jerez. Porque si estuviera, esta sería su última hazaña... Pero vamos a ver, Ferminillo, ¿qué te trae por aquí?... ...
En la línea 7728
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Richelieu»-Y ahora -dijo Athos recobrando su capa y volviendo a ponerse el sombrero en la cabeza-, ahora que lo he amancado los dientes, ví bora, muerde si puedes. ...
En la línea 8420
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Luego, llamando a Planchet:-Ahora, muchacho, puedes reclamar tus setecientas libras, mas no arriesgabas gran cosa con un billete como éste. ...
En la línea 1153
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Tengo en la cuadra un _gras_, el mismo que compré en Olivenza, como te dije en otra ocasión; es bueno y ligero, y me costó, a mí que soy gitano, cincuenta _chulé_; tú puedes ir en el _gras_; yo montaré en el _macho_. ...
En la línea 1158
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Volviendo a lo de antes: eres libre de rechazar mi ofrecimiento; hay un _drungruje_ de aquí a _Madrilati_, y puedes viajar en el _birdoche_ o con los _dromalis_; pero te advierto, como hermano, que hay _chories_ en el _drun_, y algunos de ellos son del _Errate_. ...
En la línea 1317
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Lo mejor que puedes hacer es tomarla por _romí_, mi _caloró_ de Londres. ...
En la línea 1330
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... En la tierra de los _Corahai_ puedes _hokkawar_ y _chore_ tanto como aquí o en tu tierra, o no eres _Caloró_. ...
En la línea 239
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y desta manera deshizo el agravio el valeroso don Quijote; el cual, contentísimo de lo sucedido, pareciéndole que había dado felicísimo y alto principio a sus caballerías, con gran satisfación de sí mismo iba caminando hacia su aldea, diciendo a media voz: -Bien te puedes llamar dichosa sobre cuantas hoy viven en la tierra, ¡oh sobre las bellas bella Dulcinea del Toboso!, pues te cupo en suerte tener sujeto y rendido a toda tu voluntad e talante a un tan valiente y tan nombrado caballero como lo es y será don Quijote de la Mancha, el cual, como todo el mundo sabe, ayer rescibió la orden de caballería, y hoy ha desfecho el mayor tuerto y agravio que formó la sinrazón y cometió la crueldad: hoy quitó el látigo de la mano a aquel despiadado enemigo que tan sin ocasión vapulaba a aquel delicado infante. ...
En la línea 445
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Mas advierte que, aunque me veas en los mayores peligros del mundo, no has de poner mano a tu espada para defenderme, si ya no vieres que los que me ofenden es canalla y gente baja, que en tal caso bien puedes ayudarme; pero si fueren caballeros, en ninguna manera te es lícito ni concedido por las leyes de caballería que me ayudes, hasta que seas armado caballero. ...
En la línea 822
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Dígolo porque bien me puedes ayudar a tomar la debida venganza del agravio que delante de nuestros ojos se le ha hecho a Rocinante. ...
En la línea 960
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Levántate, Sancho, si puedes, y llama al alcaide desta fortaleza, y procura que se me dé un poco de aceite, vino, sal y romero para hacer el salutífero bálsamo; que en verdad que creo que lo he bien menester ahora, porque se me va mucha sangre de la herida que esta fantasma me ha dado. ...
En la línea 3682
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Pero no te fíes; puedes marcharte con una tajada y dejar el pez en el agua. ...
En la línea 6233
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Visita se acercó a la ventana para decirle al oído: —Hijita, si quieres, puedes confesar ahora porque ahí tienes al padre espiritual. ...
En la línea 8485
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —¿Usted tiene enemigos? —¡Oh, amiga mía! cuenta las estrellas si puedes —y señaló al cielo —el número de mis enemigos es infinito como las estrellas. ...
En la línea 8755
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —Cierra ya, hija mía, puedes cerrar. ...
En la línea 469
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —Márchate, si ése es tu capricho. Parte lejos y que se cumpla tu suerte. Eres libre. Me convenzo de que no mereces la vida que has llevado aquí. Tus gustos son ordinarios, como los de todos los seres que necesitan combatir para abrirse paso, conquistando el dinero o el renombre. Amas la vida ruda del luchador. Para ti es un tormento la feliz pereza de los que nacieron únicamente para gozar. No puedes amoldarte a la inactividad de los que ya tenemos nuestro puesto seguro en la vida por el trabajo de otros. Vuelve a la existencia que llevabas en Madrid y que tú me has contado muchas veces, de labores improductivas, de pequeñas luchas, de envidias, de tempestades en un vaso de agua, con la ambición de que tu nombre figure impreso en papeles. Ve a reunirte con tu tío el canónigo, para hablar de historias viejas que a. nadie Interesan. Puedes también ir a ¡loma, al lado de don Arístides y de su hija, esa pobre tontita de Estela, a la que sin duda amas. ¡Dios mío! ¿Cómo no he visto antes todo esto?… Cásate con ella: es la mujer que te conviene; y tened muchos hijos, allá en una casa de Madrid, dentro de un piso como una jaula… ¿Por qué no me dices valientemente la verdad?… ¡Cobarde!… ¡Cobarde!… ...
En la línea 478
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —¿Qué te importa que las personas de la Costa Azul o de París que forman nuestro mundo conozcan tu valor intelectual o te consideren simplemente un hombre chic? ¿Qué vale su opinión?… Así es mejor, puedes dejar que se deslice tu existencia, sin Inquietudes ni rivalidades. ...
En la línea 268
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Y no paraba aquí la observadora. En aquella excursión por el campo instructivo de la industria, su generoso corazón se desbordaba en sentimientos filantrópicos, y su claro juicio sabía mirar cara a cara los problemas sociales. «No puedes figurarte—decía a su marido, al salir de un taller—, cuánta lástima me dan esas infelices muchachas que están aquí ganando un triste jornal, con el cual no sacan ni para vestirse. No tienen educación, son como máquinas, y se vuelven tan tontas… más que tontería debe de ser aburrimiento… se vuelven tan tontas digo, que en cuanto se les presenta un pillo cualquiera se dejan seducir… Y no es maldad; es que llega un momento en que dicen: 'Vale más ser mujer mala que máquina buena'». ...
En la línea 341
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Me alegro—dijo el Delfín, cuando su mujer le conducía por las escaleras arriba—; me alegro de que me hubieras sacado de allí, porque no puedes figurarte lo que me iba cargando el tal inglés, con sus dientes blancos y apretados, con su amabilidad y su zapatito bajo… Si sigo un minuto más, le pego un par de trompadas… Ya se me subía la sangre a la cabeza… ». ...
En la línea 364
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Seamos francos; la verdad ante todo… me idolatraba. Creía que yo no era como los demás, que era la caballerosidad, la hidalguía, la decencia, la nobleza en persona, el acabose de los hombres… ¡Nobleza, qué sarcasmo! Nobleza en la mentira; digo que no puede ser… y que no, y que no. ¡Decencia porque se lleva una ropa que llaman levita!… ¡Qué humanidad tan farsante! El pobre siempre debajo; el rico hace lo que le da la gana. Yo soy rico… di que soy inconstante… La ilusión de lo pintoresco se iba pasando. La grosería con gracia seduce algún tiempo, después marca… Cada día me pesaba más la carga que me había echado encima. El picor del ajo me repugnaba. Deseé, puedes creerlo, que la Pitusa fuera mala para darle una puntera… Pero, quia… ni por esas… ¿Mala ella? a buena parte… Si le mando echarse al fuego por mí, ¡al fuego de cabeza! Todos los días jarana en la casa. Hoy acababa en bien, mañana no… Cantos, guitarreo… José Izquierdo, a quien llaman Platón porque comía en un plato como un barreño, arrojaba chinitas al picador… Villalonga y yo les echábamos a pelear o les reconciliábamos cuando nos convenía… La Pitusa temblaba de verlos alegres y de verlos enfurruñados… ¿Sabes lo que se me ocurría? No volver a aportar más por aquella maldita casa… Por fin resolvimos Villalonga y yo largamos con viento fresco y no volver más. Una noche se armó tal gresca, que hasta las navajas salieron, y por poco nadamos todos en un lago de sangre… Me parece que oigo aquellas finuras: «¡indecente, cabrón, najabao, randa, murcia… ! No era posible semejante vida. Di que no. El hastío era ya irresistible. La misma Pitusa me era odiosa, como las palabras inmundas… Un día dije vuelvo, y no volví más… Lo que decía Villalonga: cortar por lo sano… Yo tenía algo en mi conciencia, un hilito que me tiraba hacia allá… Lo corté… Fortunata me persiguió; tuve que jugar al escondite. Ella por aquí, yo por allá… Yo me escurría como una anguila. No me cogía, no. El último a quien vi fue Izquierdo; le encontré un día subiendo la escalera de mi casa. Me amenazó; díjome que la Pitusa estaba cambrí de cinco meses… ¡Cambrí de cinco meses… ! Alcé los hombros… Dos palabras él, dos palabras yo… alargué este brazo, y plaf… Izquierdo bajó de golpe un tramo entero… Otro estirón, y plaf… de un brinco el segundo tramo… y con la cabeza para abajo… ...
En la línea 374
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Tú lo has dicho… —Es que no sé… En mi vida, puedes creerlo, he cogido una turca como la que cogí anoche. El maldito inglés tuvo la culpa y me la ha de pagar. ¡Dios mío, cómo me puse!… ¿Y qué dije, qué dije?… No hagas caso, vida mía, porque seguramente dije mil cosas que no son verdad. ¡Qué bochorno! ¿Estás enfadada? No, si no hay para qué… ...
En la línea 361
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Puede que pronto cambies de opinión, y si quieres salvar tu cuello, sólo huyendo, puedes salvarte. En este momento el hombre está entregando el espíritu. ¡Es el cura, el padre Andrés! ...
En la línea 515
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¡Quítate de mi vista, idiota! ¡Tus sandeces me vuelven loco! ¡Espera! ¿Adónde vas? ¿No puedes aguardar un instante? ¿Se fueron hacia Southwark? ...
En la línea 648
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¡Oh, mi señor y rey! Si puedes apiadarte de los perdidos, ten piedad de mí. Soy inocente. Lo que me imputan no se ha probado ni mucho menos. Pero no hablo de eso. Se ha dictado contra mí una sentencia, y no puede ser alterada; mas en mi desesperación te suplico una gracia, porque mi destino es peor de lo que puede imaginarse. ¡Una gracia, una gracia, oh, mi señor y rey! ¡Que tu regia compasión acceda a mi ruego! ¡Da orden de que me ahorquen! ...
En la línea 673
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Si puedes alegar algo en tu favor, habla. ...
En la línea 854
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –¡Natural! Y si no acudo a tiempo y entramos en razón me las lío al otro mundo. Pero curé de aquello en ambos sentidos, volví a mi mujer y nos calmamos y resignamos. Y poco a poco volvió a reinar en casa no ya la paz, sino hasta la dicha. Al principio de esta nueva vida, a los cuatro o cinco años de casados, lamentábamos alguna que otra vez nuestra soledad, pero muy pronto no sólo nos consolamos, sino que nos habituamos. Y acabamos no sólo por no echar de menos a los hijos, sino hasta por compadecer a los que los tienen. Nos habituamos uno a otro, nos hicimos el uno costumbre del otro. Tú no puedes entender esto… ...
En la línea 1290
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Sí, Augusto, es la fatalidad la que nos ha traído a esto. Ni… ni tú ni yo podemos ser infieles, desleales a nosotros mismos; ni tú puedes aparecer queriéndome comprar como yo en un momento de ofuscación te dije, ni yo puedo aparecer haciendo de ti un sustituto, un vice, un plato de segunda mesa, como a mi tía le dijiste, y queriendo no más que premiar tu generosidad… ...
En la línea 1752
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Pues mira, Augusto, yo no quiero timos en mi casa luego que nos casemos, ¿sabes? Ni timos ni perros. Conque ya puedes ir pensando lo que has de hacer de Orfeo… ...
En la línea 1876
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... P.S. No viene con nosotros Rosario. Te queda ahí y puedes con ella consolarte.» ...
En la línea 1509
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Calla, Yáñez! —dijo Sandokán con voz sorda—. Tú no puedes saber qué les reserva el destino a los tigres de Mompracem. ...
En la línea 1672
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Instala aquí tu domicilio y no lo abandones por ningún motivo sin que nosotros te lo ordenemos. El río está a cuatrocientos metros, por lo tanto te puedes comunicar con facilidad con el parao. A igual distancia hacia el Este estará otro de tus compañeros. Cualquiera orden que te transmitan del parao se la comunicas a tu compañero más próximo. ¿Has entendido? ...
En la línea 2285
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¿No sabes que me llevan a Labuán para matarme? Pero tú puedes salvarme, si me ayudas. ...
En la línea 2287
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Sí, si Dios me protege! Escúchame —dijo bajando la voz y llevándola lo más lejos posible—. Pienso fugarme, pero tú no puedes venir conmigo ahora. Es preciso que me ayudes a escapar, pero te juro que no estarás mucho tiempo entre tus compatriotas, aunque tenga que levantar un ejército y dirigirlo contra Labuán. Sacó del pecho una minúscula cajita, la abrió y mostró a Mariana algunas píldoras que exhalaban un olor penetrante. ...
En la línea 518
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Llama a Estella - repitió, dirigiéndome una mirada centelleante -. Eso bien puedes hacerlo. Llama a Estella. A la puerta. ...
En la línea 654
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Pues créeme que lo siento mucho, Pip. Podemos hablarnos con franqueza, sin el temor de que tu hermana se irrite. Y lo mejor será que no nos acordemos de eso, como si no hubiese sido intencionado. Y ahora mira, Pip. Yo, que soy buen amigo tuyo, voy a decirte una cosa. Si por el camino recto no puedes llegar a ser una persona extraordinaria, jamás lo conseguirás yendo por los caminos torcidos. Ahora no les cuentes más mentiras y procura vivir y morir feliz. ...
En la línea 1031
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Desde luego, puedes hacerlo — contestó mi amigo, — y tal vez ella lo crea, aunque también puede no creerlo. ...
En la línea 1042
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Esto es verdad, Pip. Y como no puedes presentarle como regalo una colección de herraduras, en vista de que ella no podría utilizarlas. ...
En la línea 230
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Ya te he dicho que Piotr Petrovitch se trasladará muy pronto a Petersburgo, adonde le llaman intereses importantísimos, pues quiere establecerse allí como abogado. Hace ya mucho tiempo que ejerce y acaba de ganar una causa importante. Si ha de trasladarse inmediatamente a Petersburgo es porque ha de seguir atendiendo en el senado a cierto trascendental asunto. Por todo esto, querido Rodia, este señor será para ti sumamente útil, y Dunia y yo hemos pensado que puedes comenzar en seguida tu carrera y considerar tu porvenir asegurado. ¡Oh, si esto llegara a realizarse! Sería una felicidad tan grande, que sólo la podríamos atribuir a un favor especial de la Providencia. Dunia sólo piensa en esto. Ya hemos insinuado algo a Piotr Petrovitch. Él, mostrando una prudente reserva, ha dicho que, no pudiendo estar sin secretario, preferiría, naturalmente, confiar este empleo a un pariente que a un extraño, siempre y cuando aquél fuera capaz de desempeñarlo. (¿Cómo no has de ser capaz de desempeñarlo tú?) Sin embargo, manifestó al mismo tiempo el temor de que, debido a tus estudios, no dispusieras del tiempo necesario para trabajar en su bufete. Así quedó la cosa por el momento, pero Dunia sólo piensa en este asunto. Vive desde hace algunos días en un estado febril y ha forjado ya sus planes para el futuro. Te ve trabajando con Piotr Petrovitch e incluso llegando a ser su socio, y eso sin dejar tus estudios de Derecho. Yo estoy de acuerdo en todo con ella, Rodia, y comparto sus proyectos y sus esperanzas, pues la cosa me parece perfectamente realizable, a pesar de las evasivas de Piotr Petrovitch, muy explicables, ya que él todavía no te conoce. ...
En la línea 231
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Dunia está segura de que conseguirá lo que se propone, gracias a su influencia sobre su futuro esposo, influencia que no le cabe duda de que llegará a tener. Nos hemos guardado mucho de dejar traslucir nuestras esperanzas ante Piotr Petrovitch, sobre todo la de que llegues a ser su socio algún día. Es un hombre práctico y no le habría parecido nada bien lo que habría juzgado como un vano ensueño. Tampoco le hemos dicho ni una palabra de nuestra firme esperanza de que te ayude materialmente cuando estés en la universidad, y ello por dos razones. La primera es que a él mismo se le ocurrirá hacerlo, y lo hará del modo más sencillo, sin frases altisonantes. Sólo faltaría que hiciera un feo sobre esta cuestión a Dunetchka, y más aún teniendo en cuenta que tú puedes llegar a ser su colaborador, su brazo derecho, por decirlo así, y recibir esta ayuda no como una limosna, sino como un anticipo por tu trabajo. Así es como Dunetchka desea que se desarrolle este asunto, y yo comparto enteramente su parecer. ...
En la línea 459
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Pues yo creo que si tú no te atreves a hacerlo, no puedes hablar de justicia… Ahora vamos a jugar otra partida. ...
En la línea 808
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑En fin, mi respetable Luisa Ivanovna ‑continuó el oficial‑, he aquí mi última palabra en lo que a ti concierne. Como se produzca un nuevo escándalo en tu digna casa, te haré enchiquerar, como soléis decir los de tu noble clase. ¿Has entendido… ? ¿De modo que el escritor, el literato, aceptó cinco rublos por su faldón en tu digna casa? ¡Bien por los escritores! ‑dirigió a Raskolnikof una mirada despectiva‑. Hace dos días, un señor literato comió en una taberna y pretendió no pagar. Dijo al tabernero que le compensaría hablando de él en su próxima sátira. Y también hace poco, en un barco de recreo, otro escritor insultó groseramente a la respetable familia, madre a hija, de un consejero de Estado. Y a otro lo echaron a puntapiés de una pastelería. Así son todos esos escritores, esos estudiantes, esos charlatanes… En fin, Luisa Ivanovna, ya puedes marcharte. Pero ten cuidado, porque no te perderé de vista. ¿Entiendes? ...
En la línea 1324
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —¡Oh, no, no! ¡No se atreverá! He tomado mis medidas, puedes estar tranquilo. Le he hecho firmar ya algunos pagarés a la orden de Alberto. A la más mínima que me hiciera, sería castigado. ¡Pero no se atreverá! ...
En la línea 1166
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Ignacio bajó la frente, abrumado por aquel grito de triunfo de la naturaleza vencedora. Pareciole que era Lucía la personificación de la gran madre calumniada, maldecida por él, que risueña, fecunda, próvida, indulgente, le presentaba la vida inextinguible encerrada en su seno, y le decía: «Tonto de pesimista, mira lo que puedes tú contra mí. Soy eterna.» ...
En la línea 1169
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Hablemos así, tranquilos… Pero, ¿por qué no quieres? Yo no te entiendo -dijo con renovada vehemencia-. ¿No era amor, no era amor lo que mostrabas en el camino y en Bayona? ¿No es amor venir aquí hoy… sola… por verme? ¡Oh! no puedes defenderte… Urdirás mil sofismas, idearás mil sutilezas, pero… ¡ello se ve! Mientes si lo niegas, ¿sabes? No creí que en tu inocencia cupiese el mentir. ...

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