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La palabra piadosa
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la palabra piadosa

La palabra Piadosa ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece piadosa.

Estadisticas de la palabra piadosa

Piadosa es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 22820 según la RAE.

Piadosa aparece de media 2.52 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la piadosa en las obras de referencia de la RAE contandose 383 apariciones .


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece piadosa

La palabra piadosa puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 732
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y cuando la piadosa señora se iba con los sabios, su hijo hablaba casi llorando de emoción, del santo solitario de Asís y de sus hijos los franciscanos, que podían dar a los impíos lecciones de verdadera democracia y eran los que iban a arreglar el día menos pensado la cuestión social. ...

En la línea 7760
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¿En un puerto de mar no tienen pes cado?-Dicen -replicó Aramis volviendo a su piadosa lectura-que el dique que ha hecho construir el señor cardenal lo echa a alta mar. ...

En la línea 6323
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -A vos y de vos la pido -replicó don Quijote-, porque ni yo soy de mármol ni vos de bronce, ni ahora son las diez del día, sino media noche, y aun un poco más, según imagino, y en una estancia más cerrada y secreta que lo debió de ser la cueva donde el traidor y atrevido Eneas gozó a la hermosa y piadosa Dido. ...

En la línea 4783
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Sagaz como ningún vetustense, clérigo o seglar, había sabido ir poco a poco atrayendo a su confesonario a los principales creyentes de la piadosa ciudad. ...

En la línea 4945
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¿Por qué recordaba ahora esta leyenda, piadosa y novelesca? ¿Qué tenía él que ver con un monje romántico y fanático, místico y apasionado, de la Edad-media. ...

En la línea 5319
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Para dar una satisfacción al mundo, a la opinión pública, desde los quince a los dieciocho o diecinueve, se representa la farsa piadosa de hacerles ver el siglo. ...

En la línea 8571
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Oh, sí, aquello era mejor; sin perjuicio de continuar en el templo la buena tarea comenzada, para dar a Dios lo que era de Dios, Ana aceptaba aquella amistad piadosa que se ofrecía a oír sus confidencias, a dar consejos, a consolarla en la aridez de alma que la atormentaba a menudo. ...

En la línea 1892
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —A Lucrecia ya le hicieron justicia. El protestante Gregorovius y otros historiadores han probado que esta dama, muerta a los treinta y nueve años, de mal parto, no fue nunca la mujer sensual ni la envenenadora Inventada por los enemigos de su familia, y que ciertos poetas de nuestra época ennegrecieron aún más, caprichosamente. Siendo princesa de Ferrara, ella, que en su juventud había figurado como la mujer más elegante de Europa, renunció a las vanidades mundanas se despojó de joyas y ornamentos, entregándose a la vida piadosa, fundando monasterios y hospitales sin abandonar por ello el cuidado de sus hijos ni los deberes representativos de una princesa reinante. Su muerte, ocurrida en mil quinientos decinueve, fue la de una buena madre, mostrándose serena, piadosa y cristiana hasta el último momento. Todavía en la antevíspera escribió doña Lucrecia de su propio puño al Pontífice León Décimo, con el que estaba en correspondencia frecuente. Por sus cartas sabemos que hacia diez años que llevaba bajo sus vestiduras majestuosas un áspero cilicio y dos años que se confesaba todos los días, comulgando semanalmente. ...

En la línea 1338
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Subiéronle, y que quieras que no, le despojaron de los pingajos que vestía y trajeron un gran barreño de agua. Jacinta mojaba sus dedos en ella diciendo con temor: «¿estará muy fría?, ¿estará muy caliente? ¡Pobre ángel, qué mal rato va a pasar!». Benigna no se andaba en tantos reparos, y ¡pataplum!, le zambulló dentro, sujetándole brazos y piernas. ¡Cristo! Los chillidos del Pituso se oían desde la Plaza Mayor. Enjabonáronle y restregáronle sin miramiento alguno, haciendo tanto caso de sus berridos como si fueran expresiones de alegría. Sólo Jacinta, más piadosa, agitaba el agua queriendo hacerle creer que aquello era muy divertido. Sacado al fin de aquel suplicio y bien envuelto en una sábana de baño, Jacinta le estrechó contra su seno diciéndole que ahora sí que estaba guapo. El calorcillo calmaba la irritación de sus chillidos, cambiándolos en sollozos, y la reacción, junto con la limpieza, le animó la cara, tiñéndosela de ese rosicler puro y celestial que tiene la infancia al salir del agua. Le frotaban para secarle y sus brazos torneados, su fina tez y hermosísimo cuerpo producían a cada instante exclamaciones de admiración. «¡Es un niño Jesús… es una divinidad este muñeco!». ...

En la línea 3597
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —No… ¡qué tontuna!—dijo Fortunata, aquella vez más piadosa que sincera. ...

En la línea 4849
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Pulqueria Alejandrovna bendijo de todo corazón el enlace de su hija con Rasumikhine, pero después de la boda aumentaron su tristeza y ensimismamiento. Para procurarle un rato agradable, Rasumikhine le explicó la generosa conducta de Rodia con el estudiante enfermo y su anciano padre, y también que había sufrido graves quemaduras por salvar a dos niños de un incendio. Estos dos relatos exaltaron en grado sumo el ya trastornado espíritu de Pulqueria Alejandrovna. Desde entonces no cesó de hablar de aquellos nobles actos. Incluso en la calle los refería a los transeúntes, en las tiendas, allí donde encontraba un auditor paciente empezaba a hablar de su hijo, del artículo que había publicado, de su piadosa conducta con el estudiante, del espíritu de sacrificio que había demostrado en un incendio, de las quemaduras que había recibido, etc. ...

En la línea 746
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... No era aburrimiento lo que tenía Miranda: era su mal del hígado, furiosamente exacerbado con el despecho de la ridícula aventura que cortó el viaje de novios. Sus sienes verdeaban, sus ojeras se teñían de matices amoratados, la bilis se infiltraba bajo la piel, y así como una casa nueva hace parecer más vetustas las que están a su lado, así la lozana juventud de Lucía acentuaba el deterioro del marido. Verificábase en Lucía la encantadora transición de niña a mujer; sus movimientos, más lentos y reposados, tenían mayor gracia; al paso que en él, la madurez se trocaba en vejez, más bien que por los años, por la ruina de la organización. Mostrábase Lucía con él tanto más afectuosa, cuanto más le veía roído por los achaques, y cuanto más notaba en su rostro las huellas del padecimiento cruel. No la arredraban ciertos despegos, ciertas durezas inexplicables de Miranda; servíale piadosa y filialmente, hablábale con dulzura, hacíale ella misma los remedios y le vendaba el pie lastimado, con la devoción con que vestiría a una santa imagen. Era feliz y hasta se conmovía, cuando él hallaba bien colocado el apósito. Al fin Miranda pudo andar sin riesgo. Las lujaciones duran poco, aunque en la edad de Miranda sean más tenaces. Diéronle de alta, y todos se dispusieron a tomar la ruta de Vichy. La estación adelantaba: estaban casi a mediados de Septiembre, y esperar más era exponerse a las persistentes lluvias de aquel clima. Por encargo de Miranda el ama del hotel escribió a la villa termal, encargando hospedaje. Con verbosidad enteramente francesa convenció a Miranda y a Perico de que debían alojarse en un chalet, por evitar a las damas la enojosa promiscuidad de la mesa redonda de hotel, y para que se encontrasen como en su propia casa. Repartido entre las dos familias, no sería exorbitante el coste y las ventajas muchas. Conviniéronse en ello, y Miranda hubo de pedir la cuenta del gasto hecho en el hotel, que le trajeron escrita en casi indescifrables garrapatos. Cuando logró entenderlos llamó al ama. ...

En la línea 1072
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Toda la retórica piadosa de Lucía se estrellaba ante la invencible y benéfica ilusión de la hora postrera. Acudió a Miranda y Perico demandando ayuda, y ambos se encogieron de hombros, declarándose de todo punto inexpertos y poco a propósito para asuntos tales. Justamente el día en que se le puso en la cabeza hablarles del asunto, tenían ellos concertada una cena con Zulma y compañeras no mártires en el más calentito y retirado gabinete de Brébant. ¡Brava sazón de pensar en semejantes cosas! No obstante, alguien hubo que sacó a Lucía del atolladero; y fue ni más ni menos que Sardiola, que conocía a un jesuita paisano suyo, el Padre Arrigoitia, y lo trajo en un santiamén. Era el Padre Arrigoitia alto como una caña, encorvado por la cintura, dulce como el jarabe y tan pegadizo e insinuante como brusco y desamorado su conterráneo el Padre Urtazu. Entró pretextando una visita de la tía de Pilar, volvió manifestando mucho interés por la salud corporal de la enferma, trajo tierra de la santa gruta de Manresa y pastillas pectorales de Belmet, todo junto y envuelto en muchos papelitos, y en suma, se dio tal maña y arte, que a la semana de conocerle y tratarle, Pilar espontáneamente pidió lo que tanto deseaban darle el jesuita y la enfermera. Al salir el Padre Arrigoitia del cuarto de la que bien podemos llamar moribunda, después de haber pronunciado las palabras de la absolución, sintió detrás de la puerta el ulular de un congojado pecho, y oyó una voz que decía: ...


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Más información sobre la palabra Piadosa en internet

Piadosa en la RAE.
Piadosa en Word Reference.
Piadosa en la wikipedia.
Sinonimos de Piadosa.

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