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La palabra barbas
Cómo se escribe

la palabra barbas

La palabra Barbas ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
El cuervo de Leopoldo Alias Clarín
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece barbas.

Estadisticas de la palabra barbas

Barbas es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 15005 según la RAE.

Barbas aparece de media 4.53 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la barbas en las obras de referencia de la RAE contandose 689 apariciones .


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece barbas

La palabra barbas puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 729
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Dupont era veleidoso y tornadizo como un amante en sus apasionamientos por las gentes de la Iglesia. Una temporada adoraba a los Padres de la Compañía y no encontraba misa buena ni sermón aceptable, si no era en su iglesia: pero de pronto se cansaba de la sotana, le seducía el hábito con capucha, según sus colores, y abría su caja y las puertas de su hotel a los Carmelitas, a los Franciscanos o a los Dominicos establecidos en Jerez. Siempre que iba a la viña se presentaba con un sacerdote de distinta clase, adivinando por esto el capataz cuáles eran sus favoritos del momento. Unas veces eran frailes con vestimenta blanca y negra, otras pardos o de color de castaña: hasta los había llevado de luengas barbas, que venían de lejanos países y apenas si chapurreaban el español. Y el señor, con sus entusiasmos de enamorado, ganoso de propalar los méritos de su pasión, le decía al capataz en amistosa confidencia: --Es un héroe de la fe: viene de convertir infieles y hasta creo que ha obrado milagros. Si no fuera por herir su modestia, le diría que se arremangase el hábito, para que te pasmases viendo las cicatrices de sus martirios... ...

En la línea 71
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... Parecía aquello un milagro: o las barbas le crecían a razón de milímetro por hora, o no se podía explicar cómo don Ángel, jamás barbudo, jamás tenía la cara limpia. ...

En la línea 467
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Los mozos, que no sabían de burlas, ni entendían aquello de despojos ni batallas, viendo que ya don Quijote estaba desviado de allí, hablando con las que en el coche venían, arremetieron con Sancho y dieron con él en el suelo; y, sin dejarle pelo en las barbas, le molieron a coces y le dejaron tendido en el suelo sin aliento ni sentido. ...

En la línea 937
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Alojaba acaso aquella noche en la venta un cuadrillero de los que llaman de la Santa Hermandad Vieja de Toledo, el cual, oyendo ansimesmo el estraño estruendo de la pelea, asió de su media vara y de la caja de lata de sus títulos, y entró ascuras en el aposento, diciendo: -¡Ténganse a la justicia! ¡Ténganse a la Santa Hermandad! Y el primero con quien topó fue con el apuñeado de don Quijote, que estaba en su derribado lecho, tendido boca arriba, sin sentido alguno, y, echándole a tiento mano a las barbas, no cesaba de decir: -¡Favor a la justicia! Pero, viendo que el que tenía asido no se bullía ni meneaba, se dio a entender que estaba muerto, y que los que allí dentro estaban eran sus matadores; y con esta sospecha reforzó la voz, diciendo: -¡Ciérrese la puerta de la venta! ¡Miren no se vaya nadie, que han muerto aquí a un hombre! Esta voz sobresaltó a todos, y cada cual dejó la pendencia en el grado que le tomó la voz. ...

En la línea 1028
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -¡Para mis barbas -dijo Sancho-, si no hace muy bien Pentapolín, y que le tengo de ayudar en cuanto pudiere! -En eso harás lo que debes, Sancho -dijo don Quijote-, porque, para entrar en batallas semejantes, no se requiere ser armado caballero. ...

En la línea 1052
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Estábase todo este tiempo Sancho sobre la cuesta, mirando las locuras que su amo hacía, y arrancábase las barbas, maldiciendo la hora y el punto en que la fortuna se le había dado a conocer. ...

En la línea 671
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Examinaron el color de su piel y la compararon con la nuestra. Uno de nosotros les enseñó el brazo desnudo y se extasiaron de su blancura, lanzando enteramente las mismas exclamaciones de sorpresa, haciendo los mismos gestos que un orangután ha hecho delante de mí en los jardines Zoológicos. Hasta donde hemos podido saberlo, estos salvajes tomaron por mujeres nuestras a dos o tres de los oficiales más pequeños y rubios que los otros, aunque llevaban magníficas barbas. Uno de estos fueguenses muy alto estaba entusiasmado de que admiráramos su estatura. Cuando lo poníamos de espaldas junto a uno de nuestros marinos, más alto, trataba de ponerse en un terreno más elevado o de puntillas. Abrió la boca par enseñarnos los dientes; se volvía para que pudiéramos verle de perfil y hacía todos esos gestos con tal aire de satisfacción de sí mismo, que indudablemente se creía el hombre más hermoso de la Tierra del Fuego. ...

En la línea 7582
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Y como La Cruz Roja no respondía, don Santos dirigiéndose a su propia sombra que se le iba subiendo a las barbas, según se acercaba a la puerta cerrada del comercio, tomándola por el mismísimo señor De Pas, le dijo: —¡Señor obscurantista! ¡apaga luces!. ...

En la línea 8954
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... En tanto Quintanar, un poco avergonzado en presencia de aquellos juguetes irónicos que se le reían en las barbas, esquivaba su despacho siempre que podía; y ni cartas escribía allí. ...

En la línea 2109
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Corrió a abrir la puerta. El corazón le saltaba en el pecho. La figura negra avanzó por el pasillo para entrar en la salita. Fortunata estaba tan turbada que no acertó a decirle que se sentase y dejara la canaleja. Maxi, que al hablar de la familia se dejaba guiar más por el amor propio que por la sinceridad, le había hecho mil cuentos hiperbólicos de Nicolás, pintándole como persona de mucha virtud y talento, y ella se los había creído. Por esto se desilusionó algo al ver aquella figura tosca de cura de pueblo, aquellas barbas mal rapadas y la abundancia de vello negro que parecía cultivado para formar cosecha. La cara era desagradable, la boca grande y muy separada de la nariz corva y chica; la frente espaciosa, pero sin nobleza; el cuerpo fornido, las manos largas, negras y poco familiarizadas con el jabón; la tez morena, áspera y aceitosa. El ropaje negro del cura revelaba desaseo, y este detalle bien observado por Fortunata la ilusionó otra vez respecto a la santidad del sujeto, porque en su ignorancia suponía la limpieza reñida con la virtud. Poco después, notando que su futuro hermano político olía, y no a ámbar, se confirmó en aquella idea. ...

En la línea 3166
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Las lecturas de Rubín fueron como un descubrimiento. Ya sospechaba él aquello; pero no se atrevía a expresarlo. El hallazgo era negativo, es decir, había descubierto que la mejor organización de los estados es la desorganización; la mejor de las leyes la que las anula todas, y el único gobierno serio el que tiene por misión no gobernar nada, dejando que las energías sociales se manifiesten como les da la gana. La anarquía absoluta produce el orden verdadero, el orden racional y propiamente humano. Las sociedades, claro, tienen sus edades como las personas: hay sociedades que están mamando, sociedades que andan a gatas, sociedades pollas, sociedades jóvenes, y por fin, las maduras y dueñas de sí; sociedades con barbas, en una palabra, y también con algunas canas. Tocante a religiones y prácticas sociales que de ellas se derivan, Juan Pablo iba muy lejos, pero muy lejos; como que no le costaba nada el billete para tan largo viaje. Sólo en la edad pueril, cuando a la sociedad se le cae la baba y vive bajo la férula del dómine, se comprende que exista y tenga prosélitos la institución llamada matrimonio, unión perpetua de los sexos, contraviniendo la ley de Naturaleza… ¿y a santo de qué?, vamos a ver… Eso sí, por encima de todo la Naturaleza. Estudiando bien la vida total, el entendimiento se limpia de las telarañas que en él han tejido los siglos. La Naturaleza es la verdadera luz de las almas, el Verbo, el legítimo Mesías, no el que ha de venir sino el que está siempre viniendo. Ella se hizo a sí propia, y en sus devoluciones eternas, concibiendo y naciendo sin cesar, es siempre hija y madre de sí misma. ¿Qué tal? Toma canela fina. ...

En la línea 3565
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Conque ya sabes—añadió el coronel—; el día en que se te antoje faltarme, me lo dices. Yo no creo en las fidelidades absolutas. Yo soy indulgente, soy hombre, en una palabra, y sé que decir humanidad es lo mismo que decir debilidad… Pues vienes y me lo cuentas a mí, en mis barbas; nada de tapujos… ¿Creerás que voy a venir con un revólver para pegarte un tirito y pegarme yo otro?… ¡Valiente asno sería si lo hiciera! No. En nombre de la humanidad y de la especie te miraré con benevolencia… Cierto que me ha de escocer algo. Pero cogeré mi sombrero y me marcharé de tu casa, sin que eso quiera decir que te abandone, pues lo que haré será jubilarte, señalándote media paga». ...

En la línea 3841
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Aquel señor de las barbas blancas. ...

En la línea 532
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Durmióse Tom de nuevo, y al cabo de un rato tuvo este agradable sueño. Soñó que era verano y que estaba jugando en la hermosa pradera llamada Goodman's Fields, cuando un enano de sólo un pie de estatura, con largas barbas rojas y enorme joroba, se le apareció de pronto y le dijo: ...

En la línea 732
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Así terminan los solemnes preliminares. Luego, a lo lejos se oyeron en los corredores el estruendo de las trompetas, y el confuso grito de '¡Paso al rey, paso a la majestad del rey!' Estas voces se repiten una y otra vez, acercándose más y más, y de pronto, casi en nuestras barbas, suena la nota marcial y la voz de '¡Paso al rey!', y aparece el brillante cortejo, que cierra filas a la puerta, con acompasada marcha. Dejemos hablar otra vez al cronista: ...

En la línea 985
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Sea, pues. Trataré de esperar. Pero… , un momento. ¿Decís que ha ido a un mandado? ¿Vos lo habéis enviado? Mentís; porque él no habría ido. Os habría tirado de esas viejas barbas si hubiérais osado semejante insolencia. Has mentido, amigo, seguramente has mentido. No iría ni por ti ni por otro hombre alguno. ...

En la línea 2630
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El desgraciado cetáceo, tumbado sobre su flanco, con el vientre agujereado por las mordeduras, estaba muerto. Del extremo de su aleta mutilada pendía aún un pequeño ballenato al que tampoco había podido salvar. Su boca abierta dejaba correr el agua, que murmuraba como la resaca a través de sus barbas. ...

En la línea 910
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —¡Dejadme en paz, pelmazos! ¿Qué os importa? ¿Qué quiere de mí ese barbas de chico? —gritó, dirigiéndose a Des Grieux—. Y tú, fantoche, ¿qué te va ni te viene en todo esto? ¿Por qué te metes en mis cosas? ...


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Más información sobre la palabra Barbas en internet

Barbas en la RAE.
Barbas en Word Reference.
Barbas en la wikipedia.
Sinonimos de Barbas.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Barbas

Cómo se escribe barbas o barrbas?
Cómo se escribe barbas o barbaz?
Cómo se escribe barbas o varvas?

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