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La palabra monos
Cómo se escribe

la palabra monos

La palabra Monos ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece monos.

Estadisticas de la palabra monos

Monos es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 10269 según la RAE.

Monos aparece de media 7.53 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la monos en las obras de referencia de la RAE contandose 1144 apariciones .

Más información sobre la palabra Monos en internet

Monos en la RAE.
Monos en Word Reference.
Monos en la wikipedia.
Sinonimos de Monos.


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece monos

La palabra monos puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 674
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y mientras el padrino contestaba «_tra, tra; tra, tra_», como si con un martillo golpease el jierro, tú te pusiste coloradilla y bajaste los ojos leyendo al fin en los míos. Y yo me dije: «Güeno, esto va bien». Y bien fue: pues, sin saber cómo, nos dijimos nuestro querer. Tal vez fuiste tú, ¡indina! que cansada de hacerme sufrir, acortaste el camino para que yo perdiese el miedo... Y dende entonses no hay en Jerez y en too su campo hombre más feliz y más rico que Rafaé, el aperador de Matanzuela... ¿Ves tú a don Pablo Dupont con toos sus millones? Pues a mi lao, ¡ná!; ¡cerato simple! Y toos los demás cosecheros ¡ná! Y mi amo, el señorito Luis, con toa su fachenda y el mujerío de pendones que se trae en derredor... ¡ná tampoco! El más rico de Jerez soy yo, que se llevará al cortijo una morenucha fea, que está cieguecita porque a la pobre apenas se le ven los ojos, y que tiene el defecto de que al reírse se le jasen en la cara unos joyitos muy monos, como si estuviera picá de viruelas. ...

En la línea 5195
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Digo esto porque, ¿qué persuasión fuera bastante para persuadirme que hay monos en el mundo que adivinen, como lo he visto ahora por mis propios ojos? Porque yo soy el mesmo don Quijote de la Mancha que este buen animal ha dicho, puesto que se ha estendido algún tanto en mis alabanzas; pero comoquiera que yo me sea, doy gracias al cielo, que me dotó de un ánimo blando y compasivo, inclinado siempre a hacer bien a todos, y mal a ninguno. ...

En la línea 93
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... La costumbre de llevar cuchillo es universal; por otra parte, las plantas trepadoras hacen indispensable su empleo en cuanto se quiere atravesar un bosque algo espeso; pero también puede atribuirse a este hábito los frecuentes homicidios que se cometen en el Brasil. Los brasileños se valen del cuchillo con habilidad consumada; pueden arrojarlo a uña distancia bastante grande, con tanta fuerza y precisión, que casi siempre causan una herida mortal. He visto a un gran número de chicuelos ensayarse por juego en tirar el cuchillo; la facilidad con que los clavaban en un poste fijo en tierra, prometía para el porvenir. Mi compañero había matado la víspera a dos grandes monos portadores de barbas; estos animales tienen cola que les permite coger los objetos, cola cuyo extremo puede soportar aun el peso entero del cuerpo del animal después de su muerte. Uno de ellos quedó así fijo a una rama y hubo que cortar un árbol grueso para alcanzarle; lo cual se consiguió muy pronto.. Aparte de estos monos, sólo matamos algunos loritos verdes y algunos tucanes. Sin embargo, el conocimiento con el sacerdote portugués me fue de provecho, pues otra vez me regaló un hermoso ejemplar del gato Yaguarundi. ...

En la línea 280
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... en el África meridional, fuera de la ausencia de grandes cuadrúpedos. En sus Viajes4 sugiere una comparación que sería de grandísimo interés si hubiese los datos necesarios para hacerla: la de los pesos respectivos de igual número de los más grandes cuadrúpedos herbívoros de cada continente. Si tomamos, por una parte, el elefante5, el hipopótamo, la jirafa, el Bos cafer, el tapir, tres especies ciertamente de rinocerontes (probablemente cinco), y por parte de la América dos especies de dantas, el guanaco, tres especies de ciervos, la vicuña, el pecari, el capibara (después del cual tendremos que elegir uno de los monos, para completar el número de los diez animales mayores) y luego ponemos uno frente a otro esos dos grupos, es difícil concebir tamaños más desproporcionados. Después de considerar los hechos antedichos, nos vemos obligados, a pesar de todo cuanto pueda parecer una probabilidad anterior6, a decir que respecto a 4 Travels in the Interior of South Africa, tomo 11, pág. 207. ...

En la línea 436
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... por el istmo de Panamá, sino por la parte meridional de México5, por bajo del grado 20 de latitud, donde la gran meseta presenta un obstáculo para la emigración de las especies, modificando el clima y formando (con excepción de algunos valles y de una zona de tierras bajas en la costa) una barrera casi infranqueable, tendremos las dos provincias zoológicas de América que tan vivamente contrastan una con otra. Sólo algunas especies han pasado esa barrera y pueden considerarse como emigrantes del Sur, tales como el puma, el opossum, el kinkaju y el pecarí. La América meridional posee varios roedores particularmente, una familia de monos, el lama, el pecarí, el tapir, el opossum y, sobre todo, varios géneros de desdentados, orden que comprende a los perezosos, los hormigueros y los armadillos. ...

En la línea 578
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... El parentesco, aunque distante, que existe entre el macranchenia y el guanaco, entre el toxodon y el capibara, el más inmediato entre los numerosos desdentados extinguidos, y los perezosos, hormigueros y armadillos actuales, que de tan marcada manera caracterizan la zoología de la América meridional, y el todavía más próximo que existe entre las especies fósiles y las vivas de Ctenomys y de Hudrochoerus, son hechos muy interesantes. La gran colección, procedente de las cavernas del Brasil que trajeron a Europa últimamente los señores Lund y Clausen prueba de un modo admirable este parentesco, tan notable como el que existe entre los marsupiales fósiles y los que viven en la Australia. Los 32 géneros de cuadrúpedos terrestres que ocupan hoy el país en que se encuentran las cavernas, excepto cuatro, están representados por especies extinguidas en la colección citada. Las especies extinguidas son, por otra parte, mucho más numerosas que las actuales; hay muchos ejemplares fósiles de hormigueros, tapires, pecaris, guanacos, didelfos, roedores, monos y otros animales. Este extraño parentesco, en el mismo continente, entre los muertos y los vivos, no dudo que ha de dar muy pronto mucha más luz que otra clase alguna de fenómenos al problema de aparición y desaparición de los seres organizados sobre los cambios de la tierra. ...

En la línea 4150
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —Yo he leído —añadía don Álvaro en casos tales —que ha habido princesas y reinas encaprichadas y metidas con monos, así como suena, monos. ...

En la línea 9204
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —¿Y el que dice que nuestros abuelos eran monos? Valiente mono mal educado está él. ...

En la línea 11895
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Al ver al Provisor escapar y embozarse con tanto garbo, pensó la criada: Están de monos y sonrió. ...

En la línea 1522
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Es que se me pegaron tus ilusiones —replicó la suegra esforzándose en disculpar su error—. Dice Juan que es manía; yo lo llamo ilusión, y las ilusiones se pegan como las viruelas. Las ideas fijas son contagiosas. Por eso, mira tú, por eso tengo yo tanto miedo a los locos y me asusto tanto de verme a su lado. Es que cuando alguno está cerca de mí y se pone a hacer visajes, me pongo también yo a hacer lo mismo. Somos monos de imitación… Pues sí, convéncete, lo del parecido es ilusión, y las dos… lo diré muy bajito, las dos hemos hecho una soberbia plancha. ¿Y ahora, qué hacer? No se te pase por la cabeza traerle aquí. Baldomero no lo consiente, y tiene mucha razón. Yo… si he de decirte la verdad, le he tomado cariño. ¡Ay!, sus salvajadas me divierten. ¡Es tan mono! ¡Qué ojitos aquellos!, ¿pues y los plieguecitos de la nariz?… y aquella boca, aquellos labios, el piquito que hace con los labios, sobre todo. Ven acá y verás el nacimiento que le compré. ...

En la línea 1877
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Poco después almorzaba Fortunata, y Maximiliano estudiaba, cambiando de vez en cuando algunas palabras. Toda aquella tarde dominaron en el espíritu de la joven las ideas optimistas, porque él se dejó decir algo de su herencia, de tierras e hipotecas en Molina de Aragón, asegurando que sus viñas podían darle tanto más cuanto. Por la noche avisaron para que les trajeran café, y vino el mozo de la Paz con él. Olmedo y Feliciana entraron de tertulia. Estaban de monos y apenas se hablaban, señal inequívoca de pelotera doméstica. Y es que si los estados más sólidos se quebrantan cuando la hacienda no marcha con perfecta regularidad, aquella casa, hogar, familia o lo que fuera, no podía menos de resentirse de las anomalías de un presupuesto cuyo carácter permanente era el déficit. Feliciana tenía ya pignorado lo mejorcito de su ropa, y Olmedo había perdido el crédito de una manera absoluta. Por la falta de crédito se pierden las repúblicas lo mismo que las monarquías. Y no se hacía ya ilusiones el bueno de Olmedo acerca de la catástrofe próxima. Sus amigos, que le conocían bien, descubrían en él menos entereza para desempeñar el papel de libertino, y a menudo se le clareaba la buena índole al través de la máscara. A Maximiliano le contaron que habían sorprendido a Olmedo en el Retiro estudiando a hurtadillas. Cuando le vieron sus amigos, escondió los libros entre el follaje, porque le sabía mal que le descubrieran aquella flaqueza. Daba mucha importancia a la consecuencia en los actos humanos, y tenía por deshonra el soltar de improviso la casaca e insignias de perdulario. ¿Qué diría la gente, qué los amigos, qué los mocosos, más jóvenes que él, que le tomaban por modelo? Hallábase en la situación de uno de esos chiquillos que para darse aires de hombres encienden un cigarro muy fuerte y se lo empiezan a fumar y se marean con él; pero tratan de dominar las náuseas para que no se diga que se han emborrachado. Olmedo no podía aguantar más la horrible desazón, el asco y el vértigo que sentía; pero continuaba con el cigarro en la boca haciendo que tiraba de él, pero sin chupar cosa mayor. ...

En la línea 1478
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Imitemos a los monos —dijo el Tigre de la Malasia. ...

En la línea 1483
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Asidos a los árboles, los dos piratas escalaron la muralla vegetal con una agilidad que daría envidia a los mismos monos. ...

En la línea 1538
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Alguien se acerca! —exclamó de pronto Sandokán. Un potente mugido, que acalló el canto de los pájaros y las risas de los monos, resonó bajo la bóveda de verdura. ...

En la línea 1548
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Su adversario, muy feo, mediría un metro cuarenta de estatura y unos brazos que no bajaban de dos metros y medio. Su cara larga y arrugada tenía aspecto feroz, especialmente sus ojillos. Estos monos no gustan de la compañía; generalmente evitan encontrarse con los hombres y con los otros animales, pero si se los irrita o se les amenaza son terribles y casi siempre triunfan a causa de su gran fuerza. ...

En la línea 532
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Ningún incidente ocurrió aquella noche. Algunos rugidos de lobos, tigres y de panteras perturbaron alguna vez el silencio, mezclados con los agudos chillidos de los monos. Pero los carnívoros se contentaron con gritar y no hicieron ninguna demostración hostil contra los huéspedes del 'bungalow'. ...

En la línea 829
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... La isla de Singapore no es grande ni de imponente aspecto. Carece de montañas y, por consiguiente, de perfiles, pero en su pequeñez es encantadora. Es un parque cortado por hermosas carreteras. Un bonito coche, tirado por esos elegantes caballos importados de Nueva Zelanda, transportó a mistress Aouida y a Phileas Fogg al centro de unos grupos de palmeras de brillante hoja y de esos árboles que producen el clavo de especia fon nado con el capullo mismo de la flor entreabierta. Allí, los setos de arbustos de pimienta, reemplazaban las cambroneras de las cainpiñas europeas; los saguteros, los grandes helechos con su soberbio follaje, variaban el aspecto de aquella región tropical; los árboles de moscada con sus barnizadas hojas saturaban el aire con penetrantes perfumes. Los monos en tropeles, que ostentaban su viveza y sus muecas, no faltaban en los bosques, ni los tigres en los juncales. A quien se asombre de que en tan pequeña isla no hayan sido destruidos esos terribles carnívoros, les responderemos que vienen de Malaca atravesando el estrecho a nado. ...

En la línea 1565
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Al mismo tiempo los sioux habían invadido los vagones. Corrían como monos enfurecidos sobre las cubiertas, echaban abajo las portezuelas y luchaban cuerpo a cuerpo con los viajeros. El furgón de equipajes había sido saqueado, arrojando los bultos a la via. La gritería y los tiros no cesaban. ...


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