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La palabra marchando
Cómo se escribe

la palabra marchando

La palabra Marchando ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
La llamada de la selva de Jack London
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece marchando.

Estadisticas de la palabra marchando

Marchando es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 24974 según la RAE.

Marchando aparece de media 2.21 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la marchando en las obras de referencia de la RAE contandose 336 apariciones .

Más información sobre la palabra Marchando en internet

Marchando en la RAE.
Marchando en Word Reference.
Marchando en la wikipedia.
Sinonimos de Marchando.


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece marchando

La palabra marchando puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 905
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Bajo la luz acerada del amanecer veíase por sendas y caminos el desfile laborioso marchando en una sola dirección, atraído por la vida de la ciudad. ...

En la línea 967
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... -¡Bona nit! -y desapareció Tonet marchando hacia el pueblo. ...

En la línea 1863
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Chirriaban las carretas en los caminos; bandas de muchachos correteaban por los campos o daban cabriolas en las eras, pensando en las tortas de trigo nuevo, en la vida de abundancia y satisfacción que empezaba en las barracas al llenarse el granero, y hasta los viejos rocines mostraban los ojos más alegres, marchando con mayor desembarazo, como fortalecidos por el olor de los montes de paja que, lentamente, como un río de oro, iban a deslizarse por sus pesebres en el curso del año. ...

En la línea 2174
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Hasta sentía cierto goce secreto provocándolo, marchando rectamente hacia él. ...

En la línea 327
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pero quedaba la otra, la mayor, la casada, y ésta quería acabar con todos los parientes matándolos de vergüenza. Su vida conyugal, después de la fuga de Mercedes, fue un infierno. El marido vivía en perpetuo recelo, marchando a ciegas en sus sospechas, no sabiendo en quién fijarse, pues su mujer miraba del mismo modo a todos los hombres, como si se ofreciera con los ojos, hablándoles con una libertad que incitaba a toda clase de audacias. Sintió celos de Fermín Montenegro, que acababa de llegar de Londres, y reanudando su intimidad infantil con Lola, la visitaba con frecuencia, atraído por su picaresco lenguaje. ...

En la línea 407
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Los hombres empezaban de pequeños el aprendizaje de la fatiga aplastante, del hambre engañada. A la edad en que otros niños más felices iban a la escuela, ellos eran zagales de labranza por un real y los tres gazpachos. En verano servían de _rempujeros_, marchando tras las carretas, cargadas de mies, como los mastines que caminan a la zaga de los carros, recogiendo las espigas que se derramaban en el camino y esquivando los latigazos de los carreteros que los trataban como a las bestias. Después eran gañanes, trabajaban la tierra, entregándose a la faena con el entusiasmo de la juventud, con la necesidad de movimiento y el alarde fanfarrón de fuerza, propios del exceso de vida. Derrochaban su vigor con una generosidad que aprovechaban los amos. Estos preferían siempre para sus labores la inexperiencia de los mozos y de las muchachas. Y cuando aún no habían llegado a los treinta y cinco años se sentían viejos, agrietados por dentro, como si se desplomase su vida, y comenzaban a ver rechazados sus brazos en los cortijos. ...

En la línea 483
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... _Zarandilla_ se metió entre ellos, adivinándolos por el tacto, marchando a ciegas en la penumbra de la cuadra, acariciando a unos en los ijares, rascando a otros en la frente, llamándolos con nombres cariñosos y librándose por instinto de las patadas de impaciencia y de alegría que daban con sus cascos herrados. «¡Quieto, _Brillante_!» «¡No seas malo, _Lucero_!» Y pasaba, encorvándose, por debajo de los vientres para ir hasta el otro extremo de la cuadra, mientras el aperador explicaba a Salvatierra la valía de este tesoro. ...

En la línea 815
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pero el amo no se daba cuenta de nada, cegado por la emoción. La vista de las dos filas de hombres marchando entre las cepas y el canto reposado del sacerdote, conmovían su alma. Las llamas de los cirios temblaban sin color y sin luz como fuegos fatuos retrasados en su viaje nocturno y sorprendidos por el día: la capa del jesuita brillaba bajo el sol como el caparazón de un insecto enorme, blanco y dorado. La sagrada ceremonia conmovía a Dupont hasta el punto de agolpar las lágrimas a sus ojos. ...

En la línea 2026
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Conforme avanzaban, marchando lentamente, ni el oficial ni los soldados hacían el menor caso de los gritos de la multitud, que, agolpándose en torno suyo, no cesaba de vociferar: «¡Viva la Constitución!»; todo lo más respondían con alguna ojeada hostil; y marcharon, fruncidas las cejas y apretados los dientes, hasta llegar frente al pelotón de caballería, donde hicieron alto y formaron las filas. ...

En la línea 3210
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... La caminata nocturna duraba tanto que perdí la esperanza de llegar a la ciudad, y entorné los ojos adormilado, aunque continuaba marchando mecánicamente, sin soltar la rienda del caballo. ...

En la línea 6725
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Cada cosa estaba en su sitio, en hermosísimo orden inglés, todo dispuesto para desbaratar y dominar en pocos momentos a toda hueste, por numerosa y soberbia que sea, que por el lado de tierra aparezca marchando en son de guerra contra esa singular fortaleza. ...

En la línea 2096
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... ando yo desembarqué en la isla Chatham me preguntaba con extrañeza, qué animal sería el que tan metódicamente seguía los senderos trazados en la dirección más corta. muy curioso ver cerca de los manantiales un gran número de estos inmensas criaturas, dirigiéndose unas con mucha prisa hacia el agua con el cuello extendido, y las otras marchando en calma con la sed satisfecha ...

En la línea 2110
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... chas veces montaba yo sobre la concha y golpeando en la parte posterior de ésta se levanta el animal y sigue marchando; pero es muy difícil sostenerse de pie encima de ellas cuando andan ...

En la línea 2313
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... guimos nuestra ascensión, unas veces atravesando pequeñas plataformas, otras marchando por crestas divisorias de profundas quebradas. las cordilleras había yo visto montañas mucho mayores, pero no con mucho tan ásperas y accidentadas. caer la tarde, llegamos, por fin a un punto llano, a la orilla del torrente que habíamos ido siguiendo, y que no es más que una serie continua de cascadas, y establecemos en aquel sitio nuestro vivac para la noche ...

En la línea 1005
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El 22 de febrero ya había entrado en Nápoles con honores de héroe. Llegaba el momento de cumplir sus promesas de cruzado, marchando sobre Constantinopla, luego de pasar por Grecia, que le esperaba impaciente por librarse de los turcos. ...

En la línea 1009
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —Alejandro Sexto—dijo Enciso—no tenia ningún interés político en la muerte de Djem. Mientras viviese seguiría cobrando del sultán la pensión de cuarenta mil ducados. En cambio de continuar Djem al lado de Carlos Octavo, éste iba a verse en la obligación de aprovechar la influencia del cautivo, marchando inmediatamente a la conquista de Constantinopla. Era al rey de Francia, que nunca pensó seriamente en dicha conquista, a quien convenía la muerte del príncipe turco, y si existió envenenamiento, a él debe atribuirse… Pero, en realidad, Djem murió de sus excesos, que aún fueron mayores al abandonar el Vaticano y seguir a un ejército en el que todos iban ebrios o acuciados por la lujuria. ...

En la línea 1294
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Llamándose el capitán don Miguel Corella, combatió al lado de don Hugo de Moncada y otros españoles célebres, así como de los condottieri italianos de mayor renombre, y tuvo tratos con Leonardo de Vinci, el ingeniero militar de César Borgia. Su vida fue tan corta como la de su protector, marchando detrás de él con la fidelidad amenazante de un mastín. ...

En la línea 1301
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Rodrigo de Borja, famoso por su valor tranquilo, siguió estas indicaciones, y Corella, con la espada en la diestra y la capa enrollada en el brazo izquierdo, continuó marchando, siempre de frente a la fiera, teniendo a sus espaldas al Papa, más alto y corpulento que él. Tal situación angustiosa duró largos minutos, mostrándose indeciso el león ante la actitud resuelta de la masa humana formada por los dos hombres. Al fin, los fugitivos, que habían dado la alarma en los jardines del Vaticano, volvieron con numerosos soldados españoles de la guardia del Pontífice, y éstos acosaron al león hasta su jaula, terminando así tan peligroso episodio. ...

En la línea 1499
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Habían llegado al puerto, y Gillespie, marchando por una avenida exterior de la ciudad, avanzó hacia la colina en cuya cúspide se elevaba su antigua vivienda. Las gentes del puerto, que estaban ayudando al embarque de material de guerra para las islas amenazadas de sublevación, se esparcieron por las calles gritando la terrible noticia. ...

En la línea 1515
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Luego pasó sus pies por encima de la máquina rodante, con cierta lentitud para no aplastarla, y continuó marchando hacia la capital, sin hacer caso de los gritos que lanzaba Flimnap al verse abandonado. ...

En la línea 2885
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Estábamos, como he dicho, en el agua libre, pero a cada lado del Nautilus, y a una distancia de unos diez metros se elevaba una deslumbrante muralla de hielo. La misma muralla por encima y por debajo. Por encima, porque la superficie inferior del banco se desarrollaba como un techo inmenso. Por debajo, porque el bloque volcado había encontrado en las murallas laterales dos puntos de apoyo que lo mantenían en esa posición. El Nautilus estaba aprisionado en un verdadero túnel de hielo, de unos veinte metros de anchura, lleno de agua tranquila. Le era, pues, fácil salir de él marchando hacia adelante o hacia atrás para hallar luego, algunos centenares de metros más abajo, un libre paso bajo la banca. ...

En la línea 2910
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El Nautilus aceleraba su movimiento de retroceso, y pronto, marchando a contra hélice, alcanzó una gran rapidez. ...

En la línea 3367
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El buque se mantenía a dos millas de nosotros. Se había acercado, marchando hacia ese brillo fosforescente que señalaba la presencia del Nautilus. Vi sus luces de posición, verde y roja, y su fanal blanco suspendido del estay de mesana. Una vaga reverberación iluminaba su aparejo e indicaba que sus calderas habían sido llevadas al máximo de presión. Haces de chispas y escorias de carbones encendidas se escapaban de sus chimeneas e iluminaban la noche. ...

En la línea 315
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Por la otra ladera descendieron a un llano cubierto de grandes extensiones de bosque y numerosas corrientes de agua, y por ellas marcharon a ritmo constante, hora tras hora, con el sol en ascenso y el día cada vez más caluroso. Buck estaba loco de alegría. Sabía que marchando al lado de su hermano selvático hacia el lugar de donde seguramente venía la llamada, estaba por fin respondiendo. Recuerdos de otro tiempo acudían a él vertiginosamente y ya no lo conmovían sombras sino realidades. Corría con libertad en campo abierto, pisaba la tierra virgen y tenía sobre la cabeza el vasto cielo. Había hecho aquello antes, en algún lugar de aquel otro mundo vagamente recordado, y lo volvía a hacer ahora. ...

En la línea 1792
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Siguió, pues, el buque marchando a todo vapor; pero dos días después, el 18, el maquinista dio parte, según lo había anunciado, que faltaría aquel día el carbón. ...

En la línea 1831
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Sin embargo, a las diez de la noche, el buque no se encontraba aún más que enfrente de Queenstown. ¡Faltaban veinticuatro horas para el plazo, y era precisamente el tiempo que se necesitaba para llegar a Liverpool, aun marchando a todo vapor, el cual iba a faltar también! ...

En la línea 1991
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... En efecto, marchando hacia Oriente, Phileas Fogg iba al encuentro del sol, y por consiguiente, los días disminuían para él tantas veces cuatro minutos como grados recorría. Hay 360 grados en la circunferencia, los cuales, multiplicados por cuatro minutos, dan precisamente veinticuatro horas, es decir, el día inconscientemente ganado. En otros términos: mientras que Phileas Fogg, marchando hacia Oriente, vio el sol pasar ochenta veces por el meridiano, sus colegas de Londres no lo habían visto más que setenta y nueve. Por eso aquel mismo día, que era sábado, y no domingo, como lo creía mister Fogg, lo esperaban los de la apuesta en el salón del Reform Club. Y esto es lo que el famoso reloj de Picaporte, que siempre había conservado la hora de Londres, hubiera acusado, si al mismo tiempo que las horas y minutos hubiese marcado los días. ...

En la línea 1991
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... En efecto, marchando hacia Oriente, Phileas Fogg iba al encuentro del sol, y por consiguiente, los días disminuían para él tantas veces cuatro minutos como grados recorría. Hay 360 grados en la circunferencia, los cuales, multiplicados por cuatro minutos, dan precisamente veinticuatro horas, es decir, el día inconscientemente ganado. En otros términos: mientras que Phileas Fogg, marchando hacia Oriente, vio el sol pasar ochenta veces por el meridiano, sus colegas de Londres no lo habían visto más que setenta y nueve. Por eso aquel mismo día, que era sábado, y no domingo, como lo creía mister Fogg, lo esperaban los de la apuesta en el salón del Reform Club. Y esto es lo que el famoso reloj de Picaporte, que siempre había conservado la hora de Londres, hubiera acusado, si al mismo tiempo que las horas y minutos hubiese marcado los días. ...


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Errores Ortográficos típicos con la palabra Marchando

Cómo se escribe marchando o marrchando?
Cómo se escribe marchando o marcando?

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