La palabra Invento ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Niebla de Miguel De Unamuno
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece invento.
Estadisticas de la palabra invento
Invento es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 8267 según la RAE.
Invento aparece de media 9.88 veces en cada libro en castellano.
Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la invento en las obras de referencia de la RAE contandose 1501 apariciones .
Errores Ortográficos típicos con la palabra Invento
Cómo se escribe invento o hinvento?
Cómo se escribe invento o inbento?
Más información sobre la palabra Invento en internet
Invento en la RAE.
Invento en Word Reference.
Invento en la wikipedia.
Sinonimos de Invento.

El Español es una gran familia
Algunas Frases de libros en las que aparece invento
La palabra invento puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1451
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Servían los artistas para todo lo que significase estudio, invento o dirección de trabajos, muchas veces les pagaban con un tabardo de brillantes colores o unas cuantas varas de paño para la familia. «Son gentes groseras que sólo conocen su arte.» Así se expresaba un obispo de la época. ...
En la línea 853
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - ¡Oh, los rayos negros! -dijo al fin-. El invento de una mujer bien puede sobrepujarlo el invento de un hombre. Nuestros sabios trabajan… y no quiero decir mas. Vamos a encontrar algo que nos dará la victoria, y yo vendré a salvarle, gentleman, antes de que ordene su muerte el gobierno de las mujeres. ...
En la línea 853
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - ¡Oh, los rayos negros! -dijo al fin-. El invento de una mujer bien puede sobrepujarlo el invento de un hombre. Nuestros sabios trabajan… y no quiero decir mas. Vamos a encontrar algo que nos dará la victoria, y yo vendré a salvarle, gentleman, antes de que ordene su muerte el gobierno de las mujeres. ...
En la línea 1275
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Ra-Ra solo espera un aviso de las otras ciudades para lanzarse a la destrucción del gobierno femenino. Tal vez no sea prudente empezar la insurrección en nuestra capital. El prodigioso invento lo han realizado en otra ciudad, y en ella lo preparan para que pueda usarse en abundancia y no como un descubrimiento de laboratorio… Además, otros Estados de nuestra Confederación guardan el viejo material de guerra en mayores cantidades que aquí. El gobierno de las mujeres lo regaló a las provincias de poca importancia, con irónica generosidad, para que pudiesen llenar sus museos locales… En resumen, gentleman, que la revolución sonada por Ra-Ra va a realizarse, y yo creo en ella. ...
En la línea 1400
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Ya no era Balmuff el único país ganado por la revolución. Los hombres de otras regiones inmediatas se habían sublevado igualmente, y parecían contar con el mismo invento de la coraza vaporosa repeledora de los rayos negros. Todos ellos se pertrechaban a estilo antiguo en los museos, venciendo instantáneamente con sus armas de repetición a las tropas gubernamentales. Indudablemente algún hombre dedicado a la ciencia había hecho en favor de los de su sexo un invento semejante al de aquella sabia mujer venerada en el templo de los rayos negros. ...
En la línea 4435
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Y el pianito sigue tocando aires populares, que parecen encender con sus acentos de pelea la sangre de toda aquella chusma. Varias mujeres que tienen en la cuneta puestos ambulantes de pañuelos, recogen a escape su comercio, y lo mismo hacen los de la gran liquidación por saldo, a real y medio la pieza. Un individuo que sobre una mesilla de tijera exhibe el gran invento para cortar cristal, tiene que salir a espeta perros; otro que vende los lápices más fuertes del mundo (como que da con ellos tremendos picotazos en la madera sin que se les rompa la punta), también recoge los bártulos, porque la mula delantera se le va encima. Fortunata mira todo esto y se ríe. El piso está húmedo y los pies se resbalan. De repente, ¡ay!, cree que le clavan un dardo. Bajando por la calle Imperial, en dirección al gran pelmazo de gente que se ha formado, viene Juanito Santa Cruz. Ella se empina sobre las puntas de los pies para verle y ser vista. Milagro fuera que no la viese. La ve al instante y se va derecho a ella. Tiembla Fortunata, y él le coge una mano preguntándole por su salud. Como el pianito sigue blasfemando y los carreteros tocando, ambos tienen que alzar la voz para hacerse oír. Al mismo tiempo Juan pone una cara muy afligida, y llevándola dentro del portal del Fiel Contraste, le dice: «Me he arruinado, chica, y para mantener a mis padres y a mi mujer, estoy trabajando de escribiente en una oficina… Pretendo una plaza de cobrador del tranvía. ¿No ves lo mal trajeado que estoy?» Fortunata le mira, y siente un dolor tan vivo como si le dieran una puñalada. En efecto; la capa del señorito de Santa Cruz tiene un siete tremendo, y debajo de ella asoma la americana con los ribetes deshilachados, corbata mugrienta, y el cuello de la camisa de dos semanas… Entonces ella se deja caer sobre él, y le dice con efusión cariñosa: «Alma mía, yo trabajaré para ti; yo tengo costumbre, tú no; sé planchar, sé repasar, sé servir… tú no tienes que trabajar… yo para ti… Con que me sirvas para ir a entregar, basta… no más. Viviremos en un sotabanco, solos y tan contentos». ...
En la línea 2032
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –¡No, eso no!, ¡eso no! –le dije vivamente–. Yo necesito discutir, sin discusión no vivo y sin contradicción, y cuando no hay fuera de mí quien me discuta y contradiga invento dentro de mí quien lo haga. Mis monólogos son diálogos. ...

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