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La palabra inquietante
Cómo se escribe

la palabra inquietante

La palabra Inquietante ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece inquietante.

Estadisticas de la palabra inquietante

Inquietante es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 8684 según la RAE.

Inquietante aparece de media 9.28 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la inquietante en las obras de referencia de la RAE contandose 1411 apariciones .

Más información sobre la palabra Inquietante en internet

Inquietante en la RAE.
Inquietante en Word Reference.
Inquietante en la wikipedia.
Sinonimos de Inquietante.


la Ortografía es divertida


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece inquietante

La palabra inquietante puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 6911
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Ahí tenéis una cita tan inquietante co mo la otra, pero de forma distinta. ...

En la línea 1161
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El primero en llegar era Jofre, nuevo príncipe de Esquilache, con su inquietante esposa la napolitana doña Sancha. Habían vivido durante la invasión francesa ocultos en Calabria, y las victorias de Gonzalo de Córdoba acababan de sacarlos de dicho confinamiento, entrando en Roma dos años después de su matrimonio. ...

En la línea 1295
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Siempre bondadoso el Papa para sus compatriotas, veía vagar por los salones del Vaticano a este hombrecito inquietante, con las mandíbulas apretadas y unos ojos pequeños, de mirar agudo y receloso, que parecían ir esparciendo alfilerazos en torno a su persona. ...

En la línea 1564
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Al evocar Claudio en los días siguientes este encuentro, le era imposible reconstruir con exactitud lo que había dicho. Sólo conseguía acordarse de que ella le escuchaba en silencio, mirándolo fijamente, con gesto de extrañeza, apreciando sus palabras como algo inesperado, molesto e inquietante. ...

En la línea 1589
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Luego miró en torno con azoramiento, adivinando una presencia inquietante, y empezó a balbucir: ...

En la línea 1109
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Cuando los apuestos guerreros de la Guardia hubieron dado fin a su infructuoso registro, los del gobierno municipal se retiraron con una expresión de ambigüedad inquietante. ...

En la línea 1225
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... La comida del coloso daba motivo a nuevas lágrimas del profesor. Varios desalmados de los que pululan en los puertos eran los que preparaban su alimento, en una de las grandes calderas traídas de su antigua vivienda. Esta gente inquietante y zafia reemplazaba a la selecta servidumbre que había trabajado para él en la cumbre de la colina. ...

En la línea 1223
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -El amigo Ned es inquietante -dijo Conseil. ...

En la línea 1372
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Sí, capitán, pero, desgraciadamente, hemos atraído una tropa de bípedos cuya vecindad me parece inquietante. ...

En la línea 1675
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Durante aquel día tuvimos por cortejo una formidable tropa de escualos, terribles animales que pululan en estos mares haciéndolos muy peligrosos. Eran escualos filipos de lomo oscuro y vientre blancuzco, armados de once hileras de dientes; escualos ojeteados con el cuello marcado por una gran mancha negra rodeada de blanco que parece un ojo; isabelos de hocico redondeado y manchado de puntos oscuros. De vez en cuando, los potentes tiburones se precipitaban contra el cristal de nuestro observatorio con una violencia inquietante, que ponía fuera de sí a Ned Land. Quería subir a la superficie y arponear a los monstruos, sobre todo a algunos emisoles con la boca empedrada de dientes dispuestos como un mosaico, y a los tigres, de cinco metros de longitud, que le provocaban con una particular insistencia. Pero el Nautilus aumentó su velocidad y no tardó en dejar rezagados a los más rápidos de aquellos tiburones. ...

En la línea 1856
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Con un gesto nos ordenó que nos situáramos a su lado, en el fondo de una amplia anfractuosidad. Su mano nos indicó algo en la masa líquida. Miré atentamente y vi a unos cinco metros de distancia una sombra que descendía hacia el fondo. La inquietante idea de los tiburones volvió a pasar por mi mente. Pero me equivocaba, no teníamos que habérnoslas con esos monstruos del océano. Era un hombre, un hombre vivo, un indio, un negro, un pescador, un pobre diablo, sin duda, que venía a la rebusca antes de la cosecha. Vi la quilla de su bote a algunos pies por encima de su cabeza. El hombre se sumergía y ascendía sucesivamente. Una piedra entre los pies ligada a su bote por una cuerda constituía todo su equipamiento técnico para descender más rápidamente al fondo del mar. Una vez llegado al fondo, a unos cinco metros de profundidad, se precipitaba a coger, de rodillas, y a llenar su bolsa de todas las madreperlas que podía. Luego, se remontaba, vaciaba su bolsa y recomenzaba su operación, que no duraba más que treinta segundos. ...

En la línea 927
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... El dolor del latigazo iba desapareciendo, y Raskolnikof, olvidándose de la humillación sufrida. Una idea, vaga pero inquietante, le dominaba. Permanecía inmóvil, con la mirada fija en la lejanía. Aquel sitio le era familiar. Cuando iba a la universidad tenía la costumbre de detenerse allí, sobre todo al regresar (lo había hecho más de cien veces), para contemplar el maravilloso panorama. En aquellos momentos experimentaba una sensación imprecisa y confusa que le llenaba de asombro. Aquel cuadro esplendoroso se le mostraba frío, algo así como ciego y sordo a la agitación de la vida… Esta triste y misteriosa impresión que invariablemente recibía le desconcertaba, pero no se detenía a analizarla: siempre dejaba para más adelante la tarea de buscarle una explicación… ...

En la línea 2550
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Pero de súbito se sintió dominado por una especie de agitación febril, como si una idea repentina e inquietante se hubiera apoderado de él. Este estado de ánimo llegó a ser muy pronto intolerable. Estaban ya ante la pensión Bakaleev. ...

En la línea 2973
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Sí, sí, son las once ya ‑balbuceó la muchacha ansiosamente, como si estas palabras le solucionaran un inquietante problema‑: El reloj de mi patrona acaba de sonar y yo he oído perfectamente las… ...

En la línea 3402
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Se había aclarado el inquietante misterio del día anterior. Y lo más notable era que había estado a punto de perderse por un hecho tan insignificante. Aquel hombre únicamente podía haber revelado que él, Raskolnikof, había ido allí para alquilar una habitación y hecho ciertas preguntas sobre las manchas de sangre. Por consiguiente, esto era todo lo que Porfirio Petrovitch podía saber; es decir, que tenía conocimiento de su acceso de delirio, pero de nada más, a pesar de su «arma psicológica de dos filos». En resumidas cuentas, que no sabía nada positivo. De modo que, si no surgían nuevos hechos (y no debían surgir), ¿qué le podían hacer? Aunque llegaran a detenerle, ¿cómo podrían confundirle? Otra cosa que podía deducirse era que Porfirio acababa de enterarse de su visita a la vivienda de las víctimas. Antes de ver al peletero no sabía nada. ...

Errores Ortográficos típicos con la palabra Inquietante

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