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La palabra desplegaba
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la palabra desplegaba

La palabra Desplegaba ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece desplegaba.

Estadisticas de la palabra desplegaba

La palabra desplegaba no es muy usada pues no es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE

Errores Ortográficos típicos con la palabra Desplegaba

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Cómo se escribe desplegaba o desplejaba?

Más información sobre la palabra Desplegaba en internet

Desplegaba en la RAE.
Desplegaba en Word Reference.
Desplegaba en la wikipedia.
Sinonimos de Desplegaba.


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece desplegaba

La palabra desplegaba puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1652
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Fueron penosísimos los primeros pasos en la carrera. La pereza y la debilidad le retenían en el lecho por las mañanas más tiempo del regular, y la pobre doña Lupe pasaba la pena negra para sacarle de las sábanas. Levantábase ella muy temprano, y se ponía a dar golpes con el almirez junto a la misma cabeza del durmiente, que las más de las veces no se daba por entendido de tal estruendo. Luego le hacía cosquillas, acostaba al gato con él, le retiraba las sábanas con la debida precaución para que no se enfriase. El sueño se cebaba de tal modo en aquel cuerpo, por las exigencias de la reparación orgánica, que el despertar del estudiante era obra de romanos y una de las cosas en que más energía y constancia desplegaba doña Lupe. ...

En la línea 1684
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... La otra no desplegaba sus labios. Parecía que estaba de muy mal humor. Maximiliano contemplaba como un bobo aquellos ojos, aquel entrecejo incomparable y aquella nariz perfecta, y habría dado algo de mucho precio porque ella se hubiese dignado mirarle de otra manera que como se mira a los bichos raros. «¡Qué lástima que no sea honrada!—pensaba—. Y quién sabe si lo será, quiero decir que conserve la honradez del alma en medio de… ». ...

En la línea 5316
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Apretado por el crecimiento aterrador de su deuda flotante, el filósofo desplegaba un tesón y constancia más que fraternales en el cuidado de Maxi. En Enero del 76, había conseguido domarle hasta el punto de que le llevaba consigo a la oficina, teníale allí ocupado en ordenar papeles o en tomar algún apunte, y por las noches solía llevarle a la tertulia del café, donde estaba el pobre chico como en misa, oyendo atentamente lo que se decía, y sin desplegar sus labios. Rara vez sacaba de su cabeza aquel viejo y maldecido tema de la liberación voluntaria y de la muerte de la bestia carcelera; pero una noche que estaban solos en el café, lo sacó, como se trae del desván un trasto viejo y se le limpia el polvo, a ver si lo ha deteriorado el tiempo o lo han roído los ratones. Con gran serenidad, Juan Pablo, oficiando de maestro de filosofía, dijo lo siguiente: «Mira, el dogma de la solidaridad de sustancia ha sido declarado cursi por todos los sabios de la época, congregados en un concilio ecuménico, que acaba de celebrarse en… Basilea. Las conclusiones son tremendas. Como no lees la prensa, no te enteras. Pues se ha decretado que son mamarrachos netos todos los individuos que creen en la liberación por el desprendimiento, y en que se debe dar la morcilla a la bestia. A los que sostienen la herejía filosófica de que va a venir un nuevo Mesías, encarnándose en una buena moza, etc., etc… , se les declara memos de capirote y se les condena a comer virutas». ...

En la línea 3365
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... A las tres de la mañana, inquieto, subí a la plataforma. El capitán Nemo no la había abandonado. Estaba en pie, a proa, cerca de su pabellón, al que la ligera brisa desplegaba por encima de su cabeza. No perdía de vista al navío. Su mirada, de una extraordinaria intensidad, parecía atraerlo, fascinarlo, tirar de él más seguramente que si lo hubiera remolcado. La luna pasaba por el meridiano. júpiter se elevaba hacia el Este. El cielo y el océano rivalizaban en tranquilidad, y la mar ofrecía al astro nocturno el más bello espejo que nunca hubiese reflejado su imagen. ...

En la línea 3207
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Raskolnikof no desplegaba los labios. Se limitaba a escuchar y observar con las cejas fruncidas. Se sentó, pero sin dejar la gorra. ...


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