Cómo se escribe.org.es

La palabra desnudos
Cómo se escribe

la palabra desnudos

La palabra Desnudos ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Fantina Los miserables Libro 1 de Victor Hugo
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece desnudos.

Estadisticas de la palabra desnudos

Desnudos es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 7864 según la RAE.

Desnudos aparece de media 10.53 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la desnudos en las obras de referencia de la RAE contandose 1601 apariciones .

Más información sobre la palabra Desnudos en internet

Desnudos en la RAE.
Desnudos en Word Reference.
Desnudos en la wikipedia.
Sinonimos de Desnudos.


la Ortografía es divertida


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece desnudos

La palabra desnudos puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1364
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Nunca la habían visto bailar tan arrebatadamente y con tanta gracia. Sus brazos desnudos, de una palidez de perla, elevábanse en torno de la cabeza, como asas de nácar de voluptuosa redondez. La falda de percal, entre el _fru-fru_, que marcaba el adorable relieve de sus piernas, dejaba ver por debajo de su orla unos pies pequeños, calzados escrupulosamente, como los de una señorita. ...

En la línea 1396
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Los brazos desnudos se cruzaron sobre el cuello de Luis. ...

En la línea 3936
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Torcimos hacia el Noroeste, dando la vuelta a una montaña que alzaba majestuosamente sobre nuestras cabezas su cumbre coronada de peñascos desnudos; a nuestra derecha, en la otra orilla de un valle espacioso, corría una elevada cadena de montañas, que iba a enlazarse con las del Norte de Santiago. ...

En la línea 4136
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... La tienda y el portal hallábanse atestados de vecinos de Finisterre: hombres, mujeres y chicos; estos últimos desnudos casi todos, chorreando agua, como si los hubieran llamado a toda prisa de sus juegos en la orilla del mar. ...

En la línea 7187
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Sus brazos, largos, velludos, musculosos, mostrábanse desnudos desde el codo, donde las mangas del _ferioul_ terminan; sus extremidades inferiores eran cortas, en comparación con el cuerpo y los brazos; cubríase en parte las piernas con una _kandrisa_ azul que le llegaba a las rodillas; sus facciones eran muy feas, de extremada y repulsiva fealdad, y tuerto de un ojo, velado por una telilla blanca. ...

En la línea 205
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Un hombre que vivía en una de esas «estancias» cuando uno de los ataques, me refirió cómo habían pasado las cosas. Prevenidos con tiempo los habitantes, pudieron meter todo el ganado vacuno y caballar en el corral1 que rodeaba la casa y montar algunos cañoncitos. Los indios (araucanos de Chile meridional), en número de varios centenares, y perfectamente disciplinados, aparecieron bien pronto sobre una colina próxima, divididos en dos columnas; apeáronse de los caballos, se quitaron los mantos de pieles y avanzaron desnudos por completo en son de ataque. La única arma de un indio consiste en un bambú (chuzo) muy largo, adornado con plumas de avestruz y terminado por una punta de lanza muy acerada. Mi acompañante aún parecía sentir profundo terror al recordar aquellos sucesos. Así que llegó cerca de la estancia, el cacique Pincheira intimó a los sitiados a la rendición, amenazándoles, de lo contrario, con la muerte. Como en todas las circunstancias hubiera sido ese el resultado de la entrada de los indios, respondióseles con una descarga de fusilería. Los indios, sin asustarse, se aproximaron a la empalizada del corral; pero, con gran sorpresa suya, advirtieron que las estacas estaban clavadas unas a otras, en vez de estar atadas con tiras de cuero como de costumbre, y en vano intentaron abrir brecha con los cuchillos. ...

En la línea 684
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... El Wigwam o choza fueguense semeja en absoluto por su forma y magnitud un montón de heno. No consiste más que en algunas ramas rotas clavadas en tierra y cuyos intersticios se cubren imperfectamente por un lado con hierbas y ramaje. Estas chozas apenas representan una hora de trabajo para su confección, y los indígenas no se sirven de ellas de ordinario más que unos cuantos días. He visto un sitio en la bahía de Goereè, en que uno de estos hombres desnudos había pasado la noche y que no ofrecía en realidad más abrigo que la cama de una liebre. Evidentemente este hombre vivía solo; York Minster me dijo que debía ser un mal sujeto y sería muy probable que hubiese robado algo. En la costa occidental son las chozas, no obstante, algo más confortables; pues casi todas se hallan cubiertas por pieles de foca. El mal tiempo nos retiene aquí durante algunos días. El clima es detestable: estamos en el solsticio de verano y todos los días nieva sobre las colinas, y graniza y llueve en los valles. El termómetro marca 45 grados Fahrenheit (70,2 centígrados); pero durante la noche baja a 38 ó 40 (30,3 a 40,4 centígrados). Por lo demás, se nos figura el clima todavía peor de lo que es por el estado húmedo y tempestuoso de la atmósfera rara vez animada por un rayo de sol. ...

En la línea 685
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Un día que fuimos a tierra a la isla de Volaston nos encontramos una canoa con seis fueguenses. En verdad que nunca había yo visto criaturas más abyectas y miserables. En la costa oriental, como he dicho, llevan capas de guanaco y en la occidental se cubren con pieles de foca. En las tribus centrales los hombres no llevan más que una piel de nutria o un pedazo de piel cualquiera del tamaño de un pañuelo de bolsillo, y que apenas alcanza a cubrirles las espaldas hasta los riñones. Esta piel se anuda en el pecho con bramantes y las cambian de lugar alrededor del cuerpo según la dirección de donde sopla el viento. Pero los que venían en la canoa de que acabo de hablar, estaban completamente desnudos, incluso una mujer en plena edad que con ellos iba Caía la lluvia a torrentes, y mezclándose el agua dulce con la espuma del mar, resbalaba por el cuerpo de aquella mujer. En otra bahía, a corta distancia, vino un día cerca del barco una mujer que amamantaba a un recién nacido; y sólo por curiosidad permaneció muchísimo tiempo mirando, por más que la nieve caía en abundancia sobre su pecho desnudo y sobre la criatura. Estos desgraciados salvajes tienen el cuerpo achaparrado, el rostro deforme, cubierto de pintura blanca, la piel sucia y grasienta, los cabellos apelmazados, la voz discordante y los gestos violentos. Cuando se los ve cuesta trabajo ...

En la línea 687
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Nos preguntamos muchas veces qué goces puede proporcionar la vida a ciertos animales inferiores; ¡con cuánta mayor razón no podríamos preguntárnoslo respecto de estos salvajes! Por la noche, cinco o seis de estos seres humanos, desnudos y apenas protegidos contra el viento y la lluvia de este país terrible, se acuestan en el suelo húmedo apretados los unos contra los otros y encogidos como animales. Al bajar la marea, en invierno y en verano, de día y de noche, tienen que levantarse para ir a buscar conchas entre las rocas; las mujeres se sumergen para proporcionarse huevos de mar o permanecer horas enteras sentadas en las canoas hasta que logran pescar algunos pececillos con telas sin anzuelo. Si consiguen matar una foca o descubren el esqueleto medio podrido de una ballena, tienenlo por inmenso festín; se atracan de este innoble alimento, y para completar la fiesta comen algunas bayas o algunas setas que no saben a nada. ...

En la línea 1515
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... A su madre la había querido mucho, le había besado los pies desnudos durante la luna de miel, que había sido exagerada; pero poco a poco, sin querer, había visto él también en ella a la antigua modista, y la trató al fin como un buen amo, suave y contento. ...

En la línea 5108
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Si hacemos y acontecemos en palacio (doña Paula empezó a contar por los dedos); si nos comemos la diócesis; si entramos en el Provisorato desnudos y ahora somos los primeros accionistas del Banco; si tú cobras esto y lo otro; si nuestros paniaguados andan por ahí como esponjas recogiendo el oro y el moro, para venir a soltarlo en la alberca de casa; si el Obispo es un maniquí en nuestras manos; si vendemos cera, si vendemos aras, si tú hiciste cambiar las de todas las parroquias del Obispado para que te compraran a ti las nuevas; si don Santos se arruina por culpa nuestra y no del aguardiente; si tú robas a los que piden dispensas; si te comes capellanías; si yo cobro diezmos y primicias en toda la diócesis; si. ...

En la línea 10950
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Aquella misma verdura de los árboles, tan desnudos en invierno, era bien venida en primavera, pero causaba ahora hastío: casi se deseaba la rama escueta, que tiene mejor dibujo. ...

En la línea 13561
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¡Y venía descalza! ¡Los pies blanquísimos, desnudos, admirados y compadecidos por multitud inmensa!. ...

En la línea 219
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El americano tuvo que obedecer, avergonzado de su derrota. Las vacas, en fila incesante, subían y bajaban por una dobla rampa situada junto a la bomba. Cuando estaban en lo alto, al lado de la boca del receptáculo, los siervos forzudos las ordeñaban rápidamente con un aparato, arrojando la leche en el interior del enorme vaso de metal. Varios hombres tomaron el doble balancín del pistón para subirlo y bajarlo, impeliendo el líquido del interior. Mientras tanto, otros de los siervos desnudos desarrollaban los flexibles anillos de una manga de riego ajustada a la bomba. ...

En la línea 308
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Deseosos de suprimir cuanto antes esta molestia general, los organizadores del desfile hicieron aparecer en el patio a una veintena de siervos desnudos, llevando entre ellos, muy tirante y rígida, una especie de alfombra cuadrada, de color blanco, con un ribete suavemente azul, y que ostentaba en uno de sus ángulos un jeroglífico bordado, que, según la declaración del profesor Flimnap, se componía de letras entrelazadas. ...

En la línea 311
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Luego entraron mas siervos desnudos llevando a brazo nuevos objetos. Seis de ellos sostenían como un peso abrumador el libro de notas cuyas hojas había traducido Flimnap. Después otros atletas pasaron, rodando sobre el suelo, lo mismo que si fuesen toneles, varios discos de metal, grandes, chatos y exactamente redondos, encontrados en los bolsillos del gigante. ...

En la línea 335
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... En cambio, las muchachas de la Guardia sentíanse atraídas de un modo irresistible por este objeto enorme y desconocido. Al verlo, latían en su interior confusos instintos, y fue tan fuerte su curiosidad, que hasta olvidaron la disciplina. Varios porta-espada, dejando en el suelo su brillante mandoble, se confundieron con los esclavos medio desnudos, deseosos de tocar y examinar de cerca el misterioso mecanismo. ...

En la línea 3239
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —¡Ah!, sí; ven, ven, hijito—exclamó ella alargando sus brazos desnudos—. Confiésame todo; pero con nobleza. Nada de comedias… porque tú eras muy comiquito. Gracias que yo te conozco ya las marrullerías, y algunas bolas me trago; pero otras no. ¿De veras que vas a contármelo todo? ...

En la línea 788
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –A algunos, sí. Sobre todo a los recién llegados, tales como mendigos hambrientos y sin hogar, que vagaban por el mundo porque les quitaron las tierras para convertirlas en dehesas para ovejas. Se dedicaron a pedir limosna y fueron azotados, amarrándolos a una carreta, desnudos de la cintura arriba, hasta manarles la sangre. Luego volvieron a mendigar, los azotaron otra vez y les cortaron una oreja. Mendigaron por tercera vez –¿qué iban a hacer los pobres diablos? y fueron marcados en las mejillas con hierro candente y luego vendidos como esclavos. Se escaparon, los pescaron y los ahorcaron. La historia terminó pronto. Otros han escapado, menos mal. Venid aquí, Yokel, Burns y Hodge… ., enseñad vuestros adornos. ...

En la línea 1390
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Los indígenas continuaban allí, más numerosos que en la víspera. Tal vez eran quinientos o seiscientos. Aprovechándose de la marea baja, algunos habían avanzado sobre las crestas de los arrecifes hasta menos de dos cables del Nautilus. Los distinguía fácilmente. Eran verdaderos papúes, de atlética estatura. Hombres de espléndida raza, tenían una frente ancha y alta, la nariz gruesa, pero no achatada, y los dientes muy blancos. El color rojo con que teñían su cabellera lanosa contrastaba con sus cuerpos negros y relucientes como los de los nubios. De los lóbulos de sus orejas, cortadas y dilatadas, pendían huesos ensartados. Iban casi todos desnudos. Entre ellos vi a algunas mujeres, vestidas desde las caderas hasta las rodillas con una verdadera crinolina de hierbas sostenida por un cinturón vegetal. Algunos jefes se adornaban el cuello con collares de cuentas de vidrio rojas y blancas. Casi todos estaban armados de arcos, flechas y escudos, y llevaban a la espalda una especie de red con las piedras redondeadas que con tanta destreza lanzan con sus hondas. ...

En la línea 1667
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Quien hubiera consultado a Conseil habría sabido que los moluscos se dividen en cinco clases, la primera de las cuales, la de los cefalópodos, en sus dos variedades de desnudos y de testáceos, comprende a su vez dos familias: la de los dibranquios y la de los tetrabranquios, en función de su número de branquias. Hubiera sabido asimismo que la familia de los dibranquios contiene tres géneros: el argonauta, el calamar y la jibia, en tanto que la de los tetrabranquios tiene uno sólo: el nautilo. Si después de esta explicación de nomenclatura, un entendimiento rebelde confundiera al argonauta, que es acetabulífero, es decir, portador de ventosas con el nautdo, que es tentaculífero, es decir, portador de ten táculos, no tendría perdón. ...

En la línea 1318
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑No, no es un lugar común. Le voy a poner un ejemplo. Hasta ahora se nos ha dicho: «Ama a tu prójimo.» Pues bien, si pongo este precepto en práctica, ¿qué resultará? ‑Piotr Petrovitch hablaba precipitadamente‑. Pues resultará que dividiré mi capa en dos mitades, daré una mitad a mi prójimo y los dos nos quedaremos medio desnudos. Un proverbio ruso dice que el que persigue varias liebres a la vez no caza ninguna. La ciencia me ordena amar a mi propia persona más que a nada en el mundo, ya que aquí abajo todo descansa en el interés personal. Si te amas a ti mismo, harás buenos negocios y conservarás tu capa entera. La economía política añade que cuanto más se elevan las fortunas privadas en una sociedad o, dicho en otros términos, más capas enteras se ven, más sólida es su base y mejor su organización. Por lo tanto, trabajando para mí solo, trabajo, en realidad, para todo el mundo, pues contribuyo a que mi prójimo reciba algo más que la mitad de mi capa, y no por un acto de generosidad individual y privada, sino a consecuencia del progreso general. La idea no puede ser más sencilla. No creo que haga falta mucha inteligencia para comprenderla. Sin embargo, ha necesitado mucho tiempo para abrirse camino entre los sueños y las quimeras que la ahogaban. ...

En la línea 1704
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Va descalza, va descalza ‑murmuró el herido, fijando su mirada casi inconsciente en los desnudos piececitos de la niña. ...

En la línea 1717
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Catalina Ivanovna se llevó a Lidotchka y al niño a un rincón ‑el de la estufa‑ y allí se arrodilló con ellos. La niña no hacía más que temblar. El pequeñuelo, descansando con la mayor tranquilidad sobre sus desnudas rodillitas, levantaba su diminuta mano y hacía grandes signos de la cruz y profundas reverencias. Catalina Ivanovna se mordía los labios y contenía las lágrimas. Ella también rezaba y entre tanto, arreglaba de vez en cuando la camisa de su hijito. Luego echó sobre los desnudos hombros de la niña un pañuelo que sacó de la cómoda sin moverse de donde estaba. ...

En la línea 1057
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Tendría que despedirse de esa vida tan buena, tan pura; de las miradas de amor y agradecimiento que se fijaban en él. En vez de eso pasaría por el presidio, el cepo, la chaqueta roja, la cadena al pie, el calabozo, y todos los horrores conocidos. ¡A su edad y después de lo que había sido! Si fuera joven todavía, pero anciano y ser tuteado por todo el mundo, humillado por el carcelero, apaleado; llevar los pies desnudos en los zapatos herrados; presentar mañana y tarde su pierna al martillo de la ronda que examina los grilletes. ...

Errores Ortográficos típicos con la palabra Desnudos

Cómo se escribe desnudos o deznudoz?

Busca otras palabras en esta web

Palabras parecidas a desnudos

La palabra sevillanas
La palabra dilataban
La palabra guitarras
La palabra traidora
La palabra eches
La palabra diariamente
La palabra bocado

Webs Amigas:

Ciclos formativos en Ciudad Real . Ciclos Fp de informática en Cáceres . Ciclos Fp de Administración y Finanzas en Zamora . - Hotel Cantabria Olimpo en Cantabria