La palabra Derechos ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
El cuervo de Leopoldo Alias Clarín
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
Memoria De Las Islas Filipinas. de Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece derechos.
Estadisticas de la palabra derechos
La palabra derechos es una de las palabras más comunes del idioma Español, estando en la posición 560 según la RAE.
Derechos es una palabra muy común y se encuentra en el Top 500 con una frecuencia media de 151.24 veces en cada obra en castellano
El puesto de esta palabra se basa en la frecuencia de aparición de la derechos en 150 obras del castellano contandose 22989 apariciones en total.
Errores Ortográficos típicos con la palabra Derechos
Cómo se escribe derechos o derrechos?
Cómo se escribe derechos o derechoz?
Cómo se escribe derechos o derecos?

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece derechos
La palabra derechos puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 667
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Toda la huerta que tenía agravios que vengar estaba allí, gesticulante y ceñuda, hablando de sus derechos, impaciente por soltar ante los síndicos o jueces de las siete acequias el interminable rosario de sus quejas. ...
En la línea 620
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Nada había hecho esta virtud pálida para libertar a los hombres. Era la rebeldía, la protesta desesperada, la que había roto las ligaduras del antiguo siervo, la que emanciparía al asalariado moderno, adulado con toda clase de derechos ideales, menos el derecho al pan. ...
En la línea 1232
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Otros, más ricos, «tenían vergüenza», según declaraban con caballeresca arrogancia, negándose a todo arreglo con los rebeldes. Don Pablo Dupont era el más fogoso de ellos. Antes perdía su bodega que _bajarse_ a aquella gentuza. ¡Irle con imposiciones a él, que era el padre de sus trabajadores, y cuidaba no sólo del sustento de su cuerpo, sino de la salud de su almo, libertándola del «grosero materialismo!» --Es una «cuestión de principios»--declaraba en su escritorio ante los empleados, que movían afirmativamente la cabeza aun antes de que él hablase.--Yo soy capaz de darles lo que desean, y más aún. ¡Pero que no me lo pidan; que no me lo exijan! Eso es negar mis sagrados derechos de amo... A mí el dinero me importa poco, y la prueba es que antes que ceder, mejor quiero que se pierda la cosecha de Marchamalo. ...
En la línea 1233
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y Dupont, agresivo en la defensa de lo que llamaba sus derechos, no sólo se negaba a oír las pretensiones de los braceros, sino que había expulsado de la viña a todos los que se significaban como agitadores mucho antes de que intentasen rebelarse. ...
En la línea 283
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... ; después, los derechos de la Hacienda por transmisión de dominio, la liquidación, las hijuelas, el notario, probablemente la curia, los peritos. ...
En la línea 318
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... Como tenían tiempo de sobra, no iban derechos a Regatos, sino dando los rodeos que determinaban los azares de la caza con liga, una de las aficiones secundarias de don Ángel. ...
En la línea 4820
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... La etiqueta no tenía minucias que le fuesen extrañas, sabía cuáles eran los derechos de los grandespropietarios, conocía a fondo la montería y la halconería y cierto día, hablando de ese gran arte, había asombrado al rey Luis XIII mismo, que, sin embargo, pasaba por maestro de la materia. ...
En la línea 5770
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Sed bienvenido, señor -dijo Milady con una voz cuya dulzura singular contrastaba con los síntomas de mal humor que acababa de observar D'Artagnan-, hoy habéis adquirido derechos eternos para mi gratitud. ...
En la línea 202
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... El tabaco de Filipinas por su calidad, y segun el gusto y opinion de los consumidores nacionales y estranjeros, ocupa el primer lugar, despues del de la Habana, entre todas las clases de tabacos que se cultivan en Asia y América, y el precio ventajoso que el tabaco de Manila conserva constantemente en los mercados de la India, China, Batavia, Islas Marianas, Cabo de Buena-Esperanza y otros puntos, sobre todos los de otras procedencias, justifica ese concepto, asi como los crecidos derechos con que las mas de esas aduanas lo han recargado. ...
En la línea 4093
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... ¡Tales son las glorias del mundo! ¡Aquellas chozas eran todo lo que el rugiente mar y la garra del tiempo habían dejado de Duyo, la gran ciudad! Y ahora, derechos a Finisterre. ...
En la línea 4760
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Además, no era de ideas carlistas, porque durante sus estudios había leído libros escritos en tiempos antiguos por algunos compatriotas míos, donde no se habla más que de repúblicas, de libertades y de derechos del hombre, de suerte que se inclinaba más al sistema liberal que al de don Carlos; declinó, por tanto, la oferta de don Carlos, y todos sus parientes le abandonaron, mientras los liberales le acosaban de pueblo en pueblo como a bestia salvaje. ...
En la línea 2160
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Pero decía él que no le fatigaba tanto esto cuanto le ponía en confusión saber, por cosa muy cierta, que un descomunal gigante, señor de una grande ínsula, que casi alinda con nuestro reino, llamado Pandafilando de la Fosca Vista (porque es cosa averiguada que, aunque tiene los ojos en su lugar y derechos, siempre mira al revés, como si fuese bizco, y esto lo hace él de maligno y por poner miedo y espanto a los que mira); digo que supo que este gigante, en sabiendo mi orfandad, había de pasar con gran poderío sobre mi reino y me lo había de quitar todo, sin dejarme una pequeña aldea donde me recogiese; pero que podía escusar toda esta ruina y desgracia si yo me quisiese casar con él; mas, a lo que él entendía, jamás pensaba que me vendría a mí en voluntad de hacer tan desigual casamiento; y dijo en esto la pura verdad, porque jamás me ha pasado por el pensamiento casarme con aquel gigante, pero ni con otro alguno, por grande y desaforado que fuese. ...
En la línea 2517
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y cuando el sol, de su estrellado asiento, derechos rayos a la tierra envía, el llanto crece y doblo los gemidos. ...
En la línea 3179
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... »Fuimos derechos a la iglesia, a dar gracias a Dios por la merced recebida; y, así como en ella entró Zoraida, dijo que allí había rostros que se parecían a los de Lela Marién. ...
En la línea 4676
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Apeóse el carretero y desunció a gran priesa, y el leonero dijo a grandes voces: -Séanme testigos cuantos aquí están cómo contra mi voluntad y forzado abro las jaulas y suelto los leones, y de que protesto a este señor que todo el mal y daño que estas bestias hicieren corra y vaya por su cuenta, con más mis salarios y derechos. ...
En la línea 616
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... El 1.0 de marzo de 1833 y el 16 del mismo mes de 1834, echa el ancla el Beagle en el estrecho de Berkeley, en la isla Falkland oriental. Este archipiélago está situado casi bajo la misma latitud que la embocadura del estrecho de Magallanes; cubre un espacio de 120 millas geográficas por 60: es, pues, la cuarta parte de grande que Irlanda. Francia, España e Inglaterra se han disputado mucho tiempo la posesión de estas miserables islas; después han quedado sin habitar. El gobierno de Buenos Aires se las ha vendido ahora a un particular, reservándose el derecho de trasladar allí a sus criminales, como antiguamente lo hacía España. Inglaterra hizo cierto día valer sus derechos2 y se apoderó de ellas. El inglés que quedó allí guardando la bandera fue asesinado. Se envió un oficial inglés; pero sin que le acompañaran fuerzas suficientes. A nuestra llegada le encontramos a la cabeza de una población cuya mitad, al menos, se componía de rebeldes y asesinos. ...
En la línea 1261
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... s numerosos troncos de árboles muertos, derechos como otros tantos esqueletos, da siempre a estos bosques vírgenes un carácter de solemnidad que no se encuentra nunca en los países civilizados desde antiguas épocas ...
En la línea 2019
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... da la superficie de esta parte de la isla parece haber sido agujereada, como una espumadera por los vapores subterráneos; en varios puntos, se halla soplada, en grandes burbujas, la lava, todavía maleable; en otros sitios se han desplomado las cubiertas de las cavernas así formadas y se ven en el centro pozos circulares con sus brocales derechos. forma regular de estos numerosos cráteres da al país un aspecto de artificio, que me recuerda mucho el de las regiones del Stafforshire donde hay muchos altos hornos ...
En la línea 2552
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... mbién pierden los habitantes de este hemisferio y de las regiones intertropicales uno de los más espléndidos espectáculos aunque para nosotros sea muy común- que puede ofrecer la naturaleza: me refiero al brote de las primeras hojas. verdad que ellos pueden responder que nosotros pagamos muy caro este espectáculo; porque está la tierra durante varios meses cubierta de esqueletos desnudos. verdad, pero podemos replicar que así comprendemos mejor la exquisita belleza de los verdores de la primavera, de que no pueden gozar los que viven entre los trópicos; y cuyos ojos se hastían durante todo el año con las brillantes producciones de estos soberbios climas. mayor número de los árboles a excepción de los gomeros, alcanzan poco grueso, pero son altos y bastante derechos ...
En la línea 416
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¡Y si las gentes supieran! ¿Quién era un embozado que de noche, a la hora de las criadas, como dicen en Vetusta, salía muy recatadamente por la calle del Rosario, torcía entre las sombras por la de Quintana y de una en otra llegaba a los porches de la plaza del Pan y dejaba la Encimada aventurándose por la Colonia, solitaria a tales horas? Pues era don Saturnino Bermúdez, doctor en teología, en ambos derechos, civil y canónico, licenciado en filosofía y letras y bachiller en ciencias: el autor ni más ni menos, de Vetusta Romana, Vetusta Goda, Vetusta Feudal, Vetusta Cristiana, y Vetusta Transformada, a tomo por Vetusta. ...
En la línea 734
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Adulaba a Glocester y le animaba a luchar por la justa causa de sus derechos. ...
En la línea 1693
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Sus derechos de orfandad, que le dijeron que serían una ayuda irrisoria, poco más que nada, tardaría en cobrarlos; no tenía quien le explicase cómo y dónde se pedían. ...
En la línea 2643
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... No bastó la tradicional benevolencia de los profesores para que Trabuco consiguiera hacerse licenciado en ambos derechos. ...
En la línea 984
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Escuchó Alejandro pacientemente todas las imperativas exigencias de los delegados del joven monarca. Pedían la entrega inmediata del príncipe Dj'em, y que permitiese una guarnición francesa en el castillo de Sant' Angelo. César Borgia seguiría en rehenes a Carlos VIII hasta que éste conquistase a Nápoles, y el Pontífice debía darle en seguida la investidura de dicho reino, legitimando asi sus derechos como heredero de los Anjous. ...
En la línea 989
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Alejandro VI, en compensación, debía conservar el castillo de Sant' Angelo, recibir testimonio de obediencia públicamente del rey de Francia, gobernar con entera libertad sus estados y ser protegido por dicho monarca contra todo ataque. ¡Y ni una palabra sobre el reconocimiento de los derechos de Carlos VIII al reino de Nápoles, que era lo que deseaba evitar Borgia!… Tal omisión y el juramento de obediencia del rey francés al Pontífice representaban una victoria diplomática enorme, un triunfo de su autoridad espiritual. ...
En la línea 1332
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —Poseo el Pontificado—dijo—con más derecho que los monarcas españoles poseen sus reinos, de los cuales se apoderaron sin título legal y contra toda ley de conciencia, pues correspondían en justicia a otros de su familia con mayores derechos a obtener la corona. Vuestro rey y vuestra reina no son sino intrusos, y yo lo sé mejor que nadie por haberlos ayudado y apoyado en su juventud, acción de la que tal vez me arrepiento ahora. ...
En la línea 1334
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —Más castigados por Dios han sido vuestros reyes, pues no tienen descendencia masculina. Ese sí que es castigo, por los repetidos ataques que se permite don Fernando contra los derechos d6 la Iglesia, para satisfacer su ambición. ...
En la línea 421
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Los periodos tranquilos resultaban tan peligrosos como los tiempos de guerra. Siempre han existido descontentos de la organización social; siempre los que no tienen miraran con odio a los que poseen. Pero después de las guerras la falta de concordia social aun era más violenta. La envidia que siente el de abajo resultaba más amarga. Como los pobres habían sido soldados a la fuerza, se consideraban con nuevos derechos a poseerlo todo. Cuando cesaban las guerras, los hombres se resistían al trabajo y hablaban de un nuevo reparto de la riqueza… . ...
En la línea 784
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... De seguir los consejos de su padre, la veríamos antes de pocos años sucederle en el alto cargo de Padre de los Maestros. Pero tiene un alma débil y contemporizadora, como la de aquellas hembras que en los primeros días de la Verdadera Revolución lloraban e intercedían por los varones. Por eso desprecia la más eminente posición universitaria de nuestro país, prefiriendo vivir con un hombre amado, en cariñosa servidumbre, adivinando sus deseos para cumplirlos y dejándose despojar de los derechos de superioridad que le confirió, por ser mujer, nuestra victoria revolucionaria. ...
En la línea 1646
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... No tardó en recibir un nuevo golpe, pues cuando soñaba con un ascenso le limpiaron otra vez el comedero. Y he aquí a mi hombre paseándose por Madrid con las manos en los bolsillos, o viendo correr tontamente las horas en este y el otro café, hablando de la situación ¡siempre de la situación, de la guerra y de lo infames, indecentes y mamarrachos que son los políticos españoles! ¡Duro en ellos! Así se desahogan los espíritus alborotados y tempestuosos. Y por aquella vez no había esperanzas para Juan Pablo, porque los suyos, los que él llamaba con tanto énfasis los míos, estaban por los suelos, y había lo que llaman racha en las regiones burocráticas. A veces exploraba el mísero cesante su conciencia, y se asombraba de no encontrar en ella nada en qué fundar terminantemente su filiación política. Porque ideas fijas… Dios las diera; había leído muy poco y nutría su entendimiento de lo que en los cafés escuchaba y de lo que los periódicos le decían. No sabía fijamente si era liberal o no, y con el mayor desparpajo del mundo llamaba doctrinario a cualquiera sin saber lo que la palabra significaba. Tan pronto sentía en su espíritu, sin saber por qué ni por qué no, frenético entusiasmo por los derechos del hombre; tan pronto se le inundaba el alma de gozo oyendo decir que el Gobierno iba a dar mucho estacazo y a pasarse los tales derechos por las narices. ...
En la línea 2054
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Hubiera hurgado doña Lupe a su sobrino mayor para que le relevase la causa de su tristeza; pero como presumía fuese cosa de política, no quiso tocar este punto delicado por no armar camorra con Juan Pablo, que era o había sido carlista, al paso que doña Lupe era liberal, cosa extraña, liberal en toda la extensión de la palabra. Después de servir a D. Carlos en una posición militar administrativa, Rubín había sido expulsado del Cuartel Real. Sus íntimos amigos le oyeron hablar de calumnias y de celadas traidoras; pero nada se sabía concretamente. Dejaba escapar de su pecho exclamaciones de ira, juramentos de venganza y apóstrofes de despecho contra sí mismo. «¡Bien merecido lo tengo por meterme con esa gente!». Cuando llegó a Madrid echado de la corte de D. Carlos, fue a casa de su tía, según costumbre antigua; pero apenas paraba en la casa. Dormía fuera, comía también fuera, casi siempre en los cafés o en casa de alguna amiga, y doña Lupe se desazonaba juzgando con razón que semejante vida no se ajustaba a las buenas prácticas morales y económicas. De repente, el misántropo volvió al Norte, diciendo que regresaría pronto, y mientras estuvo fuera se supo la muerte de Melitona Llorente. La primera noticia que de la herencia tuvo Juan Pablo diósela su tía paterna por una carta que le dirigió a Bayona. Preparábase a volver a España, y la carta aquella con la noticia que llevaba aceleró su vuelta. Entró por Santander, se fue a Zaragoza por Miranda y de allí a Molina de Aragón. Diez días estuvo en esta villa, donde ninguna dificultad de importancia le ofreció la toma de posesión del caudal heredado. Este ascendía a unos treinta mil duros entre inmuebles y dinero dado a rédito sobre fincas; y descontadas las mandas y los derechos de traslación de dominio, quedaban unos veintisiete mil duros. Cada hermano cobraría nueve mil. Juan Pablo, al llegar a Madrid, escribió a Nicolás para que también viniese, con objeto de estar reunidos los tres hermanos y tratar de la partición. ...
En la línea 2410
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Como Fortunata hacía cada día nuevas relaciones de amistad entre las Filomenas, debo mencionar aquí a dos de estas, quizás las más jóvenes, que se distinguían por la exageración de sus manifestaciones religiosas. Una de ellas era casi una niña, de tipo finísimo, rubia, y tenía muy bonita voz. Cantaba en el coro los estribillos de muy dudoso gusto con que se celebraba la presencia del Dios Sacramentado. Llamábase Belén, y en el tiempo que allí había pasado dio pruebas inequívocas de su deseo de enmienda. Sus pecados no debían de ser muchos, pues era muy joven; pero fueran como se quiera, la chica parecía dispuesta a no dejar en su alma ni rastro de ellos, según la vida de perros que llevaba, las atroces penitencias que hacía y el frenesí con que se consagraba a las tareas de piedad. Decíase que había sido corista de zarzuela, pasando de allí a peor vida, hasta que una mano caritativa la sacó del cieno para ponerla en aquel seguro lugar. Inseparable de esta era Felisa, de alguna más edad, también de tipo fino y como de señorita, sin serlo. Ambas se juntaban siempre que podían, trabajaban en el mismo bastidor y comían en el propio plato, formando pareja indisoluble en las horas de recreo. La procedencia de Felisa era muy distinta de la de su amiguita. No había pertenecido al teatro más que de una manera indirecta, por ser doncella de una actriz famosa, y en el teatro tuvo también su perdición. Llevola a las Micaelas doña Guillermina Pacheco, que la cazó, puede decirse, en las calles de Madrid, echándole una pareja de Orden Público, y sin más razón que su voluntad, se apoderó de ella. Guillermina las gastaba así, y lo que hizo con Felisa habíalo hecho con otras muchas, sin dar explicaciones a nadie de aquel atentado contra los derechos individuales. ...
En la línea 3070
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Pero como aquí se hacen mangas y capirotes de los derechos adquiridos… ¡qué país! Yo entré en Penales con ocho, después me pasaron a Instrucción Pública con diez, luego cesante, y al fin, para no morirme de hambre, tuve que aceptar seis en Loterías. ...
En la línea 1149
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –No te preocupe tu desventura, buen amigo. Otros hay en el mundo cuya identidad se niega y cuyos derechos se toman a broma. No estás solo. ...
En la línea 1326
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... ¿Nunca se sintió Tom Canty preocupado por el pobre principito legítimo, que lo había tratado tan bondadosamente y que se había lanzado tan celosamente a vengarlo del insolente centinela de la puerta de palacio? Sí. Sus primeros días y noches reales estuvieron bastante salpicados de penosos recuerdos del perdido príncipe y con sinceros deseos de su regreso y feliz reintegración de sus derechos y esplendores naturales. Pero a medida que pasó el tiempo y el príncipe no venía, la mente de Tom estuvo más y más ocupada con sus nuevas y encantadoras experiencias, y poco a poco el desaparecido monarca casi se esfumó de sus pensamientos; y finalmente, cuando a ratos se inmiscuía en ellos, se había convertido ya en espectro mal recibido, porque hacía sentirse a Tom culpable y avergonzado. ...
En la línea 1009
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Habíamos llegado por fin al linde de ese bosque, uno de los más bellos de los inmensos dominios del capitán Nemo. Él lo consideraba como suyo y se atribuía sobre él los mismos derechos que tenían los primeros hombres en los primeros días del mundo. ¿Y quién hubiera podido disputarle la posesión de esa parcela submarina? ¿Había acaso un pionero más audaz que pudiera ir allí, hacha en mano, a desmontar aquellas umbrosas espesuras? ...
En la línea 3027
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Amigos míos, estamos ligados los unos a los otros para siempre, y ambos tenéis derechos sobre mí, que… ...
En la línea 1953
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Creo que vendrán ellas ‑repuso Rasumikhine, que había comprendido la finalidad de la pregunta‑. Sin duda, tendrán que hablar de asuntos de familia. Por lo cual, me marcharé. Tú, como eres el médico, tienes más derechos que yo. ...
En la línea 2459
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Naturalmente, los crímenes cometidos por estos últimos son relativos y diversos. En la mayoría de los casos, estos hombres reclaman, con distintas fórmulas, la destrucción del orden establecido, en provecho de un mundo mejor. Y, para conseguir el triunfo de sus ideas, pasan si es preciso sobre montones de cadáveres y ríos de sangre. Mi opinión es que pueden permitirse obrar así; pero… , que quede esto bien claro… , teniendo en cuenta la clase e importancia de sus ideas. Sólo en este sentido hablo en mi artículo del derecho de esos hombres a cometer crímenes. (Recuerden ustedes que nuestro punto de partida ha sido una cuestión jurídica.) Por otra parte, no hay motivo para inquietarse demasiado. La masa no les reconoce nunca ese derecho y los decapita o los ahorca, dicho en términos generales, con lo que cumple del modo más radical su papel conservador, en el que se mantiene hasta el día en que generaciones futuras de esta misma masa erigen estatuas a los ajusticiados y crean un culto en torno de ellos… , dicho en términos generales. Los hombres de la primera categoría son dueños del presente; los de la segunda del porvenir. La primera conserva el mundo, multiplicando a la humanidad; la segunda empuja al universo para conducirlo hacia sus fines. Las dos tienen su razón de existir. En una palabra, yo creo que todos tienen los mismos derechos. Vive donc la guerre éternelle… , hasta la Nueva Jerusalén, entiéndase. ...
En la línea 4864
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Pero su vergüenza no la provocaban los grilletes ni la cabeza rapada. Le habían herido cruelmente en su orgullo, y era el dolor de esta herida lo que le atormentaba. ¡Qué feliz habría sido si hubiese podido hacerse a sí mismo alguna acusación! ¡Qué fácil le habría sido entonces soportar incluso el deshonor y la vergüenza! Pero, por más que quería mostrarse severo consigo mismo, su endurecida conciencia no hallaba ninguna falta grave en su pasado. Lo único que se reprochaba era haber fracasado, cosa que podía ocurrir a todo el mundo. Se sentía humillado al decirse que él, Raskolnikof, estaba perdido para siempre por una ciega disposición del destino y que tenía que resignarse, que someterse al absurdo de este juicio sin apelación si quería recobrar un poco de calma. Una inquietud sin finalidad en el presente y un sacrificio continuo y estéril en el porvenir: he aquí todo lo que le quedaba sobre la tierra. Vano consuelo para él poder decirse que, transcurridos ocho años, sólo tendría treinta y dos y podría empezar una nueva vida. ¿Para qué vivir? ¿Qué provecho tenía? ¿Hacia dónde dirigir sus esfuerzos? Bien que se viviera por una idea, por una esperanza, incluso por un capricho, pero vivir simplemente no le había satisfecho jamás: siempre había querido algo más. Tal vez la violencia de sus deseos le había hecho creer tiempo atrás que era uno de esos hombres que tienen más derechos que el tipo común de los mortales. ...
En la línea 770
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Conforme dejaban atrás el puente, llegando a internarse en la frondosa alameda que a Vesse conduce, dilatábasele el corazón a Lucía, creyendo hallarse de veras en el campo. Estaban allí los árboles menos simétricos, limpios y derechos que en Vichy; más desigual el suelo de la ruta; más virgen la hierba de los linderos; menos barnizadas, pulidas y flamantes las quintas y hoteles que ambos lados del camino guarnecían. Ninguna mano celosa barriera las hojas secas que hacían natural y blanca alfombra, ni los parches de boñiga de vaca caídos a trechos como descomunales obleas negras. De tiempo en tiempo veíase algún cobertizo, en cuya sombra relucían los aperos de labranza y el rústico y potente olor de la fecunda tierra labradía penetraba en los pulmones, sano y fuerte como las robustas hortalizas que vegetaban en los huertos próximos. Corta distancia había desde el puente al manantial intermitente. Cruzaban el zaguán de la casita, entraban en el jardín y se dirigían al cenador cubierto de viña virgen, que el pilón resguardaba. Hallábase el pilón vacío, y el tubo de bronce del surtidor no despedía ni gota de agua. Pero Pilar sabía de antemano la hora del singular fenómeno, y calculaba con exactitud. El tiempo que tardaba en presentarse estábase ella inclinada sobre el pilón, palpitante, muda, haciendo un embudo al oído con la diestra. ...
En la línea 1167
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -No importa -murmuró él resignado y humilde-. Por lo mismo… Yo le serviré de padre, Lucía; yo respetaré tus sacros derechos como no los respetará tu marido, no. Seremos tres dichosos en vez de dos… nada más. ...
En la línea 364
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Entre los pasajeros del 'Mongolia' había algunos funcionarios civiles y oficiales de toda graduación. De éstos pertenecían unos al ejército británico propiamente dicho, otros mandaban tropas indígenas de cipayos, todos con muy buenos sueldos, aun ahora después que el gobierno se ha sustituido a los derechos y cargas de la antigua Compañía de las Indias. Los subtenientes tenían trescientas libras de sueldo, los brigadieres dos mil quinientas y los generales cuatro mil. ...

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