Cómo se escribe.org.es

La palabra bueno
Cómo se escribe

la palabra bueno

La palabra Bueno ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
El cuervo de Leopoldo Alias Clarín
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
Memoria De Las Islas Filipinas. de Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
El Señor de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Niebla de Miguel De Unamuno
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Fantina Los miserables Libro 1 de Victor Hugo
La llamada de la selva de Jack London
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece bueno.

Estadisticas de la palabra bueno

La palabra bueno es una de las palabras más comunes del idioma Español, estando en la posición 465 según la RAE.

Bueno es una palabra muy común y se encuentra en el Top 500 con una frecuencia media de 179.32 veces en cada obra en castellano

El puesto de esta palabra se basa en la frecuencia de aparición de la bueno en 150 obras del castellano contandose 27256 apariciones en total.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Bueno

Cómo se escribe bueno o vueno?


la Ortografía es divertida


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece bueno

La palabra bueno puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 295
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Como él era bueno (por mas que la gente no lo creyese), no podía consentir que el labrador siguiese matándose en este empeño de cultivar unas tierras más grandes que sus fuerzas. ...

En la línea 403
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Allí había ido él muchas veces por sus asuntos, y allá iba ahora, a ver si el demonio era tan bueno que le hacía tropezar con el amo, el cual raro era el día que no inspeccionaba, con su mirada de avaro, los hermosos árboles uno por uno, como si tuviese contadas las naranjas. ...

En la línea 415
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¿Y aún dicen que el demonio no es bueno? Allí estaba su hombre; el mismo que deseaba ver desde el día anterior. ...

En la línea 1469
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Sus infortunios como carretero le habían hecho conocer las bestias, y se reía interiormente de algunos curiosos que, influídos por el mal aspecto del caballo, discutían con el gitano, diciendo que sólo era bueno para enviarlo a la Caldera. ...

En la línea 70
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Ríe, muchacho, ríe. Todos sois lo mismo: no habéis conocido lo bueno y os extraña que los viejos encontremos tan malo lo presente. ¿Sabes a cómo se pagaba antes la bota de treinta y una arrobas? Pues llegó a valer 230 pesos; y ahora se ha vendido en algunos años a 21 pesos. ...

En la línea 202
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La abundancia hacía generosos a los trabajadores de tales tiempos; pensaban en cosas _altas_ que no acertaban a definir, pero cuya grandeza presentían confusamente. Además, la nación entera estaba de revuelta. A corta distancia de Jerez, en el mar invisible cuyas brisas llegaban hasta las viñas, los barcos del gobierno habían disparado sus cañones para anunciar a la reina que debía abandonar su trono. El tiroteo de Alcolea, al otro extremo de Andalucía, despertaba a toda España; «la raza espúrea» había huido: la vida era mejor y el vino parecía más bueno al pensar (¡consoladora ilusión!) que cada uno poseía una pequeña parte de aquél poder retenido antes por una sola persona. Además, ¡qué de músicas arrulladoras para el pobre!, ¡qué de elogios y adulaciones al pueblo que meses antes no era nada y ahora lo era todo! El señor Fermín se conmovía recordando esta época feliz, que fue la de su matrimonio con la _pobre mártir_, como él llamaba a su difunta mujer. ...

En la línea 209
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¡Por fin, ya la tenían! ¡Llegaba lo bueno!... Pero a los pocos meses le buscó Salvatierra, como a otros muchos. Los de Madrid eran unos traidores y la tal República resultaba un pastel. Había que hacerla federal o matarla; era preciso proclamar los cantones. Y otra vez Fermín, con el fusil al hombro, batiéndose en Sevilla, en Cádiz y en la montaña por cosas que no entendía, pero que debían ser verdades tan claras como el sol, ya que Salvatierra las proclamaba. De esta segunda aventura salió peor librado. Le cogieron y pasó muchos meses en el Hacho de Ceuta, confundido con prisioneros carlistas e insurrectos cubanos, en un amontonamiento y una miseria de los que aún se acordaba con horror después de tantos años. ...

En la línea 279
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Rafaé: me dicen muchas cosas de ti y toas son malas... ¡Pero tú eres bueno! ¿verdá que cambiarás?... ...

En la línea 334
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... «Bueno, bueno; no hay que hacer caso», piensa Cuervo. ...

En la línea 1455
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Vuestro asunto no es malo -dijo Athos después de haber de gustado el vino como experto a indicado con un signo de cabeza que lo encontraba bueno-, y se podrá sacar de ese buen hombre de cin cuenta a sesenta pistolas. ...

En la línea 1578
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¡A la vuestra, señor D'Artagnan!-¡Y por encima de todas éstas -exclamó D'Artagnan como arre batado por su entusiasmo-, a la del rey y del cardenal!Quizá eljefe de los esbirros hubiera dudado de la sinceridad de D'Ar tagnan si el vino hubiera sido malo, pero al ser bueno el vino, se que dó convencido. ...

En la línea 1625
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Mi espada; bueno, está a mi la do. ...

En la línea 1808
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¡Pardiez! Estaría bueno que esa paloma rezagada bus case la casa de nuestro amigo. ...

En la línea 287
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Esta carta es una órden que en mi tiempo daban los señores contador ó tesorero de la hacienda, y con ella el boticario despachaba las recetas que el agraciado solicitaba: para cobrar el importe de estas recetas, que se hacia por años, las pasaba el boticario con su cuenta y visto bueno del contralor del hospital á las oficinas principales de la hacienda, y los señores ministros comisionaban un empleado de su confianza que fuese realizando esas recetas: todo anomalía, todo injusticia si se quiere, y todo rutina, abuso y despotismo, que es necesario destruir y crear órden, regularidad y estricta justicia. ...

En la línea 473
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Mas con todo, bueno y oportuno parece dar alguna razon de su importancia y utilidad, para que se jeneralice mas la idea ventajosa y favorable que tienen de aquellas Islas cuantos las conocen con algun fundamento, y presentar la poca exactitud con que se ha escrito el tal folleto; pues sin embargo de conceder á su autor la mejor buena fe y el mas vivo deseo de la prosperidad de esta trabajada nacion (en lo que no nos aventaja), avanza demasiado y aventura mucho en lo que propone; y siendo un mal de la mayor trascendencia y gravedad la sola indicacion que hace de la desmembracion de las Islas Filipinas, es muy justo y puesto en razon procurar el oportuno remedio al daño que aquellas ideas puedan haber causado. ...

En la línea 247
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Si sus hijos son o no dignos de tal madre, es una cuestión distinta que no pretendo resolver; me contento con observar que, entre muchas cosas lamentables y reprensibles, he encontrado también muchas nobles y admirables; muchas virtudes heroicas, austeras, y muchos crímenes de horrible salvajismo; pero muy poco vicio de vulgar bajeza, al menos entre la gran masa de la nación española, a la que concierne mi misión; porque bueno será notar aquí que no tengo la pretensión de conocer íntimamente a la aristocracia española, de la que me mantuve tan apartado como me lo permitieron las circunstancias; _en revanche_ he tenido el honor de vivir familiarmente con los campesinos, pastores y arrieros de España, cuyo pan y _bacallao_ he comido, que siempre me trataron con bondad y cortesía, y a quienes con frecuencia he debido amparo y protección. ...

En la línea 656
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Pregunté a mis amigos los _contrabandistas_ qué significaba el romero, y me dijeron que era bueno contra las brujas y las desventuras del camino. ...

En la línea 865
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Uno de ellos tiene en su casa una hija del Nazareno: es de Swirah, y de tal país no puede venir nada bueno. ...

En la línea 1153
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Tengo en la cuadra un _gras_, el mismo que compré en Olivenza, como te dije en otra ocasión; es bueno y ligero, y me costó, a mí que soy gitano, cincuenta _chulé_; tú puedes ir en el _gras_; yo montaré en el _macho_. ...

En la línea 153
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Miróle el ventero, y no le pareció tan bueno como don Quijote decía, ni aun la mitad; y, acomodándole en la caballeriza, volvió a ver lo que su huésped mandaba, al cual estaban desarmando las doncellas, que ya se habían reconciliado con él; las cuales, aunque le habían quitado el peto y el espaldar, jamás supieron ni pudieron desencajarle la gola, ni quitalle la contrahecha celada, que traía atada con unas cintas verdes, y era menester cortarlas, por no poderse quitar los ñudos; mas él no lo quiso consentir en ninguna manera, y así, se quedó toda aquella noche con la celada puesta, que era la más graciosa y estraña figura que se pudiera pensar; y, al desarmarle, como él se imaginaba que aquellas traídas y llevadas que le desarmaban eran algunas principales señoras y damas de aquel castillo, les dijo con mucho donaire: -Nunca fuera caballero de damas tan bien servido como fuera don Quijote cuando de su aldea vino: doncellas curaban dél; princesas, del su rocino, o Rocinante, que éste es el nombre, señoras mías, de mi caballo, y don Quijote de la Mancha el mío; que, puesto que no quisiera descubrirme fasta que las fazañas fechas en vuestro servicio y pro me descubrieran, la fuerza de acomodar al propósito presente este romance viejo de Lanzarote ha sido causa que sepáis mi nombre antes de toda sazón; pero, tiempo vendrá en que las vuestras señorías me manden y yo obedezca, y el valor de mi brazo descubra el deseo que tengo de serviros. ...

En la línea 258
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... El cual, después que se vio solo, tornó a probar si podía levantarse; pero si no lo pudo hacer cuando sano y bueno, ¿cómo lo haría molido y casi deshecho? Y aún se tenía por dichoso, pareciéndole que aquélla era propia desgracia de caballeros andantes, y toda la atribuía a la falta de su caballo, y no era posible levantarse, según tenía brumado todo el cuerpo. ...

En la línea 301
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Hízolo así el ama con mucho contento, y el bueno de Esplandián fue volando al corral, esperando con toda paciencia el fuego que le amenazaba. ...

En la línea 328
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Este libro, señor compadre, tiene autoridad por dos cosas: la una, porque él por sí es muy bueno, y la otra, porque es fama que le compuso un discreto rey de Portugal. ...

En la línea 187
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Parece probable que esta nueva inmigración ha ocurrido desde el tiempo de Azara. El gallinazo suele preferir un clima húmedo, o más bien las cercanías del agua dulce; por eso abunda en extremo en el Brasil y en el Plata y nunca se le encuentra en las llanuras áridas y desiertas de la Patagonia septentrional, excepto a lo largo de algunos ríos. Estas aves frecuentan las Pampas hasta las Cordilleras, pero ni una sola he visto en Chile; en el Perú se las respeta, por considerarlas como los verdaderos barrenderos de las calles. Ciertamente puede decirse que esta clase de buitres viven en sociedad, pues parecen complacerse en su mutua compañía y no sólo se reúnen para arrojarse contra una presa común. En un día bueno pueden observarse a menudo bandadas enteras cerniéndose a grandes alturas, describiendo cada ave las más graciosas evoluciones. Estas evoluciones no pueden ser para ellas más que un ejercicio, o tal vez se relacionen con sus enlaces matrimoniales. ...

En la línea 504
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... En el caso antedicho, el perro de pastor considera a los carneros como hermanos suyos y adquiere de ese modo confianza en sí mismo; los perros salvajes, aun sabiendo que cada carnero individualmente no es un perro, sino un animal bueno de comer, adoptan, sin duda, también en parte ese mismo criterio cuando se hallan en presencia de un perro de pastor a la cabeza de un rebaño. ...

En la línea 589
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Durante su último viaje lo había remontado el capitán Stokes en una extensión de cerca de 30 millas; pero la falta de provisiones le obligó a retroceder. No se conocía de este río más que lo descubierto en la excursión de que acabo de hablar. El capitán Fitz-Roy se resuelve a penetrar todo lo que el tiempo permitiese, y partimos el 18 en tres balleneras llevando provisiones para tres semanas. Componíase nuestra -expedición de 25 hombres, fuerza suficiente para desafiar a un ejército de indios. La marea ascendente nos arrastró muy pronto; el tiempo estaba bueno e hicimos una larga etapa; no tardamos en beber agua dulce del río, y por la tarde nos encontramos donde ya no se dejaba sentir la marea. ...

En la línea 767
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Decide el capitán Fitz-Roy dejar el estrecho de Magallanes por el de la Magdalena, descubierto poco tiempo hace. Nos dirigimos directamente al sur, siguiendo ese sombrío embudo a que ya me he referido y que he dicho que parecía conducir a otro mundo más terrible que este. El viento es bueno, pero hay mucha bruma, por lo que no distinguimos el paisaje sino de tarde en tarde. Gruesas nubes, negras, pasan con rapidez sobre las montañas, cubriéndolas casi desde la base al vértice. Las pocas que distinguimos entre las masas negras nos interesan mucho: vértices recortados, conos de nieve, ventisqueros azules, siluetas que se destacan sobre un cielo de color lúgubre, aparecen a diferentes alturas y distancias. En medio de estos cuadros echamos el ancla en el cabo Turu, cerca del monte Sarmiento, oculto entonces por las nubes. En la base de los altos y casi perpendiculares acantilados que rodean la pequeña bahía en que nos encontramos, nos recuerda una choza (wigwam) abandonada que en ocasiones habita el hombre estas egiones desoladas. ...

En la línea 299
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Pero si moría un obrero bueno, creyente, nacían dos, tres, que ya jamás oirían hablar de resignación, de lealtad, de fe y obediencia. ...

En la línea 453
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Decía así: Saturnillo: usted que es tan bueno ¿querrá hacerme el obsequio de venir a esta su casa a las tres de la tarde? Le espero con. ...

En la línea 512
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Mientras se hablaba de lo mucho bueno que había en la catedral y el lugareño se pasmaba y su señora repetía aquellas admiraciones, Obdulia se miraba como podía, en las altas cornucopias. ...

En la línea 604
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... No era don Cayetano uno de tantos canónigos laudatores temporis acti, como decía él; no alababa el tiempo pasado por sistema, pero en punto a poesía era preciso confesar que la revolución no había traído nada bueno. ...

En la línea 222
del libro El Señor
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... En los Cuatro Cantones Juan vio una esperanza: si la campanilla seguía de frente, bajando por la calle de Platerías, bueno; si tiraba a la derecha, también; pero si tomaba la izquierda. ...

En la línea 113
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Y el bueno de don Baltasar se Imaginaba a todo el mundo enterado de cuáles eran los colores de la bandera española, y convencido de que su botoncito revelaría instantáneamente, a cuantos lo mirasen, su patria y su religión. ...

En la línea 725
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —A mí lo que me interesa—decía Enciso—es que las gentes tengan una novela en su vida. Lo importante es ser alguien. El malo acaba por hacerse bueno; Dios perdona a todos y debemos imitar su bondad infinita. ...

En la línea 728
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Algunas matronas sudamericanas resumían su admiración deseando para sus hijas un esposo tan rico y tan bueno como Enciso de las Casas. ...

En la línea 1154
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Conocía Claudio la vida íntima de este jovenzuelo, hermoso, valiente pero de una inteligencia inferior a la de César y Lucrecia. En los papeles del canónigo Figueras había encontrado la copia de varias cartas dirigidas por el Pontífice a su hijo mayor. Le daba consejos sobre su manera de vivir, recomendándole que no fuese dispendioso, y se mostraba siempre afable, bueno con los humildes, procurando en todas ocasiones no dar motivo de Intranquilidad o disgusto a su esposa la duquesa, pues la paz de la familia debía ser más importante para un caballero cristiano que las fugaces aventuras amorosas. Le aconsejaba Igualmente que fuese devoto de la Virgen y le reñía por algunas travesuras de su desenfrenada juventud. ...

En la línea 843
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - No crea usted sus palabras -dijo Popito con dulzura-. Ra-Ra es bueno, aunque parezca amargado y cruel por las persecuciones de que se ve objeto… . Yo estoy a su lado, y cuando el amor une verdaderamente a dos seres, el hombre solo es perverso si la mujer se lo consiente. ...

En la línea 1627
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Dejela aquí, gentleman. ¿Por qué me la arrebata? Esa tumba que quiere darle es tan enorme, ¡es tan fría!… Usted es bueno, gentleman; usted me ha protegido siempre. Atienda mis ruegos. ...

En la línea 58
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... A los dos meses de casados, y después de una temporadilla en que Barbarita estuvo algo distraída, melancólica y como con ganas de llorar, alarmando mucho a su madre, empezaron a notarse en aquel matrimonio, en tan malas condiciones hecho, síntomas de idilio. Baldomero parecía otro. En el escritorio canturriaba, y buscaba pretextos para salir, subir a la casa y decir una palabrita a su mujer, cogiéndola en los pasillos o donde la encontrase. También solía equivocarse al sentar una partida, y cuando firmaba la correspondencia, daba a los rasgos de la tradicional rúbrica de la casa una amplitud de trazo verdaderamente grandiosa, terminando el rasgo final hacia arriba como una invocación de gratitud dirigida al Cielo. Salía muy poco, y decía a sus amigos íntimos que no se cambiaría por un Rey, ni por su tocayo Espartero, pues no había felicidad semejante a la suya. Bárbara manifestaba a su madre con gozo discreto, que Baldomero no le daba el más mínimo disgusto; que los dos caracteres se iban armonizando perfectamente, que él era bueno como el mejor pan y que tenía mucho talento, un talento que se descubría donde y como debe descubrirse, en las ocasiones. En cuanto estaba diez minutos en la casa materna, ya no se la podía aguantar, porque se ponía desasosegaba y buscaba pretextos para marcharse diciendo: «Me voy, que está mi marido solo». ...

En la línea 81
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... He dicho que eran nueve. Falta consignar que de estas nueve cifras, siete correspondían al sexo femenino. ¡Vaya una plaga que le había caído al bueno de Gumersindo! ¿Qué hacer con siete chiquillas? Para guardarlas cuando fueran mujeres, se necesitaba un cuerpo de ejército. ¿Y cómo casarlas bien a todas? ¿De dónde iban a salir siete maridos buenos? Gumersindo, siempre que de esto se le hablaba, echábalo a broma, confiando en la buena mano que tenía su mujer para todo. «Verán—decía—, cómo saca ella de debajo de las piedras siete yernos de primera». Pero la fecunda esposa no las tenía todas consigo. Siempre que pensaba en el porvenir de sus hijas se ponía triste; y sentía como remordimientos de haber dado a su marido una familia que era un problema económico. Cuando hablaba de esto con su cuñada Barbarita, lamentábase de parir hembras como de una responsabilidad. Durante su campaña prolífica, desde el 38 al 60, acontecía que a los cuatro o cinco meses de haber dado a luz, ya estaba otra vez en cinta. Barbarita no se tomaba el trabajo de preguntárselo, y lo daba por hecho. «Ahora—le decía—, vas a tener un muchacho». Y la otra, enojada, echando pestes contra su fecundidad, respondía: «Varón o hembra, estos regalos debieran ser para ti. A ti debiera Dios darte un canario de alcoba todos los años». ...

En la línea 112
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Era Plácido hermano de la Paz y Caridad, cofradía cuyo domicilio estuvo en la derribada parroquia. Iba, pues, a auxiliar a los reos de muerte en la capilla y a darles conversación en la hora tremenda, hablándoles de lo tonta que es esta vida, de lo bueno que es Dios y de lo ricamente que iban a estar en la gloria. ¡Qué sería de los pobrecitos reos si no tuvieran quien les diera un poco de jarabe de pico antes de entregar su cuello al verdugo! ...

En la línea 132
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Cuando Estupiñá le vio entrar sintió tanta alegría, que a punto estuvo de ponerse bueno instantáneamente por la sola virtud del contento. No estaba el hablador en la cama sino en un sillón, porque el lecho le hastiaba, y la mitad inferior de su cuerpo no se veía porque estaba liado como las momias, y envuelto en mantas y trapos diferentes. Cubría su cabeza, orejas inclusive, el gorro negro de punto que usaba dentro de la iglesia. Más que los dolores reumáticos molestaba al enfermo el no tener con quién hablar, pues la mujer que le servía, una tal doña Brígida, patrona o ama de llaves, era muy displicente y de pocas palabras. No poseía Estupiñá ningún libro, pues no necesitaba de ellos para instruirse. Su biblioteca era la sociedad y sus textos las palabras calentitas de los vivos. Su ciencia era su fe religiosa, y ni para rezar necesitaba breviarios ni florilogios, pues todas las oraciones las sabía de memoria. Lo impreso era para él música, garabatos que no sirven de nada. Uno de los hombres que menos admiraba Plácido era Guttenberg. Pero el aburrimiento de su enfermedad le hizo desear la compañía de alguno de estos habladores mudos que llamamos libros. Busca por aquí, busca por allá, y no se encontraba cosa impresa. Por fin, en polvoriento arcón halló doña Brígida un mamotreto perteneciente a un exclaustrado que moró en la misma casa allá por el año 40. Abriolo Estupiñá con respeto, ¿y qué era? El tomo undécimo del Boletín Eclesiástico de la Diócesis de Lugo. Apechugó, pues, con aquello, pues no había otra cosa. Y se lo atizó todo, de cabo a rabo, sin omitir letra, articulando correctamente las sílabas en voz baja a estilo de rezo. Ningún tropiezo le detenía en su lectura, pues cuando le salía al encuentro un latín largo y oscuro, le metía el diente sin vacilar. Las pastorales, sinodales, bulas y demás entretenidas cosas que el libro traía, fueron el único remedio de su soledad triste, y lo mejor del caso es que llegó a tomar el gusto a manjar tan desabrido, y algunos párrafos se los echaba al coleto dos veces, masticando las palabras con una sonrisa, que a cualquier observador mal enterado le habría hecho creer que el tomazo era de Paul de Kock. ...

En la línea 183
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –El rey su Majestad sabe que el gran mariscal hereditario de Inglaterra se encuentra prisionero en la Torre. No sería bueno que un prisionero… ...

En la línea 188
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Eres bueno para mí, que soy indigno de ello, ¡oh grande y poderoso señor! En verdad lo sé. Pero… , pero… me duele pensar en el que va a morir y… ...

En la línea 435
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Eres bueno conmigo. Sí, muy bueno conmigo. Toma esto y póntelo; yo no lo necesitaré más. ...

En la línea 435
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Eres bueno conmigo. Sí, muy bueno conmigo. Toma esto y póntelo; yo no lo necesitaré más. ...

En la línea 339
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Pero ¿usted no cree, señora –le preguntó Augusto–, que sería bueno que no hubiese sino una sola lengua? ...

En la línea 358
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Bueno, bueno, tía, dejémonos de bromas. ...

En la línea 617
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Sí, mi bueno de don Augusto, cálmese usted y hablemos tranquilamente. ...

En la línea 649
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –¡Vendrán tiempos –exclamó don Fermín– en que se disiparán los convencionalismos sociales todos! Estoy convencido de que las cercas y tapias de las propiedades privadas no son más que un incentivo para los que llamamos ladrones, cuando los ladrones son los otros, los propietarios. No hay propiedad más segura que la que está sin cercas ni tapias, al alcance de todo el mundo. El hombre nace bueno, es naturalmente bueno; la sociedad le malea y pervierte… ...

En la línea 922
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... El cielo estaba sereno y el mar tranquilo. Pero a eso de medio día aparecieron en el Sur unas nubecillas de color y forma que no presagiaban nada bueno. Sandokán no se inquietó demasiado. ...

En la línea 1397
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —No vi nada bueno para nosotros —contestó Sandokán con sorda cólera— La quinta está guardada por centinelas y una cantidad de soldados recorren el parque. Esta noche no podremos intentar nada. ...

En la línea 1259
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Verá usted, señor, lo bueno que es este pan -decía. ...

En la línea 1424
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Era evidente que los indígenas habían tenido ya relación con los europeos y que conocían sus navíos. Pero ¿qué podían pensar de aquel largo cilindro de acero inmovilizado en la bahía, sin mástiles ni chimenea? Nada bueno, a juzgar por la respetuosa distancia en que se habían mantenido hasta entonces. Sin embargo, su inmovilidad debía haberles inspirado un poco de confianza, y trataban de familiarizarse con él. Y era precisamente eso lo que convenía evitar. Nuestras armas, carentes de detonación, no eran las más adecuadas para espantar a los indígenas, a los que sólo inspiran respeto las que causan estruendo. Sin el estrépito del trueno, el rayo no espantaría a los hombres, pese a que el peligro esté en el relámpago y no en el ruido. ...

En la línea 1930
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Detestable, en efecto, señor Aronnax. Los historiadores griegos y latinos no hablaban muy bien de él, y Estrabón dijo que era particularmente duro en las épocas de los vientos etesios y de la estación de lluvias. El árabe Edrisi, que lo describió bajo el nombre de Colzum, cuenta que los navíos se destrozaban en gran número en sus bancos de arena y que nadie se arriesgaba a navegar de noche. Es, decía, un mar sometido a terribles huracanes, sembrado de islas inhóspitas y que no «ofrece nada bueno» ni en sus profundidades ni en su superficie. Y tal es la opinión también de Arriano, Agatárquides y Artemidoro. ...

En la línea 3016
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -¡Ah, qué bueno es el oxígeno! -decía Conseil-. Que el señor respire a sus anchas, no tema respirar, que hay aire para todo el mundo. ...

En la línea 193
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... La señora Hubble meneó la cabeza y me contempló con expresión de triste presentimiento de que yo no llegaría a ser bueno, y preguntó: ...

En la línea 319
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Los dos presos iban separados y cada uno de ellos rodeado por algunos hombres que los custodiaban. Yo, entonces, andaba agarrado a la mano de Joe, quien llevaba una de las antorchas. El señor Wopsle quiso emprender el regreso, pero Joe estaba resuelto a seguir hasta el final, de modo que todos continuamos acompañando a los soldados. El camino era ya bastante bueno, en su mayor parte, a lo largo de la orilla del río, del que se separaba a veces en cuanto había una represa con un molino en miniatura y una compuerta llena de barro. Al mirar alrededor podía ver otras luces que se aproximaban a nosotros. Las antorchas que llevábamos dejaban caer grandes goterones de fuego sobre el camino que seguíamos, y allí se quedaban llameando y humeantes. Aparte de eso, la oscuridad era completa. Nuestras luces, con sus llamas agrisadas, calentaban el aire alrededor de nosotros, y a los dos prisioneros parecía gustarles aquello mientras cojeaban rodeados por los soldados y por sus armas de fuego. No podíamos avanzar de prisa a causa de la cojera de los dos desgraciados, quienes estaban, por otra parte, tan fatigados, que por dos o tres veces tuvimos que detenernos todos para darles algún descanso. ...

En la línea 337
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... No recuerdo haber sentido ninguna benevolencia hacia la señora Joe cuando desapareció mi temor de ser descubierto. Pero yo quería a Joe, tal vez por ninguna razón mejor, en aquellos días, que porque aquel pobre muchacho me permitía quererle, y con respecto a él no se consoló tan fácilmente mi conciencia. Comprendía muy bien, y en especial cuando vi que empezaba a buscar su lima, que había debido revelarle la verdad entera. Sin embargo, no lo hice, temeroso de que, si se lo explicaba todo, tal vez tendría de mí una opinión peor de la que merecía. Y el miedo de no gozar ya de la confianza de Joe, así como de la posibilidad de sentarme por la noche en el rincón de la chimenea mirando pesaroso a mi compañero y amigo, perdido ya para siempre, fue bastante para sujetarme la lengua. Erróneamente me dije que si Joe lo supiera, jamás podría verle junto al fuego acariciándose la patilla, sin figurarme que estaba meditando acerca de ello. También creí que, de saberlo, cuando Joe mirase por casualidad la carne del día anterior o el pudding que le habían servido, se acordaría de mi robo, preguntándose si yo había hecho ya alguna visita a la despensa. Díjeme también que, si se lo descubría, cuando en nuestra vida doméstica observase que la cerveza era floja o fuerte, sospecharía tal vez que se le hubiese mezclado alquitrán, y eso me haría ruborizar hasta la raíz de los cabellos. En una palabra, fui demasiado cobarde para hacer lo bueno, como también para llevar a cabo lo malo. En aquel tiempo, yo no había tratado a nadie todavía y no imitaba a ninguno de los habitantes del mundo que proceden de este modo. Y como si hubiese sido un genio en bruto, descubrí la conducta que me convenía seguir. ...

En la línea 718
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Será falso - exclamó, resuelta, la señora Joe -. Si fuese bueno, no se lo habría dado al muchacho. Vamos a verlo. ...

En la línea 176
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑El panecillo blanco te lo traeré en seguida pero el salchichón… ¿No prefieres un plato de chtchis? Es de ayer y está riquísimo. Te lo guardé, pero viniste demasiado tarde. Palabra que está muy bueno. ...

En la línea 198
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Bueno, bueno; no pongas esa cara tan terrible… ¿Y qué me dices del panecillo blanco? ¿Hay que ir a buscarlo, o no? ...

En la línea 227
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Todo induce a creer que Piotr Petrovitch es un hombre respetable a carta cabal. En su primera visita nos dijo que era un espíritu realista, que compartía en muchos puntos la opinión de las nuevas generaciones y que detestaba los prejuicios. Habló de otras muchas cosas, pues parece un poco vanidoso y le gusta que le escuchen, lo cual no es un crimen, ni mucho menos. Yo, naturalmente, no comprendí sino una pequeña parte de sus comentarios, pero Dunia me ha dicho que, aunque su instrucción es mediana, parece bueno e inteligente. Ya conoces a tu hermana, Rodia: es una muchacha enérgica, razonable, paciente y generosa, aunque posee (de esto estoy convencida) un corazón apasionado. Indudablemente, el motivo de este matrimonio no es, por ninguna de las dos partes, un gran amor; pero Dunia, además de inteligente, es una mujer de corazón noble, un verdadero ángel, y se impondrá el deber de hacer feliz a su marido, el cual, por su parte, procurará corresponderle, cosa que, hasta el momento, no tenemos motivo para poner en duda, pese a que el matrimonio, hay que confesarlo, se ha concretado con cierta precipitación. Por otra parte, siendo él tan inteligente y perspicaz, comprenderá que su felicidad conyugal dependerá de la que proporcione a Dunetchka. ...

En la línea 246
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «La cosa no puede estar más clara ‑pensaba, sonriendo con aire triunfal y malicioso, como si estuviese seguro de su éxito‑. No, mamá; no, Dunia; no conseguiréis engañarme… Y todavía se disculpan de haber decidido la cosa por su propia cuenta y sin pedirme consejo. ¡Claro que no me lo han pedido! Creen que es demasiado tarde para romper el compromiso. Ya veremos si se puede romper o no. ¡Buen pretexto alegan! Piotr Petrovitch está siempre tan ocupado, que sólo puede casarse a toda velocidad, como un ferrocarril en marcha. No, Dunetchka, lo veo todo claro; sé muy bien qué cosas son esas que me tienes que decir, y también lo que pensabas aquella noche en que ibas y venias por la habitación, y lo que confiaste, arrodillada ante la imagen que siempre ha estado en el dormitorio de mamá: la de la Virgen de Kazán. La subida del Gólgota es dura, muy dura… Decís que el asunto está definitivamente concertado. Tú, Avdotia Romanovna, has decidido casarte con un hombre de negocios, un hombre práctico que posee cierto capital (que ha amasado ya cierta fortuna: esto suena mejor e impone más respeto). Trabaja en dos departamentos del Estado y comparte las ideas de las nuevas generaciones (como dice mamá), y, según Dunetchka, parece un hombre bueno. Este 'parece' es lo mejor: Dunetchka se casa impulsada por esta simple apariencia. ¡Magnifico, verdaderamente magnifico! ...

En la línea 571
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Tanto mejor. No me gusta la estúpida moda actual. Eres encantadora. Me enamoraría de ti si fuese hombre. ¿Por qué no te casas… ? Pero bueno, es hora de que me vaya. Tengo ganas de pasearme, estoy harta de ferrocarril… Bien, ¿estás todavía enfadado? —preguntó al general. ...

En la línea 809
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Luego, volviéndose hacia Potapytch y Marta, que venían detrás, les dijo: —Pero bueno, ¿vosotros por qué me seguís? No os voy a llevar siempre conmigo. Volved al hotel… Me basta contigo —añadió, dirigiéndose a mí, cuando aquéllos, después de un saludo tímido y embarazoso, se alejaron. ...

En la línea 929
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —¡Vaya, no lloriquees! —Paulina no pensaba en lloriquear; por otra parte, no lloraba nunca—. Los polluelos encontrarán también sitio; el gallinero es grande. Además, ya tienen edad de ir a la escuela. Así, ¿no vienes ahora? ¡Ve con cuidado, Praskovia! Desearía serte útil, pero ya sé por qué no quieres venir. Lo sé todo, Praskovia. No debes esperar nada bueno de ese maldito francés. ...

En la línea 1161
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —¡No, no, tú eres muy bueno, muy bueno! —repetía ella—. ¡Me eres fiel! ...

En la línea 247
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... - ¡Ah, señor cura! -exclamó el viajero-. Antes de entrar aquí tenía mucha hambre; pero sois tan bueno, que ahora no sé lo que tengo. El hambre se me ha pasado. ...

En la línea 306
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Así, durante estos diecinueve años de tortura y de esclavitud, su alma se elevó y decayó al mismo tiempo. En ella entraron la luz por un lado y las tinieblas por otro. Jean Valjean no tenía, como se ha visto, una naturaleza malvada. Aún era bueno cuando entró en el presidio. Allí condenó a la sociedad y supo que se hacía malo; condenó a la Providencia, y supo que se hacía impío. ...

En la línea 307
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... ¿Puede la naturaleza humana transformarse así completamente? Al hombre, creado bueno por Dios, ¿puede hacerlo malo el hombre? ¿Puede el destino modificar el alma completamente, y hacerla mala porque es malo el destino? ¿No hay en toda alma humana, no había en el alma de Jean Valjean en particular, una primera chispa, un elemento divino, incorruptible en este mundo, inmortal en el otro, que el bien puede desarrollar, encender, purificar, hacer brillar esplendorosamente, y que el mal no puede nunca apagar del todo? ...

En la línea 652
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Era un hombre de unos cincuenta años, reconcentrado, meditabundo y bueno. Esto es todo lo que de él podía decirse. ...

En la línea 135
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... -¡Pero bueno! ¡Por Dios que vas a ver! -farfulló, mientras volvía al lugar con un garrote en la mano. ...

En la línea 63
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Ni eran estas las únicas flaquezas y manías del señor Joaquín. Otras tuvo, que descubriremos sin miramientos de ninguna especie. Fue quizá la mayor y más duradera su desmedida afición al café, afición contraída en el negocio de ultramarinos, en las tristes mañanas de invierno, cuando la escarcha empaña el vidrio del escaparate, cuando los pies se hielan en la atmósfera gris de la solitaria lonja, y el lecho recién abandonado y caliente aun por ventura, reclama con dulces voces a su mal despierto ocupante. Entonces, semiaturdido, solicitando al sueño por las exigencias de su naturaleza hercúlea y de su espesa sangre, cogía el señor Joaquín la maquinilla, cebaba con alcohol el depósito, prendía fuego, y presto salía del pico de hojalata negro y humeante río de café, cuyas ondas a la vez calentaban, despejaban la cabeza y con la leve fiebre y el grato amargor, dejaban apto al coloso para velar y trabajar, sacar sus cuentas y pesar y vender sus artículos. Ya en León, y árbitro de dormir a pierna suelta, no abandonó el señor Joaquín el adquirido vicio, antes lo reforzó con otros nuevos: acostumbrose a beber la obscura infusión en el café más cercano a su domicilio, y a acompañarla con una copa de Kummel y con la lectura de un diario político, siempre el mismo, invariable. En cierta ocasión ocurrió al Gobierno suspender el periódico una veintena de días, y faltó poco para que el señor Joaquín renunciase, de puro desesperado, al café. Porque siendo el señor Joaquín español, ocioso me parece advertir que tenía sus opiniones políticas como el más pintado, y que el celo del bien público le comía, ni más ni menos que nos devora a todos. Era el señor Joaquín inofensivo ejemplar de la extinguida especie progresista: a querer clasificarlo científicamente, le llamaríamos la variedad progresista de impresión. La aventura única en su vida de hombre de partido, fue que cierto día, un personaje político célebre, exaltado entonces y que con armas y bagajes se pasó a los conservadores después, entrase en su tienda a pedirle el voto para diputado a Cortes. Desde aquel supremo momento quedó mi señor Joaquín rotulado, definido y con marca; era progresista de los del señor don Fulano. En vano corrieron años y sobrevinieron acontecimientos, y emigraron las golondrinas políticas en busca siempre de más templadas zonas; en vano mal intencionados decían al señor Joaquín que su jefe y natural señor el personaje era ya tan progresista como su abuela; que hasta no quedaban sobre la haz de la tierra progresistas, que éstos eran tan fósiles como el megaterio y el plesiosauro; en vano le enseñaban los mil remiendos zurcidos sobre el manto de púrpura de la voluntad nacional por las mismas pecadoras manos de su ídolo; el señor Joaquín, ni por esas, erre que erre y más firme que un poste en la adhesión que al don Fulano profesaba. Semejante a aquellos amadores que fijan en la mente la imagen de sus amadas tal cual se les apareció en una hora culminante y memorable para ellos, y, a despecho de las injurias del tiempo irreverente, ya nunca las ven de otro modo, al señor Joaquín no le cupo jamás en la mollera que su caro prohombre fuese distinto de como era en aquel instante, cuando encendido el rostro y con elocuencia fogosa y tribunicia se dignó apoyarse en el mostrador de la lonja, entre un pilón de azúcar y las balanzas, demandando el sufragio. Suscrito desde entonces al periódico del consabido prohombre, compró también una mala litografía que lo representaba en actitud de arengar, y añadido el marco dorado imprescindible, la colgó en su dormitorio entre un daguerrotipo de la difunta y una estampa de la bienaventurada virgen Santa Lucía, que enseñaba en un plato dos ojos como huevos escalfados. Acostumbrose el señor Joaquín a juzgar de los sucesos políticos conforme a la pautilla de su prohombre, a quien él llamaba, con toda confianza, por su nombre de pila. Que arreciaba lo de Cuba: ¡bah! dice don Fulano que es asunto de dos meses la pacificación completa. Que discurrían partidas por las provincias vascas: ¡no asustarse!; afirma don Fulano que el partido absolutista está muerto, y los muertos no resucitan. Que hay profunda escisión en la mayoría liberal; que unos aclaman a X y otros a Z… Bueno, bueno; don Fulano lo arreglará, se pinta él solo para eso. Que hambre… ¡sí, que se mama el dedo don Fulano!, ahora mismito van a abrirse los veneros de la riqueza pública… Que impuestos… ¡don Fulano habló de economías! Que socialismo… ¡paparruchas! ¡Atrévanse con don Fulano, y ya les dirá él cuántas son cinco! Y así, sin más dudas ni recelos, atravesó el señor Joaquín la borrasca revolucionaria y entró en la restauración, muy satisfecho porque don Fulano sobrenadaba, y se apreciaban sus méritos, y tenía la sartén por el mango hoy como ayer. ...

En la línea 112
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Con tan alto patrocinio se presentó Miranda en la pacífica morada del feudatario colmenarista, siendo en efecto recibido cual lo exigía el venir de tal persona recomendado. Naturalmente se propuso no aparecer al pronto como candidato a la mano de Lucía. Sobre ser indelicadeza, fuera carencia de tacto; y además pretendía Miranda ante todo estudiar el terreno que pisaba. Halló ser verdad cuanto le había anunciado el prohombre y aun algo más en lo tocante a bienes de fortuna: vio una casa chapada a la antigua, tosca y popular en sus usos, pero honrada en todo, y un caudal sólido y seguro, diariamente acrecido por la celosa administración del señor Joaquín y su sencillez y parsimonia. Es cierto que el bueno del Leonés pareció a Miranda hombre de tediosa compañía, en todo vulgar e infeliz, corto de alcances, con sus ribetes de mentecato, pero hubo de sufrirlo, y aun de acomodarse a las ideas del viejo, tanto que éste llegó a no poder tomar café ni leer El Progreso Nacional, órgano de Colmenar, sin la salsa de los sabrosos comentarios que Miranda hacía a cada fondo, a cada suelto y gacetilla. Sabía Miranda de memoria el reverso, la cara interna de la política, y explicaba desenfadadamente las solapadas alusiones, las reticencias hábiles, las sátiras finas que en todo periódico importante abundan y son eterno logogrifo para el cándido suscritor provinciano. De suerte que desde su intimidad con Miranda, gozaba el señor Joaquín el hondo placer de la iniciación y miraba por cima del hombro a sus correligionarios leoneses, no admitidos en el santuario de la política reservada. Además de estos gustos que a la relación con Miranda debía, esponjábase el buen viejo -que ya sabemos cuán poco tenía de filósofo- cuando le encontraban las gentes mano a mano con tan bien portado caballero, íntimo del gobernador y familiar comensal de las gentes más encopetadas de la ciudad. ...

En la línea 432
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Es usted una niña -pronunció él en grave tono-, una niña que no tiene obligación de saber lo que acontece en el mundo. Yo, que lo he visto… más de lo que quisiera, sería imperdonable en no desengañarla. El mundo es un conjunto de ojos, oídos y bocas, que se cierran para lo bueno y se abren para lo malo gustosísimas. Mi compañía le hace a usted ahora más daño que provecho. Si su marido de usted no tiene un criterio excepcional -y no hay razón para que lo tenga-, maldita la gracia que le hará encontrarla a usted tan acompañada. ...

En la línea 723
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Periquín, reprecioso, anda, mono, ¿verdad que me llevas? Anda, di que sí, bobo, anda. ¡Si vales tú más que todas las cosas! Anda, ¿qué Puertollano ni qué… ? Vamos a Francia, ¡qué gusto, señor! ¡parece mentira! ¡Qué dirán cuando lo sepan Visitación y las de Lomillos! No, ya ves tú, cuando el médico lo dice, hay que hacerlo… ¿Qué te voy a estorbar siempre cosida a ti? Hombre, yo encontraré amigas: ¿no ha de estar allí nadie conocido? Yo me ingeniaré, verás. Voy a hacerme un traje de tela cruda, que hasta allí… Bueno, bueno, hombre, no te pongas hecho una sierpe… Si ya sé que tengo que guardar método, y acostarme temprano… a las ocho con las gallinitas: ¿qué más pides? ¡Ay, qué rico hermano me dio Dios! ¡Así todas se me mueren por él! ...

En la línea 12
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Si vivir en semejantes condiciones es lo que se llama ser excéntrico, preciso es convenir que algo tiene de bueno la excentricidad. ...

En la línea 192
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Sólo conservó un partidario, el viejo paralítico lord Albermale. El honorable gentleman, clavado en su butaca, hubiera dado su fortuna por poder hacer el mismo viaje aunque fuera de diez años, y apostó cuatro mil libras en favor de Phileas Fogg. Y cuando al propio tiempo le demostraban lo necio y lo inútil del proyecto, se limitaba a responder: 'Si la cosa es factible, bueno será que sea inglés quien primero lo haga.' ...

En la línea 976
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -¡Jamás!- respondió Picaporte, que se quiso levantar y volvió a caer sintiendo que su razón y sus fuerzas le faltaban a un t»empo-. Señor Fix –dijo tartamudeado-, aun cuando fuese verdad todo lo que me habéis dicho… aun cuando mi amo fuese el ladrón que buscáis… lo cual niego… he estado… estoy a su servcio… lo conozco como bueno y generoso-… Venderlo… jamás… no, por todo el oro del mundo-… ¡Soy de un lugar donde no se come pan de esa especie! ...

En la línea 1669
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... En pocos instantes se concluyó el trato entre mister Fogg y el patrón de esa embarcación terrestre. El viento era bueno. Soplaba del Oeste muy frescachón. La nieve estaba endurecida, y Mudge tenía grandes esperanzas de llegar en pocas horas a la estación de Omaha, donde los trenes son frecuentes y las vías numerosas en dirección a Chicago y Nueva York. No era difícil que pudiera ganarse el atraso; por consiguiente, no debía vacitarse en intentar la aventura. ...

Más información sobre la palabra Bueno en internet

Bueno en la RAE.
Bueno en Word Reference.
Bueno en la wikipedia.
Sinonimos de Bueno.

Busca otras palabras en esta web

Palabras parecidas a bueno

La palabra muchachas
La palabra gastos
La palabra enferma
La palabra ascendientes
La palabra abandonar
La palabra convencido
La palabra honrado

Webs Amigas:

VPO en Catalunya Cataluna Cataluya . Guía Bruselas . Becas de Ciclos Formativos en Castilla La Mancha . - Hotel en Valladolid Ibersol La Casona de Andrea