La palabra Bastaban ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece bastaban.
Estadisticas de la palabra bastaban
La palabra bastaban no es muy usada pues no es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE
Errores Ortográficos típicos con la palabra Bastaban
Cómo se escribe bastaban o baztaban?
Cómo se escribe bastaban o vastavan?
Más información sobre la palabra Bastaban en internet
Bastaban en la RAE.
Bastaban en Word Reference.
Bastaban en la wikipedia.
Sinonimos de Bastaban.

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece bastaban
La palabra bastaban puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 733
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Ahora la veleta de su fervor apuntaba del lado de la Compañía, y no sabía ir a parte alguna sin el Padre Urizábal, un vasco, compatriota del glorioso San Ignacio, méritos que bastaban para que Dupont se hiciese lenguas de él. ...
En la línea 1130
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pero don Fernando movía la cabeza. Su afición a la medicina, sus lecturas desordenadas pero extensas, durante los largos años de reclusión, su continuo contacto con la desgracia, le bastaban para reconocer la enfermedad a la primera ojeada. Era la tisis, rápida, brutal, fulminante, esparciendo el tubérculo con la florescencia fecunda de la plaga: la tisis en forma sofocante, la terrible granulia que surgía a consecuencia de una fuerte emoción en este organismo pobre, abierto a todas las enfermedades, ávido de incubarlas. Examinaba de cabeza a pies aquel cuerpo descarnado, de una blancura enfermiza, en el que los huesos parecían tener la fragilidad del papel. ...
En la línea 1799
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Al saber que la gentuza entraba en la ciudad, se había metido con su valiente acólito en el colmado del _Montañés_, cerrando bien las puertas para que nadie les estorbase. Había que hacer genio, beber un poco antes de emprender la faena. Tiempo les quedaba para salir y hacer correr a tiros a la canalla. Él y el _Chivo_ se bastaban para ello. Convenía que el enemigo se entretuviese y tomase confianza, hasta el momento oportuno en que surgiesen ellos dos como ministros de la muerte. Y por fin, habían salido con el revólver en una mano y el cuchillo en la otra: ¡_la fin_ del mundo!; pero con tan mala sombra, que encontraron ya las tropas en las calles. Aun así, algo habían hecho. ...
En la línea 1908
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... El desasosiego y la ira habrían llegado qué sé yo a dónde, si no se desahogaran un poco sobre la inocente cabeza de Papitos, y se dice la cabeza, porque esta fue lo que más padeció en aquel achuchón. Ha de saberse que Papitos era un tanto presumida, y que siendo su principal belleza el cabello negro y abundante, en él ponía sus cinco sentidos. Se peinaba con arte precoz, haciéndose sortijillas y patillas, y para rizarse el fleco, no teniendo tenazas, empleaba un pedazo de alambre grueso, calentándolo hasta el rojo. Hubiera querido hacer estas cosas por la mañana; pero como su ama se levantaba antes que ella, no podía ser. La noche, cuando estaba sola, era el mejor tiempo para dedicarse con entera libertad a la peluquería elegante. Un pedazo de espejo, un batidor desdentado, un poco de tragacanto y el alambre gordo le bastaban. Por mal de sus pecados, aquella noche se había trabajado el pelo con tanta perfección, que… «¡hija, ni que fueras a un baile!» se había dicho ella a sí misma, con risa convulsiva, al mirarse en el espejo por secciones de cara, porque de una vez no se la podía mirar toda. ...
En la línea 2034
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Y no había sido así en vida de su marido. Verdad que en aquel tiempo venturoso, no manejaba más dinero que el que Jáuregui le daba para el gasto de la casa. Después de viuda, viéndose con cuatro cachivaches y cinco mil reales, imaginó fundar una casa de huéspedes, pero Torquemada se lo quitó de la cabeza, ofreciéndose a colocarle sus dineros con buen interés y toda la seguridad posible. El éxito y las ganancias engolosinaron a doña Lupe, que adquirió gradual y rápidamente todas las cualidades del perfecto usurero, y echó el medio pecho de algodón, haciéndose insensible, implacable y dura cuando de la cobranza puntual de sus créditos se trataba. Los primeros años de esta vida pasó la señora grandes apuros, porque los réditos, aun con ser tan crecidos, no le bastaban al sostenimiento de su casa. Pero a fuerza de orden y economía fue saliendo adelante, y aun hizo verdaderos milagros atendiendo a las medicinas que Maximiliano necesitaba y a los considerables gastos de su carrera. Quería mucho a su sobrino y se afanaba porque nada le faltara. Este mérito grande no se le podía negar. Lo que dijo del garbanzo que tenía el valor de una perla, es muy cierto. Pero no lo es que hubiese practicado la usura por el solo interés de dar carrera al sietemesino. Esto se lo decía ella a sí propia en sus soliloquios; pero era uno de esos sofismas con que quiere cohonestarse y ennoblecerse el egoísmo humano. Doña Lupe trabajaba en préstamos por pura afición que le infundió Torquemada, y sin sobrino y sin necesidades habría hecho lo mismo. ...
En la línea 1167
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Con los kriss cortaron algunos bambúes que crecían a la orilla del riachuelo, y los clavaron bajo un soberbio árbol cuyas ramas y hojas eran tan espesas que bastaban ellas solas para protegerlos de la lluvia. Cruzaron las cañas formando una especie de esqueleto de tienda de campaña, y las cubrieron con las hojas de plátano para reforzar la improvisada techumbre. ...
En la línea 1404
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... A las dos, los viajeros se apeaban en la estación de Odgen. El tren no debía marchar hasta las seis. Mister Fogg, mistress Aouida y sus dos compañeros tenían, por consiguiente, tiempo para ir a la Ciudad de los Santos, por un pequeño ramal que se destaca de la estación de Odgen. Dos horas bastaban apenas para visitar esa ciudad completamente americana, y como tal, construida por el estilo de todas las ciudades de la Unión; vastos tableros de largas líneas monótonas, con la tristeza lúgubre de los ángulos rectos, según la expresión de Víctor Hugo. El fundador de la Ciudad de los Santos, no podía librarse de esa necesidad de simetría que distingue a los anglosajones. En este singular país, donde los hombres no están, ciertamente, a la altura de las instituciones, todo se hace cuadrándose; las ciudades, las casas y las tolderías. ...
En la línea 1854
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... En cuanto a éste, estaba bien y perfectamente arruinado, y esto en el momento en que iba a alcanzar su objeto. La prisión lo perdía sin remedio. Habiendo llegado a las doce menos veinte a Liverpool, el 21 de diciembre, tenía de tiempo hasta las ocho y cuarenta y cinco minutos para presentarse en el Reform Club, o sea, nueve horas y quince minutos, y le bastaban seis para llegar a Londres. ...

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