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La palabra amenazaba
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la palabra amenazaba

La palabra Amenazaba ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
La llamada de la selva de Jack London
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece amenazaba.

Estadisticas de la palabra amenazaba

Amenazaba es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 14025 según la RAE.

Amenazaba aparece de media 4.96 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la amenazaba en las obras de referencia de la RAE contandose 754 apariciones .

Errores Ortográficos típicos con la palabra Amenazaba

Cómo se escribe amenazaba o hamenazaba?
Cómo se escribe amenazaba o amenasaba?
Cómo se escribe amenazaba o amenazava?

Más información sobre la palabra Amenazaba en internet

Amenazaba en la RAE.
Amenazaba en Word Reference.
Amenazaba en la wikipedia.
Sinonimos de Amenazaba.


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece amenazaba

La palabra amenazaba puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 666
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y los dos quedaron en silencio, Rafael sonriendo del rubor de su novia, mientras ésta le amenazaba con una de sus manecitas por su atrevimiento. ...

En la línea 2844
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Por eso, en presencia de la desgracia que la amenazaba y del aban dono que era el suyo, estalló en sollozos. ...

En la línea 7100
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... El cardenal trataba, pues, de preservarle de alguna desgracia que lo amenazaba. ...

En la línea 7461
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... El cardenal conocía la actividad y sobre todo el odio de Buckingham; si la liga que amenazaba a Francia triunfaba, toda su influencia estaba perdida; la política española y la po lítica austríaca tenían sus re presentantes en el gabinete del Louvre, donde aún no tenían más que partidarios; él, Richelieu, el ministro francés, el ministro nacional por excelencia, estaba perdido. ...

En la línea 8656
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Por lo demás, contaba, y con razón, con Milady: había adivinado en el pasado de esta mujer esas cosas terribles que sólo su capa roja podía cubrir; y sentía que por una causa o por otra, esta mujer le era adicta, al no poder encontrar sino en él un apoyo superior al peligro que la amenazaba. ...

En la línea 6566
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... ¿Quién no ha oído hablar de Alonso de Guzmán el Bueno, que dejó sacrificar a su hijo único delante de los muros de la ciudad por no sufrir la ignominia de entregar las llaves al monarca marroquí, quien, con su ejército, muy cercano, según cuentan, a medio millón de hombres, había desembarcado en las costas de Andalucía y amenazaba poner de nuevo a España bajo el yugo musulmán? Pues, en verdad, si hay un país y un lugar donde apenas se nombre a tan buen patriota, ni se canten sus proezas, ese país y ese lugar son España y Tarifa modernas. ...

En la línea 2434
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... »Viendo Lotario la resoluta voluntad de Anselmo, y no sabiendo qué más ejemplos traerle ni qué más razones mostrarle para que no la siguiese, y viendo que le amenazaba que daría a otro cuenta de su mal deseo, por evitar mayor mal, determinó de contentarle y hacer lo que le pedía, con propósito e intención de guiar aquel negocio de modo que, sin alterar los pensamientos de Camila, quedase Anselmo satisfecho; y así, le respondió que no comunicase su pensamiento con otro alguno, que él tomaba a su cargo aquella empresa, la cual comenzaría cuando a él le diese más gusto. ...

En la línea 2452
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... »Sucedió, pues, que se pasaron muchos días que, sin decir Lotario palabra a Camila, respondía a Anselmo que la hablaba y jamás podía sacar della una pequeña muestra de venir en ninguna cosa que mala fuese, ni aun dar una señal de sombra de esperanza; antes, decía que le amenazaba que si de aquel mal pensamiento no se quitaba, que lo había de decir a su esposo. ...

En la línea 6676
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Yo tendré lugar de contarte lo que me ha sucedido después que me partí de nuestro lugar, por obedecer el bando de Su Majestad, que con tanto rigor a los desdichados de mi nación amenazaba, según oíste. ...

En la línea 636
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Si llovía o amenazaba, prolongaban el palique hasta que el Palomo hacía un discreto ruido con las llaves de la catedral y cada canónigo se iba a su casa. ...

En la línea 6205
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Le era muy simpático, y aunque se trataban poco, cada vez que se hablaban estrechaban los lazos de una amistad incipiente que amenazaba ser íntima y duradera. ...

En la línea 8021
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... El teatro de Vetusta, o sea nuestro Coliseo de la plaza del Pan, según le llamaba en elegante perífrasis el gacetillero y crítico de El Lábaro, era un antiguo corral de comedias que amenazaba ruina y daba entrada gratis a todos los vientos de la rosa náutica. ...

En la línea 9647
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... En vano quiso ocultarlas que el rayo amenazaba su hogar tranquilo. ...

En la línea 1905
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Pero una de aquellas señoras creía que era pecado mortal no indicar algo a doña Lupe, porque esta al fin lo tenía que saber, y más valía prepararla para tan tremendo golpe. ¡Pobre señora! Era un dolor verla con aquella tranquilidad, tan ajena a la deshonra que la amenazaba. Total, que la noticia llegó a la sutil oreja de doña Lupe a los tres días de haber salido del labio tímido de Rubinius vulgaris. ...

En la línea 4614
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Aquella noche, después de comer, fueron todos a casa de doña Casta, donde debían reunirse para ir a paseo. Pero a poco de estar allí, entró Ballester diciendo que se había levantado un airote muy fuerte y amenazaba tormenta, por lo que unánimemente se acordó no salir; se encendió luz en la sala, y doña Casta dijo a Olimpia que tocara la pieza para que la oyeran Maximiliano y Ballester. ...

En la línea 5486
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... En aquel segundo ataque desesperado que dio Juan Pablo a su tía, salió de la casa el pobre hombre más muerto que vivo. Su tía no era ya simplemente una mujer mala; era un monstruo, una furia, un dragón mitológico. Aquel tiro con que él se amenazaba a sí mismo, ¡cuánto mejor estaría empleado en ella! «Pero ese tiro, ¿me lo doy o no me lo doy?… No tengo más remedio que dármelo—discurría entrando por la calle de la Magdalena—. Por ninguna parte veo la solución. Sí, lo que es el tiro me lo pego; vaya si me lo pego… Lo malo es que no tengo revólver… Se me está figurando que al fin y al cabo no me pegaré tiro ninguno. Es uno así, tan dejado, que no se arranca… Ya voy viendo yo que una cosa es decir uno de buena fe que se mata, y otra cosa es hacerlo… Pero en fin, yo sigo en mis trece, y al fin, me lo tendré que pegar, no habrá más remedio». ...

En la línea 1160
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Yo creo que no han salido todavía de sus refugios —respondió Yáñez—. Habrán visto que amenazaba otro huracán y no se han movido. Ya sabes que no es fácil atracar cuando se enfurecen los vientos y las olas. ...

En la línea 1392
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... La partida estaba irremisiblemente perdida y amenazaba convertirse en peligrosa para el pirata y su amigo. ...

En la línea 1710
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... El caballo avanzó galopando hacia donde estaba la cuerda. De pronto cayó al suelo. Los piratas ya estaban allí. Antes de que el cipayo saliera de debajo del caballo, Sandokán le había quitado el sable y lo amenazaba con el kriss. ...

En la línea 3201
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Entre los peces óseos, anoté unos labros grises propios de esos mares; esparos sinágridos cuyo iris resplandecía como el fuego; escienas de un metro de largo, con una ancha boca erizada de pequeños dientes, que emitían un ligero grito; centronotos negros, de los que ya he hablado; corífenas azules con destellos de oro y plata; escaros, verdaderos arco iris del océano que rivalizan en colores con los más bellos pájaros de los trópicos; rombos azulados desprovistos de escarnas; bátracos recubiertos de una faja amarilla y transversal semejante a una t griega; enjambres de pequeños gobios moteados de manchitas pardas; dipterodones de cabeza plateada y de cola amarilla; diversos ejemplares de salmones; mugilómoros de cuerpo esbelto y de un brillo suave, como los que Lacepéde ha consagrado a la amable compañera de su vida, y, por último, un hermoso pez, el «caballero americano», que, condecorado con todas las órdenes y recamado de todos los galones, frecuenta las orillas de esa gran nación que en tan poca estima tiene a los galones y a las condecoraciones. Por la noche, las aguas fosforescentes del Gulf Stream rivalizaban con el resplandor eléctrico de nuestro fanal, sobre todo cuando amenazaba tormenta como ocurría frecuentemente en aquellos días. El 8 de mayo nos hallábamos aún frente al cabo Hatteras, a la altura de la Carolina del Norte. La anchura allí del Gulf Stream es de setenta y cinco millas y su profundidad es de doscientos diez metros. El Nautilus continuaba errando a la aventura. Toda vigilancia parecía haber cesado a bordo. En tales condiciones, debo convenir que podía intentarse la evasión, con posibilidades de éxito. En efecto, las costas habitadas ofrecían en todas partes fáciles accesos. Además podíamos esperar ser recogidos por algunos de los numerosos vapores que surcaban incesantemente aquellos parajes asegurando el servicio entre Nueva York o Boston y el golfo de México, o por cualquiera de las pequeñas goletas que realizaban el transporte de cabotaje por los diversos puntos de la costa norteamericana. Era, pues, una ocasión favorable, a pesar de las treinta millas que separaban al Nautilus de las costas de la Unión. ...

En la línea 3362
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Y llegó la noche. Un profundo silencio reinaba a bordo. La brújula indicaba que el Nautilus no había modificado su dirección. Oía el zumbido de su hélice, que batía el agua con una rápida regularidad. Se mantenía en la superficie, y un ligero balanceo le sacudía de babor a estribor y viceversa. Mis compañeros y yo habíamos resuelto fugarnos en el momento en que el buque estuviera bastante cerca y sus tripulantes pudieran oírnos o vernos a la luz de la luna, a la que faltaban tres días para alcanzar su plenilunio. Una vez a bordo de ese barco, si no pudiéramos evitar el golpe que le amenazaba, haríamos, al menos, todo lo que las circunstancias nos permitieran intentar. ...

En la línea 3131
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Al llegar a este punto, Sonia se detuvo para sobreponerse a la emoción que amenazaba ahogar su voz. ...

En la línea 3259
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «¿Es posible que esté fingiendo? ¡No, no es posible!», se dijo, rechazando con todas sus fuerzas un pensamiento que ‑se daba perfecta cuenta de ello‑ amenazaba hacerle enloquecer de furor. ...

En la línea 106
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Buck amenazaba abiertamente el liderazgo de Spitz. Se interponía entre él y los holgazanes a quienes Spitz habría castigado. Y lo hacía a proposito. Una noche hubo una gran nevada y, por la mañana, Pike, el que acostumbraba a escaquearse, no se presentó. Estaba bien oculto en su refugio bajo un palmo de nieve. François lo llamó y lo buscó inútilmente. Spitz estaba ciego de rabia. Recorría furioso el campamento, olfateando y escarbando en todos los lugares sospechosos y gruñendo de un modo tan espantoso que Pike lo oía y temblaba en su escondite. ...


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