La palabra Aguardiente ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
El cuervo de Leopoldo Alias Clarín
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece aguardiente.
Estadisticas de la palabra aguardiente
Aguardiente es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 12244 según la RAE.
Aguardiente aparece de media 5.97 veces en cada libro en castellano.
Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la aguardiente en las obras de referencia de la RAE contandose 908 apariciones .
Errores Ortográficos típicos con la palabra Aguardiente
Cómo se escribe aguardiente o haguardiente?
Cómo se escribe aguardiente o aguarrdiente?
Cómo se escribe aguardiente o ajuardiente?
Más información sobre la palabra Aguardiente en internet
Aguardiente en la RAE.
Aguardiente en Word Reference.
Aguardiente en la wikipedia.
Sinonimos de Aguardiente.

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece aguardiente
La palabra aguardiente puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 405
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El aguardiente se había apoderado de él. ...
En la línea 666
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Llegaban unos tirando de sus caballejos con el serón cargado de estiércol, contentos de la colecta hecha en las calles; otros, en sus carros vacíos procurando enternecer a los guardias municipales para que los dejasen permanecer allí; y mientras los viejos conversaban con las mujeres, los jóvenes se metían en el cafetín cercano para matar el tiempo ante la copa de aguardiente, mascullando su cigarro de diez céntimos. ...
En la línea 1925
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Se trataba de permanecer sentados jugando al truque y sin beber más líquido que aguardiente, hasta ver quién era el último que caía. ...
En la línea 1926
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Empezaron el viernes al anochecer, y aún estaban los tres en sus silletas de cuerda el domingo por la tarde, jugando la centésima partida de truque, con el jarro de aguardiente sobre la mesilla de cinc, dejando sólo las car tas para tragarse las sabrosas morcillas que daban gran fama al tabernero Copa por lo bien que sabía conservarlas en aceite. ...
En la línea 439
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Falto de trabajo después de la huelga, se ganaba el sustento yendo de cortijo en cortijo como buhonero, vendiendo a las mujeres cintas, hilos y retazos de tela, y a los hombres vino, aguardiente y periódicos libertarios cuidadosamente ocultos en aquel serón, almacén heterogéneo que, a lomos del borriquillo, vagaba de un extremo a otro de la campiña jerezana. Sólo en Matanzuela y en muy contados cortijos podía penetrar Manolo sin infundir alarma y encontrar resistencia. ...
En la línea 584
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Gravemente, enrollaban sus cigarros, como si esta operación absorbiese por completo su pensamiento. El tabaco era su única voluptuosidad, y tenían que calcular la duración de la pobre cajetilla durante toda la semana. Manolo el de Trebujena había sacado del serón de su asno un tonelillo de aguardiente y servía copas en el centro de un corro. ...
En la línea 606
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Un gañán ofreció una copa de aguardiente a Juanón, que la rechazó con su manaza. ...
En la línea 1695
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El primero en aproximarse al improvisado caudillo, fue Paco el de Trebujena, el bracero rebelde, despedido de todos los cortijos, que andaba por el campo con su borriquillo vendiendo aguardiente y papeles revolucionarios. ...
En la línea 195
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... Dos condiciones exigía: que se acostasen los de la familia, y aguardiente y pitillos a discreción. ...
En la línea 198
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... Entonces sí que gozaba de veras don Ángel, sin malicia alguna y sin algazara, que sería monstruosa profanación; gozaba sin darse cuenta de ello, saboreando el placer recóndito, que era el alma, la más profunda medula de toda esta pasión invencible de nuestro hombre; un placer de que no podía acusarse, porque lo sentía sin reconocer su naturaleza, y consistía en saborear la vida, la salud, el aguardiente, el tabaco, la buena conversación. ...
En la línea 202
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... La conversación se animaba a impulsos del aguardiente, por inspiraciones del humo. ...
En la línea 207
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... Tal vez se había comenzado por cuentos de miedo, por chascos de fantasmas; pero pronto se pasaba a los sustos reales, a los que daban ladrones de carne y hueso; del ladrón se iba al héroe o al vencedor; la fuerza, el peligro frente a la fuerza, está triunfando, y la reposada narración y descripción plasmante de los buenos bocados tras los momentos de apuro, recuerdos suculentos, que hacían deglutir imaginarios manjares, abrían el apetito, poniendo en movimiento otra vez el queso, el pan, el aguardiente. ...
En la línea 1021
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Estaba el hombre medio borracho, y pronto lo estuvo tres cuartos, a fuerza de trasegar vaso tras vaso de _aguardiente_. ...
En la línea 1145
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... ANTONIO.—Toda la noche pasada he estado despierto, pensando en los asuntos de Egipto; cuando me levanté esta mañana, tomé el _bar lachí_, y raspándolo con un cuchillo saqué un poco de polvo, y me lo bebí con _aguardiente_, según tengo costumbre de hacer después de tomar una resolución. ...
En la línea 2470
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Llegamos a Aranjuez el día de Navidad, ya tarde, y fuí a casa de un inglés, donde ingerí casi un cuartillo de aguardiente: no me hizo más efecto que si fuese agua tibia. ...
En la línea 2692
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Estas botellas son de aguardiente de Holanda añejo»; y manifestando dos anchos vasos, continuó: «Llénenlos, amigos míos, y beban; beban y apúrenlo si les place, porque para mí eso está de sobra: rara vez bebo nada más que agua. ...
En la línea 2336
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... n saberlo, impulsé a mis acompañantes a violar una de sus leyes; llevaba para mi uso un frasco de aguardiente y tanto les animé a que lo bebiesen, que no pudieron negarse; pero en cuanto hubieron tomado el primer sorbo se pusieron un dedo sobre los labios pronunciando la palabra: «Misioneros» ...
En la línea 4721
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Barinaga olía a aguardiente. ...
En la línea 5108
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Si hacemos y acontecemos en palacio (doña Paula empezó a contar por los dedos); si nos comemos la diócesis; si entramos en el Provisorato desnudos y ahora somos los primeros accionistas del Banco; si tú cobras esto y lo otro; si nuestros paniaguados andan por ahí como esponjas recogiendo el oro y el moro, para venir a soltarlo en la alberca de casa; si el Obispo es un maniquí en nuestras manos; si vendemos cera, si vendemos aras, si tú hiciste cambiar las de todas las parroquias del Obispado para que te compraran a ti las nuevas; si don Santos se arruina por culpa nuestra y no del aguardiente; si tú robas a los que piden dispensas; si te comes capellanías; si yo cobro diezmos y primicias en toda la diócesis; si. ...
En la línea 7579
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Bien sabía que les atribuía a él y a su madre la ruina del comercio de quincalla de que vivía; pero ¿quién hacía caso de un miserable, víctima del aguardiente? Barinaga seguía diciendo: —Sí, señor Provisor, es usted un ladrón, y un simoniaco, como le llama a usted el señor Foja. ...
En la línea 7612
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... por ti y por el aguardiente. ...
En la línea 3131
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... No sé cómo se llamaba el viejo catarroso, porque todos allí le nombraban Pater; hasta el mozo que le servía, dábale este apodo. El ex-castrense se llamaba Quevedo y era del propio Perchel, feo como un susto, picado de viruelas, de mirada aviesa y con una cara de secuestrador, que daría espanto al infeliz que se la encontrase en mitad de un camino solitario. Bebía aguardiente aquel clérigo como si fuera agua, y su lenguaje era un ceceo con gargarismos. Contaba hechos de armas y aventuras de cuartel con una gracia burda y una sinceridad zafia que levantaban ampolla. El otro se llamaba Pedernero y era del propio Ceuta, hijo de una oficiala del Fijo, joven y simpático, de modales mucho más finos que sus colegas, listo como un chorro de pólvora, y con un pico de oro que daba gusto. Para él no tenían secretos la vida humana ni la juventud: Su compañero Quevedo solía envolverse en formas hipócritas; Pedernero no. Se presentaba sin máscara, tal como era, empezando por decir que el Superior había hecho muy bien en quitarle las licencias. ...
En la línea 4061
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —No me hables, hija; noche más perra no la he pasado en mi vida. No me ha dejado ni siquiera descabezar un sueño de diez minutos. La maldita parecía que lo hacía a propósito y por vengarse de lo muy derecha que la he obligado a andar cuando me corría mantones… Figúrate; en un puro delirio hasta que Dios amaneció. Juraría que todo el aguardiente que ha bebido en su vida se le subió a la cabeza esta noche. Ya se levantaba, ya se revolvía, echaba las piernazas fuera de la cama, y los brazos como aspas de molino… ¡Luego unas voces y unos berridos… ! Ya sabes el diccionario que gasta… Y a lo mejor se quedaba como un gato que acecha, los ojos como ascuas, y hablando bajito, bajito, y señalando para la mesa en que está el altar y la lamparilla, decía: «Mírenlo, mírenlo; allí está». ¡A mí me daba un miedo… ! Prefería oírla gritar… Créete que me horripilaba cuando le veía señalar a la luz y al altarito. ...
En la línea 4395
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... En aquel momento la pecadora clavaba sus ojos en la santa. Se le estaba pareciendo a Mauricia. La cara no era la misma; pero la expresión sí… y la voz, se le había enronquecido como la de las personas que beben aguardiente. ...
En la línea 4431
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... De pronto sus ideas variaron, y sintiendo dolorosa angustia en su alma, como impresión de horrible vacío, pensaba así: «¿Pero a quién me volveré ahora? ¡Dios mío, qué sola estoy! ¡Por qué te me has muerto, amiga de mi alma, Mauricia!… Por más que digan, tú eras un ángel en la tierra, y ahora estás divirtiéndote con los del Cielo; ¡y yo aquí tan solita! ¿Por qué te has muerto? Vuélvete acá… ¿Qué es de mí? ¿Qué me aconsejas? ¿Qué me dices?… ¡Qué ganas siento de llorar! Sola, sin nadie que me diga una palabra de consuelo… ¡Oh!, ¡qué amiga me he perdido!… Mauricia, no estés más entre las ánimas benditas, y vuelve a vivir… Mira que estoy huérfana, y yo y los huerfanitos de tu asilo estamos llorando por ti… Los pobres que tú socorrías te llaman. Ven, ven… Señor Pepe te ha hecho los gatillos… le vi esta mañana en la fragua, machacando, tin, tan… Mauricia, amiga de mi alma, ven y las dos juntas nos contaremos nuestras penas, hablaremos de cuando nos querían nuestros hombres, y de lo que nos decían cuando nos arrullaban, y luego beberemos aguardiente las dos, porque yo también quiero el aguardientito, como tú, que estás en la gloria, y lo beberé contigo para que se me duerman mis penas, sí, para que se me emborrachen mis penas». ...
En la línea 221
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Tome usted un poco de aguardiente, tío - dijo mi hermana. ...
En la línea 222
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... ¡Dios mío! Por fin había llegado. Ahora observarían que el aguardiente estaba aguado, y en tal caso podía darme por perdido. Con ambas manos me agarré con fuerza a la pata de la mesa, por debajo del mantel, y esperé mi destino. ...
En la línea 223
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Mi hermana salió en busca de la botella de piedra, volvió con ella y sirvió una copa de aguardiente, pues nadie más quiso beber licor. El desgraciado, bromeando con la copita, la tomó, la miró al trasluz y la volvió a dejar sobre la mesa, prolongando mi ansiedad. Mientras tanto, la señora Joe y su marido desocupaban activamente la mesa para servir el pastel y el pudding. ...
En la línea 224
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Yo no podía apartar la mirada del tío Pumblechook. Siempre agarrado con las manos y los pies a la pata de la mesa, vi que el desgraciado tomaba, jugando, la copita, sonreía, echaba la cabeza hacia atrás y se bebía el aguardiente. En aquel momento, todos los invitados se quedaron consternados al observar que el tío Plumblechook se ponía en pie de un salto, daba varias vueltas tosiendo y bailando al mismo tiempo y echaba a correr hacia la puerta; entonces fue visible a través de la ventana, saltando violentamente, expectorando y haciendo horribles muecas, como si estuviera loco. ...

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