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La palabra vieze
Cómo se escribe

Comó se escribe vieze o viese?

Cual es errónea Viese o Vieze?

La palabra correcta es Viese. Sin Embargo Vieze se trata de un error ortográfico.

El Error ortográfico detectado en el termino vieze es que hay un Intercambio de las letras s;z con respecto la palabra correcta la palabra viese

Errores Ortográficos típicos con la palabra Viese

Cómo se escribe viese o vieze?
Cómo se escribe viese o biese?

Algunas Frases de libros en las que aparece viese

La palabra viese puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 475
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Vigiló mucho el labrador, presintiendo una emboscada; pero de nada le sirvió su cautela, pues una tarde en que regresaba solo a su casa, cuando aún no había terminado la roturación de sus nuevos campos, le largaron dos escopetazos sin que viese al agresor, y salió milagrosamente ileso del puñado de postas que pasó junto a sus orejas. ...

En la línea 1483
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Al salir Rafael, marchó directamente a la calle, temiendo que el amo le viese con los ojos enrojecidos. Fermín asomó la cabeza al cuarto de la juerga, y después de aceptar una copa de Dupont huyó de éste, que intentaba cogerle por las solapas, para que se quedase. ...

En la línea 193
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Todo se lo creyó don Quijote, y dijo que él estaba allí pronto para obedecerle, y que concluyese con la mayor brevedad que pudiese; porque si fuese otra vez acometido y se viese armado caballero, no pensaba dejar persona viva en el castillo, eceto aquellas que él le mandase, a quien por su respeto dejaría. ...

En la línea 399
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Acomodóse asimesmo de una rodela, que pidió prestada a un su amigo, y, pertrechando su rota celada lo mejor que pudo, avisó a su escudero Sancho del día y la hora que pensaba ponerse en camino, para que él se acomodase de lo que viese que más le era menester. ...

En la línea 402
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Proveyóse de camisas y de las demás cosas que él pudo, conforme al consejo que el ventero le había dado; todo lo cual hecho y cumplido, sin despedirse Panza de sus hijos y mujer, ni don Quijote de su ama y sobrina, una noche se salieron del lugar sin que persona los viese; en la cual caminaron tanto, que al amanecer se tuvieron por seguros de que no los hallarían aunque los buscasen. ...

En la línea 886
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... En esta maldita cama se acostó don Quijote, y luego la ventera y su hija le emplastaron de arriba abajo, alumbrándoles Maritornes, que así se llamaba la asturiana; y, como al bizmalle viese la ventera tan acardenalado a partes a don Quijote, dijo que aquello más parecían golpes que caída. ...

En la línea 2773
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Mandaban los de Ronzal, este era diputado de la comisión permanente, y sin embargo, entraba don Álvaro en la Diputación, y él quedaba en la sombra; no era Mesía de la casa, tenía allí una exigua minoría, y desde el portero al Presidente todos se le quitaban el sombrero, y don Álvaro para aquí, y don Álvaro para allá; y no había alcalde de don Álvaro que no viese aprobadas sus cuentas, ni quinto de Mesía que no estuviera enfermo de muerte, ni en fin, expediente que él moviese que no volara. ...

En la línea 7095
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Don Fermín la miró entonces, sin que ella le viese. ...

En la línea 8834
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¿oyes? es mi macho, se lo he prestado quince días para que lo viese vencer. ...

En la línea 11549
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —Yo soy tan católico como el primero —dijo un maestro de la Fábrica Vieja, de larga perilla rizada y gris, socialista cristiano a su manera —soy tan católico como el primero, pero creo que al Magistral se le debería arrastrar hoy y colgarlo de ese farol, para que viese salir el entierro. ...

En la línea 1802
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Todo esto sirvió para que el hijo de Alejandro VI se viese en dicha fortaleza más vigilado que nunca. Púsose el conde de Benavente en relaciones secretas con él valiéndose del capellán que le visitaba en su prisión, y así se concertó una de las evasiones más audaces y peligrosas que se conocen. ...

En la línea 408
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Yo puedo enseñarle, gentleman, como unos cincuenta mil libros escritos para glorificar a Eulame y narrar sus hazañas. Sin embargo, su herencia no pudo resultar más fatal. Este fabricante de guerras hizo lo necesario antes de desaparecer para que nuestro mundo se viese condenado eternamente a la guerra. ...

En la línea 484
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Sin ejército no sabríamos que hacer de todas esas muchachas de veinte años, fuertes, animosas, sanas, con una sangre rica que hace arder su piel o hincha sus músculos. Andarían sueltas por ahí, perturbando la tranquilidad de la República; molestarían a los hombres tímidos, inclinados a la modestia y el recogimiento, y ¡quién sabe si acabarían por raptarlos!… Con el ejército, estas energías sueltas se canalizan hacia la gloria militar, y aunque la tal gloria no exista, su ilusión nos proporciona la tranquilidad. Mas adelante, al entrar en años, las muchachas de la Guardia y las del casco con aletas, como usted dice, se hacen prudentes y mesuradas, se casan y forman una familia. ¡Pero si usted viese lo que dan que hacer mientras tanto a sus coroneles y capitanes, personas expertas que han tenido hijos y conocen las exigencias de la vida!… ...

En la línea 1654
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Era de cuerpo pequeño y no bien conformado, tan endeble que parecía que se lo iba a llevar el viento, la cabeza chata, el pelo lacio y ralo. Cuando estaban juntos él y su hermano Nicolás, a cualquiera que les viese se le ocurriría proponer al segundo que otorgase al primero los pelos que le sobraban. Nicolás se había llevado todo el cabello de la familia, y por esta usurpación pilosa, la cabeza de Maximiliano anunciaba que tendría calva antes de los treinta años. Su piel era lustrosa, fina, cutis de niño con transparencias de mujer desmedrada y clorótica. Tenía el hueso de la nariz hundido y chafado, como si fuera de sustancia blanda y hubiese recibido un golpe, resultando de esto no sólo fealdad sino obstrucciones de respiración nasal, que eran sin duda la causa de que tuviera siempre la boca abierta. Su dentadura había salido con tanta desigualdad que cada pieza estaba, como si dijéramos, donde le daba la gana. Y menos mal si aquellos condenados huesos no le molestaran nunca; ¡pero si tenía el pobrecito cada dolor de muelas que le hacía poner el grito más allá del Cielo! Padecía también de corizas y las empalmaba, de modo que resultaba un coriza crónico, con la pituitaria echando fuego y destilando sin cesar. Como ya iba aprendiendo el oficio, se administraba el yoduro de potasio en todas las formas posibles, y andaba siempre con un canuto en la boca aspirando brea, demonios o no sé qué. ...

En la línea 2805
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Al oír esto, vio Fortunata levantarse en su espíritu la imagen ideal, o más bien, el espectro de su perversidad. Lo que acababa de hacer era de lo que apenas tiene nombre, por lo muy extraordinario y anormal, en el registro de las maldades humanas. El lugar, la ocasión daban a su acto mayor fealdad, y así lo comprendió en un rápido examen de conciencia; pero tenía la antigua y siempre nueva pasión tanto empuje y lozanía, que el espectro huyó sin dejar rastro de sí. Se consideraba Fortunata en aquel caso como ciego mecanismo que recibe impulso de sobrenatural mano. Lo que había hecho, hacíalo, a juicio suyo, por disposición de las misteriosas energías que ordenan las cosas más grandes del universo, la salida del Sol y la caída de los cuerpos graves. Y ni podía dejar de hacerlo, ni discutía lo inevitable, ni intentaba atenuar su responsabilidad, porque esta no la veía muy clara, y aunque la viese, era persona tan firme en su dirección, que no se detenía ante ninguna consecuencia, y se conformaba, tal era su idea, con ir al infierno. ...

En la línea 3302
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Jacinta fue a su tocador. Aún dormía su marido, y ella se empezó a arreglar. A poco entró una visita, que Jacinta recibió en su gabinete. Era Severiana, que dos veces por semana llevaba a Adoración a que la viese su protectora. Ya se sabe que la Delfina, no pudiendo adoptar al Pituso y tomarlo por hijo, y sintiendo más fuerte e imperioso en su alma el anhelo de la maternidad, dio en proteger a la preciosísima y cariñosa hija de Mauricia la Dura. Para Jacinta no había goce más grande y puro que acariciar un pequeñuelo, darle calor y comunicarle aquel sentimiento de bondad que se desbordaba de su alma. Agradábale tanto la niña aquella, que se la habría llevado consigo si sus suegros y su marido lo permitieran; pero no siendo posible esto, se consolaba vistiéndola como una señorita, pagándole el colegio y pasando un ratito con ella. Gozaba en ver su belleza, en aspirar la fragancia de su inocencia y en examinarla para cerciorarse de sus adelantos. ...

En la línea 4033
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... En el portal de su casa se separaron; doña Lupe subió y Fortunata fue a la botica, donde Maxi estaba solo, haciendo un emplasto. Contole su mujer lo que había visto aquel día, recordando con feliz memoria todos los pormenores. La visita de Jacinta fue omitida discretamente. Al farmacéutico le agradaba que su cara mitad anduviera en aquellos trotes de beneficencia, viese buenos ejemplos y se familiarizara con aquellos cuadros hondamente humanos de la miseria y de la muerte, pues sin duda serían más provechosos a su espíritu que los saraos, bullangas y diversiones. ...

En la línea 314
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Cuando uno de los soldados, que llevaba un cesto en vez de un arma de fuego, se arrodilló para abrirlo, mi penado miró alrededor de él por primera vez y me vio. Yo había echado pie a tierra cuando llegamos junto a la zanja, y aún no me había movido de aquel lugar. Le miré atentamente, al observar que él volvía los ojos hacia mí, y moví un poco las manos, meneando, al mismo tiempo, la cabeza. Había estado esperando que me viese, pues deseaba darle a entender mi inocencia. No sé si comprendió mi intención, porque me dirigió una mirada que no entendí y, además, la escena fue muy rápida. Pero ya me hubiese mirado por espacio de una hora o de un día, en lo futuro no habría podido recordar una expresión más atenta en su rostro que la que entonces advertí en él. ...

En la línea 560
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Necesario fue, para reponerme, el contemplar la brillante luz del alegre cielo, la gente que pasaba por detrás de la reja de la puerta del patio y la influencia vivificadora del pan, de la carne y de la cerveza. Pero ni aun con estos auxiliares habría podido recobrarme de mi susto tan pronto como lo hice si no hubiese visto que Estella se aproximaba a mí, con las llaves, para dejarme salir. Habría tenido muy buena razón, según me dije, para mirarme si me viese asustado, y, por consiguiente, no quise darle tal satisfacción. ...

En la línea 923
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Entonces, él y mi hermana empezaban a decir una sarta de tonterías con respecto a la señorita Havisham y acerca de lo que ella haría por mí. Al oírles sentía ganas de echarme a llorar y de arrojarme contra Pumblechook y aporrearle con toda mi alma. En tales diálogos, mi hermana me hablaba como si, moralmente, me arrancara un diente a cada referencia que hacía de mí; en tanto que Pumblechook, que se había constituido a sí mismo en mi protector, permanecía sentado y observándome con cierto desdén, cual arquitecto de mi fortuna que se viese comprometido a realizar un trabajo nada remunerador. ...

En la línea 1017
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Lo que temía era que, en alguna hora desdichada, cuando yo estuviese más sucio y peor vestido, al levantar los ojos viese a Estella mirando a través de una de las ventanas de la fragua. Me atormentaba el miedo de que, más pronto o más tarde, ella me viese con el rostro y las manos ennegrecidos, realizando la parte más ingrata de mi trabajo, y que entonces se alegrara de verme de aquel modo y me manifestara su desprecio. Con frecuencia, al oscurecer, cuando tiraba de la cadena del fuelle y cantábamos a coro Old Clem, recordaba cómo solíamos cantarlo en casa de la señorita Havisham; entonces me parecía ver en el fuego el rostro de Estella con el cabello flotando al viento y los burlones ojos fijos en mí. En tales ocasiones miraba aquellos rectángulos a través de los cuales se veía la negra noche, es decir, las ventanas de la fragua, y me parecía que ella retiraba en aquel momento el rostro y me imaginaba que, por fin, me había descubierto. Después de eso, cuando íbamos a cenar, y la casa y la comida debían haberme parecido más agradables que nunca, entonces era cuando me avergonzaba más de mi hogar en mi ánimo tan mal dispuesto. ...

En la línea 571
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Sin embargo, poco a poco iban acudiendo a su mente otros pensamientos. Incluso llegó a caer en una especie de delirio. A veces se olvidaba de las cosas esenciales y fijaba su atención en los detalles más superfluos. Sin embargo, como dirigiera una mirada a la cocina y viese que debajo de un banco había un cubo con agua, se le ocurrió lavarse las manos y limpiar el hacha. Sus manos estaban manchadas de sangre, pegajosas. Introdujo el hacha en el cubo; después cogió un trozo de jabón que había en un plato agrietado sobre el alféizar de la ventana y se lavó. ...

En la línea 1513
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Oh usted es insaciable! ‑dijo, malhumorado‑. Usted quiere saber cómo obraría yo si me viese en un caso así. ...

En la línea 1861
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Con eso no hará sino empeorar las cosas ‑respondió Rasumikhine, también en voz baja y fuera de sí‑. Salgamos a la escalera. Nastasia, alúmbranos. Le juro ‑continuó a media voz cuando hubieron salido‑ que ha estado a punto de pegarnos al doctor y a mí. ¿Comprende usted? ¡Incluso al doctor! Éste ha cedido por no irritarle, y se ha marchado. Yo me he ido al piso de abajo, a fin de vigilarle desde allí. Pero él ha procedido con gran habilidad y ha logrado salir sin que yo le viese. Y si ahora se empeña usted en seguir irritándole, se irá igualmente, o intentará suicidarse. ...

En la línea 4404
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Procedía con sigilo y misterio. No entró en el puente, sino que se detuvo en la acera, procurando que Raskolnikof no le viese. A Dunia la había visto desde lejos y le hacía señas. La joven comprendió que le decía que se acercase, procurando no llamar la atención de Raskolnikof. Atendiendo a esta muda demanda, pasó en silencio por detrás de su hermano y fue a reunirse con Svidrigailof. ...

En la línea 698
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Artegui oía maquinalmente, como oyen los catalépticos. Al fin se desató su lengua. Miró a Lucía sorprendido, cual si la viese por primera vez, y con voz debilitada pronunció: ...

En la línea 725
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Devoró la injuria Pilar, como devoraría en tales circunstancias otra más fuerte aún, y sólo pensó en el elegante viaje que con tanto lucimiento coronaba sus expediciones veraniegas. Gonzalvo padre, que amén de la jubilación no carecía de bienes, aflojó los cordones de la bolsa, no sin recomendar la parsimonia y economía a su hija: en los asuntos de Perico no se metía nunca, pasábale una pensión mensual, y hacía como si no viese que Perico, recibiendo como uno, gastaba como diez, la daba de príncipe y jamás pedía aumento de sueldo. ...

En la línea 740
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Pues yo -recalcó Pilar con su insistencia de enfermo lúcido-, aseguro que lo que es ella… ella… a él no le he visto, que si le viese, sabría… Pero ella… cada suspiro le oí… y esos no son por Miranda. Está a veces tan pensativa.. aunque otras se alegra y ríe, y es una chiquilla… ...

En la línea 987
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Lucía, fascinada, se aproximó a la boca. Los gases mefíticos exhalados del pozo hacían temblar la llama turbia de las lámparas. Allí no hacía calor, sino frío; un frío espeso, sin aire respirable. Entráronse resueltamente por otra galería, y abierta una puerta de hierro, se asustaron todos, menos la guardiana, viendo en torno suyo vasta extensión de agua, una especie de lago subterráneo. Ellos estaban sobre angosta tabla echada a manera de puente a lo ancho del depósito. Aquellas aguas, tendidas en su tumba de piedra, tenían quietud y limpidez lúgubre. La luz de una de las lámparas, dejada exprofeso en la otra orilla por la guardiana para que se viese el grandor del depósito, oscilaba en prolongados rieles sobre la triste transparencia del lago, y remedaba, allá a lo lejos, la tea de un sicario en alguna prisión veneciana. Tal era de fantástico aquel lago, que reflejaba un cielo de granito, que la imaginación se fingía cadáveres flotando en él. Experimentaban Lucía y Pilar vago temor, y sobre todo, cosa pueril, o mejor dicho, eminentemente femenina, les horrorizaba la idea de que en las estrecheces y revueltas de los pasadizos pudiesen encontrar ratas. Sabían que los depósitos comunicaban con las alcantarillas, y ya dos o tres veces palidecieron creyendo ver cruzar una sombra negra, que no era sino la temblona silueta de alguna planta parásita, dibujada en el muro por las luces. De improviso, ambas exhalaron un grito; no cabía duda; sonaba el chillido agrio y agudo de la rata. Lucía, sobre todo, se quedó un punto con los ojos dilatados, inmóvil; allí no era posible correr y huir. Pero el pilluelo y la guardiana soltaron la risa; conocían bien aquel silbido, que no era sino el de las botellas de agua mineral que al otro lado de la pared estaban corchando. Con todo, las mujeres respiraron al salir del sombrío dédalo y ver de nuevo la claridad diurna y sentir el aire fresco que congelaba en su frente las gotas de sudor. ...


El Español es una gran familia

Reglas relacionadas con los errores de s;z

Las Reglas Ortográficas de la S

Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz

Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad

Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa

Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso

Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima

Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.

Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.

Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.

Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.

Las Reglas Ortográficas de la Z

Se escribe z y no c delante de a, o y u.

Se escriben con z las terminaciones -azo, -aza.

Ejemplos: pedazo, terraza

Se escriben con z los sustantivos derivados que terminan en las voces: -anza, -eza, -ez.

Ejemplos: esperanza, grandeza, honradez

La X y la S


Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras s;z


la Ortografía es divertida

Más información sobre la palabra Viese en internet

Viese en la RAE.
Viese en Word Reference.
Viese en la wikipedia.
Sinonimos de Viese.

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La palabra presintiendo
La palabra hostiles
La palabra miradas
La palabra cerraban
La palabra criados
La palabra bastante

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