Cual es errónea Terminado o Terrminado?
La palabra correcta es Terminado. Sin Embargo Terrminado se trata de un error ortográfico.
La falta ortográfica detectada en la palabra terrminado es que se ha eliminado o se ha añadido la letra r a la palabra terminado
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Terminado en la wikipedia.
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Reglas relacionadas con los errores de r
Las Reglas Ortográficas de la R y la RR
Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.
En castellano no es posible usar más de dos r
Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra r
Algunas Frases de libros en las que aparece terminado
La palabra terminado puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 475
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Vigiló mucho el labrador, presintiendo una emboscada; pero de nada le sirvió su cautela, pues una tarde en que regresaba solo a su casa, cuando aún no había terminado la roturación de sus nuevos campos, le largaron dos escopetazos sin que viese al agresor, y salió milagrosamente ileso del puñado de postas que pasó junto a sus orejas. ...
En la línea 606
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Las grietas desaparecieron, y, terminado el enlucido de las paredes, la mujer y la hija las enjalbegaron de un blanco deslumbrante. ...
En la línea 633
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Quedaba la chica, una mocetona, que, terminado el arreglo de la barraca, no servía para gran cosa, y gracias a la protección de los hijos de don Salvador, que se mostraban contentísimos con el nuevo arrendatario, acababa de conseguir que la admitiesen en una fábrica de sedas. ...
En la línea 2008
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Los jugadores habían terminado la partida número -nadie sabía cuántos- y discutían con sus amigos sobre la próxima cena. ...
En la línea 835
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Después, recogiéndose la capa y sonriendo a las señoras, con la satisfacción del que da por terminado su trabajo, se dirigió a la capilla seguido por el sacristán, portador otra vez del hisopo y el caldero. ...
En la línea 840
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Güeno... ¿Y podemos dirnos? El señor Fermín, después de hablar con don Pablo, volvió hacia los grupos de trabajadores, dando palmadas. ¡A volar! La fiesta había terminado para ellos. Podían ir a la otra _misa_, a ver a sus mujeres; pero a la noche todos en la viña para continuar el trabajo de buena mañana. ...
En la línea 1454
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Relataba a Montenegro cómo habían terminado sus amores. Ella le llamó una noche para hablar en la reja, y con una voz y un gesto, cuyo recuerdo aún estremecía al pobre mozo, le anunció que todo había acabado entre los dos. ¡Cristo; qué noticia para recibirla así, de sopetón! Rafael se agarró a los hierros para no caer. Después hubo de todo: súplicas, amenazas, lloros; pero ella se mantenía inflexible, con una sonrisa que daba miedo, negándose a continuar los amoríos. ¡Ah, las mujeres!... ...
En la línea 2045
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Pero sin darles otra explicación sobre la molestia que les había cau sado, les dijo que había terminado solo el asunto para el que por un instante había creído necesitar su intervención. ...
En la línea 2297
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Pero cuando vio que el coche tomaba la ruta de la Grè ve, cuando vio los techos picudos del Ayuntamiento, cuando el coche se adentró bajo la arcada, creyó que todo había terminado para él, quiso confesarse con el exento, y, tras su negativa, lanzó gritos tan lastime ros que el exento le anunció que, si seguía ensordeciéndole así, le pon dría una mordaza. ...
En la línea 2417
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¿Y cómo?-Durante el día, la señora de Lannoy, en su calidad de azafata de atavío de la reina, ha buscado ese cofre, se ha mostrado inquieta al no encontrarlo y ha terminado por pedir noticias a la reina. ...
En la línea 2626
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Por lo demás, el señor de Tréville tenía razón en desconfiar del cardenal y en pensar que no todo estaba terminado, porque apenas hubo cerrado el capitán de los mosqueteros la puerta tras él cuando Su Emi nencia dijo al rey:-Ahora que no estamos más que nosotros dos, vamos a hablar seriamente, si place a Vuestra Majestad. ...
En la línea 2299
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Pero en cuanto se fueron los carlistas, todos esos individuos volvieron a ser tan valientes como antes, y de nuevo, en cuanto me ven doblar una esquina, me gritan: _¡Hola, carlista!_ Para guardarse de ellos, mi hijo, ahora que ya ha terminado de servir a su merced, tendrá que ir desde aquí a su casa volando como una perdiz, no sea que se los encuentre en la calle y le cosan a puñaladas.» —Usted que ha visto a Gómez, dígame: ¿qué clase de hombre es? —Es de estatura regular, grave y sombrío. ...
En la línea 5833
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Los caballos, a pesar de la naturaleza del terreno, corrían a todo galope; pero no habían terminado nuestras aventuras. ...
En la línea 6141
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Le saludé respetuosamente y me fuí; cumplí mi promesa respecto de los libros, y el asunto quedó terminado. ...
En la línea 6430
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Respondí que no sólo hablarlo, pero escribirlo, y en el acto hice un discurso de unos cinco minutos en la lengua de los gitanos, y apenas concluí, todos aplaudieron y exclamaron: _¡Cosas de Inglaterra! ¡Cosas de los ingleses!_ Vendí algunos ejemplares del Evangelio en gitano, y terminado el asunto que me llevó a la Aduana, me despedí de mis nuevos amigos y me fuí con mis libros. ...
En la línea 205
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Un hombre que vivía en una de esas «estancias» cuando uno de los ataques, me refirió cómo habían pasado las cosas. Prevenidos con tiempo los habitantes, pudieron meter todo el ganado vacuno y caballar en el corral1 que rodeaba la casa y montar algunos cañoncitos. Los indios (araucanos de Chile meridional), en número de varios centenares, y perfectamente disciplinados, aparecieron bien pronto sobre una colina próxima, divididos en dos columnas; apeáronse de los caballos, se quitaron los mantos de pieles y avanzaron desnudos por completo en son de ataque. La única arma de un indio consiste en un bambú (chuzo) muy largo, adornado con plumas de avestruz y terminado por una punta de lanza muy acerada. Mi acompañante aún parecía sentir profundo terror al recordar aquellos sucesos. Así que llegó cerca de la estancia, el cacique Pincheira intimó a los sitiados a la rendición, amenazándoles, de lo contrario, con la muerte. Como en todas las circunstancias hubiera sido ese el resultado de la entrada de los indios, respondióseles con una descarga de fusilería. Los indios, sin asustarse, se aproximaron a la empalizada del corral; pero, con gran sorpresa suya, advirtieron que las estacas estaban clavadas unas a otras, en vez de estar atadas con tiras de cuero como de costumbre, y en vano intentaron abrir brecha con los cuchillos. ...
En la línea 421
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... 29 y 30 de septiembre.- Proseguimos nuestro camino a través de llanuras absolutamente del mismo carácter. En San Nicolás veo por vez primera el magnífico río Paraná. Al pie del acantilado sobre el cual está construida la ciudad vense varios grandes buques anclados. Antes de llegar a Rosario cruzamos el Saladillo, río de agua pura y transparente, aunque harto salobre para poder beberla. Rosario es una gran ciudad construida en un llano terminado por un tajo que domina al Paraná unos sesenta pies. En este sitio el río es muy ancho y está entrecortado por islas bajas con árboles, lo 2 Journal of A iatic Soc.; tomo V, pág. 363. ...
En la línea 3018
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... s impetuosos vientos que reinan en éste llano me han molestado mucho durante mis paseos. día he observado una circunstancia curiosa: hallábame de pie en la orilla de un llano terminado en un gran precipicio de cerca de 1.000 pies de profundidad; a unos cuantos metros de distancia vi unos pájaros que luchaban contra un viento fortísimo, mientras que a mi alrededor estaba el aire en completa calma; me acerqué entonces al borde mismo del precipicio, cuya muralla parecía detener la corriente de aire, extendí la mano, e inmediatamente sentí la fuerza del viento ...
En la línea 7046
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Llegó al boulevard, estaba solitario: ya había terminado el paseo de los Obreros: subió por la calle del Comercio, por la plaza del Pan, y al llegar a la plaza Nueva miró a la Rinconada. ...
En la línea 16842
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Ya había terminado el coro. ...
En la línea 306
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Este auxilio terrestre era más espiritual que efectivo. Ningún rey cristiano le enviaba las tropas prometidas. Cada vez se veía más claramente que la época de las cruzadas había terminado. El Papa era el único que aún soñaba con la posibilidad de levantar contra los musulmanes toda la Europa, por cuyo motivo algunos soberanos de su época le llamaron irónicamente el último cruzado. ...
En la línea 498
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Y Enciso había terminado por decir un día, con el aire protector del maestro que da consejos: ...
En la línea 1596
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Y le ofreció un brazo, lo mismo que si hubiesen terminado un bailé y la volviera a su asiento. ...
En la línea 999
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... A la mañana siguiente, el profesor Flimnap se presentó con gran apresuramiento en la vivienda del gigante. Jamás su rostro bondadoso había ofrecido un aspecto igual, de alarma y azoramiento. A pesar de sus carnes exuberantes, saltó con juvenil agilidad del plato ascensor a la superficie de la mesa, antes de que los atletas encargados de la grúa hubiesen terminado su maniobra. ...
En la línea 1126
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... A media tarde quedó terminado el vestido. La noticia había circulado por la capital, y más allá de la línea de soldados se fue extendiendo una muchedumbre de curiosos. Estos ya no mostraban la alegría ruidosa y protectora de la mañana en que los barberos de la capital afeitaron al gigante y le cortaron el pelo. ...
En la línea 1129
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Ya está acabado el traje, gentleman -decía Flimnap-. Hay que ponérselo inmediatamente, y con eso quedará terminado el conflicto con todo ese pueblo que no le conoce bien. Los empleados del gobierno quieren que salga usted de la Galería. Le será mas fácil vestirse al aire libre, y los sastres podrán apreciar mejor su obra. ...
En la línea 1253
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Un anochecer, cuando Gillespie había terminado su trabajo y, sentado en la playa, descansaba de ciento ochenta viajes entre la orilla del mar y la punta de la escollera, recibió una visita extraordinaria. ...
En la línea 261
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Examinó Tom con interés los nabos y la lechuga y preguntó qué eran y si eran para comer, porque apenas recientemente se habían empezado a cultivar en Inglaterra, en vez de importarlos de Holanda como lujo.[4] Se contesto a su pregunta con grave respeto, y sin manifestar sorpresa. Cuando hubo terminado el postre, se llenó los bolsillos de nueces, pero nadie pareció reparar en ello, ni perturbarse por ello. Mas al momento fue él quien se perturbó y se mostró confuso, porque era aquél el único servicio que le habían permitido realizar con sus propian manos durante la comida, y no dudó de que había hecho algo impropio e indigno de un príncipe. En aquel instante empezaron a temblarle los músculos de la nariz, y el extremo de este órgano a levantarse y contraerse. Prosiguió esta situación, y Tom empezó a dar muestras de creciente desazón. Miró suplicante, primero a uno y después al otro de los lores que le rodeaban y las lágrimas vinieron a sus ojos. Avanzaron con la ansiedad pintada en sus rostros y le rogaron los enterara de su apuro. Tom dijo con verdadera angustia: ...
En la línea 402
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¡El reinado de la sangre ha terminado! ¡Viva Eduardo, rey de Inglaterra! ...
En la línea 1469
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Alejóse de prisa, dejando al preso en manos de los alabarderos. –Ahora ha terminado al fin mi mala suerte –murmuró Hendon–, porque con seguridad he de pender del extremo de una cuerda por ese pedacito de papel. ¡Y qué será de mi pobre muchacho!, ¡ah, sólo el buen Dios lo sabe! ...
En la línea 2328
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Vayámonos, Inioko! —dijo con voz quebrada—. ¡Todo ha terminado! ...
En la línea 699
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -No hemos terminado aún, señor Aronnax -dijo el capitán Nemo, levantándose-, y si quiere usted seguirme, visitaremos la parte posterior del Nautilus. ...
En la línea 1280
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Oiga -me dijo el canadiense-, no sólo no ha terminado la cacería, sino que todavía no ha comenzado. Tengamos paciencia, que acabaremos encontrando algún animal de pluma o de pelo, y si no es por aquí, será en otro sitio. ...
En la línea 1548
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Nos sentamos a la mesa y comimos en silencio. Yo comí muy poco. Conseil se forzó a hacerlo, por prudencia, y Ned Land, pese a sus protestas, no perdió bocado. Apenas habíamos terminado de almorzar, cuando se apagó el globo luminoso sumiéndonos en una oscuridad total. ...
En la línea 1852
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... La visita a la opulenta ostra había terminado. El capitán Nemo salió de la gruta y tras él ascendimos al banco de madreperlas, en medio de la claridad del agua no turbada aún por el trabajo de los buceadores. ...
En la línea 275
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... El sargento se bebió el segundo vaso y pareció dispuesto a tomar otro. Yo observé que el señor Pumblechook, impulsado por sus sentimientos hospitalarios, parecía olvidar que ya había regalado el vino, pero tomó la botella de manos de la señora y con su generosidad se captó las simpatías de todos. Incluso a mí me lo dejaron probar. Y estaba tan contento con su vino, que pidió otra botella y la repartió con la misma largueza en cuanto se hubo terminado la primera. ...
En la línea 323
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Puedes decir lo que quieras - replicó el sargento, que estaba en pie y con los brazos cruzados, mientras le miraba fríamente -, pero no tienes derecho a hablar aquí. Ya te darán la oportunidad de hacerlo cuanto quieras antes de dar por terminado este asunto. ...
En la línea 357
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — ¡Es asombroso! - dijo Joe en cuanto hube terminado -. Sabes mucho. ...
En la línea 418
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... En efecto, el choque de sus herraduras de hierro sobre el duro camino era casi musical mientras se aproximaba a la casa a un trote más vivo que de costumbre. Sacamos una silla para que la señora Joe se apease cómodamente, removimos el fuego a fin de que la ventana de nuestra casa se le apareciese con alegre aspecto y examinamos en un momento la cocina procurando que nada estuviese fuera de su sitio acostumbrado. En cuanto hubimos terminado estos preparativos, salimos al exterior abrigados y tapados hasta los ojos. Pronto echó pie a tierra la señora Joe y también el tío Pumblechook, que se apresuró a cubrir a la yegua con una manta, de modo que pocos instantes después estuvimos todos en el interior de la cocina, llevando con nosotros tal cantidad de aire frío que parecía suficiente para contrarrestar todo el calor del fuego. ...
En la línea 208
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Pero ahora, gracias a Dios, creo que te podré mandar algo. Por otra parte, en estos momentos no podemos quejarnos de nuestra suerte, por el motivo que me apresuro a participarte. Ante todo, querido Rodia, tú no sabes que hace ya seis semanas que tu hermana vive conmigo y que ya no tendremos que volver a separarnos. Gracias a Dios, han terminado sus sufrimientos. Pero vayamos por orden: así sabrás todo lo ocurrido, todo lo que hasta ahora te hemos ocultado. ...
En la línea 243
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Durante la lectura de esta carta, las lágrimas bañaron más de una vez el rostro de Raskolnikof, y cuando hubo terminado estaba pálido, tenía las facciones contraídas y en sus labios se percibía una sonrisa densa, amarga, cruel. Apoyó la cabeza en su mezquina almohada y estuvo largo tiempo pensando. Su corazón latía con violencia, su espíritu estaba lleno de turbación. Al fin sintió que se ahogaba en aquel cuartucho amarillo que más que habitación parecía un baúl o una alacena. Sus ojos y su cerebro reclamaban espacio libre. Cogió su sombrero y salió. Esta vez no temía encontrarse con la patrona en la escalera. Había olvidado todos sus problemas. Tomó el bulevar V***, camino de Vasilievski Ostrof. Avanzaba con paso rápido, como apremiado por un negocio urgente. Como de costumbre, no veía nada ni a nadie y susurraba palabras sueltas, ininteligibles. Los transeúntes se volvían a mirarle. Y se decían: «Está bebido.» ...
En la línea 256
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «Dices que la boda no se celebrará, pero ¿qué harás para impedirla? Y ¿con qué derecho te opondrás? Tú les dedicarás toda tu vida, todo tu porvenir, pero cuando hayas terminado los estudios y estés situado. Ya sabemos lo que eso significa: no son más que castillos en el aire… Ahora, inmediatamente, ¿qué harás? Pues es ahora cuando has de hacer algo, ¿no comprendes? ¿Y qué es lo que haces? Las arruinas, pues si te han podido mandar dinero ha sido porque una ha pedido un préstamo sobre su pensión y la otra un anticipo en sus honorarios. ¿Cómo las librarás de los Atanasio Ivanovitch y de los Svidrigailof, tú, futuro millonario de imaginación, Zeus de fantasía que te irrogas el derecho de disponer de su destino? En diez años, tu madre habrá tenido tiempo para perder la vista haciendo labores y llorando, y la salud a fuerza de privaciones. ¿Y qué me dices de tu hermana? ¡Vamos, trata de imaginarte lo que será tu hermana dentro de diez años o en el transcurso de estos diez años! ¿Has comprendido?» ...
En la línea 312
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Pero, a todo esto, ¿adónde voy? ‑pensó de súbito‑. ¡Qué raro! Yo he salido de casa para ir a alguna parte; apenas he terminado de leer, he salido para… ¡Ahora me acuerdo: iba a Vasilievski Ostrof, a casa de Rasumikhine! Pero ¿para qué? ¿A santo de qué se me ha ocurrido ir a ver a Rasumikhine? ¡Qué cosa tan extraordinaria!» ...
En la línea 957
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... No pude encontrar a Mr. Astley y regresé a casa. Tarde, ya pasadas las doce de la noche, me enteré por Potapytch de cómo había terminado la jornada de la abuela. Había perdido todo lo que hacía poco le había cambiado yo, es decir, diez mil rublos. El polaco a quien ella había dado dos federicos por la mañana le había servido de factotum y estuvo dirigiendo el juego durante todo el tiempo. ...
En la línea 1024
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... - ¿Y de qué tengo miedo? -se dijo-. Estoy salvado, todo ha terminado. No había más que una puerta entreabierta por la cual podría entrar mi pasado; esa puerta queda ahora tapiada para siempre. Este Javert que me acosa hace tanto tiempo, que con ese terrible instinto que parecía haberme descubierto me seguía a todas partes, ese perro de presa siempre tras de mí, ya está desorientado. Está satisfecho y me dejará en paz. ¡Ya tiene su Jean Valjean! Y todo ha sucedido sin intervención mía. La Providencia lo ha querido. ¿Tengo derecho a desordenar lo que ella ordena? ¿Y qué me pasa? ¡No estoy contento! ¿Qué más quiero? El fin a que aspiro hace tantos años, el objeto de mis oraciones, es la seguridad. Y ahora la tengo, Dios así lo quiere. Y lo quiere para que yo continúe lo que he empezado, para que haga el bien, para que dé buen ejemplo, para que se diga que hubo algo de felicidad en esta penitencia que sufro. Está decidido: dejemos obrar a Dios. ...
En la línea 331
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... La gran cabeza se le abatía cada vez más bajo la arbórea cornamenta, y su trote desgarbado se debilitaba por momentos. Empezó a quedarse de pie in móvil durante largo rato con el hocico pegado al suelo y las orejas caídas. Buck encontraba entonces más tiempo para procurarse agua y para descansar. Fue en un momento como éste cuando, jadeante, con la lengua fuera y la mirada fija en el gran alce, le pareció que un cambio se estaba operando en el mundo. Percibía una excitación inusitada en la tierra. Así como los alces, otras formas de vida llegaban a la zona. La selva, las corrientes y el aire parecían palpitar con su presencia. No se dio cuenta con el olfato ni con la vista o el oído, sino gradualmente por medio de un sentido más sutil. Sin escuchar nada, sin ver nada, supo que por algún motivo la región había cambiado; que unos seres desconocidos se estaban moviendo por ella; y resolvió investigar cuando hubiera terminado con lo que tenía pendiente. ...
En la línea 1525
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... - Caballero- dijo cortésmente mister Fogg-, después de nuestro encuentro en San Francisco, había formado el proyecto de volver a buscaros a América, tan fuego como hubiese terminado los negocios que me llaman al antiguo continente. ...
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