Cual es errónea Siguiente o Ziguiente?
La palabra correcta es Siguiente. Sin Embargo Ziguiente se trata de un error ortográfico.
El Error ortográfico detectado en el termino ziguiente es que hay un Intercambio de las letras s;z con respecto la palabra correcta la palabra siguiente
Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras s;z
Reglas relacionadas con los errores de s;z
Las Reglas Ortográficas de la S
Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz
Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad
Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa
Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso
Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima
Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.
Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.
Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.
Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.
Las Reglas Ortográficas de la Z
Se escribe z y no c delante de a, o y u.
Se escriben con z las terminaciones -azo, -aza.
Ejemplos: pedazo, terraza
Se escriben con z los sustantivos derivados que terminan en las voces: -anza, -eza, -ez.
Ejemplos: esperanza, grandeza, honradez
La X y la S

El Español es una gran familia
Algunas Frases de libros en las que aparece siguiente
La palabra siguiente puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 495
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y el resultado era que los dóciles churros, al día siguiente, en vez de ir al campo, presentábanse en masa a los dueños de las tierras. ...
En la línea 550
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y, ayudado por su mujer y los chicos, empezó a quemar al día siguiente de su llegada toda la vegetación parásita. ...
En la línea 634
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Desde el día siguiente, Roseta formaría parte del rosario de muchachas que, despertando con la aurora, iban por todas las sendas con falda ondeante y la cestita al brazo camino de la ciudad, para hilar el sedoso capullo entre sus gruesos dedos de hijas de la huerta. ...
En la línea 888
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y lo que es más extraño: el jueves siguiente el atandador no le hizo comparecer ante el Tribunal de las Aguas. ...
En la línea 181
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y como si Montenegro no conociese las costumbres de la casa, el buen hombre relataba detalladamente lo ocurrido. El sábado, al cobrar la semana los trabajadores de la bodega, el encargado les entregaba _la papeleta_ a todos: una invitación para que al día siguiente asistiesen a la misa que costeaba la familia de Dupont en la iglesia de San Ignacio. ...
En la línea 287
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El caballo murió en la mañana siguiente, reventado por la loca carrera. ...
En la línea 547
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El arreador era el único que tenía una silla en la gañanía: los demás, hombres y mujeres, sentábanse en el suelo. Junto a él estaban en cuclillas Manolo el de Trebujena con varios amigos, metiendo sus cucharas en un _tornillo_ de gazpacho caliente. La niebla fue disipándose ante los ojos de Salvatierra, habituados ya a esta atmósfera asfixiante. Entonces vio en los rincones grupos de hombres y de mujeres sentados en la tierra apisonada o sobre esterillas de enea. La lluvia, cortando su trabajo a media tarde, les había hecho adelantar la comida de la noche. En torno de los lebrillos de bazofia caliente, hablaban y reían moviendo las cucharas con cierta calma. Presentían que el día siguiente sería de encierro, de holganza forzosa, y deseaban permanecer en vela hasta bien entrada la noche. ...
En la línea 585
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Acudían a él, con avidez de enfermos, los viejos gañanes de cara apergaminada y barbas recias, brillando en sus ojos el consuelo del alcohol. Los jóvenes sacaban de la faja las monedas de cobre, después de largos titubeos, y bebían, justificando mentalmente este gasto extraordinario con el absurdo pensamiento de que al día siguiente no habían de trabajar. Algunas muchachas, de sueltos ademanes, avanzaban cautelosas, con paso de gatas, hasta confundirse con los grupos de los mozos, chillando cuando éstos las ofrecían una copa después de innumerables pellizcos y restregones de brutal deseo. ...
En la línea 317
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... Y poco después del alba, al día siguiente, salían al campo, por trochas y senderos, pisando la hierba mojada, alegres como los pájaros que cantaban en los árboles, y como las flores que, al tropezar con ellas, sacudían las faldas de la levita de Cuervo y la eterna esclavina de Antón. ...
En la línea 194
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Gracias sin duda a la eficacia del bálsamo de Bohe mia, y quizá también gracias a la ausencia de todo doctor, D'Artagnan se encontró de pie aquella misma noche, y casi curado al día siguiente. ...
En la línea 278
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Llegado a la escalinata, fue peor aún; en los primeros escalones había cuatro mosqueteros que se divertían en el ejercicio siguiente, mien tras diez o doce camaradas suyos esperaba n en el rellano a que les to cara la vez para ocupar plaza en la partida. ...
En la línea 1259
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... D'Artagnan se retiró con esta promesa y desde el día siguiente comenzó su servicio. ...
En la línea 1609
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... La noche del día siguiente al arresto del pobre Bonacieux cuando Athos acababa de dejar a D'Artagnan para ir a casa del señor de Trévi lie cuando acababan de sonar las nueve, y cuando Planchet, que no había hecho todavía la cama, comenzaba su tarea, se oyó llamar a la puerta de la calle; al punto esa puerta se abrió y se volvió a cerrar: al guien acababa de caer en la ratonera. ...
En la línea 115
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Se ha nombrado la palabra gobiernos, porque algunas provincias tienen gobernador militar, y parece conveniente dejarlas asi para premiar méritos y servicios de antiguos y honrados militares que los han prestado en aquellos paises; asi, pues, parece cómoda y adecuada division de las provincias de Filipinas la siguiente clasificacion: Gobiernas militares. ...
En la línea 300
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Es, pues, parecer fundado en esta materia la siguiente esposicion de artículos: 1. ...
En la línea 414
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... ' Del Eco del Comercio del viernes 29 de Diciembre de 1837 se copia el siguiente artículo. ...
En la línea 428
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... de la administracion de Manila, nada del aumento que han tenido sus productos en los últimos años, como consecuencia forzosa de lo que se han multiplicado sus relaciones mercantiles con la Metrópoli, en cuya proporcion estarán siempre: nada de las remesas de fondos que ha hecho el administrador ni otras que á manejarse con mas prevision pudo y dejó de hacer á su tiempo; y nada tampoco de los estados y resultados comparativos que presenta, aunque de estos no puedo menos de dar á conocer el formado por la direccion al tratar del arreglo, y que comprende los años de 1832 á 1836 inclusive, del modo siguiente: Rs. ...
En la línea 317
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... ¡Verdaderamente admirables son los caminos de la Providencia! Aquella misma noche entramos en el Tajo y echamos el ancla delante de la antigua torre de Belem; a la madrugada siguiente levamos anclas, y remontando el río como cosa de una legua, anclamos de nuevo a corta distancia del _Caesodré_, o muelle principal de Lisboa. ...
En la línea 326
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Al siguiente día tomé un criado portugués. ...
En la línea 365
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... La mañana siguiente a mi llegada, cuando me disponía a subir a la montaña para visitar las ruinas moriscas, observé que venía hacia mí una persona que, por su traje, me pareció un eclesiástico; era, en efecto, uno de los tres curas del lugar. ...
En la línea 446
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Me acosté temprano, porque las mulas que había contratado para llevarnos a Evora, vendrían a buscarnos a las cinco de la mañana siguiente. ...
En la línea 1142
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Mas sucedióles otra desgracia, que Sancho la tuvo por la peor de todas, y fue que no tenían vino que beber, ni aun agua que llegar a la boca; y, acosados de la sed, dijo Sancho, viendo que el prado donde estaban estaba colmado de verde y menuda yerba, lo que se dirá en el siguiente capítulo. ...
En la línea 1355
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y, alzando los ojos, vio lo que se dirá en el siguiente capítulo. ...
En la línea 2033
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Pero no vino otra alguna, si no fue la siguiente, ni yo pude verle en la calle ni en la iglesia en más de un mes; que en vano me cansé en solicitallo, puesto que supe que estaba en la villa y que los más días iba a caza, ejercicio de que él era muy aficionado. ...
En la línea 2435
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Abrazóle Anselmo tierna y amorosamente, y agradecióle su ofrecimiento, como si alguna grande merced le hubiera hecho; y quedaron de acuerdo entre los dos que desde otro día siguiente se comenzase la obra; que él le daría lugar y tiempo como a sus solas pudiese hablar a Camila, y asimesmo le daría dineros y joyas que darla y que ofrecerla. ...
En la línea 76
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Salimos de la costa y penetramos de nuevo en la selva. Los árboles son muy altos; la blancura de su tronco contrasta sobremanera con lo que estamos habituados a ver en Europa. Hojeando las notas tomadas en el momento del viaje, advierto que las plantas parásitas, admirables, pasmosas, llenas todas de flores, me chocaban más que nada, como los objetos más nuevos en medio de esas escenas espléndidas. Al salir del bosque, atravesamos inmensos pastos muy desfigurados por un gran número de enormes hormigueros cónicos que se elevan a cerca de 12 pies de altura. Esos hormigueros hacen asemejarse exactamente esta llanura a los volcanes de barro del Jorullo, tal como los pinta Humboldt. Es de noche cuando llegamos a Engenhado, después de estar diez horas a caballo. Por otra parte, no cesaba yo de sentir la mayor sorpresa al pensar cuántas fatigas pueden soportar esos caballos; también me parece que sanan de sus heridas con más rapidez que los caballos de origen inglés. Los vampiros les causan a menudo grandes sufrimientos, mordiéndoles en la cruz, no tanto a causa de la pérdida de sangre que resulta de la mordedura, como a causa de la inflamación que luego produce el roce de la silla. Sé que en Inglaterra han puesto en duda últimamente la veracidad de este hecho; por tanto, es una buena suerte el haber estado yo presente un día en que se cogió a uno de esos vampiros (Desmodus d'Orbigny, Wat.), en el mismo dorso de un caballo. Vivaqueábamos muy tarde una noche cerca de Coquinho, en Chile, cuando mi criado, adviertiendo que un caballo de los nuestros estaba muy agitado, fue a ver qué ocurría; creyendo distinguir algo encima del lomo del caballo, acercó con rapidez una manu y cogió un vampiro. A la mañana siguiente, la hinchazón y los coágulos de sangre permitían ver dónde había sido mordido el caballo; tres días después hicimos uso de éste, sin que pareciera resentirse ya de la mordedura. ...
En la línea 133
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... 26 de julio.- Anclamos en Montevideo. Durante los dos años siguiente, el Beagle se ocupó en estudiar las costas orientales y meridionales de América al sur del Plata. Para evitar inútiles repeticiones extracto las partes de mi diario referentes a las mismas comarcas, sin atender al orden en que las visitamos. ...
En la línea 141
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Al día siguiente llegamos al pueblecillo de Las Minas. Algunos cerros más, pero en resumen el país conserva el mismo aspecto; sin embargo, un habitante de las Pampas vería de seguro en él una región alpestre. La comarca está tan poco habitada, que apenas encontramos una sola persona durante un día entero de viaje. El pueblo de Las Minas aún es menos importante que Maldonado; está en una pequeña llanura rodeada de cerrillos pedregosos muy bajos. Tiene la forma simétrica de costumbre, y no deja de presentar un aspecto bastante bonito con su iglesia enlucida con cal y sita en el centro mismo del pueblo. Las casas de los arrabales se elevan en el llano como otros tantos seres aislados, sin jardines, sin patios de ninguna especie. Es la moda del país; pero eso da, en último término, a todas las casas una apariencia poco cómoda. Pasamos la noche en una pulpería o taberna. Gran número de gauchos acuden por la noche a beber alcohólicos y a fumar cigarros. Su aspecto es muy chocante: suelen ser fornidos y guapos, pero llevan impresos en la cara todos los signos del orgullo y de la vida relajada; muchos de ellos gastan bigote y cabellos muy largos, ensortijados por la espalda. Sus vestidos, de colores chillones; sus grandísimas espuelas resonantes, en los talones; sus cuchillos, llevados en el cinto a modo de dagas (de los cuales hacen tan frecuente uso), les dan un aspecto muy diferente de lo que pudiera hacer suponer su nombre de gauchos o simples campesinos. Son en extremo corteses; nunca beben sin pediros que probéis su bebida; pero mientras os hacen un saludo gracioso, puede decirse que están dispuestos a asesinaros si se presenta ocasión. ...
En la línea 227
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Al siguiente día por la mañana, conforme nos acercamos más al río Colorado, advertimos un cambio en la naturaleza del país. Bien pronto llegamos a una llanura que por su hierba, sus flores, el alto trébol que la cubre y el número de búhos pequeños que ella habitan se parece muchísimo a las Pampas. Atravesamos también un pantano fangoso de gran 'extensión; este pantano se seca en estío y entonces se encuentran en él numerosas incrustaciones de diferentes sales; de ahí proviene, sin duda, el llamarle un salitral. Este pantano se hallaba entonces cubierto de plantas bajas, vigorosas, parecidas a las que crecen en las orillas del mar. El Colorado tiene unos 60 metros de anchura en el sitio por donde lo cruzamos; por lo común suele tener doble anchura que ésta. El río tiene un lecho muy tortuoso, indicado por sauces y cañaverales. Dijéronme que en línea recta distábamos nueve leguas de la desembocadura, por agua hay 25 leguas. Nuestro paso en canoa se retardó por un incidente que no dejó de presentarnos un espectáculo bastante curioso: inmensos rebaños de yeguas atravesaban el río a nado, con el fin de seguir a una división del ejército al interior. Nada más cómico que el ver esos cientos y miles de cabezas, vueltas todas en la misma dirección, con las orejas erguidas, con las ventanas de la ...
En la línea 898
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... De la breve conversación de la tarde no recordaba más que esto: que al día siguiente, después del coro, el Magistral la esperaba en su capilla. ...
En la línea 1055
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... A la mañana siguiente el aya hizo llamar al barquero de Trébol. ...
En la línea 2138
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Este pensaba que las tías conocían su honesta pretensión, y al día siguiente, de levita y pantalón negros, visitó a las nobles damas. ...
En la línea 2241
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Y al día siguiente don Víctor Quintanar, de tiros largos, como el día de la primera visita, entró en el estrado de los Ozores. ...
En la línea 619
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... La impiedad de Malatesta dio a esta guerra el carácter de una pequeña cruzada. El señor de Rímini había matado a muchos clérigos y frailes Además, colocaba dioses paganos en los templos y una noche de orgía había ordenado que echasen tinta en todas las pilas de agua bendita de la iglesia de su capital para que al día siguiente los devotos se viesen, durante la misa, con las caras tiznadas. ...
En la línea 680
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Al día siguiente aparecían en la playa más de doscientos cadáveres, entre ellos los de tres obispos italianos y otros personajes eme habían seguido al legado en su viaje a España. Setenta y cinco familiares de la servidumbre del cardenal se ahogaron Igualmente, y con ellos doce jurisconsultos, seis caballeros y gran número de jóvenes valencianos que iban a Roma por el gusto de vivir en ella o para estudiar en la universidad de Bolonia. ...
En la línea 825
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Veíase Rodrigo de Borja elegido Papa en el momento que más intensa era su pasión por esta amante primaveral y maliciosa. Adriana, la suegra de Julia, amparaba dichos amores. La había casado con su hijo Ursino Orsini, y al día siguiente del matrimonio, que se celebró en el mismo palacio del cardenal, salía el joven esposo para su castillo de Basanello, mientras la Farnesio se quedaba en Roma con el titulo de dama de honor de Lucrecia, hija del Vicecanciller. Este terriblemente prolífero, hacía madre a la bella Julia, llamada también la Farnesina, en 1492, poco antes de ser elegido Papa. ...
En la línea 849
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Gustaba especialmente de los estudios literarios, escribía versos, y en dicha Universidad le sorprendió la noticia de que su padre era Papa, no volviendo a Roma hasta el año siguiente (1493). ...
En la línea 279
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Al entrar al día siguiente en el despacho del jefe mensual del gobierno, vio con alegría que el doctor Momaren, el Padre de los Maestros, estaba hablando con el supremo magistrado. Flimnap, antes de dar cuenta al presidente de todos sus trabajos, ofreció a Momaren varias hojas de papel con la traducción de los versos de Gillespie. El Padre de los Maestros, colocándose ante los ojos unas gafas redondas, empezó su lectura junto a una ventana. Cuando Flimnap acabó su informe sobre los trabajos para la instalación del gigante, el personaje universitario se aproximó conservando los papeles en su diestra. ...
En la línea 416
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Las fortunas más grandes de cada país las poseían los fabricantes de armamento. La lucha industrial y los egoístas deseos de lucro tomaban un carácter de abnegación patriótica. Si un país inventaba un cañón enorme, al año siguiente el país adversario producía otro dos veces más grande. Sobre las olas todavía era mas disparatada esta exageración de los medios ofensivos. Como Blefuscu y nosotros estamos separados por el mar, nos lanzamos a una rivalidad devoradora de nuestras riquezas y de nuestro trabajo. ...
En la línea 454
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... No quiero entrar en los detalles de la Verdadera Revolución, pues esto alargaría mucho mis explicaciones. Baste decir que al día siguiente andaban fugitivos y aterrados por todo el territorio de la República los hombres, que horas antes se creían eternamente superiores. Era tal el terror infundido por los 'rayos negros', que todo el que tenía armas se apresuraba a dejarlas abandonadas en medio de los campos. Los padres y los maridos miraron con nuevos ojos a las mujeres dentro de sus casas. Imploraban su protección para que intercediesen con el gobierno femenino. ...
En la línea 486
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... 'Mañana, maniobras', ordena el jefe. Y al día siguiente salen al campo las tropas a disparar flechas y tirar lanzazos al aire; marchan larguísimas jornadas, duermen a la intemperie sobre el duro suelo, pasan ríos a nado, comen mal, y al fin, toda esta hermosa juventud vuelve abrumada de cansancio, pero sana de pensamiento y curada por algunos meses de su inquieta y misteriosa enfermedad. Nosotros, gentleman, sostenemos un ejército por exigencias de la moral: para que no se perturben las abstinencias virtuosas que debe guardar la juventud. ...
En la línea 77
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... De la pañolería y artículos asiáticos, sólo quedaban en la casa por los años del 50 al 60 tradiciones religiosamente conservadas. Aún había alguna torrecilla de marfil, y buena porción de mantones ricos de alto precio en cajas primorosas. Era quizás Gumersindo la persona que en Madrid tenía más arte para doblarlos, porque ha de saberse que doblar un crespón era tarea tan difícil como hinchar un perro. No sabían hacerlo sino los que de antiguo tenían la costumbre de manejar aquel artículo, por lo cual muchas damas, que en algún baile de máscaras se ponían el chal, lo mandaban al día siguiente, con la caja, a la tienda de Gumersindo Arnaiz, para que este lo doblase según arte tradicional, es decir, dejando oculta la rejilla de a tercia y el fleco de a cuarta, y visible en el cuartel superior el dibujo central. También se conservaban en la tienda los dos maniquís vestidos de mandarines. Se pensó en retirarlos, porque ya estaban los pobres un poco tronados; pero Barbarita se opuso, porque dejar de verlos allí haciendo juego con la fisonomía lela y honrada del Sr. de Ayún, era como si enterrasen a alguno de la familia; y aseguró que si su hermano se obstinaba en quitarlos, ella se los llevaría a su casa para ponerlos en el comedor, haciendo juego con los aparadores. ...
En la línea 87
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... La tercera de las chicas, llamada Jacinta, pescó marido al año siguiente. ¡Y qué marido!… Pero al llegar aquí, me veo precisado a cortar esta hebra, y paso a referir ciertas cosas que han de preceder a la boda de Jacinta. ...
En la línea 106
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Fuera del platicar, Estupiñá no tenía ningún vicio, ni se juntó jamás con personas ordinarias y de baja estofa. Una sola vez en su vida tuvo que ver con gente de mala ralea, con motivo del bautizo del chico de un sobrino suyo, que estaba casado con una tablajera. Entonces le ocurrió un lance desagradable del cual se acordó y avergonzó toda su vida; y fue que el pillete del sobrinito, confabulado con sus amigotes, logró embriagarle, dándole subrepticiamente un Chinchón capaz de marear a una piedra. Fue una borrachera estúpida, la primera y última de su vida; y el recuerdo de la degradación de aquella noche le entristecía siempre que repuntaba en su memoria. ¡Infames, burlar así a quien era la misma sobriedad! Me le hicieron beber con engaño evidente aquellas nefandas copas, y después no vacilaron en escarnecerle con tanta crueldad como grosería. Pidiéronle que cantara la Pitita, y hay motivos para creer que la cantó, aunque él lo niega en redondo. En medio del desconcierto de sus sentidos, tuvo conciencia del estado en que le habían puesto, y el decoro le sugirió la idea de la fuga. Echose fuera del local pensando que el aire de la noche le despejaría la cabeza; pero aunque sintió algún alivio, sus facultades y sentidos continuaban sujetos a los más garrafales errores. Al llegar a la esquina de la Cava de San Miguel, vio al sereno; mejor dicho, lo que vio fue el farol del sereno, que andaba hacia la rinconada de la calle de Cuchilleros. Creyó que era el Viático, y arrodillándose y descubriéndose, según tenía por costumbre, rezó una corta oración y dijo: «¡que Dios le dé lo que mejor le convenga!». Las carcajadas de sus soeces burladores, que le habían seguido, le volvieron a su acuerdo, y conocido el error, se metió a escape en su casa, que a dos pasos estaba. Durmió, y al día siguiente como si tal cosa. Pero sentía un remordimiento vivísimo que por algún tiempo le hacía suspirar y quedarse meditabundo. Nada afligía tanto su honrado corazón como la idea de que Barbarita se enterara de aquel chasco del Viático. Afortunadamente, o no lo supo, o si lo supo no se dio nunca por entendida. ...
En la línea 144
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... A la semana siguiente, otra delación: ...
En la línea 553
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Un secretario de Estado presentó una orden del consejo señalando el día siguiente a las once de la mañana para la recepción de los embajadores extranjeros, y solicitó el asentimiento del rey. ...
En la línea 615
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Al día siguiente llegaron los embajadores extranjeros con sus magníficos séquitos, y Tom los recibió sentado en su trono con debida ceremonia. El esplendor de la escena deleitó su vista y encendió su imaginación, mas como la audiencia fue larga y tediosa, lo mismo que la mayoría de los discursos, lo que empezó como un placer, poco tardó en convertirse en aburrimiento y nostalgia. Tom decía de cuando en cuando las palabras que Hertford ponía en sus labios, y procuraba salir airoso; pero era demasiado novato en tales asuntos y estaba harto desazonado para conseguir algo más que un mediano éxito. Aparentaba un porte bastante regio, pero su mente no alcanzaba a sentirse rey. Y fue grande su alegría cuando la ceremonia terminó. ...
En la línea 742
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Corrió Miles Hendon hacia el final del puente por el lado de Southwark, con los ojos muy vivos en busca de las personas que perseguía, con la esperanza de alcanzarlas de un momento a otro; pero en esto se llevó un chasco. A fuerza de preguntar, pudo seguir sus huellas parte del camino al través de Southwark, pero allí cesaba toda traza, y el soldado quedó perplejo en cuanto a lo que debía de hacer. No obstante, continuó lo mejor que pudo sus esfuerzos durante el resto del día. Al caer la noche se encontró rendido de piernas, medio muerto de hambre y con su deseo más lejos que nunca de verse realizado. Así pues, cenó en la posada del Tabardo y se fue a la cama, resuelto a salir muy de mañana y registrar de arriba abajo la ciudad. Cuando estaba acostado pensando y planeando, comenzó de pronto a razonar de la siguiente manera: ...
En la línea 875
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Al despertar el rey a la mañana siguiente, se encontró con que una rata mojada, pero precavida, se había colado en el granero durante la noche, y junto a su mismo lecho se había habilitado una cómoda cama. Al verse perturbada en su reposo se escapó corriendo. Eduardo sonrió y dijo: ...
En la línea 538
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Como Augusto necesitaba confidencia se dirigió al Casino, a ver a Víctor, su amigote, al día siguiente de aquella su visita a casa de Eugenia y a la misma hora en que esta espoleaba la pachorra amorosa de su novio en la portería. ...
En la línea 1398
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –No, un cuádruple, como va usted a verlo. Yo me casé loco, pero enteramente loco de amor, con una mujercita reservada y callandrona, que hablaba poco y parecía querer decir siempre mucho más de lo que decía, con unos ojos garzos dulces, dulces, dulces, que parecían dormidos y sólo se despertaban de tarde en tarde, pero era entonces para chispear fuego. Y ella era toda así. Su corazón, su alma toda, todo su cuerpo, que parecían de ordinario dormidos, despertaban de pronto como en sobresalto, pero era para volver a dormirse muy pronto, pasado el relámpago de vida, ¡y de qué vida!, y luego como si nada hubiese sido, como si se hubiese olvidado de todo lo que pasó. Era como si estuviésemos siempre recomenzando la vida, como si la estuviese reconquistando de continuo. Me admitió de novio como en un ataque epiléptico y creo que en otro ataque me dio el sí ante el altar. Y nunca pude conseguir que me dijese si me quería o no. Cuantas veces se lo pregunté, antes y después de casarnos, siempre me contestó: «Eso no se pregunta; es una tontería.» Otras veces decía que el verbo amar ya no se usa sino en el teatro y los libros, y que si yo le hubiese escrito: ¡te amo!, me habría despedido al punto. Vivimos más de dos años de casados de una extraña manera, reanudando yo cada día la conquista de aquella esfinge. No tuvimos hijos. Un día faltó a casa por la noche, me puse como loco, la anduve buscando por todas partes, y al siguiente día supe por una carta muy seca y muy breve que se había ido lejos, muy lejos, con otro hombre… ...
En la línea 1709
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... ¿Y Rosario? Rosario no volvió por su casa. La siguiente vez que le llevaron la ropa planchada fue otra la que se la llevó, una mujer cualquiera. Y apenas se atrevié a preguntar por qué no venía ya Rosario. ¿Para qué, si le adivinaba? Y este desprecio, porque no era sino desprecio, bien lo conocía y, lejos de dolerle, casi le hizo gracia, Bien. Bien se desquitaría él en Eugenia. Que, por supuesto, seguía con lo de: «¡Eh, cuidadito y manos quedas!» ¡Buena era ella para otra cosa! ...
En la línea 1869
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... A la mañana siguiente, apenas despertó, entró Liduvina en su cuarto. ...
En la línea 1147
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Yáñez encontró una hoja de papel y, mientras Sandokán lo alumbraba con un fósforo, escribió lo siguiente: 'Desembarcamos ayer durante el huracán. Mañana a medianoche estaremos bajo su ventana. Tenga una cuerda para ayudar a Sandokán a escalar la pared. Yáñez de Gomera'. ...
En la línea 2034
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... A la mañana siguiente, el parao se encontraba a unos cuarenta kilómetros de Mompracem. ...
En la línea 2081
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... A la mañana siguiente parecía que el delirio se había apoderado de los piratas de Mompracem. No eran hombres; eran titanes que trabajaban con energía sobrehumana en fortificar la isla, que ya no abandonarían gracias a que la Perla de Labuán había jurado permanecer en ella. ...
En la línea 201
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Al día siguiente, 5 de noviembre, expiraba a mediodía el plazo de rigor. Tras fijar la posición, el comandante Farragut, fiel a su promesa, debía poner rumbo al Sudeste y abandonar definitivamente las regiones septentrionales del Pacífico. ...
En la línea 557
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Sí, señor, y es la siguiente: es posible que algunos acontecimientos imprevistos me obliguen a encerrarles en sus camarotes por algunas horas o algunos días, según los casos. Por ser mi deseo no utilizar nunca la violencia, espero de ustedes en esos casos, más aún que en cualquier otro, una obediencia pasiva. Al actuar así, cubro su responsabilidad, les eximo totalmente, pues debo hacerles imposible ver lo que no debe ser visto. ¿Aceptan ustedes esta condición? ...
En la línea 700
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... En efecto, conocía ya toda la parte anterior del barco submarino, cuya división exacta, del centro al espolón de proa, era la siguiente: el comedor, de cinco metros, separado de la biblioteca por un tabique estanco, es decir, impenetrable al agua; la biblioteca, de cinco metros; el gran salón, de diez metros, separado del camarote del capitán por un segundo tabique estanco; el camarote del capitán, de cinco metros; el mío, de dos metros y medio, y, por último, un depósito de aire de siete metros y medio, que se extendía hasta la roda. El conjunto daba una longitud total de treinta y cinco metros. Los tabiques estancos tenían unas puertas que se cerraban herméticamente por medio de obturadores de caucho, y ellas garantizaban la seguridad a bordo del Nautilus, en el caso de que se declarara una vía de agua. ...
En la línea 883
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Me desperté al día siguiente, 9 de noviembre, tras un largo sueño de doce horas. Según su costumbre, Conseil vino a enterarse de «cómo había pasado la noche el señor» y a ofrecerme sus servicios. Había dejado su amigo el canadiense durmiendo como un hombre que no hubiera hecho otra cosa en la vida. ...
En la línea 90
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... La conciencia es una cosa espantosa cuando acusa a un hombre; pero cuando se trata de un muchacho y, además de la pesadumbre secreta de la culpa, hay otro peso secreto a lo largo de la pernera del pantalón, es, según puedo atestiguar, un gran castigo. El conocimiento pecaminoso de que iba a robar a la señora Joe - desde luego, jamás pensé en que iba a robar a Joe, porque nunca creía que le perteneciese nada de lo que había en la casa -, unido a la necesidad de sostener con una mano el pan con manteca mientras estaba sentado o cuando me mandaban que fuera a uno a otro lado de la cocina a ejecutar una pequeña orden, me quitaba la tranquilidad. Luego, cuando los vientos del marjal hicieron resplandecer el fuego, creí oír fuera de la casa la voz del hombre con el hierro en la pierna que me hiciera jurar el secreto, declarando que no podía ni quería morirse de hambre hasta la mañana, sino que deseaba comer en seguida. También pensaba, a veces, que aquel joven a quien con tanta dificultad contuvo su compañero para que no se arrojara contra mí, tal vez cedería a una impaciencia de su propia constitución o se equivocaría de hora, creyéndose ya con derecho a mi corazón y a mi hígado aquella misma noche, en vez de esperar a la mañana siguiente. Y si alguna vez el terror ha hecho erizar a alguien el cabello, esta persona debía de ser yo aquella noche. Pero tal vez nunca se erizó el cabello de nadie. ...
En la línea 91
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Era la vigilia de Navidad, y yo, con una varilla de cobre, tenía que menear el pudding para el día siguiente, desde las siete hasta las ocho, según las indicaciones del reloj holandés. Probé de hacerlo con el impedimento que llevaba en mi pierna, cosa que me hizo pensar otra vez en el hombre que llevaba aquel hierro en la suya, y observé que el ejercicio tenía tendencia a llevar el pan con manteca hacia el tobillo sin que yo pudiera evitarlo. Felizmente, logré salir de la cocina y deposité aquella parte de mi conciencia en el desván, en donde tenía el dormitorio. ...
En la línea 117
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Tan pronto como el negro aterciopelado que se vela a través de mi ventanita se tiñó de gris, me apresuré a levantarme y a bajar la escalera; todos los tablones de madera y todas las resquebrajaduras de cada madero parecían gritarme: «¡Deténte, ladrón!» y «¡Despiértese, señora Joe!» En la despensa, que estaba mucho mejor provista que de costumbre por ser la víspera de Navidad, me alarmé mucho al ver que había una liebre colgada de las patas posteriores y me pareció que guiñaba los ojos cuando estaba ligeramente vuelto de espaldas hacia ella. No tuve tiempo para ver lo que tomaba, ni de elegir, ni de nada, porque no podía entretenerme. Robé un poco de pan, algunas cortezas de queso, cierta cantidad de carne picada, que guardé en mi pañuelo junto con el pan y manteca de la noche anterior, y un poco de aguardiente de una botella de piedra, que eché en un frasco de vidrio (usado secretamente para hacer en mi cuarto agua de regaliz). Luego acabé de llenar de agua la botella de piedra. También tomé un hueso con un poco de carne y un hermoso pastel de cerdo. Me disponía a marcharme sin este último, pero sentí la tentación de encaramarme en un estante para ver qué cosa estaba guardada con tanto cuidado en un plato de barro que había en un rincón; observando que era el pastel, me lo llevé, persuadido de que no estaba dispuesto para el día siguiente y de que no lo echarían de menos en seguida. ...
En la línea 340
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Esto fue cuanto oí aquella noche antes de que mi hermana me cogiese, cual si mi presencia fuera una ofensa para las miradas de los invitados, y me ayudase a subir la escalera con tal fuerza que parecía que yo llevara cincuenta botas y cada una de ellas corriese el peligro de tropezar contra los bordes de los escalones. Como ya he dicho, el estado especial de mi mente empezó a manifestarse antes de levantarme, al día siguiente, y duró hasta que se perdió el recuerdo del asunto y no se mencionó más que en ocasiones excepcionales. ...
En la línea 159
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... El joven, sin decir nada, se apresuró a marcharse. La puerta interior acababa de abrirse e iban asomando caras cínicas y burlonas, bajo el gorro encasquetado y con el cigarrillo o la pipa en la boca. Unos vestían batas caseras; otros, ropas de verano ligeras hasta la indecencia. Algunos llevaban las cartas en la mano. Se echaron a reír de buena gana al oír decir a Marmeladof que los tirones de pelo eran para él una delicia. Algunos entraron en la habitación. Al fin se oyó una voz silbante, de mal agüero. Era Amalia Ivanovna Lipevechsel en persona, que se abrió paso entre los curiosos, para restablecer el orden a su manera y apremiar por centésima vez a la desdichada mujer, brutalmente y con palabras injuriosas, a dejar la habitación al mismo día siguiente. ...
En la línea 167
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Al día siguiente se despertó tarde, después de un sueño intranquilo que no le había procurado descanso alguno. Se despertó de pésimo humor y paseó por su buhardilla una mirada hostil. La habitación no tenía más de seis pasos de largo y ofrecía el aspecto más miserable, con su papel amarillo y polvoriento, despegado a trozos, y tan baja de techo, que un hombre que rebasara sólo en unos centímetros la estatura media no habría estado allí a sus anchas, pues le habría cohibido el temor de dar con la cabeza en el techo. Los muebles estaban en armonía con el local. Consistían en tres sillas viejas, más o menos cojas; una mesa pintada, que estaba en un rincón y sobre la cual se veían, como tirados, algunos cuadernos y libros tan cubiertos de polvo que bastaba verlos para deducir que no los habían tocado hacía mucho tiempo, y, en fin, un largo y extraño diván que ocupaba casi toda la longitud y la mitad de la anchura de la pieza y que estaba tapizado de una indiana hecha jirones. Éste era el lecho de Raskolnikof, que solía acostarse completamente vestido y sin más mantas que su vieja capa de estudiante. Como almohada utilizaba un pequeño cojín, bajo el cual colocaba, para hacerlo un poco más alto, toda su ropa blanca, tanto la limpia como la sucia. Ante el diván había una mesita. ...
En la línea 221
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Marfa Petrovna quedó por segunda vez estupefacta, como herida por un rayo, según su propia expresión, pero no dudó ni un momento de la inocencia de Dunia, y al día siguiente, que era domingo, lo primero que hizo fue ir a la iglesia e implorar a la Santa Virgen que le diera fuerzas para soportar su nueva desgracia y cumplir con su deber. Acto seguido vino a nuestra casa y nos refirió todo lo ocurrido, llorando amargamente. En un arranque de remordimiento, se arrojó en los brazos de Dunia y le suplicó que la perdonara. Después, sin pérdida de tiempo, recorrió las casas de la ciudad, y en todas partes, entre sollozos y en los términos más halagadores, rendía homenaje a la inocencia, a la nobleza de sentimientos y a la integridad de la conducta de Dunia. No contenta con esto, mostraba y leía a todo el mundo la carta escrita por Dunetchka al señor Svidrigailof. E incluso dejaba sacar copias, cosa que me parece una exageración. Recorrió las casas de todas sus amistades, en lo cual empleó varios días. Ello dio lugar a que algunas de sus relaciones se molestaran al ver que daba preferencia a otros, lo que consideraban una injusticia. Al fin se determinó con toda exactitud el orden de las visitas, de modo que cada uno pudo saber de antemano el día que le tocaba el turno. En toda la ciudad se sabía dónde tenía que leer Marfa Petrovna la carta tal o cual día, y el vecindario adquirió la costumbre de reunirse en la casa favorecida, sin excluir aquellas familias que ya habían escuchado la lectura en su propio hogar y en el de otras familias amigas. Yo creo que en todo esto hay mucha exageración, pero así es el carácter de Marfa Petrovna. Por otra parte, es lo cierto que ella ha rehabilitado por completo a Dunetchka. Toda la vergüenza de esta historia ha caído sobre el señor Svidrigailof, a quien ella presenta como único culpable, y tan inflexiblemente, que incluso siento compasión de él. A mi juicio, la gente es demasiado severa con este insensato. ...
En la línea 224
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »El prometido de tu hermana, Piotr Petrovitch Lujine, es consejero de los Tribunales y pariente lejano de Marfa Petrovna. Por mediación de ella, y después de intervenir activamente en este asunto, nos transmitió su deseo de entablar conocimiento con nosotras. Le recibimos cortésmente, tomamos café y, al día siguiente mismo, nos envió una carta en la que nos hacía su petición con finas expresiones y solicitaba una respuesta rápida y categórica. Es un hombre activo y que está siempre ocupadísimo. Ha de partir cuanto antes para Petersburgo y debe aprovechar el tiempo. ...
En la línea 184
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Tal día, una tarde por ejemplo, ocurre que el negro alterna continuamente con el rojo. Esto cambia a cada instante, de forma que cada uno de los dos colores no sale más que dos o tres veces seguidas. Al día siguiente, o a la misma tarde, el rojo sale solo, jugada tras jugada, por ejemplo, hasta veintidós veces seguidas, y continúa, así, infaliblemente, durante algún tiempo. Algunas veces un día entero. ...
En la línea 362
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Pero el general había hecho, además, alusión a ciertas circunstancias que le obligaban a “comportarse de un modo particular”. Por esta razón le había entrado miedo de pronto y había cambiado de tono para conmigo. Registré cuidadosamente este hecho. Podía muy bien, por pura estupidez, dirigirse al día siguiente a las autoridades, por lo cual yo debía ser prudente. ...
En la línea 593
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... La llevaron más lejos y la inspección continuó. La misma escena se repitió ante una estatuita de Sajonia que la abuela examinó largo tiempo; luego la hizo quitar, no se sabe por qué. Finalmente, hizo la siguiente pregunta al oberkellner: ...
En la línea 965
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Todo aquello fue algo extraño, tumultuoso, y hasta trágico para mí. Al menos las sigo considerando así hasta el momento actual, aunque, desde otro punto de vista, y sobre todo juzgando según el torbellino en que me agitaba entonces, sean a lo más un poco excepcionales. Pero lo que me parece más milagroso es el modo cómo me he comportado respecto a esos acontecimientos. ¡No consigo todavía comprenderlo! Todo eso pasó volando, como un sueño —incluso mi pasión—. Sin embargo, era una pasión fuerte y sincera… pero ¿qué ha sido de ella? No queda nada, hasta el punto que algunas veces se me ocurre la siguiente idea: “¿No habré perdido la cabeza y pasado todo ese período en algún manicomio? ¿Quizá me hallo en él todavía, de modo que ‘todo eso no existe' y continúa no existiendo, no es más que una ilusión…?” ...
En la línea 338
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Al día siguiente de su libertad, en Grasse, vio delante de la puerta de una destilería de flores de naranjo algunos hombres que descargaban unos fardos. Ofreció su trabajo. Era necesario y fue aceptado. Se puso a trabajar. Era inteligente, robusto, ágil, trabajaba muy bien; su empleador parecía estar contento. Pero pasó un gendarme, lo observó y le pidió sus papeles. Le fue preciso mostrar el pasaporte amarillo. Hecho esto, volvió a su trabajo. Un momento antes había preguntado a un compañero cuánto ganaba al día; 'treinta sueldos', le había respondido. Llegó la tarde, y como debía partir al día siguiente por la mañana, se presentó al dueño y le rogó que le pagase. Este no pronunció una palabra, y le entregó quince sueldos. Reclamó y le respondieron: 'Bastante es eso para ti'. Insistió. El dueño lo miró fijamente, y le dijo: '¡Cuidado con la cárcel!' ...
En la línea 338
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Al día siguiente de su libertad, en Grasse, vio delante de la puerta de una destilería de flores de naranjo algunos hombres que descargaban unos fardos. Ofreció su trabajo. Era necesario y fue aceptado. Se puso a trabajar. Era inteligente, robusto, ágil, trabajaba muy bien; su empleador parecía estar contento. Pero pasó un gendarme, lo observó y le pidió sus papeles. Le fue preciso mostrar el pasaporte amarillo. Hecho esto, volvió a su trabajo. Un momento antes había preguntado a un compañero cuánto ganaba al día; 'treinta sueldos', le había respondido. Llegó la tarde, y como debía partir al día siguiente por la mañana, se presentó al dueño y le rogó que le pagase. Este no pronunció una palabra, y le entregó quince sueldos. Reclamó y le respondieron: 'Bastante es eso para ti'. Insistió. El dueño lo miró fijamente, y le dijo: '¡Cuidado con la cárcel!' ...
En la línea 371
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Al día siguiente, al salir el sol, monseñor Bienvenido se paseaba por el jardín. La señora Magloire salió corriendo a su encuentro muy agitada. ...
En la línea 517
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... El resultado de aquella secreta conversación fue un paseo al campo que se realizó el domingo siguiente, al que invitaron los estudiantes a las jóvenes. ...
En la línea 56
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Era la forma de pelear de los lobos, golpear y recular; pero hubo algo más. Treinta o cuarenta perros esquimales se acercaron apresurados para formar un círculo alerta y silencioso en torno a los antagonistas. Buck no comprendía aquel silencio expectante ni la ansiedad con que se relamían. Curly se abalanzó sobre su adversario, que volvió a atacar y a dar un salto hacia el costado. El husky recibió la siguiente embestida con el pecho de forma tan peculiar que hizo perder el equilibrio a Curly. No volvió a recobrarlo. Esto era lo que el círculo de perros estaba esperando. La acorralaron, gruñendo y aullando, y Curly, entre aullidos de agonía, quedó sepultada bajo aquella masa peluda de cuerpos feroces. ...
En la línea 73
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Ese día hicieron setenta kilómetros sobre suelo firme; pero al siguiente, y durante muchos días más, tuvieron que abrirse camino con mayor es fuerzo y tardando mucho más tiempo. Por lo general, Perrault iba delante apretando la nieve con raquetas en los pies para facilitar el desplazamiento del equipo. François, que guiaba el trineo desde la parte delantera, intercambiaba a veces el puesto con su compañero, aunque no siempre. Perrault tenía prisa y se jactaba de conocer bien el hielo, una pericia indispensable, porque en otoño el hielo era muy delgado y si había corriente de agua no cuajaba en absoluto. ...
En la línea 75
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Enseguida fue perdiendo Buck la delicadeza de su vida anterior. Comilón moroso y refinado, se encontró con que sus compañeros, que acababan antes, le robaban la porción que no había consumido aún. No había forma de defenderla. Mientras él ahuyentaba a dos o tres ladrones, la comida desaparecía en el gaznate de los demás. El único remedio era comer tan rápido como ellos; y tanto lo acuciaba el hambre que enseguida aprendió a coger lo que no era suyo. Observaba y aprendía. Una vez vio como Pike, uno de los nuevos, un hábil ladrón y especialista en escaquearse, robaba con astucia un trozo de tocino cuando Perrault le daba la espalda, y al día siguiente Buck se apoderó de todo el tocino. Se armó un gran jaleo, pero nadie sospechó de él; fue Dub, un ladrón torpe al que siempre sorprendían con las manos en la masa, quien recibió el castigo en su lugar. ...
En la línea 98
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Cuando llegaron al Hootalinqua y al hielo firme, Buck estaba agotado. El resto de los perros se encontraba en un estado semejante; pero Perrault, para compensar el tiempo perdido, les exigía trabajar de sol a sol. El primer día recorrieron sesenta kilómetros hasta el Big Salmon; al siguiente, sesenta más hasta el Little Salmon; el tercer día otros setenta, lo cual los llevó hasta bastante cerca de Five Fingers. ...
En la línea 251
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... Al día siguiente estábamos en el Hotel de Santa Lucía de Nápoles. ...
En la línea 1017
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... A este postrer metrallazo, Lucía dio a correr, cruzó la verja, subió la escalera no menos de prisa que la había bajado, y se encerró en su cuarto, soltando la rienda al dolor. De lo que pensó en aquella larga noche, que pasó tendida en un sofá, dará idea la siguiente carta, no destinada seguramente por su autora a la publicidad, ni menos al aplauso de las generaciones venideras: ...
En la línea 1086
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... El Padre Arrigoitia y el médico Duhamel, de acuerdo con Miranda, y facultados telegráficamente por la desconsolada familia Gonzalvo, proporcionaron a la muerta cuanto necesitaba ya: mortaja y ataúd. Pilar, vestida de hábito del Carmen, fue extendida en la caja sobre su mismo lecho; encendieron luces, y dejáronla, a la española, en la cámara mortuoria, no acatando la costumbre francesa de convertir en capilla ardiente el portal, exponiendo allí el cadáver para que todo el que pase lo rocíe con una rama de boj que flota en una caldereta de agua bendita. Depósito, exequias y entierro, debían verificarse el día siguiente. ...
En la línea 189
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... En efecto, un largo artículo publicado el 7 de octubre en el 'Boletín de la Sociedad de Geografía', trató la cuestión desde todos los aspectos y demostró claramente la locura de la empresa. Según este artículo, el viajero lo tenía todo en contra suya, obstáculos humanos, obstáculos naturales. Para que pudiese tener éxito el proyecto, era necesario admitir una concordancia maravillosa en las horas de llegada y de salida, concordancia que no existía ni podía existir. En Europa, donde las distancias son relativamente cortas, se puede en rigor contar con que los trenes llegarán a hora fija; pero cuando tardan tres días en atravesar la India y siete en cruzar los Estados Unidos, ¿podían fundarse sobre su exactitud los elementos de semejante problema? ¿Y los contratiempos de máquinas, los descarrilamientos, los choques, los temporales, la acumulación de nieves? ¿No parecía presentarse todo contra Phileas Fogg? ¿Acaso en los vapores no podrían encontrarse durante el invierno expuesto a los vientos o a las brumas? ¿Es quizá cosa extraña que los más rápidos andadores de las líneas transoceánicas experimenten retrasos de dos y tres días? Y bastaba con un solo retraso, con uno solo, para que la cadena de las comunicaciones sufriese una ruptura irreparable. Si Phileas Fogg faltaba, aunque tan sólo fuese por algunas horas a la salida de algún vapor, se vería obligado a esperar el siguiente, y por este solo motivo su viaje se vería irrevocablemente comprometido. ...
En la línea 372
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Al día siguiente de la salida de Suez, 29 de octubre, no dejó de darle gusto el encuentro que hizo en el puente del obsequioso personaje a quien se había dirigido al desembarcar en Egipto. ...
En la línea 394
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Durante la siguiente noche, el 'Mongolia' cruzó el estrecho de Bab el Mandeb, cuyo nombre árabe significa la 'Puerta de las lágrimas'; y al otro día, 14, hacía escala en 'Steamer Point' al Nordeste de la rada de Adén. Allí era donde debía reponerse de combustible. ...
En la línea 463
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Y con esto la conversación se enfrió de nuevo. Durante la noche, el tren atravesó los Ghats, pasó por Nassik, y al día siguiente 21 de octubre, corría por un territorio casi llano formado por la comarca del Khandeish. La campiña, bien cultivada, estaba llena de villorrios, sobre los cuales el minarete de la pagoda reemplazaba al campanario de la iglesia europea. Esta región fértil estaba regada por numerosos arroyuelos, afluentes la mayor parte o subafluentes del Godavery. ...

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Errores Ortográficos típicos con la palabra Siguiente
Cómo se escribe siguiente o ciguiente?
Cómo se escribe siguiente o ziguiente?
Cómo se escribe siguiente o sijuiente?
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