Cual es errónea Revuelta o Rrevuelta?
La palabra correcta es Revuelta. Sin Embargo Rrevuelta se trata de un error ortográfico.
La falta ortográfica detectada en la palabra rrevuelta es que se ha eliminado o se ha añadido la letra r a la palabra revuelta
Más información sobre la palabra Revuelta en internet
Revuelta en la RAE.
Revuelta en Word Reference.
Revuelta en la wikipedia.
Sinonimos de Revuelta.
Errores Ortográficos típicos con la palabra Revuelta
Cómo se escribe revuelta o rrevuelta?
Cómo se escribe revuelta o rebuelta?

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Las Reglas Ortográficas de la R y la RR
Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.
En castellano no es posible usar más de dos r
Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra r
Algunas Frases de libros en las que aparece revuelta
La palabra revuelta puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 657
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y siguió adelante, desapareciendo en una revuelta del camino. ...
En la línea 674
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... En este desgaste de la portada adivinábase el paso de la revuelta y el del motín. ...
En la línea 1700
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pepeta, la pobre bestia de trabajo, muerta para la maternidad y casada sin la esperanza de ser madre, perdió su calma a la vista de aquella cabecita de marfil, orlada por la revuelta cabellera como un nimbo de oro. ...
En la línea 2124
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Quedó revuelta la gente en la plazoleta, rodaron las mesas, enarboláronse varas y garrotes, poniéndose cada uno en guardia contra el vecino, por lo que pudiera ocurrir; Y mientras tanto, el causante de toda la zambra, Batiste, permanecía inmóvil, con los brazos caídos, empuñando todavía el taburete con manchas de sangre, asustado de lo que acababa de hacer. ...
En la línea 265
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pero el señor Fermín se aburría en su retiro, sin poder hablar más que con los viñadores, que le trataban con cierta reserva, o con su hija, que prometía ser una buena moza, y sólo pensaba en el arreglo y admiración de su persona. La muchacha se dormía por las noches apenas deletreaba él a la luz del candil alguno de los folletos de la buena época, los renglones cortos de Barcia, que le entusiasmaban como una resurrección de su juventud. De tarde en tarde se presentaba don Pablo el joven, que dirigía la gran casa Dupont, dejando que sus hermanos menores se divirtiesen en la sucursal de Londres, o doña Elvira con sus sobrinas, cuyos noviazgos llevaban revuelta a toda la juventud de Jerez. ...
En la línea 531
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... _Alcaparrón_ obedeció con la docilidad de un perro. Al despedirse de Salvatierra le tendió su mano de mulato, repitiendo que le esperaban en la gañanía y que la gente andaba revuelta al saber que un _presonaje_ tan alto estaba en Matanzuela. ...
En la línea 591
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Tuteaba a Salvatierra a uso de _compañero_ y hablaba con desprecio de la gente trabajadora. Los jóvenes ya los veía allí: creyéndose felices con una copa y sin más pensamiento que hacer suyas a las compañeras de trabajo. No había más que fijarse en la frialdad con que habían presenciado la llegada de Salvatierra. Muchos ni sentían la curiosidad de aproximarse a él: hasta habían sonreído irónicamente, como si dijeran: «Un embustero más». Para ellos eran embusteros los periódicos que leían los viejos en voz alta; embusteros los que hablaban de la fuerza de la asociación y de una revuelta posible: sólo eran verdad los tres gazpachos y los dos reales de jornal, y con esto, alguna borrachera de vez en cuando y el asalto de una trabajadora, a la que afligían con el engendramiento de un nuevo desgraciado, se consideraban felices mientras duraba en ellos el optimismo de la juventud y la fuerza. Si seguían el impulso de las huelgas, era por el ruido y el desorden que éstas traían. De los antiguos, quedaban aún muchos fieles a _la idea_, pero apocados de ánimo, miedosos, encorvados bajo el temor que habían sabido infundirles los ricos. ...
En la línea 1260
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El conflicto de Jerez lo arreglaba en venticuatro horas. Que le diesen la autoridad y se vería lo que ero bueno. Los ejecuciones a raíz de lo de _La Mano Negra_, habían dado algún resultado. La gentuza se acobardó ante los cadalsos erigidos en la plaza de la Cárcel. Pero esto no era bastante. Convenía una sangría suelta para quitar fuerzas a la bestia rebelde. De mandar él, ya estarían en presidio los mangoneadores de todas las sociedades obreras del campo que traían revuelta a la ciudad. ...
En la línea 1984
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... CAPÍTULO XIV Estado de España.—Istúriz.—Revolución de La Granja.—La revuelta.—Síntomas alarmantes.—Los corresponsales de periódicos.—Arrojo de Quesada.—La escena final.—Fuga de los moderados.—El café. ...
En la línea 2061
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... No se oyeron más gritos de viva la Constitución; la revuelta parecía efectivamente dominada en la capital. ...
En la línea 3045
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Mientras me esforzaba por separar a los dos antagonistas, mi caballo se escapó, y rompiendo por entre la revuelta multitud, derribó a varios individuos y causó no pocos destrozos. ...
En la línea 3127
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Era la carretera tortuosa, y el paisaje más pintoresco a cada revuelta. ...
En la línea 2635
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y, con esto, entró en el aposento, y todos tras él, y hallaron a don Quijote en el más estraño traje del mundo: estaba en camisa, la cual no era tan cumplida que por delante le acabase de cubrir los muslos, y por detrás tenía seis dedos menos; las piernas eran muy largas y flacas, llenas de vello y no nada limpias; tenía en la cabeza un bonetillo colorado, grasiento, que era del ventero; en el brazo izquierdo tenía revuelta la manta de la cama, con quien tenía ojeriza Sancho, y él se sabía bien el porqué; y en la derecha, desenvainada la espada, con la cual daba cuchilladas a todas partes, diciendo palabras como si verdaderamente estuviera peleando con algún gigante. ...
En la línea 3411
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... El ventero, que era de la cuadrilla, entró al punto por su varilla y por su espada, y se puso al lado de sus compañeros; los criados de don Luis rodearon a don Luis, porque con el alboroto no se les fuese; el barbero, viendo la casa revuelta, tornó a asir de su albarda, y lo mismo hizo Sancho; don Quijote puso mano a su espada y arremetió a los cuadrilleros. ...
En la línea 8804
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... y ahora me encuentro la simiente revuelta con la tierra en el suelo, y sobre una butaca este guante de canónigo. ...
En la línea 1490
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Entablaba César relaciones secretas con muchos de sus antiguos subordinados para dislocar de tal modo la conjuración. Vitellozzo. Paolo Orsiní y Oliveretto da Permo le presentaban una serle de reclamaciones abusivas, exigiendo su inmediato reconocimiento y amenazándola en caso contrario con una franca revuelta. ...
En la línea 1507
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... A Paolo Orsini, el tercer prisionero, lo guardó para conducirlo a Roma y confrontarlo con otros miembros de su familia que habían preparado una conjuración contra la vida de! Pontífice. Dicha revuelta debía iniciarse en la capital tan pronto como se recibiesen nuevas de la prisión de César en Sinigaglia, o de su muerte. Pero la noticia que llegó a Roma fue la del inesperado triunfo de César, y Alejandro VI se apresuró a encarcelar en el Vaticano a todos los de la familia Orsini, un cardenal, un arzobispo, un protonotario de la curia y varios hombres más de guerra. ...
En la línea 3558
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Con estos diferentes estados de su espíritu se relacionaban ciertas intermitencias de manía religiosa. En las horas en que se sentía muy culpable, entrábale temor de los castigos temporales y eternos. Acordábase de cuanto le enseñaron D. León y las Micaelas, y volvían a su mente las impresiones de la vida del convento con frescura y claridad pasmosas. Cuando le daba por ahí, iba a misa, y aun se le ocurría confesarse; pero de pronto le entraba miedo y lo dejaba para más adelante. Luego venía la contraria, o sea el sentimiento de su inculpabilidad, como una reversión mecánica del estado anterior, y todas las somnolencias y aprensiones místicas huían de su mente. Se pasaba entonces dos o tres días en completa tranquilidad, sin rezar más que los Padrenuestros que por rutina le salían de entre dientes todas las mañanas. Su conciencia giraba sobre un pivote, presentándole, ya el lado blanco, ya el lado negro. A veces esta brusca revuelta dependía de una palabra, de una idea caprichosa que pasaba volando por su espíritu, como pasa un pájaro fugaz por la inmensidad del Cielo. Entre creerse un monstruo de maldad o un ser inocente y desgraciado, mediaban a veces el lapso de tiempo más breve o el accidente más sencillo; que se desprendiese una hoja del tallo ya marchito de una planta cayendo sin ruido sobre la alfombra; que cantase el canario del vecino o que pasara un coche cualquiera por la calle, haciendo mucho ruido. ...
En la línea 4255
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Abriose la puerta y entró Severiana llorando a gritos. Había llegado el momento de que se llevaran el cuerpo de Mauricia, y este acto tristísimo se conoció en los gemidos y sollozos de todas las mujeres que en la casa mortuoria estaban. Cuando Guillermina y Fortunata salieron, ya el ataúd era bajado en hombros de dos jayanes para ponerlo en el carro humilde que esperaba en la calle. La curiosidad y el deseo de dar el último adiós a su amiga empujaron a Fortunata hacia la escalera… Alcanzó a ver las cintas amarillas sobre la tela negra, en la revuelta de la escalera; pero fue un segundo no más. Después se asomó al balcón, y vio cómo pusieron la caja en el carro, y cómo se puso en marcha este sin más acompañamiento que el de un triste simón en que iban Juan Antonio y dos vecinos. Se vio tan vivamente acometida de ganas de llorar, que no recordaba haber llorado nunca tanto, en tan poco tiempo. ...
En la línea 5508
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Don Basilio era de los que sinceramente se alegraban del golpe de suerte que había tenido Juan Pablo. Aquel destino no era de su ramo, y por tanto, no lo envidiaba. Si se hubiera tratado de la dirección económica de una provincia, D. Basilio habría sentido tristeza del bien ajeno. Pero no le sacaran a él de sus números… Por cierto que el Ministro le había encargado un trabajo que le traía marcado… proyecto de reglamento para la cobranza del subsidio industrial… «Siempre me caen a mí estos turrones. Ocurre en secretaría que no se conocen los antecedentes de tal o cual cosa… '¡Ah!, la Caña lo sabrá'. Piden en el Congreso una nota del estado en que se halla la codificación de Hacienda. ¡Qué lío! Nadie sabe una palabra… '¡Ah!… a ver… la Caña'. Y la Caña les saca del apuro. Que el Ministro quiere enterarse de los trabajos hechos para el establecimiento del Registro fiscal, que es el gran medio para descubrir la riqueza oculta… Pues toda la casa revuelta; busca por aquí, busca por allá. Hasta que a uno se le ocurre decir… 'Eso la Caña… ' y efectivamente; como que la Caña es el que hizo los primeros estudios del Registro fiscal». Total, que si por desgracia llegaba a faltar D. Basilio del Ministerio de Hacienda, este se venía abajo de golpe como un edificio al cual falta el cimiento. ...
En la línea 384
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Lucía se abanicaba con un periódico dispuesto por Artegui en forma de concha, y leves gotitas transparentes de sudor salpicaban su rosada nuca, sus sienes y su barbilla: de cuando en cuando las embebía con el pañuelo: los mechones del cabello, lacios, se pegaban a su frente. Desabrochose el cuello almidonado, se quitó la corbata, que la estrangulaba, y se recostó, dando indicios de gran desmadejamiento, en la esquina. A fin de refrescar un poco el interior, corrió Artegui las cortinillas todas ante los bajos vidrios, y una luz vaga y misteriosa, azulada, un sereno ambiente, formaban allí, algo de gruta submarina, añadiendo a la ilusión el ruido del tren, no muy distinto del mugir del Océano. Insensible al cálido día, Artegui levantaba la cortina un poco, se asomaba, miraba el país, los robledales, la sierra, los valles profundos. Una vez acertó a ver pintoresca romería. Fue rápido y fugaz el cuadro, pero no tanto que no distinguiese a la gente siguiendo el sendero angosto, escapulario al cuello, a pie o en carretas de bueyes, cubiertos con boina roja o azul los hombres, las mujeres tocadas con pañolitos blancos. Parecía el desfile la bajada de los pastores en un Nacimiento; el sol claro, alumbrando plenamente las figuras, les daba la crudeza de tonos de muñecos de barro pintado. Artegui llamó a Lucía, que alzando la cortina a su vez, echó el cuerpo fuera, hasta que una revuelta del camino y la rapidez del tren borraron el cuadro. ...
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