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La palabra kijada
Cómo se escribe

Comó se escribe kijada o quijada?

Cual es errónea Quijada o Kijada?

La palabra correcta es Quijada. Sin Embargo Kijada se trata de un error ortográfico.

El Error ortográfico detectado en el termino kijada es que hay un Intercambio de las letras k;q con respecto la palabra correcta la palabra quijada

Más información sobre la palabra Quijada en internet

Quijada en la RAE.
Quijada en Word Reference.
Quijada en la wikipedia.
Sinonimos de Quijada.

Reglas relacionadas con los errores de k;q

Las Reglas Ortográficas de la K

Regla 1.- K La letra K es muy escasa en castellano y solo aparece dos tipos de palabras, en los vocablos con prefijo de kilo-

Ejemplos: kilómetro kilogramo kilotón kilohertzio ...

Regla 2.- K La otra fuente de palabras que usan k son los prestamos linguisticos de otros idiomas como

por ejemplo en káiser kárate kurdo

Regla 3.- K En general el sonido K (de queso o camino) se transcribe con c ante las vocales 'a', 'o', 'u' y con qu ante 'e' o 'i'

carne coche cuello queso quince

Las Reglas Ortográficas de la Q

Regla 1.- Regla general La letra Q es poco usada en castellano y siempre va acompañada de que o qui, aunque la u no se pronuncia

La mayorias de las palabras que usan k son los prestamos linguisticos de otros idiomas

Ejemplos de palabras con Que :

aeroparque anaquel arique arqueología arquero arquetipo arranque asquerosidad ataque aunque banqueta banquete bosque cheque desembarque desemboque desempaque desenfoque desmarque dique disloque embarque empaque enfoque estanque maqueta quebrar queja quemadura quemar querer querubín queso.

Excepciones casi todas prestamos extranjeros: bróker búnker cricket hacker hockey karaoke kelvin kendo keniata marketing sketch.

Ejemplos de palabras con Qui : adquirir adquisición alquilar alquimia anarquista aniquilación aniquilar arquitectura esquimal quiebra quietud quijada química quince quincena quincuagésima
Excepciones: aikido bikini kilo kilobyte kilocaloría kilociclo kilogramo kilohercio kilolitro kilometraje kilometrar kilómetro kilovatio kilovoltio kimono kindergarten kiosco kiwi overbooking parking ranking vikingo.

Regla 2.- Plurales de cLos plurales de las palabras de origen extranjero que terminan en c. Ejemplos:

frac – fraques cuello vivac – vivaques clac – claques

Regla 3 .- Doble grafía Existen palabras que tienen doble grafía se escriben con K, pero se pueden usar tambien la Q dos grafías. Ejemplos: kiosco – quioscov fakir – faquir kimono – quimono kilogramo – quilogramo.


Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras k;q


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece quijada

La palabra quijada puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 2319
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Mauricia la Dura representaba treinta años o poco más, y su rostro era conocido de todo el que entendiese algo de iconografía histórica, pues era el mismo, exactamente el mismo de Napoleón Bonaparte antes de ser Primer Cónsul. Aquella mujer singularísima, bella y varonil tenía el pelo corto y lo llevaba siempre mal peinado y peor sujeto. Cuando se agitaba mucho trabajando, las melenas se le soltaban, llegándole hasta los hombros, y entonces la semejanza con el precoz caudillo de Italia y Egipto era perfecta. No inspiraba simpatías Mauricia a todos los que la veían; pero el que la viera una vez, no la olvidaba y sentía deseos de volverla a mirar. Porque ejercían indecible fascinación sobre el observador aquellas cejas rectas y prominentes, los ojos grandes y febriles, escondidos como en acecho bajo la concavidad frontal, la pupila inquieta y ávida, mucho hueso en los pómulos, poca carne en las mejillas, la quijada robusta, la nariz romana, la boca acentuada terminando en flexiones enérgicas, y la expresión, en fin, soñadora y melancólica. Pero en cuanto Mauricia hablaba, adiós ilusión. Su voz era bronca, más de hombre que de mujer, y su lenguaje vulgarísimo, revelando una naturaleza desordenada, con alternativas misteriosas de depravación y de afabilidad. ...

En la línea 2345
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... A Mauricia le temblaba la quijada, y sus ojos tomaban esa opacidad siniestra de los ojos de los gatos cuando van a atacar. Las recogidas la miraban con miedo, y algunas monjas rodearon a la Superiora para hacerla respetar. ...

En la línea 3921
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Doña Lupe y Fortunata entraron, precedidas de Severiana, en el aposento de la enferma, que estaba incorporada en la cama. Le habían cortado el pelo días antes para poderle curar la herida de la cabeza; su perfil romano se había acentuado; era más fina la nariz, la quijada inferior abultaba más, y la extenuación le agrandaba los ojos. Las curvas airosas de la boca eran más rasgueadas, y la decomisura de los labios, que parecía obra de un agudo punzón, dábale cierto aspecto de grandeza caída o de humillación sublimemente resignada. Las cárdenas ojeras le cogían media cara; el superciliar salía como una visera; los ojos, hermosos y ardientes, quedábanse allá dentro, y rodeados de aquella piel morada relumbraban más, como si acecharan el acaso que iba a pasar. Las cejas negras formaban una sola línea recta. La frente era espaciosa, con un mechón de pelo negro… En fin, que la Dura completaba la historia aquella expuesta en las paredes: era el Napoleón en Santa Helena. ...

En la línea 5300
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Había resuelto Fortunata, de acuerdo con su tía Segunda, albergarse en la casa de esta, que vivía otra vez en la Cava. Allá se encaminó desde la calle de Don Pedro, y antes de entrar en el portal de la pollería, el mismo portal y el mismo edificio donde tuvo principio la historia de sus desdichas, una vecina le dijo que Segunda estaba en el puesto de la plazuela, comiendo con unas amigas. Fuese allá, y vio a su tía con otras dos tarascas junto a una mesilla, comiendo un guiso de cordero en platos de Talavera. Jarro de vino y botijo de agua completaban el servicio. Las tres damas estaban con los moños al aire, hablando a un tiempo en alta voz, con ese desparpajo y esa independencia de modales que caracterizan a los vendedores ambulantes que viven siempre al aire libre, y tienen la voz hecha a la gritería de los pregones. Segunda Izquierdo era una mujer corpulenta y con la cara arrebatada, el pelo entrecano. Se parecía bastante a su hermano José; pero no conservaba tan bien como este la hermosura de aquella raza de gente guapa, porque las miserias, las enfermedades y la vida aperreada de los últimos años habían hecho efectos devastadores en su cara y cuerpo. Los que trataron a Segunda en su edad de oro, apenas la conocían ya, porque su cara estaba toda llena de costurones, y en el cuello y quijada inferior llevaba unas rúbricas que daban fe de otros tantos abcesos tratados quirúrgicamente. El ojo derecho no estaba ya todo lo abierto que debía, a causa de una rija, y el párpado inferior del mismo había adquirido notoria semejanza con un tomate, a consecuencia de la aplicación de un puño cerrado, de lo que resultó una inflamación que vino a parar en endurecimiento. Ni aun su hermosa dentadura conservaba Segunda, pues un año hacía que empezaban a emigrar las piezas unas tras otras. El cuerpo se iba pareciendo al de una vaca que se pusiera en dos pies. ...

En la línea 60
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Por la tarde, Perrault, a quien le urgía ponerse en camino con el correo, regresó con dos perros más. Billie y Joe, así les llamaba, eran hermanos y esquimales auténticos. Aunque hijos de la misma madre, eran como el día y la noche. El único defecto de Billie era su carácter sumamente acomodaticio, mientras que Joe era el extremo opuesto, malhumorado e introspectivo, siempre gruñón y con la mirada atravesada. Buck los recibió de buen talante, Dave no les hizo el menor caso, mientras que Spitz se puso a provocar primero a uno y después al otro. Billie meneó la cola intentando aplacarlo, salió corriendo cuando vio que su intento era vano y emitió un gruñido (todavía apaciguador) cuando los afilados dientes de Spitz le dejaron una marca en el costado. En cambio, Joe, por muchas vueltas que diera Spitz, giraba en redondo sobre las patas traseras y le hacía frente: los pelos erizados, las orejas echadas hacia atrás, la boca contorsionada enseñando los dientes, lo esquivaba con el incesante movimiento de su quijada y un brillo diabólico en los ojos. Era la encarnación misma del terror beligerante. Tan terrible era su aspecto que Spitz no tuvo más remedio que renunciar a someterlo; y se desquitó corriendo tras el inofensivo Billie hasta los confines del campamento. ...


la Ortografía es divertida

Errores Ortográficos típicos con la palabra Quijada

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