Cómo se escribe.org.es

La palabra prretensiones
Cómo se escribe

Comó se escribe prretensiones o pretensiones?

Cual es errónea Pretensiones o Prretensiones?

La palabra correcta es Pretensiones. Sin Embargo Prretensiones se trata de un error ortográfico.

La falta ortográfica detectada en la palabra prretensiones es que se ha eliminado o se ha añadido la letra r a la palabra pretensiones

Errores Ortográficos típicos con la palabra Pretensiones

Cómo se escribe pretensiones o prretensiones?
Cómo se escribe pretensiones o pretenciones?
Cómo se escribe pretensiones o pretenzionez?


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece pretensiones

La palabra pretensiones puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1233
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y Dupont, agresivo en la defensa de lo que llamaba sus derechos, no sólo se negaba a oír las pretensiones de los braceros, sino que había expulsado de la viña a todos los que se significaban como agitadores mucho antes de que intentasen rebelarse. ...

En la línea 1585
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pasó la verja y el portal con la facilidad de un antiguo servidor de la casa. Se detuvo un instante en el patio, de blancas arcadas, entre los macizos de plátanos y palmeras. En el centro de uno de los claustros cantaba un chorro de agua, cayendo en profundo tazón. Era una fuente con pretensiones de monumento; una montaña de estalactitas con una cueva a guisa de hornacina, y en ella la Virgen de Lourdes, de mármol blanco; una estatua mediocre, con el relamido exterior de la imaginería francesa, que el dueño del hotel apreciaba como un prodigio artístico. ...

En la línea 1740
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Al cabo se presentó el secretario particular, y después de hacer diversas preguntas a los otros, se dirigió a mí, interrogándome acerca de mi calidad y mis pretensiones. ...

En la línea 1988
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Con respecto a mis asuntos, no desperdiciaba yo ocasión de adelantar mis pretensiones; pero el secretario aragonés seguía machacando en el Concilio de Trento, y consiguió frustrar todos mis esfuerzos. ...

En la línea 5652
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... No le faltaban, empero, pretensiones de magnificencia y grandeza, como no le faltan a ningún paraje de España. ...

En la línea 6300
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Muchas veces, asqueado ante las ostentosas profesiones de fe de los que pasean la cruz en doradas carrozas, te he recordado a ti y tu fe tranquila, sin pretensiones; tu paciencia en la miseria, tu fortaleza en la adversidad. ...

En la línea 646
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Era un poco torcido del hombro derecho don Restituto —por lo demás buen mozo, casi tan alto como el pariente del ministro —, y como este defecto incurable era un obstáculo a las pretensiones de gallardía que siempre había alimentado, discurrió hacer de tripas corazón, como se dice, o sea sacar partido, en calidad de gracia, de aquella tacha con que estaba señalado. ...

En la línea 679
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —Y muchos; nunca lleva el mismo; cada día un perifollo nuevo —añadió el Arcediano —; yo no sé de dónde los saca, porque ella no es rica; a pesar de sus pretensiones de noble, ni lo es ni tiene más que una renta miserable y una viudedad irrisoria. ...

En la línea 2394
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... El socio, que había de ser nuevo necesariamente para andar en tales pretensiones, podía entretenerse mientras tanto mirando el mapa de Rusia y Turquía y el Padre nuestro en grabados, que adornaban las paredes de aquel centro de instrucción y recreo. ...

En la línea 2433
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Escritos sin pretensiones. ...

En la línea 422
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El canónigo, con sus entusiasmos históricos, había resucitado dentro de él todas las obras ya olvidadas que quiso producir en otro tiempo. Semanas antes, le parecía el Claudio Borja anterior a su encuentro con Rosaura en Aviñón un pobre joven digno de lástima. Ahora lo envidiaba como a un hombre superior porque sentía, ambiciones y deseos de acción, porque sonaba con escribir un poema sobre El Papa del mar, uniendo a tal proyecto otras pretensiones literarias. ...

En la línea 675
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Duraban muchos días los festejos y mascaradas, y una vez más el cardenal Borja abandonaba a Valencia para irse a Castilla, siendo recibido en Madrid con gran pompa y bajo palio, al lado del rey don Enrique, apellidado el Impotente, que iba a su izquierda. Se esforzaba el cardenal por inclinar al monarca a favor de la sucesión de su hermana, doña Isabel, contra las pretensiones de los partidarios de su hija única, apodada la Beltraneja, por creerla adulterina, ocasionándole todo esto grandes enemistades. Al fin conseguía que don Enrique hiciera las paces con su hermana y cuñado Fernando, y en julio de 1463 volvía de nuevo a Valencia, preparando su regreso a Roma. ...

En la línea 817
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Adriana de Milá, con todas sus pretensiones aristocráticas, era pobre y vivía obediente a lo que le mandase su tío, cada vez más poderoso. ...

En la línea 845
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Toda la península italiana se veía envuelta en una red de intrigas, y Alejandro VI necesitaba moverse entre dificultades interminables, armándose unas veces con Nápoles y ajustando luego alianzas con sus reyes, rechazando las pretensiones de Carlos VIII y fingiendo a continuación admitirlas mientras las combatía en secreto. ...

En la línea 1647
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... En tal situación, presentose inopinadamente en Madrid Nicolás Rubín, el curita peludo, que también tenía sus pretensiones de ingresar no sé si en el clero castrense o en el catedral, y ambos hermanos celebraron unos coloquios muy reservados, paseando solos por las afueras. De resultas de esto, Juan Pablo apareció un día en el café con cierta animación, mucho desenfado en sus juicios políticos, dándolas de profeta y expresando más altaneramente que nunca su desprecio de la situación dominante. A los que de esta manera se conducen, se les mira en los cafés con un poquillo de respeto y aun con cierta envidia, suponiéndoles conocedores de secretos de Estado o de alguna intriga muy gorda. «El amigo Rubín—dijo, en ausencia de él D. Basilio Andrés de la Caña, que era uno de los puntos fijos en la mesa—, me parece a mí que no juega limpio con nosotros. Si le van a colocar que lo diga de una vez. ¿Qué tenemos, viene la federal o qué? ¡Misterios! ¡Meditemos!… ¿O es que le lleva cuentos a don Práxedes? Bueno, señores, que se los lleve. No me importa el espionaje». ...

En la línea 2071
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Cargábanle a doña Lupe sus pretensiones sermonarias y cierta grosería entremezclada con la soberbia clerical. Las relaciones entre una y otro eran puramente de fórmula, hasta que a Nicolás, en uno de los viajes que hizo a Madrid, se le ocurrió entregar a la tía sus ahorros para que se los colocara, y véase aquí cómo se estableció entre estas dos personas una corriente de simpatía convencional que había de producir la amistad. Era como dos países separados por esenciales diferencias de raza y antagonismos de costumbres, y unidos luego por un tratado de comercio. Lo contrario pasó entre Juan Pablo y doña Lupe. Esta le tuvo en otro tiempo mucho cariño y apreciaba sus grandes atractivos personales; pero ya le iba dando de lado en sus afectos. No le perdonaba sus hábitos de despilfarro y el poco aprecio que hacía del dinero gastándolo tan sin sustancia. Ni una sola vez, ni una, le había dado un pico para que se lo colocase a rédito. Siempre estaba a la cuarta pregunta, y como pudiera sacarle a su tía alguna cantidad por medio de combinaciones dignas del mejor hacendista, no dejaba de hacerlo, y a la viuda se le requemaba la sangre con esto. Véase, pues, cómo se entendía mejor con el más antipático de sus sobrinos que con el más simpático. ...

En la línea 2261
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Así fue en efecto. Pocas veces en su vida, ni aun en los mejores días de Jáuregui, se dio doña Lupe tanto pisto como en aquella entrevista, pues siendo el basilisco tan poco fuerte en artes sociales y hallándose tan cohibida por su situación y su mala fama, la otra se despachó a su gusto y se empingorotó hasta un extremo increíble. Trataba doña Lupe a su presunta sobrina con urbanidad; pero guardando las distancias. Había de conocerse hasta en los menores detalles, que la visitada era una moza de cáscara amarga, con recomendables pretensiones de decencia, y la visitante una señora, y no una señora cualquiera, sino la señora de Jáuregui, el hombre más honrado y de más sanas costumbres que había existido en todo tiempo en Madrid o por lo menos en Puerta Cerrada. Y su condición de dama se probaba en que después de haber hecho todo lo posible, en la primera parte de la visita, por mostrar cierta severidad de principios, juzgó en la segunda que venía bien caerse un poco del lado de la indulgencia. El verdadero señorío jamás se complace en humillar a los inferiores. Doña Lupe se sintió con unas ganas tan vivas de protección con respecto a Fortunata, que no podría llevarse cuenta de los consejos que le dio y reglas de conducta que se sirvió trazarle. Es que se pirraba por proteger, dirigir, aconsejar y tener alguien sobre quien ejercer dominio… ...

En la línea 2267
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Doña Lupe era persona de buen gusto y apreció al instante la hermosura del basilisco sin ponerle reparos, como es uso y costumbre en juicios de mujeres. Aun aquellas que no tienen pretensiones de belleza se resisten a proclamar la ajena. «Es bonita de veras—decía para sí la viuda, camino de su casa—, lo que se llama bonita. Pero es una salvaje que necesita que la domestiquen». Los deseos de aprender que Fortunata manifestaba le agradaron mucho, y sintió que se agitaban en su alma, con pruritos de ejercitarse, sus dotes de maestra, de consejera, de protectora y jefe de familia. Poseía doña Lupe la aptitud y la vanidad educativas, y para ella no había mayor gloria que tener alguien sobre quien desplegar autoridad. Maxi y Papitos eran al mismo tiempo hijos y alumnos, porque la señora se hacía siempre querer de los seres inferiores a quienes educaba. El mismo Jáuregui había sido también, al decir de la gente, tan discípulo como marido. ...

En la línea 1200
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Os he prevenido y debo preveniros una vez más que os vayáis de de aquí. De lo contrario, ese hombre os perderá. Es un tirano que no conoce la compasión. Yo, que soy su esclava encadenada, lo sé muy bien. El pobre Miles, y Arturo, y mi querido tutor sir Ricardo están libres de él y reposan. Más os valdría estar con ellos que quedaron aquí, en las garras de ese malvado. Vuestras pretensiones son una amenaza para su título y sus bienes. Le habéis agredido en su propia casa y estáis perdido si os quedáis. No vaciléis. Si os falta dinero, tomad esta bolsa que os ofrezco, y sobornad a los criados para que os dejen salir. ¡Oh! Escuchad mi aviso, infeliz, y escapaos mientras estáis a tiempo. ...

En la línea 1281
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Pues bien, don Augusto, las cosas claras, muy claras. ¿Cree usted que es fácil que después de lo pasado y sabiendo, como ya se sabe entre nuestros conocimientos, que usted ha deshipotecado mi patrimonio regalándomelo así, es fácil que haya quien se dirija a mí con ciertas pretensiones? ...


El Español es una gran familia

Reglas relacionadas con los errores de r

Las Reglas Ortográficas de la R y la RR

Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.

En castellano no es posible usar más de dos r


Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra r

Más información sobre la palabra Pretensiones en internet

Pretensiones en la RAE.
Pretensiones en Word Reference.
Pretensiones en la wikipedia.
Sinonimos de Pretensiones.

Palabras parecidas a pretensiones

La palabra darles
La palabra hablase
La palabra principios
La palabra materialismo
La palabra gentuza
La palabra impulsados
La palabra conejo

Webs amigas:

Ciclos formativos en Lleida . Playas de Almuñecar . Ciclos formativos en Cadiz . - Palma Del Rio Hotel Juderia San Francisco