Las palabras Poso y Pozo son ambas correctas
Las dos palabras poso y pozo aparecen en diversos libros de la literatura castellana y por tanto ambas palabras están admitidas en el castellano
Poso puede ser confundida con pozo ya que es una es una variación en las letras z;s

la Ortografía es divertida
Si quieres saber mas sobre poso y pozo puedes usar la RAE, Word Reference o sus sinononimos
pozo en la RAE
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pozo en Word Reference
Sinonimos de Pozo
Sinonimos de poso
una forma de saber si se escribe pozo o poso es por su uso en las frases de libros famosos
Algunas Frases de libros en las que aparece pozo
La palabra pozo puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 374
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y obra de sus manos era también el brocal del pozo, las pilastras del emparrado, las encañizadas, por encima de las cuales enseñaban sus penachos de flores los claveles y los dompedros. ...
En la línea 609
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El pozo, después de una semana de descensos y penosos acarreos, quedó limpio de todas las piedras y la basura con que la pillería huertana lo había atiborrado durante diez años, y otra vez su agua limpia y fresca volvió a subir en musgoso pozal, con alegres chirridos de la garrucha, que parecía reírse de las gentes del contorno con una estridente carcajada de vieja maliciosa. ...
En la línea 892
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Chillaba la garrucha del pozo, saltaba ladrando de alegría junto a sus faldas el feo perrucho que pasaba la noche fuera de la barraca, y Roseta, a la luz de las últimas estrellas, echábase en cara y manos todo un cubo de agua fría sacada de aquel agujero redondo y lóbrego, coronado en su parte alta por espesos manojos de hiedra. ...
En la línea 1826
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --¿Lo dices por el _Chivo_?--exclamó Dupont abriendo los ojos.--El _Chivo_ soy yo: todo lo mío lo sabe él. Si viniese aquí mi primo Pablo a hablarme de sus negocios, el _Chivo_ se quedaría oyéndolo todo. ¡Habla sin miedo, hombre! Este es un pozo para todo lo mío. ...
En la línea 3676
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Debajo del altar mayor hay una piedra muy grande que, según dicen, cierra la boca de un profundo pozo en cuyo fondo se cree que están enterrados los huesos de Santiago; por qué los pusieron en el fondo de un pozo es un misterio insondable para mí. ...
En la línea 325
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Digo, en efeto, que este libro, y todos los que se hallaren que tratan destas cosas de Francia, se echen y depositen en un pozo seco, hasta que con más acuerdo se vea lo que se ha de hacer dellos, ecetuando a un Bernardo del Carpio que anda por ahí y a otro llamado Roncesvalles; que éstos, en llegando a mis manos, han de estar en las del ama, y dellas en las del fuego, sin remisión alguna. ...
En la línea 1000
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y la compasiva de Maritornes, viéndole tan fatigado, le pareció ser bien socorrelle con un jarro de agua, y así, se le trujo del pozo, por ser más frío. ...
En la línea 2637
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y había dado tantas cuchilladas en los cueros, creyendo que las daba en el gigante, que todo el aposento estaba lleno de vino; lo cual visto por el ventero, tomó tanto enojo que arremetió con don Quijote, y a puño cerrado le comenzó a dar tantos golpes que si Cardenio y el cura no se le quitaran, él acabara la guerra del gigante; y, con todo aquello, no despertaba el pobre caballero, hasta que el barbero trujo un gran caldero de agua fría del pozo y se le echó por todo el cuerpo de golpe, con lo cual despertó don Quijote; mas no con tanto acuerdo que echase de ver de la manera que estaba. ...
En la línea 3002
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Desto tengo mucha pena: que quisiera que no te descubrieras a nadie, porque si mi padre lo sabe, me echará luego en un pozo, y me cubrirá de piedras. ...
En la línea 446
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Llámase la gran seca el período comprendido entre los años 1827 y 1832. Durante ese tiempo cayó tan poca lluvia, que desapareció la vegetación y los mismos cardos dejaron de brotar. Secáronse los arroyos y el país entero tomó el aspecto de un camino polvoriento. Esa sequía se hizo sentir sobre todo en la parte septentrional de la provincia de Buenos Aires y en la parte meridional de la provincia de Santa Fe. Gran número de aves, de animales salvajes, de ganado vacuno y caballar murieron de hambre y de sed. Un hombre me contó que los ciervos8 tomaron la costumbre de ir a beber al pozo que se vio obligado a cavar para suministrar agua a su familia; las perdices apenas tenían fuerzas para huir cuando las perseguían. Estímanse por lo menos en un millón de cabezas de ganado las pérdidas sufridas sólo por la provincia de Buenos Aires. Antes de esa sequía, un propietario poseía en San Pedro veinte mil bueyes; después de ella, no le quedó ni uno. San Pedro está en medio del país más rico, y hoy abunda en animales; sin embargo, en el último período de la gran seca hubo que importar por agua animales vivos para la alimentación de los habitantes. Los animales abandonaban las estancias dirigiéndose al sur, donde se reunieron en tan gran número, que el gobierno se vio obligado a enviar una comisión para tratar de dirimir las contiendas que surgían entre 7 Véase el admirable Apéndice puesto por el doctor Buckland al Viaje de Beechey, véanse también las notas de Chamisso al Viaje de Kotzebue. ...
En la línea 492
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... La conversación de estos señores no deja de ser bastante divertida, dada su posición social. Como casi todos sus compatriotas, por supuesto, dan gritos de asombro cuando les digo que la tierra es redonda, y no quieren creerme cuando añado que un pozo que se prolongase hasta la suficiente profundidad iría a abrirse al opuesto lado del globo. ...
En la línea 1716
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... bía yo que aquel trabajo era completamente voluntario, y, sin embargo, me indignaba cuando veía el estado en que llegaban a lo alto del pozo: el cuerpo doblado por completo, los brazos apoyados en los vacíos, las piernas arqueadas, todos sus músculos en tensión, corriéndoles arroyos de sudor por la frente y el pecho, con las narices dilatadas, los ángulos de la boca echados hacia atrás y la respiración anhelante ...
En la línea 1849
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Entrada ya la noche, seguimos nuestro camino hasta llegar a una quebrada lateral donde hay un pequeño pozo conocido con el nombre de Agua-amarga ...
En la línea 6793
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Subía el Magistral por las primeras calles de la Encimada, pasó por la puerta del Gobierno civil y allá dentro, en medio del patio, vio un pozo que él sabía que estaba ciego. ...
En la línea 6794
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Se acordó de que Ripamilán le había hablado varias veces de un pozo seco que había en el Vivero. ...
En la línea 6795
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Paco Vegallana, Obdulia, Visita y demás gente loca —había dicho el Arcipreste —se entretienen en cortar helechos, yerbas, ramas de árboles y arrojarlo todo al pozo, y cuando ya llega la hojarasca cerca de la boca. ...
En la línea 6798
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... El Magistral tenía aquel pozo, que no había visto, delante de los ojos, y se figuraba a Mesía dentro de él, sobre las ramas y la yerba con los brazos extendidos ¡esperando la dulce carga del cuerpo mortal de Anita!. ...
En la línea 65
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Mientras estudió la segunda enseñanza en el colegio de Masarnau, donde estaba a media pensión, su mamá le repasaba las lecciones todas las noches, se las metía en el cerebro a puñados y a empujones, como se mete la lana en un cojín. Ved por dónde aquella señora se convirtió en sibila, intérprete de toda la ciencia humana, pues le descifraba al niño los puntos oscuros que en los libros había, y aclaraba todas sus dudas, allá como Dios le daba a entender. Para manifestar hasta dónde llegaba la sabiduría enciclopédica de doña Bárbara, estimulada por el amor materno, baste decir que también le traducía los temas de latín, aunque en su vida había ella sabido palotada de esta lengua. Verdad que era traducción libre, mejor dicho, liberal, casi demagógica. Pero Fedro y Cicerón no se hubieran incomodado si estuvieran oyendo por encima del hombro de la maestra, la cual sacaba inmenso partido de lo poco que el discípulo sabía. También le cultivaba la memoria, descargándosela de fárrago inútil, y le hacía ver claros los problemas de aritmética elemental, valiéndose de garbanzos o judías, pues de otro modo no andaba ella muy a gusto por aquellos derroteros. Para la Historia Natural, solía la maestra llamar en su auxilio al león del Retiro, y únicamente en la Química se quedaban los dos parados, mirándose el uno al otro, concluyendo ella por meterle en la memoria las fórmulas, después de observar que estas cosas no las entienden más que los boticarios, y que todo se reduce a si se pone más o menos cantidad de agua del pozo. Total: que cuando Juan se hizo bachiller en Artes, Barbarita declaraba riendo que con estos teje-manejes se había vuelto, sin saberlo, una doña Beatriz Galindo para latines y una catedrática universal. ...
En la línea 369
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Vencido al cabo de su propia excitación, el cerebro del Delfín caía en estúpido embrutecimiento. Y sus nervios, que habían empezado a calmarse, luchaban con la sedación. De repente se movía, como si saltara algo en él y pronunciaba algunas sílabas. Pero la sedación vencía, y al fin se quedó profundamente dormido. A media noche pudo Jacinta con no poco trabajo llevarle hasta la cama y acostarle. Cayó en el sueño como en un pozo, y su mujer pasó muy mala noche, atormentada por el desagradable recuerdo de lo que había visto y oído. ...
En la línea 1109
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Durante la breve pausa que siguió a los últimos conceptos de Guillermina, el infeliz hombre cayó en su conciencia como en un pozo, y allí se vio tal cual era realmente, despojado de los trapos de oropel en que su amor propio le envolvía; pensó lo que otras veces había pensado, y se dijo en sustancia: «Si soy un verídico mulo, un buen Juan que no sabe matar un mosquito; y esta diabla de santa tiene dentro el cuerpo al Pae Eterno». ...
En la línea 1212
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Las dos damas celebraron aquella broma mientras le arreglaban la cama. Guillermina había salido de la casa sin despedirse, y poco a poco se fueron marchando los demás. Antes de las doce, todo estaba en silencio, y los papás se retiraron a su habitación, después de encargar a Jacinta que estuviese muy a la mira para que el Delfín no se desabrigara. Este parecía dormido profundamente, y su esposa se acostó sin sueño, con el ánimo más dispuesto a la centinela que al descanso. No había transcurrido una hora, cuando Juan despertó intranquilo, rompiendo a hablar de una manera algo descompuesta. Creyó Jacinta que deliraba, y se incorporó en su cama; mas no era delirio, sino inquietud con algo de impertinencia. Procuró calmarle con palabras cariñosas; pero él no se daba a partido. «¿Quieres que llame?».—«No; es tarde, y no quiero alarmar… Es que estoy nervioso. Se me ha espantado el sueño. Ya se ve; todo el día en este pozo del aburrimiento. Las sábanas arden y mi cuerpo está frío». ...
En la línea 1976
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Las frases, cuanto más profundas, son más vacías. No hay profundidad mayor que la de un pozo sin fondo. ¿Qué te parece lo más verdadero de todo? ...
En la línea 1847
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Tras descender una pendiente bastante pronunciada llegamos al fondo de una especie de pozo circular. Allí se detuvo el capitán Nemo y nos hizo una indicación con la mano. Lo indicado era una ostra de una dimensión extraordinaria, una tridacna gigantesca, una pila que habría podido contener un lago de agua bendita, un pilón de más de dos metros de anchura y, consecuentemente, más grande que la que adornaba el salón del Nautilus. ...
En la línea 2447
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... La impracticabilidad de la muralla nos obligó a descender hacia la orilla. Por encima de nosotros, el agujero del cráter parecía la ancha abertura de un pozo. A través de ella veíamos el cielo y las nubes desmelenadas que por él corrían, al impulso del viento del Oeste, dejando en la cima de la montaña una estela de brumosos jirones. Ello probaba la escasa altura a que navegaban esas nubes, pues el volcán no se elevaba a más de ochocientos pies sobre el nivel del mar. ...
En la línea 985
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Mas también la golondrina de Levante se voló, en busca de zonas más templadas. Un día no encontraron ya a Ibrahim Antonio en su sitio de costumbre: probablemente cansado de una jornada sin venta, había cargado con el surtido y emprendido el camino Dios sabe dónde. Lucía le echó de menos; pero el movimiento de retirada era general; no se veían sino tiendas que se vaciaban y cerraban. Había en las aceras montones de paja, rimeros de recortes de papel de embalaje, cajones y cajas con grandes rótulos que decían: «muy frágil.» Era la tristeza, el desorden, el creciente vacío de una casa mudada. Pilar encontraba tan feo a Vichy de aquel modo, que ideaba paseos inusitados, que la apartasen de las calles principales. Una mañana se encaprichó en ir a ver la pastillería, y presenció el nacimiento de dos o tres mil pastillas y bombones; otra quiso visitar las subterráneas galerías que encierran los inmensos depósitos del agua, y los formidables tubos por donde asciende a alimentar los baños del establecimiento termal. Bajaron estrecha escalera, cuyos últimos peldaños se hundían ya en la obscuridad de las galerías. La guardiana les precedía alumbrando con una lámpara de minero, aplastada y de hediondo tufo; Miranda llevaba otra, y un pilluelo que allí se apareció caído de las nubes, encargose de la última. Era la bóveda tan baja, que Miranda hubo de inclinar la cabeza, por no deshacerse la frente. Hacía brusco recodo el angosto pasadizo, y se hallaron de pronto en otra galería, abierta como una boca, donde se internaban los tubos, comidos de orín, gracias a la perenne humedad. Sudaba el techo pálidas y brillantes gotitas de vapor acuoso; a uno y otro lado corría el agua, sobre un lecho de residuos, de fosfatos alcalinos, blancos y farináceos, como nieve recién llovida. A medida que adelantaban por el largo canal subterráneo, calor sofocante anunciaba el paso de las sobras de la Reja Grande, un raudal hirviente, cuya temperatura subía más aún en aquella prisión. De las paredes, leprosas, herpéticas, cubiertas de roña caliza, colgaban monstruosas fungosidades, criptógamas preñadas de veneno, cuya blancura ponzoñosa se destacaba sobre el muro, como una pupila pálida y siniestra en un rostro amoratado. En los codos de los tubos, polvorientas telarañas se tendían, semejantes a sudario gris de olvidados muertos. Las losas der pavimento, dislocadas, dejaban entrever el agua negra. Sobre sus cabezas oían los expedicionarios el pisar de la gente, el batir del duro casco de las bestias. A veces se abría un respiradero, y al través de la reja de hierro filtrábase la luz del día, lívida y cadavérica, amarilleando la rojiza de las lámparas. Los tubos, intestinos de aquel húmedo vientre, daban mil vueltas, y tan pronto rastreaban a flor de tierra, parecidos a sierpes enormes, como se erguían a la bóveda, remedando los negros tentáculos de un pulpo descomunal. Hubo un instante en que los expedicionarios salieron de los pasadizos a plaza más despejada; era una especie de cueva circular, con tragaluz, y en su fondo bostezaban las anchas fauces del pozo Lucas, lleno de un agua soñolienta, sombría y honda. El pilluelo acercó curioso su lámpara. La guardiana le asió del brazo. ...
En la línea 987
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Lucía, fascinada, se aproximó a la boca. Los gases mefíticos exhalados del pozo hacían temblar la llama turbia de las lámparas. Allí no hacía calor, sino frío; un frío espeso, sin aire respirable. Entráronse resueltamente por otra galería, y abierta una puerta de hierro, se asustaron todos, menos la guardiana, viendo en torno suyo vasta extensión de agua, una especie de lago subterráneo. Ellos estaban sobre angosta tabla echada a manera de puente a lo ancho del depósito. Aquellas aguas, tendidas en su tumba de piedra, tenían quietud y limpidez lúgubre. La luz de una de las lámparas, dejada exprofeso en la otra orilla por la guardiana para que se viese el grandor del depósito, oscilaba en prolongados rieles sobre la triste transparencia del lago, y remedaba, allá a lo lejos, la tea de un sicario en alguna prisión veneciana. Tal era de fantástico aquel lago, que reflejaba un cielo de granito, que la imaginación se fingía cadáveres flotando en él. Experimentaban Lucía y Pilar vago temor, y sobre todo, cosa pueril, o mejor dicho, eminentemente femenina, les horrorizaba la idea de que en las estrecheces y revueltas de los pasadizos pudiesen encontrar ratas. Sabían que los depósitos comunicaban con las alcantarillas, y ya dos o tres veces palidecieron creyendo ver cruzar una sombra negra, que no era sino la temblona silueta de alguna planta parásita, dibujada en el muro por las luces. De improviso, ambas exhalaron un grito; no cabía duda; sonaba el chillido agrio y agudo de la rata. Lucía, sobre todo, se quedó un punto con los ojos dilatados, inmóvil; allí no era posible correr y huir. Pero el pilluelo y la guardiana soltaron la risa; conocían bien aquel silbido, que no era sino el de las botellas de agua mineral que al otro lado de la pared estaban corchando. Con todo, las mujeres respiraron al salir del sombrío dédalo y ver de nuevo la claridad diurna y sentir el aire fresco que congelaba en su frente las gotas de sudor. ...
En la línea 1063
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Parece que los estoy viendo… Ahí, ahí, donde usted está, la señora Doña Armanda; y él, aquí, así, lo mismito que yo, dicho sea con el respeto que… Pues se bajaba, y le alzaba los pies y se los apoyaba en un taburete… así, así, y le ponía detrás de la cabeza hasta una docena de almohadas, almohadones y almohadillas, de distintos tamaños y hechuras, todo para acomodarlas a la respiración de la pobre señora… Y los jaropes, y los potingues… digital por aquí, atropina por allá… ¡quiá! ni por esas… se murió al fin la infeliz… ¿Creerá usted que no hizo Don Ignacio ningún extremo? es un pozo; todo se lo guarda, y así le ahoga eso que va encerrando, encerrando… A mí no me la pegó con su serenidad… porque cuando me dijo: «Sardiola, me acompañarás esta noche a velarla», me acordé, ¡mire usted, señorita, qué tontería! pues me acordé de un corneta de nuestras filas, que tocaba unas dianas famosas con su instrumento, que era tan claro y tan lleno y tan hermoso… y un día tocó mal, y como nos burlásemos de él, cogió la corneta, y sopló y nos dijo: «Chicos, ha tenido una pena y se ha reventado la pobrecilla mía… » Pues mire usted, la misma diferencia de son que noté en la corneta de aquel majadero de Triguillos, noté en la voz del señorito… usted ya sabe que la tiene muy sonora, que daría gozo oírle mandar la maniobra… y aquel día… estaba reventada la voz, vamos. En fin, que él amortajó a Doña Armanda, y entre él y yo la velamos, y al amanecer… ¡zas! tren especial y a Bretaña con el cuerpo en un ataúd de palo santo fileteado de plata: al castillote de qué sé yo qué, a enterrar con sus padres, abuelos y tatarabuelos a la pobre señora. ...
Para saber como se escribe poso o pozo puedes comparar la frecuencia de aparición ambas en el castellano.
Estadisticas de la palabra poso
La palabra poso no es muy usada pues no es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE
Estadisticas de la palabra pozo
Pozo es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 5205 según la RAE.
Pozo aparece de media 17.45 veces en cada libro en castellano.
Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la pozo en las obras de referencia de la RAE contandose 2653 apariciones .
Reglas relacionadas con los errores de z;s
Las Reglas Ortográficas de la Z
Se escribe z y no c delante de a, o y u.
Se escriben con z las terminaciones -azo, -aza.
Ejemplos: pedazo, terraza
Se escriben con z los sustantivos derivados que terminan en las voces: -anza, -eza, -ez.
Ejemplos: esperanza, grandeza, honradez
La X y la S
Las Reglas Ortográficas de la S
Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz
Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad
Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa
Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso
Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima
Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.
Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.
Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.
Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.

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