Cual es errónea Nube o Nuve?
La palabra correcta es Nube. Sin Embargo Nuve se trata de un error ortográfico.
El Error ortográfico detectado en el termino nuve es que hay un Intercambio de las letras b;v con respecto la palabra correcta la palabra nube
Errores Ortográficos típicos con la palabra Nube
Cómo se escribe nube o nuve?

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Reglas relacionadas con los errores de b;v
Las Reglas Ortográficas de la B
Regla 1 de la B
Detrás de m se escribe siempre b.
Por ejemplo:
sombrío
temblando
asombroso.
Regla 2 de la B
Se escriben con b las palabras que empiezan con las sílabas bu-, bur- y bus-.
Por ejemplo: bujía, burbuja, busqué.
Regla 3 de la B
Se escribe b a continuación de la sílaba al- de inicio de palabra.
Por ejemplo: albanés, albergar.
Excepciones: Álvaro, alvéolo.
Regla 4 de la B
Las palabras que terminan en -bundo o -bunda y -bilidad se escriben con b.
Por ejemplo: vagabundo, nauseabundo, amabilidad, sociabilidad.
Excepciones: movilidad y civilidad.
Regla 5 de la B
Se escriben con b las terminaciones del pretérito imperfecto de indicativo de los verbos de la primera conjugación y también el pretérito imperfecto de indicativo del verbo ir.
Ejemplos: desplazaban, iba, faltaba, estaba, llegaba, miraba, observaban, levantaba, etc.
Regla 6 de la B
Se escriben con b, en todos sus tiempos, los verbos deber, beber, caber, haber y saber.
Regla 7 de la B
Se escribe con b los verbos acabados en -buir y en -bir. Por ejemplo: contribuir, imbuir, subir, recibir, etc.
Excepciones: hervir, servir y vivir, y sus derivados.
Las Reglas Ortográficas de la V
Regla 1 de la V Se escriben con v el presente de indicativo, subjuntivo e imperativo del verbo ir, así como el pretérito perfecto simple y el pretérito imperfecto de subjuntivo de los verbos tener, estar, andar y sus derivados. Por ejemplo: estuviera o estuviese.
Regla 2 de la V Se escriben con v los adjetivos que terminan en -ava, -ave, -avo, -eva, -eve, -evo, -iva, -ivo.
Por ejemplo: octava, grave, bravo, nueva, leve, longevo, cautiva, primitivo.
Regla 3 de la V Detrás de d y de b también se escribe v. Por ejemplo: advertencia, subvención.
Regla 4 de la V Las palabras que empiezan por di- se escriben con v.
Por ejemplo: divertir, división.
Excepciones: dibujo y sus derivados.
Regla 5 de la V Detrás de n se escribe v. Por ejemplo: enviar, invento.
Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras b;v
Algunas Frases de libros en las que aparece nube
La palabra nube puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 2096
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ? ¡Adiós amistades recientes, respetos nacidos junto al ataúd de un pobre niño! Toda la consideración creada por la desgracia veníase abajo como torre de naipes, desvanecíase como tenue nube, reapareciendo de golpe el antiguo odio, la solidaridad de toda la huerta, que al combatir al intruso defendía su propia existencia. ...
En la línea 713
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Bien entrada la mañana, el señor Fermín, que vigilaba la carretera desde lo alto de la viña, vio al final de la cinta blanca que cortaba el llano una gran nube de polvo, marcándose en su seno las manchas negras de varios carruajes. ...
En la línea 922
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pasó el carruaje como un rayo entre nubes de polvo, pero Fermín pudo reconocer al que guiaba los caballos. Era Luis Dupont que, erguido en el pescante, arreaba con la voz y el látigo a las cuatro bestias que corrían desbocadas. Una mujer que iba junto a él, también gritaba azuzando al ganado con una fiebre de velocidad loca. Era la _Marquesita_. Montenegro creyó que le había reconocido, pues al alejarse, agitó una mano entre la nube de polvo, gritándole algo que no pudo oír. ...
En la línea 1008
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y tan borracha como los otros, apoyando su cabeza rubia en una mano, la _Marquesita_ le contemplaba con los ojos entornados; unos ojos azules, cándidos, que parecían no manchados jamás por la nube de un pensamiento impuro. ...
En la línea 762
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... A la palabra «excusas», una nube pasó por la frente de Athos, una sonrisa altanera se deslizó por los labios de Porthos, y una señal nega tiva fue la respuesta de Aramis. ...
En la línea 2532
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... A un joven bear nés, cadete en los guardias de Su Majestad en la compañía de Des Essarts; pero apenas acababa de instalarse en casa de su amigo y de coger un libro para esperarlo, cuando una nube de corchetes y de sol dados, todos juntos, sitiaron la casa, hundieron varias puertas. ...
En la línea 3906
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Una ligera nube pasó por lafrente de Bonacieux, pero tan ligera que D'Artagnan no se dio cuenta. ...
En la línea 3907
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¿Y vamos a ser recompensados por nuestra diligencia? -continuó el mercero con una ligera alteración en la voz, alteración que D'Arta gnan no notó como tampoco había notado la nube momentánea que un instante antes había ensombrecido el rostro del digno hombre. ...
En la línea 3167
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Lo recio de la nube parecía estar en otra región. ...
En la línea 3255
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Una nube se interpone; cuando volvemos a mirar, los objetos de nuestra ansiedad han desaparecido. ...
En la línea 5740
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Oí decir a mi abuela que una vez cuando era chica salió de ese cerro una nube de humo y se vieron llamas, talmente como si hubiera ahí un volcán, y quizás lo haya, _Don Jorge_. ...
En la línea 384
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -No era diablo -replicó la sobrina-, sino un encantador que vino sobre una nube una noche, después del día que vuestra merced de aquí se partió, y, apeándose de una sierpe en que venía caballero, entró en el aposento, y no sé lo que se hizo dentro, que a cabo de poca pieza salió volando por el tejado, y dejó la casa llena de humo; y, cuando acordamos a mirar lo que dejaba hecho, no vimos libro ni aposento alguno; sólo se nos acuerda muy bien a mí y al ama que, al tiempo del partirse aquel mal viejo, dijo en altas voces que, por enemistad secreta que tenía al dueño de aquellos libros y aposento, dejaba hecho el daño en aquella casa que después se vería. ...
En la línea 1455
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Sancho se puso tras su asno, y con él se defendía de la nube y pedrisco que sobre entrambos llovía. ...
En la línea 2249
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Que acaece estar uno peleando en las sierras de Armenia con algún endriago, o con algún fiero vestiglo, o con otro caballero, donde lleva lo peor de la batalla y está ya a punto de muerte, y cuando no os me cato, asoma por acullá, encima de una nube, o sobre un carro de fuego, otro caballero amigo suyo, que poco antes se hallaba en Ingalaterra, que le favorece y libra de la muerte, y a la noche se halla en su posada, cenando muy a su sabor; y suele haber de la una a la otra parte dos o tres mil leguas. ...
En la línea 3480
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Del estraño modo con que fue encantado don Quijote de la Mancha, con otros famosos sucesos Cuando don Quijote se vio de aquella manera enjaulado y encima del carro, dijo: -Muchas y muy graves historias he yo leído de caballeros andantes, pero jamás he leído, ni visto, ni oído, que a los caballeros encantados los lleven desta manera y con el espacio que prometen estos perezosos y tardíos animales; porque siempre los suelen llevar por los aires, con estraña ligereza, encerrados en alguna parda y escura nube, o en algún carro de fuego, o ya sobre algún hipogrifo o otra bestia semejante; pero que me lleven a mí agora sobre un carro de bueyes, ¡vive Dios que me pone en confusión! Pero quizá la caballería y los encantos destos nuestros tiempos deben de seguir otro camino que siguieron los antiguos. ...
En la línea 95
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Ocupábame a menudo en estudiar las nubes que viniendo del mar iban a estrellarse, digámoslo así, contra la parte más alta del Corcovado. Como casi todas las montañas, cuando quedan así ocultas en parte por las nubes, el Corcovado parece elevarse a una altura mucho mayor de la que tiene en realidad, o sea de 2.300 pies (690 metros). Mister Daniell, en sus ensayos meteorológicos, ha hecho observar que una nube aparece algunas veces fija en la cima de una montaña, mientras el viento sigue soplando. El mismo fenómeno se presentaba aquí bajo un aspecto un poco diferente. En efecto, veíase la nube encorvarse y pasar con rapidez por encima de la cúspide, sin que la parte fija en la falda de la montaña pareciese aumentar ni disminuir. Poníase el sol, y una suave brisa del sur que iba a dar contra el lado meridional de la roca, volvía a levantarse para ir a confundirse con la corriente superior de aire frío conforme se condensaban los vapores; pero a medida que las nubes ligeras habían pasado sobre la cima y se encontraban sometidas a la influencia de la atmósfera más cálida y septentrional, inmediatamente se disolvían. ...
En la línea 95
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Ocupábame a menudo en estudiar las nubes que viniendo del mar iban a estrellarse, digámoslo así, contra la parte más alta del Corcovado. Como casi todas las montañas, cuando quedan así ocultas en parte por las nubes, el Corcovado parece elevarse a una altura mucho mayor de la que tiene en realidad, o sea de 2.300 pies (690 metros). Mister Daniell, en sus ensayos meteorológicos, ha hecho observar que una nube aparece algunas veces fija en la cima de una montaña, mientras el viento sigue soplando. El mismo fenómeno se presentaba aquí bajo un aspecto un poco diferente. En efecto, veíase la nube encorvarse y pasar con rapidez por encima de la cúspide, sin que la parte fija en la falda de la montaña pareciese aumentar ni disminuir. Poníase el sol, y una suave brisa del sur que iba a dar contra el lado meridional de la roca, volvía a levantarse para ir a confundirse con la corriente superior de aire frío conforme se condensaban los vapores; pero a medida que las nubes ligeras habían pasado sobre la cima y se encontraban sometidas a la influencia de la atmósfera más cálida y septentrional, inmediatamente se disolvían. ...
En la línea 329
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Algunos indios hechos prisioneros habían indicado el campamento de una tribu habitante en la orilla norte del Colorado. Enviáronse 200 soldados para atacarlos. Estos descubrieron a los indios, gracias a la nube de polvo que levantaban los cascos de sus caballos, pues habían levantado el campo y se iban de allí. El país era montuoso y silvestre, y debía de hallarse muy al interior, puesto que las cordilleras estaban a la vista. ...
En la línea 360
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Poco rato después, una nube de polvo nos advierte que se dirige hacia nosotros un tropel de jinetes; mis acompañantes conocen que son indios, cuando aún están a grandísima distancia, por sus cabellos esparcidos por la espalda. Por lo común, los indios llevan una venda alrededor de la cabeza, sin ropa ninguna, y sus largos cabellos negros, levantados por el viento, les dan un aspecto aún más salvaje. Es una parte de la amiga tribu de Bernantio, que va a una salina para proveerse de sal. Los indios comen mucha sal; sus niños mascan terrones de sal, como los nuestros de azúcar. Los gauchos tienen un gusto muy diferente, pues apenas la comen, aunque llevan el mismo género de vida; según Mungo Park2, los pueblos que sólo se alimentan de verduras tienen verdadera pasión por la sal. Los indios nos saludaron amistosamente al pasar a galope; llevaban ante sí una manada de caballos, y seguíalos a su vez una turba de perros flacos. ...
En la línea 2100
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Más de una hora fue viendo aquella nube de polvo que parecía de luz y en medio los ojos de la sobrina. ...
En la línea 4451
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Detrás de los vellones de plata que, como bandadas de aves cruzaban el cielo, venía una gran nube negra que llegaba hasta el horizonte. ...
En la línea 4456
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Y la luna seguía corriendo, como despeñada, a caer en el abismo de la nube negra que la tragaría como un mar de betún. ...
En la línea 4457
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Ana, casi delirante, veía su destino en aquellas apariencias nocturnas del cielo, y la luna era ella, y la nube la vejez, la vejez terrible, sin esperanza de ser amada. ...
En la línea 883
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Claudio Borja se la imaginaba en su primera juventud, tal como la habían descrito muchos, creyendo reconocerla en la Santa Catalina pintada por el Pinturicchio, con su rostro gracioso e ingenuo de niña un poco paradita, orlado de magnífica cabellera rubia y luminosa, comparable a una nube de oro fluido. ...
En la línea 1877
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... En días anteriores era una pálida imagen, falta de vida, logrando evocarla sin que despertase en él vibración alguna. La tenía cerca, podía verla en cualquier momento, repitiendo la escena del dancing, perturbando sus nuevos amores, y la convicción de tal potencia le mantenía Inactivo, en resignada calma. Ai saberla ahora lejos, fugitiva con aquel hombre de gustos frivolos, hábilmente egoísta para asegurarse una vida de lujo por medio del matrimonio, fuera ya de su alcance, imposibilitado de adivinar dónde se encontraba, resurgía en su recuerdo como la Venus medieval emergp ante los ojos del caballero Tannhauser, desnuda, luminosamente blanca cual una nube hecha carne, entre 'las valvas, de la enorme madreperla que le sirve de lecho. Ya no la comparaba ahora con un ave doméstica. Desplegaba sobre la inmensidad azul sus alas blancas de paloma de Afrodita, majestuosa como un águila, pero en su vuelo iba hacia otro. ...
En la línea 244
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Empezó a marchar por un camino de gran anchura para aquellos seres diminutos, pero que a el le pareció no mayor que un sendero de jardín. Durante media hora avanzaron entre bosques; luego salieron a inmensas llanuras cultivadas, y pudo ver como se iba desarrollando delante de él, a una gran distancia, la vanguardia de su cortejo, compuesta de maquinas rodantes y pelotones de jinetes. A su espalda levantaban una segunda nube de polvo las tropas de retaguardia, encargadas de contener a los curiosos. ...
En la línea 246
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Le obligaron a marchar sin descanso, porque el Consejo Ejecutivo deseaba conocerle antes de que anocheciese. A las dos horas distinguió por encima de una sucesión de gibas del camino, penosamente remontadas por la vanguardia del cortejo, una especie de nube blanca que se mantenía a ras de tierra. ...
En la línea 247
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Estaba envuelta en el temblor vaporoso de los objetos indeterminados por la distancia. Solo el podía abarcar con su mirada una extensión tan enorme. Los tripulantes del lagarto volador examinaban la misma nube, pero con el auxilio de aparatos ópticos. ...
En la línea 249
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... A partir de este momento la nube fue tomando para él contornos fijos. Salieron poco a poco de la vaporosa vaguedad grandes palacios blancos, torres con cúpulas brillantes, toda una metrópoli altísima, en la que los edificios parecían de proporciones desmesuradas, sin duda porque sus pequeños habitantes, por la ley del contraste, sentían el ansia de lo enorme. ...
En la línea 1868
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Y después se puso muy triste. Los pedacitos de leche cuajada desaparecieron bajo los labios fruncidos, y se le armó en el entrecejo como una densa nube. El rayo que por dentro pasaba decía así: «¡Si me viera ahora… !». Bajo el peso de esta consideración estuvo un largo rato quieta y muda, la vista independiente a fuerza de estar fija. Despertó al fin de aquello que parecía letargo, y volviendo a mirarse, animose con la reflexión de su buen palmito en el espejo. «Digan lo que quieran, lo mejor que tengo es el entrecejo… Hasta cuando me enfado es bonito… ¿A ver cómo me pongo cuando me enfado? Así, así… ¡Ah, llaman!». ...
En la línea 1926
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Maximiliano no se sentó, doña Lupe sí, y en el centro del sofá debajo del retrato, como para dar más austeridad al juicio. Repitió el «muy bien, Sr. D. Maximiliano» con retintín sarcástico. Por lo general, siempre que su tía le daba tratamiento, llamándole señor don, el pobre chico veía la nube del pedrisco sobre su cabeza. ...
En la línea 4009
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Llegó el momento hermoso y solemne. Oíase desde arriba el rumor popular; y luego, en el seno de aquel silencio que cayó súbitamente sobre la casa como una nube, la campanilla vibrante marcó el paso de la comitiva del Sacramento. El altar estaba hecho un ascua de oro con tantísima luz, que reflejaba en el talco de las flores. Había sido entornada la ventana, y todos de rodillas esperaban. El tilín sonaba cada vez más cerca; se le sentía subir la escalera entre un traqueteo de pasos; después llegaba a la puerta; vibraba más fuerte en el pasillo entre el muge-muge de los latines que venía murmurando el acólito. Apareció por fin el Padre Nones, tan alto que parecía llegaba al techo, un poco encorvado, la cabeza blanca como el vellón del Cordero Pascual, llevando agasajado el porta-formas entre los pliegues de la capa blanca. Arrodillose ante el altar y allí estuvo rezando un ratito. Mauricia estaba en aquel instante blanca, diáfana, y sus ojos entornados y como sin vida miraban al sacerdote y lo que entre manos traía. Guillermina se le puso al lado y acercó su rostro al de ella. Cuando el sacerdote se aproximaba, la santa susurró al oído de la enferma, como secreto de ángeles, estas palabras: «Abre la boca». El cura dijo: «Corpus Domini Nostri, etc.» y todo quedó en silencio, y los párpados de Mauricia se abatieron, proyectando sobre las ojeras la sombra de sus largas pestañas. ...
En la línea 4042
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Callose un instante, y después de los dos o tres suspiros que Fortunata echó de su seno, volvió a hablar la enferma de este modo: «¿Has visto a Jacinta?… porque ella fue quien trajo a mi niña. Es un serafín esa mujer… Ahora cuando me pensé que estaba en el Cielo, la vi encima de una nube con un velo blanco… Estaba allí, entremedio de aquellos grandes corros de ángeles. ¿Será que se va a morir? Lo sentiré por mi niña. Pero Dios sabe más que nosotras, ¿verdad?, y lo que él hace, bien sabido se lo tiene… Pero dime, ¿te habló ella? ¿Le soltaste alguna patochada? Harías mal. Porque ella no tiene la culpa. Perdónala, chica, perdónala; que lo primerito para salvarse es perdonar a una parte y otra. Mírame a mí, que no hago más que lo que me manda el Padre Nones, y he perdonado a la Pepa, a la Matilde, que me quiso envenenar, y a doña Malvina la protestanta y a todo el género mundano… ¡re… ! Párate boca que ya ibas a soltarlo… Pues sí, perdonar; créetelo porque yo te lo digo. ¿Ves qué tranquila estoy? Pues a cuenta que lo mismo estarás tú, y Dios te dará lo tuyo; eso no tiene duda… porque es de ley. Y por la santidad que tengo entre mí, te digo que si el marido de la señorita se quiere volver contigo y le recibes, no pecas, no pecas… ». ...
En la línea 2218
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... A poco de haberme dormido se me apareció Augusto en sueños. Estaba blanco, con la blancura de una nube, y sus contornos iluminados como por un sol poniente. Me miró fijamente y me dijo: ...
En la línea 2245
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Orfeo, en efecto, encontróse huérfano. Cuando saltando en la cama olió a su amo muerto, olió la muerte de su amo, envolvió a su espíritu perruno una densa nube negra. Tenía experiencia de otras muertes, había olido y visto perros y gatos muertos, había matado algún ratón, había olido muertes de hombres, pero a su amo le creía inmortal. Porque su amo era para él como un dios. Y al sentirle ahora muerto sintió que se desmoronaban en su espíritu los fundamentos todos de su fe en la vida y en el mundo, y una inmensa desolación llenó su pecho. ...
En la línea 2261
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Domingo y Liduvina recogieron luego al pobre perro muerto a los pies de su amo, depurado como este y como él envuelto en la nube tenebrosa. Y el pobre Domingo, al ver aquello, se enterneció y lloró, no se sabe bien si por la muerte de su amo o por la del perro, aunque lo más creíble es que lloró al ver aquel maravilloso ejemplo de lealtad y fidelidad. Y dijo: ...
En la línea 3180
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Por un momento creí que el desgraciado que había sido enlazado por el pulpo podría ser arrancado a la poderosa succión de éste. Siete de sus ocho brazos habían sido ya cortados. Sólo le quedaba uno, el que blandiendo a la víctima como una pluma, se retorcía en el aire. Pero en el momento en que el capitán Nemo y su segundo se precipitaban hacia él, el animal lanzó una columna de un líquido negruzco, secretado por una bolsa alojada en su abdomen, y nos cegó. Cuando se disipó la nube de tinta, el calamar había desaparecido y con él mi infortunado compatriota. ...
En la línea 3271
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -No tengo más remedio que creer al señor. ¡Qué nube! ¡Qué hormiguero! ...
En la línea 926
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Apretando la moneda con la mano, dio una veintena de pasos más y se detuvo de cara al río y al Palacio de Invierno. En el cielo no había ni una nube, y el agua del Neva ‑cosa extraordinaria‑ era casi azul. La cúpula de la catedral de San Isaac (aquél era precisamente el punto de la ciudad desde donde mejor se veía) lanzaba vivos reflejos. En el transparente aire se distinguían hasta los menores detalles de la ornamentación de la fachada. ...
En la línea 2729
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Ciertamente soy un hombre ocioso y libertino; pero su hermana posee tan poderosos atractivos, que no es nada extraño que yo no pudiera desistir. Sin embargo, todo aquello no fue más que una nube de verano, como ahora he podido ver. ...
Más información sobre la palabra Nube en internet
Nube en la RAE.
Nube en Word Reference.
Nube en la wikipedia.
Sinonimos de Nube.
Palabras parecidas a nube
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La palabra respetos
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La palabra amargo
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